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9 DE ABRIL DE 2019

PSICOLOGIA DEL DESARROLLO


EL JOVEN Y EL ADULTO
INSTITUCION EDUCATIVA ESCUELA NORMAL SUPERIOR DE COROZAL

Glenda Sánchez
INSTITUCIÓN EDUCATIVA ESCUELA NORMAL SUPERIOR DE COROZAL

PROGRAMA DE FORMACIÓN COMPLEMENTARIA

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PROGRAMA DE FORMACIÓN COMPLEMENTARIA

EL JOVEN Y EL ADULTO

4.1 LA JUVENTUD TEMPRANA Y MEDIA

El Comienzo de La edad adulta: La juventud

Todo lo que ha llegado a su vida hasta


ahora, comenzando desde su nacimiento
las experiencias, los golpes, las alegrías,
las influencias – está por desembocar en lo
que será su forma "final": Dicho de otra
manera, lo que dentro de pocos años él
llegará a ser un adulto, ahora en la juventud
se le está cristalizando, se le está cuajando.
Para darle diferente forma, ya es un poco
tarde, aunque no del todo. La juventud es la
etapa en que se concreta en su vida aquello que él ha venido recibiendo; de
arraigar lo recibido. Pero este arraigo no será tanto por obra de padres,
maestros y pastores, sino por el ejercicio de su propia voluntad, decisión
y acción. Cabe señalar que, si estuviéramos viviendo en una sociedad simple,
agrícola, donde el hijo trabaja al lado del padre desde los 9 años, aprende de
la vida de él, de sus tíos y vecinos, en una cultura donde no fueran necesarios
tantos años de educación formal en escuelas y universidades, nuestro joven
de 18 años sería un adulto, adiestrado para afrontar el desafío y las vicisitud es
de la vida. En esas culturas que aún existen en ciertas latitudes del mundo
hoy el desarrollo emocional de los jóvenes coincide más y mejor con su
desarrollo físico. Nuestros jóvenes no son adultos aún.

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Inicia un trabajo psicosocial que consiste en abandonar paulatinamente la moratoria


psicosocial y en asumir el compromiso de participar en la vida social, ejecutando
una tarea que le otorgue una posición dentro de la estructura de una comunidad.
Ocupar una posición social posibilita que el próximo adulto se responsabilice de sus
propias necesidades y deseos, en un trabajo que concilie las demandas sociales
con los ideales personales respecto de lo que es ser un adulto.

El rol de la familia en pleno

En este período, la familia de origen ya no ocupa el lugar fundamental que


tenía en las etapas anteriores. El joven es más independiente, y el papel que
juega la familia es de consejera y orientadora. Ya el joven está
en capacidad de tomar sus propias decisiones y responsabilizarse con su
propia vida. El incremento de la madurez y el autocontrol en esta etapa, se
expresa en relaciones más activas y afectivas. En la juventud se profundiza la
formación de la personalidad. Los motivos dirigidos a la superación
profesional, posibilitan una regulación interna de la personalidad basada en la
autodeterminación consciente; que garantiza la madurez
y responsabilidad necesaria en la proyección futura (Fernández, 2003).

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El rol de los padres

Según la fuerza de la visualización y anhelos de los


jóvenes, así serán sus convicciones, fe y fuerza de
decisión al llegar el momento de determinar
rumbos. Una vez que él se defina, los padres
deben acudir para apoyar y ayudarle a encauzarse
hacia lo propuesto. Vivir con los hijos esos
momentos y caminar con ellos hacia su realización,
es una gloria para los padres.

Salud y condición física

Los adultos jóvenes por lo general se encuentran en la cima de


la salud, fuerza, energía y resistencia. También están al máximo de su
funcionamiento sensorial y motor. Para los 20 años la mayoría de
las funciones corporales están totalmente desarrolladas. La agudeza visual
optima entre 20 y 40 años y el gusto, olfato y sensibilidad al dolor y
la temperatura usualmente permanecen intactos hasta a los 45 años. Sin
embargo, una pérdida gradual de la audición, lo cual es común que comience
durante la adolescencia, se hace más evidente después de los 25 años, en
especial para los sonidos más agudos. Otros factores de estilo de vida que
tienen una relación fuerte y directa con la salud y la condición física es
la nutrición, obesidad , el sueño, consumo del alcohol y de drogas donde
influyen mucho las influencias indirectas como la posición socioeconómica
que tenga, la raza u origen étnico, el género y las relaciones.

Relaciones sociales

La mayoría de los jóvenes adultos tienen amigos, pero cuentan con


un tiempo cada vez más limitado para estar con ellos. Las amistades de las
mujeres suelen ser más íntimas que la de los hombres.
Inician esfuerzos por lograr adhesiones comprometidas respecto de vínculos
afectivos, de trabajo y de asunción y concreción de la orientación sexual decidida.
Este "compromiso" supone una evaluación más realista que está al servicio de
optimizar aquello con lo que se cuenta más que de buscar idealmente una adhesión

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irrealizable. En el ciclo vital de la juventud el sujeto pone en juego la integridad


conseguida en el trabajo de elaborar/definir su propia identidad; y la flexibilidad de
sus auto conceptos y expectativas para ir al encuentro afectivo de un otro que lo
complemente en aquello que le falta, en un vínculo de intimidad que requiere el
descentrarse de las propias necesidades y deseos para idear un proyecto
compartido.

