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LA LEGITIMACIÓN EN MATERIA AMBIENTAL

Por: Juan Ignacio LEDESMA1

SUMARIO:
I.- Introducción. II.- Los sujetos legitimados. Clasificación de las acciones. III.-Conclusión.

I.- Introducción:
La posibilidad que tienen los particulares de poder recurrir a la Justicia en defensa de un
derecho y de obtener de ésta una respuesta satisfactoria está condicionada a la existencia de
legitimación procesal. Ella representa la llave para abrir el proceso2, pero también para
cerrarlo. En el presente opúsculo, me referiré breve y concretamente a la legitimación judicial
en materia ambiental y a las diferentes acciones de tutela del ambiente que prevén tanto la
Constitución Nacional como la Ley General del Ambiente Nº 25.675.

II.- Los sujetos legitimados. Clasificación de las acciones.


Como es sabido, la legitimación judicial ambiental se halla prevista en el Art. 43 constitucional
y en el Art. 30 de la LGA, a través del cual, como veremos, se amplía el espectro de legitimados
activos.
Conforme la normativa constitucional, se encuentran legitimados para iniciar proceso
colectivo, mediante amparo: el afectado; el defensor del pueblo y, las asociaciones que
propendan a la protección del ambiente, debidamente registradas.
Por su parte, la LGA, amén de reconocer legitimación a los sujetos precitados, la extiende al
Estado nacional, provincial o municipal; a la persona directamente damnificada por el hecho
dañoso y, a toda persona. En este marco, efectúa una clasificación tripartita de las acciones que
pueden iniciarse: Así, encontramos: 1) la acción de recomposición por daño ambiental colectivo; 2) la
acción de indemnización por daño individual y; 3) la acción de cesación de actividades generadoras de
daño ambiental colectivo.
La primera, de naturaleza colectiva, puede ser promovida por el afectado o damnificado
indirecto, el defensor del pueblo, las asociaciones que propendan a la protección del ambiente,
registradas conforme a la ley3, y, el Estado (Nacional, Provincial o Municipal). Estos sujetos,
poseen una legitimación procesal extraordinaria brindada por la ley.
En este punto, conviene precisar qué se entiende por “afectado”, ya que ha dado lugar a
distintas posturas. Al respecto, existen dos teorías bien definidas. Una restringida, que parte de
la tradicional concepción del derecho subjetivo y limita la titularidad del poder de acción al
agraviado en un derecho propio, o sea, el particular damnificado. Los administrativistas se
enmarcan en esta tesis.4
La corriente amplia sostiene que se trata de un sujeto que tiene un interés compartido con otros
integrantes de grupo. Pero esta “cotitularidad” (…) no obsta a que el afectado pueda acreditar
un daño diferenciado, que constituye una suerte de “cuota parte” del agravio total.5 En

1 [Abogado (UNLZ-2008). Especialista en Derecho de Daños (U.B.A.-2013). Alumno de la Especialización en


