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EL DESPLAZAMIENTO FORZADO CONTEMPORÁNEO (1980 – 2014)

La huida forzada de miles de familias y comunidades constituye la principal crisis humanitaria en


Colombia, que evidencia la degradación de las violencias, la intolerancia y la incapacidad de resolver
los conflictos por vías pacíficas, según el RUV 96% personas forzadas a huir

Según el registro oficial se evidencia mayor intensidad del desplazamiento forzado en la década de
los noventa, en 1995, con crecimiento hasta el 2002 año que alcanzó el máximo histórico registrado,
luego inestable y cambiante desde 2003 con recrudecimientos en los años 2007 y 2011.

Es necesario caracterizar períodos en los que se dieron estos hechos de violencia en la Colombia
contemporánea.

• Punto de partida: 1980, año declarado por parte de la Corte Constitucional como el inicio
de la dimensión actual del fenómeno (Sentencia T-025 de 2004).
• Punto central: 1997, año en el que se expide el principal instrumento legal para dar
respuesta al grave problema suscitado por el desplazamiento forzado (Ley 387).
• Punto de cierre: 2014, año del corte del análisis estadístico

Desplazamiento silencioso en el escalamiento del conflicto armado (1980 - 1988)


En los ochenta, era de manera silenciosa. La década de los ochenta fue un periodo en que el
Estado, las guerrillas, los paramilitares y los narcotraficantes legitimaron el uso de la violencia y el
éxodo de la población como formas de resolución de conflictos, haciendo la guerra más intensa y
más sucia.

En un principio la violencia se circunscribía a los narcotraficantes y se caracterizaba por la


permisividad del Estado, evolucionó aceleradamente cuando los carteles entablaron relaciones
instrumentales con los diferentes actores armados, convirtiéndose en el combustible de la guerra y
permeando la vida política del país. Se da el auge a los grupos paramilitares, quienes además de ser
defensores de grandes terratenientes, ganaderos y empresarios pasaron a ser defensores de
narcotraficantes

Así pues, al tiempo que el gobierno de Betancur buscaba acuerdos de paz con las guerrillas, sectores
radicales de las Fuerzas Armadas, en actos que evidenciaban una manifiesta autonomía clandestina,
promovían una nueva forma de guerra: la desinstitucionalización o privatización de la lucha
contrainsurgente. Dichos acuerdos dieron surgimiento al partido de izquierda UP Unión Patriótica

Ganaderos y empresarios de Córdoba consideraron “las negociaciones de paz como una


instrumentalización del gobierno por la guerrilla y como un primer paso para ‘imponer la reforma
agraria y hundir los campos en la miseria’”

El escalamiento del conflicto armado se convirtió en un importante escenario de acumulación de


propiedades, tierras y territorios. En la década de los ochenta, la compra masiva de tierras en zonas
de alta presencia de narcotraficantes y esmeralderos.

Continuidad del desplazamiento en el nuevo pacto social (1989- 1996)


El año 1989 fue determinante en el proceso de adopción del nuevo pacto social a partir del
fortalecimiento del movimiento por una Asamblea Constituyente. En ese año, el gobierno de Barco
continuó con los acercamientos con los grupos subversivos tendientes a su desmovilización, en
particular con el M-19.

El año 1989 se declaró la ilegalidad de los grupos llamados grupos de autodefensas debido al
desbordamiento de sus acciones y a los claros nexos con el narcotráfico. Debido a la participación
directa del narcotráfico, se produjo un recrudecimiento de la violencia política que cobró la vida de
Carlos Pizarro, Luis Carlos Galán y Bernardo Jaramillo, entre otros

Marzo 1990 séptima papeleta movimiento estudiantil y político, se les daba una papeleta adicional
para que los colombianos votaran si estaban de acuerdo en un encuentro entre la insurgencia, la
sociedad y el Estado para definir los contenidos de las reformas. Al reconocer mayoritaria voluntad
popular se citaron los grupos insurgentes desmovilizados y los pueblos y comunidades indígenas.

En el año 1991 y a partir del compromiso se permitio el desarme y desmovilización del M-19, el PRT,
un sector mayoritario del EPL, el grupo guerrillero indígena MAQL, la ADO y Patria Libre, Los
Tangueros o Mochacabezas. En el mismo año se da la nueva constitución Política, la cual
establecería un nuevo orden político, social y económico de la nación, representado por la
participación de los grupos insurgentes recientemente desmovilizados

Grandes avances en busca de la paz con poca participación de las FARC y ELN quienes contaban con
mayor control territorial y continuaban desplazando campesinos y afro descendientes de zonas del
país. En el gobierno de Gaviria se citan ambos grupos, no llegan acuerdos y estos siguen
apoderándose de las zonas dejadas por los desmovilizados.

