Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Investigadores:
Dagoberto Núñez Picado
Andrey Pineda Sancho
NOVIEMBRE, 2018
Agradecimiento a lectores y lectora:
Investigadores......................................................................................................................................... 4
Jornada .................................................................................................................................................... 4
Descriptores ............................................................................................................................................ 5
Línea de Investigación........................................................................................................................... 5
1. Introducción ........................................................................................................................................ 5
2. Justificación ........................................................................................................................................ 9
3.2. ¿De qué temáticas se suele debatir en relación con las masculinidades? ..................... 15
8. Cronograma ...................................................................................................................................... 72
ANEXO 1 ............................................................................................................................................... 83
1.2. Las nuevas sociedades saben, oscura o claramente, que crean sus propios modos de
vida de forma autónoma ................................................................................................................. 94
1.3. Incertidumbres sobre los efectos para la vida espiritual de personas y grupos de la
emergencia de sistemas de creación y libertad en la sociedad contemporánea .................. 95
2.1. Dinámica del mito según mundo socio-laboral en tanto “poder organizador” de vida .. 98
4.1. Legado de las tradiciones religiosas después de la religión agraria .............................. 101
Investigadores
Nombre completo Correo electrónico Especialidad Función
Jornada
Investigador Cédula Unidad Grado Categoría Jornada
Académico profesional
Descriptores
MASCULINIDADES, RELIGIOSIDADES Y ESPIRITUALIDADES: prácticas y
SIGNIFICACIONES; dimensiones interseccionales del ser humano; relatos autobiográficos,
hombres jóvenes y adultos costarricenses.
Línea de Investigación
AXIOLOGÍA RELIGIOSA: Religión y procesos de cambio socio-cultural en Mesoamérica.
Información adicional
El proyecto se realizará en el marco del Programa de Globalización, Cultura y Desarrollo
(PROGLOCDE) del Centro de Investigación en Cultura y Desarrollo.
1. Introducción
Este proyecto de la línea de investigación sobre Axiología Religiosa del CICDE contempla la
necesidad de establecer las características propias (de ruptura y /o continuidad) en las
formas centrales de vivir y entender la masculinidad, la religiosidad y la espiritualidad de
hombres campesinos costarricenses, conforme a experiencias, comprensión y proyectos de
vida derivadas de sus autobiografías1 y analizadas desde la perspectiva crítica al patriarcado
religioso.
El propósito general estriba en identificar cómo interactúan y se articulan tres componentes
claves en la vida de nuestros sujetos de estudio: sus espiritualidades, religiosidades y
masculinidades. Esto, con miras a examinar dos grandes aspectos: por una parte, las
características conceptuales, estructurales y las funciones socio-políticas que a través de
estas nociones presentan estos sujetos en sus relaciones cotidianas según los momentos y
espacios biográficos y sociales presentes en sus relatos. Y por otra parte, visualizar al interior
del grupo en estudio –como un todo—algunos rasgos diferenciadores de sus prácticas,
proyectos y expectativas existenciales particulares, así como en sus esquemas
1
Nos referimos a todo el material de autobiografías campesinas publicadas por la Escuela de Planificación y Promoción Social.
Autobiografías campesinas. 1979. Tomo I-V. Heredia: Costa Rica. Editorial EUNA. Lo publicado es una muestra pequeña (27
relatos) respecto de la totalidad del material (833 relatos), de los cuales alrededor de 330 son historias de vida de hombres
relacionados con el trabajo campesino.
Page |6
decir, alejados de las formas convencionalmente religiosas que han caracterizado nuestro
pasado, ¿qué diferencia esencial cabría hacer –según las experiencias de estos hombres
costarricenses (de su pasado y presente)– en sus materializaciones simbólico-religiosas-
espirituales y de masculinidades, según los contextos en los que se desarrollaron socio-
culturalmente?
Podríamos reformular la cuestión desde el punto de vista antropológico, histórico,
epistemológico y socio-cultural, interrogando:
• ¿Qué hay en la estructura humano-social de estos sujetos masculinos–de su conocer
o representar, de su sentir o imaginar— en materia de religiosidad, espiritualidad y
masculinidad?
Al interpretar lo que estos antepasados inmediatos masculinos denominaron “espiritualidad”:
¿qué influencia –determinante o no—han tenido algunas estructuras sociales, como por
ejemplo la estructura familiar de estos sujetos? Y, ¿cómo influyen estas estructuras para
condicionar sus inclinaciones hacia determinadas formas de vivencia y reproducción
masculina y religioso-espiritual?
• En tanto analistas nos preguntamos, ¿cómo es que estos hombres asocian –
conscientemente o no—sus prácticas, representaciones de “espiritualidad” y de “religiosidad”
con sus prácticas y representaciones de masculinidad? Y, ¿qué diferencias podemos
destacar –a lo largo de su vida—entre las principales formas en que asocian sus prácticas,
representaciones de espiritualidad?
Siguiendo a M. Corbí, hemos de recordar que lo que nuestros antepasados llamaban
espiritualidad no solo era consecuencia de su forma mítica de pensar y de sentir, sino que
sus afirmaciones religiosas y espirituales también modelaban, una cierta dimensión de “lo
real” (Corbí 2008, 80); es decir tenía para ellos un carácter epistemológico fundamental:
apelando esencialmente a la dimensión no inmediatista (incluso no utilitaria) para “ir más allá”
de lo que impone el sentido común de la vida ordinaria. Siguiendo a Corbí, se entiende que
las sociedades modernas se diferencian esencialmente de las tradicionales –en cuanto a la
forma con que a partir de su producción simbólica se enfrenta a la realidad-- por no aportar
una epistemología dominantemente mítica en su interpretación de la realidad social; en la
sociedad moderna la fuente de interpretación de la realidad está basada en la ciencia y la
tecnología, tendencialmente. No consideramos que se trate de algo plenamente consumado,
Page |8
al menos en nuestro contexto. Pero no podemos dejar de entender que tendencialmente eso
es efectivo y actual en cierta medida, en nuestro contexto.
Profundizando en su análisis, Corbí nos lleva al debate polarizando –para resaltar su
mensaje—la participación del ser humano (y valorando la dinámica de cambio socio-cultural
que opera) en el paso de sociedades basadas en relaciones de producción dominantemente
agrarias hacia aquellas sociedades basadas en la continua indagación científica de la
realidad mediante la ciencia y la tecnología: esto, para destacar la diferencia que él considera
esencial entre el modo en que opera la vida contemporánea en alto contraste con los estilos
de vida anterior. Esta correlación entre las formas de producción-para-vivir y la
materialización simbólica con que los seres humanos interpretamos nuestra realidad, resulta
clave en nuestro planteamiento; de hecho, el tema gira en torno a la pregunta de cómo lo
seres humanos producimos discursos y prácticas religiosas, de espiritualidad (en el pasado y
del presente) en la dinámica de cambio socio-cultural.
La principal consecuencia que extraemos de las reflexiones de Corbí (1983) y Robles (1992),
en el nivel más general y orientador, estriba en la aproximación teórica según la cual el
cambio en el contexto socio-cultural, desde el punto de vista de sus alcances religiosos y de
espiritualidades, en nuestro medio ha trastocado las condiciones mismas (la estructura
fundamental) desde la cual se apreciaba el ser humano – a sí mismo—en tanto que sujeto
de creencias: podemos decir que la nueva sociedad del conocimiento que se abre e insinúa
en el horizonte, supone un nuevo escenario en el cual el sujeto-humano adquiere un
protagonismo sin precedentes, en términos electivos dentro del campo simbólico-espiritual-
religioso. Lo anterior no quita que las personas sigan apostando por un imaginario mágico en
el que las cosas suceden por “voluntad de Dios” (accidentes de tránsito y toda clase de
fenómenos atmosféricos como tornados, inundaciones y otros). Pero surgen otras
interpretaciones derivadas de las ciencias que influyen en la vida cotidiana y esto introduce
cambios en las percepciones llevando a ideas y posiciones que en el pasado eran
radicalmente impensables, ni discernibles siquiera, dadas las condiciones mítico-religiosas
dentro de las cuales –domésticamente—se agotaba el horizonte de sentido existencial.
Sobre esta sospecha general retornaremos adelante. Lo importante por ahora estriba en
dejar subrayado que esta diferencia fundamental entre las formas de producción axiológica
del pasado respecto de las formas presentes, representa un punto de inflexión en la historia
Page |9
2. Justificación
Dado que vivimos en un medio aún signado - aunque cada vez con menor intensidad - por la
impronta de los valores e imaginarios cristianos; legado de más de 500 años y que está
vigente fuertemente por la influencia de la religión oficial. Muestra de tal herencia en
instancias de la vida institucional nacional es la educación religiosa como espacio público
utilizado para reforzar patrones de divinidad masculina con pleno ejercicio del poder, el juicio,
la condena, el castigo, el perdón y la salvación, en el que la mayor parte de la población se
identifica siquiera nominalmente como cristiana o creyente religiosa. Es relevante concederle
un espacio importante en nuestra investigación al papel que jugaron las expresiones
religiosas, de espiritualidades y masculinidades de hombres campesinos en la producción y
P a g e | 10
reproducción de del orden patriarcal, durante el Siglo XX. Con las consecuencias, hasta hoy,
en el contexto nacional de violencias de género en contra de las mujeres3.
Ello se justifica en virtud del, para nada es aparente, más bien visiblemente descarada
persistencia del conservadurismo de cuño católico pero también de la actual arremetida de
los fundamentalismos religiosos de origen evangélico. En algunos temas, particularmente los
que se circunscriben al control de los cuerpos, la reproducción, lo erótico y esto con la carga
indiscutible de género que le es intrínseca.
El acercamiento, sin embargo, no solamente procurará recoger la influencia de estas formas
culturales “dadas”, que de momento podemos catalogar como religiosas, sobre los modos de
vivir y entender la masculinidad, sino que al mismo tiempo estará abierto a captar el papel de
la espiritualidad o de las espiritualidades en los contextos vitales de los hombres que serán
considerados en la investigación.
Yendo a los estudios antecedentes, es sumamente llamativa, la nula importancia que vemos
–en toda la bibliografía consultada (Olavarría, por ejemplo) – durante dos décadas de
investigación de masculinidades, en la temática de las espiritualidades en hombres, dentro
del ámbito latinoamericano y regional. Nos preguntamos: ¿es que el tema de las
espiritualidades no representa –en nuestra región– ningún desafío para las identidades
masculinas? Solo ver planteada la cuestión, inmediatamente creemos que el vacío mismo es
elocuente, en el sentido de que si la espiritualidad no ha sido tema que inquiete demasiado
contemporáneamente a estudiosos y estudiosas de las masculinidades, esto revela un dato,
en sí mismo4. Quizá se da por sentado que Dios es masculino y que los hombres son sus
representantes legítimos, lo que parece ser incuestionable y por lo tanto cierra las
posibilidades a una discusión al respecto.
Lo anterior es así, mientras en la ladera contraria observamos cómo el patriarcado invierte
muchas energías, inocula miedos, en hacernos creer a los hombres que la igualdad nos
llevaría a perder como hombres cierta “felicidad” que nos ofrece el sistema. El patriarcado
3
No pocas de las observaciones críticas de orden feminista en contra de micro-y-macro políticas de violencia (femicidios
relacionados con relaciones indebidas, violencias por razones étnicas, etáreas, de diversidad sexual, etc.) se las debemos a la
Profesora Kattia Isabel Castro quien nos hizo la gentileza de leer nuestro trabajo y darnos sus observaciones. Las asumimos en la
medida en que abonan elementos del contexto histórico y social de la crítica feminista.
4
Como caso excepcional vale señalar el trabajo de Solís Mario y otras (2008) Microsociología de la interacción y constitución del
sí mismo en la vivencia comunitaria neopentecostal. Revista Actualidades en Psicología, N° 22, 2008, 19-42. Escuela de Estudios
Generales. Universidad de Costa Ric. https://revistas.ucr.ac.cr/index.php/actualidades/article/view/19/21
P a g e | 11
5
En momentos como los inmediatos (Setiembre, 2018) en que la Iglesia está facilitando conversaciones relacionados con la huelga
por la crisis fiscal, son clérigos y no laicos expertos los que son autorizados por el catolicismo para propiciar el espacio de
encuentro y diálogo entre Sindicatos y Gobierno.
P a g e | 12
pocas personas les parece absolutamente inadecuado pensar a la divinidad como mujer, y
mucho menos llamarla “Diosa Nuestra”6.
Sabemos que develando las máscaras, las excusas e imposturas, de las masculinidades
hegemónicas, estaremos mejor enrumbados. A veces la realidad es tozuda para quienes
pretenden cambiarla desde esquemas igualmente “tozudos”. A medida que sepamos
diagnosticar la naturaleza del fenómeno, en vez de pretender “vencer” algunas de sus
manifestaciones coyunturales o periféricas. La idea estriba en tratar de acceder a las raíces
del problema que investigamos.
En el fondo acudimos a este estudio, con la convicción de que se trata de un problema
eminentemente práctico: se trata de una cuestión cotidiana, de la que ignoramos casi todo,
en el campo de los estudios de masculinidades. Asimismo, es un fenómeno que pasa por las
formas complejas con que se enraízan fenómenos culturales (las espiritualidades y/o
religiosidades vividas), en nuestros contextos sociales patriarcalizados; parte ineludible de un
pasado histórico-cultural, al que haríamos mal en ignorar. De ahí nuestro esfuerzo por
contribuir a lo que hemos denominado “patriarcado religioso” como fenómeno socio-teológico
complejo.
En nuestro estudio nos preguntamos si en el tramo completo de la vida narrada por
campesinos –durante el siglo XX—existieron formas de articulación relevante entre las
masculinidades y sus espiritualidades: ¿qué características presentan estas masculinidades,
religiosidades y espiritualidades? ¿Podríamos identificar alguna diversidad (tipológica) en
esas articulaciones de espiritualidades, religiosidades y masculinidades?
Nuestro estudio se inscribe en línea con la afirmación de Aguayo y Nascimento (2016) para
quienes en América Latina se siguen presentando “grandes niveles de desigualdad de
género, altos índices de violencia contra las mujeres y homo-lesbo-transfobia”. Hacemos eco
de la búsqueda de respuesta a la necesidad especial de investigación crítica en
masculinidades y género y transformaciones profundas, a nivel sociocultural y de las políticas
para cuestionar y transformar el patriarcado religioso, el machismo latinoamericano, así como
6
A pesar de que fue de común circulación la versión contraria durante milenios según la versión sustentada de R. Eisler en su obra
(2010) El cáliz y la espada. Pax México. México.
https://bibliotecamujernaturalyenergiafemenina.files.wordpress.com/2015/09/eisler-riane-el-caliz-y-la-espada.pdf Ver, Tamayo,
J.J. y Salazar Benítez, O. (2016). La superación feminista de las masculinidades sagradas. ATLÁNTICAS-Revista Internacional
de Estudios Feministas, 1 (1), 213-239. doi:
http://dx.doi.org/10.17979/arief.2016.1.1.
P a g e | 14
3. Estado de la cuestión
Vamos a realizar un recorrido por la bibliografía más directamente vinculada a nuestra
temática. Es decir, buscaremos la que al ir llenando el concepto de masculinidad que remite
nexos importantes entre dicho concepto y nociones de religión y/o espiritualidades, que le
son asociadas por estudiosas y estudiosos de la temática.
Retraídos al ámbito nacional, Mauricio Menjívar (2012) siguiendo el juicio de dos destacadas
psicoanalistas argentinas, Mabel Burín e Irene Meler (2000), expresa que “uno de los
balances que se pueden extraer del proceso reflexivo emprendido por ciertas corrientes de
P a g e | 15
“(…) la perspectiva unidireccional con que encaraban su objeto de estudio. Una de las
limitaciones consistía en que enfocar exclusivamente el problema de las mujeres lleva a
no tener una visión de conjunto, ya que el otro no es pensado, significado ni
deconstruido” (Menjívar 2012, 3).
Resume Menjívar que se perfila ya una “corriente más abarcadora e incluyente” (después de
la autocrítica de las autoras) en la medida que se “incorporó la dimensión relacional entre
varones y mujeres”. Y agrega, que “al mismo tiempo que se desarrollaba esta reflexión a
partir de la categoría de género, un pequeño número de hombres inició el proceso de
cuestionamiento sobre la condición masculina” (2012, 2).