Derecho Ambiental (U.B.A.-2014). Ganador del “Concurso de Monografías” desarrollado en el marco de las
VII Jornadas Internacionales sobre Medio Ambiente, organizado por la Escuela de la Magistratura del Poder
Judicial de Salta, durante el mes de Agosto de 2013]
2 [“La posibilidad jurídica de reclamar la protección jurisdiccional -dice GOZAINI- exige una determinada
cualidad en quien lo pide. Esta atribución le permitirá no sólo poner en marcha el aparato jurisdiccional sino
también convertirse en parte... Para convertirse en parte es preciso tener legitimación suficiente... La
legitimación cubre así el rol de un presupuesto procesal: es el derecho reconocido a una persona para formular
pretensiones... Como se ve, la introducción al proceso no es tan simple como se piensa” (GOZAINI, Osvaldo
Alfredo: “Teoría procesal de la legitimación”, L.L. 1989-B-977)]
3 [Expresa la Doctrina que: “las normas las habilita con la condición de que estén registradas conforme a la ley,
pero mientras a falta de ley no estén registradas, damos por cierto que basta que existan con alguna formalidad
asociativa de la que surjan sus fines para que su legitimación les sea reconocida judicialmente.” BIDART
CAMPOS, citado por Maximiliano Toricelli (Los alcances del artículo 43, párrafo 2º: ¿una doctrina consolidada?, en
L. L. 1997-E-85)]
4 [Como Rodolfo BARRA, La acción de amparo en la Constitución reformada: la legitimación para accionar, en L.L.
1994-E-1088; Juan CASSAGNE, en L.L. 1995-E-1217 y L.L. 1997-A-56]
5 [Sostenida por la gran mayoría de los autores. Humberto, QUIROGA LAVIÉ, El amparo, el habeas data y el
habeas corpus en la reforma de la Constitución Nacional, en Horacio D. ROSATTI y otros, La Reforma de la
Constitución reformada, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 1994, p. 110; Germán J., BIDART CAMPOS, Manual de la
Constitución reformada, Ediar, Buenos Aires, t. II, p. 382; Miguel, EKMEKDJIAN, Nuevos amparos especiales en la
Constitución Nacional, Buenos Aires, p. 161; María Angélica, GELLI, Tratado de Derecho Constitucional, La Ley,
consecuencia, existe un interés difuso en cabeza del afectado, Defensor del Pueblo, ONGs y el
Estado, cuya tutela se reclama mediante el ejercicio de la acción de recomposición.
Por su parte, la segunda acción, de naturaleza resarcitoria, puede iniciarla única y
exclusivamente el damnificado directo, es decir, la persona que padece algún daño en su salud,
merma patrimonial o no patrimonial, derivada de la contaminación ambiental, lo que en
Doctrina se conoce como daño de rebote o par ricochet. En este supuesto, la afrenta se dirige
contra un derecho subjetivo, tutelado por el ordenamiento jurídico, que da génesis a una
prerrogativa jurídica del sujeto afectado, que puede hacerla valer frente a los demás.
Consecuentemente, para lograr acceder a la indemnización, el legitimado deberá acreditar un
daño diferenciado, que lo habilite para exigir una prestación (de dar, hacer o no hacer).
Finalmente, se expresa que toda persona puede, mediante amparo, incoar acción de cesación de
actividades que causan daño ambiental colectivo. Claramente, en este supuesto, se prevé una
suerte de acción popular6, toda vez que no será menester que la persona que concurre a la
jurisdicción, acredite un daño diferenciado, pues no necesita invocar ni probar lesión a un
derecho subjetivo, sino que bastara con la existencia de un interés simple.7
En este sentido, resulta aguda la observación de Lorenzetti al referirse a la acción prevista en el
Art. 30 de la LGA, en cuanto expresa: “Se trata de una acción popular en cuanto a la
legitimación, por la clara apertura a todo ciudadano. Sin embargo, el objeto es específico, pues
no está diagramada para la defensa de la legalidad, que es el fin genérico de la acción popular
típica. Por el contrario, esta herramienta se agota en la cesación de las actividades que
provocan una lesión al entorno.”8 De ahí su calidad de “sui generis”.

III.- Conclusión:
En suma, acorde a la Constitución Nacional y a la LGA, tendríamos seis legitimados para
accionar en protección del ambiente: 1) El afectado o damnificado indirecto; 2) El defensor del
pueblo; 3) Las asociaciones que propendan a la protección del ambiente, debidamente
registradas conforme a la ley; 4) El estado nacional, provincial o municipal; 5) La persona
directamente damnificada por el hecho dañoso acaecido en su jurisdicción y; 6) Toda persona.
A través de estas breves líneas, vemos que se fue ampliando el universo de sujetos legitimados
para accionar en protección del ambiente, atemperándose, en los casos en donde estén
inmiscuidos derechos colectivos o de incidencia masiva, la barrera procesal constituida por el
instituto de la legitimación. Y ello porque “lo que interesa no es tanto la perfección formal de
quien actúa, sino la producción del daño público o masivo que es preciso evitar9. Al igual que
en el moderno derecho de daños, se atiende al daño, a la víctima que padece el injusto y no
tanto a las formalidades legales o al sujeto que causa el daño.
Debemos tener una mirada holística y sistémica del proceso ambiental, recurriendo a los
principios que orientan e informan dicha materia, prescindiendo de las formas clásicas,
ortodoxas, dogmáticas que rigen en procesos de naturaleza individual, ajenas por regla a lo
colectivo, que necesita de herramientas que permitan la realización plena y efectiva del acceso
a la justicia, en tanto principio sustancial del sistema republicano.

Buenos Aires, 2006, p. 491; Augusto M., MORELLO y Claudia, SBDAR, Acción popular y procesos colectivos,
Lajouane, Buenos Aires, 2007]
6 [La “acción popular” se refiere al supuesto en que una persona puede reclamar ante la justicia por cualquier
acto o norma ilegitima o antijurídica, con independencia de haber sufrido alguna afectación efectiva, derivada
del mismo. Es una vía procesal constitucional que habilita a todos los ciudadanos a cuestionar un acto o una
ley, ante un juez que ejerce un control directo de constitucionalidad, extendiendo los efectos de su sentencia
con carácter erga omnes. (SAGÜÉS, Néstor Pedro, Derecho Procesal Constitucional, Astrea, Buenos Aires, 1998;
Acción de amparo, intereses difusos y acción popular, en J. A. 1994-I-525]
7 [LORENZETTI, Ricardo Luis, Justicia Colectiva, pág. 91, Ed. Rubinzal-Culzoni, Año 2010]
8 [LORENZETTI, Ob. cit., pág. 94]
9
[LORENZETTI. Ob. cit., pág. 139]

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