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Leonardo Haberkorn, el periodista más allá

de su renuncia
Sus textos han sido incluidos en antologías de crónicas periodísticas. Estará en el XIII Carnaval
Internacional de las Artes.

Por Jairo Castañeda

De Colombia solo conoce Cartagena y San Andrés y Providencia. Ahora viene a conocer
'El infierno'. Así llaman los periodistas uruguayos a Barranquilla, por las famosas
temperaturas a las tres de la tarde en los partidos de eliminatorias mundialistas.

Leonardo Haberkorn trabajó en los semanarios Aquí y Búsqueda y en la agencia Reuters.


Fue editor de la revista Punto y Aparte. Escribe para las revistas Placer, Gatopardo,
Etiqueta Negra y C del diario Crítica. Ha publicado 10 libros.

Es un escritor de no ficción, corresponsal de la AP (Associated Press), ex docente de


comunicación. Su nombre se hizo viral por una carta que publicó hace 3 años, en la que
anuncia su renuncia a la docencia universitaria y manifiesta haberse cansado de tanta apatía
de los estudiantes que, como todo lo encuentran en Google, suelen desatender al que tiene
algo para enseñarles.

Es capaz de hablar con altura sobre política, periodismo, sociedad, fútbol y literatura.
Ninguno de esos temas le queda grande y sus apuntes dejan reflexiones detrás de cada
hecho que narra. Se puede hacer un viaje por Uruguay a través de sus respuestas y por el
cristal con el que observa los acontecimientos mundiales. Por ejemplo, gracias a su crónica
sobre Luis Suárez cambié el concepto que tenía sobre este polémico jugador “mordelón”. O
la de “el pueblo que quiso salir en televisión”, sobre la tragedia de Young, de la cual
aprendí que los sucesos macondianos no solo ocurren en Colombia.

Leonardo Haberkrn estará en Barranquilla en el Carnaval Internacional de las Artes el


domingo 17 de febrero a las 9AM. Ese día será entrevistado en La Cueva por el periodista e
investigador Farouk Caballero.

Aquí dejamos la pulpa de la conversación que tuvimos con él, vía Skype:

Ganaste el premio Bartolomé Hidalgo ¿con qué libro puntualmente?

Con “Milicos y Tupas”. Tengo 3 libros sobre los años de violencia política en Uruguay en
los 60’s, la caída de las instituciones, el golpe de Estado que dio paso a una dictadura
militar de derecha. Tal vez afuera no interesa mucho el tema, pero en Uruguay aportan una
mirada desmitificadora sobre los Tupamaros. Mientras Mujica es reverenciado en el
mundo, acá divide las aguas muy tajantemente entre detractores y partidarios.

¿Es cierta esa austeridad de Mujica?


Sí, es indudable. Vive en una chacra (casa de campo), a las afueras de Montevideo. Lo
entrevisté allí pero no me dejó entrar a la casa; la entrevista fue en el jardín. He visto gente
que sí ha entrado. Y siempre le gustó vivir así, no hay un esfuerzo de su parte. El slogan del
presidente más pobre del mundo, no hay manera de comprobarlo. En mi trabajo para AP
nunca lo llamé así y si algún traductor en inglés lo colocaba, yo le decía: “Saquen eso,
¿cómo pueden probar eso? ¿saben quién es el presidente de Ghana, de Burkina Faso?
¿saben cómo viven? no hay mediciones para eso”. Las declaraciones juradas de sus bienes
no reflejan ser de alguien que no tiene nada. Esa propiedad rural, aunque no sea muy lujosa,
es cara, una propiedad así al lado de Montevideo no es que esté en la mitad de la nada.
Tiene unos cuántos bienes más que la mayoría de los uruguayos.

¿Qué habría que desmitificar en Mujica?

