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REVOLUCIONES
G R A N D E S
CAMBIOS MODESTOS,
psicoterapéutico. Denominando a este estilo: Terapia Familiar Crítica.
Cambios Modestos, Grandes Revoluciones está dirigida a psicoterapeutas, psi-
cólogos, sociólogos, terapeutas familiares y profesionales que intervie-
nen en escenarios sociales y de salud.
Terapia Familiar Crítica
María Lorena Barba,
Directora Académica del Instituto Tzapopan, México.
CAMBIOS MODESTOS,
G R A N D E S
REVOLUCIONES
Terapia Familiar Crítica
S E G UNDA E D I CIÓ N
CAMBIOS MODESTOS,
G R A N D E S
REVOLUCIONES
Terapia Familiar Crítica
ISBN: 978-607-8389-19-3
Impreso en México.
Printed in Mexico.
Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, parcial o totalmente,
ni directa ni indirectamente, ni registrarla o transmitirla por un sistema de recuperación de
información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico,
electrónico, magnético, electrooptico, por fotocopia o cualquier otro, sin la
autorización previa y expresa por escrito, de los editores.
A mis maestros más críticos: Alex y Nicole…
mis hijos
Prólogo
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PRÓLOGO
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PRÓLOGO
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Prólogo a la Segunda Edición
A las y los que harán el siglo XXI, les decimos con nuestro afecto:
CREAR ES RESISTIR, RESISTIR ES CREAR.
Stéphan Hessel
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PRÓLOGO A LA SEGUNDA EDICIÓN
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PRÓLOGO A LA SEGUNDA EDICIÓN
Este resulta ser otro tema de este libro de gran atractivo e impor-
tancia, pues se adentra en un terreno que había sido vetado
durante mucho tiempo por la cultura científica por considerar a
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PRÓLOGO A LA SEGUNDA EDICIÓN
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PRÓLOGO A LA SEGUNDA EDICIÓN
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PRÓLOGO A LA SEGUNDA EDICIÓN
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PRÓLOGO A LA SEGUNDA EDICIÓN
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Agradecimientos y Reconocimientos
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AGRADECIMIENTOS
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Índice
Primera Parte:
TERAPIA FAMILIAR CRÍTICA:
CREENCIAS Y FUNDAMENTOS . . . . . . . . . . . . . . . 49
CAPITULO I
Fundamentos y Objetivos de la Terapia Familiar Crítica . . . . 51
Conversación con Juan Luis Linares: el diagnóstico como interacción
y marco social organizado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51
Conversación con Harlene Anderson y Harold Goolishian:
Entre clientes expertos y terapeutas expertos
en posición de no saber . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .57
Conversación con Michael White y David Epston:
De metáforas universales a metáforas locales para
la externalización del problema . . . . . . . . . . . . . . . . .64
Terapia familiar crítica: seis fundamentos que
sustentan el cambio terapéutico . . . . . . . . . . . . . . . . .71
Seis fundamentos de la posición crítica
para la terapia familiar. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 72
CAPÍTULO II
EL Construccionismo Social:
Pensamiento de Larga Tradición . . . . . . . . . . . . . . . . 77
¿Qué es el construccionismo social? . . . . . . . . . . . . . . . . 77
Movimiento epistemológico con larga tradición . . . . . . . . . . . .77
Estilos y perspectivas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .79
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CAPÍTULO III
Las Familias en la Teoría Social:
Diversidad y Contradicciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91
La familia como objeto de análisis de
organizaciones internacionales . . . . . . . . . . . . . . . . . . .91
La familia como objeto de investigación . . . . . . . . . . . . . . . 91
La familia en la modernidad: racionalidad científica
y progreso. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 92
La familia como problema y objeto de estudio de
las ciencias sociales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .93
La sociología estándar y los estudios sobre la familia . . . . . . 94
Familia y sociedad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95
Las funciones de la familia moderna . . . . . . . . . . . . . . 96
La generación de políticas familiares . . . . . . . . . . . . . . 97
La familia en Latinoamérica y la teoría social
familiar anglosajona . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97
La modernidad, ¿una promesa incumplida? . . . . . . . . . . .99
Teoría social y familias, en el marco de la postmodernidad . . 101
Postmodernidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 101
La familia: nuevas direcciones de investigación social . . . . . 104
Pobreza y familias en Latinoamérica . . . . . . . . . . . . . 109
Familias pobres en Latinoamérica . . . . . . . . . . . . . . . 111
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ÍNDICE
CAPÍTULO IV
Un Viaje por el Mundo de las Emociones: de la Biología
al Bienestar Social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 125
Las emociones como objeto de estudio de las ciencias . . . . . . 127
Las emociones en las teorías clásicas de la psicología y la
neurología. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127
Freud y las emociones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 129
El conductismo y las emociones . . . . . . . . . . . . . . . 129
La cognición y las emociones . . . . . . . . . . . . . . . . 130
Los humanistas y las emociones . . . . . . . . . . . . . . . 130
Los constructivistas y las emociones . . . . . . . . . . . . . 130
Los estudios contemporáneos sobre las emociones:
complejidad e interdisciplinariedad . . . . . . . . . . . . . . 131
La emoción como forma de conocimiento e
impulsora de la acción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 131
Las emociones como sentido estético . . . . . . . . . . . . . 133
Las emociones como recurso: inteligencia emocional,
resiliencia, nutrición relacional . . . . . . . . . . . . . . . 135
Las emociones en los escenarios sociales . . . . . . . . . . . 136
Sociología de las emociones: las emociones como
epistemología práctica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 136
Escenarios emocionales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 137
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CAMBIOS MODESTOS, GRANDES REVOLUCIONES
Segunda Parte:
CAMBIOS MODESTOS, GRANDES REVOLUCIONES:
MÉTODOS PARA LOGRARLO . . . . . . . . . . . . . . . . . 171
CAPÍTULO V
Terapeutas Expertos en Posición de No Saber: el Diálogo
Terapéutico en Torno a las Preguntas “Estúpidas”- . . . . . . 173
Contexto teórico y de intervención . . . . . . . . . . . . . . . . 174
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ÍNDICE
CAPÍTULO VI
Lo Global y Local de la Psicoterapia: La Externalización del
Síntoma Mediante el uso de Metáforas Culturales. . . . . . . 195
Globalización y diversidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . 195
La globalización y el conocimiento científico . . . . . . . . . 196
Posición realista/global . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 197
Posición relativista/local . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 198
La importancia de los modelos en el conocimiento científico . 199
Los peligros del uso de los modelos en la ciencia . . . . . . . 200
El papel constructivo de los modelos en la ciencia . . . . . . 200
Vivir la globalización desde Latinoamérica . . . . . . . . . . 201
Caso Pedro y María: de la celotipia a la iguana,
de lo global a lo local. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 203
Conclusión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 208
CAPÍTULO VII
Terapia Familiar e Historia: El Recuerdo y
el Olvido Terapéutico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 211
Tiempo e historia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 213
Antecedentes de la terapia familiar histórica . . . . . . . . . 215
