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Reporte 5de11.

Octavio Martínez López


Filosofía y Teoría de Género. Mtro. Félix Enrique López Ruiz

Reporte de lectura
“Sexo y Filosofía. Sobre ‘mujer’ y ‘poder’”
Obra: Amelia Valcárcel, Sexo y Filosofía. Sobre “mujer” y “poder”, Anthropos, Bogotá, 1994. Págs.
83-166.

Ubicación de la Sexo y Filosofía es una de sus obras más importantes.


obra
Ubicación de la Es doctora en Filosofía por la Universidad de Oviedo.
autora
Objetivos de la
La autora lo dice en su prólogo: “Me propongo en este ensayo ofrecer algunos
obra/autora puntos posibles de ese análisis (del sistema que propicia el sexismo) dentro de
una tradición que está cobrando cuerpo en nuestro país.”
Esquema de la De la obra Sexo y Filosofía, analizo la segunda parte, desde el capítulo cinco
obra hasta el noveno que es último. Se divide esta primera parte en los siguientes
capítulos:
1. Capítulo 5. Lo que tenemos
2. Capítulo 6. La mujer, las figuras de la heteronomías
3. Capítulo 7. Discurso, mujer, poder (I)
4. Capítulo 8. Discurso, mujer, poder (II)
5. Capítulo 9. Individualismo y nominalismo
Tesis La autora sostiene la legitimidad de la filosofía del feminismo como teoría
política y teoría ética, y al feminismo como movimiento político con objetivo de
alcanzar el poder. Argumenta contra el genérico mujer y defiende la posición
individualista del feminismo.
Argumentación 1. La obra que analizo es de los noventa. Para ese entonces el movimiento
feminista como movimiento radical ya se había desactivado. Las mujeres ya
habían alcanzado el poder, ya tenían su parte masculina de mal. Incluso ya
atisbaron que el cambio tiene un costo demasiado alto y saben de sus malas
consecuencias. Al parecer, las mujeres no quieren lo que ahora tienen.
a) La pregunta por el poder es sobre sus condiciones de legitimidad. La ética no
puede tener más poder que el argumentativo.
b) Ética y poder se transforma en ética o poder. Si el poder es demasiado vil se
queda con todo pero sin justificación. El poder corrompe. El poder no es ético.
Sin embargo, los actos que reconocemos del poder y los actos de resistencia del
poder, ambos, son actos de poder. El poder corrompe, pero también no poseer
poder. La autora exige del feminismo, con riesgo de vivir en los bordes de las
instituciones, asumir ejercer su poder.
c) La filosofía puede prestar a la causa de las mujeres un servicio al iluminar
cómo determinadas inconsistencias no surgen de ninguna fuente maligna y
propia sino que son herencia de la razón y de la carne. A la vez, la especulación
filosófica debe atender las polémicas reales para saber del efectivo rendimiento,

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de los límites y de la fiabilidad de fundamento en sus diseños conceptuales.


