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ALICIA EN EL PAIS DE LAS INTRANSITIVIDADES

Luis Tonelli
(El autor, no el tipo del cuadro, al que llamaremos por ahora el Rev. Ch.D)

La noche transcurrió sin que pudiera conciliar el


sueño. El decano Lidell lo había hecho otra vez. El muy
maldito había conseguido nuevamente volcar una
votación clave del claustro de profesores de su college, el
afamado Chris Church de Oxford.
De nada habían servido las largas caminatas con
sus colegas por el cesped del Main Quad para
convencerlos de que el pequeño superavit del college debía
emplearse en comprar algunos libros raros, que había visto
en subasta en una primorosa librería en Londres. Lidell
había deslizado en el desayuno, entre bocado y bocado de
sus scrambled eggs que podía emplearse ese dinero en una
recomposición salarial de las scouts irlandesas, la
servidumbre de los pupilos. Pero algo se guardaba entre manos, él lo presentía….
Lidell… Siempre se salía con la suya. Había enviado lejos a Alicia. Su Alicia. El
decano tenía grandes proyectos para la niña y no iba a permitir que un gris profesor de
matemáticas prosiguiera en su tarea de seducción metódica. El le había escrito dos libros
fantásticos que la tenían como protagonista –y, oh paradoja, estaban teniendo algún
éxito comercial- la había retratado en cien fotografías, le había dedicado mil poemas.
Alicia…
Odiaba a Lidell. Y había gastado otra noche en comprender porque el decano
podía ganar siempre todas las votaciones, tirando por la borda todo su trabajo de
convencimiento. Si, Lidell primero propuso que el claustro optara entre los libros y el
aumento a los scouts. Y la compra de los libros obtuvo el voto mayoritario. Pero luego,
el decano, después de una perorata melodramática en donde narró la tragedia del Earl of
Warwick, su amigo que se suicidó al perder toda su fortuna, sometió a votación a que se
eligiera destinar el superávit a becar al hijo del desdichado o a comprar finalmente los
libros. Y esta vez, los profesores mayoritariamente sentimentales, se habían volcado por
sostener los estudios del infeliz.
Pero lo que más lo había disturbado fue la forma en que el decano despidió a su
ayudante, antes de internarse en su estudio, y que el escuchó indiscretamente “Si lo
hubiera querido, podría haber hecho ganar a cualquiera de las tres mociones”
De repente un rayo de sol reverberó en la esfera del reloj de la Tom Tower e
inundó el húmedo cuarto con una luz tibia. El reverendo Dogdson, alias Lewis Carroll,
el enamorado de la imposible Alicia Lidell, el autor de “Alicia en el País de las
Maravillas” y “A través del espejo”, esbozó una sonrisa sin embargo triste. Había
descubierto el truco de Lidell.

∆ ∆ ∆ ∆ ∆ ∆ ∆ ∆ ∆ ∆ ∆ ∆ ∆ ∆ ∆ ∆ ∆ ∆ ∆ ∆ ∆

Lo que no sabía Dogson-Carroll era que muy cerca de su cuarto, en la


biblioteca del Corpus Christie, dormía hacía 100 años, la solución del enigma
que lo había desvelado y que ahora sabía resuelto. Un matemático francés, el
marqués de Condorcet imaginó una situación en donde tres personas
escogiendo entre tres posibilidades no podían alcanzar una decisión
mayoritaria.
Las posibilidades eran A, B y C, y las tres personas ordenaban sus
preferencias de mayor a menor. La persona número 1 ordenó ABC, la nro 2
BCA y la 3 CAB.
La estructura de la votación resultante fue entonces

1 2 3
1er Pref. A B C
2da Pref. B C A
3er Pref. C A B

De esta manera, la primer preferencia de cada uno significó un triple


empate entre A, B y C, que obtuvieron un voto cada una. Pero no había mayor
suerte cuando se acudía a la segunda preferencia de las tres personas, que
registraba también un triple empate entre B, C y A, y tampoco con la tercera
preferencia: C, A y B.
Pero ¿que sucedería si un manipulador, consciente de esta estructura de
preferencias de los que “debían decidir”, realizaba una votación por pares,
como lo había hecho Liddell? Supongamos que el manipulador sometía a
votación elegir entre A y C (no mencionando B). C sería la ganadora (ya que
tiene dos votos, es la primer preferencia de la persona 3 y la segunda de la
persona 2)

1 2 3
A C
C A
C A

Ahora el manipulador sometía a votación C contra B.

