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CONCENTRACIÓN DE RIQUEZA Y DESIGUALDAD

En el presente ensayo realizado, vamos a abordar un tema que generalmente alrededor del
mundo causa inquietud tratarlo, estudiarlo y conocerlo a fondo es para muchas personas de
alto interés, más aún para aquellas que poseen pensamientos arraigados hacia esa línea de la
perspectiva económica interesada por lo social; para hablar de esto es primordial dejar claro
para los interesados el concepto, aunque no es uno solo, tal que viene dado por la identidad
personal de cada quien darle un significado; el tema que abordaremos es sobre la
Desigualdad, más en concreto, desigualdad de las riquezas a nivel mundial en el último
siglo, tema que es de suma importancia; este concepto abarca varios enfoques, no solo en
lo social y económico, posee diferentes formas de concebirlo. Pero, en este estudio lo
vamos a abordar económica y socialmente, más precisamente sobre el libro escrito por el
economista francés Thomas Piketty, un interesado, profundo crítico e investigador de
soluciones a las desigualdades mundiales acarreadas principalmente por el capitalismo.

Al referirnos a desigualdad, no es más que esa situación en la que la existe una diferencia
relacionada con la reta, la riqueza o bienestar económico entre los diferentes integrantes de
la población de una zona geográfica. Generalmente, cuando hablamos de desigualdad
estamos haciendo referencia a una diferencia. Es evidente, que la desigualdad es lo
contrario de la igualdad. Y, en última instancia, la igualdad implica que dos personas tienen
lo mismo. Por tanto, la desigualdad tendrá lugar siempre que diferentes personas o
colectivas disfruten de una renta, riqueza o bienestar diferentes. Personalmente, pienso que
antes de haber distintos tipos de desigualdades, debe de existir la desigualdad económica,
ella es la que lleva a que existan los otros tipos de la misma, conllevando principalmente a
problemas sociales. Quiero aclarar también que la desigualdad económica en sí misma no
es mala. Lo que es malo es la inequidad o falta de justicia. Ahora bien, el problema reside
cuando la desigualdad económica está motivada por una diferencia en otros aspectos.

Con esto, no debemos confundir desigualdad con pobreza. Pobreza y desigualdad pueden o
no coexistir. Por ejemplo, una sociedad muy desigual puede ser muy rica. Y al revés, una
sociedad con altos índices de igualdad puede ser muy pobre. Lo contrario, también podría
ser cierto.
Centrándonos en los que nos concierne, lo referido al capítulo 12 del libro de Piketty, según
este economista, el capitalismo a lo largo del tiempo amplía las diferencias entre ricos y
pobres. En años recientes han abundado las quejas acerca de que solo los ricos, y
especialmente los superricos, se benefician de crecimiento económico. En opinión de
Piketty, este hecho no es una casualidad de las condiciones presentes, sino que refleja una
ley del desarrollo capitalista. Los capitalistas que obtienen pagos de intereses se llevan una
porción cada vez mayor de las ganancias del crecimiento económico y así aumenta la
diferencia entre ricos y pobres. A veces esta alarmante tendencia puede detenerse: guerras y
revoluciones ralentizan la acumulación de capital y aumentan la igualdad. Pero la tendencia
general hacia la desigualdad está clara y tiene que restringirse con altos impuestos sobre la
renta y la riqueza. La ley anteriormente mencionada, es a la cual Piketty introduce con su
tesis central que puede traducirse de forma sencilla, r es mayor a g. donde r es la tasa de
rendimiento del capital o riqueza y g es la tasa de crecimiento económico. Es decir, que, a
lo largo del tiempo, la renta que se obtiene a partir del capital-fabricas, negocios,
propiedades que rinden en promedio un 5% anual- tendera a ser mayor a la que se obtiene a
través del trabajo. Esto, invariablemente, llevara a una desigualdad cada vez mayor entre
ricos y pobres.

Thomas Piketty se pregunta en la introducción de El capital en el siglo XXI si el


capitalismo conduce inexorablemente a la desigualdad, como señaló Marx en el siglo XIX,
o si por el contrario la reduce en las fases avanzadas de desarrollo, como dijo Kuznets en el
siglo XX. Esta es la cuestión de la que parte el economista francés en una investigación que
analiza la evolución de la distribución de los ingresos y de la riqueza desde el siglo XVIII
hasta nuestros días. El resultado del estudio se puede resumir, haciendo un ejercicio de
simplificación extrema, en las siguientes cinco líneas: el capitalismo produce desigualdades
cuando la tasa de rendimiento del capital se mantiene por encima de la tasa de incremento
de la producción y del ingreso. Así ha sido durante todo el siglo XIX y parte del XX.
¿Ocurrirá lo mismo en el siglo XXI? Según Piketty no tiene por qué. El capitalismo se
puede (y se debe) regular sin necesidad de caer en el proteccionismo ni en el nacionalismo.

