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TEMA RELEVANTE
Las partes pueden recurrir a los distintos tipos de arbitraje para solucionar sus
conflictos, pero –a criterio del autor– ocurre que el arbitraje ad hoc no necesariamente
garantiza el correcto desarrollo de las actuaciones al carecer de un respaldo
corporativo que sí ofrece el institucional. En tal sentido, si bien el arbitraje ad hoc se
muestra como un mecanismo menos oneroso, para su debido control y estadística,
como ocurre en el arbitraje institucional, sugiere crearse un archivo en el cual se
registren datos esenciales de los actuados, de modo que se evidencien situaciones en
que se utilice este tipo de arbitraje de manera irregular.
MARCO NORMATIVO
Nadie puede poner en duda la importancia que tiene en la actualidad el arbitraje como
un mecanismo alternativo a la jurisdicción ordinaria para la solución de controversias
de contenido patrimonial sobre materias de libre disposición, así como de aquellas que
la ley o los tratados o acuerdos internacionales autoricen.
Sin embargo, existen asuntos que aún generan preocupación, algunos de los cuales
ya se han tratado en diversos ensayos elaborados por árbitros colegas, tales como los
mecanismos de selección de los árbitros y de los Presidentes de los Tribunales (a
través de sistemas de presión o poco transparentes con relación a las personas
naturales quienes deben resolver las controversias, ya sea con base en derecho o por
equidad). Otros, por ejemplo, son: la designación de árbitros como abogados de parte,
su designación supletoria por parte de las Cámaras de Comercio, la infracción a la
confidencialidad durante el desarrollo del proceso arbitral y después del laudo, y el
control constitucional del arbitraje, entre otros ensayos.
En esta ocasión, motivado por algunos laudos expedidos en arbitrajes ad hoc, a los
cuales hemos tenido acceso, (ya que al haberse protocolizado notarialmente se han
convertido en instrumentos públicos, tanto en lo formal como en lo procesal) que nos
generan múltiples dudas e inseguridades pues hacen referencia a actuaciones
arbitrales cuya efectiva realización puede ser cuestionada; razón por la cual, nos
parece pertinente y oportuno retomar un tema que si bien ya ha sido objeto de algunos
trabajos efectuados, no está demás hacer nuevamente una comparación actualizada
entre el arbitraje institucional y el arbitraje ad hoc, para los efectos de destacar las
ventajas y desventajas de cada uno de ellos, y finalmente tomar una posición al
respecto, la que desde ya se percibe por la elección del título del presente trabajo.
El arbitraje se presenta a su vez, como una vía alternativa al Poder Judicial, ya que al
ser una jurisdicción independiente, los árbitros poseen notio (facultad de conocer el
conflicto planteado), vocatio (facultad de ordenar la comparecencia de las partes), y de
iuditio (facultad de resolver el conflicto), poniendo solución a la controversia mediante
la emisión del laudo arbitral.
Asimismo, los árbitros poseen las facultades de coertio y executio de forma mediata al
igual que los magistrados del Poder Judicial, salvo excepción que se evidencia en los
casos que las partes hayan otorgado al árbitro o tribunal facultades de ejecución
cuando las circunstancias y características del proceso lo permitan, y en caso contrario
deberán recurrir a los jueces de primera instancia para la ejecución de la decisión
materia del laudo.
Precisamente, las dos características que diferencian a los árbitros de los magistrados
y jueces son las siguientes:
1. Fungibilidad: Implica que las funciones de los árbitros terminan con la emisión
del laudo.
Del estudio de ambas jurisdicciones, concluimos que existen algunas ventajas que
tiene el arbitraje sobre el proceso judicial, de las cuales mencionaremos algunas:
3. La composición del Tribunal depende de las partes, es decir, cada una de las
partes tienen la facultad de elegir por lo menos a uno de los árbitros, y entre los dos
elegidos nombran al Presidente del Tribunal. Asimismo, puede ser que el arbitraje esté
dirigido por un árbitro único, el cual es elegido por el acuerdo de ambas partes.
4. En definitiva, es menor el costo del proceso arbitral por ser más rápido y corto
en el tiempo, aun cuando en principio los costos puedan depender de la cuantía de la
controversia sometida a discusión.
5. La confidencialidad y reserva absoluta del arbitraje, frente a la publicidad de las
actuaciones en un proceso judicial.