El sistema familiar, desde el análisis intergeneracional . . . . . 216
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CAPÍTULO VIII
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ÍNDICE
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CAPÍTULO IX
Las Formas Culturales de la Psicoterapia Relacional . . . . 303
La psicoterapia breve: el pragmatismo como cultura . . . . . . . 303
La terapia familiar estructural: barrios pobres y minorías
como contexto cultural . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 305
La terapia familiar estratégica: La guerra como
modelo cultural . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 306
Terapia familiar sistémica de Barcelona:
Las relaciones nutricias como forma cultural . . . . . . . . . 306
El equipo reflexivo: la tolerancia como cultura . . . . . . . . 308
Terapia familiar crítica: la pobreza institucional
como cultura y problema . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 309
CAPÍTULO X
El Futuro de la Terapia Familiar:
Psicología Social Clínica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 317
Cinco escenarios teóricos como antecedentes . . . . . . . . . 318
1. Las psicoterapias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 318
2. Sociología Clínica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 319
3. Terapias sistémicas y narrativas . . . . . . . . . . . . . . 319
4. Psicología Social de la Salud . . . . . . . . . . . . . . . 321
5. La Terapia Familiar Crítica . . . . . . . . . . . . . . . 321
Hacia una Psicología Social Clínica: Fundamentos . . . . . . 321
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Introducción
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INTRODUCCIÓN
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INTRODUCCIÓN
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INTRODUCCIÓN
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Primera Parte
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PRIMERA PARTE. TERAPIA FAMILIAR CRÍTICA: CREENCIAS Y FUNDAMENTOS
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PRIMERA PARTE. TERAPIA FAMILIAR CRÍTICA: CREENCIAS Y FUNDAMENTOS
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PRIMERA PARTE. TERAPIA FAMILIAR CRÍTICA: CREENCIAS Y FUNDAMENTOS
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PRIMERA PARTE. TERAPIA FAMILIAR CRÍTICA: CREENCIAS Y FUNDAMENTOS
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PRIMERA PARTE. TERAPIA FAMILIAR CRÍTICA: CREENCIAS Y FUNDAMENTOS
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PRIMERA PARTE. TERAPIA FAMILIAR CRÍTICA: CREENCIAS Y FUNDAMENTOS
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PRIMERA PARTE. TERAPIA FAMILIAR CRÍTICA: CREENCIAS Y FUNDAMENTOS
(en Bruner, 1986a p.143, White y Epston, 1993, p.29). Bajo esta
lógica White y Epston (1993) señalan que los relatos que escoge
la gente de dicha experiencia vivida “son constitutivos: mode-
lan las vidas y las relaciones” (White y Epston, 1993, p.29),
pero también señalan que cualquier relato es indeterminado, por-
que ninguno puede expresar la totalidad de las experiencias vivi-
das. Por lo tanto, el objetivo de la terapia para estos autores sería
“identificación o generación de relatos alternativos que le permi-
tan representar nuevos significados, aportando con ellos posibili-
dades más deseables, que las personas experimentarán como más
útiles, satisfactorios y con final abierto” (p.31).
La siguiente etapa es buscar otras versiones sobre la misma his-
toria vivida para ampliar la experiencia significativa. Para lo cual
White y Epston retoman a Goffman (1961) quien señala que
parte de las experiencias vividas que no están dentro del relato
dominante, son “acontecimientos extraordinarios.” Con estos
acontecimientos extraordinarios, que son experiencias alternati-
vas y que no registraba el relato dominante, se inicia la construc-
ción de un nuevo relato, la persona empieza a darle sentido y
significado, y el proceso de terapia tiene el objetivo de la consti-
tución de ese nuevo relato, un relato alternativo. Son muchas las
formas de constituir dicho nuevo relato, principalmente es la per-
sona o familia quien lo construye, ayudada por el terapeuta que
aplica preguntas abiertas que empoderan a la persona y le dan
sentido a una historia no registrada al principio, como “¿Cómo
pudo usted resistirse a la influencia del problema en esta oca-
sión?” (p.33), o por ejemplo, se puede utilizar el público que fue
testigo de aquel acontecimiento extraordinario. Se hace una espe-
cie de externalización del acontecimiento extraordinario con el
fin de darle contenido “real” para la persona, y con ello constituir
un relato alternativo con mucho poder para su vida y sus rela-
ciones. Tomm (1994) al respecto señala que la externalización
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PRIMERA PARTE. TERAPIA FAMILIAR CRÍTICA: CREENCIAS Y FUNDAMENTOS
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PRIMERA PARTE. TERAPIA FAMILIAR CRÍTICA: CREENCIAS Y FUNDAMENTOS
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CAPÍTULO II
El Construccionismo Social:
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PRIMERA PARTE. TERAPIA FAMILIAR CRÍTICA: CREENCIAS Y FUNDAMENTOS
Estilos y perspectivas
En principio, cabe señalar que es imposible definir en una sola
frase el construccionismo social, porque, aunque quienes se
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Las Familias en la Teoría Social:
Diversidad y Contradicciones
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PRIMERA PARTE. TERAPIA FAMILIAR CRÍTICA: CREENCIAS Y FUNDAMENTOS
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PRIMERA PARTE. TERAPIA FAMILIAR CRÍTICA: CREENCIAS Y FUNDAMENTOS
Familia y sociedad
“Con las debidas precauciones, puede decirse que el análisis de la
terminología del parentesco es una vía de aproximación extrema-
damente útil al estudio de la estructura social” (Parsons, 1994,
p.31). Talcon Parsons consideró la familia como una institución
fundamental para las sociedades modernas, y situó la familia
nuclear como el tipo de estructura ideal que no entra en conflicto
con los requerimientos de la economía industrial.
Bajo esta idea se plantearon varias líneas de investigación, de
las cuales sobresale la relación entre los cambios macro-estructu-
rales y los cambios de la familia. Así por ejemplo, Harris (1983)
señala que, si la estructura social cambia, las formas de vida fami-
liar se adaptarán al cambio, asegurando con ello la continui-
dad de la sociedad. Otros estudiosos (Goode, 1968; Nimkoff
y Middleton, 1960; Winch y Blumberg, 1969) señalan que los
cambios y la naturaleza estructural y funcional de la familia están
íntimamente relacionados con los modos de producción. Por
ejemplo, las sociedades primitivas y preindustriales, basadas en
la casería, y las sociedades modernas de hoy en día se componen
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PRIMERA PARTE. TERAPIA FAMILIAR CRÍTICA: CREENCIAS Y FUNDAMENTOS
Deconstruyendo América-Latina
Para entender el racismo que se ejerce actualmente en Latinoamérica
es necesario el estudio de su condición histórica, para ello, ana-
lizamos brevemente las circunstancias sociales y políticas que
originaron el nombre de América-Latina para esta región del
mundo.
En un interesante artículo J. Gissi (1994b) al analizar la pala-
bra América Latina, señala que sus orígenes y construcción están
íntimamente ligados con la historia de la conquista y colonia del
continente.
Tal como es sabido, el nombre de América es el nombre del
navegante Américo Vespucio quien fue el primero de los euro-
peos que se dio cuenta que había llegado a un continente que
no estaba registrado en la cartografía europea, más tarde, siendo
el cartógrafo Alemán Martín Waldecomuller quien propuso tal
nombre como homenaje a Vespucio.
Por otra parte, la palabra indios tiene su origen en un his-
tórico error. Antes que Vespucio, Cristobal Colón había llegado
a este continente pero con la convicción de que era la India.