De entre sus ideas, la que más interés ha captado es la de que la desigualdad aumenta
cuando se cumple la ley propuesta por él. La historia demuestra que esta es una dinámica
natural en las economías de mercado cuando se las deja funcionar libremente. En el
apartado del libro y en sus diferentes ejemplos expresados en el podemos ver como con
diferentes ejercidos trata de demostrar mediante datos estadísticos las diferencias entre los
ingresos y las riquezas a nivel mundial y regional. Por ejemplo, tras analizar tres decenas de
países entre 1700 y 2012, Piketty concluye que, mientras la producción creció 1,6% de
media por año, el rendimiento de capital fue del 4-5% anual. Como consecuencia de este
diferencial, la participación del capital en la producción total tiende a crecer y, a largo
plazo, la riqueza se concentra en cada vez menos personas. Así es como funciona el
capitalismo.

‘’ Las resistencias de algunos investigadores no han conseguido, no obstante, evitar que


Piketty señale al uno por ciento de las personas más ricas como las principales beneficiadas
de este aumento sistémico de la desigualdad. Siempre que r > g, la riqueza de las familias
adineradas aumentará más rápidamente que el ingreso de los trabajadores. Veamos algunos
datos que dan cuenta de las implicaciones que tiene esta afirmación. Actualmente, el uno
por ciento privilegiados de la población de EEUU posee el 35% de todo el capital, mientras
la mitad más pobre no tiene más del 5% de la riqueza total. La distribución de las rentas del
trabajo está mucho menos concentrada, no obstante, mientras el uno por ciento acumula el
12% de los ingresos laborales totales, la mitad inferior de la población capta el 25% de las
rentas. No está mal. En Europa, pese a ser bastante más igualitaria, se aprecian las mismas
tendencias. (Solow, 2014)’’

Pero volvamos a la idea principal del libro. Decíamos al principio del artículo que,
haciendo un ejercicio de simplificación extrema, se podría afirmar que la tesis de Piketty es
que la desigualdad de la riqueza aumenta porque el rendimiento del capital r excede el
crecimiento de la economía g. Pero según el economista francés la diferencia entre r y g es
solo una de las fuerzas que explican la evolución de la desigualdad. Es importante para
entender por qué fue tan extrema antes de la Primera Guerra Mundial, pero por sí sola no es
capaz de explicar ni la creciente desigualdad en los ingresos del trabajo ni los cambios del
siglo XX ni las predicciones para el XXI.

Por tomarnos un espacio, podemos referirnos a ejemplos de reducciones de las


desigualdades en años anteriores. Por ejemplo, la excepcional reducción de la desigualdad
que ocurrió durante la primera mitad del siglo XX merece una explicación aparte. Desde
1700 hasta poco antes del estallido de la Primera Guerra Mundial, en Francia y Gran
Bretaña el capital nacional era aproximadamente siete veces el ingreso nacional, para caer
hasta los dos-tres puntos en el periodo de entreguerras. En EEUU, la relación entre capital e
ingreso también cayó después de 1910, salvo por un pico histórico en 1930, tras el estallido
de la crisis (Solow, 2014). En Europa se dio una “irrepetible” conjunción de factores que
configuraron tres o cuatro décadas de retroceso de la desigualdad: las altas tasas de
crecimiento económico y demográfico, la enorme destrucción de riqueza provocada por las
dos guerras mundiales y el Crac del 29, las inversiones de tipo keynesiano y las políticas
redistributivas que buscaban alejar el fantasma del comunismo del centro del viejo
continente. O en algunas de las políticas llevadas a cabo para confrontar el tema tratado y
estudiado por Piketty en su libro el capital. Pues estas políticas dieron lugar a un retroceso
sustancial de la desigualdad en Europa y EEUU hasta los años 70-80. Los ingresos de las
familias norteamericanas crecían más o menos al mismo ritmo que la economía. Después
de 1980, el Estado de bienestar se redujo considerablemente, así como la carga fiscal a las
rentas del capital y a la herencia, y la mitad más rica de la sociedad empezó a ingresar más
que la mitad más pobre. Como consecuencia, EEUU es hoy uno de los países avanzados
más desiguales.

Ante lo anteriormente propuesto del estudio de Piketty, y gracias a su iniciativa de estudiar