Estado emocional

Elaborar un proyecto compartido en la vida adulta exige establecer una relación de


intimidad en donde se conjugue la convicción de establecer una alianza de estilos
de vida diferentes que tiendan solidariamente a generar un espacio común
gobernado por pautas de reciprocidad. Al respecto, dirá Erikson (2000) "este es el
estadio en que personas de antecedentes muy diferentes deben fusionar sus modos
habituales de vida para formar un nuevo ambiente para sí mismos y para sus
descendientes: un ambiente que refleje el cambio (gradual o radical) de las
costumbres y las variaciones en las pautas dominantes de identidad que va
produciendo el cambio histórico". El proyecto compartido resultante en la adultez se
sustenta en la convicción amorosa de que para ir al encuentro con otro se debe
sacrificar algo de sí. El no poder descentrarse de sí mismo puede provocar en el
adulto un ensimismamiento egoísta que no promueva la intimidad en el amor con
otro.
La edad adulta temprana es una época de cambios drásticos en las relaciones
personales. Los adultos jóvenes buscan la intimidad emocional y física en sus
relaciones con los pares y los compañeros románticos. La autorrevelaciòn y
un sentido de pertinencia son aspectos importantes de la intimidad. Las
relaciones íntimas se asocian con la salud física y mental.
Aunque internet ofrece mayores oportunidades de comunicación, también
conduce a un debilitamiento de la intimidad y a una disminución en el bienestar
psicológico.

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Para esta etapa el sujeto adulto ha realizado un trabajo psicosocial tendiente a


afianzar su identidad personal y a desplegar su potencialidad intelectual y creativa
en la expresión de una acción manifiesta en la asunción de diversos roles. Este
trabajo psíquico de afianzar la propia identidad es el emergente de la puesta en
juego de la confianza básica y de la claridad de las definiciones de sus auto
conceptos. El adulto ya sabe cuidarse a sí mismo y necesita vehiculizar esta acción
de cuidado hacia otro sujeto, idea o producto que surja de su inventiva creativa. La
posibilidad de cuidar y de preocuparse por otro/s es el resultado del logro de "ser
capaz de cuidarse a sí mismo y ocuparse de aquello a lo cual se adhiere
afectivamente". La adultez despliega en el afuera el trabajo de hacerse responsable
de "sí mismo". Los sujetos adultos se encuentran dispuestos a ofrecerse como
"modelos ejemplares" capaces de preocuparse de la generación anterior (los
padres) y de ocuparse de la generación próxima (los hijos), en un inter-cambio en
donde se transmitan los valores ideales
aprehendidos en el trabajo comunitario de
hacerse cargo de sí mismo; encarnando la figura
prescriptiva/legislativa de los mandatos
sancionados socialmente para delimitar las
conductas correctas de las consideradas
incorrectas.

Problemas y tensiones que experimentan

El joven ya piensa por su propia cuenta, y afectivamente tiene que hacerlo así.
Así que tiene que reconocer con realismo que la vida no es un picnic de fin de
semana; hay luchas, pugnas y peligros. Él debe particularizar los problemas y
tensiones que más le afectan y buscar sortear los mismos con fe, convicción
y coraje. Los padres deben, también, interpretar acertadamente las tensiones
que vive el hijo y apoyarle en su orientación para con las mismas. Entre los
problemas y tensiones que experimentan los jóvenes figuran las siguientes:

 El impulso sexual en los varones. Las ansias del matrimonio de parte


de las jóvenes.
 Los estudios: entre lo que quisiera estudiar, lo que puede y lo que
resultaría beneficioso para su posterior inserción en el mercado laboral.

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Las chicas necesitan orientación para equilibrar la tensión entre el


estudio y la formación de su hogar.
 La música moderna, la vestimenta y las modas cambiantes.
 La televisión., internet, las atracciones, las distracciones y las
diversiones.
 Los partidos políticos y la inserción del joven cristiano en la política, la
relación de la iglesia con el estado, la diferencia generacional, etc.

4.2 LA ADULTEZ TEMPRANA, MEDIA Y MAYOR

La adultez es la etapa comprendida entre los 18 y los 60 años


aproximadamente. En esta etapa de la vida el individuo normalmente alcanza
la plenitud de su desarrollo biológico y psíquico. Se consolida el desarrollo de
la personalidad y el carácter, los cuales se presentan relativamente firmes
y seguros, con todas las diferencias individuales que pueden darse en la
realidad. De este modo la edad adulta constituye un período muy extenso
dentro del ciclo vital.
La adultez es el ciclo vital legitimado para ejercer con autoridad el mantenimiento
del "proceso comunal consistente en la organización cultural de la interdependencia
de las personas (ethos)" (Erikson, E.; 2000). Sostener el "ethos comunitario"
requiere que el sujeto adulto se encuentre plantado en sus convicciones y
proyectos, es decir, que pueda hacerse cargo de sostener sus propios ideales de
una manera comprometida y responsable. Tener autoridad para cuidar de aquello
que se genera, sean éstos nuevos seres, productos e ideas, requiere del adulto -
además del compromiso- la conciencia responsable para no excederse en esta
autoridad. Por ello no debe abusar del poder generativo y excederse en un
autoritarismo mezquino que, en lugar de cuidar y promover, invalide y limite desde
esta posición legislativa otorgada por la propia cultura. La adultez, en tanto ciclo
generacional que se encuentra entre la adolescencia juvenil y la vejez, exige al
sujeto adulto la comprensión amorosa sobre estas dos generaciones antagónicas.
Comprensión paciente respecto de la "moratoria psicosocial" de los jóvenes y la
disposición para orientar la exploración que este grupo realiza en pos de sus
autodefiniciones. En cuanto a la relación con la generación que le ha cedido su lugar
social: los mayores, se le exige la tolerancia y el recato en los juicios respecto de