2. El feminismo filosófico, dice la autora, tiene abierta la cuestión de los
genéricos, su formación, su funcionamiento y su legitimidad. Gran parte de la
polémica igualdad-diferencia gira en torno a las posiciones que se mantienen
acerca del estatuto del genérico mujer o mujeres. La mayor parte de la teoría
feminista resurgida en los setenta ha consistido en argumentar la
desfundamentación de los genéricos. La filosofía contractualista argumenta las
condiciones de posibilidad de cualquier colectivo desde un fundamento que
reside en los sujetos: una pluralidad de sujetos dará origen a un nosotros. La
aparición del individuo abstraído de sus colectividades fue una novedad
ilustrada y también que ese individuo era el legítimo cofundante de cualquier
colectividad. El problema, visto desde la ontología, es si hay un orden en el ser y,
si lo hay, no se puede evitar que el orden signifique rango, diferencia de poder,
designación. El varón da nombre a su otro yo, lo llama varona, la del varón. Bajo
la norma de otro, bajo el nombre de otro, ésa es la esencialidad que ha
mantenido cerrado el genérico mujeres dentro de su condición genérica.
a) Al genérico femenino se le atribuye la interioridad y la silenciosa tarea del ser;
al masculino, la exterioridad y el logos que sabe de sí. El discurso del grupo
sobre el grupo, el discurso del nosotros, se convierte en una retahíla epopéyica
de nombre de individuos recurrentes: las filiaciones de dos tipos, definidoras de
estirpe, definidoras de casta. Las primeras están emparentadas con la
genealogía, con el cómo las cosas han llegado a ser lo que son. Las segundas
proceden por analogía: presentan el ejemplo por el cual hacerse cargo del caso
individual. En ambos casos la filiaciones son designaciones cuya mera
enunciación de la idea del nosotros que se autorrefiere. Las filiaciones
patriarcales se consolidan en los genéricos. El genérico masculino procede por
estirpe y casta, por impostación del poder. Los demás genéricos cumplen la
segunda de las vías: sirven para nombrar a quienes quedan fuera.
b) Los genéricos repugnan el sujeto. Cualquier nosotros es un nosotros a
imponer sobre el yo, al que no se reconoce ningún tipo de ser previo. Sin
embargo, el camino del individualismo occidental debió necesariamente
transitar por los genéricos que tuvieron la tarea de asimilarse a las nuevas
formas de transindividualidad abstracta que la Ilustración impostó.
c) El sujeto primero tiene su origen en la teoría del conocimiento cartesiana. Así
comienza el sujeto que se sabe sujeto. De ese sujeto las mujeres no están
ausentes. Lo que se conserva es la aserción de que la misma condición de las
mujeres es ser sujetos por medio de esa sujeción elevada a esencialidad.
3. De las reivindicaciones de las mujeres se dijo en un tiempo que no eran serias.
No eran serias porque no estaban asentadas en el poder. La seriedad es uno de
los rasgos de la presentación-representación del poder. Cuando, a falta de otro
poder, el feminismo consiguió la legitimidad moral y teórica, las mujeres

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consiguieron las nuevas marcas de seriedad que ahora ejercitamos. Frente al


humor con que los varones definen a las mujeres, ellas deben mantener la
seriedad que conviene a la exigencia de igualdad. El universo de los iguales tiene
su fundamento en la igualdad que es equipotencia. Javier Muguerza decía que la
pretensión nominalista del feminismo filosófico español en verdad quería decir
algo más común y civil: el reconocimiento de la individualidad exonerada ya de
los genéricos.
a) Interrumpir la designación exige poder hacerlo, exige poder. La mujer es un
genérico ilegítimo, el poder no puede ser dicho de modo unívoco. Una pregunta
como desea usted el poder no se responde con un no o un sí. Nadie desea el
poder. Si se desea en sí, no se obtiene.
b) El colectivo de las mujeres está comprometido por su designación
heterónoma con un reparto desigual de esferas de influencia. Las mujeres están
obligadas por su designación a ocupar el ámbito precívico. Pero desde la
ilustración esa concepción completa empezó a tener fisuras. Las consignas de
libertad e igualdad no sonaron en vano en muchas mujeres. Los nuevos
contenidos y las nuevas demandas acabaron con el marco clásico de lo político.
La familia y su estructura de poder dejó de pertenecer al ámbito de lo precívico.
En el 68 se le contempló como una de las principales rémoras al proceso de
cambio.
c) Muchas de las reivindicaciones que los grupos feministas llevaron por
bandera la década de los ochenta se ha demostrado como simple calidad de
vida. Resaltar los rasgos contractuales del matrimonio y la familia, asumir el
control de la natalidad, prolongar la enseñanza hacia edades antes escolares son
ahora consecuencias del modo de vida de las sociedades industriales avanzadas.
El feminismo no debe desdeñar hacer sus ajustes con las tradiciones políticas
que le han precedido, ni saber situarse con autonomía y poder frente y al lado
de las tradiciones políticas presentes.
4. Poder necesita contextualización; la teoría feminista intentó contextualizarlo
mediante el constructo conceptual al que llamó patriarcado. La verdadera
polémica acerca del matriarcado y el patriarcado como se habían significado
llegó en los años sesenta del siglo XX. El patriarcado sería definido como una
política sexual ejercida fundamentalmente por el colectivo de los varones sobre
el colectivo de las mujeres, cuyo origen tendrá dos tipos principales de
explicaciones, biológicas o económicas. Su definición tipo es en clave de sistema.
El patriarcado es el sistema de dominación genérico en el cual las muejres
permanecen genéricamente bajo la autoridad a su vez genérica de los varones;
sistema que dispone de sus propios elementos de legitimación y cuya
permeabilidad escapa a cualquier frontera cultural o de desarrollo económico. El
feminismo es la alternativa global al patriarcado y a su vez una política. En la
década de los setenta en feminismo radical y feminismo reivindicativo. En