Ante el crecimiento de estos grupos surge el Estatuto de Vigilancia y Seguridad Privada, el cual
permitía crear “servicios especiales”, posteriormente designados bajo el nombre de Convivir. Las
denominadas Convivir tenían el propósito de apoyar los esfuerzos de la Fuerza Pública y
proporcionar la vigilancia y seguridad privada a sus miembros.

Sin embargo, a través del siniestro esquema de las Convivir, se produjo la llamada “violencia por
delegación” donde estos grupos ejecutaban el trabajo sucio que la fuerza pública no podía hacer
por su carácter de autoridad sometida al imperio de la ley

Como fue probado después de su desmovilización, los máximos jefes paramilitares, entre ellos
Salvatore Mancuso, Rodrigo Tovar Pupo, alias Jorge 40, Diego Vecino y Rodrigo Pelufo, alias Cadena,
fueron representantes legales o aprovecharon el sistema legal de las Convivir para constituir sus
organizaciones delictivas. Así pues, los grupos paramilitares lograron legalizar sus actividades
nuevamente, y se estima que, en su momento de mayor expansión, existían más de 400
asociaciones de este tipo a lo largo del territorio nacional.

En 1991 se presentaban desplazamientos silenciosos no existía normatividad de protección a las


víctimas, pero durante el gobierno de Gaviria se brindó la ayuda indispensable para atender
requerimientos urgentes y necesarios para satisfacer los derechos constitucionales.

En el gobierno de Samper se crean disputas por sus supuestas implicaciones con narcotraficantes
del cartel de cali. Para humanizar la guerra, se adoptaron las normas del DIH (Derecho Internacional
Humanitario), que tienen como objetivo principal la protección de las personas que no participan
en hostilidades o que han decidido dejar de participar en el enfrentamiento. Así pues, pues, en el
periodo presidencial de Samper se introduce por primera vez la problemática del desplazamiento
forzado como discurso en el escenario gubernamental y como uno de los principales objetivos de
política pública del Gobierno nacional.

El aumento en el número de casos de desplazamientos registrados en el RUV se da a partir de 1995,


año en el que se expiden los primeros instrumentos que habrían de articular una política pública
para atender y registrar a la población desplazada. Cada día de 1995 fueron desplazados 195
personas integrantes de 47 hogares compuestos en su mayoría por mujeres y niños provenientes
del campo, como consecuencia de acciones contra la población civil de grupos paramilitares,
guerrilleros, fuerza pública y otros actores armados

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Gran éxodo forzado en la Colombia contemporánea (1997 – 2004)


Año 1997 desencadeno violencias dando origen al éxodo forzado en Colombia, en el
mismo año se da aprobación a la ley 387 para la atención y protección a la población
desplazada por la violencia. Define desplazado como aquellas personas que huyen dentro
del territorio nacional, esto es: el desplazamiento forzado interno. Nace el SINAIPD y el
CNAIPD, sin embargo el conflicto continuaba en aumento.
El año 1997 también constituye un hito en la historia del conflicto armado interno cuando
en abril fue anunciado el proyecto de consolidación de los grupos paramilitares de
carácter regional en una misma estructura nivel nacional. En abril de ese año, los de
Córdoba y Urabá (Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá –ACCU-), los del
Magdalena Medio (Autodefensas Campesinas del Magdalena Medio –ACMM-) y los de
los Llanos Orientales, se unieron para conformar las AUC (Autodefensas Unidas de
Colombia). Este hecho marcaría el deseo de expandir el proyecto paramilitar a todo el
territorio nacional y reproducir los esquemas que venían ejerciendo estos grupos en
distintas regiones
En este periodo el secuestro se volvió masivo e indiscriminado y se implementaron
prácticas perversas como las llamadas “pescas milagrosas” y las famosas leyes de las
FARC en las que institucionalizaba el secuestro y la extorsión como formas de
financiación adicionales al negocio del narcotráfico.
Después de muchos programas e intentos para humanizar el conflicto armado, se da la
aprobación de un nuevo código penal donde se considera el desplazamiento forzado
como delito cometido contra las personas y bienes protegidos por el DIH, y también como
delito contra la libertad individual. Sin embargo tampoco fue significativo puesto que el
desplazamiento seguía creciendo.
El proyecto paramilitar tomaba fuerza, se realiza encuentro el 23 de julio de 2001, en
Santa Fe de Ralito, entre jefes de grupos paramilitares, senadores, representantes a la
Cámara, concejales, alcaldes y gobernadores– para acordar un proyecto político común.
Estas negociaciones concluyeron con el denominado Pacto de Ralito, el cual serviría de
base para fortalecer y expandir el poder político del proyecto paramilitar a nivel nacional a
través de la cooptación del Estado. En definitiva, el Pacto serviría como prueba
incontrovertible de la llamada parapolítica o alianza de los líderes paramilitares de las
AUC con dirigentes políticos regionales y funcionarios, ganaderos y terratenientes de
Córdoba, Sucre, Bolívar y Magdalena.
Gobierno de Álvaro Uribe 2002-2010 objetivo seguridad y autoridad estatal, mediante
política de seguridad democrática. Busco control territorial en zonas influidas por los
grupos armados, cultivos ilícitos y debilidad del estado. Se realizan nuevos acuerdos para
la desmovilización, creándose el primer centro de desmovilizados en La Ceja oriente
antioqueño (primer acto 868 desmovilizados), grupos seguían generando violencia y
masacre. Salvatore Mancuso orden de arresto por narcotráfico EEUU, no acepta cargos y
se desmoviliza
Se realiza restitución de derechos y obligaciones en salud, acceso a vivienda y subsidio
de vivienda rural y urbana, y acceso a la educación, es la primera vez que un tribunal
constitucional reconoció la crisis humanitaria derivada del desplazamiento forzado como
una problemática con raíces profundas y estructurales en la historia del conflicto armado
interno y sus manifestaciones de violencia. A partir de esta decisión, se daría inicio a un
largo proceso de lucha institucional por visibilizar la magnitud del fenómeno y dimensionar
su impacto a nivel nacional.