Bautizando falsamente a los indígenas de este continente desde
entonces como indios. Tanto Cristobal Colón y los españoles,
después de que se dieron cuenta de que no era la India proclama-
ron un descubrimiento. Otro error, pero tal como señala J. Guisi
(1994), mucho más grave que los anteriores. Con ello los espa-
ñoles implícitamente señalaban que los habitantes de ese conti-
nente no eran importantes, e incluso no se los consideraban seres
humanos de la misma categoría. Este juego de palabras fue racio-
nalmente planeado con el fin de legitimar ante los ojos de Europa
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PRIMERA PARTE. TERAPIA FAMILIAR CRÍTICA: CREENCIAS Y FUNDAMENTOS
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CAPÍTULO IV
Un Viaje por el Mundo de las Emociones:
de la Biología al Bienestar Social*
¿ Qué son las emociones? Estoy seguro que todos tienen una res-
puesta a esta pregunta. No cabe duda que es una entidad empí-
rica imposible de evadir, en todas las culturas se muestran, viven
y se conceptualizan. No obstante, para las ciencias las emociones
son de una enorme complejidad imposible de definirlas en una
sola oración. La finalidad de este capítulo, por una parte, es revi-
sar algunas de las teorías sobre las emociones que han marcado
época, y por otra, introducir a los nuevos paradigmas sobre las
emociones. El objetivo del análisis es ampliar nuestra perspectiva
como terapeutas familiares, y proponer varias líneas puntuales
sobre las emociones fundamentadas en esta publicación: La tera-
pia familiar crítica.
Probablemente uno de los temas más recurrentes y más leídos
de la literatura por cientos de años sean las emociones, sobre todo
en los géneros literarios de la novela y la poesía, sin mencionar
la música y en especial la ópera. Por ejemplo, Romeo y Julieta,
Hamlet, La fierecilla domada, El sueño de una noche de verano
de Shakespeare, nos muestran escenarios relacionales donde tie-
nen lugar una gran diversidad de sentimientos humanos como
el amor, los celos, la envidia, la rabia, la tristeza o la alegría. Este
tipo de géneros literarios, junto con el cristianismo de la edad
media, constituyó toda una forma de vida centrada en las emo-
ciones, conocida como el Romanticismo, el cual hoy perdura en
la vida cotidiana de la cultura occidental.
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Por otra parte, durante siglos los filósofos han hablado sobre las
emociones sin darle un peso importante. Por ejemplo, Aristóteles
propuso una explicación normativa de la ira, “la ira era la percep-
ción de una transgresión unida al impulso de tomar venganza;
la transgresión y la venganza suponen normas morales” (Harre y
Lumb, 1992, p.135). Más tarde, Descartes presentó a las emociones
como acontecimientos mentales o conductuales que tienen causas
y efecto (Harre y Lumb, 1992). Darwin, por su parte, señaló que
las emociones son una reacción de adaptación al medio ambiente
(Fernández, 1994). A pesar de la importancia marginal que se le
daba al tema de las emociones, estas tres explicaciones, influencia-
ron las líneas contemporáneas de investigación sobre las emociones.
Pese al poder de las historias centradas en las emociones y las
decenas de explicaciones filosóficas sobre ellas, éstas nunca fue-
ron un tema central de estudio del conocimiento científico. En
especial en el Renacimiento y más tarde la Ilustración práctica-
mente desterraron a las emociones de ser susceptible de investiga-
ción científica por considerarlas irrelevantes, de índole irracional
o incluso podrían interferir en el método científico para conocer
la realidad con objetividad (Bacon, 1985).
La Ilustración se distinguió de otros periodos de la historia
en que la ciencia se consideró como el único tipo de conoci-
miento racional que conduciría a la verdad, con ello, atender la
diversidad de problemas naturales y económicos que azotaban
a la Europa de aquella época. Tal como lo he señalado en otros
apartados, más tarde Comte (1982) confirmaba los beneficios del
conocimiento científico para la sociedad, connotándolo de orden
positivo. Con lo cual, Comte (1982) despliega todo un proyecto
social cuyo eje es el desarrollo y el progreso como fines últimos
de la racionalidad científica, lo que se conoce como Modernidad.
Bajo este paradigma las emociones no fueron objeto de estudio
y llamadas a contribuir a generar una sociedad más desarrollada.
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Escenarios emocionales
Hochschild (1975; 1979 y 1983) retoma la metáfora de los esce-
narios según Goffman (1997), donde las reglas cumplen una
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Emociones y género
La labor emocional a la que nos referimos arriba, Hochschild
(1983) aclara que entre más profundo sea el vínculo entre las
personas, habrá una mayor cantidad de trabajo emocional. Es
aquí donde la autora vincula otros elementos que juegan un
papel importante en las emociones, como el de género, puesto
que reflexiona que algunas mujeres, en su rol de madres, al
realizar múltiples actividades dentro y fuera de la casa, tien-
den a realizar más trabajo y labor emocional que los hombres
(Hochschild, 1990; 1997). En el campo de las emociones,
el género es fundamental tomarlo en cuenta para el trabajo
psicoterapéutico.
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Racionalidad y emociones
“Hay un fundamento emocional de todo sistema racional, ya
sea este lógico o ideológico. Porque la razón se constituye bajo
una aceptación a priori de las premisas (en esto está la acep-
tación del otro), y dicha aceptación se funda en la emoción”
(Maturana, 1997b, pp. 56,7,8). “De ahí que los discursos
racionales, por impecables y perfectos que sean, son comple-
tamente inefectivos para convencer a otro si el que habla y el
que escucha lo hacen desde emociones distintas” (Maturana,
1997b. p. 107). Esta explicación tiene muchos ejemplos coti-
dianos, en las relaciones familiares, entre marido y mujer o
entre padres e hijos, donde la adolescencia es un extraordinario
ejemplo de lo difícil de que padre e hijo estén hablando desde
emociones distintas. Las explicaciones lógicas y bien funda-
mentadas no son suficientes para convencer al otro, mientras
que no estén en la misma frecuencia emocional, simplemente
el discurso se convierte en vacuo y sin ningún efecto sobre el
otro. Y por lo tanto, no hay construcción social o en términos
psicoterapéuticos: cambios.
Emoción y acción
“Las emociones son dinámicas corporales que especifican sus
dominios de acción en que nos movemos. Un cambio de emo-
ción implica un cambio de dominio de acción […] llamo el
entrelazamiento de emoción y lenguaje, conversar. Los seres
humanos vivimos en distintas redes de conversaciones que
se entrecruzan en sus realizaciones en nuestra individualidad
corporal […] si queremos entender las acciones humanas no
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Clima emocional
Linares (2000b), puntualiza la diferencia entre los climas emo-
cionales que se tienen en las relaciones interpersonales concreta-
mente entre los distímicos y los depresivos mayores; en el primer
grupo, son más cálidos y demostrativos, y en el segundo, se vuelve
más frío en estas demostraciones.
Mientras que en las familias multiproblemáticas, las emocio-
nes no tienen contención, el sexo sirve de sustituto de encuen-
tro (Linares, 1996:63), y las emociones desbordadas impulsan al
caos y a la rigidez, presentándose un ambiente ambivalente, poco
claro, y con limitaciones de poder establecer mitos familiares sufi-
cientes para apoyar a la familia en su tránsito vital.