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los modos en que esta generación ha ejercido la función de cuidado. De lo contrario,


el adulto se transforma en un juez autoritario y crítico que señala con el dedo los
yerros ajenos y que no propicia pautas de cuidado tendientes a la convivencia y
comunicación intergeneracional. En la adultez surge la urgencia por gestar algo que
constituye la expresión de continuidad del trabajo realizado en la afirmación de la
propia identidad. "La generatividad abarca la pro creatividad, la producción y la
creatividad, y por lo tanto la generación de nuevos seres y también de nuevos
productos e ideas, incluido un tipo de autogeneración que tiene que ver con un
mayor desarrollo de la identidad" (Erikson, E., 2000). El trabajo psicosocial de la
adultez consiste en gestar creativamente algún producto que represente y refleje el
trabajo realizado en pos de un proyecto. De ahí, la urgencia por generar "algo"
productivo que dé cuenta de que el movimiento de la energía creativa no se estanca.
Estancarse representa no ser productivo, no manifestar en el "afuera" la concreción
de un proyecto. Esto es lo que diferencia a la adultez de la generación que le
precede "el no permiso social de seguir explorando indefinidamente sin arraigarse,
ni arriesgarse". El adulto se genera a sí mismo en los productos que genera; se pare
a sí mismo en sus gestaciones. Gestar la identidad en sus productos es afianzar
raíces que sustenten al Yo como un proyecto en sí mismo y al Yo en su vínculo con
otros.

ADULTEZ TEMPRANA

a. Características:

En lo biológico, las funciones están en su máximo funcionamiento, están


estables, lo que se traduce en seguridad, poder y dominio, hay fortaleza,
energía y resistencia física. Además, las mujeres tienden a vivir más que los
hombres, en parte por razones biológicas, pero quizás también porque son
más conscientes de la salud. Los factores del estilo de vida como la dieta, la
obesidad, el ejercicio, el tabaquismo y el consumo o uso de drogas afectan la
salud y la supervivencia.

Desarrollo Social y Personalidad

Los humanos cambian y crecen en muy diversos aspectos durante el período


de los 18 a los 40 años. Durante estas 2 décadas se toman muchas de las

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decisiones que han de afectar al resto de la vida, con respecto a la salud,


felicidad y el éxito del individuo. Se trata de una fase de importantes cambios
sociales en los ámbitos de la vida profesional y familiar, cambios que se
resumirían en la apropiación de aquellos roles requeridos para la ejecución de
una serie de tareas como la elección de un compañero/a, comienzo de una
ocupación, aprendizaje en la convivencia marital, paternidad y cuidado de los
hijos, atención del hogar, adquisición de responsabilidades cívicas,
localización de un grupo de pertenencia, entre las principales.
El aprendizaje psicosocial del ciclo vital de la adultez, está dado en el aprender a
cuidar aquello que se genera. El cuidado supone ocuparse de aquello que ha sido
objeto de preocupación. Sin embargo, no se puede cuidar de aquello que no
signifique algo familiar a sí mismo; es decir, se incluye dentro del cuidado aquello
que es valorado como afín a las metas e ideales considerados productivos. Desde
la estructura social la ética, el derecho y los sistemas de creencias religiosas se
ocupan de promover en los sujetos una consciencia de cuidado más universal que
incluya solidariamente a todos los sujetos de una comunidad, más allá de que sean
afines a los ideales particulares de cualquier grupo. Ello con el fin de cultivar la tarea
de cuidar a/en las generaciones próximas como una manera de preservar la
supervivencia de la humanidad misma y de garantizar el "recambio generacional"
en la estructura comunitaria. Cuando los mecanismos de la ética, el derecho y los
sistemas de creencias religiosas son insuficientes para "generar" una conciencia
solidaria de cuidado recíproco, surgen acciones comunitarias tendientes al rechazo
de grupos considerados "peligrosos" para la continuidad de los ideales de
convivencia y perfección aspirados como moralmente correctos. Estos grupos no
son objeto de preocupación para ocuparse de ellos en el cuidado por su
preservación; sino más bien, se constituyen en el objeto de rechazo, condenándolos
a acciones colectivas que tiendan a su exterminio. Esto explica los procesos
históricos culturales en donde se producen enemistades y destrucciones que
condenan a diferentes grupos humanos a desaparecer (a veces legalmente, otras
culturalmente, social y políticamente; y también materialmente) por ser
considerados "diferentes" y ajenos a los intereses de ciertos grupos que portan el
poder. En definitiva, la adquisición psicosocial en la adultez se resume en "tener
cuidado, cuidar de, preocuparse por" (Erikson, E., 1980) sí mismo, por los
productos, ideas y seres que genera; y, por el sostenimiento de los intercambios
comunicativos entre las generaciones.