mediante su libro las desigualdades, demuestra que la distribución de la riqueza no tiende al
equilibrio en una economía de mercado, sino todo lo contrario. Propone que el
desequilibrio debe corregirse con políticas redistributivas. En este caso, la mejor opción
para atacar la desigualdad provocada por r > g es reducir r, que es lo que haría un impuesto
al capital. En el capital en el siglo XXI, el economista francés propone un impuesto
progresivo global (una utopía para el propio Piketty) o regional, del 1% sobre las fortunas
de entre uno y cinco millones de euros y del 2% por encima de esta cifra. El ingreso de este
impuesto en la UE generaría un 2% del PIB anual. Sin embargo, más importante que la
recaudación es la disminución del diferencial entre la tasa de rendimiento y la de
crecimiento en 1,5%, lo que reduciría el retorno neto del capital pudiendo llegar incluso a
desincentivar la acumulación de fortunas.
Algunos economistas tildan las medidas fiscales del libro de utópicas, y no solo en
referencia al impuesto global, que el propio Piketty reconoce que de momento es inviable,
sino también por lo que respecta a un impuesto regional, ya que existe un riesgo importante
de fuga de capitales incluso si se trata de un país grande como EEUU. La colaboración
internacional es, por tanto, indispensable. Por su parte, otros economistas aplauden las
propuestas de Piketty (que quiere gravar no solo la riqueza, sino también los ingresos y las
ganancias), y ponen el foco de las críticas en quienes sostienen que el libre mercado
garantiza el equilibrio en la redistribución de la riqueza. También, otros economistas se
preguntan si esa idea no es más que una construcción intelectual interesada defendida por la
ortodoxia, un tema que El capital en el siglo XXI no aborda.

Sin embargo, Piketty nos deja otras reflexiones valiosas. Reivindica, de acuerdo con otros
economistas, que la economía es una ciencia eminentemente social y critica el abuso de los
modelos matemáticos que, con frecuencia, esconden especulaciones que no responden a las
necesidades de la mayoría de las personas. De ahí que su estudio se base en la observación
de la historia y se centre en la desigualdad. Con un éxito prácticamente indiscutido, el libro
contribuye a desvelar que tras el aumento de la desigualdad y su desaparición de los
debates públicos están los intereses de las minorías privilegiadas. Ahora que conocemos el
problema, es hora de exigir a nuestros políticos que apliquen las soluciones.

En resumen, datos nos demuestran, que desde a mediados de los 80 la riqueza mundial ha
aumentado en promedio un poco más rápido que los ingresos, y las mayores fortunas
crecieron mucho más rápidamente que la riqueza media. Este es el nuevo hecho de que los
Forbes ranking nos ayudan a sacar a la luz, en el supuesto de que son fiables. En términos
generales, el hecho central es que el rendimiento del capital a menudo inextricablemente
combina elementos de la verdadera labor empresarial (una fuerza absolutamente
indispensable para el desarrollo económico), pura suerte (uno pasa en el momento
adecuado para comprar un activo prometedor a un buen precio), y el robo descarado. La
arbitrariedad de la acumulación de riqueza es un fenómeno mucho más amplio que la
arbitrariedad de la herencia. El rendimiento del capital es por naturaleza inestable e
impredecible y puede fácilmente generar ganancias de capital (o pérdidas) equivalentes a
decenas de años de los ingresos obtenidos.
Par terminar, debemos de entender que para las empresas su principal objetivo es
maximizar sus ganancias, y más que todo, en los países desarrollados y sobre todo en los
estados unidos de América. Diferentes estudios registrados afirman que la concentración de
la riqueza cada vez es peor, quedándose la minoría con las más grandes partes de las
riquezas de todo el mundo. Sin embargo siempre me quedo con la duda, de donde
provienen todas esas riquezas de esas personas adineradas, más allá de todas las
informaciones que tenemos sobre esto, las cuales son las heredadas y principalmente por
personas de negocios; creo que al saber esto, no violaríamos los derechos de algunas
personas de estas, al imponerles impuestos como sugiere Piketty, las cuales cuando sus
capitales provienen de emprendimientos y empresarios exitosos, el cual, al contrario
felicitar y augurar éxitos para ellos, ya que por medio de ellos se genera en el mundo miles
de empleos directos e indirectos; lo que hay que tratar de investigar y que quede de ante
mano, es de donde otras personas se llegan a adinerar tan rápido y se convierten en
personas incluidas dentro de los más ricos del mundo. También quiero aprovechar para dar
mis opiniones sobre cómo se puede regular estas brechas que se abren camino a lo largo del
tiempo de desigualdades, primero que todo se puede fomentar la ética, ya que creo también
estas diferencias en la sociedad vienen dadas por estos valores sociales; también limitar los
dineros que llegan a las campañas políticas, el cual de allí se convierten en personas de
poder sobre los demás; y por último, crear instituciones que tengan la capacidad de
controlar los capitales globalizados que llegan a las diferentes economías del mundo.
Finalizando quiero reconocer el mérito del economista Piketty, el cual consistió en haber
hecho una juiciosa investigación empírica sobre un periodo de más de dos siglos, haciendo
un cuestionario al postulado capitalista según el cual el crecimiento económico va de la
mano con la reducción de la desigualdad; sin embargo, logró demostrar que a lo largo de
los últimos años (medio siglo), lo que ha pasado es lo contrario, los niveles de desigualdad
han aumentado.

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

https://cronicon.net/paginas/Documentos/Piketty-El-capital-en-siglo-XXI.pdf

https://mises.org/es/library/desigualdad-capital-y-el-problema-de-piketty

https://www.elespectador.com/opinion/opinion/piketty-y-la-desigualdad-columna-613586
JOSE AGUSTIN ROMERO FREYLE

ECONOMIA REGIONAL Y URBANA

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