Bajo este modelo propuesto de Linares los objetivos de la
intervención es constituir escenarios terapéuticos y diseñar en el
contexto natural de la persona, narrativas que propicien la nutri-
ción emocional, y con ello, desarticular la narrativa donde estaba
deteriorada dichos elementos nutricios, es decir ampliar narrati-
vas, seguramente ya experimentadas en su propia historia, o abrir
espacios para sentir nuevas relaciones que conduzcan a la nutri-
ción emocional y con ello restaurar la salud.
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Segunda Parte
CAMBIOS MODESTOS,
GRANDES REVOLUCIONES:
Métodos para lograrlo
CAPÍTULO V
Terapeutas Expertos en Posición de no Saber:
el Diálogo Terapéutico en Torno a las
Preguntas “Estúpidas”
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SEGUNDA PARTE. CAMBIOS MODESTOS, GRANDES REVOLUCIONES: MÉTODOS PARA LOGRARLO
Contribuciones de la etnometodología a
una psicoterapia desde la familia
La etnometodología fue propuesta por el sociólogo Harold
Garfinkel (1967) en los años sesenta. Se trató de una respuesta
crítica a la sociología estructural de su tiempo, ya que rechaza
aquellos discursos sociales que calificaban la acción humana de
automatista, así como las teorías que daban por sentados con-
ceptos como estructura, clase social, cultura, sistema, familia,
identidad, etc. Asimismo, defiende la idea de que los fenómenos
sociales no tienen capacidad, por sí solos, para imponerse a las
personas, sino que son estas las que hacen posible la producción
de hechos sociales en su práctica social cotidiana. Cabe señalar
que la etnometodología no niega las estructuras, sino su factibi-
lidad separada de las prácticas humanas, o sea, las considera un
proceso y no un estado. En nuestro caso, la familia es vista como
una actividad social que solo es posible descubrir y conocer en la
acción y explicaciones que dan de ella los propios miembros que
la componen y la construyen.
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SEGUNDA PARTE. CAMBIOS MODESTOS, GRANDES REVOLUCIONES: MÉTODOS PARA LOGRARLO
Tabla 1.
INDICACIÓN
Lugar y persona
Contexto particular
IDENTIDAD
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todos los días pero que damos por sentado; por ello se distingue de
otras y es resistente al cambio. Sin embargo, creemos que, aunque
la comunidad asuma este contexto simbólico, también forma parte
del dominio de la negociación cotidiana mediante prácticas, méto-
dos y gestos en el curso de la acción.
Por otra parte, los síntomas o problemas psicológicos, común-
mente llamados enfermedades mentales, quedan ubicados tam-
bién en el espacio del discurso tácito. Los síntomas son prácticas
sociales que, por lo regular, se han asumido durante mucho
tiempo. Aquí es donde reconocemos en la etnometodología su
utilidad para la terapia familiar, ya que nos permite identificar y
conocer el discurso tácito de la familia y cómo, en este, se cons-
truyen, se mantienen y se negocian cotidianamente la identidad
de cada uno de los miembros de la familia y los síntomas.
Linares (1996) señala que, “cuanto más grave es la patología,
más implícita está en ella la identidad y más pobre resulta la corres-
pondiente narrativa” (p. 28). Siguiendo esta idea, y vinculándola
con la propuesta etnometodológica, consideramos que los sínto-
mas más graves se han incorporado tradicionalmente al discurso
tácito como algo concomitante con las costumbres del grupo.
Estamos de acuerdo con su idea de que, para que un problema se
resuelva, es necesario llevar el síntoma, y con ello la identidad, al
plano narrativo; sin embargo, creemos que la propia identidad es
una forma de narración que puede ser explorada. Si a la familia se le
pregunta por qué o para qué hace una u otra cosa, nos sorprenderá
que siempre tendrá una explicación. En todo caso, la idea de una
psicoterapia familiar sería preguntar lo banal y rutinario e inme-
diatamente escuchar, escuchar y escuchar, con el doble objetivo de,
por un lado, conocer el discurso tácito que practica la familia coti-
dianamente con relación al síntoma, y, por otro, promover reflexio-
nes y una actitud crítica que permita generar nuevas explicaciones
que conduzcan a la resolución del problema.
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encuentra detrás del uso de las teorías, porque tal espíritu deter-
mina en mucho que unas teorías sean más rígidas que otras, y
las más rígidas sobreinterpretan, bajo un modelo teórico prees-
tablecido, y dan por sentado un sinnúmero de circunstancias,
dejando poco margen a las explicaciones de la propia familia y
produciendo, implícitamente, una relación activa/pasiva entre el
experto y la familia.
Los debates sobre el método y la posición epistemológica de
los investigadores tienen una larga tradición, pero básicamente se
han polarizado entre los que defienden el método cuantitativo y
el cualitativo. Solo por mencionar un ejemplo, en la vieja Grecia,
Platón (Ferrater, 1994) narra un pasaje de Sócrates en el que este
comentaba a Teetes que practicaba el mismo arte que su madre,
la cual era comadrona: la mayéutica, que consistía en ayudar a
engendrar, pero en este caso pensamientos. Sócrates señalaba que
lo importante del método mayéutico era que él solo no podía
engendrar, conocer o producir sabiduría, ya que era necesario un
diálogo interpersonal basado en preguntar, y la posición del que
preguntaba había de ser modesta y de ignorancia; de ahí su cele-
bre frase “yo sólo sé que no sé nada”.
Los etnometodólogos retoman esta tradición y replantean
para la sociología sustituir el método hipotético-deductivo por
uno inductivo-ideográfico. El primero utiliza hipótesis dirigidas
a buscar leyes universales, mientras que el segundo se basa en
la búsqueda empírica de acontecimientos o hechos particulares
(Ferrater, 1994).
Si llevamos esto a la terapia familiar, es necesario, en principio,
reformular las ideas de que el experto es el único que sabe y de
que las familias son “idiotas culturalizados”. La terapia familiar
utilizó durante muchos años la metodología hipotético-deduc-
tiva, que consistía en la elección de hipótesis preestablecidas
suministradas por una teoría explicativa (sistémica), las cuales
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SEGUNDA PARTE. CAMBIOS MODESTOS, GRANDES REVOLUCIONES: MÉTODOS PARA LOGRARLO
Conclusiones:
En resumen, la etnometodología, como perspectiva microsocio-
lógica es fuente teórica inspiradora para generar una método de
intervención que denominamos “el diálogo terapéutico en torno
a las preguntas estúpidas”, el cual lo hemos aplicado en una gran
diversidad de casos clínicos con excelentes resultados, que se pue-
den puntualizar en las siguientes conclusiones: 1) Navegar en el
193
CAMBIOS MODESTOS, GRANDES REVOLUCIONES
194
CAPÍTULO VI
Lo global y Local de la Psicoterapia: La Externalización
del Síntoma Mediante el uso de Metáforas Culturales
Globalización y diversidad
En términos generales se define a la globalización como un pro-
ceso por el cual la población está paulatinamente convirtiéndose
en una única sociedad. Definición ambiciosa y controvertida.
Existen un gran número de teorías que explican el fenómeno de
la globalización (Informe sobre el desarrollo mundial 2003). Esto
depende desde donde se analice, desde la economía, el comercio,
la sociología, la filosofía, el derecho, la psicología, etc.
