CAMINANDO AL PASO DE LOS
NIÑOS
“LA SEGUNDA MILLA”
(Cuando ya no son mis alumnos)
Cada niño que Dios ha puesto en las
manos de un maestro es importante.
Trabajar con los alumnos que no
representan dificultad, con aquellos
que están bien dispuestos a aprender
de su maestro, es muy agradable
aunque represente un esfuerzo; pero
trabajar con los que no quieren o no
pueden ser sus discípulos requiere de
un esfuerzo mayor, de una labor
adicional de ir con ellos no solamente
una milla, sino tal vez dos millas más.
Un excelente maestro
de escuela dominical
pone todo su interés
en atender muy bien
a cada uno de sus
discípulos, sin dejar
en el menosprecio a
ninguno; tal vez ese
pequeño llegue a ser
un gran líder, un gran ministro o hasta
su propio pastor.
Para que un buen educador cristiano
determine cual debe ser la actitud
correcta cuando sus niños ya no son
sus alumnos, tiene que identificar por
cuál causa aquella buena relación
profesor-alumno se ha perdido.
En realidad son múltiples las posibles
razones por las que se puede perder
la relación entre el profesor y el
alumno, pero en cada caso se tratará
de una en especial.
He aquí una lista de algunas de estas
circunstancias:
1. Porque aunque asiste a clase,
ha perdido el buen deseo de
aprender de su maestro.
2. Porque no ha vuelto a clase, o
a la Iglesia.
3. Porque ahora está trabajando
con otro maestro.
4. Porque ha crecido y ahora le
corresponde otra clase.
5. Porque ya ha terminado su
tiempo como alumno de la
Escuela Dominical.
1. Ha perdido el buen deseo de
aprender de su maestro:
(Hable primero con Dios, después
con el niño y luego si con los
demás.)
 Usted se equivocó y ahora él no le
tiene confianza.
Pídale perdón, prepare mejor sus
clases y dele tiempo para que
vuelva a confiar en usted.
 Se ha presentado un problema
de orden afectivo que lo
desmotiva. (Está bravo, triste,
enfadado, etc.)
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Si usted reconoce que él tiene la
razón, obre con toda humildad y
busque la reconciliación. Pero sí
usted está seguro de que él está
equivocado, busque la mediación
de algunos testigos. No le de
campo al triunfalismo y facilite la
reconciliación entre ustedes.
 Usted ve que el nivel del niño
no corresponde con el de su
clase.
Sí la mayoría del grupo presenta
el mismo problema, cambie su
diseño pedagógico y trabaje al
nivel de ellos; Si no lo logra
recuerde que
usted es un buen
maestro hable
claramente con
su pastor para
que, si es
posible, lo ubiquen en otra clase.
Sí el problema lo tiene solamente
una minoría estudie cada caso en
particular y trate de “Enganchar” a
cada uno al ritmo de la mayoría.
Sí finalmente con algunos de ellos
la situación es insalvable, trate
cada caso en particular, y luego
ayúdelos a buscar la
ubicación correcta en
otra clase, sin permitir
que otros lo señalen o
que él llegue a creer
que es un ‘bruto’ o un
súper ‘genio’.
No olvide que: “el conocimiento
envanece, pero el amor edifica.”
(1Co.8.1) Otros niños tratarán de
hacer burla de él, pero a usted lo
tiene el Señor ahí para defenderlo,
no para iniciar las bromas.
2. No ha vuelto a la clase, o a la
iglesia.
(Deje los 99 en el aprisco, en un lugar
seguro y vaya a buscarlo.)
 Proceda con la
mayor prontitud
posible, los minutos
son valiosos.
¡Búsquelo!, ¡averigüe
por él!, ¡encuéntrelo!
 Sí por el conflicto que se
presenta, el caso del niño se
puede ubicar en el punto anterior
(en el número uno), proceda
conforme se ha recomendado
para ese caso.
 Sí no ha vuelto por
enfermedad, minístrelo,
¡ore por él!, y procure
que no se atrase del
resto de sus
compañeros.
 Sí el mundo lo está atrayendo
y por ello no ha vuelto a la iglesia,
¡Por favor no lo vaya a dejar
solo! Háblele, aconséjelo,
organícele una visita con los
compañeros de su clase, dele una
serenata, lo que sea necesario,
pero... ¡Predíquele la Palabra!
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 Sí encuentra que ya nunca
más irá a ninguna
parte, no tiene sentido
seguir orando por él.
Revise en qué pudo
haberle fallado y usted interfiera en el
corríjalo en el trabajo
con los que todavía
están vivos.
3. Ahora está trabajando con otro
maestro.
 Sí están en clase con su
compañero y parece estar más a
gusto que con esa clase, no se
moleste, alégrese y procure
aprender de ese compañero para
que sus clases también sean
productivas.
 Si por algún cambio de comité, o
por cualquiera otra
causa usted ya no
es profesor de esa
clase, respete al
maestro actual del
su niño, no permita
el su desprestigio
ni comparaciones
que dañen el aprecio por ese
nuevo maestro. Ayude a su
exalumno a comprender como es
eso de caminar la 2ª milla con su
nuevo maestro. ¡Dios usa cambios
para bendecirnos!
4. Ha crecido y ahora pertenece a
otra clase.
“El Crecimiento lo ha dado Dios”.
Con el crecimiento el señor Jesús nos
bendice.
 Pídale al Señor Jesús pericia para
mantener esa
amistad, con
su exalumno,
pero sin que
proceso educativo en
el que Dios mismo lo
tiene con algún otro
maestro.
 Es la época de oírlo, hablar para
auto-evaluarse y para corregir, en
la enseñanza con sus nuevo
alumnos, los errores que cometió
con él.
6. Ha terminado su tiempo en la
Escuela Dominical.
 Refuerce la amistad con su
exalumno, recuerde que un buen
maestro será siempre:
¡ Mi maestro !
 Ahora que su exalumno casi sale
de la adolescencia y comienza a
ser un verdadero adulto joven,
como necesita un
buen amigo, un
adulto ejemplar, que
le pueda continuar
dando enseñanzas
“sin clase”; usted
ahora si puede, sin
rivalizar con los otros maestro de
Escuela Dominical, aclarar todas
las cosas que le quedaron
incompletas, mal informadas
o mal entendidas, bien sea
en charlas ocasionales o
3
 en programas organizados por la carga por él, no sólo una o dos millas,
Iglesia. sino mucho más allá.