3.2. ¿De qué temáticas se suele debatir en relación con las masculinidades?
Con Aguayo (2016) y Menjívar (2012) podemos observar una creciente producción y
acumulado sobre diferentes temáticas relacionadas al machismo, los hombres, el género y
las masculinidades en el contexto latinoamericano y caribeño: diferentes aportes teóricos y
metodológicos, en el campo de las ciencias humanas y sociales en países como Argentina,
Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, México, Nicaragua, Perú y
Uruguay, entre otros, en diálogo con otros países y continentes. Aguayo y Nascimento (2016)
observan “un enorme avance” en la producción teórica y de investigaciones sobre la
diversidad sexual LGBTQ, acerca de hombres gays, transexuales, bisexuales, travestis,
abordando la discriminación y violencias homolesbotransfóbica; el estigma alrededor de
prácticas homoeróticas; y el papel de la homofobia en la construcción de las masculinidades
y de las discriminaciones sociales e institucionales. En estos avances ha sido clave la
agenda del movimiento LGBTQ.
implica un conjunto de aspectos que influyen en la construcción del concepto y supone una
evolución que aún está al debate y el discernimiento histórico-social. Iniciaremos con un
tratamiento conceptual introductorio.
En ese sentido entre los autores que se han esforzado por definir masculinidad hallamos
distintas interpretaciones, conforme a énfasis y criterios diversos. Aprovechamos las
nociones más próximas a nuestro objeto de estudio. Una línea de definición general (incluso
de interés escolar introductorio, para efectos introductorios) es la que ofrece Michael Kimmel
(1997), el cual considera que la masculinidad no proviene –de modo absoluto—de la
estructura biológica, sino que se crea y recrea vigorosamente en la cultura y que puede tener
distintos significados según el momento y el contexto cultural; para él la forma en la que un
hombre sepa el significado de lo que es “ser hombre” parte de cierta construcción bipolar: por
una parte, según su cultura coloca su propia definición de hombría, mientras que, por otra
parte, aquella se opone a otras definiciones provenientes de otros grupos como minorías
raciales, sexuales y de las mujeres, de modo especial. Se trata entonces, de un concepto en
conflicto y no reductible al ámbito biológico.
Ana Amuchástegui (2006), por su parte, afirma el uso del término de “masculinidad” como
errático y diverso, y por ello introduce la discusión, con cautela, el debate de los conceptos
masculinidad o masculinidades. Ella menciona que “el concepto de masculinidad(es) implica
la existencia de una o más entidades discretas que agrupan una serie de características
(sean actitudes, comportamientos o ideas) observables en ciertas personas o grupos”
(Amuchástegui 2006, 172). En consecuencia, del análisis que hace esta estudiosa se sugiere
que la manera de formarnos una idea de masculinidad particular es a partir de determinados
grupos, pero plantea una paradoja: ¿cómo podemos identificar la masculinidad de un grupo
sin tener la idea de masculinidad?
Ella establece que, a pesar de los esfuerzos por hablar de “masculinidades” diversificándola
y haciéndola plural, se ha estado construyendo una contradicción debido a que la
masculinidad tiene características culturales e históricamente diversas. Esto nos parece de
suma importancia debido a que nuestra aproximación a la temática está relacionada con la
pregunta sobre si se ha operado o no un cambio en las prácticas y significaciones de
masculinidad en hombres campesinos costarricenses del Siglo XX, lo que tendría implicación
y autorizaría para hablar de “masculinidades” o incluso, de “itinerarios de masculinidades”
P a g e | 17
Es debido a lo anterior, que nos orienta la necesidad –por parte de Connell R.W (2003)—de
analizar el problema y la complejidad del concepto de masculinidad, desde la categoría de
género para referir a los hombres o a lo masculino siempre y cuando se tome en esta
referencia el hecho de que los hombres o lo masculino se reconozca como una construcción
cultural, relacional (Connell, 2003). De esta manera el análisis de género se presenta como
una categoría relacional, debido a que su principal función es la apreciación de diferencias
que incluyen jerarquías entre los términos masculino y femenino, mujeres y hombres,
masculinidad y feminidad, etc.
En línea con la vertiente vertical de masculinidad (la que se ejerce y produce en relación con
la victimización cotidiana de las mujeres) la masculinidad patriarcal es vista como aquella
conducta y estructura ideológica donde se decide y modelan atributos, valores, funciones y
conductas que se suponen intrínsecas –en cuanto forma legitimada—al varón en una cultura
determinada. Así, el perfil de la masculinidad patriarcal, a la luz de algunas investigaciones
particulares, recoge los mandatos o roles masculinos (desiderátum) convocados: las autoras
Badillo Mariana y Bárcenas María del Pilar (2013, 50) en su estudio recogen los siguientes
términos bastante popularizados; lo que no significa que solamente sean concepciones de
masculinidad privativas de los pueblos, sino ilustrativas de su generalización: Estas
categorías están bastante vinculadas con los llamados “macro machismos” que se enuncian
como sigue:
Reyes: todo lo merecen aunque sin ningún mérito más que el de ser hombre (resulta
muy representativa la canción de José Alfredo Jiménez, El Rey: “con dinero y sin
dinero, yo hago siempre lo que quiero, y mi palabra es la ley. No tengo trono ni reina,
ni nadie quien me comprenda, pero sigo siendo el rey”
Mago: todo lo sabe y lo puede resolver, se cree el proveedor por excelencia.
El Don Juan: conquista, enamora y tiene una gran capacidad preñadora. Se da gran
importancia al ejercicio de la sexualidad genitalizada, olvidando por completo la
dimensión integral de esta. Sería importantísimo poner en evidencia la cantidad de
hombres que embarazan mujeres y paso seguido desaparecen para no asumir las
P a g e | 20
• Todopoderoso: se refiere a que el hombre debe ser muy trabajador, buen proveedor
en casa, soluciona bien todos los problemas, asume riesgos, es agresivo y asertivo. No es
dependiente, logra una sexualidad separada del afecto.
• Tomador o bebedor: es reconocido como más hombre aquel que toma más y
“aguanta” más, y por lo tanto, quien menos toma es el más débil lo cual se opone a la
fortaleza necesaria de ser hombre.
Consideramos imposible pensar la masculinidad dominante sin observar cómo articula sus
posiciones en función del ataque y la descalificación de las causas que abraza el feminismo7.
Como se verá más adelante—también en contra de las alianzas que realizan con mujeres
7
Para el caso nacional (Costa Rica) es llamativo el liderazgo de algunos abogados y grupos masculinos –como el liderado por el
Licenciado Pedro Beirute—en su proceso de consolidación de posiciones montadas sobre el ataque legal en contra de los avances
que va conquistando el feminismo local, como son las luchas a favor del respeto por el derecho de las mujeres a decidir entorno a
los asuntos que le atañen desde sus propios cuerpos (aborto, preferencia sexual, inseminación in vitro, etc.). En la última campaña
política el Sr. Beirute concentró su embate hacia el INAMU (Instituto Nacional de las Mujeres): http://anti-
inamu.blogspot.com/2017/06/pedro-beirute-aboga-por-un-ministerio.html
P a g e | 22
“El poder social de un blanco pobre es diferente del de uno rico, el de un negro de clase
obrera del de un blanco de la misma clase, el de un homosexual del de un bisexual o un
heterosexual, [...] Los hombres generalmente tienen privilegios y poder relativo sobre
mujeres en el mismo grupo, pero en la sociedad en conjunto las cosas no siempre son tan
claras” (Kauffman 1997, 74)
8
Mención e investigación aparte merecería el estudio de la reproducción patriarcal operada por mujeres cuyas causas y vidas se
caracterizan por ejercer alianzas estratégicas –no siempre inconscientes—a favor del régimen patriarcal y de la masculinidad
hegemónica. Sobre el tema, por lo demás enormemente complejo, es muchísimo más lo que desconocemos que lo que podríamos
decir aquí. Se sale, en todo caso, de nuestra intencionalidad investigativa.
P a g e | 23
Por lo tanto, para este autor la masculinidad se experimenta de distinta manera por
diferentes hombres; el poder con el que cuentan es relativo y, en consecuencia, no existe
una masculinidad única en vista de las distintas cuotas o grados de poder que efectivamente
se distribuye. Detrás del enfoque de Kauffman sobre la noción de la condición
interseccionada del ser humano (masculino) priva una concepción de masculinidad. Y, en
varios autores puede hallarse cómo la noción masculinidad tiene distintos significados según
diversos factores: siguiendo a Huerta (1999) la conceptualización de la masculinidad en su
complejidad interseccional, se muestra de la siguiente manera:
Con Connell (2003) vale recordar que la vertiente horizontal observa cómo hombres que
ostentan la masculinidad hegemónica se convierten en custodios de valores considerados
como la “verdadera y única” masculinidad frente a otros hombres cuyas masculinidades
podemos categorizar como “contra-hegemónica” (caso de población gay o trans) o no
hegemónica (en el caso de hombres opuestos o no alineados con la masculinidad
hegemónica).
P a g e | 24
Estamos frente al fenómeno de violencias ejercidas por hombres que ostentan una
masculinidad hegemónica en contra de otros hombres –a sus vez—cultivadores de otras
formas diversas de identidad de género. Asimismo, la vertiente principal de esta
masculinidad tóxica torna amenazante los avances en Derechos Humanos de las mujeres,
para sí. Aquí la cuestión apunta al hecho de que el carácter “amenazante” detectado en
varones de masculinidad hegemónica puede comprenderse desde los privilegios que le son
cuestionados.
A propósito retornemos a lo que nos plantea Connell (2003, 109-122) cuando caracteriza
variaciones en el fenómeno de la masculinidad conforme a una tipología comprensiva de su
compleja transitividad de formas así como con derivaciones identificables según las
violencias/privilegios interseccionales que ampara.
• Hegemónica: aquella que siempre ocupa la posición dominante de los hombres y que
asegura la subordinación de las mujeres; lo cual no considera necesariamente únicamente el
poder monetario, político u otro; ocupa exitosamente su posición de autoridad.
• Marginada: surge como consecuencia de las relaciones no sólo de género, sino con
las estructuras de clases y razas. La marginación, explica Connell, será relativa a la forma en
que la masculinidad hegemónica ejerza su autoridad en el grupo que domina. Los varones
pertenecientes a grupos étnicos son un ejemplo de las masculinidades marginadas. Es así
como según el autor, la manera en que se construye la masculinidad, se basa en el tipo de
relaciones que se establece con distintas personas de acuerdo a un contexto distinto, sin
embargo, menciona también que la masculinidad tiene un proceso y en este proceso es en
donde se determinan ciertas actitudes que van reafirmando la masculinidad.
Cuando se habla de masculinidades cabe también ubicar la diversidad de los hombres con
discapacidades diferentes, los hombres indígenas, afrodescendientes y por supuesto los
hombres gays, transexuales etc. Podemos decir que aunque los rasgos señalados pueden
también ser parte de la vida de estos hombres su condición interseccional predominante
podría operar formas de masculinidades tendencialmente distintas respecto de la
masculinidad dominante.
• Definiciones positivistas: este enfoque define la masculinidad como: “lo que los
hombres son en realidad” (Connell 2003, 105). La definición es la base del análisis
etnográfico que describe el patrón de vida de los hombres en alguna cultura y a esto se le
P a g e | 27
llama patrón de masculinidad. Connell señala tres problemas. Primero cuestiona que pueda
existir una descripción sin un punto de vista. Las descripciones que se hacen en este tipo de
definiciones se realizan conforme a suposiciones que se tienen de lo que es femenino o
masculino. Segundo, que para hacer una lista de las actividades de hombres y mujeres, se
necesita catalogar primeramente a las personas en actividades de “hombres” o actividades
de “mujeres”. Y el tercer problema es que definir la masculinidad como “lo que los hombres
son empíricamente” no considera que algunas veces se les llama a las mujeres “masculinas”
y a los hombres “femeninos”; así mismo, tampoco se podrían explicar las acciones que se
llaman actitudes “masculinas” o actitudes “femeninas” sin que sea importante quien las
ejecute. Por lo tanto, las palabras “masculino y femenino” van más lejos de la diferencia
sexual, no se puede limitar a hablar de lo que es “de los hombres” y de lo que es “de las
mujeres”. Como Connell (2003) subraya, tanto “masculino” como “femenino” son conceptos o
categorías relacionales; uno sin el otro, resulta incomprensibles en su compleja dinámica
socio-cultural.
útil para el análisis cultural, sin embargo, tiene un alcance limitado, pues, para poder manejar
el amplio rango de cuestiones relacionadas con la masculinidad necesitamos formas para
referirnos a otro tipo de relaciones: por ejemplo, a las que se dan en los ámbitos de la
producción y el consumo; en ámbitos de las instituciones y el medio ambiente natural; en
ámbitos de luchas sociales y militares, ámbitos todos que están ligados al género (Connell
2003, 108). Para un nivel de análisis según el cual es fundamental establecer los sistemas de
signos (verbales y no verbales) que están en juego en una situación o relación inter-humana
(social/cultural) como el de las relaciones de género, la determinación de los significados
desde una lectura contextual de sus significantes resulta importante (Hall, 2003) pero más
allá de llenar esta valiosa necesidad el enfoque semiótico requeriría ser complementado con
análisis estructurales y socio-históricos que vayan más allá del interés descriptivo.
Entendemos para ello que los grandes procesos de transformación y transición socio-cultural
de la vida espiritual y de la condiciones de masculinidades de hombres costarricenses han
venido sucediéndose a tono con el mundo occidental y puede ser auscultado en historias de
vida de estos hombres porque desde los comienzos de la modernidad, han tenido
P a g e | 29
No obstante estar influido por una concepción positiva del cambio sociocultural, nuestro
acercamiento al problema está muy lejos de querer mostrar el socavamiento contemporáneo
del orden patriarcal como un “estado de cosas” plenamente consumado. Antes, nos interesa
dar cuenta del proceso en pleno acto de conformación pero también de los “obstáculos
creativos” que el propio orden patriarcal, y los agentes e instituciones sociales que mejor lo
encarnan, le plantean a su avance.
A pesar de los cambios y de los conocimientos contemporáneos, que tanto a nivel práctico
como teórico han mostrado la cuasi absoluta maleabilidad histórica-cultural del género y su
no-dependencia del sexo biológico, la masculinidad y la feminidad tienden a seguirse
presentando como las dos únicas posibilidades de socialización e identificación genérica
disponibles y legitimadas.
Hoy día lo masculino y lo femenino no sólo siguen ocupando un lugar arquetípico en los
procesos de socialización de los agentes sociales (según su sexo biológico de nacimiento),
sino que de manera correlativa siguen dando pie a la reproducción de relaciones de
dominación, subordinación, y desigualdad entre hombres y mujeres. Como tendencia, de
cierto no incólume pero sí resistente a los cambios, los hombres, en tanto portadores de “lo
masculino”, seguimos ocupando un sitio dominante dentro de los ordenamientos
sociopolíticos y culturales contemporáneos.
Nuestro abordaje se enmarca dentro de las teorías y estudios de género. Consecuente con
dicho linaje, concibe a la masculinidad no como una esencia identitaria inmutable ligada a un
sexo biológico particular, sino más bien como una forma específica de estar, actuar y
posicionarse dentro de las relaciones de género. Esta forma es histórica, contingente, y
admite múltiples expresiones.
violencia? (2009). Arriba señalamos que la pregunta del académico, formulada una década
atrás, en torno de las temáticas con las que se suele establecer una relación propia de la
investigación en materia de masculinidades, nos llama la atención por una ausencia; la
espiritualidad/religiosidad no figura en la agenda temática de investigación sobre
masculinidades en vínculo con el tema de las espiritualidades sin interés explícito.
Este aspecto resulta particularmente significativo, siendo que el elemento religioso es uno de
los mayores referentes de sentido e identidad para las personas latinoamericanas por los
largos procesos de socialización y adoctrinamiento católico principalmente. Habría que
sospechar de la no inclusión del aspecto religioso en dos sentidos, no considerarlo
importante o en su defecto, obviar el aspecto para evitar la confrontación con uno de los
espacios con más poder simbólico en el medio social. Además que al hacerlo se deben
cuestionar los condicionamientos culturales de lo que en muchas veces se consideran
“verdades eternas y reveladas” y por lo tanto evitarse conflictos.