La globalización es un término que inicia a utilizarse en los
años 80´s y ha causado una gran controversia política porque
sugiere principalmente dos cosas: por una parte, la estandariza-
ción y unificación de criterios y prácticas, y por otra, que la
creación de la sociedad mundial no será el proyecto hegemónico
de una nación; sino del resultado multidireccional de la interac-
ción social en una escala social (Outhwaite y Bottomore, 1998.)
Estos dos elementos pueden ser un gran recurso para “todos” o
una gran desventaja para “algunos”.
Desventaja en el sentido de que los que tienen más tendrán
mucho más y los que tiene menos, menos. Es decir, las actuales
diferencias de desarrollo entre las naciones evoca, actualmente, un
juego desleal y desventajoso (Díaz-Salazar, 2002). Aunque por otra
parte, si llevamos el juego de la globalización al campo del desarro-
llo, la ética y el derecho, puede ser un recurso extraordinario para
potenciar un comercio para el desarrollo, donde no existe, y evitar
el abuso y el intercambio desleal. (Gómez y Sanahuja, 2001).
En el área social, la globalización como objeto de estudio nos
hace ver de inmediato una gran diversidad de formas de vida que
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SEGUNDA PARTE. CAMBIOS MODESTOS, GRANDES REVOLUCIONES: MÉTODOS PARA LOGRARLO
Posición realista/global
El concepto de sistema aparece dentro del campo de la biolo-
gía, su impacto en ésta disciplina fue revolucionario que, bajo la
mano de von Bertalanffy (1976) se convirtió en un paradigma o
modelo global, capaz de explicar otras dimensiones de la realidad,
tal como los sistemas humanos. Desde esta posición toda la rea-
lidad está compuesta de sistemas que operan universalmente en
todo el planeta, por lo que es una realidad ahistórica, por ejem-
plo, se asume como verdadero que todos los sistemas son abier-
tos y que estos tienen ciertas cualidades tales como: homeostasis,
retroalimentación negativa, procesamiento, equifinalidad, entro-
pía, etc. y últimamente autopoiésis.
Estos ingredientes universales puestos en el campo de la
Terapia Familiar, permiten hacer una lectura del por qué, cómo
y para qué aparece un síntoma en una persona en relación a una
relación repetitiva familiar. Se plantean explicaciones objetivas y
universales independientemente de la condición histórica y cul-
tural de la familiar y, también de las creencias personales del tera-
peuta. Así por ejemplo, vemos como un miembro de una familia
expresa un síntoma para darle equilibrio aparente al sistema,
197
CAMBIOS MODESTOS, GRANDES REVOLUCIONES
Posición relativista/local
El paradigma sistémico es el producto de la creatividad humana,
no representa la realidad tal cual es, sino que es un paradigma que
nos hace ver y tratar la realidad de una forma modesta y limitada
bajo el lente sistémico.
Dentro del paradigma se construye la realidad, es decir, el
modelo sistémico construye una realidad a imagen y semejanza.
Con esta lógica, se afirma que diferentes modelos son diferen-
tes realidades. Estas afirmaciones tienen como telón de fondo
una gran sustentación teórica que en este trabajo no abordamos
(Kuhn 1990. Lakatos y Musagrave, 1975).
Bajo esta posición ontológica y epistemológica, la realidad es
diversa, y si la queremos estudiar bajo el lente sistémico, es nece-
sario que el terapeuta sea cuidadoso en sus afirmaciones, nunca
pretender tener la verdad absoluta sino estar consciente de que el
modelo, en este caso sistémico, le está proporcionando un lente
para ver la realidad y una lógica para operar sobre de ella. Así que
el terapeuta deberá de tener una posición modesta, para ver en el
modelo sistémico una metáfora guía (Linares, 1998). Bajo esta
posición, el modelo sistémico encontrará explicaciones coherentes
en los contenidos culturales e históricos de las relaciones familia-
res. Es decir, lo local enriquece lo universal, una vez más. En otras
palabras las historias familiares le dan sentido al modelo sistémico.
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Figura 1
GLOBAL LOCAL
ESTRUCTURA SENTIDO
Patrones ES Explicación que
relacionales las personas dan sobre
recurrentes sus propias conductas
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SEGUNDA PARTE. CAMBIOS MODESTOS, GRANDES REVOLUCIONES: MÉTODOS PARA LOGRARLO
Figura 2
TERAPEUTA CLIENTE
Experto global Experto local
en posición de TC empírico
no saber
Posición Binocular
del Terapeuta
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CAMBIOS MODESTOS, GRANDES REVOLUCIONES
Pedro: La primera vez que sentí celos fue hace siete años, aunque
hace dos años que son incontrolables. Vivíamos en la casa de mi
mamá. María estaba embarazada de mi primera niña.
Terapeuta: ¿Los celos estaban relacionados con alguna persona
que veía su esposa?
Pedro: Si, con el esposo de mi mamá.
María: El esposo de su mamá es su tío.
Terapeuta: ¿Cómo es esto?
Pedro: Mis papás se separaron cuando yo tenía 10 años. Y mi
mamá se casó con el hermano de mi papá.
Terapeuta: Explícame esto.
Pedro: El primer novio de mi mamá fue mi tío, pero mi tío emi-
gró hacia Estados Unidos a trabajar. Mi papá se enamoró de mi
mamá y se casaron, tuvieron cuatro hijos, yo soy el mayor. Mi tío
regresó cuando yo tenía 8 años, a partir de ahí mi papá empezó
a tomar y a golpear a mi mamá, mi mamá no aguantó esto y se
divorciaron. Yo creía que esa era la razón del divorcio, e incluso
comprendía muy bien a mi mamá. Aunque mi padre me dijo que
algún día me explicaría el porqué de su alcoholismo y desamor
con mi madre.
Nos fuimos a vivir con mi abuelita, la mamá de mi mamá.
Vivimos ahí 2 años, creo que fueron los años más felices de mi
vida, a pesar de que mi mamá trabajaba, mi abuela era muy cari-
ñosa y cuidadosa con nosotros. Después de dos años, mi mamá
nos dice que nos cambiaremos de casa, yo no entendía, le pregunté
¿por qué? Que ahí vivíamos muy a gusto todos. Sin embargo, mi
mamá no me dio respuesta.
Cuando nos cambiamos, mi tío se vino a vivir con nosotros,
ahí entendí el porqué del cambio de casa. No tuve ninguna expli-
cación, lo sentí como un balde frío de agua. A partir de ahí, tuve
un acercamiento muy fuerte con mi padre, quien después me
comento esta historia, de mi tío y mi madre.
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Conclusión
No cabe duda de que el paradigma sistémico ha impactado al
mundo, su contribución ha ido más allá de las fronteras, no
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SEGUNDA PARTE. CAMBIOS MODESTOS, GRANDES REVOLUCIONES: MÉTODOS PARA LOGRARLO
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CAPÍTULO VII
Terapia Familiar e Historia:
El Recuerdo y el Olvido Terapéutico
L. S. Vygotsky
H. Carr
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SEGUNDA PARTE. CAMBIOS MODESTOS, GRANDES REVOLUCIONES: MÉTODOS PARA LOGRARLO
Tiempo e historia
El tiempo, como objeto de estudio para los historiadores, es el
pasado; pero, como fenómeno en general, es de una enorme com-
plejidad debido a su naturaleza cambiante, la cual está relacionada
con la manera en que la historia es escrita en diferentes periodos.