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Sexualidad

Es una etapa en la cual se toman decisiones muy importantes tales como


matrimonio, el trabajo y el estilo de vida en general. Para algunos los primeros
años de la adultez son tiempos de incertidumbre. Para otros, de satisfacción
sexual. Los conflictos aparecen por causa de las culpas sexuales o la
inmoralidad conservada de años anteriores. Aparecen patrones
de comportamiento sexual tales como el experimentador(a). Este tipo de
comportamiento se basa en medir la frecuencia, variedad y eficacia del sexo.
El individuo ve al mundo como un campo de juego ya que "ahora es el
momento... luego formalizo". Otro tipo de comportamiento sexual es el
buscador(a). Esta persona busca la pareja y relación perfecta para casarse.
Desarrolla las relaciones sexuales buscando este norte. En ocasiones, se une
a otra persona para probar el éxito de una relación formal futura.

ADULTEZ MEDIA

En esta etapa las personas participan plenamente en las actividades sociales.


Se ingresa en la vida profesional. Las principales preocupaciones son
encontrar un trabajo permanente y encontrar cónyuge para formar un hogar.
Se consolidan los roles sociales y profesionales.

Características:

 Descenso de habilidades sensoriales y capacidad física.


 Periodo fructífero del trabajo profesional y creativo.
 Tensiones del trabajo afectan bienestar físico y emocional.
 Se encuentran atrapados entre cuidado de adolescentes y ser padres
ancianos.
 Se da una relativa estabilidad a nivel material y en el campo de las
relaciones sociales. Con la experiencia se logra una
mayor integración del conocimiento. La eficiencia se relaciona con
la experiencia.
 Integración de la personalidad: se es menos vulnerable a las presiones
externas, se saben manejar mejor.

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 Después de los 30 empieza un ligero declive de las funciones físicas.


Se mantienen en esta etapa los roles sociales y profesionales. Es un
período especialmente propenso para echar la vista atrás y ver que ha
sido de los sueños, ilusiones y proyectos anteriores. Se trata también
de una etapa de gran productividad, especialmente en la esfera
intelectual y artística, y es en definitiva el período en el que se consigue
la plena autorrealización.

Cambios Físicos

En la Mujer:
Físicamente, en la mujer se vive la menopausia (45-50).
Disminución fluctuante.
Aquí si se da la pérdida de una función: la capacidad reproductora. Mal genio,
labilidad, falta de energía. Desajuste en relación al equilibrio anterior.
Sintomatología física (cambios) y psicológica: "me estoy poniendo vieja, ya no
puedo tener más hijos".
La mujer va a vivir mucho más aceptadamente la vejez, siempre que no haya
centrado su autoestima en el atractivo físico.

En el Hombre:
Andropausia en los hombres: disminución de la hormona masculina
(testosterona).
Disminución en la cantidad de esperma y su velocidad.
Disminuye la frecuencia de las relaciones sexuales.
Con la pérdida de la testosterona se da una cierta inestabilidad sexual, se
requiere más estimulación y apoyo de parte de la pareja.

La adultez mayor
Actualmente se definen dos sub-estadios:
3° Edad: 60 – 79 años.
4° Edad: 80... más años.

Los principales cambios físicos en esta Etapa son: La disminución en las


habilidades sensoriales y la disminución en la psicomotricidad.

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La vejez en tanto ciclo evolutivo


supone un arduo trabajo psicosocial
consistente en permanecer
"integrado" en un cuerpo que
manifiesta el desgaste natural de
los años; una psiquis que ha tenido
que afrontar y enfrentar una
sucesión de pérdidas, a las cuales
mediante un trabajo de otorgar sentido ha debido extraerle alguna ganancia; y, un
lugar social que ha variado históricamente desmintiendo la productividad generativa
del sujeto envejecido y restándole poder social en la participación comunitaria. La
vejez plantea el trabajo de permanecer "integrado" a través de la puesta en juego
de la confianza básica al servicio de la esperanza de continuidad generativa;
confianza que trascienda la desesperanza que produce la conciencia y la
anticipación de la propia muerte.
LA EDAD DEL ADULTO MAYOR: UNA ETAPA VITAL.

El adulto mayor constituye una etapa vital que puede tener elementos
de desarrollo personal, aunque este desarrollo vaya en dirección contraria
a los valores predominantes en la sociedad actual.

El adulto mayor: fuente de cultura

La experiencia más importante que la


persona mayor posee, no radica en sus
conocimientos técnicos, que los jóvenes
poseen en mayor cantidad, sino en el
conocimiento de los problemas
psíquicos y sociales que él posee por el
mero hecho de haber vivido. Él tendrá
por su experiencia posibles respuestas
para los temas contemporáneos
de crisis individual, diálogo entre generaciones, conflicto entre grupos y
tantos otros problemas psicológicos contemporáneos.
En la vejez el continuar ligado a un compromiso vital es posible en la medida en que
el "Yo psicosocial" consolidado da paso al "Yo existencial" que posee la