Por convención del régimen patriarcal “los hombres son de la calle” y las “mujeres de la
casa”. De esta convencionalidad de la identidad pública de los hombres se deriva la pregunta
por el carácter de su experiencia religiosa, suponiéndose que la tenga. Podríamos
preguntarnos si en sus experiencias religiosas y de espiritualidades estos varones disociarían
su identidad pública. Imaginar que dentro del régimen patriarcal heteronormativo las
prácticas y simbologías espirituales de los varones –al menos en el espacio público—
puedan ser idénticas a los que exhiben las mujeres, suena problemático. Si se observa al
contemplar la distribución de hombres y mujeres en los templos católicos, durante actos
religiosos dominicales, al menos en parroquiales con una fuerte tradición campesina, se
constata la tendencia de los varones a mantenerse distantes respecto del altar, incluso –
muchos de ellos—tienden a permanecer cerca de las puertas, en los umbrales de la entrada
del templo (Aubry 1973).
Lo anterior conduce a que debatamos en torno del concepto de espiritualidad que nos
interesa. Sobre todo, conviene tener presente que dicho interés está signado por la
búsqueda de articulación con nociones de masculinidad. Es ineludible no reflexionar sobre el
impacto que pudo tener la construcción de una divinidad representada como masculina, que
a su vez delega a seres masculinos para ser sus legítimos representantes y donde quedan
excluidas las mujeres. Cuando alguna mujer entra en escena en el discurso religioso, lo
hace para mostrar cómo se es una buena mujer, léase madre abnegada y esposa fiel,
siguiendo el ejemplo de la Virgen María. Otras mujeres que pueden aparecer alguna vez en
el discurso religioso, están vinculadas a vidas de dudosa reputación, siempre asociada la
mala reputación con el ejercicio de la sexualidad (prostituta, amante, seductora), que se
convirtieron de su vida de pecado para entregarse al servicio de los más pobres.
Recordemos que la lectura bíblica que recupera la participación de las mujeres en el
ministerio de Jesús y que reconoce su liderazgo en las primeras comunidades cristianas, es
muy reciente y sigue siendo un conocimiento reservado a un grupo privilegiado de personas
que tienen tiempo para estudiar la Biblia.
Las predicas de los curas sobre textos bíblicos ya misóginos, por sus condicionamientos
culturales, fueron abonados por interpretaciones y puntos de referencia igualmente
discriminatorios. La sumatoria de estos hechos viene a reforzar y perpetuar con elementos
religiosos, y por ende con un importante grado de autoridad, la posición privilegiada de los
hombres en la sociedad.
A modo de ejemplo hay que citar que en la iglesia católica existen 36 personas consideradas
doctoras. Los primeros doctores fueron designados en 1295. Las cuatro mujeres debieron
esperar una importante cantidad de tiempo para que sus aportes fueran reconocidos
P a g e | 34
oficialmente. Santa Teresa y Santa Catalina fueron proclamadas doctoras por Pablo VI en
1970, Santa Teresita de Lisieux en 1997, por Juan Pablo II, e Hildegarda de Bingen por
Benedicto XVI, en 2012. ¿Cuánto interés real tiene la jerarquía de la iglesia católica en
promocionar a las mujeres? Resulta interesante la escasa divulgación que se le ha dado a
los nombramientos de estas mujeres; lo que quizá sea una medida de precaución para no
exponerse demasiado y evidenciar su patriarcalismo religioso que en el fondo no quiere
ceder al reconocimiento pleno de la humanidad de las mujeres porque los cambios que esto
acarrea son de grandes dimensiones en una comunidad tan vertical, autoritaria y excluyente
como la jerarquía católica.
Otro dato a tener en cuenta es el debate en torno a la figura de María Magdalena dentro del
cristianismo y la forma en que su liderazgo se ha visto cuestionado por su supuesta conducta
sexual, pues durante años se ha asociado a María Magdalena con la mujer prostituta que
lava los pies de Jesús y los seca con sus cabellos en señal de arrepentimiento por su vida de
pecado. No fue sino en el año 2016 que se quiso rescatar a María Magdalena de siglos de
condena por su vida de pecado bajo los cuales se ocultó la relevancia de su figura en el
movimiento cristiano primitivo.
En una primera acepción espiritualidad puede ser comprendida como “ethos”, como cuando
se habla de la espiritualidad del capitalismo (Dussel, Hinkelammert, etc.). También es de uso
común el término espiritualidad como misticismo; es decir, tal como dentro de cierta tradición
religiosa alguien interpreta su “experiencia” sobre Dios (cualquiera sea la concepción) en su
vida. Esta acepción suele ser típica de las formas connotadas de espiritualidad dentro de las
iglesias. Una tercera acepción de espiritualidad la identifica como religiosidad (Simmel, 1918)
y finalmente, espiritualidad puede concebirse como la vivencia humana intensa que torna
capaz a alguien para superar o sobrepasar límites o limitantes.
Atrás observamos con qué se corresponden los contenidos básicos de estas acepciones de
espiritualidad apenas descritas; especialmente, el modo particular cómo se articula dicho
concepto con el de masculinidades: en ambas denotaciones (espiritualidad y masculinidad)
existen amplias y profundas diferencias que trataremos de dilucidar en adelante según
denotaciones y connotaciones esencialistas, positivistas, normativistas o semióticas.
posesionarse, etc. como masculino, frente a sí mismo y ante otros/as: Por lo que atañe a la
masculinidad hegemónica, particularmente, se trata de un posicionamiento (de poder) frente
a las mujeres y a hombres no hegemónicos (o contra-hegemónicos).
Desde hace varias décadas, al menos, vemos cierto avance de diálogo en el cual los
hombres y los estudios sobre masculinidades se han visto enriquecidos debido a la mayor
tradición de los feminismos en materia política y de producción de pensamiento. Ciertamente,
como menciona el autor, “este ejercicio dialógico” no solo podría clasificarse en el orden de
las alianzas políticas y epistémicas que en los últimos lustros se han venido produciendo
entre mujeres feministas y hombres género-sensitivos y pro-feministas. También es posible
detectar en estos acercamientos las tensiones y divergencias profundas. Pero, en todo caso,
con Menjívar, tendemos a sostener que el feminismo tiene una impronta, un peso decisivo en
el campo de la academia como en las experiencias de trabajo con hombres orientado a la
deconstrucción de las expresiones sexistas de la masculinidad9.
Variadas investigaciones y debates se han generado a raíz de temáticas como el de la
violencia masculina, un problema grave de DDHH, con enorme costos económicos y sociales
en la región. La principal investigación en esta línea es liderada por estudiosas del
movimiento feminista nacional e internacional. No así la investigación que busca articular la
temática de las espiritualidades con las masculinidades.
9
Para ilustrar algunas de las dimensiones del espectro de relaciones “feminismo-estudios sobre varones y masculinidades”,
Menjívar (2012) emprende doble ejercicio: mostrar algunos diálogos y debates intelectuales en los que puede detectarse la
intención activa de los impulsores de los estudios sobre varones y masculinidades por interactuar con los feminismos. Partiendo
del interés que ha revestido el feminismo, no solo para el desarrollo de conocimiento académico, sino para los hombres
particulares. El segundo ejercicio de Menjívar –en este gran repaso—consiste en responder a la pregunta sobre la influencia del
feminismo sobre algunas dimensiones de la vida de un grupo particular de varones.
P a g e | 37
(usualmente inspirados en “líderes o santos” de las propias iglesias) ligados –en resumen—a
las fuentes consagradas de reflexión, más que a categorías vinculadas a identidades
masculinas y a una articulación inteligible con respecto de lo que se asume por espiritual. No
desvela a esta corriente tratar el tema de las masculinidades desde un punto de vista
antropológico desde un enfoque crítico de género.
De esta última corriente debemos decir que deriva uno de los más mitificados discursos
cultivados en nuestro medio, sin las revisiones académicas que corresponden. Se trata de un
discurso sobre la masculinidad cuyo modelo de masculinidad es Jesús de Nazaret, como
modelo de vida religioso. Se supone que a partir de descripciones de la masculinidad de
Cristo puede emerger un modelo de hombre para construir nuevas masculinidades;
consideran que la manera de “ser varón” de Cristo dejó –de por sí—un legado de igualdad y
equidad con mujeres y con otros hombres, suficientemente claro para verlo y explícito para
imitarlo. Por ejemplo, Ceballos (2007) explica la innovadora actitud igualitaria de Jesús en un
contexto patriarcal.
La autora apunta que la literatura bíblica es androcéntrica y que aparece en un contexto
patriarcal que también se sustenta con ésta. Tras hacer una revisión de la posición de la
mujer en el judaísmo en el tiempo de Jesús, se basa en el cuarto evangelio para señalar que
en el caso de Jesús son superados todos los prejuicios y tabúes, raciales o sexuales, y se
muestra un hombre extraordinariamente libre.
Resulta muy difícil de probar en qué sentido la forma de ser de Jesús era opuesta totalmente
al sistema patriarcal imperante de su contexto. Ciertamente, aun cuando en los evangelios
hallamos huellas de acciones o dichos en que Jesús reivindica derechos a la mujer y de otros
hombres dentro de otras relaciones de género. Pero, es cierto también que –a la luz de los
estudios exegéticos—mucho de las acciones y dichos de Jesús responden a elaboraciones
posteriores de personas, grupos y comunidades cristianas.
Por su parte Reyes (2004) incluye en su análisis la manera de relacionarse que el profeta
quien trata a niños y a niñas con cercanía, afectividad y con el respeto que merecían a
diferencia de otros hombres de su tiempo. Estos comportamientos mostrarían un hombre
diferente que invita a que todas las personas vivan de manera justa, de manera humana y
que transmitan esto a quienes puedan para humanizarlos. De la misma opinión es Leonardo
Boff (1988), un reconocido teórico de la Teología de la Liberación, que desarrolló estudios de
Cristología. Este autor afirma que Jesús desarrolló su dimensión femenina de compasión y
P a g e | 38
ternura para los pobres y marginados. “No es machista ni rígido, ni es violento [...] es muy
tierno y compasivo cuando encuentra a las personas en su debilidad, en su situación humana
y ahí yo veo que aparece la dimensión femenina de Jesús” (Tamez 1988, 111).
Aunque los estudios citados presentan un trabajo exegético bíblico relativamente serio, no
disciernen el carácter de la articulación “masculinidades/religiosidades/espiritualidades” como
algo que no puede ser “resuelto” desde la reivindicación de una figura religiosa extra-
ordinaria; eso significaría que la reproducción de una masculinidad así derivada, resulta
impracticable para el común de los mortales, en vista de que no somos ni dioses ni
semidioses. Definitivamente, el trabajo de articulación debe buscar otros derroteros.
ruta a la igualdad que siga por estos linderos y no se soportará la herida a la autoestima,
sobre todo si no hay soportes alternativos, después de semejante golpe.
No obstante, consideramos que es necesaria una lectura reposada y un profundo análisis de
las autobiografías campesinas para dar cuenta, en ellas, de los debidos ejes o principales
polos temáticos que tensionan el material –de modo global—en función de nuestro objeto de
estudio (articulación espiritualidades/masculinidades) dentro de la contribución a la
fundamentación del constructo de “patriarcado religioso”. Es pertinente –en el marco más
general de nuestro proyecto—no perder de vista los incipientes cambios litúrgicos y
pastorales católicos, así como la ausencia de un importante cuerpo legal en las décadas
previas a los años 70s del siglo pasado, en relación al reconocimiento de los derechos de las
personas menores de edad (en 1990 Costa Rica aprueba la Convención sobre los Derechos
del Niño y en 1998, promulga el Código de la Niñez y la Adolescencia), y en relación con el
reconocimiento de la violencia hacia las mujeres como un delito, entre otras leyes que
protegen a las mujeres y las personas menores de edad de los abusos de los hombres
adultos.
De aquí que –en términos apenas introductorios—observamos que la igualdad de género se
traduce como amenaza a la identidad masculina porque la igualdad se asocia con la
feminización, del modo señalado. En consecuencia, si las mujeres comienzan a sentir que
tienen derechos por la ruta de una vida pública y por la defensa de su derecho a decidir
sobre su cuerpo, el varón sentirá que pierde no sólo poder, sino también su identidad porque
tal identidad quedaría definida desde el desideratum masculino de detentar un tipo de poder
que se caracteriza por limitar y subordinar la identidad de las mujeres. Desde el punto de
vista del análisis político de género este factor resulta decisivo. Aunque ciertamente pueden
citarse otros factores que gravitan alrededor de él: tal como son los temores hacia lo nuevo,
por ejemplo a la emergencia de modelos masculinos no tradicionales, etc. No hay que olvidar
los famosos miedos, antiguos y modernos, por la destrucción de la familia y el descalabro
moral de la sociedad por alterar los roles tradicionales, concebidos como los verdaderos y
naturales, léase: queridos por Dios.
que los distintos contextos particulares en que nos movemos y existimos. Este proceso
de nuestra condición interseccional, de suyo es complejo ya que --desde lo que hemos
denominado la crítica de la masculinidad hegemónica patriarcal—remite a esos
contextos siempre parcializadores de lo que somos y hacemos según realizamos
nuestro accionar cotidiano: en ese sentido postulamos que nadie puede dar cuenta
plenamente de lo que es desde tal accionar. Esto, puesto que aún la propia auto-
percepción está condicionada por esos contextos parceladores de las identidades.
Nuestro “aparecer” ante los demás es constitutivo de lo que denominamos “condición
interseccional” mediante la cual resignificamos a cada paso lo vivido, quedando todos
y todas a merced de saber lo que otra persona es, especialmente a partir de lo que dice
ser, en ausencia de la panóptica que nos permita conocer en toda su extensidad, la
totalidad de la vida de alguien.
De lo dicho no se desprende que de las prácticas y las significaciones de las
identidades de hombres (aquí incluimos la auto-percepción masculina y espiritual) --al
estar cruzadas por múltiples intersecciones—nadie puede decir nada cierto; es parte
del análisis el intentar juntar y articular aspectos fundamentales (sociales, culturales,
psicológicos, etc.) para poder hablar de la identidad de un sujeto. Pero, aun así, del
plano individual ni siquiera tal persona podría dar cuenta plenamente según esta
complejidad socio-biológica y bio-cultural contenida en la condición interseccional.
Ordenando en una matriz esencial esta condición interseccional humana –según las
anotaciones teóricas antecedentes—y sobre todo en tanto fuente de espiritualidades y
masculinidades, se destacan tres aspectos básicos que definen tres formas de articulación
entre ambos conceptos:
4. Fundamentación teórica
La investigación estará orientada a identificar configuraciones de masculinidad, religiosidad y
espiritualidades entre hombres campesinos (adultos) con el fin de destacar características
fundamentales en las formas de vivir y entender esas religiosidades, masculinidades y
espiritualidades. El objetivo general –como queda señalado en este diseño—buscará
identificar las interacciones y las articulaciones esenciales que guardan y sostienen estas
dimensiones existenciales en los sujetos de estudio.
Por este motivo partiremos de consideraciones generales acerca del orden patriarcal tal y
como se ha dado en la historia (principalmente del lado occidental del mundo) y
caracterizaremos, en términos típico-ideales (Weber), a la masculinidad hegemónica como el
proyecto de género más apegado y funcional a este orden.
P a g e | 45
Para esto reconstruiremos los rasgos más sobresalientes del sistema patriarcal y del modelo
de masculinidad que este privilegia y fomenta. Uno de los propósitos de la investigación
consistirá en identificar compromisos y distanciamientos respecto de este modelo entre
hombres cisgénero costarricenses de hoy.
La noción de crisis en este caso no alude a una presunta inexistencia actual del patriarcado,
ni tampoco anuncia su pronta e inevitable desaparición; simplemente refiere al socavamiento
objetivo de sus bases históricas y culturales, así como a los serios obstáculos que las
dinámicas sociopolíticas modernas le plantean a su tradicional modo de desenvolvimiento.