Tiempo e historia, por lo tanto, están hechos el uno para la otra
(Fernández-Armesto, 1999).
Desde fechas inmemoriales, el tiempo ha sido objeto de estu-
dio de la física: recordemos a Aristóteles, Newton, Einstein,
Prigogine, Stengers y Hawking. Al respecto, L. Boscolo y P.
Bertrando (1996) señalan: “Las diversas concepciones del tiempo
adoptadas por los físicos pueden encontrar una cierta analogía
con los tiempos que vivimos por cada uno de nosotros en la vida
cotidiana. El del determinismo clásico es el tiempo del sentido
común: los acontecimientos están ordenados causalmente en un
único tiempo, común a todos. El pasado determina el presente
que determina el futuro: la vida está gobernada por la necesi-
dad. El de la relatividad es el tiempo subjetivo: yo, observador,
tengo mi tiempo, verdadero para mí; y debo considerar que cada
uno tiene su tiempo, que puede ser que no coincida con el mío.
El tiempo de la mecánica cuántica es el tiempo de la indeter-
minación y de la casualidad: lo real mantiene una relación no
determinista con lo virtual. El tiempo de la termodinámica de los
sistemas disgregados, finalmente, está dirigido irreversiblemente
hacia el futuro” (pp. 37 y 38).
En principio, reconocemos una doble dimensión del tiempo: la
real y la construida. Es decir, no cabe duda de que nuestro cuerpo
envejece y de que, a la vez, dicho envejecimiento ha tenido varias
explicaciones a lo largo de la historia de la misma humanidad o por
parte de diversas culturas. Por lo tanto, dado que su propia exis-
tencia aparece cuando puede ser experimentado, el tiempo como
fenómeno forma parte de la misma naturaleza del ser humano.
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¿Qué es la historia?
La historia como ciencia, al igual que las otras disciplinas sociales,
tiene un pasado relativamente corto. A finales del siglo XVIII, la
física newtoniana había contribuido al conocimiento de la natu-
raleza de un modo espectacular. Dicho éxito fue trasladado al
campo social, desde donde se planteó la pregunta de si la ciencia
podía también coadyuvar a un mejor entendimiento de la socie-
dad. Esta inquietud llevó a varios filósofos a crear lo que hoy
conocemos como ciencias sociales, especialmente la antropolo-
gía, la sociología, la economía y la historia.
Retomando como modelo la física newtoniana, la historia
nace como ciencia en la primera mitad del siglo XIX. Unos años
más tarde, en 1859, la publicación de El origen de las especies, de
Darwin, donde se expone su teoría sobre la selección natural,
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Historia y memoria
Si queremos reconocer la relación mutua entre individuo y
sociedad, un tema fundamental de la historia es el estudio de
la memoria, porque en esta es posible ver tal conexión y resca-
tar al individuo como actor social. ¿Qué relación existe entre la
memoria y la historia? ¿Qué es la memoria? ¿De qué está hecha
la memoria? ¿Cómo recordamos y olvidamos en el marco de la
dinámica social? ¿Cómo nos afecta esto en nuestra psicología y
relaciones? ¿Qué relación existe entre memoria e identidad y entre
estas dos y un síntoma? ¿Es posible cambiar la memoria de un indi-
viduo o una familia mediante un trabajo terapéutico? ¿Qué rele-
vancia tiene todo esto para una terapia familiar de corte histórico?
Al igual que la historia, la memoria es definida y explicada
desde una gran diversidad de perspectivas, algunas de las cuales
incluso se contradicen entre sí. De manera muy general es defi-
nida como la “capacidad de la mente para almacenar y recor-
dar pensamientos y experiencias previas” (Bullock y Trombley,
1999). Esta definición aceptada generalmente muestra que la
memoria ha sido predominantemente tema de estudio por aque-
llos que la enfocan como si fuera propiedad de individuos y de
contenidos internos.
Como ejemplo de ello están los psicoanalistas, quienes han
hecho de la memoria un tema básico de estudio de la enfermedad
mental; en particular están interesados en que el paciente haga
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La memoria
“Los seres humanos fueron más allá de los límites de las funcio-
nes psicológicas que les eran propias por naturaleza, progresando
hacia una nueva organización de su conducta culturalmente ela-
borada [...]. Estas operaciones con signos son producto de las
condiciones específicas del desarrollo social” (Vygotsky, 1989, p.
68). Por ejemplo, en lo que se refiere a la memoria, “operaciones
comparativamente simples como hacer un nudo o marcar señales
en un palo para recordar alguna cosa cambian la estructura psico-
lógica del proceso de memoria. Dichas operaciones extienden la
operación de la memoria más allá de las dimensiones biológicas
del sistema nervioso humano y permiten incorporar estímulos
artificiales o autogenerados que denominamos signos. Esta facul-
tad, propia de los seres humanos, representa una forma de con-
ducta totalmente nueva [...], creando (con ello) nuevas formas de
un proceso psicológico culturalmente establecido” (pp. 69-70).
Quiere decir este estudioso con ello que la esencia de la
memoria humana es de origen social, porque los seres huma-
nos recuerdan activamente con la ayuda de signos. Podría decirse
que la característica básica de la conducta humana en general
es que las personas influyen en sus relaciones con el entorno, y a
través de dicho entorno modifican su conducta, sometiéndola a
su control. Se ha señalado repetidas veces que la esencia básica
de la civilización consiste en levantar monumentos para no olvi-
dar. “Tanto en el hecho de construir monumentos como en el
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El método
A estas conclusiones se llegó gracias a la experimentación guiada
por una metodología dialéctica basada en la teoría sociohistó-
rica. Vygotsky nos hace ver que, cuando estudiamos un com-
portamiento, por lo regular lo encontramos en un estado
aparentemente automático, mecanizado o, en sus propias pala-
bras, “fosilizado”, pues posee una dinámica repetitiva y aparece
aparentemente ligado solo a sus circunstancias presentes. Este
tipo de carácter automático es difícil de analizar, ya que es nece-
sario reconocer, en principio, que la conducta humana es un pro-
ceso y no un estado que ha perdido su apariencia original, y su
actual forma no nos dice nada sobre su naturaleza. Para conocer
su forma real, según Vygotsky, es necesario reconocer su natura-
leza sociohistórica: “Estudiar algo históricamente significa estu-
diarlo en su proceso de cambio, que requiere el método dialéctico
básico [...]. Fundamentalmente significa descubrir su natura-
leza, su esencia, pues solo en el movimiento un comportamiento
puede mostrar su naturaleza. Por lo tanto, el estudio histórico de
la conducta no es un aspecto auxiliar de la teoría, sino su princi-
pal base” (1989, p. 65).
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Memoria colectiva
Continuando con nuestras preguntas: ¿cómo recordamos y olvi-
damos en el marco de la dinámica social?, y ¿cómo nos afecta esto
en nuestra psicología y nuestras relaciones? La conexión íntima
entre historia y memoria que explicamos anteriormente, así como
el hecho de centrarnos en el acto de recordar en el marco de la
interacción social, nos conduce directamente a la publicación que
D. Middleton y D. Edwards editaron en 1990, Memoria com-
partida. La propuesta general de este libro, tal como señalan sus
editores, es “extenderse más allá de los individuos para incluir la
influencia del contexto en donde la gente recuerda –u olvida–”
(p. 1).
