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Resúmen – Comunicación y crítica, Sexe - Antonella Pergolesi – 2016

SEMÁNTICA DEL OBJETO – Roland Barthés

La semiología fue postulada por Ferdinand de Saussure, quién había previsto que la lingüística no
sería más que una parte de la ciencia, mucho mas general, de los signos, a la que llamaba
Semiología. Este proyecto desde hace varios años se fue desarrollando, y surgieron investigaciones
que han coincidido en poner en primer plano la preocupación por una disciplina semiológica que
estudiaría de qué manera los hombres dan sentido a las cosas. Hasta el momento lo hacia la
lingüística, estudiando de que manera los hombres dan sentido a los sonidos articulados. Pero
Barthes pregunta: “¿Cómo dan sentido los hombres a las cosas que no son sonido?”. A lo que
responde que este tema, no se ha investigado mucho por distintas razones, ante todo porque se
han estudiado códigos extremadamente rudimentarios, que carecen de interés sociológico (por ej.
El código vial); luego, porque todo lo que en mundo genera significación está mezclado con el
lenguaje; y aclara que jamás nos encontramos ante objetos significantes en estado puro, el
lenguaje interviene siempre como intermediario. Por eso, no es justo afirmar que nos
encontramos exclusivamente en una cultura de la imagen.

Luego de esta introducción, Barthes propone algunas reflexiones acerca de la manera en que los
objetos pueden significar en el mundo contemporáneo.

Primero deja en claro que es Significar: para el no hay que confundir Significar y Comunicar.
Significar quiere decir que los objetos no transmiten solamente informaciones, sino también
sistemas estructurados de signos, es decir, esencialmente sistemas de diferencias, oposiciones y
contrastes.

El Autor define Objeto, antes de ver como pueden significar. Plantea que los diccionarios dan
definiciones vagas de Objeto, la mayoría dice que un Objeto es alguna cosa. Definición que no nos
enseña nada al menos que intentemos ver cuáles son las connotaciones de la palabra Objeto.

Por su parte, el autor plantea dos grandes grupos de connotaciones: un primer grupo,
Connotaciones existenciales del objeto: el objeto adquiere ante nuestra vista la apariencia o la
existencia de una cosa que es inhumana y que se obstina en existir. Dentro de esa perspectiva hay
muchos desarrollos, tratamientos literarios, estéticos y particulares del objeto.
El otro grupo de connotaciones, que son las que se basa Barthes, son las Connotaciones
tecnológicas del objeto: el objeto se define como lo que es fabricado; se trata de la materia finita,
estandarizada, formada y normalizada, es decir, sometida a normas de fabricación y calidad; el
objeto se define ahora, según el Autor, como un elemento de consumo: cierta idea del objeto se
reproduce en millones de ejemplares en el mundo (un teléfono, un reloj, un bibelot, un plato). El
objeto no se escapa ya hacia lo infinitamente subjetivo, sino a lo infinitamente social.

Barthes plantea que un objeto es absorbido en una finalidad de uso, función. Y por ello mismo
existe una especie de transitividad del objeto: el objeto sirve al hombre para actuar sobre el
mundo, para modificar el mundo, para estar en el mundo de una manera activa; el objeto es una
especie de mediador entre el hombre y la acción. Destaca, que no puede existir un objeto para
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nada; y acepta que hay objetos presentados bajo la forma de bibelots inútiles, pero para él, esos
bibelots siempre tienen una finalidad estética. La paradoja que el autor nos quiere señalar, es que
los objetos siempre tienen una función, creemos vivirlos como instrumentos puros cuando en
realidad suponen otras cosas, suponen sentido. Es decir, siempre hay un sentido que desborda del
uso del objeto. (Los platos que comemos también tienen un sentido y , cuando no lo tienen,
cuando fingen no tenerlo, terminan precisamente teniendo sentido de no tener ningún sentido.
Por consiguiente, Barthes afirma: no hay ningún objeto que escape al sentido.

Siguiendo a Roland, éste plantea que la semantización del objeto comienza o se produce desde el
momento en que el objeto es producido y consumido por una sociedad de hombres. Todos los
objetos que forman parte de una sociedad tienen un sentido; para encontrar objetos privados de
sentido habría que imaginar objetos enteramente improvisados, pero tales objetos no se
encuentran (ejemplo del vagabundo). El autor concluye que la función de un objeto se convierte
siempre, por lo menos, en el signo de esa misma función: no existen objetos, en nuestra sociedad,
sin algún tipo de suplemento de función.

Como todo signo, Barthes plantea que el objeto se encuentra en la encrucijada de dos
coordenadas. La primera es la coordenada simbólica: todo objeto tiene una profundidad
metafórica, remite a un significado; el objeto tiene por lo menos un significado. Todo objeto es
por lo menos, significante de un significado. La segunda coordenada, es la que el autor llama
Coordenada de la clasificación o taxonómica: no vivimos sin albergar en nosotros cierta
clasificación de los objetos que nos es sugerida o impuesta por nuestra sociedad. Clasificaciones
que son muy importantes para las empresas donde se trata de saber como clasificar todas las
piezas de una máquina en los almacenes y en las cuales hay que optar por ciertos criterios de
clasificación.

Hay un gran obstáculo para estudiar el sentido de los objetos, que el autor llama obstáculo de la
evidencia y nos aclara que si hemos de estudiar el sentido de los objetos, tenemos que
distanciarnos de ellos para objetivar el objeto, estructurar su significación. Para ello hay un recurso
que consiste en recurrir a un orden de representaciones donde el objeto es entregado al hombre
de una manera a la vez espectacular, enfática e intencional, y ese orden está dado por la
publicidad, el cine e incluso el teatro. Si recurriéramos a estos tipos de corpus (cine, publicidad,
teatro), podríamos aislar, en el objeto representado, significantes y significados. Los significantes
del objeto son unidades materiales como todos los significantes de todo sistema de signos. El
autor nos indica dos estados principales del significante: en primer lugar, un estado puramente
simbólico; es el que sucede cuando un significante, un objeto, remite a un solo significado (Ej, una
cruz o la media luna). El otro son todas las significaciones que están añadidas a las colecciones de
objetos; son los casos en los que el sentido no nace de un objeto sino de una colección inteligible
de objetos: el sentido aparece de alguna manera extendido. Las colecciones significantes de
objetos son numerosas, especialmente en la publicidad. El Autor da un ejemplo: “un hombre que
lee de noche” y nos muestra que ahí ya tenemos cuatro o cinco objetos significantes que coinciden
para transmitir un sentido global único. Éstas composiciones de objetos Barthes no dice que son
Sintagmas, es decir, fragmentos extensos de signos. Los objetos están ligados por una única forma
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de conexión que es la parataxis, es decir, la yuxtaposición pura y simple de elementos. Esta clase
de parataxis de los objetos es muy frecuente en la vida: es el régimen al que están sometidos, por
ejemplo, todos los muebles de una habitación que van a converger en un sentido final (un
<estilo>) mediante la sola yuxtaposición de elementos.

A si mismo, el autor continua, que los significados de estos sistemas de objetos, las informaciones
transmitidas por los objetos, es ambiguo; por que los significados de los objetos dependen mucho
del receptor del mensaje, lector del objeto. En efecto, un objeto es polisémico, es decir, se ofrece
fácilmente a muchas lecturas de sentido y, no solo si se pasa de un lector a otro, sino que también,
en el interior de cada hombre hay varios léxicos según los niveles culturales de los que dispone.

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