1 2 3
B C
B C
C B
¡ Y B resultaba ganadora sobre C…! Sin embargo, si el manipulador
hubiera comenzado sometiendo a votación primero A contra B, hubiera
ganado…A ¡ y A contra C hubiera dado ganador final a … C ¡¡¡

1 2 3
A B
B A
A B

1 2 3
A C
C A
C A

Y si hubiera empezado por una votación entre B y C la ganadora final en


segunda rueda hubiera sido…si,… A ¡¡¡. Reemplácese B por “libros”, C por
“aumento salarial” y A por “beca al hijo del Conde” (que era lo que el decano
siempre había querido hacer con el dinero) y el misterio queda resuelto. Así
Dogdson descubrió que los ciclos de votación, las intransitividades en las
preferencias estaban en la raíz de los poderes de Liddell. Aunque esto no le
sirvió para volver a Alicia a su lado. Mefistófeles ya se lo había advertido al
Fausto: “Gris es la teoría, amigo mío, pero verde el árbol de la vida”.

∆ ∆ ∆ ∆ ∆ ∆ ∆ ∆ ∆ ∆ ∆ ∆ ∆ ∆ ∆ ∆ ∆ ∆ ∆ ∆ ∆

- “Bonita historia Profesor, pero no entiendo la relación con el tema de hoy,


“La Presidencia Imposible”. Con todo respeto…¿No se habrá ido usted por
las ramas…?
- “…Espero que no” –dijo el Profesor, sintiéndose con las habilidades de Lidell,
para desorientar a sus dirigidos. “La cuestión de la intransitividad fue
retomada por William Riker, un profesor de Rochester, quien la traslado al
análisis de la política. El planteo es sencillo y poderoso. Aparentemente, que
se de una situación en donde se de un triple empate entre tres preferencias
supone una situación bastante extraordinaria. Sin embargo, la posibilidad de
que ocurran los ciclos aumenta proporcionalmente al número de personas, y
al número de preferencias. ¿Me siguen? preguntó, sin esperar la respuesta,
y continúo.
- En una democracia son millones de personas las habilitadas para votar.
Supongamos que cada una puede establecer su propia lista de preferencias
para decidir que bienes van a ser provistos por el Estado. Algunos
empezarán por “educación para mis hijos”, luego “vivienda digna para mis
padres”, y así seguirán con la lista… otros por “esa Lamborghini Diábolo
roja” y “un mes en un resort de ensueño” y otras cosas de esa índole; los
ecológicos comenzarán por “prohibir los transgénicos”, “prohibir las usinas
nucleares” y seguirán prohibiendo... Multipliquemos el número de personas
por sus preferencias (considérese que por día estamos sometidos a unas
10.000 propuestas de consumo explícitas o implícitas) y la posibilidad de
que se de un ciclo aumenta hasta hacerse muy probable.
- O sea que un manipulador podría crear la ilusión de haberse alcanzado una
mayoría definitiva y única en torno, por ejemplo del lema “Producción YA”,
contra el “Ajuste Necesario”, cuando una en torno a “Basta a la Corrupción”
podría ser también mayoritaria, digamos contra “Roban pero hacen”… De
esta manera, Riker concluía “todo es posible…cualquier alternativa puede
ganarle a otra”.
- “Pero, Profesor, eso no parece ser así. Más bien en política estamos
condenados a soportar “siempre lo mismo”.
- “Ahí está la cuestión. Riker primero pensó mal, dijo “son los políticos los que
crean la ilusión de que las cosas son como son”, tal como Liddell lo hacía en
Oxford, y hasta publicó un libro “El arte de la manipulación política”, donde
demostró que la Guerra Civil se debió a las intransitividades de las
preferencias en ese momento. En otro libro1 concluyó que su descubrimiento
implicaba que para que una democracia fuera justa, el Estado debía ser
mínimo, porque cualquier distribución de bienes desde arriba se haría en
detrimento de cualquier otra y sería arbitraria. Desarrollos ulteriores,
nucleados bajo el rótulo de “neo-institucionalismo”, señalaron que en
realidad la estabilidad es conseguida gracias a las instituciones: ellas
