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Coleccion: Gaceta Civil - Tomo 5 - Numero 7 - Mes-Ano: 11_2013

Procedencia de la resolución unilateral de un contrato de


ejecución periódica a plazo determinado

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CONSULTA:

Una empresa celebra un contrato de locación de servicios con Renzo Valencia, con el
objeto de que este le preste sus servicios profesionales en forma permanente y por el
plazo de dos años, en lo que respecta a la asesoría en materia de operación,
funcionamiento y mantenimiento de diversas máquinas. Transcurrido el primer año, y
habiéndose ejecutado el contrato de servicios con total normalidad, la empresa
comitente decide poner fin al mismo, toda vez que había iniciado una etapa de
reducción de costos. Por tal motivo, cursó una carta notarial a Renzo manifestándole
esta decisión e invocando el artículo 1365 del Código Civil, según el cual estaba
procediendo a dar por concluido dicho contrato en un plazo de treinta (30) días,
vencidos los cuales el contrato quedaría resuelto de pleno derecho. Renzo acude a un
abogado quien nos consulta si es procedente esa forma de resolver el contrato y, en
todo caso, qué medidas legales tiene contra la empresa comitente.

RESPUESTA: La facultad de resolver unilateralmente el contrato en la locación de


servicios está reservada al locador y no al comitente, siempre que medie justo motivo
y no se cause perjuicio a este último. Si el comitente no desea continuar cumpliendo el
contrato y no hay acuerdo de resolución conjunta entre las partes (mutuo disenso), la
empresa incurrirá en incumplimiento, lo que posibilita que el locador, en aplicación de
los artículos 1428 y 1429 del Código Civil, solicite la resolución del contrato y la
consecuente indemnización por los daños y perjuicios que se le causen.

FUNDAMENTACIÓN:

No procede la resolución unilateral del contrato de locación de servicios en la forma


que pretende hacerlo la empresa comitente, y menos aún basándose en el artículo
1365 del Código Civil. Esta norma señala que: “En los contratos de ejecución
continuada que no tengan plazo convencional o legal determinado, cualquiera de las
partes puede ponerle fin mediante aviso previo remitido por la vía notarial con una
anticipación no menor de treinta días. Transcurrido el plazo correspondiente el contrato
queda resuelto de pleno derecho”.
Conforme a esta norma, la hipótesis es la de un contrato de duración en general
(aunque la norma se refiere a uno de “ejecución continuada”), respecto del cual las
partes no han fijado por pacto privado el plazo determinado de dicha duración.
También contempla la hipótesis de que no existe para el contrato en particular una
regla legal que determine el plazo y, desde luego, tampoco es posible determinar el
plazo de alguna manera. En suma, a efectos de la aplicación de esta norma las partes
no han previsto con exactitud los alcances temporales de sus respectivas obligaciones.

Como quiera que la extensión del plazo no puede dejarse librada a la incertidumbre, el
Código permite en este tipo de contratos que cualquiera de las partes ponga fin a la
relación contractual cursando un aviso a la parte contraria, por vía notarial, con una
anticipación no menor de treinta días (se entiende que son días calendario, conforme
al artículo 183, inciso 1 del Código Civil), vencidos los cuales el contrato queda
resuelto de pleno derecho, es decir, sin necesidad de pronunciamiento judicial. Con
esta medida se impide la subsistencia de los contratos eternos o las relaciones
jurídicas potencialmente perpetuas.

La razón de ser de esta norma es constituirse en una alternativa para dar finalización,
por acto unilateral, a las relaciones contractuales continuadas (de duración) y sin
plazo, cuando ello no sea posible por acuerdo entre las partes (es decir, por mutuo
disenso), ya que de no lograrse el mutuo acuerdo extintivo la relación continuaría ad
infinitum, obligando perpetuamente a las partes aun cuando alguna de ellas no tuviera
interés económico en continuar con el contrato.

El texto de la norma contenida en el artículo 1365, invocado erróneamente por la


empresa comitente en el caso propuesto, se refiere a la conclusión de los contratos de
“ejecución continuada”, aplicándose extensivamente la norma a los “contratos de
duración” en general, entre los que se hallan tanto los contratos de “ejecución
continuada” (tracto continuo) como los contratos de “ejecución periódica” (tracto
sucesivo). En ese sentido, la hipótesis del artículo 1365 debe ser entendida en forma
más amplia para hacerla aplicable a toda clase de contratos de duración (en general)
siempre que no tuvieran plazo convencional o legal determinado.

Hecha esta explicación previa, resulta claro que en el caso propuesto no procede la
resolución unilateral del contrato, pese a ser uno de ejecución periódica o tracto
sucesivo, pues dicho contrato de servicios fue pactado con un plazo determinado de
dos (2) años, de modo que al tener término final preciso escapa a los alcances de la
norma contenida en el artículo 1365 del Código Civil que se aplica a las relaciones
contractuales de duración (continuada o periódica) indeterminada (sin plazo fijo).

Además, el artículo 1365 descarta toda posibilidad de que en los contratos de duración
(continuada o periódica) se pacte un plazo determinado y a la vez las partes
convengan que cualquiera de ellas tiene derecho a solicitar la resolución unilateral
mediante aviso previo. Esto sería un contrasentido, toda vez que la fijación de un plazo
obedece a una consideración de orden económico que subyace en el contrato, de tal
suerte que en este caso la posibilidad de resolverlo unilateralmente, en cualquier
momento y con el solo envío de un aviso previo, atentaría contra la finalidad del
contrato.

Ciertamente hay algunas excepciones a esta regla, y curiosamente una de estas


excepciones se da precisamente en el contrato de locación de servicios, solo que la
facultad de resolver unilateralmente el contrato está reservada al locador (no al
comitente, que en la consulta planteada es quien pretende resolver el contrato),
siempre que medie justo motivo y no cause perjuicio al comitente (artículo 1769 del
Código Civil). La excepción se justifica porque este tipo de contrato contiene una
prestación de hacer del locador y si este no desea continuar ejecutándola nadie puede
obligarlo a hacerlo.

En conclusión de lo expuesto, y reiterando lo que dijimos al inicio, podemos afirmar


que de acuerdo a los términos de la consulta planteada, no procede la resolución
unilateral del contrato de servicios que pretende realizar la empresa comitente
“Operadora de Tragamonedas S.A.”, por lo que el Ing. Valdivia tiene derecho a exigir
que dicho contrato se siga cumpliendo. Claro está que si la empresa no desea
continuar cumpliendo el contrato y no hay acuerdo de resolución conjunta entre las
partes (mutuo disenso), la empresa incurrirá en incumplimiento dejando la vía abierta
al Ing. Valdivia para que, en aplicación de los artículos 1428 y 1429 del Código Civil,
solicite él la resolución del contrato y la consecuente indemnización por los daños y
perjuicios que se le causen.

Base legal:

• Código Civil: arts. 1365, 1428, 1429 y 1769.

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