La mayoría de los autores que participan en esta publicación
están de acuerdo en destacar que recordar y olvidar están ligados
a las prácticas sociales, tanto materiales como psicosociales. Esta
afirmación, en nuestra opinión, tiene una gran relevancia para el
tipo de terapia familiar que propondremos más adelante.
Por ejemplo, desde una perspectiva psicosocial, M. Billig
(1990), D. Middleton y D. Edwards (1990) concuerdan en seña-
lar que la memoria de los individuos no es un acto pasivo que
proviene de nuestro almacén cerebral sobre nuestras experiencias
pasadas, sino que lo que recordamos, la forma en que lo hacemos
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Historicismo y terapia
Existen otras perspectivas a la hora de analizar la historia. Por
ejemplo, el tipo de análisis histórico parte de la idea fundamen-
tal de que los acontecimientos del pasado son hechos verdade-
ros y que forman parte de una etapa, en el desarrollo lógico de
las sociedades o los individuos, por la que todos pasaremos tarde
o temprano, así que deben aceptarse como válidos en sí mismos
perpetuamente y para todos. Esta concepción corre el peligro de
que la aceptación general de que una idea sea correcta se ancle. Si
se evita todo intento de cambiar tal idea, esta operará de forma
indefinida e influirá directamente en el presente y en el futuro de
la comunidad o familia que sostenga tal verdad histórica (como
parte de la etapa a la que debemos pasar). K. Popper (1989) deno-
minó historicismo a este punto de vista. Al respecto, E. de Bono
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Caso Lalo
Lalo es un niño de 8 años. Su madre se comunica conmigo para
pedir una cita y refiere que su hijo tiene varios problemas, algu-
nos de ellos de toda la vida. Ha sido derivada por otra familia a
quien también estamos atendiendo.
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Primera sesión:
Lalo y su papá físicamente son copias al carbón: grandes y forni-
dos; incluso Lalo aparenta mayor edad de la que tiene. Es un niño
que está constantemente moviéndose, especialmente las manos,
los brazos y las piernas; parece ansioso, y también pasa el tiempo
de manera persistente haciendo caras y sonidos.
En esta primera sesión se exploran las descripciones y explica-
ciones que hacen sobre el asunto. Después iniciamos una inter-
vención de externalización del problema (tal como proponen
White y Epston, 1993), con el fin de contextualizar las circuns-
tancias particulares en que este aparece, pero también aquellas
en que no aparece: quiénes se encuentran alrededor, qué está
haciendo Lalo en ese momento, etc. Detenidamente, junto con
la familia, se analizan tales situaciones y en la manera de pre-
guntar (preguntas circulares) se intenta establecer relaciones entre
ellas y los problemas que presenta Lalo con el objetivo de sacarlos
del interior del niño, es decir, externalizarlos, darles explicación
relacional y social.
Más tarde se le pide a Lalo que nos hable de sus personajes
favoritos. Nos informa sobre algunos caracteres que aparecen en
cartitas y se le pregunta cuáles de ellos son buenos y cuáles son
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Segunda sesión:
A la segunda sesión acuden Lalo y sus papás. Se les pregunta cómo
les ha ido y señalan que, de acuerdo a la planificación de la reso-
lución del problema, este ha mejorado un cincuenta por ciento
más o menos: en la agresividad no tuvo quejas de la maestra aun-
que sí algunos arranques fuera del colegio; no se hizo popó, pero
todavía deja mancha en los calzones, y el monstruo del pipí sigue
venciendo a Lalo.
Después de ver los avances, mi coterapeuta y yo decidimos
empezar a explorar las relaciones de pareja y las familias de origen
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Conclusión
La historia como método es el mejor antídoto, por un lado, con-
tra el realismo ingenuo que declara que el conocimiento cientí-
fico refleja la realidad social tal cual es, mediante leyes universales,
objetivas y neutrales, negando con ello su condición histórica, y,
por otro, contra el relativismo fundamentalista que señala que
la realidad es una construcción retórica mediante consensos. En
cambio, sí puede ser considerada una ciencia madre, porque hace
evidentes dos vertientes de la realidad social: la real, objetiva e
incluso dramática, y la relativa, cambiante, subjetiva y discursiva.
La familia, como realidad social, es una dimensión compleja
que nos coloca ante el reto, como terapeutas, de no caer en fun-
damentalismos teóricos que fácilmente se convierten en dogma-
tismos, tal como señala J. L. Linares (2000b): “La complejidad
hace imposible el dogmatismo; o, mejor dicho, el dogmatismo
surge de la ignorancia de la complejidad” (p. 6).
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CAPÍTULO VIII
La Persona como Actor: La “Resistencia” como
Recurso Psicoterapéutico en Adolescentes con
Trastornos de Alimentación1
Salvador Allende
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Por otra parte Selvini y otros (1999) en sus trabajos con pacien-
tes anoréxicas refieren, en término generales, alianzas encubiertas
entre los miembros de la familia, distorsiones de la comunica-
ción, alternancia de la culpabilización y falla en la resolución del
conflicto.
Sobre el rol de la familia, señala que los cónyuges mantienen
una relación de pareja insatisfecha, sin embargo, son familias rígi-
damente inseparables, donde se mina la autonomía y la explora-
ción de nuevos vínculos. Estas parejas presentan una dificultad
para vivir de manera explícita las crisis conyugales. Los padres
tienen más carencias que las madres respecto a la familia de ori-
gen, (familias numerosas, pobreza, crianza confiada a parientes,
o estancias prolongadas en internados a edad precoz y de padres
varones alejados).
Los padres de las pacientes anoréxicas mantienen una ideali-
zación de los padres de origen, presentándolos sin la insuficiencia
afectiva, son de sufrimiento negado y se idealizan ellos mismos,
en el sentido que se formaron eficientes e independientes a edad
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Lo político en la psicoterapia
Tal como lo hemos señalado antes, la pobreza (en todos los senti-
dos, económica, social, cultual e institucional) en Latinoamérica
provoca que las personas se vuelvan más dependientes de las cir-
cunstancias macrosociales. Ante una política precaria de bienestar
social, una persona que enfrenta una adversidad, como enferme-
dad, falta de trabajo, vivienda, alimentación, en otros, la red social
inmediata se convierte en el principal recurso para afrontarla y
resolverla. Por ello, el trabajo político en psicoterapia es funda-
mental, no para ser más pesimistas, criticones o incluso pretender
generar un cambio macrosocial utópico, sino para que la per-
sona tome una posición más activa ante los contextos inmediatos
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Estrategia de intervención:
Desenredando las relaciones familiares
El trabajo sistémico familiar es fundamental en estos casos. Se
trabaja con toda la familia, aunque sugerimos hacer dos espacios.
Uno con los padres para explorar la complejidad relacional en la
que están metidos. Ya sea que exista un problema generacional
o conyugal que interfiere con la parentalidad y el desarrollo psi-
cológico de la joven, con el fin de establecer una alianza parental
enfocada a apoyar el crecimiento psicológico de su hija y con ello
resolver el problema. Y otro espacio para la joven, donde exprese
libremente sus pensamientos y emociones y podamos explorar
junto con ella sus recursos y estrategias más eficaces de resistencia,
lo que denominamos la alianza terapéutica.