imponen reglas de votación que demandan mayorías a través de intrincados
procedimientos. Una votación popular daría un resultado, una votación
sobre el mismo tema en el mismo país pero en su Cámara de diputados
quizá otro, y una votación en donde intervinieran las dos Cámaras, la de
diputados y la de senadores, por cierto, uno diferente a los otros dos”. El
punto que nos interesa aquí es que las reglas pueden institucionalizar a
veces equilibrios virtuosos, pero otras veces equilibrios catastróficos…”.
- Usted siempre tan teórico Profesor, puede darnos un ejemplo…
- “Si es necesario”… contestó (siempre le molestaba tener que ejemplificarle a
los alumnos lo que era evidente). Imaginemos hacemos una encuesta para
determinar si la gente quiere que se de cumplimiento con lo mandado en la
Constitución de 1994 respecto a una nueva ley de coparticipación federal.
Supongamos que el trámite es el de una ley común, si el congreso tuviera
una sola cámara, la de diputados, dado que ahí son mayoría los diputados
de las provincias que más aportan a los impuestos coparticipables, la ley
seguramente distribuiría más ingresos hacia quienes más aportan y dejarían
sin efecto las retenciones, que como derecho de exportación engrosan la
caja del ejecutivo nacional. En cambio si la única cámara fuera la de
senadores, entonces como ahí dominan las provincias más chicas y más
pobres, entonces aumentarían los impuestos coparticipables y sumarían en
la repartija a las retenciones. Pero como hay dos cámaras simétricamente
poderosas, y con diferente composición, la reforma se bloquea y no sale…
- “¿Pero Riker no decía que en política era todo posible…?”
- “Si, lo que nos lleva a pensar que el bloqueo no es algo que esté en la
naturaleza de las cosas, sino que es simplemente producto de un
1
Riker, William. Liberalism against Populism
determinado ordenamiento institucional. Imaginemos que en vez de tener
dos Cámaras separadas y que la decisión pase obligatoriamente por cada
una de ella, existiera un Cámara que reuniera en su seno tanto a senadores
como a diputados (como tiene Ecuador). O bien que al Senado en vez de
concurrir representantes de las provincias lo hicieran representantes de
regiones que combinaran en su interior representante de provincias chicas y
de provincias grandes. El conflicto regional quedaría absorbido y se podría
llegar a tomar decisiones hoy imposibles…pero el sistema vetaría otras
seguramente”.
- “¡Entonces la solución pasa por una Reforma de las instituciones…!”
- “En este caso parecería que si, pero, ¿que asegura que un nuevo
reordenamiento no se bloquee por otras razones?. Nuestra ciencia no es tan
poderosa como para prever totalmente la paradoja de cambios que resultan
para peor…Pero supongamos que tenemos un diseño con menos
probabilidades de bloquearse; eso significa que algunos deberán votar a
favor de un orden que afecte sus intereses, lo que nos lleva probablemente
otra vez al status quo”.
- “Y entonces…¿como se sale de una situación de bloqueo institucional…?”
- “Las crisis son las parteras de los cambios institucionales, o porque surgen
liderazgos que obtienen por fuera legitimidad para hacer las
transformaciones, o porque sucede un cataclismo pacifico o violento que
termina con un orden de cosas o bien, porque los representantes pueden
resolver sus problemas de cooperación y deciden resignar un poco a
perderlo todo. Pero esto ya es especulación, futurología y como dijo
Bertrand de Jouvenel “Futura subjective certa” 2.
- “¿Y eso que significa?”…

El profesor, que odiaba que sus alumnos no supieran latín, dio por terminada la
clase.

2
Bertrand de Jouvenel. L´art de la Conjecture. Editions du Rocher. Mónaco.

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