Yo apuntaría dos cosas para desmitificarlo: Primero, su pasado tupamaro. Ellos han sabido
hábiles por cómo se presentan ante el mundo, como una guerrilla “Robin Hood” que les
quitaba a los ricos para darle a los pobres, pero en el camino mataron mucha gente
inocente. Asesinatos para los que no hay explicaciones válidas. Tratan de soslayar esa parte
de su accionar. Mujica es un tipo convencido de la democracia, pero no ha hecho la
autocrítica que yo esperaría respecto a ese pasado. Me gustaría que fuera más a fondo, él y
otros tupamaros buscan salvaguardar el buen nombre de la organización, queda en
evidencia que hicieron cosas que no estuvieron bien. El otro punto, su actuación como
presidente en 5 años: no fue una presidencia que vaya a pasar a la historia, como piensa el
mundo. Según la gente del <Frente Amplio> tuvo altos y bajos y para la oposición fue muy
mala. Haciendo un balance, fue una presidencia mediocre que dejó problemas para el
presidente actual (de su propio partido). Aunque sí dejó cosas innovadoras como la ley de
la marihuana, en los grandes temas: economía, seguridad pública, educación, en todos esos
puntos fracasó. No fue brillante, hemos tenido mejores.

¿Se hizo famoso más por su filosofía que por su ejecución?

Antes había sido senador y diputado. Fue un destacado legislador por ser una persona
original en su pensamiento y te sorprende con lo que dice. Logró seducir a gente que, en
principio, está en la vereda opuesta. Genera consensos pero luego no es buen gestor. Sin
embargo, admirable cómo lograba uniones con la oposición, por su estilo campechano le
llegaba a cualquiera.

Sobre crónicas
Entrando ya en tus crónicas destacadas, en la que hiciste sobre Luis Suarez “El crack
que se hizo a sí mismo”, de la página 74 a la 83, percibí que la gente de la provincia
tiene resistencia hacia la capital, ¿es tan así?

Depende de la lejanía. El tamaño nuestro no da para tener provincias. Somos más pequeños
que una provincia argentina. Nuestro destino era ser una provincia argentina o un Estado de
Brasil. Nuestra independencia es algo que salió mal en el libro de la historia. La división es
por Departamentos, los cinco que tienen frontera con Brasil tienen más vinculación con la
realidad brasilera que con Montevideo. Lo ven como algo lejano (Suárez es de Salto, al
norte). La mitad de los habitantes uruguayos viven en Montevideo, eso genera que el
montevideano crea que la capital es el país, que no hay una ciudad que le pueda hacer
sombra. Hay una sensación como de que acá es donde pasa todo, y eso da bronca afuera.

¿Qué similitudes encuentras entre el periodismo narrativo uruguayo y lo que conoces


del colombiano?

Obviamente García Márquez es un fuera de concurso, es como los Beatles, imposible


compararse. Y Alberto Salcedo es un genio, no sé si tengo similitudes con él. Quizá la hay
en el amor por hacer periodismo y en la manera de trabajar, pero no sé si en el resultado.
Yo le tengo una gran admiración, ambos hemos sido publicados en antologías y eso para mí
es un honor.

El infierno del fútbol


¿Qué se conoce de Barranquilla en Uruguay? ¿se conoce nuestra música vallenata,
por ejemplo? (como lo remarcó Drexler cuando en un Carnaval de las Artes, en
Barranquilla, dijo ser fanático de Alejo Durán).

Te sorprenderás cuando te diga la imagen que tienen acá de Barranquilla. Cada vez que hay
un partido por la eliminatoria, Uruguay vs Colombia, y ustedes son locatarios, fijando
como sede Barranquilla en vez de Bogotá u otra ciudad, y el partido se pone a mediodía,
todos los periodistas deportivos dicen: “¡Ohh no! ¿Otra vez tenemos que jugar en el
infierno de Barranquilla?”. Esa es la imagen, los 45 grados de calor.

Me recordaste aquel escándalo del periodista uruguayo que había dicho esto mismo
de una manera muy fuerte y se ganó criticas (esa vez ganó Colombia 4 por cero).
¿Recuerdas el nombre?

Sergio Gorzy.

Sí, y lo que pasa es que del fútbol me he venido divorciando. ¿Te pasó lo mismo?