Estrategia de intervención:
La alianza terapéutica con el adolescente
En el proceso de intervención en la primera y segunda sesiones se
explora el problema, todos los miembros de la familia opinan al
respecto, y el trabajo con la pareja u otros miembros de la familia
nos permite conocer el tipo de relación familiar recurrente que
está relacionada con el síntoma. Cuando se obtiene esta informa-
ción se abre un espacio solo con la adolescente, el cual está guiado
por la siguiente intervención:
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Segunda sesión
Asisten a la sesión los padres, Sara y su hermano José (mayor que
vive en la ciudad).
Los padres dicen que Sara había mejorado un poco, lo notan
porque ha comido mejor y en que ha estado más tranquila. Sin
embargo, los padres señalan que viven con estrés. Su hermano no
sabe por qué acuden, él no sabe lo que está sucediendo con Sara.
No se le incluye más en la sesión. Existe un distanciamiento claro
entre Sara y sus hermanos.
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Tercera sesión
Se trabajó en la historia alternativa con dibujos y las siguientes
preguntas: ¿Cómo lograste dominar a ¡Buu!? ¿Qué cosas sucedie-
ron para que ¡Buu! no la atacara?, ¿cómo te sentiste? Sara iden-
tifica que se siente mejor cuando platica con su mamá y dice
dominar a ¡Buu! cuando se ocupa de algo. Aunque, en esta sesión
hace referencia a que se ha sentido un poco nerviosa y con pesa-
dillas. Al principio que se le preguntó la causa de dicho miedo,
ella no sabe, sin embargo mediante una contextualización y análi-
sis específico cuando aparece dicho sentimiento, señala que tiene
miedo de dañar algún material de la escuela, un trabajo que debe
realizar, se tendrá que reponer y cuesta dinero. Un valor de poder
y control del padre. También se le pidió fijarse metas a corto
plazo, sola, e identificar una historia en que ella haya dominado a
¡Buu! sin que su mamá estuviera presente.
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Resultados y conclusiones:
La resistencia activa como recurso terapéutico
En ambos casos, se observa una dinámica familiar en diferen-
tes niveles que se interconectan entre ellos, problemas conyuga-
les que pasan al plano parental que interfieren en el desarrollo de
sus hijos, en especial cuando existe un adolescente. Dichos enre-
dos atrapan a sus hijos y se complica el proceso de diferenciación
y autonomía, lo cual genera una resistencia de los jóvenes ante
sus padres, que no es explicitada abiertamente, sino a través del
cuerpo, en este caso anorexia y bulimia, mediante el síntoma se
rebelan (resistencia pasiva).
Se observa también cambios en el ciclo familiar, las jóvenes no
son mas unas niñas, buscan crecer y no se les permite por medio
de la dependencia o del control impositivo parental. Los padres,
son padres de adolescentes que requieren seguridad y fomentar
autonomía en sus hijos. Los adolescentes, buscan una diferencia-
ción ante los padres en pro de su propia identidad.
Nuestro trabajo consistió, más que en intervención sobre tras-
tornos de alimentación, nos enfocamos en los enredos familia-
res (en el más puro sentido sistémico), sobre todo en aquellas
interacciones que interfieren en el proceso en que las niñas se
conviertan en jóvenes adultos. Sobre todo en hacer una clara
diferenciación entre la conyugalidad y parentalidad. Evitando
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Tercera Parte
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TERCERA PARTE. LAS FORMAS CULTURALES Y EL FUTURO DE LA TERAPIA FAMILIAR
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CAPÍTULO X
El Futuro de la Terapia Familiar:
Psicología Social Clínica
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1. Las psicoterapias
Desde que apareció la primera psicoterapia sistematizada y con
método, a finales del siglo XIX y hasta la fecha, se han generado
una diversidad de perspectivas psicoterapéuticas que hoy en día
suman docenas. Aunque todas partan del análisis del individuo
como centro de atención e intervención para el cambio, dichas
psicoterapias están fundamentadas en modelos o teorías que
explican de manera distinta el comportamiento humano, como
psicodinámico, humanístico, existencial, cognitivo, conductual,
y constructivista. (Feixias y Miró 1993. Mahoney, 2000). Sin
embargo, se debe considerar a la psiquiatría, que tiene más de
doscientos años de tradición, y que sigue imponiendo su modelo
teórico en los sistemas de salud en el mundo. Este abanico de teo-
rías ha generado un rico debate en torno a la naturaleza y origen
de las “enfermedades mentales” y su consecuente propuesta de
intervención clínica. De los cuales destaca la postura orgánica y
la no-orgánica. Los deterministas lineales, los que centran la aten-
ción en la historia infantil, en el presente, en las emociones, en lo
cognitivo, en las creencias o valores.
En la actualidad han aparecido perspectivas híbridas que esta-
blecen vínculos entre sí, para hacer frente a la compleja realidad
de los síntomas (Snyder y Ingram, 2000), este nuevo escenario
inter-modelos, imposible de imaginar pocos años atrás, fue posi-
ble, por una parte, porque las nuevas teorías de la ciencia desmi-
tificó el sentido representacionista de las teorías científicas, por
lo tanto tal como lo señalamos en otro capítulo, ninguna psico-
terapia puede sustentarse en la verdad absoluta y universalizar
sus resultados, cada una muestra, desde su paradigma, una refe-
rencia modesta a cierta realidad de forma limitada, nunca a la
totalidad de ella. Y por otra parte, a pesar de la gran diversidad
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2. Sociología Clínica
En las últimas décadas aparece la sociología de las emocio-
nes (Ekman, y Davidson, 1994. Thoits, 2004. Turner, y Stets,
2005). Decenas de investigaciones que orientan el estudio de las
emociones a las relaciones, organizaciones, instituciones, gru-
pos, comunidades, microculturas, etcétera, dieron como resul-
tado un campo de intervención que denominan sociología clínica
(Bruhn, y Rebach, 1996. Fritz, 1985), apareció en Francia y
Estados Unidos. La sociología clínica analiza las emociones en
tres planos: el psíquico, social y político, con el fin de intervenir
en el comportamiento emocional cotidiano en diferentes esfe-
ras de la estructura social, como en organizaciones, instituciones,
grupos y comunidades. La finalidad de esta nueva área de inter-
vención es conocer el vínculo entre lo subjetivo y lo objetivo, lo
psíquico con lo social, lo concreto con lo abstracto y el poder con
el deseo. Se enfoca en estudiar las acciones sociales concretas vin-
culadas a la subjetividad de los actores. En resumen, la sociología
clínica nos enseña otros derroteros de intervenir ante la comple-
jidad emocional que se encuentra detrás de la conducta humana.
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G R A N D E S
REVOLUCIONES
Terapia Familiar Crítica
REVOLUCIONES
G R A N D E S
CAMBIOS MODESTOS,
psicoterapéutico. Denominando a este estilo: Terapia Familiar Crítica.
Cambios Modestos, Grandes Revoluciones está dirigida a psicoterapeutas, psi-
cólogos, sociólogos, terapeutas familiares y profesionales que intervie-
nen en escenarios sociales y de salud.
Terapia Familiar Crítica
María Lorena Barba,
Directora Académica del Instituto Tzapopan, México.