Con teóricos/a de la modernidad y del cambio sociocultural como Marià Corbí, Jürgen
Habermas, Alain Touraine, Anthony Giddens, Ulrich Beck, Manuel Castells, y la propia Riane
Eisler, por otra parte, estaremos en capacidad de construir una explicación lo suficientemente
plausible como para dar cuenta de las “tendencias a la crisis” (Connell 2003) que desde hace
más de dos siglos vienen experimentando el orden patriarcal y sus respectivas
configuraciones de género.
10
En nuestra Línea de Investigación –y para un trabajo comparativo—sobre el cambio socio-cultural en el campo de la axiología
religiosa en la región nos proponemos seguir la huella –en otro estudio complementario y posterior a esta investigación—de
sectores contemporáneos (hombres del nuevo siglo: posiblemente también mediante el análisis de historias de vida) con el fin de
comparar formas de masculinidad/religiosidad/espiritualidad más contemporáneas respecto de los resultados que obtengamos de
esta primera incursión en la temática. Hemos tenido acceso al conjunto de materiales que en la UNED se ha producido y que
representan colecciones de historias de vida que nos resultaría muy atractivas para esta tarea comparativa posterior. Nuestro
agradecimiento para esta decisión al consejo del colega historiador Juan Antonio Gutiérrez Slon, quien hizo lectura crítica de este
proyecto.
P a g e | 47
supuesto no como si se trataran de entes aislados, sino más bien en tanto sujetos ubicados
en redes, tramas y relaciones sociales más amplias; lo cual incluye sus interacciones con
otros hombres pero también con las mujeres.
Con autores como Peter Berger (1969), Marià Corbí (1983; 1996; 2007) y Joseph Campbell
(1994), afirmamos que las sociedades pre-modernas se encontraban objetivamente
animadas por estructuras de pensamiento (visiones de mundo, imaginarios, etc.) negadoras
por definición de la agencia humana.
Aunque hoy día sabemos que en sentido estricto todas las sociedades conocidas han sido el
resultado de construcciones humanas de carácter colectivo (Berger 1969), las formas míticas
de pensamiento que eran características de las culturas pre-modernas, y que de hecho
acompañaron a la especie durante la mayor parte de su devenir histórico, presentaban la
realidad como algo externo y en muchos sentidos absolutamente ajeno a la participación
humana. Esta, junto con todas sus bases (instituciones, etc.), aparecía como algo “dado” y
modelado por entes, seres, o realidades jerárquicamente superiores y axiológicamente
superiores, tanto al ser humano, como a los órdenes cotidianos en los que este se
desenvolvía.
Esta manera de concebir el origen y los soportes de la realidad no sólo daba forma a buena
parte del ordenamiento general de la existencia social, sino que también revestía de un halo
P a g e | 48
Las religiones organizadas que nos acompañan en nuestros días, no sólo nacieron bajo una
lógica de carácter mítico, legitimadora por definición del orden social, sino que al mismo
tiempo constituyen hoy su más importante baluarte. En medio de un mundo social
fundamentalmente estructurado de espaldas al pensamiento mítico, las religiones
contemporáneas tienden a seguir transmitiendo valores e imaginarios propios de nuestro
pasado más inmediato.
Los estudios y teorizaciones feministas en general han sido muy insistentes a la hora de
mostrar al cristianismo, en la mayor parte de sus expresiones institucionalizadas, como uno
de los principales productores y reproductores contemporáneos del patriarcado y de las
desigualdades de género. Esta tradición, como bien se ha documentado, no solamente ha
estado históricamente dominada por hombres, sino que a nivel teológico ha vehiculado
justificaciones tanto de la dominación masculina como de la consecuente subordinación de
las mujeres.
Esta otra línea o veta de indagación estaría orientada justo en un sentido contrario a la
constatación de la vigencia de las influencias religiosas en nuestras sociedades. Esta, por su
parte, da por un hecho que los procesos de cambio detonados por la modernidad, han
P a g e | 50
Nuestra intención, por tanto, estará centrada en descubrir puntos de intersección y modos de
interacción entre masculinidades, religiosidades, y espiritualidades. Ello aplica tanto para las
posibles relaciones entre masculinidad, religiosidad y espiritualidad. De nuevo podemos
distinguir el elemento religioso como algo diferente del espiritual y además se denota la
dimensión plural de ambas dimensiones. Lejos de querer encontrar en estos puntos de
intersección y modos de interacción relaciones de tipo causal, como si la religiosidad o la
espiritualidad fueran el factor determinante en la conformación de las formas de vivir y
entender la masculinidad, deseamos identificar las interrelaciones dialécticas entre cada uno
de los elementos implicados.
Siguiendo a Max Weber, y su concepto de “afinidad electiva” (Lowy 2007), nos abocaremos a
localizar, de modo exploratorio, relaciones de parentesco, afinidad, atracción, influencia
recíproca, convergencia, y reforzamiento mutuo entre masculinidad, religiosidad y
espiritualidad. También estaremos atentos, en un sentido inverso, a dar cuenta de las
posibles relaciones negativas que puedan existir entre una y otras nociones, incluyendo
formas de absoluta disociación entre estas nociones.
Aparte de lo descrito y avanzando nuestro diseño, iniciaremos un recorrido por los aspectos
histórico-sociales y fundamentos socio-culturales que contextualizan nuestra noción de
espiritualidades.
P a g e | 51
11
Al Profesor Küng H. (2006) la ortdoxia católica le cobra ir dando cuerpo a una crítica histórica de las formas jerárquicas con que
el catolicismo organiza a sus fieles y distorsiona su talante carismático. De ahí que en la obra eclesiológica de Küng (además de
fuerte contenido histórico) podemos apoyar una primera sistematización del concepto. Además en autoras como Ikram Antaki
(2015) se ofrecen elementos de crítica al carácter misógino en el cristianismo como visión complementaria para la profundización
del tema. Ver: http://apologeticacatolica.org/Progresismo/Progresismo02.html
P a g e | 55
condicionan) desde una perspectiva crítica de género, no ignoren, de manera solapada, que
las características fundamentales de la dinámica social, están entramadas tanto en las
lógicas religiosas y de las espiritualidades dentro de las masculinidades el contexto socio-
cultural tanto tradicional como contemporáneo.
Ámbito de 1. Movimiento (espacio social) 2.Temporalidad 3.- Pluralidad (pauta Énfasis de inteligibilidad (ámbito
realidad de lo (realización utópica) política/poder) de justificación)
espiritual dentro
del patriarcado
religioso
Modelo Lo espiritual está exteriormente Lo espiritual es eterno: se Lo espiritual es dictado Los esquemas de certidumbre están
axiológico dado: valores vividos como rasgos plasma en verdades de por autoridad espiritual fundamentados en principios y
agrario del mismo Dios. valor permanente tan superior que valores de “obediencia” y “sumisión”
(emanadas del tiempo de trasciende nuestras a autoridades espirituales establecidas
Dios: Eterno) posibilidades humanas que administran los bienes de
salvación (administradores y fuentes
consagradas)
Modelo Lo espiritual (exterior/interior) hay Lo espiritual se construye La autoridad espiritual Los esquemas de certidumbre están
axiológico rival que construirlo: lo axiológico- en el tiempo histórico- supone construcción fundamentados en trayectorias
(al agrario) en espiritual está y depende de nuestras social de la humanidad: dialógica (inter- biográfico-sociales cuya psicogénesis
sociedades que manos (habla más de quiénes somos su universalidad es humana): paradigma identifica la propia autoridad
viven de crear que de Dios) relativa respecto de rival del esquema de la espiritual o de una autoridad
conocimiento contextos de realización. tolerancia (Dios nos delegada; cuya gnoseogénesis
permanente aguanta) identifica esquemas de inteligibilidad
en construcción o externamente
impuestos y cuya sociogénesis
identifica el carácter del proyecto
humano: ¿de diálogo (un poder
compartido o tolerante?)
P a g e | 56
Entendemos que Corbí nos aporta una idea de espiritualidad como modelación de la realidad
que sustenta una cualidad humana de reflexión profunda sobre el lugar propio (de sí mismo)
en el mundo del cual se forma parte, desde un posicionamiento de la realidad en su
dimensión absoluta y no solo relativa. Este ejercicio no es tarea fácil de realizar y la elección
de autobiografías promete ser un vehículo que permita una reflexión profunda del punto. En
complemento y desde otro ámbito de estudio, Arce Arenales (2011) propone análisis
pormenorizados –desde las neurociencias—sobre tres de las arquitecturas que influyen en
dicha modelación de la realidad socio-cultural; a saber la modelación lingüística, la
modelación social (o de tropas) y la modelación de la mente.
Cada una de estas modelaciones nos ofrecerá fundamento al enfoque de la espiritualidad
como modelación de la realidad; específicamente, lo referido a la modelación lingüística en
tanto la lengua configura un universo de producción simbólica, en cuanto nuestra condición
social es un factor indispensable de organización humana y en tanto lo que se conoce como
“modelación de la mente” apela a la constitución empática del ser humano en sus
interrelaciones y emocionalidades más cotidianas.
En una lectura crítica global de la obra de Corbí (1983) podemos examinar la relación que
elabora el autor para explicar la producción simbólico-religiosa en la sociedad
contemporánea y la forma en que pueda rescatarse la herencia espiritual del pasado:
nuestras dudas principales son, ¿aplicará y—hasta qué grado—en nuestras sociedades
marcadas por relaciones asimétricas con los centros de poder económico y político mundial
su teoría de la relación entre producción simbólico-religiosa y producción socio-laboral?,
¿Cómo opera en la sociedad campesina la producción simbólica (incluso religiosa) ligada a la
generación económica ? ¿En qué términos el nuevo capitalismo agrario se justifica
religiosamente? ¿Cómo se imbrican en la realidad costarricense el capitalismo agrario y el
patriarcado religioso?
Corbí sostiene que las justificaciones religiosas del sistema forman parte de “rescoldos” que
no tardarán en desaparecer. ¿Qué evidencias extraídas de las
masculinidades/espiritualidades de las autobiografías campesinas abonan una respuesta a
estas cuestiones? Podríamos sospechar de improbable la posición del autor ya que
conociendo los artilugios del sistema socio-cultural, éste puede generar ocultamientos como
parte de sus cualidades metamórficas. No se diga de los tipos y estilos de “desarrollo”
P a g e | 57
logrados en formaciones sociales que no han experimentado –tan enteramente como otras—
primeras o segundas o hasta terceras revoluciones industriales.
Otro aspecto a proponer es una crítica directa al planteamiento de espiritualidad de M. Corbí
estriba en la ausencia teórica de una crítica del patriarcado en general o del patriarcado
religioso. Prácticamente en toda su obra el tema está ausente del análisis: pero en nuestro
proyecto es muy importante el reconocimiento del aporte feminista anti-patriarcal en el
estudio de las masculinidades. De ahí que echamos de menos el vacío. Recurriendo a
autoras como Riane Eisler (2010), IKram Antaki (2015)–entre otras podemos satisfacer
elementos de análisis en esta variable fundamental: asumiremos también desde ahí algunas
consecuencias críticas correspondientes a la misma teoría corbiniana del cambio socio-
cultural, especialmente en el plano general de su teoría.
5.1. Objetivos
Caracterizar las principales formas en que campesinos costarricenses del Siglo XX
entendieron y vivieron su masculinidad, religiosidad y espiritualidad, a la luz de los patrones
de articulación e interacción entre estas dimensiones vitales según sus relatos
autobiográficos.
P a g e | 58
de investigación (Núñez, 2017) establecemos en este diseño una lista preliminar de esos
aspectos tal como sigue12:
12
Un desarrollo mayor –en detalle técnico—puede verse en el ANEXO 2 de este diseño. Ahí se justifican, a la luz de los objetivos
y el problema de estudio, la escogencia de dichos aspectos metodológicos.
P a g e | 60
Fuente: Patrón inversamente proporcional entre DDHH de las mujeres e la ideología del patriarcado religioso.
(Connell 2003, Núñez 2017)
Ilustración 2: Conflicto entre procesos del sistema de valoración de masculinidad hegemónica y la lucha de las
mujeres por la recuperación de los Derechos Humanos frente al poder religioso patriarcal.
Refiriéndonos ahora a las características de nuestra fuente empírica cabe señalar que los
relatos autobiográficos que usaremos en tanto fuentes (relatos) particulares, según contextos
socio-culturales relativamente afines, tienen la común característica histórico-social de que
son convocadas en momentos que luego conoceríamos como la crisis del Estado benefactor
y del inicio de la economía neoliberal. En años inmediatamente posteriores a este hecho. El
modelo (Proyecto Histórico Desarrollista), empezó a hacer aguas recién a finales de los años
70 con la crisis internacional del petróleo (Ruiz, s/f.) Adicionalmente, en la realidad
costarricense cabe recordar, que la teoría feminista acuñó el concepto género, retomándolo
de estudios internacionales, especialmente de Europa y Estados Unidos de Norteamérica.
Fue entonces que un sector de este transitó de los estudios de la mujer a los estudios de
género. Así también los organismos internacionales y el plan de acción de las Conferencias
Internacionales de la Mujer (Beijing 1995)13 de Población (Cairo 1994), avances jurídicos que
hay que sumar a los productos y procedimientos jurídicos internos, y que van creando un
nuevo escenario socio-cultural de donde emergen nuevas identidades: entre otras, con la
incorporación de la categoría de género en el diseño y operación de los programas sociales
de los gobiernos para coadyuvar a resolver las problemáticas de las mujeres y que
involucran a los hombres en la atención de políticas sociales, tanto en el espacio privado
como público.
13
Declaración y Plataforma de Acción de Beijing http://www.unwomen.org/-
/media/headquarters/attachments/sections/csw/bpa_s_final_web.pdf?la=es&vs=755. Declaración de Población del Cairo (1994).
ONU. Accesible en: https://www.unfpa.org/sites/default/files/event-pdf/icpd_spa_2.pdf
P a g e | 62
certamen de las autobiografías fue generado al calor e impulso dado por el profesor Miguel
Sobrado. Para Quesada se trata por parte de la sociología nacional, de un aporte
fundamental, “un hito en la utilización de la historia de vida en las Ciencias Sociales” (12)14.
El certamen fue realizado en los años 1976 y 1978 (pág. 11) por la Escuela de Planificación y
Promoción Social de la Universidad Nacional de Costa Rica, bajo la dirección de Miguel
Sobrado Chaves, sociólogo formado en Polonia y alumno de Josef Chalerinski, (discípulo a
su vez de Thomes Znaniecki). Con esta iniciativa, en el año 1971 Sobrado presentará al
entonces Departamento de Ciencias del Hombre de la Universidad de Costa Rica un
proyecto de recopilación de autobiografias campesinas. Quesada señala que Sobrado estaba
convencido de que en Costa Rica existía una gran laguna sobre el conocimiento del agro:
…”que prácticamente la única información era la brindada por los censos, pero que la
información sobre los cantones era poca; que además muchos de los cantones eran de
reciente creación y, por otra parte, no existía ningún estudio de carácter antropológico
sobre el campo. Sin embargo, su proyecto no contó con el apoyo necesario” (1989, 11).
14
Quesada Juan Rafael. 1989. Historia oral en Costa Rica: génesis y estado actual. Avances de Investigación. Centro de
Investigaciones Históricas (CIHAC). N° 47. Universidad de Costa Rica.
P a g e | 64
Así se organiza el CONAUCA15. El objetivo del concurso era "el estimular a los trabajadores
y habitantes del campo a escribir su propia vida, ya sea directamente o dictada a través de
otra persona. Se buscaba recoger el testimonio directo de los sectores de la vida rural del
país para incorporar sus criterios y puntos de vista al análisis de los fenómenos del agro del
país" (Pág.12). (El concurso propiamente dicho finalizó en marzo de 1978 y Iogró la
participación de 815 personas).