 Recuerde que uno es el que En esas circunstancias difíciles de la

siembra y otro es el que riega: vida del niño, o del joven; cuando
“Yo planté, Apolos regó; pero el nadie da nada por ese muchacho, o
crecimiento lo ha dado Dios” cuando nadie puede creer que esa
(1Corintios 3.6). muchacha sirva para algo, será
Si usted apenas tuvo la buena cuando el buen maestro de Escuela
oportunidad de sembrar la palabra Dominical continúe su labor,
de Dios en su exalumno, porque defendiendo su ovejita de las zarpas
ahora él se encuentra en otra del oso o de las garras del león.
localidad, todavía puede hacer
algo: orar por él para que el Ese buen maestro seguirá orando por
Señor Jesús le acerque otro su exalumno, lo seguirá defendiendo
Apolos que riegue ese terreno que (no justificando) y en cada
fue sembrado por usted. oportunidad procurará dar una “clase
más” del amor de Dios, de la
 Si aún está cerca y usted ve
que ese que fue su
pequeño alumno de la
Escuela Dominical
ahora ha sido
transformado en un misericordia del Señor Jesús, de la
valioso instrumento de fragilidad del ser humano y del poder
Dios, gócese con él, pero no divino.
vaya caer en la trampa de
creer que ha sido un logro
suyo; repítase una y
otra y otra y otra vez: “el
crecimiento lo ha dado Dios” y
exclame jubiloso:
“No a nosotros, oh Jehová, no a
nosotros, sino a tu nombre da
gloria, por tu misericordia y por tu
verdad” (Sal.115.1)

Finalmente, cuando más se hará

evidente que el buen maestro de
Escuela Dominical está caminando al
lado de su exalumno llevando la

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