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autoconciencia comprensiva de la historia vivida y que puede asignarle a la vida un


nuevo sentido, conforme a la ganancia que le provee la comprensión de lo vivido.
Al respecto Erikson (2000) plantea que durante la vejez se adquiere una "identidad
existencial" que le permite al sujeto integrar la discontinuidad de los acontecimientos
pasados, presentes y futuros, otorgándoles una continuidad existencial que
trasciende la racionalidad objetiva del Yo y que lo sitúa como un "núcleo invariante"
a partir del cual el Yo se percibe a sí mismo "integrado" a pesar de los cambios e
idéntico a sí mismo. La identidad existencial permite al sujeto envejecido mirar la
vida comprendiendo lo vivido, lo cual supone una acción de
procesamiento/metabolización de aquello que sabe por propia experiencia. La
experiencia autorreflexiva y consciente en la vejez no libera al sujeto de realizar un
trabajo para seguir generando proyectos de vida personales y enfrentar la sensación
de estancamiento respecto del "tiempo perdido, la autonomía debilitada, la iniciativa
abandonada, la intimidad faltante y la generatividad descuidada" (Erikson, E., 2000).
Durante la vejez el sujeto debe emplear su sabiduría y ponerla al servicio de la
integridad yoica, la cual supone una coherencia en la continuidad interna y en la
trascendencia de la generatividad a partir de la perdurabilidad de los productos,
ideas y seres que sobreviven a la existencia finita del sujeto. La sabiduría le permite
al sujeto comprender su finitud y otorgarle sentido a la posibilidad de des-integrarse
en la muerte.

El adulto mayor en su contexto familiar y social: Problemáticas más


sentidas:

La jubilación

Otro problema para el Adulto Mayor es el de la jubilación. Ha pasado a ser de


un día a otro una persona improductiva. Hay que tener en cuenta también
la evolución cultural y las nuevas ocupaciones de ocio, relación con los
demás. La dependencia de la familia por carencia de ingresos económicos.
Hoy entre los Adultos Mayores existen varios sin ingreso alguno y entre un 7
y un 8 por ciento de la población de Adultos Mayores está percibiendo el fondo
de asistencia social. La jubilación no afecta igual al hombre que a la mujer; el
hombre deja su actividad laboral y se convierte, de ordinario, en improductivo,
inactivo: por el contrario la mujer sigue desarrollando sus actividades hasta
que sus fuerzas físicas o su actividad mental se lo impidan.

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Existencia ignorada y marginada por la sociedad

El hombre actual, que con tanto énfasis habla de progresismo, ha reducido la


edad del Adulto Mayor a un mero apéndice del cuerpo social. No faltan,
incluso, cirujanos sociales que abogan por la extirpación y propugnan una
situación marginal para este colectivo. Por eso, ignorado o marginado al
Adulto Mayor le estamos negando un cúmulo de valores, muchos de ellos
permanentes, que, a través del crisol de la vida, nos han legado las
generaciones pretéritas. Y, es más, estamos despreciando una fuente de
inagotable riqueza espiritual, un eslabón de la cadena generacional, un cordón
umbilical que, además de unirnos a las generaciones que nos precedieron,
nos nutre culturalmente.

El adulto mayor en el seno de la familia

Modernas concepciones sobre el rol del adulto mayor en la familia:

La familia es algo que se ha deslindado por la modernidad de lo que supone


la ayuda al Adulto mayor. Actualmente parece ser que el Adulto Mayor
solamente compete a la responsabilidad de la sociedad. En la actual familia,
reducida de tamaño, despegada de los familiares, metida en espacios vitales
mínimos, el abuelo tradicional no tiene cabida. Los padres Adultos mayores
quedan solos, nunca llegan de verdad a ser abuelos y amputados de este rol
pierden su fuerza mayor y más universal. Pero la familia moderna también se
resiente de su pérdida: al haber quedado sola la pareja humana con sus dos
o tres hijos como medida estadística ha ganado en autenticidad y
personalidad, pero se cargado de tensiones, se ha hecho tremendamente
explosiva y frágil. Ello es debido a que el abuelo, con su enorme carga afectiva
y su autoridad reconocida, servía para amortiguar choques,
suavizaba conflictos, actuaba de intermediario en las disputas, derramaba
serenidad y sabiduría en las inevitables asperezas de las relaciones
familiares.
El sujeto que atraviesa la vejez sabe de sí mismo y comprende los procesos vitales
en la medida en que ha tenido una acción activa en el procesamiento de los cambios
que se han ido introduciendo con el tiempo. El vivir más cantidad de años no

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garantiza el aprendizaje y la comprensión del sí mismo; es la acción de saborear los


acontecimientos vividos lo que le permite entender/comprender de una manera más
integrada la vida y elaborar un sentido filosófico que trascienda la experiencia
sensible. Sin embargo, el riesgo del ciclo de la vejez está dado en que el sujeto
movido por la creencia de que los años traen aparejados sabiduría, puede ubicarse
en una posición omnipotente en donde su filosofía de vida derive en una
comprensión dogmática de los acontecimientos vitales; y actuar con respecto a las
generaciones próximas como aquel caminante que ha recorrido todos los caminos.
Durante el ciclo de la vejez el sujeto realiza una re-visión evaluativa de los
acontecimientos vividos hasta el presente. Esta re-visión de lo vivido tendrá como
objetivo el intentar comprender la propia experiencia de vida a fin de intentar
interpretar el sentido de aquello ganado a partir de lo perdido. La posibilidad de
extraer ganancias de las pérdidas dependerá del bienestar subjetivo que sienta el
sujeto y de la sensación de esperanza que surja frente a aquello que se presente
como no adquirido. Al respecto, Erikson (2000) dirá que en esta revista de la propia
experiencia de vida es inevitable atravesar por un sentimiento de desesperanza,
pues "la desesperanza expresa el sentimiento de que el tiempo es corto, demasiado
corto para intentar empezar una nueva vida y para emprender vías alternativas"