Sigo viendo los partidos. Hubo un momento en el que me había divorciado del todo de la
selección uruguaya. Pero en este proceso de Tabárez se logró rescatar algunos valores
espirituales que habían tenido las selecciones anteriores. Logró revivirlos de una manera
admirable, sin recurrir a la violencia. Retomando eso de jugar duro pero siendo leal, con
mucha garra pero sin violencia. Habíamos caído en una especie de culto a pegar patadas.
Tabárez eliminó eso y logro volver a la esencia, diciendo: “No tenemos la habilidad de los
brasileros, ni la exuberancia de Argentina, pero hagamos lo nuestro que es ser ordenados,
con el máximo esfuerzo sin ser desleales”. Sacó buenos resultados, claro está con la ayuda
de jugadores bien importantes: Suárez, Cavani, Forlán, así alcanzamos el cuarto puesto en
un mundial. Eso me devolvió el entusiasmo. Además, soy hincha del Peñarol, uno de los
dos grandes, para que no se ofendan los de Nacional. Con el paso de los años no mantenés
la pasión que tenías a los 18 años, esa no vuelve. Sigo siendo muy hincha pero no de
aquella manera.

Galeano, Masliah
De los uruguayos célebres, y aquí me voy al campo de la música, se me viene a la
mente Leo Masliah. ¿Qué concepto tienes de él?

Es un músico muy talentoso, también escritor, es un valor del Uruguay. Es muy difícil para
los periodistas, no le gusta ser entrevistado, no hay entrevistas a él porque de repente le
hacés una pregunta y te contesta ‘no’, y se queda callado; pero siempre he disfrutado sus
canciones, sus ocurrencias. Es de izquierda pero ha escrito muy duramente sobre Mujica, a
propósito, y provocó impacto por haber dicho eso siendo simpatizante del <Frente amplio>.
Esto refleja el debate que tenemos acá y para afuera sale “el Pepe ¡qué divino que es!”.

¿Tuviste la oportunidad de conversar con Eduardo Galeano en persona?

Sí, pero muy brevemente, le hice una muy pequeña entrevista. Por supuesto que lo vi mil
veces en conferencias de prensa, yo como periodista y él como Galeano. La entrevista que
le hice fue por un tiroteo famoso en el edificio Liberaij, que dio pie a una crónica larga mía
y del libro que saqué: La verdadera historia del caso Plata Quemada. Ya que Ricardo Piglia
(autor argentino) había llevado el caso a la novela Plata Quemada. Fue un episodio en el
que tres delincuentes argentinos hicieron un robo muy grande en Argentina se vinieron a
Uruguay en el año 65 con mucho dinero, vivían a sus anchas y habían sobornado a la
policía. Hasta que matan a un policía uruguayo, no se pudo sostener esa convivencia con
las autoridades. Así que los persiguen, se refugian en un apartamento en el centro de
Montevideo. Fueron rodeados por 500 policías y deciden resistir, se arma un tiroteo
dantesco dando lugar a una batalla campal que duró casi 24 horas, con granadas, molotov,
una trepanadora que agujereó el edificio y solo los pudieron sacar muertos. Piglia lo cuenta
en su libro pero hizo algo que a mí como periodista me da bronca, y es mezclar ficción y
realidad. Toma muchas cosas que pasaron y otras que no. Es un hecho que está en el ADN
de Montevideo y al tergiversarlo hizo que yo contara los hechos como habían sido. Galeano
joven fue uno de los periodistas que estuvo en la vereda cubriendo como cronista y de ahí
salió la entrevista que le hice para que recordara el suceso.

El periodista que renunció a ser docente


Sobre tu renuncia a ser docente, ¿será que hay un llamado a que la educación y
entretenimiento estén ligadas?

Es un gran dilema que hay hoy, lo mismo sobre si el periodismo deba estar unido al
entretenimiento para recuperar al público. Mi respuesta inicial es que ¡No!