Era preciso enfrentar a los futuros profesionales con la visión directa de la realidad rural
a través de sus propios actores: los campesinos. Era necesario disponer de la visión
directa de los hombres del campo en su proceso de formación, como elemento
enriquecedor y cuestionante de los "marcos" teóricos y de las deformaciones
perceptivas características de la intelectualidad. (Quesada 1989, 11)
Como resultado del concurso se recogieron 815 autobiografías, con un volumen aproximado
de 15,000 páginas. De los 815 participantes, el 30%, o sea 247 fueron mujeres, lo que
demuestra un índice de participación muy elevado. Según los datos recogidos por Quesada
el grupo mayoritario en participación fue el tercero, o sea el de los mayores de 51 años, con
un total de 355 autobiografías, un 41% del total. La participación de los mayores, que era un
objetivo de CONAUCA— pues se pretendía recuperar elementos importantes de la
colonización de la mayor parte de zonas rurales de nuestro país, así como información
económica y social sobre épocas no tan lejanas, poco documentadas de nuestra historia—
se vio cumplida. El proyecto CONAUCA contaba con dos grandes momentos: a) El de
promoción y desarrollo del Concurso a nivel nacional que permitiría la recolección de
autobiografías; b) el de lectura y codificación de la información para ponerla al servicio de los
investigadores16.
15
Además de CONAUCA existe además la experiencia del proyecto CONOA. La CONAUCA estimuló varias investigaciones
experiencias similares, entre ellas, una aproximación a la visión del mundo de sectores campesinos del Valle Central. Estudio de
casos de autobiografías campesinas, de María Antonieta Camacho, y la elaboración del proyecto CONOA (Concurso Nacional de
Autobiografías de Obreros y Artesanos), el cual se realizó en 1979 y permitid la recolección de 180 autobiografías. A pesar de que
el número es menor que el de las autobiografías campesinas, el número total de páginas equivale a dos terceras partes del total de
CONAUCA. El proyecto CONOA no ha sido, sin embargo, objeto de codificación. No obstante, CONAUCA y CONOA siguen
siendo una fuente de información muy rica para investigadores nacionales y extranjeros, según Quesada (pág. 12).
16
Quesada Juan Rafael comenta que existe una codificación de las biografías que ha permitido agrupar la información en variables
y categorías. Aunque para efectos estadísticos no tiene carácter representativo, contiene múltiples y variadas descripciones de
P a g e | 65
diverso nivel y profundidad sobre una amplia gama de fenómenos sociales, que componen la realidad rural, la realidad de los
actores sociales. Parte de nuestras indagaciones, a propósito del objetivo segundo, será contextualizar las condiciones de
producción del proceso de concurso que dio como origen la serie de autobiografías campesinas. Dichas autobiografías en sí, y su
codificación, representan posibilidades muy variadas en el campo de la investigación, como bien señala Quesada. En el área de la
epistemología, sociología, antropología, historia, lingüística, economía agrícola, medicina veterinaria, religión, política, etc. y
según el historiador en la práctica, han sido muy utilizadas por quienes realizan investigaciones sobre la mujer, por investigadores
diversos y cada vez tienden a ser más usadas por los historiadores.
17
Trabajaremos con el total de autobiografías publicadas en cinco tomos: acudiremos además a la colección no publicada que
conserva el Centro de Documentación de la Universidad Nacional de Costa Rica, de tal manera que podamos conocer las 355
autobiografías referidas en los datos de Quesada y que contienen relatos de hombres campesinos que habían cumplido más de
medio siglo de edad en 1976 año de inicio del certamen.
P a g e | 66
Electoral se reformó en 1996, con el fin de establecer las cuotas de participación de las
mujeres, aunque con la deficiencia de que no se determinaron los mecanismos para que esto
fuera una realidad. ¿Qué pensaban estos hombres de la vida y luchas de aquellas mujeres?,
¿determinan la existencia de estas luchas?
En síntesis, ¿cómo se prevé analíticamente la construcción de matrices de masculinidades,
religiosidades y espiritualidades de adultos campesinos costarricenses?: Recurriendo al
material y preguntándole desde sus experiencias territoriales, educativas, socio-laborales y
familiares, en qué sentido la acción, los diálogos y sueños son expresión de un menú
delimitable de formas de masculinidad, de religiosidades y de espiritualidades características.
Dando contexto a eso que hemos denominado “patriarcado religioso” como parte socio-
cultural de un orden para el análisis: los procedimientos metodológicos más acusados del
trabajo investigativo, en términos generales, implican:
• Determinar algunos factores que en las autobiografías del campesinado particular y en
su conjunto— elementos para caracterizar las espiritualidades y masculinidades, en el marco
del patriarcado religioso (en relación con mujeres, entre hombres y con/en la naturaleza).
• Procederemos a examinar a estos sujetos e interpretar globalmente las articulaciones
e interacciones en materia de espiritualidades y masculinidades, a la luz de un marco teórico
vigorosamente fundamentado.
• Finalmente, observaremos las tendencias –a partir de la comparación—de los cambios
en las espiritualidades y masculinidades de campesinos costarricenses, para determinar sus
principales articulaciones e interacciones, según factores de análisis como:
Factor educacional: este elemento trabaja la diferencia entre educación formal e informal
como modalidades que influyen en la modelación de género y como fuente de
información y de conocimiento que permite interpretaciones variadas respecto de la
adscripción sexo-genérica.
Factor territorial: aquí el elemento explorará la potencial diferencia entre lo rural y urbano
incidiendo la problemática, para determinar cómo dicha diferencia influye respecto de las
características de determinadas formas de masculinidades y de espiritualidades.
Factores socio-laborales: se comparan como dichos factores contienen elementos
explicativos e interpretativos para comprensión del cambio de visión de masculinidades,
religiosidades y espiritualidades. El lugar que ocupan las condiciones socio-laborales se
asume como una de las variables fundamentales en relación con la auto-comprensión de
P a g e | 69
6. Resumen de investigación
En última instancia buscamos --en hombres adultos campesinos costarricenses—comparar
sus representaciones e imaginarios de espiritualidad y masculinidad según sus relaciones
cotidianas, durante el Siglo XX, a partir de los relatos construidos por ellos mismos
(Autobiografías Campesinas, UNA: 1976-1978).
De ahí nos remontamos analíticamente a establecer las diferencias y afinidades
conceptuales y de percepciones sobre masculnidades y espiritualidades, sus componentes
principales (de estructura) así como sus alcances efectivos (función socio-política) en la
realidad costarricense de las décadas del Siglo XX en que vivieron, según el pasado así
recordado y expresado. Los análisis incluirán el contexto de la formación social costarricense
donde se producen los relatos, teniendo presente que esta formación social no está aislada
de una dinámica globalizadora en lo económico, político y cultural.
Hablamos de captar “formas matriciales de vivir, entender y proyectar” masculinidades,
religiosidades y espiritualidades por parte de sujetos campesinos, bajo la premisa de que
P a g e | 70
• El ámbito del patriarcado (como forma política de larga data) y del “patriarcado
religioso” en tanto producto del mismo, cuyos procedimientos de identificación y
simbolización –marcados por la lógica del patriarcado y por su naturaleza misma—resultan
en materializaciones cotidianas y micro-políticas de dominación. Aquí sería muy rico
contrastar las visiones expresadas por los hombres de las propias de las mujeres; puesto
que quizá haya contrastes interesantes y reveladores.
• Recurso a relatos como fuentes óptimas para sondear y sistematizar las relaciones
características que operan entre masculinidades, religiosidades y espiritualidades en sujetos
campesinos costarricenses.
• Comprensión de los territorios/ámbito socio-laboral, dimensiones públicas/privadas de
la vida cotidiana, como espacios-tiempos-relaciones donde rastrear influencias y diferencias
de masculinidades/espiritualidades en sujetos de estudio, según contextos de vida y
ambientes.
• Factores como escolaridad, afiliación religiosa, trayectoria y concepto de familia,
retroalimentando la relevancia de algunas diferencias específicas significativas en las
relaciones características que operan entre masculinidades, religiosidades y espiritualidades.
• Imbricación de elementos de tipo religioso/espiritual en la conformación de
masculinidades con características violentas de profundas repercusiones tanto para las
mujeres como para los mismos hombres y para la naturaleza.
7. Productos esperados
Tipo Espacios Cantidad
9. Cronograma
Objetivos general y Aspectos sobre el logro de Cronograma Fechas
particulares objetivos y algunas
técnicas de análisis
OBJETIVO
Fundamentar en teorías 1.1.1.
del cambio socio-cultural las Ajustar el Noviemb
prácticas y significación de 1.1. Estudio crítico DISEÑO re
espiritualidades, religiosidades y de diferentes según
2018-
masculinidades de hombres teorías socio- aportes de
Julio
como aproximación analítica a culturales de género lectores
2019
la comprensión del constructo y su tratamiento del CICDE
“patriarcado religioso”. tema (sesión 26
espiritualidades, Setiembre)
religiosidades y
masculinidades. 1.2.1
1.2. Sustentar el
Noviembre
constructo
2018 inicia el
“patriarcado
proceso de
religioso” como
investigación
categoría básica
P a g e | 73
que comprende la
articulación entre
masculinidades
hegemónicas,
religiosidades y
espiritualidades.
OBJETIVO
2.1. Entrevistas a 6 meses Diciembre
2) Reconstruir los personal de después del 2019
principales aspectos Universidad logro del
(contextuales) generales y Nacional de Costa objetivo
específicos que caracterizan los Rica vinculado al anterior.
procesos formativos desde los trabajo de
cuales la Escuela de producción del
Planificación y Promoción Social concurso de
de la Universidad Nacional de autobiografías
Costa Rica, produjo los campesinas (UNA,
certámenes de las 1977).
autobiografías campesinas en 2.2. Estudio y
Costa Rica. sistematización de
bibliografía
producida a raíz de
análisis de concurso
de autobiografías
campesinas (UNA,
1977)
OBJETIVO
3.1. Lectura crítica 6 meses Julio 2020
3) Sistematizar las (análisis-síntesis) después del
características en las prácticas y del contenido de las logro del
significaciones de las autobiografías objetivo
masculinidades, religiosidades y campesinas. anterior.
espiritualidades por parte de 3.2. Construcción
hombres campesinos durante el de varias matrices
Siglo XX, a partir de sus particulares entorno
autobiografías (UNA, 1977). de las
masculinidades,
religiosidades y
espiritualidades de
hombres
campesinos
conforme a dos
tipos de archivos:
-ARCHIVO
HORIZONTAL:
P a g e | 74
lectura diacrónica
de los relatos
(autoridad espiritual,
esquemas de
certidumbre y
proyectos de vida).
-ARCHIVO
VERTICAL: lectura
sincrónica de los
relatos ()
OBJETIVO
4.1. Aplicar 6 meses Diciembre
4) Establecer las características coherentemente la después del 2020
tipológicas básicas (matriciales) aproximación logro del
en las formas de vivir y entender epistemológica que objetivo
la masculinidad, religiosidad y articula anterior.
espiritualidad, durante el Siglo religiosidades,
XX, por parte campesinos espiritualidades y
adultos costarricenses, a partir masculinidades a
de sus relatos autobiográficos. modo de
instrumento
hermenéutico
(teológico-y-de-
género) para
construir la matriz
subyacente en los
mensajes
expresadas por
estos hombres en
sus autobiografías.
4. Arce Arenales, Manuel. 2011b. «Algunos principios para el análisis del concepto de
“familia” según los parámetros de la Teoría Dinámica de Tropas». Revista Káñina 35(2):
149-157.
5. Arce Arenales, Manuel. 2013. «Teoría Dinámica de Tropas». Charla impartida en la
Universidad Estatal a Distancia, Simposio Latinoamericano de Ciencias Cognitivas, 11 de
febrero.
6. Assman, Hugo. 1990. «Las falacias religiosas del mercado». Cuadernos Cristianisme i
Justícia, n.° 76: 1-22.
7. Aubry. Andre. 1973. Una iglesia sin parroquias. Ciudad de México: Siglo XXI.
8. Avendaño Herrera, Francisco. 2000. Vivir y pensar en el espíritu. Repensando los
fundamentos de la teología. Heredia: EUNA.
9. Badillo Bárcenas, Mariana y María del Pilar Alberti Manzanares. 2013. «Masculinidades
de seminaristas: la masculinidad religiosa y la masculinidad clerical». Revista Relaciones
133: 41-78.
10. Batres Quevedo, Jorge. 2012. La masculinidad como estructura de dominación: Análisis
de las disposiciones de la masculinidad dominante en dos grupos de hombres de Costa
Rica. San José: Cuadernos FLACSO.
11. Bellon, Elizabeth. 2016. «La categoría de género en la teología feminista de Teresa
Forcades». Revista Interdisciplinaria de Estudios de Género 2 (3): 160-174.
12. Berger, Peter. (1967)2006. El dosel sagrado. Para una teoría sociológica de la religión.
Barcelona: Editorial Kairós.
13. Berger, Peter y Thomas Luckmann. (1995)1997. Modernidad, pluralismo y crisis de
sentido. La orientación del hombre moderno. Barcelona: Ediciones Paidós.
14. Bermúdez M. Nora y Pochet C. Rosa María. 1980. «Modificaciones en la estructura
productiva del agro y las transformaciones de la sociedad costarricense: un intento de
análisis». Revista de Ciencias Sociales, n°19-20, 13-25.
https://revistacienciassociales.ucr.ac.cr/images/revistas/RCS19%2020.pdf
15. Bohm, David. 1980. La totalidad y el orden implicado. Barcelona: Editorial Kairós.
16. Bonino Méndez, Luis. 2003. «Los hombres y la igualdad con las mujeres». En ¿Todos los
hombres son iguales? Identidad masculina y cambios sociales, editado por Carlos Lomas,
105-144. Barcelona: Paidós.
17. Campbell, Joseph. 2014. Los mitos: su impacto en el mundo actual. Barcelona: Kairós.
18. Campbell, Joseph. 2008. El poder del mito. Barcelona: Emecé editores.
19. Campos Guadamuz, Álvaro y José Manuel Salas Calvo, comps. 2002. Masculinidad en
Centro América. San José: Lara Segura Editores.
P a g e | 76
20. Cazés Menache, Daniel. 1994. «La dimensión social de género: posibilidades de vida
para mujeres y hombres en el patriarcado». En Antología de la sexualidad humana Tomo
I, editada por el Consejo Nacional de Población, 335-388. Ciudad de México: Consejo
Nacional de Población.
21. Ceballos, Rita María. 2007. «La masculinidad machista y la masculinidad liberadora: El
modelo de Jesús de Nazaret», Revista Pasos, n.°. 134: 1-11.
22. Ceriani Cernadas, César. 2013. «La religión como categoría social: encrucijadas
semánticas y pragmáticas». Revista Cultura y Religión 7 (1): 8-20.
23. Charamsa, Krzysztof. 2017. «Identidades sexuales y cristianismo». Ponencia presentada
en el XXXVII Congreso de Teología (Madrid), 8 de septiembre.
24. Connell, Raewyn. 2003. Masculinidades. Ciudad de México: Universidad Autónoma de
México.
25. Corbí, Mariá. 1983. Análisis Epistemológico de las configuraciones axiológicas humanas.
Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca.
26. Corbí, María. 1992a. Conocer desde el Silencio. Barcelona: Sal Terrae.
27. Corbí, Mariá. 1992b. Proyectar la Sociedad. Reconvertir la Religión. Los Nuevos
Ciudadanos. Barcelona: Herder.
28. Corbí, Mariá. 1996. Religión sin religión. Madrid: PPC. Edición en PDF.
29. Corbí, Mariano. 2005. «Hipótesis interpretativa de la crisis de la religión». Revista
Alternativas-Revista de análisis y reflexión teológica, n°. 29.
30. Corbí, Mariá. 2008. «El cultivo de la cualidad humana y de la cualidad humana profunda».
En La espiritualidad como cualidad humana y su cultivo en una sociedad laica, editado
por el Centro de Estudios de las Tradiciones Religiosas (CETR), 77-11. Barcelona: CETR.
31. Corbí, Mariá. 2012. Reflexiones sobre la cualidad humana en una época de cambios.
Barcelona: Verloc.
32. D´alton Kilby Teresa Cristina. 2005. «El origen del lenguaje». Tesis de maestría.
Universidad de Costa Rica.
33. Durkheim, Emile. 1982. Las formas elementales de la vida religiosa. El sistema totémico
en Australia. Madrid: Akal.