Modernas concepciones sobre el rol del adulto mayor en la familia:

El estatuto del adulto mayor ha sufrido un revés a partir de la revolución


industrial. El Adulto Mayor poseía, en el mundo rural, una gran experiencia en
el campo de la producción y de la economía, la agricultura y la ganadería,
basada no en conocimientos raciones y científicos, sino experimen tales, que
se transmitían de padres a hijos. El saber acumulado por vía oral era
transmitido por los mayores, e iba acompañado de prestigio y de poder. La
moderna revolución industrial y el fenómeno del urbanismo, han roto estos
moldes tradicionales y han introducido, entre otros muchos aspectos, de la
vida, una profunda transformación y cambio en la percepción del rol y estatuto
social de los Adultos Mayores. Los hijos han conseguido su propia autonomía
y ya no dependen exclusivamente de los padres, aparte de que por lo general
han abandonado el campo para integrarse en el mundo urbano e industrial.
Esto ha creado nuevos problemas en el ámbito familiar.

Problemáticas socio-familiar

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La familia, una vez adquirida plena conciencia de la problemática del Adulto


Mayor, tiene que jugar un papel de alta eficacia indispensable para lograr su
integración en la sociedad. Es ella la única capaz de lograr que adquieran
confianza en sí mismos y, ello es así, por cuanto que ejerce una
influencia moral, con fuerza suficiente, para hacerlos comprender que su
situación no afecta en nada respecto a la consideración, al afecto, a la estima
que se les tiene en igualdad a los demás y que, al no
existir discriminación alguna, se pone en evidencia al vivir en paridad de
oportunidades, en directa aplicación de lo que en justicia les corresponde. El
Adulto Mayor es un miembro más en la sociedad con unas dificultades
somáticas suplementarias a las que se consideran normales. Pretendemos
que el Adulto Mayor pueda vivir dentro de sus posibilidades tan intensamente
como cualquier otra persona.
Convivencia familiar

La comunicación entre sus miembros:


La convivencia familiar presupone: espíritu de servicio, respeto a la
personalidad, tolerancia, actitud de apertura ante los valores de los demás y
englobándolo todo, capacidad de comunicación. La comunicación exige un
conocimiento o intuición del mundo íntimo del cónyuge y de los hijos, con lo
cual superamos las prevenciones, timideces, prejuicios y resistencias mutuas.
La "sabiduría" de la vejez consiste en la captación atenta de los acontecimientos
que hay que atravesar y la escucha consciente de los sentimientos que despierta la
vivencia de los mismos. Mirar y escuchar atentamente las señales internas es el
trabajo que requiere del sujeto el situarse en una posición comprensiva de su
realidad. La "sabiduría" consiste en informar a la razón de aquello que se vivencia
con el sentimiento y, conforme a ello "iluminar" la experiencia del actuar. De este
modo, podemos inferir que "la sabiduría pertenece al mundo de la realidad al que
tenemos acceso a través de nuestros sentidos. La comprensión se realiza pues por
los sentidos, por la vista y el oído auxiliados y enriquecidos por el olfato, el gusto y
el tacto, ya que todos los animales tienen tales dones y atributos. Estas fuentes de
información inestimables no necesariamente mejoran con el tiempo; es la mente
atenta la que retiene la información y la almacena sabiamente para usarla cuando
surja la necesidad. Es también función de la sabiduría asesorar nuestra inversión
en vista y oído y centrar nuestra atención en lo que es relevante, perdurable y

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enriquecedor, tanto para nosotros individualmente como para la sociedad en la que


vivimos" (Erikson, E., 2000).
La sabiduría es la resultante del trabajo continuado y progresivo que realiza el Yo
por mantenerse unido e integrado en las versiones que realiza reflexivamente de
sus experiencias vitales durante el transcurrir en el tiempo. La "integridad" le permite
al Yo permanecer en contacto con el mundo, con las cosas y los seres; con quienes
realiza una experiencia de inter-cambio tangible y concreta a través de la cual
despliega su desarrollo en pos de fortalecerse en la adquisición de sus conquistas.
De otra manera, el Yo correría el riesgo de perderse en ideales intangibles y en
logros etéreos emergentes de objetivos fantaseados que no se materializarán en
una experiencia sensible. "La integridad exige el trabajo cotidiano... con toda la
atención firme por el detalle que se necesita para vivir..." (Erikson, E., 2000).
Durante la vejez el trabajo por sostener la integridad del Yo se intensifica y la re-
visión de la experiencia se hace de una manera panorámica, a fin de "saborear"
atenta y conscientemente los logros y las vicisitudes del diario vivir; confrontando
reflexivamente los ideales pasados con los logros presentes y proyectando
prospectivamente expectativas futuras.