Primero me refiero al periodismo, que es de lo que sé más, obviamente tenemos que hacer
el mejor esfuerzo porque lo que hacemos no sea aburrido. Pero ¿todo tiene que divertir? si
me meto en un lugar en donde los niños se mueren de hambre (África o América Latina) o
porque no hay vacunas, y quiero contar para que los uruguayos conozcan eso, ¿tiene que
divertir o tengo contar? cuando hago algo como periodista sé que tengo que hacerlo lo más
atractivo posible para ser leído, pero eso no tiene que pasar precisamente por el entretener.
Yo usaría el término ‘atractivo’, porque ‘divertir’, no siempre; y ‘entretener’, tengo dudas.
Con la educación es igual, pero ahí me declaro más inexperto y menos formado, porque
llegué a dar clase a través del periodismo, no estudié pedagogía. Si te parás frente a un
grupo de personas hay que hacer el máximo esfuerzo por ser atractivo. Siempre traté, apelé
a todo lo que pude de mi arsenal: como actor, psicólogo, de histriónico, pero hay un
momento en el que los estudiantes deben tomar conciencia de algo y no sé si ahí estás
obligado a que tengas que ser divertido. Hay programas periodísticos que pasaron a ser
show de humor, ya ahí no hay periodismo, ahí te escucha mucha gente pero te pasaste al
otro lado.

La solidaridad es eje central en tus crónicas, tanto en la tragedia de Young (en la que
los habitantes se solidarizaron con la causa para no enjuiciar a nadie) o la de Alcides
Ghiggia (el que hizo el famoso gol que dio título a Uruguay en 1950). ¿Qué tan
importante es este tema en tu vida?

Ojo que yo no estuve de acuerdo con que no hubiera culpables, no me pareció una salida
correcta al asunto. No me acuerdo cómo dice la nota ahora, pero sé que ese fue el
argumento que se manejaba en el pueblo. Lo que yo siempre trato es de ponerme en los
zapatos de la gente con la cual estoy hablando, esa es mi solidaridad como periodista.
Tratar de ser empático al máximo con esa persona y no juzgarla. Con la tragedia de Young,
el punto de vista montevideano era: “Qué desastre el programa de Televisión”, y por otro
lado: “Qué atrasada la gente del pueblo dejarse colocar adelante de un tren, dejarse matar
así”. Me senté a hablar con los sobrevivientes tratando de entender qué los motivó, y
concluí que fue la solidaridad y mucho amor, pero también mucha improvisación y deseos
de aparecer en la televisión. Todo con las buenas intenciones de pueblo chico con muchas
dificultades, buscando la manera de conseguir lo que no podían obtener de otra manera.
También que por fin la gran ciudad se fijó en ellos. Como periodistas somos un vehículo
para que la gente entienda las cosas que pasan. Quizá el caso sirva para que no pase de
vuelta algo parecido.

Siguiendo con la solidaridad, Carlos 'el pibe' Valderrama dijo algo parecido a lo que
mencionas en la crónica de Ghiggia. Porque a Bernardo Redín, excompañero de
selección Colombia, lo estaba buscando la justicia por un embargo y 'el pibe' dijo:
“¿Cómo se van a meter con Redín, si él lo dio todo por el país cuando se ponía 'la
amarilla'?”. ¿A una figura pueden eximirla de una cantidad de cosas? ¿se parece a lo
de Ghiggia?

A él (Ghiggia) le habían dado un empleo para toda la vida, y cuando se supo que empeñó la
medalla estaban los que decían que había que ayudarlo por ser un héroe de Maracaná y
están los que dicen: “¡Pará! te dimos un empleo, te gastaste la plata, ya está, tampoco te
podemos estar toda la vida financiando”. Lo comparaban con otros de Maracaná que sí
tuvieron una vida ordenada y tenían sus casas, estaban bien, ya no queda ninguno, murieron
todos. Ghiggia fue el último.
¿Qué tan emparentada está el deporte, el arte y la cultura en Uruguay? ¿Hay casos
allá de futbolistas cultos, al estilo Valdano?

Existen, no sé si tenemos un Valdano. Pero sí, un escritor que escribe para niños apellido
Baldi (Daniel Baldi) que fue jugador profesional y empezó a escribir todavía jugando. Toda
su obra es sobre el fútbol, se nutre mucho y es muy amigo de Lugano (excapitán de la
selección), quien le ha escrito los prólogos de algunos libros. Ambos tienen una línea de
acercar cultura y fútbol actualmente. Y a otros que son universitarios no tan renombrados.
Si bien no hay un divorcio absoluto, hay un trecho grande ahí, tampoco creas que son
muchos. Lo de Valdano tampoco fue normal.

