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DÉCIMAS DEL AGUARDIENTE

Por el Doctor Diego Calle Restrepo

Mi querido amigo Luis:


Hace seis meses corridos
que aquí en Estados unidos
suspiro por un anís.
Porque en este gran país
por espantosa ironía
cualquier cosa se haría
que la fantasía invente
pero un trago de aguardiente
nunca se conseguirá.

Que dolor, que desencanto


me tiene el alma opresa
unos Andes de tristeza
y un magdalena de llanto
fuera menos mi quebranto y
mi mal menos doliente
si tuviera el aliciente
que es propio de los varones
un farallón de limones
y un atrato de aguardiente.

No hallo en la existencia halago


ni fuerzas para luchar
cuando no puedo gozar
la satisfacción de un trago;
para hablar me siento un gago,
para ver me falla un ojo,
para andar me siento cojo,
y hasta pienso en mi aflicción
no debo llamarme "rojo".
Yo nunca abrigo en mi mente
místicas aspiraciones
o inefables ilusiones
de las que abriga la gente
mas confieso francamente
que en esta ocasión quisiera
ser un Moisés, pues pudiera
(y mucho que me provoca)
sacar anís de una roca
y beber el que quisiera.

Anís precioso tesoro,


que no se produce en mina
...pero que en cualquier cantina
lo dan nada mas por oro,
tan claro, tan incoloro,
y tan fiel a la pureza
que no hay humana corteza
que falsificarlo pueda
pues cambia color y queda
en descubierto la empresa.

Que es un paisa sin anis?


que soy yo sin aguardiente?
soy una nación sin gente,
soy un árbol sin raíz,
soy un Nevado del Ruiz,
lóbrego, desierto y frío,
sin mar y sin quieto lago,
un Antioqueño sin trago
es un cántaro vacío.

Es pues de necesidad
(no teniendo mas a quien)
(como tu sabes bien)
pedirte de caridad
que a la mayor brevedad
atiendas este pedido
y me envíes de corrido
una media de aguardiente
por lo que yo enteramente
te quedare agradecido.

Si logras satisfacer
este afán que esta con migo
probaras que eres mi amigo
como lo dijiste ser,
probaras que hoy, como ayer
te portas como un señor,
y que tienes por honor
refrescar nuestra amistad
en la blanca caridad
de una copa de licor.

Parece poco decente


escribirte estas décimas,
que yo bien se que son pésimas,
no mas pidiendo aguardiente,
mas se que serás clemente
y excusarás mi torpeza
ya que por naturaleza
y obra del destino aciago
eres inclinado al trago
y lo bebes sin pereza.

pongo ya punto final


y silencio mi laúd
deseándote salud
y hasta éxito comercial
te doy mi brazo cordial
te agradezco este favor
te deseo lo mejor
y en nombre del aguardiente
me suscribo nuevamente,
tu seguro servidor.

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