6. Las partes pueden optar por una determinada clase de arbitraje, ya sea de
derecho o de equidad, ad hoc o institucional, salvo los casos de excepción de un
arbitraje de derecho obligatorio, como es el caso de la solución de controversias, bajo
el régimen de contratación con el Estado, en el cual, por ley, no hay opción distinta
posible a la señalada.
Por su parte, los procesos judiciales también tienen aspectos muy positivos a resaltar,
de los cuales mencionaremos los siguientes:
6. Mayor predictibilidad, pues ante los mismos supuestos, se pueden conocer las
tendencias y los precedentes vinculantes.
V. TIPOS DE ARBITRAJE
- Si el lugar del arbitraje, determinado por las partes en el convenio arbitral o con
arreglo a este, está situado fuera del Estado en el que las partes domicilian.
Aquí encontramos dos caminos, que con características distintas persiguen el mismo
fin, que es la solución de una controversia. ¿Arbitraje ad hoc o arbitraje institucional?
¿Cuál camino tomar?
Para llegar a establecer una respuesta, primero debemos conocer más en detalle qué
implica cada uno de estos tipos de arbitraje, así como los efectos y resultados que su
uso adecuado nos puede traer. Ello es fundamental porque el arbitraje ad hoc en
nuestra opinión no ofrece la seguridad e idoneidad que ofrece el arbitraje institucional;
sin embargo, resulta atractivo por otros motivos. En consecuencia, incursionaremos en
un análisis paralelo y veraz a efectos de proveer al lector con la información necesaria
para tomar la elección correcta de acuerdo a sus necesidades.
Estaremos dentro de un arbitraje ad hoc, cuando las partes pactan libremente las
normas, el desarrollo y la continuidad del proceso. En estos arbitrajes, los árbitros
trabajan por su cuenta, en forma independiente y para eso contratan un secretario
arbitral que también presta servicios en forma ad hoc. Por esto es también conocido
como “arbitraje libre” o “arbitraje flexible”.
Sus reglas son definidas por las partes y/o por los propios árbitros y se les aplica
supletoriamente la L. de A. En consecuencia, tiene diferencias importantes con el
arbitraje institucional, y en algunos casos, puede ser más ventajoso para las partes,
pero en la mayoría, consideramos que puede ser más inseguro. Ello se debe a que en
esta clase de arbitraje solamente se presentan las partes con los árbitros,
prescindiendo del apoyo de terceros para su organización y administración, sin
involucrarse por lo tanto, a ninguna institución arbitral como facilitadora de las partes y
árbitros para la resolución de la controversia.
Como bien señala Paolo del Águila3, en una u otra forma, siempre van a tener las
partes, con la colaboración de los árbitros, las prerrogativas a efectos de llenar de
contenido el proceso arbitral, sea que opten por elaborar reglas ad hoc, es decir,
especificar para cada caso concreto, o que basándose en el reglamento de una
institución arbitral, elaboren una mixtura de normas destinadas a pautear el desarrollo
del proceso arbitral, eliminando cualquier rezago de participación de la institución titular
de dicho reglamento.
Dado que el arbitraje ad hoc comienza de cero, es decir, las partes que acuerdan
dirimir sus actuales o futuras controversias a través del arbitraje, deben también definir
las reglas procesales para llevarlo a cabo de una manera efectiva, para lo cual el
convenio arbitral debe ser lo suficientemente amplio para regular distintas situaciones
que se van a generar o podrían generarse al inicio del arbitraje, durante su tramitación
e incluso luego de emitido el laudo. Esto exige de las partes dos cosas fundamentales:
a) Una muy buena disposición para negociar; y b) Bastante conocimiento y experiencia
de la que se está negociando.
Se entiende por cláusulas patológicas aquellas que han sido mal redactadas y que
debido a ello su contenido resulta ambiguo, contradictorio o simplemente poco claro,
presentando serios problemas en la oportunidad en que, surgido el conflicto, una de
las partes pretende iniciar el proceso arbitral, situación que generará mayores costos
de transacción y favorecerá en algunos casos, actuaciones de mala fe.
Por su parte, Carlos Ruska Maguiña5 señala que en nuestro país, tratándose del
arbitraje nacional o doméstico tenemos una marcada preferencia por el arbitraje ad
hoc. Si bien no existen estadísticas confiables que nos permitan determinar con
exactitud el número de arbitrajes ad hoc que se han llevado adelante en las últimos
años, según dicho autor, por conversaciones sostenidas durante los últimos seis
meses con los árbitros más destacados de nuestro medio, le permiten concluir, que los
arbitrajes ad hoc representan hoy en día no menos del sesenta y cinco por ciento del
total de arbitrajes del mercado peruano.