Luego de la carta viral de renuncia, le respondiste públicamente a una estudiante que


había salido a defender en medios a los compañeros de su salón. Eso me pone a pensar
en ¿qué tan necesario es “soplar la flecha después de lanzada”? ¿conviene aclarar algo
después de publicado?

En términos ideales puede ser que no haya que soplar la flecha. Si un artículo está escrito
tan bien, no dejará ninguna duda, ninguna réplica, pero no pensamos tan claro ni somos tan
perfectos. A veces hay cosas que no se entienden, por ejemplo ayer (domingo 20 de enero,
previo a la entrevista) escribí una columna diciendo que el fútbol es uno de los valores
máximos del Uruguay. Y me refería a que es uno de los activos, de los bienes, porque para
un país de 3 millones, el fútbol nos hizo conocidos en el mundo y nos tienen cierto respeto.
Y es lo que nos dio identidad y unidad como país, aunque estemos peleados políticamente.
Por más que seamos chicos, podemos triunfar. Y la gente empezó a escribirme que eso no
es un valor, que un valor es la amistad, la generosidad, y tuve que explicarme. Lo que se
hace mal hay que corregirlo o aclararlo, si estás en una polémica y alguien dice algo se
puede contra argumentar porque de eso surgen verdades superiores. Así se construye algo
mejor. Claro está, no insultándose como en las redes sociales. No tengo problema en
corregirme ni en explicarme. Por más que se verifiquen fuentes, puede aparecer el error.
Eso es parte de la credibilidad de un periodista, decir: “me equivoqué y punto”. En eso soy
muy tajante.

Te estigmatizaron en tu tiempo por "el profesor que renunció". Me acordé del caso
de un actor colombiano, Gonzalo Valderrama, que se viralizó al haberse perdido tres
días y cuando lo reencontraron su fama había aumentado. ¿Cómo has manejado la
viralización por tu carta?

Hay que distinguir entre Uruguay y el resto del mundo, acá yo ya era bastante conocido
como periodista y lo escribí pensando en mi público local. No pensé que iba a ser leído
afuera. Frases que utilicé como “me rindo”, “tiro la toalla” acá nadie lo tomó al pie de la
letra porque soy conocido por tener un perfil fuerte, por lo que te conté de discutirle a los
Tupamaros y a Mujica. Les costó creer que yo tiraba la toalla con eso, decían: “él va a
seguir”, nadie lo entendió de otra manera. Mis detractores lo usaron y lo usan para
responderme por Twitter. Cuando critico a un político: “¡Qué criticás vos si los alumnos se
escapaban de tus clases!”. Eso me da bronca pero me lo banco.
En el mundo, por ejemplo ayer fui entrevistado en la Televisión de Bulgaria para hablar de
esto. En ese mundo que no tiene ni idea de quién soy y lo único que saben es eso, fue
decodificado de una manera distinta. Por ejemplo, me preguntaron si yo estaba enojado con
la vida, que si estaba amargado, contra el mundo. Al principio me daba bronca, me
escribían de muchos países y yo no contestaba, porque este año tuvo una tercera
viralización, esto se ha viralizado varias veces. Ahora no me enoja y trato de aprovecharla
como el actor colombiano: es una oportunidad. Lo asumo como que eso pasó, eso es
verdad, eso ocurrió, yo me sentí así y además tengo otras cosas que si les interesa les
cuento, sino chao.

Inclusive estuviste en boca de Marcelo Tinelli y de Mauricio Macri...

De Tinelli sí sabía. De Macri no, pero no me impresiona. El que sí hizo una referencia, en
esta viralización, fue el actor colombiano de “El patrón del Mal”, Andrés Parra. Puso mi
carta en su cuenta de Instagram. Y cuando notó que la carta no fue reciente sino de
hace tres años, dijo: “Nos han timado”.

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