34. Eisenstadt, Sahmuel. 2013. «América Latina y el problema de las múltiples
modernidades». Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, n°. 218: 153-164.
35. Eisler Riane. 2010. El cáliz y la espada. México: Pax México.
https://bibliotecamujernaturalyenergiafemenina.files.wordpress.com/2015/09/eisler-riane-
el-caliz-y-la-espada.pdf
P a g e | 77
36. Escuela de Planificación y Promoción Social. Autobiografías campesinas. 1979. Tomo I-V.
Heredia: Costa Rica. Editorial EUNA.
37. Fernández, José Carlos. 2018. «Sócrates, un maestro para la vida». Esfinge, acceso el 3
de julio, https://www.revistaesfinge.com/filosofia/filosofos/item/875-s%C3%B3crates-un-
maestro-para-la-vida
38. Ferrer, Joaquín. 2001. Filosofía de la religión. Madrid: Ediciones Palabra.
39. Fonseca Jiménez, Ana Lucía. 2001. «La trama psicofísica (Argumentos del dualismo y el
monismo en torno al cerebro y la mente)». Revista de Filosofía de Universidad de Costa
Rica 39 (99): 29-41.
40. Fonseca Jiménez, Ana Lucía. 2015. Detrás del Trono: un viaje filosófico por el pecado, el
delito y la culpa. San José: Arlekín.
41. Foucault, Michael. 1987. Hermenéutica del sujeto. Madrid: Ediciones de La Piqueta.
42. Hall, Edward. 2003. La dimensión oculta. Ciudad de México: Siglo XXI.
43. Hernández, Óscar Misael. 2008. «Debates y aportes de los estudios sobre
masculinidades en México». Relaciones. Estudios de historia y sociedad 29(116): 231-
253
44. Herviueu-Léger, Daniéle.. 2005. La religión, hilo de memoria. Madrid: Herder Editorial.
45. Hill, Michael. 1976. Sociología de la religión. Madrid: Ediciones Cristiandad.
46. Hopman, Jan. 2004. «Homosexualidad, culpa y cristianismo». En Varones: entre lo
Público y la Intimidad, editado por José Olavarría y Arturo Márquez, 101-118. Santiago de
Chile: FLACSO.
47. Houtart, François. 2010. Sociología de la Religión. Caracas: Editorial El Perro y La Rana.
48. Huerta Rojas, Fernando. 1999. El juego del hombre. Deporte y masculinidad entre
obreros de Volkswagen. Ciudad de México: Plaza y Valdés Editores.
49. Ikram Antaki. 2015. Religión. Barcelona: DEbolsillo.
50. Jacobson, Roman y Morris Halle. 1974. Fundamentos del lenguaje. Segunda edición:
Editorial Ayuso.
51. Katz, Laura. 2018. «“El cuidado de sí”. Encuentros y desencuentros entre la filosofía y el
psicoanálisis», acceso el 15 de junio del 2018,
http://www.elpsicoanalitico.com.ar/num21/subjetividad-katz-allouch-foucault-cuidado-de-
si.php
52. Kaufman, Michael. 1997. «Las experiencias contradictorias del poder entre los hombres».
En Masculinidad/es: poder y crisis, editado por Teresa Valdés y José Olavarría, 63-81.
Santiago de Chile: FLACSO/ISIS.
P a g e | 78
53. Kimmel, Michael. 1992. La producción teórica sobre masculinidad. En Fin de Siglo.
Género y Cambio Civilizatorio. Santiago de Chile: Ediciones Virtuales.
54. Kimmel. Michael. 1997. «Homofobia, temor, vergüenza y silencio en la identidad
masculina». En Masculinidad/es: poder y crisis, editado por Teresa Valdés y José
Olavarría, 49-62. Santiago de Chile: FLACSO/ISIS.
55. Kimmel, Michael. 1998. «El desarrollo (de género) del subdesarrollo (de género). La
producción simultánea de masculinidades hegemónicas y dependientes en Europa y
Estados Unidos». Masculinidades y equidad de género en América Latina, editado por
Teresa Valdés y José Olavarría, 207-217. Santiago de Chile: FLACSO.
56. Kimmel, Michael. 1999. «La masculinidad y la reticencia al cambio», La Jornada, 8 de
abril. Acceso el 20 de mayo del 2018: http://www.jornada.com.mx/1999/04/10/ls-
sexualidad.html
57. Kolakowski, Leszek. 1982. Cristianos sin iglesia: la conciencia religiosa y el vínculo
confesional en el siglo XVII Madrid: Taurus.
58. Küng H. 2006. En busca de nuestras huellas: la dimensión espiritual de las religiones del
mundo. Barcelona: DEbolsillo.
59. Leccardi, Carmen y Carles Feixa. 2011. «El concepto de generación en los estudios sobre
juventud». Revista Última Década, n.° 34: 11-32.
60. Lerner, Gerda. 1990. La creación del patriarcado. Barcelona: Editorial Crítica
61. León Sáenz, Jorge. 2012. Historia Económica de Costa Rica en el Siglo XX: Economía
Rural. San José: IICE, CIHAC. http://www.iice.ucr.ac.cr/LIBROS/Economia%20rural.pdf
62. Maldonado, Luis. 1975. Religiosidad popular. Nostalgia de lo mágico. Madrid: Ediciones
Cristiandad.
63. Mattelard, Armando. 2002. Geopolítica de la cultura. Bogotá: Ediciones desde abajo.
64. Maturana, Humberto. 2003. Amor y juego. Fundamentos olvidados de lo humano.
Santiago de Chile: Ediciones Lom.
65. Mezquita de mujeres. 2013. «Violencia de Género y Patriarcado Religioso». Blog
Mezquita de Mujeres. Acceso el 27 Junio de 2017,
https://mezquitademujeres.org/2013/10/07/violencia-de-genero-y-patriarcado-religioso/
66. Méndez Rubio, Antonio. 1998. «La semiótica y la acción social». Revista Semiosfera, n.°
9: 15-34.
67. Menjívar, Mauricio. 2004. «¿Son Posibles Otras Masculinidades hegemónicas?
Supuestos teóricos e implicaciones políticas de las propuestas sobre masculinidad».
Revista Reflexiones 83 (1): 97-106.
68. Menjívar, Mauricio. 2010. Masculinidad al debate. San José: FLACSO.
P a g e | 79
69. Monares, Andrés. 2015. «Ni pecadores, ni podres, ni razas inferiores: La limitada
fraternidad ilustrada moderna». Revista Cultura y Religión 9 (2): 61-82.
70. Moreno, William. 2008. «Un desfijador de significado para la intervención de lo corporal
en el medio escolar». Revista Iberoamericana de Educación 39. Acceso el 11 de
setiembre del 2017. http://rieoei.org/rie39a07.htm
71. Muñoz Cabrera, Patricia. 2011. Violencias Interseccionales. Debates Feministas y Marcos
Teóricos en el tema de Pobreza y Violencia contra las Mujeres en Latinoamérica.
Tegucigalpa: Central America Women’s Network (CAWN)
72. Núñez Picado, Dagoberto. 2011. «El fenómeno religioso: abordaje desde un enfoque
holista». Revista Rupturas 1(1):54-82.
73. Núñez Picado, Dagoberto. 2017. «Violencias interseccionales y espiritualidades en la vida
de mujeres mesoamericanas como problema teórico-práctico». Revista Rupturas 8 (1):
33-62. http://www.scielo.sa.cr/pdf/rup/v8n1/2215-2989-rup-8-01-33.pdf
74. Núñez Picado, Dagoberto. 2017. Espiritualidades a partir de una dimensión interseccional
dominante en la vida cotidiana de las mujeres mesoamericanas: A la luz de certámenes
Voces Nuestras: 2002-2013. Informe de Investigación del CICDE-UNED. Accesible, en:
http://investiga.uned.ac.cr/cicde/index.php/informes-de-investigacion/208-espiritualidades
75. Olavarría, José. 2001a. ¿Hombres a la Deriva? Poder, trabajo y sexo. Santiago de Chile:
FLACSO.
76. Olavarría, José. 2001b. Hombres: identidad/es y violencia. II Encuentro de Estudios de
Masculinidades Santiago de Chile: FLACSO.
77. Olavarría, José. 2003a. «Los estudios sobre masculinidades hegemónicas en América
Latina. Un punto de vista». En Anuario Social y Político de América Latina y el Caribe, n.°
6: FLACSO-UNESCO.
78. Olavarría, José, ed. 2003b. Varones adolescentes: género, identidades y sexualidades en
América Latina. Santiago de Chile: FLACSO.
79. Olavarría, José. 2007. «Apuntes para la construcción de una agenda pro género que
incorpore a los hombres». Colección Ideas, n.° 78.
80. Olavarría, José. 2008. «Globalización, género y masculinidades hegemónicas. Las
corporaciones transnacionales y la producción de productores». Revista Nueva Sociedad,
n.° 218: 72-86.
81. Olavarría, José. 2009. «La investigación sobre Masculinidades hegemónicas en América
Latina». En Lo masculino en evidencia: investigaciones sobre la masculinidad, editado por
José Toro-Alfonso, 315-344. San Juan: Publicaciones Puertorriqueñas.
P a g e | 80
82. Olavarría, José y Arturo Márquez, eds. 2004. Varones, entre lo público y la intimidad. IV
Encuentro de Estudios de Masculinidades. Santiago de Chile: FLACSO
83. Olavarría, José y Enrique Moletto, eds. 2002. Hombres: identidad/es y sexualidad/es. III
Encuentro de Estudios de Masculinidades. Santiago de Chile: FLACSO: Santiago.
84. Olavarría, José y Rodrigo Parrini, eds. 2000. Masculinidad/es. Identidad y familia. I
Encuentro de Estudios de Masculinidad. Santiago de Chile: FLACSO.
85. Parra Bolívar, Hersley. 2005. «Relaciones que dan origen a la familia». Tesis de
Licenciatura. Universidad de Antioquia.
86. Piñero Antonio. 1976. «Introducción a la poética generativa de Güttgermanns». Revista
Helmántica, n°82-84, 443-474.
87. Piñero, Antonio. 2015. «Los orígenes del cristianismo en Asia Menor. Textos e historia».
Blog Tendencias. Acceso el 10 de setiembre de 2017,
http://www.tendencias21.net/crist/Los-origenes-del-cristianismo-en-Asia-Menor-Textos-e-
historia-70-135-d-C-603_a1916.html
88. Pizarro Héctor. 2006. ¿Por qué soy hombre? México. S/E. Acceso 24 de Mayo 2018, en
http://ovsyg.ujed.mx/docs/biblioteca-virtual/Porque_soy_hombre.pdf
89. Quesada Camacho, Juan Rafael. 1989. Historia oral en Costa Rica: génesis y estado
actual. Avances de Investigación. Centro de Investigaciones Históricas (CIHAC). N° 47.
Universidad de Costa Rica.
http://www.culturascontemporaneas.com/contenidos/historia_oral_en_costa_rica.pdf
90. Quesada Castro, Rodolfo. s/f. Costa Rica: Evolución de la población económicamente
activa. PERIODO 1950-1990. Perspectivas futuras. Santiago: Centro Latinoamericano de
Demografía (CELADE). https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/21287/D-
17749.14_es.pdf?sequence=1
91. Reyes Archila, Francisco. 2003. Otra masculinidad posible. Un acercamiento bíblico y
teológico. Bogotá: Dimensión Educativa.
92. Ricoeur, Paul. 1980. La metáfora viva. Madrid: Ediciones Cristiandad.
93. Rivera, Roy y Yajaira Ceciliano. 2003. Cultura, masculinidad y paternidad: las
representaciones de los hombres en Costa Rica. San José: FLACSO.
94. Robles Robles Amando. 2006. Para una nueva espiritualidad (cosmoteándrica): Aportes
en Raimon Panikkar. Ciudad de Guatemala: Centro Ak'Kutan.
95. Robles Robles, Amando. 2001. Repensar la Religión. De la creencia al conocimiento.
Heredia: EUNA.
96. Rossi Landi, Ferrucio. 1970. El lenguaje como trabajo y como mercado. Caracas: Monte
Ávila Editores.
P a g e | 81
97. Ruiz, Angel, S/f. Una perspectiva de desarrollo para Costa Rica. San José: S.E.
http://www.centroedumatematica.com/aruiz/libros/Una%20perspectiva%20de%20desarroll
o%20para%20Costa%20Rica.pdf
98. Salas Calvo, José Manuel. 2001. «Equidad de los géneros en Costa Rica». Ponencia al
Foro Estado de La Nación. San José. Acceso el 11 de setiembre del 2017.
http://www.estadonacion.or.cr/files/biblioteca_virtual/otras_publicaciones/aporte7_equidad
.pdf
99. Sanguineti, Juan José. 2007. Filosofía de la mente. Un enfoque ontológico y
antropológico. Madrid: Ediciones Palabra.
100. Simmel George. (1918) 2000. La trascendencia de la vida. REIS, n.° 89: 297-314.
101. Homosexualidad, religión y Ciencia (BLOG) La Asamblea General de la OMS elimina
la homosexualidad de su lista de enfermedades psiquiátricas”. Acceso el 10 de setiembre
2017. https://sites.google.com/site/homosexualidadreligionyciencia/-porque-se-elimino-de-
forma-oficial-que-la-homosexualidad-es-una-enfermedad-mental
102. Sloterdickj, Peter. 2011. Celo de Dios: sobre la lucha de los tres monoteísmos. Madrid:
Siruela.
103. Stein, Edith. 2011. El problema de la Empatía. Madrid: Trotta.
104. Solís Umaña, Mario. 2008. «Microsociología de la interacción y constitución del sí
mismo en la vivencia comunitaria neopentecostal».Revista Actualidades en Psicología, n°
22, 19-42. https://revistas.ucr.ac.cr/index.php/actualidades/article/view/19/21
105. Suárez, Hugo José. 2008. La fotografía como fuente de sentidos. San José: FLACSO.
106. Tamez, Elsa. 1988. Teólogos de la Liberación hablan sobre la mujer. San José: DEI.
107. Tamayo, J.J. y Salazar Benítez, O. 2016. «La superación feminista de las
masculinidades sagradas». ATLÁNTICAS-Revista Internacional de Estudios Feministas, 1
(1), 213-239. doi: http://dx.doi.org/10.17979/arief.2016.1.1.
108. Thomas Dean. 1990. La teología del laicismo radical: una crítica laica. Ciudad de
México: Editorial Extemporáneos.
109. Torres, Andrés. 2000. Fin del cristianismo premoderno: retos hacia un nuevo
horizonte. Bilbao: Sal Terrae.
110. Ursua Lezaun, Nicanor. 1988. «El problema mente-cerebro desde un enfoque
evolucionista-emergentista. Una explicación conjetural». Revista Internacional de
Estudios Vascos 33(2), 187-222.
111. Villar, Patricia. 2012. «Psicoanálisis y cuidado de sí». Tesis de licenciatura.
Universidad de la República.
P a g e | 82
112. Viveros Vigoya, Mara. 2007. «Teorías feministas y estudios sobre varones y
masculinidades hegemónicas. Dilemas y desafíos recientes». Revista Manzana de la
Discordia, n.° 4: 25- 36
113. Viveros Vigoya, Mara. 2016. «La interseccionalidad: una aproximación situada a la
dominación». Revista Debate Feminista 52: 1-17.
114. Vizcaíno Cruzado, Eduardo. 2014. Los jóvenes ante el desencantamiento y la
secularización del mundo: ¿el surgimiento de una espiritualidad individualista? Memoria
de doctorado. Universidad de Huelva.
P a g e | 83
ANEXOS
ANEXO 1
remonta en historia a mil años de producción filosófica en las que el mismo Foucault
distingue tres momentos fundamentales:
--El socrático (Siglo V a. C.)
