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Enunciación y alteridad
María Isabel Filinich
Las formas mediante las cuales el The forms through which discour-
discurso otorga un espacio al se grants a space to the receiver
destinatario pueden ser muy di- can be very diverse and have been
versas y han sido estudiadas des- studied from different angles. Here,
de distintas ópticas. Aquí, nos we are interested in following the
interesa seguir el camino traza- route mapped out by those disci-
do por aquellas disciplinas dedi- plines that are dedicated to the stu-
cadas al estudio del lenguaje, ta- dy of language, such as rhetoric,
les como la retórica, la lingüísti- linguistics and semiotics, whose
ca y la semiótica, cuyas aporta- contributions have laid the foun-
ciones han cimentado la reflexión dations on contemporary reflection
contemporánea sobre el discur- of discourse. This voyage has as a
so. Este recorrido tiene el propó- purpose to show that the place that
sito de mostrar que el lugar que the other occupies can be recogni-
ocupa el otro puede reconocerse zed in different levels of discourse
en distintos niveles de configura- configuration: from the deepest
ción del discurso: desde el nivel and most general level in which the
más profundo y general, en el “you” appears as a functional
cual el tú aparece como la con- compensation of the “I”, moving by
trapartida fundacional del yo, the level of the actancial roles up
pasando por el nivel de los roles to the surface level in which dis-
actanciales, hasta el nivel de su- course itself is presented as a spa-
perficie, en el que el propio dis- ce of the others.
curso se presenta como el espa-
cio de los otros.
INTRODUCCIÓN
sente que dice yo. Y sin embargo le son ofrecidos esos y otros
demostrativos, en rica multiplicidad, incluso en el relato intuitivo
acerca de objetos ausentes y por narradores ausentes. Ábrase cual-
quier descripción de viajes o una novela, para encontrar confirma-
do lo que hemos dicho” (143). El caso de la llamada “deixis en
fantasma” remite a la representación en el discurso de las coorde-
nadas actoriales, espaciales y temporales de la enunciación, aspec-
tos que tienen su fundamento en la facultad de transponer la ima-
gen del propio cuerpo a otros dominios de pertinencia y crear allí un
centro de referencia imaginario. Este tópico, relevante para nues-
tra reflexión, será tomado en consideración más adelante.
Con respecto a la deixis propia del tú, Bühler se pregunta, en
primer lugar, atendiendo a la demostración ad oculos: “¿Hay en la
situación verbal natural momentos circunstanciales directamente
semejantes a gestos o indirectos, que funcionen como dirección y
afecten e inciten a aquél a quien se habla, como tal, antes de que
sea afectado e incitado por palabras articuladas?” (115) La pre-
gunta intenta orientar la búsqueda de manera semejante a como se
dirigió la atención hacia los recursos que indican la deixis del yo; en
ese terreno, se hallaron indicaciones sugestivas: por una parte, la
“cualidad de origen” de la voz, cualidad por la cual la voz sirve de
hilo conductor para guiar al oyente hacia el lugar donde se encuen-
tra el hablante, y por otra, el “carácter sonoro” de la voz, que per-
mite reconocer, a través de las peculiaridades de tono, acento, in-
tensidad, la individualidad del hablante (que dice, por ejemplo, yo,
desde un lugar no visible). Pero no sucede lo mismo con la deixis
ad oculos de segunda persona. Si reparamos en los gestos indica-
tivos que remiten a aquél a quien se habla en una comunicación
oral, se podrían consignar unos pocos recursos y bastante ambi-
guos: por ejemplo, la fijación sostenida de la mirada, unida al reco-
nocimiento del interlocutor de este gesto óptico, podría ser un indi-
cio de apelación, como así también el señalamiento con el dedo
(que, en determinada circunstancia, podría “indicar” Tú has sido).
Ambos recursos, con todo, no tienen una significación unívoca. Estas
observaciones conducen al autor a afirmar que el campo de la deixis
del tú no está claramente determinado, que ha tenido un desarrollo
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5 En este ejemplo citado, entran en juego otros dos conceptos que Ducrot
distingue, locutor y enunciador: el primero designa al responsable del enunciado,
mientras que el segundo se utiliza para indicar que la responsabilidad ha sido
delegada en otro (la cita sería el ejemplo canónico de un texto con locutor y
enunciador diferenciados).
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“no ya como objeto del mundo sino como medio de nuestra comu-
nicación con él; [lo cual implica concebir] al mundo, no ya como
suma de objetos determinados, sino como horizonte latente de nues-
tra experiencia” (110).
Esta escena de comunicación entre el cuerpo y el mundo se
compone de varios participantes: el cuerpo, centro de referencia8,
y el horizonte, campo latente de la experiencia sensible. Entre el
cuerpo y el horizonte media cierta distancia, lo cual provee de pro-
fundidad al campo de la experiencia. Para que algo sea entonces
sentido, alcance al cuerpo, es necesario que se haga presente, esto
es, que afecte con cierta intensidad el centro de referencia y que
posea una cierta extensión que permita su captación.
Vemos aparecer así las condiciones necesarias para que se cum-
pla el acto de percepción, propiedades que Fontanille designa como
constitutivas de un campo de presencia: “(1) el centro de referen-
cia, (2) los horizontes del campo, (3) la profundidad del campo, que
pone en relación el centro y los horizontes y (4) los grados de inten-
sidad y de cantidad propios de esa profundidad” (2001, 87).
La profundidad puede ser de diversos órdenes (espacial, tem-
poral, cognoscitiva, emocional) y debe ser vista como en constante
desplazamiento, pues se expande o se contrae en función del cen-
tro de referencia que es también un lugar móvil. Esta movilidad
permanente pone en perspectiva la presencia (o la ausencia) “de
suerte que el campo de presencia aparece como modulado, más
que segmentado, por diversas combinaciones de ausencia y de pre-
sencia, esto es por correlaciones de gradientes de la presencia y de
la ausencia” (Fontanille y Zilberberg, 1998). El espacio de la pre-
sencia/ausencia es concebido entonces como un espacio continuo,
marcado por modulaciones o diferencias de grado9, y no como uno
discontinuo, segmentado por oposiciones diferenciales.
vuelve entonces una noción central para dar cuenta de esta relación de fuerzas entre
dos variables, de allí la denominación de semiótica tensiva aplicada a la semiótica
que hoy se ocupa de analizar la puesta en discurso de la actividad perceptiva.
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