Persistencia del desplazamiento en escenarios de búsqueda de la paz (2005 – 2014)


Paralelo a la negociación y desmovilización de los grupos paramilitares, el Congreso
aprobó la Ley 975 de 2005, denominada ley de justicia y paz, como marco de referencia
para un proceso de justicia transicional con los grupos armados ilegales; a parte de dar
beneficios y penas alternativas a los responsables de graves violaciones de los derechos,
buscaba garantizar los derechos a la verdad, la justicia y la reparación de las víctimas de
estos grupos desmovilizados. Nueva era que desconoció el conflicto armado interno en
Colombia: el “posconflicto”.
Uribe incrementó la intervención de la fuerza pública, es decir se aumentó la presencia
militar en los territorios, a su vez que las FARC emplearon tácticas de repliegue como la
siembra de minas antipersonal.
13 de mayo de 2008 el entonces presidente Uribe extradita masivamente a eeuu a 15
exjefes de grupos paramilitares desmovilizados. A pesar de formar parte del llamado
proceso de justicia y paz, y en algunos casos rindiendo declaraciones sobre sus delitos
cometidos, entre ellos la expulsión de la población.
El gobierno de Juan Manuel Santos reconoció públicamente la existencia del conflicto
armado interno, declaración que se apartaba de la lucha contra el terrorismo y del
supuesto escenario de posconflicto luego de la desmovilización paramilitar, crea el plan:
Prosperidad para todos garantizar igualdad de oportunidades para la población
desplazada a través del acceso a herramientas que les posibiliten encauzar su destino. el
Estado busca el restablecimiento social y económico de la población desplazada,
mediante estrategias para la prevención del delito y la protección y atención integral a la
misma
El presidente Santos impulsó el proyecto de ley para saldar la deuda con las víctimas,
entre ellas los desterrados y desposeídos. Es así como a mediados de 2011 se genera
otro hito normativo en la evolución de la política pública sobre el desplazamiento forzado
con la aprobación de la Ley 1448 de 2011 con la cual se pretende reparar integralmente a
las víctimas del conflicto armado interno En la denominada ley de víctimas y restitución de
tierras
Otro avance significativo en la nueva normativa se refiere al reconocimiento de las
víctimas de desplazamiento forzado que se encuentren fuera del territorio nacional
(víctimas en el exterior), las que además de ser “informadas y orientadas adecuadamente
acerca de sus derechos, medidas y recursos”, deben ser incluidas en los programas de
retorno y reubicación.
A la par que se adoptaban medidas para reparar a las víctimas del conflicto armado
interno y se establecían los lineamientos del Marco Jurídico para la Paz, el Gobierno de
Juan Manuel Santos inició nuevamente un proceso de diálogos de paz con las FARC que
se plasmó en el Acuerdo General para la Terminación del Conflicto y la Construcción de
una Paz Estable y Duradera161. A partir de la suscripción de dicho acuerdo que
contempla una agenda de seis puntos,162 el 4 de septiembre de 2012 el presidente
Santos anunció públicamente la iniciación de los diálogos y la instalación de una Mesa de
Conversaciones163 en Oslo, Noruega, y cuya sede principal sería La Habana, Cuba.

Los gobiernos, las instituciones y los programas aún no han permitido lograr una
respuesta adecuada a las necesidades más apremiantes de esta población, mucho
menos garantizar el goce efectivo de sus derechos y su reparación integral

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