Entre las principales ventajas que presenta el arbitraje ad hoc, tenemos las siguientes:
3. Puede resultar menos costoso que el arbitraje institucional, pues no existe una
institución a la que se le tenga que pagar por los servicios de organización y
administración del arbitraje. Sin embargo, debe observarse que a veces sucede que en
este tipo de arbitraje, los árbitros fijan honorarios a su antojo, pues no hay tarifas
predeterminadas, pudiendo generarse situaciones de indefensión.
1. Institución arbitral
La institución arbitral es una persona jurídica, privada o pública, que asume la función
(con carácter permanente), de gestionar y administrar procesos arbitrales. El ejercicio
de sus funciones es regulado por un reglamento arbitral interno al que las partes
aceptan someterse en orden a dar solución a una controversia determinada. A su vez,
podrían participar únicamente como entidad nominadora de árbitros y limitarse a ello.
El arbitraje institucional surge debido a las necesidades del comercio, como un negocio
de servicios, ya que al comerciante lo que le interesa es hacer contratos y negocios, en
consecuencia y dado que es inevitable que haya conflictos, surge el servicio del
arbitraje institucional, el cual se encontraba originalmente vinculado a los demás
gremios empresariales.
Se dice que el origen del arbitraje institucional está vinculado al comercio de granos
entre Argentina y Estados Unidos, a principios del siglo XX, de donde aparece la
necesidad de someter las controversias de esos negocios al arbitraje internacional en
un terreno neutral, y la Cámara de Comercio Internacional responde a esa necesidad,
convirtiéndose en el paradigma en materia de arbitraje institucional.
Es usual que tales reglamentos contengan reglas sobre la organización del centro (una
secretaría general, una Corte o Consejo Superior, un cuerpo de secretarios, un órgano
a cargo de decisiones respecto de recusaciones de árbitros y otros temas previstos en
el reglamento, como la arbitrabilidad de la controversia en el ámbito de la institución).
Además, las instituciones arbitrales suelen incorporar Códigos de Ética para árbitros,
listas de árbitros, reglas sobre tarifas y honorarios y evidentemente, reglas procesales
o adjetivas que sirven para organizar y administrar el arbitraje, de acuerdo a los
estándares comúnmente aceptados.
Los centros de arbitraje suelen usar como guía la Ley de Modelo de Uncitral y otras
fuentes, así como los usos y costumbres sobre la materia. Incluso ya se habla de una
lex mercatoria procesal. Eso permite que los centros hagan actualización permanente
de sus servicios, aprovechando el estado actual de la técnica y las innovaciones a
partir de la casuística que manejan. De allí viene todo el tema por ejemplo del
tratamiento de terceros, entre otras disciplinas del arbitraje contemporáneo.
Esto supone una serie de ventajas tales como la posibilidad de conocer las tarifas
aplicables en función de la cuantía de la controversia. Esa predictibilidad abarca
también los demás temas, como las reglas aplicables, que el usuario conocerá con
anticipación, entre otras ventajas, como el hecho de que los centros finalmente
cuentan con infraestructura para poder organizar y administrar el arbitraje, compitiendo
así entre centros, como es el caso de los servicios de la CCI, que compiten con los
servicios de arbitraje internacional de la American Arbitration Association (AAA), por
ejemplo.
A eso se suma la lista de árbitros, que sirve para que los centros hagan designaciones
en defecto de las partes. Generalmente los centros son muy exigentes en la
conformación de sus listas. Hay un factor de calidad que los centros cuidan, pues la
pérdida de calidad incide directamente en la posibilidad de mantenerse competitivos en
el mercado de servicios, que ha crecido mucho en los últimos años en el ámbito
internacional.
3. Características de las instituciones arbitrales especializadas
5. Sede: La institución arbitral facilita el ambiente físico que sirve como sede del
Tribunal Arbitral.
Cabe resaltar que la aceptación se refiere solo a la gestión administrativa del arbitraje,
no supone el inicio del proceso arbitral, pues este último es determinado por los
árbitros, con la presentación de la petición de arbitraje.
Asimismo, la institución arbitral puede exigir a las partes el pago anticipado de los
gastos y costos del arbitraje. El costo de este servicio es establecido por cada
institución arbitral. Sin embargo, su cuantificación final es fijada por el órgano arbitral a
través del laudo, dentro del concepto de gastos del arbitraje (art. 70 de la L. de A.).