--La edad de oro de la cultura de sí (siglos I y II),
--y el paso del ascetismo pagano al ascetismo cristiano (siglos IV y V)
• También se puede observar que en el concepto de “cuidado de sí” –como señala
Laura Katz (El Psicoanalítico 2010) —se puede distinguir la actitud en relación con uno
mismo, con los otros y con el mundo (epimeleia heautou) en esto también hay una gran
diferencia con la aproximación tradicionalmente teológica respecto de la que se trata en
términos foucaultianos: aquí se subraya mantener cierta vigilancia sobre lo que uno piensa y
lo que acontece en el propio pensamiento y accionar cotidiano. Una especie de “auto-
observación” que es un segundo aspecto que nos parece especialmente pertinente a nuestra
aproximación al tema porque en términos de actuación social se trata de estimar la
espiritualidad de cara a dicha acción como la capacidad con que uno “se hace cargo de sí
mismo” en determinados contextos, y en tales medios se “modifica, se purifica y se
transforma” como sujeto, diría Foucault. Así es como vemos el tema tal y como puede ser
leído en la vida de sujetos masculinos concretos.
En palabras del propio Foucault, la distinción general entre filosofía y espiritualidad ilustra lo
fundamental del enfoque:
“Filosofía es una forma de pensamiento que intenta determinar las condiciones y los
límites del acceso del sujeto a la verdad. Si denominamos a todo esto filosofía creo que
se podría denominar espiritualidad a la búsqueda, a la práctica, a las experiencias a
través de las cuales el sujeto realiza sobre sí mismo las transformaciones necesarias
para tener acceso a la verdad. Denominaremos por tanto la espiritualidad al conjunto de
estas búsquedas, prácticas y experiencias, entre las cuales se encuentran las
purificaciones, la ascesis, las renuncias, las conversiones de la mirada, las
modificaciones de la existencia que constituyen, no para el conocimiento sino para el
sujeto, para el ser mismo del sujeto, el precio a pagar para tener acceso a la verdad”
(1987, 38).
P a g e | 86
integrado –no disociado—del amplio marco de necesidades materiales y simbólicas del ser
humano contemporáneo.
• Esbozaremos las principales relaciones entre masculinidades y espiritualidad: ¿En qué
sentido podrían conectarse? ¿Cómo podrían identificarse las conexiones? ¿Dónde se
verían? ¿A través de cuáles marcadores? ¿Qué le aporta el estudio de la espiritualidad al
estudio sobre las masculinidades contemporáneas?
Mariano Corbí (1983; 1992, 1996) constata algunos hechos de importancia, en el contexto
europeo que ofrecen pistas muy claras para nuestro tema en nuestro contexto
mesoamericano. La principal constatación en este sentido es la siguiente: si bien no
estamos en Europa, lo cierto es que fenómenos como el “religioso cristiano” son realidades
aquí vividas –en el día a día—importadas (por así decirlo) y que colonizan aun nuestros
imaginarios y universos simbólicos. No podríamos decir simplemente que el hecho de que
nuestro suelo no sea el europeo nos exime de la experiencia de fenómenos simbólicos tan
complejos como el de las espiritualidades promovidas por las distintas formas de
cristianismos aquí experimentadas.
Esquemáticamente visto Corbí señala (2005) que en las nuevas sociedades industriales
europeas se han producido cuatro hechos culturales que han tenido consecuencias en todos
los órdenes de la vida de los colectivos y también, muy profundo, en las religiones. Estos
hechos culturales, ya inevitables, que presentan consecuencias mundiales, son:
• La desaparición prácticamente completa de las viejas maneras preindustriales de
trabajar y vivir.
• La generación de la vida industrial y tecnológica penetra a todos los órdenes de la vida
de los grupos: al cultivo del campo, a la ganadería, a la industria, a las comunicaciones, al
consumo, al ocio, etc.
• La aparición y asentamiento de las sociedades dinámicas de creación continua.
• La globalización de los mercados, las finanzas, las ciencias y las técnicas, las
comunicaciones, el ocio y también de las religiones.
El autor desarrolla cada uno de estos hechos, que están a la base, de su teoría sobre la
crisis del fenómeno religioso actual. Los vamos a considerar como cambios socio-culturales
operados en los países que funcionaron y funcionan como metrópolis que colonizaron
nuestra región y consecuentemente, como referentes para analizar y valorar las
P a g e | 88
mitos, símbolos y rituales eran los de la religión cristiana. Así hemos vivido dos mil años, con
algunas modificaciones.
Es lógico que si ese modo de vivir desaparece por completo, entre en crisis y tienda a
desaparecer todo lo que se engendró desde ahí y fue su soporte, también entre en crisis: sus
maneras de pensar, sentir, actuar, organizarse y, con ellas, las formas de sentir y vivir la
dimensión religiosa.
Corbí reflexiona que ante una muerte definitiva, “lo necesario y correcto es enterrar lo antes
posible al cadáver para que no dañe a las nuevas formas de vida”. Porque, agrega, lo que no
puede recobrar el vigor de la vida, puede, sin embargo, permanecer, como formas residuales
a extinguir, durante mucho tiempo, intentando impedir y obstaculizando a la nueva vida.
A ese propósito vale señalar, desde nuestra ladera del mundo, que es precisamente ésta la
situación constitutiva de las sociedades ubicadas en la periferia del sistema-mundo
capitalista (Eisentstadt 2013), nos preguntamos ¿hasta qué punto somos modernos e
industriales? ¿Cuál es la naturaleza de nuestra peculiar modernidad y qué consecuencias se
desprenden de ella? Si como dice Corbí “ninguna forma, sea del ámbito que sea, puede
rescatarse de un sistema que desaparece sin rescatar el sistema completo” y cuando la vida
preindustrial perece, perece con ella todo lo que le era propio”, y que podríamos afirmar
viene al caso de algunos países del centro capitalista, pero ¿resultará lo mismo para países
o regiones enteras que ocupan un lugar periférico respecto de esos centros económicos,
como la región mesoamericana o nuestro país?
Lo que desencadena esa nueva lógica es el hecho de que la clave del éxito económico sea
la continua innovación en productos y servicios. No puede haber continua innovación en
productos y servicios sin continua producción de ciencias y tecnologías. La continua
producción de ciencias equivale a continua producción y cambio de la interpretación de la
realidad. Como que las ciencias se extienden a todos los ámbitos humanos, los cambios
continuos en la interpretación de la realidad lo abarcan todo. La continua creación de nueva
tecnología induce nuevas formas de trabajar y, por consiguiente, nuevas formas de
organizarse. Las nuevas formas de organización exigen nuevos sistemas de cohesión y
valoración, nuevas finalidades.
Las antiguas sociedades preindustriales –que también tenían procesos propios de cambio
socio-cultural--, en comparación con las sociedades contemporáneas –históricamente visto--
tendían a vivir de hacer “lo mismo” y tenían mecanismos eficientes para bloquear los
cambios que atentaran contra lo esencial de su sistema-mundo. La diferencia relevante al
comparar las sociedades antiguas con las nuevas sociedades estriba en que esta últimas
tienen que vivir de la creación continua de innovación y del cambio continuo en todo. Quien
crea que con el continuo cambio de las ciencias y las tecnologías sólo cambia la ciencia y la
tecnología y sus productos, se equivoca gravemente.
En las nuevas sociedades todo se mueve continuamente, todo ha de poderse mover en el
momento que convenga. Ninguna interpretación, valoración, forma de actuación y
organización, sistema de valores y fines puede estar fijado.
La consecuencia de esta nueva lógica cultural es la necesidad de excluir las creencias. Las
creencias fijan la interpretación, la valoración y el comportamiento. Eso bloquea la posibilidad
misma de existencia de las nuevas sociedades y la cultura que les es necesaria y coherente.
jerárquica es sólo una forma de organización entre otras, pero inepta para los colectivos que
deben dedicarse a la producción de nuevos conocimientos, tecnologías, productos y
servicios.
El nuevo tipo de organizaciones debe excluir la organización jerárquica, si quiere ser
verdaderamente creativo y, por tanto, productivo. Un equipo de creación de nuevos
conocimientos, tecnologías, productos o servicios, no puede organizarse jerárquicamente,
obstaculizaría la iniciativa, libertad, creatividad y sobre todo el intercambio entre los
miembros de equipos de trabajo que comparten saberes exclusivos. La creación tiene que
ser libre, la creación en equipo tiene que organizarse de forma que todos y cada uno de los
especialistas sean libres. Nadie es plenamente creativo sometido.
La creación de un saber, una tecnología, un producto o un servicio nuevo, requiere del saber
de todos; un saber que ninguna autoridad puede apropiarse; requiere de la decisión tomada
desde especialidades exclusivas. Tampoco nadie puede apropiarse de ese poder exclusivo
de decisión.
La clave de la formación de los nuevos equipos no será la sumisión a un mando, sino la
comunicación libre entre especialistas. La comunicación en el grupo debe difundirse en todas
las direcciones y debe hacerlo sin reservas; de lo contrario, se dañaría la capacidad creativa
de los individuos y del equipo. Por ello, la comunicación debe ser personalizada, cálida,
confiada, completa. Cuanto más completa sea la comunicación, más fluido será el flujo de
información entre especialistas y mayor la capacidad creativa del grupo.
La comunicación plena, intensa y voluntaria no se puede imponer, sólo se puede motivar
entorno a un proyecto de futuro. Proyectos que propongan valores y fines a los que los
diferentes especialistas se adhieran.
Como vemos, el nuevo tipo de sociedades creativas impone un individualismo muy
acentuado; muy libre para poder ser plenamente creativo y responsable de sí mismo y de sus
saberes exclusivos; muy valorado como fuente de la creación y, por tanto, del éxito
económico, pero no autárquico, sino que debe funcionar siempre en equipo
Se trata de equipos no estructurados entorno de una jerarquía, sino de una comunicación
libre y plena con vistas a un proyecto. El nuevo individualismo tendrá consecuencias políticas
y religiosas de calado.
• La confluencia de culturas, religiones y creencias comporta una nueva manera de ver
la religión:
La confluencia de todas las grandes tradiciones religiosas de la humanidad en unos mismos
países y en unas mismas ciudades, exige que todas las tradiciones tengan que vivir en paz,
sin atacarse unas a otras, sin menospreciarse unas a otras, ayudándose. Todas han
renunciar a la pretensión de eliminarse mutuamente o ponerse unas por encima de las otras.
Si las tradiciones religiosas no adoptaran estas actitudes, haciendo para ello las
transformaciones que convengan, serían un serio obstáculo para la sociedad globalizada en
paz y concordia. Un obstáculo de este género, tendría que ser eliminado, si se quiere una
sociedad global viable.
P a g e | 94
Esta convivencia impone una mutación del sentido absoluto y excluyente de las creencias
particulares de cada religión. Afirmaciones tales como que Mahoma es el último de los
profetas o que Jesús es el Hijo de Dios o que Buda es el iluminado, han de entenderse de tal
forma que pueden convivir unas afirmaciones junto a las otras, aceptándose mutuamente.
1.2. Las nuevas sociedades saben, oscura o claramente, que crean sus propios
modos de vida de forma autónoma
La crisis de las ideologías, el colapso del prestigio de las religiones y los cambios acelerados
introducidos por el asentamiento de las sociedades de innovación, han conducido al
convencimiento, explícito en las elites y más o menos oscuro en todo el pueblo, de que los
proyectos colectivos humanos no descienden del cielo ni los proporciona la naturaleza de las
cosas sino que los creamos los humanos a nuestro propio riesgo.
Se ha pasado, clara u oscuramente, de una sociedad que vivía apoyada en creencias, a
tenerse que apoyar sólo en proyectos autoconstruidos. Las nuevas sociedades saben que
crean y construyen su propio saber.
Conocen que ese saber de la realidad que construyen no es nunca una descripción de la
realidad en sí misma sino una interpretación basada en postulados y teorías. Saben que los
proyectos de vida individual y colectiva que construyen, son sólo construcciones humanas sin
más garantía que el valor de los postulados en los que se apoyan y el valor de la calidad
humana de los colectivos que los proponen.
Las nuevas sociedades saben que el destino humano está en las propias manos y que en
ellas está también el destino del planeta. Esta es ya una conciencia generalizada, clara u
oscuramente.
Esta conciencia colectiva a la que hemos ido a parar, no por opciones personales o de grupo,
sino por la evolución de siglos de la cultura europea, no es compatible con una espiritualidad
como la conciben las religiones occidentales, es decir, como sistema de creencias que
comportan una interpretación y una valoración de la realidad de procedencia divina; unas
formas de actuar, organizarse y vivir reveladas; unas formas de vivir y representar lo
sagrado, ese otro nivel espiritual humano, exclusivas y excluyentes.
P a g e | 95
Aunque Corbí afirma que las sociedades europeas occidentales son sociedades sin
creencias ni religiosas ni laicas y nosotros consideramos que se trata de un proceso en plena
conformación, coincidimos de que contemporáneamente es determinante ponerse de
acuerdo sobre postulados axiológicos –por ejemplo, los contenidos en procesos de respeto y
promoción de los derechos humanos- desde los que se pueda construir proyectos de vida
que contando con el poder de ciencias y tecnologías, sean valiosos, globales y sostenibles
respetando los procesos de humanización contextualizados desde lugares que no son
necesariamente los centros de poder hegemónico mundial. Porque estamos parados en tales
territorios y porque existen tantos más en similares circunstancias que apenas sobreviven a
los procesos de globalización económica y cultural que nos llegan como imposiciones
políticas mundiales desde los centros de poder mundial. Sin que los hayamos pedido desde
estas periferias.
colectivos humanos, a medio y largo plazo, serán capaces de aguantar el ritmo de continua
transformaciones que las nuevas sociedades imponen. Nuestra especie es muy plástica,
pero jamás se ha enfrentado con ese tipo de cultura, economía y sociedad.
Sea como fuere, estamos frente a un hecho. Nuestra historia nos ha traído donde estamos.
Como siempre que se trata de hechos, más vale aceptarlos y adaptarse, que lamentarse
inútilmente. Por ejemplo, la desterritorialización como fenómeno universal de la vida
contemporánea (Mattelard 2002), expresa bien otro factor que se traduce en las finanzas,
los productos y los servicios se han hecho universales.
La cultura científico-técnica es universal. El sistema de comunicaciones e informaciones es
también global. También la cultura del ocio es universal. Todas las tradiciones religiosas, con
sus grandes textos y maestros, están presentes en todos los países y ciudades de las
naciones desarrolladas.
La desterritorialización tiene graves consecuencias, no sólo económicas y culturales sino
además sociales y religiosas.
bio-antropológicos, por sobre los cuales, simplemente no funcionaríamos. Pero con todo y
eso todavía no puede afirmarse que nuestra naturaleza fisiológica y condición social de
viviente nos hace viables como humanos, en gracia de esas condiciones básicas de
operación y relación: en síntesis, nuestro autor concluye, que nos debemos construir –en
gran parte de lo que nos queda por determinar, en tanto seres humanos—de un modo
particular: en gracia de nuestra condición de hablantes.
Hablando hemos de establecer una interpretación del medio, una motivación para actuar en
él; tenemos que establecer cómo actuar en el medio de forma que sobreviva, nuestra forma
de trabajar lleva a construir el tipo de organización social y el sistema de cohesión/exclusión
grupal; prácticas de sexualidad y el trabajo de sacar adelante la crianza, etc.
Repitamos, tenemos que construirnos, hablando, una naturaleza viable. Precisamente, una
comprensión lo más completa posible de las arquitecturas básicas que nos conforman (bio-
culturalmente) deberá incluir –siguiendo a autores como Arce Arenales— que el lenguaje (en
ese sentido el habla) define nuestra particularidad en tanto especie, pero por sí no es sino la
base de otras operaciones más complejas e igualmente vitales para nuestra sobrevivencia:
aquellas que se han denominado facultades superiores, como son las que caracterizan el
pensar y el universo emocional, entre otras.
En todas las sociedades preindustriales, según los datos de que disponemos, los humanos
completan su indeterminación genética con un tipo de habla que podríamos llamar
constituyente o programadora. Estas formas de lenguaje constituyente o programador son
los mitos. Y una mitología es un conjunto de narraciones sagradas que hablan de lo que los
dioses o los antepasados sagrados hicieron y establecieron en el tiempo originario. Esas
narraciones se dividen en subconjuntos. Cada uno de esos subconjuntos son narraciones
sobre los dioses y los antepasados sagrados que programaban y determinaban un ámbito de
la vida del colectivo o de los individuos.