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ambos se pretende la desaparición del patriarcado.


a) Frente a una definición política de patriarcado, la reacción fue hacer de él una
necesidad biológica. Golberg definía al patriarcado como una organización que
relaciona la idea de autoridad o liderazgo con el varón quien desempeña la
mayoría de las veces de autoridad y dirección; pero considerando al patriarcado
como natural. Lo que hace Golberg es pasar del es al deber. Con todo, el
acercamiento de la cuestión a la biología ha determinado la necesidad de un
enfoque antropológico más general en la teoría feminista.
b) Para una filosofía política es relevante señalar qué poder considera legítimo,
qué mecanismos de poder atribuye al individuo y cuáles a las instancias
colectivas. Afirmar que un colectivo de más de la mitad de la humanidad no
tiene poder es difícil. Valdría más decir sin rodeos que no es el poder al que se
aspira. Las mujeres tienes poder, pero no en las decisiones fuertes, esas son
masculinas.
5. El individualismo no tiene buena fama, ni ética ni política, dentro de la cultura
filosófica progresista a la que pertenece el feminismo. Pero es necesario para
asumir principios nominalistas a fin de desmontar los genéricos. Reclamar la
individualidad es el necesario golpe en la base del estereotipo genérico. Aunque
de la deconstrucción del genérico no brota la individualidad de forma
espontánea.
a) La identidad del genérico femenino nunca fue tan apoyada o fundamentada,
predicada y explicada, como en el primer romanticismo. Es indudable que el
planteamiento de la igualdad política por la filosofía ilustrada debía
radicalizarse. Y lo hizo en dos sentidos: por la parte económica produjo el primer
comunismo; por la división de los sexos, el feminismo.
b) El feminismo es individualista cuando ocurre que conoce que nada se sigue
para el genérico de la acción individual. Es igualitarista cuando desde todas
partes se predica la diferencia. Y es optimista cuando, caídos los grandes relatos,
todos sus eventuales compañeros se declaran exhaustos.
c) Debemos poder hablar en nombre de las mujeres y atribuir características a
tal colectivo. Ni esencialismo ni naturalismo. Las mujeres comparten la
característica de la mujer, de una designación, pero también comparten una
gama finita de formas de estar en el mundo, pero nunca una esencia.
d) Quien pertenece a dos leyes no puede pactar porque no se puede servir a dos
señores. Una ley nacida antes de todos los tiempos, resistente al pacto, que es
así. De este modo, no sólo se naturaliza a sí misma, no sólo admite
esencialidades derramadas por una fortuna, sin que mezclando el es así con el
así sea, asume su destino individual bajo el colectivo y éste en manos de
cualquier potencia incognoscible.
e) Sin embargo, nuestros sistemas de legitimación de la jerarquía justa, las
democracias, no son naturalistas. Más bien son regulativas, políticas y

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ejemplares. Con todo, pueden subsistir en ellas estas designaciones ilegítimas.


Hay un fondo común a todo conservadurismo: la familia, como orden
normativo, como agregado jerárquico previo, natural, que es el verdadero
fundamento de la sociedad política. La familia es el buen orden. Defensa de la
familia suele significar defensa del naturalismo. Desde la perspectiva que
reclama el derecho a la individuación, no puede subsistir un ámbito social donde
no se exporten las categorías, aunque sean abstractas, de equipolencia, decisión
conjunta y diálogo.
Evaluación El punto más interesante a mi modo de ver es sostener que el feminismo debe
crítica actuar desde el poder.

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