Esta responsabilidad no solo se limita al desarrollo del proceso arbitral cumpliendo los
plazos y actuaciones establecidos en el reglamento de la institución, sino también
incluye los servicios administrativos, tales como, servicios de asesoría especializada,
disponer de instalaciones adecuadas para el desarrollo del arbitraje, etc.
La institución arbitral tiene la obligación de realizar sus funciones dentro de los plazos
establecidos por la Ley de Arbitraje y/o su propio reglamento.
Podríamos hablar de diferentes casos que son realmente preocupantes, pero solo a
manera de ejemplo y respetando a la confidencialidad del arbitraje, voy a citar
solamente un caso, obviamente con nombres cambiados, pero con fechas precisas:
Una empresa transfirió por escritura pública en el año 2009 los derechos de uso sobre
un terreno, así como la propiedad de la infraestructura construida en el mismo,
estableciéndose que la contraprestación debería pagarse con la entrega de un
inmueble. Como no se cumplió con la entrega de la posesión, el adquiriente le requirió
el cumplimiento de sus obligaciones propiciando la celebración de una transacción
judicial en la que se incorporó de común acuerdo una cláusula de solución de
controversias para que en el supuesto de que alguna de las partes no cumpliera con
los compromisos asumidos en la transacción, dicha controversia se resolvía a través
de un arbitraje ad hoc y de derecho y conviniendo que sea un árbitro único quien
resuelva la controversia, designándose en la misma transacción con nombre propio, el
abogado que sería el árbitro.
Por comunicación del adquiriente, cursada en el mes de diciembre de 2010, a raíz del
incumplimiento de una de las partes, se solicitó el inicio del proceso arbitral, la cual fue
aceptada a los dos días, por el árbitro único quien aceptó el cargo por escrito,
instalándose el arbitraje en enero de 2011, mes en el cual no solamente se presentó la
demanda, sino se contestó esta. La audiencia de saneamiento fue a inicios del mes de
febrero y en la misma semana el árbitro resolvió dictar el juzgamiento anticipado
atendiendo a que todos los medios probatorios ofrecidos y admitidos, eran de
naturaleza documental, concediendo a las partes cinco días hábiles para presentar sus
alegatos, los cuales fueron admitidos en la tercera semana de febrero cerrándose la
etapa probatoria y fijándose en 30 días de plazo para laudar. En la primera semana de
marzo de 2011, el árbitro único expidió el laudo, declarando fundada la demanda
reconociéndole el derecho de uso y disfrute del inmueble, así como el derecho de
propiedad sobre la infraestructura y se ordenó la entrega inmediata de la posesión y de
la propiedad en su caso, ordenando la inscripción del laudo en el registro público, lo
cual se hizo en el mismo mes de marzo una vez que se logró protocolizar
notarialmente el laudo.
SUGERENCIAS Y RECOMENDACIONES
Si bien el inciso 2 del artículo 61 de la L. de A. señala que a costo del solicitante, las
actuaciones pueden ser remitidas en custodia a la Cámara de Comercio o instituciones
arbitrales que ofrezcan servicio de conservación y archivo de actuaciones arbitrales,
nos permitimos sugerir que, en pro de la seguridad de los arbitraje ad hoc, deberían
estudiarse diversos mecanismos que lo garanticen a través de los cuales se señale
alguna dependencia u oficina por ejemplo del Ministerio de Justicia, en el cual
obligatoriamente se tengan que registrar todos los arbitrajes ad hoc, los nombres de
los árbitros, la fecha de iniciación del proceso, los puntos controvertidos, las audiencias
arbitrales y la fecha del laudo, indicándose además, claro está el nombre del secretario
arbitral. Comprendemos que esto es difícil de implementar y tiende a ir en contra de la
libertad del arbitraje ad hoc, pero contribuirá a su seguridad.
Tenemos entendido que en el caso de los arbitrajes ad hoc que versan sobre materias
de contrataciones del Estado, además de llevarse la audiencia de instalación en el
local de la OSCE para fines estadísticos, existe la obligatoridad de que los laudos, así
como las resoluciones que resuelve las solicitudes del laudo, deban ser depositados
ante el OSCE, para su posterior publicación, pero ello debido a que resuelven
controversias con Entidades del Estado que son de interés público.