Podemos afirmar, sin temor a exagerar, que la materialización de esta producción simbólica
acuñada en mitos de la naturaleza crea –a su vez—un determinado “orden cultural-
discursivo” que resulta indispensable a la existencia y desarrollo de este sujeto humano,
porque representa una fuente central de modelación de la realidad que le toca vivir, adaptar,
transformar, etc. Es decir, que agregado al necesario orden bio-físico que le permite existir
de una forma determinada está el orden simbólico, tan indispensable y profundamente
necesario (y sin duda, más complejo) que el primero.
P a g e | 98
2.1. Dinámica del mito según mundo socio-laboral en tanto “poder organizador”
de vida
Las unidades semánticas que forman los mitos y también los ritos, entrañan mundos
simbólicos que nos hablan de las interacciones humanas según ciertos sentidos asignados.
En los rituales –en tanto actuaciones sagradas—se inscribe la finalidad de reimprimir y
actualizar periódicamente en el colectivo cierta programación que se formula en los mitos.
Así, mitos, símbolos y rituales son el complejo de palabras y acciones encargadas de grabar
en la mente y en el sentir del colectivo y de los individuos una naturaleza determinada, es
decir, un sistema de interpretar y valorar la realidad, un sistema de actuación en el medio y
una organización, tanto social como familiar, unas formas de sexualidad y de cuidar a
otros/as (así como de “cuidarse” de otros/as) y, por último, unas maneras de mantener vivo y
activo el sistema mismo de programación subyacente.
Los análisis mitológicos muestran que los mitos están construidos a partir la actuación
central con la que un grupo sobrevive en el medio, así es como esa experiencia productiva
se convierte en la metáfora o paradigma desde donde, transferida a todos los campos de la
vida, son construidos y ordenados dichos mitos. Para las sociedades cazadoras-recolectoras,
la acción central con la que se vive es matar al animal y comer su carne. Lo que funciona
como metáfora, patrón o paradigma no es la estructura superficial (semántica): “muerte
violenta del animal que servirá de alimento”. Lo que funciona como metáfora central, que se
transfiere a todos los campos y los ordena, es su estructura profunda: el elemento negativo
(la muerte que violenta al animal), se transforma en positivo (vida) en la forma de
alimentación para el humano.
Avanzando en su hipótesis general Corbí señala que las sociedades agrícolas utilizaron la
misma metáfora central que los cazadores-recolectores, pero modificada con una ampliación:
el término negativo (la muerte violenta del animal), pasará a ser sustituida (en la elaboración
cristiana) por el “descenso a los infiernos”. La muerte será equivalente a bajar al seno de la
tierra. Con esta ampliación-modificación, continuará vigente en la vida de los agricultores el
viejo paradigma, la venerable metáfora central, vigente por cientos de años en la ladera
occidental del planeta.
Todas las estructuras mitológicas están construidas de esa manera. Aunque los pueblos del
mar, o los ganaderos tendrán otra metáfora central y los agricultores de riego otra más
compleja, de lo dicho se desprende que la pretensión primaria de mitos, símbolos y rituales
no es religiosa; su función primaria es completar nuestra indeterminación genética y construir
una naturaleza viable, en unas circunstancias de sobrevivencia determinadas. Los mitos,
símbolos y rituales son como un software que programa un tipo de vida, una naturaleza
viviente. Desde ese programa, desde esos mitos, símbolos y rituales se expresará,
representará y vivirá la dimensión religiosa de la existencia.
que por el momento haya clara consciencia de las nuevas condiciones socio-culturales que
subyacen en las propias prácticas religiosas, tanto en los líderes como en los practicantes
religiosos. La paradoja en que estamos estriba en que nos vemos forzados a dejar de ser
personas de creencias para ser personas de postulados y proyectos cambiantes. Porque en
la realidad cotidiana tampoco podemos dejar de ser globales.
Hemos de esforzarnos por leer ese inmenso legado, partiendo desde donde realmente
estamos. No tener creencias no quiere decir que no tengamos actitudes ingenuas o acríticas,
quiere decir que sabemos que no recibimos nuestro proyecto de vida, nuestro sistema de
interpretación de la realidad, nuestro sistema de valores, nuestro modo de vivir y actuar,
nuestras organizaciones, e incluso nuestras maneras de concebir al Absoluto, de ninguna
divinidad ni de ningunos antepasados sagrados, porque sabemos que todo eso tenemos que
construirlo, día a día, nosotros mismos.
Nos construimos con nuestras ciencias todos nuestros saberes; tenemos que construirnos
los postulados axiológicos sobre los cuales podamos edificar nuestros proyectos de vida
humana con el aparato tecnológico de que disponemos y que renovamos continuamente;
tenemos que construir nuestros sistemas de organización, desde los niveles más altos
internacionales hasta los niveles más bajos locales y familiares. Eso lo estamos ya haciendo
y somos conscientes de ello.
Somos autónomos, y no tenemos otra solución, porque nos vemos forzados a construirnos
autónomamente todos los niveles de nuestra vida. Nada nos viene dado, ni por los
antepasados, porque no vivimos ni viviremos nunca más como ellos; ni por los dioses,
porque ya no tenemos ni mitos ni creencias; ni por la naturaleza de las cosas, porque lo que
considerábamos la naturaleza de las cosas varía continuamente con el crecimiento de
nuestras ciencias y tecnologías.
Hay que acercarse a leer atentamente las tradiciones religiosas, vacíos de creencias, sin
buscar creencias; vacíos de soluciones ya hechas y sin buscar soluciones hechas; vacíos de
sumisiones, si no es a nuestras propias debilidades e ignorancias, y sin buscar a qué
someternos.
En la oferta de las grandes tradiciones religiosas de la humanidad, en las revelaciones de
sus escrituras sagradas, en las enseñanzas de sus grandes maestros, no podemos
pretender encontrar ni cómo interpretar la realidad, ni cómo valorarla, ni cómo debemos
actuar, ni cómo debemos organizarnos en todos los niveles.
P a g e | 103
No hay que buscar soluciones a nuestros problemas porque las soluciones debemos
construirlas nosotros mismos.
Eso es así en las nuevas sociedades industriales y lo fue en el pasado, aunque no
tuviéramos conciencia de ser los constructores de mitos y religiones, porque lo hicimos a lo
largo de milenios y nos fue útil y necesario creer que las recibíamos de lo alto.
4.1.1. Los caminos de la sabiduría de las tradiciones religiosas:
Desde el punto de vista del conocimiento que nos aportan esas tradiciones nuestro autor
habla de rescatar en ellas la distinción entre lo que es la verdadera realidad y nuestra
realidad, más allá de nuestras interpretaciones y valoraciones. Sitúa en ese punto el aporte
de fondo de esas espiritualidades en lo que tienen de rescatable para nuestro presente y
futuro. Hablar de algo que nos libere de nuestra perspectiva relativa, condicionada por
nuestras necesidades. De eso trata según él la espiritualidad: Habla de lo que nos libera de
nuestra identificación con un cuadro de necesidades y deseos más interiorizados, para
reintegrarnos a “lo que es” (en otras palabras, a lo real-real) más allá de nuestra lectura
interesada; volvernos a “lo que es” es algo que se consigue –por ejemplo, nos dirá Corbí—en
tanto en cuando se silencia la retícula de interpretaciones y valoraciones que la ego-
centración proyecta sobre lo real.
Las grandes tradiciones religiosas, las grandes escrituras sagradas y los maestros del
espíritu ofrecen la dimensión absoluta de la realidad, que es también una dimensión del vivir
humano. Ofrecen un conocer y sentir, percibir y actuar que no está enmarcado en lo que es
propio de un viviente en un medio, que no está enmarcado en la relación Sujeto-Objeto (S-
O). En palabras de Corbí, las grandes tradiciones religiosas ofrecen un conocer, sentir,
percibir y actuar que surge cuando se ha silenciado por completo esa relación dual, cuando
se ha silenciado la egocentración de la mente, el sentir y la actuación.
Nuestro concepto es que aunque lo descrito parece remitir a una práctica de cultivadores
espirituales dedicados o especialistas y en vista de nuestros intereses investigativos cabría
preguntarnos si tal experiencia está o no al alcance inmediato de las personas comunes que
son sujetos de este estudio: aunque muy probablemente no sea esta la noción de
espiritualidad que encontraremos en la investigación, el aporte de Corbí es considerado en
atención a la coherencia teórica de su planteamiento. Estamos abiertos –en ese sentido—a
sistematizar estas propuestas como parte de la gama que, potencialmente, podría estar
presente en el contexto nuestro.
P a g e | 104
realidades o dos significaciones diferentes, aunque para expresar esa doble significación
tengamos que expresarlas separando y distinguiendo como si fueran dos realidades.
Desde la dimensión absoluta de lo real hablan las tradiciones religiosas, y lo hacen desde las
condiciones culturales de las sociedades preindustriales, estáticas, mítico-simbólicas,
religiosas y creyentes. Con esta distinción básica continuaremos en la siguiente sección.
El canon de modelación que se abre en la nueva sociedad según Corbí y que acerca al ser
humano a la dimensión absoluta de la realidad adquiere características similares a las que
aluden los estudiosos de las teorías cuánticas (bucle, resorte…caos: infinitud de mundos
convergiendo/desplazándose).
temporal y por otra parte, tiende y aspira –en sus búsquedas—a la más absoluta y radical
libertad de todo condicionamiento.
Lo que pasa con el vacío que constatamos en nosotros es que recibe de la dimensión
relativa de la realidad una consistencia que aparentemente es un “llenado” de la dimensión
absoluta. Sin embargo, responde a la dimensión relativa y no a la intensa de la realidad: en la
tradición musulmana esto se dice así “donde quiera mires sólo ves la faz de Alá” y eso es
testimonio de contacto con la dimensión absoluta desde esa tradición.
Para nuestro autor se llega a la experiencia de la dimensión absoluta disponiéndose
mediante un tipo de silenciamiento capaz de suspender el giro de la rueda desde su eje
(desde la suspensión del deseo): suspendiendo o poniendo entre paréntesis las expectativas
para detener la rueda: gracias a esa suspensión aparece alguna forma de la dimensión
absoluta: sabiéndose sujeto a una experiencia particular –dimensión relativa—se procede a
indagar entorno de la dimensión absoluta (Corbí 2012). Las espiritualidades ofrecen
oportunidades de contacto básico a ese ser infinito que está en el centro de uno: que es
vacío y que se constituye en fuente de autoridad inagotable; se vive corporal y mentalmente
sin negar importancia de la razón en el proceso, pero sabiéndola relativa al proceso.
Para Corbí “el planeta entero se convierte en constelación o sinfonía de modelaciones”:
intercambio al compartir modelaciones; se observa que en el fondo hay una comunión que es
un sentir que antecede a esquemas de certidumbre pero que ofrecen un orden primario del
mundo que se aproxima a lo absoluto. Se puede observar que con plantas y otros animales
guardamos en común la dimensión absoluta de la realidad gracias al “sentir” (universo del
emocionar: Varela y Maturana). Y así como la razón acota realidades conforme a patrones
de clasificación, asimismo el sentir lo hace destacando relevancias, diferencias y jugando con
contrastes. Aquí estaríamos hablando de realidad en un primer orden que no es el común-
cotidiano ni tampoco un orden que se deje dominar por versiones disciplinarias de las
ciencias naturales o sociales.
Las ciencias son construcciones de segundo orden (metalenguajes) que dependen del primer
orden y éste no es una construcción mediada –primordialmente—por la lengua, aunque
tampoco prescinde de ella para poder ser comunicada como experiencia: hemos sido viables
–es decir, animales vivientes, necesitados y depredadores—también desde “el sentir” en
tanto colectividad: por ello el budismo llama a que desde el dominio del deseo (sentir) se
convoque a esa energía de la dimensión absoluta de la realidad para quebrar la continuidad
P a g e | 111
de operar –en automático—desde el orden que impone el deseo: es decir, que el sentir es la
puerta desde donde se puede re-educar la voluntad y la inteligencia para una acción desde la
realidad como dimensión absoluta.
Paradoja: si observamos que la relación causa-efecto ha sido exitosa para vivir y no morir
(orden cotidiano) y hacernos viables, ¿cómo es posible que el budismo quiera llevarnos a
sustituir o romper con ese orden? ¿Es que quiere que desaparezcamos como especie? La
propuesta de detener la rueda mediante la domesticación del deseo es una llamada radical a
comprender que –en el tramo de una biografía humana—hay posibilidad de entrar en
contacto consciente con las principales fuentes de la dimensión relativa de la realidad que
nos mueve: esa simple constatación (que la dimensión relativa tiene entidad relativa) eleva la
calidad de acción, certeza y reconocimiento de sí y de otros.
Todo (hasta una espiga) bien mirada, puede ser vehículo –vía media—para sentir la
presencia de la dimensión absoluta de la realidad: estamos constantemente ante el paisaje
de la inmensidad de mundos y se nos escapa. Veremos que todo depende de todo y que
meter a dios dentro de la rueda (dimensión relativa de la realidad) es achicarlo, acotarlo,
porque de dios sabemos más lo que no es, que lo que es, como de la dimensión absoluta de
la realidad.
Para Corbí si se detiene el deseo, entonces se detendrá también la rueda que es la
construcción de la dimensión relativa de la realidad: cuando aparece esa otra dimensión
absoluta de la realidad en el horizonte se constata que no es algo referido al ego (este es el
constructor de deseo) y los medios del ego no son capaces para que la realidad absoluta sea
dicha o significada. Las cosas no existen en función de mi depredación, existen “per se” y
son “en sí” mismas --como yo—en lo que tenemos de dimensión absoluta que aunque no
sabemos que es, se constata que “está ahí” como expresión potencial de la infinitud de
mundos diversos anidados en nuestro ser.
Según nuestro autor se requiere tener noticia por algún medio de esa realidad absoluta; y un
escrito puede servir. La experiencia de haber estado fuera de la dimensión relativa de la
realidad para constatar que no somos el contenido que nos ha sido dado desde la dimensión
relativa de la realidad: no son las creencias las que puedan dar acceso a la dimensión
absoluta y en eso las iglesias han renunciado a espiritualidades como simples vehículos de
experiencia de la dimensión absoluta de la realidad.
P a g e | 112
Para cerrar queda establecido que para Corbí está sumamente claro que las religiones de
sumisión no sirven hoy. Pero se puede ir a su formulación ontológica aunque la idea del
derrame de la bondad desde esquemas jerárquicos no sirva: la idea de que por contacto con
la cúspide se va desprendiendo (derramando) la bondad (una ontología jerárquica). Distinto
de que todo es interdependiente y por eso nos da vida a todos.
P a g e | 115
Objetivo general:
Caracterizar las principales formas en que campesinos costarricenses del Siglo XX
entendieron y vivieron su masculinidad, religiosidad y espiritualidad, a la luz de los patrones
de articulación e interacción entre estas dimensiones vitales según sus relatos
autobiográficos.
18
Se trata de una primera sistematización general que permite ubicar las características principales de los relatos en tanto potables
como objeto de estudio de masculinidades, religiosidades y espiritualidades. Aunque ya tenemos prueba de la riqueza del material
como base empírica, metodológicamente, siguiendo experiencias de investigación anteriores (Núñez, 2017) nos proponemos
sistematizar la información conforme a dos tipos de registros: el archivo horizontal que consiste en esta primera aproximación a
los datos generales de la fuente y el archivo vertical construido con base en las variables principales del estudio; a saber,
características de las religiosidades, espiritualidades y masculinidades de los sujetos de estudio.
19
Piñero es uno de los intelectuales contemporáneos que más ha investigado las características del cristianismo temprano a la luz
de las condiciones socio-culturales: su exégesis y postulados hermenéuticos lo autorizan como un sistematizador cabal de los
filones que le dan vigencia a las Religiones del Libro (Piñero 1976).
P a g e | 117
20
Con miras al trabajo de lectura y sistematización de los relatos en la UNA (Centro de Documentación de la Facultad de
Ciencias Sociales). El proceso de los permisos para el acceso al material está gestionándose en vista del resguardo cuidadoso que
la UNA tiene sobre sus archivos históricos. Parte de las gestiones contempla una serie de entrevistas con el Profesor Miguel
Sobrado quien sigue –después de su jubilación—siendo un referente académico de la Escuela de Planificación de esta universidad
pública costarricense.