El aislamiento

Parece ser que un rasgo definitorio de la familia actual es el aislamiento;


aislamiento entre los propios miembros y del hogar respecto al mundo exterior.
Las relaciones entre parientes, amigos, vecinos se diluyen cada día más
debido a la incomunicación, el stress y la estructura laboral de pluriempleo
que absorben energías y tiempo. A veces incluso debido a viviendas de
reducidas dimensiones que hace imposible la vida en común. No obstante,
esta circunstancia puede aportar a la familia disgregada un elemento positivo.
En los Adultos Mayores, el análisis de la problemática en la convivencia
familiar nos lleva de la mano al estudio de las distintas soluciones de
alojamiento.

Dependencia económica y afectiva de la familia:

Es indudable que el Adulto Mayor busca refugio en la familia ante la


disminución psíquica, orgánica y laboral que sufre, pero también es cierto que
la ligazón afectiva que ha existido por nuestros mayores, la veneración de "los

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nietos por los abuelos" se va debilitando. Antes, la vida se desarrollaba en la


casa paterna y el padre era el jefe de familia hasta su muerte; hoy
el concepto de unidad familiar va desapareciendo, llegándose a la llamada
separación de generaciones.

Relaciones conyugales

La relación marital es una de las más importantes, quizá la más importante


relación experimentada en los años adultos. La satisfacción con el matrimonio
alcanza su menor nivel en la mediana edad para aumentar después; con la
vejez la satisfacción marital alcanza cuotas mayores que con ningún otro
grupo de edad. Los maridos y las esposas experimentan una mayor intimidad
y compañerismo, calificándose mutuamente de forma positiva. El rol del
marido varía desde el de suministrador al de ayudante, y el rol de la mujer
reclama que ella aporte mayor cantidad de amor y comprensión que antes. La
salud llega a ser una importante fuente de preocupaciones y las esposas se
convierten en más dominantes en la situación marital que en cual quier otra
edad, indudablemente debido en parte a la situación provocada por la mala
salud del marido. La imagen del matrimonio en los últimos años de vida es
muy positiva, aunque perturbada por los problemas de salud, primordialmente,
y por la posibilidad de la muerte de alguno de los cónyuges, normalmente el
marido

Sexualidad

También las relaciones sexuales pueden constituir una fuente importante de


conflicto para la pareja. Con el pasar de los años, es cierto que se producen
una serie de cambios biológicos, y a su vez, cambios en la psyche. En
términos del aspecto de la sexualidad, esto también ocurre. Las personas
mayores presentan ciertos problemas en lo que se refiere a este tan picante
tema. Ocurren diversos procesos, sobre todo en el cambio biológico, se pierde
el libido, llegar a una erección es mucho más dificultoso, entre otros factores.
En el caso de la mujer, más que todo influyen factores psicológicos, los
cambios que se producen en el cuerpo. Y sobre todo, aquellas creencias que

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la persona dependen de la belleza física. Otro gran problema se debe a que


cuando ocurren cambios en la producción hormonal, la mujer no puede
lubricar de una manera adecuada, entonces, se vuelve más dificultoso la
práctica del coito. Y todo ello crea una cierta inseguridad o recelo en la propia
capacidad sexual y motiva un fracaso de las relaciones con el otro cónyuge.

Relaciones entre padres e hijos

Las relaciones entre padres e hijos son más complicadas en esta etapa de la
vida, sobre todo en el caso que tengan que convivir en el mismo domicilio,
puesto que al invertirse los papeles que ahora juegan en la vida afloran
fácilmente conflictos antiguos y olvidados. Además en nuestra época el
llamado conflicto de generaciones es muy agudo, probablemente debido a
la velocidad y la profundidad de los cambios de opiniones y costumbres que
han surgido en los últimos decenios, por lo que una inmens a mayoría de
Adultos Mayores, al no poder seguirlos, se sienten aislados del resto de sus
semejantes y surgen en ellos la depresión o la ansiedad, haciéndose más
irritables y ensimismados. Los problemas existentes en las relaciones entre
padres e hijos se plantean con toda su crudeza cuando los padres son
senescentes.

Síndrome del nido vacío

Cuando los hijos comienzan a


crecer, los padres sienten que
sus vidas cambian. Y, en cierta
medida, esto es muy cierto. Los
padres dedican tanto tiempo a
sus hijos, que, en cierta manera,
llegan a depender de ellos. Sin

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embargo, cuando los hijos hacen sus vidas, y salen del nido en el cual han
sido criados, ¿Qué sienten los padres? Ahí es donde se empieza a formular
el problema del nido vacío.

El ciclo de la ancianidad

Erikson (2000) plantea que en la vejez


avanzada a la cual él denomina "noveno
estadio" que va desde los 80 a 90 años
aproximadamente, se produce una gran
sensación de des-integración; lo cual
amenaza la expansión y el crecimiento
logrado por el Yo hasta ese momento. Por
ello, el sujeto realiza un trabajo psíquico
dominado por una tensión amenazante y debe realizar un esfuerzo por extraer de
esta tensión una energía que lo sitúe en una posición de expansión. La ancianidad
como ciclo evolutivo sumerge al sujeto en una posición de retraimiento y
contracción; de ahí que, mantener su integridad es un trabajo arduo y sólo puede
lograrse en la medida en que el Yo utilice debidamente sus defensas y potencie
sabiamente sus recursos. Durante la vejez avanzada se toma conciencia del
debilitamiento producido en el cuerpo en ciclos vitales anteriores; ello genera en el
sujeto cierto extrañamiento y desconfianza de sus capacidades. Esta desconfianza
amenaza la certeza de lo que se puede esperar respecto del poder hacer y resolver;
lo cual instaura la duda respecto de la autonomía del cuerpo y de las decisiones
para emprender alguna actividad que exija cierto esfuerzo. El sujeto anciano siente
amenazada la seguridad de autocontrol de su propio cuerpo, lo cual le genera
vergüenza y le exige apuntalar su confianza mediante un acto de confianza y fe que
le hace pensar que "nada ni nadie es lo suficientemente seguro como para controlar
lo impredecible". De ahí que, sabiamente apela a la voluntariedad de sus actos para
resolver con autonomía aquello que lo pone en duda. Las decisiones en la

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ancianidad se emprenden con una iniciativa que pone en juego una acción más
constante y una exigencia ajustada a la finalidad de la acción. Ser competente no
es un acto de impulsividad y de demostración omnipotente, sino más bien un acto
de inteligencia acorde a las propias necesidades y teniendo en cuenta los límites
personales. Durante la ancianidad la confirmación de la definición del rol se ve
interpelada; más que la pregunta existencial de ¿quién soy? Surge la pregunta
psicosocial de ¿cuál es mi función y mi posición dentro de esta estructura comunal?
Enfrentar los cambios de valores, de roles, de posiciones de poder dentro de una
estructura familiar y comunitaria exige al anciano resolver la pregunta existencial de
¿cuál es mi finalidad? De la calidad de esta respuesta dependerá la posibilidad de
que el Yo resignifique su proyecto para sí y re-ubique sus acciones respecto de los
otros; para poder decir: "soy lo que puedo hacer con lo que sobrevive en mí". De
ahí que, en la ancianidad intimar con el "sí mismo" pueda parecer al observador
externo un signo de retraimiento y aislamiento y, sin embargo, es una nueva manera
de utilizar la energía productiva. En la ancianidad la pre-ocupación está puesta en
la ocupación por resolver los avatares inmediatos que se presentan en la vida diaria.
Es necesario tener en cuenta que un sujeto de ochenta o noventa años ha
experimentado variadas pérdidas en lo que hace a vínculos de relaciones lejanas y
de relaciones próximas como padres, hermanos, esposos e, incluso, de hijos. Estas
pérdidas enfrentan al sujeto cara a cara con la idea de la muerte como una
posibilidad cercana. Para enfrentar y afrontar esta sucesión de pérdidas, el anciano
apelará a su confianza básica; la cual constituye el motor de la esperanza y es el
soporte en donde se asienta la fe que otorga razón de ser a la trascendencia y
continuidad de la existencia más allá de la perentoriedad de la vida. La posibilidad
que tendrá el anciano para afrontar el deterioro de su cuerpo y los déficits crecientes
de ciertas facultades dependerá del trabajo tendiente a desarrollar lo que Tornstam
(1993) denominó "gerotrascendencia". La "gerotrascendencia" es un cambio que
realiza el sujeto respecto de la perspectiva del tiempo, la vida, la muerte y, por ende,
constituye la resignificación que realiza el Yo en relación con el ecosistema no sólo
contextual sino universal. Este cambio de perspectiva supone situarse en una visión

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más elevada de aquella provista por la racionalidad materialista y otorgar un sentido


más abarcativo al Yo en comunión con los otros y con el universo. Esta perspectiva
supone, por parte del anciano, elevarse por encima de los condicionamientos que
le impone la erosión natural que produce el tiempo en la materialidad del cuerpo y
en la inmaterialidad de su Yo; y, otorgarle una nueva dimensión al espacio/tiempo
en relación a la adquisición de una nueva comunicación e intimidad con el "sí
mismo". El sujeto "gerotrascendente" experimenta una intimidad consigo mismo que
lo sitúa en la experiencia vivencial de un proyecto a "corto plazo" que se manifiesta
en un espacio cuyo radio se reduce a la exploración de acuerdo a las posibilidades
que le permiten sus capacidades físicas; en donde se metaboliza la idea de la
muerte ya no como un quiebre en la expansión del desarrollo sino como una
continuidad del libre fluir del curso de la vida. Tanto la vejez intermedia (entre los 70
y 80 años aproximadamente) como la ancianidad, le exigen al sujeto que la transita
una re-definición de los auto conceptos que elabora el Yo de sí mismo; lo cual pone
a prueba la "identidad temporal", pues, ya no se cuenta con la posibilidad
prospectiva de poner en un tiempo futuro aquello que no se tiene en el presente. La
conciencia del presente cae por su propio peso y se hace difícil "engañar" al Yo en
un trabajo por conservar desde la "apariencia" la pseudojuventud que emerge para
estar a tono con las expectativas sociales. El trabajo que realiza el Yo en la
búsqueda de continuar integrado es despojarse de aquello que no le deja ser
plenamente "sí mismo". Al comienzo de la vida "somos lo que nos dejan ser"
(Erikson, E., 2000); en tanto que en el camino de despegue de la vida "somos
aquello que hemos hecho con lo que hicieron de nosotros" y "somos la huella que
hemos dejado en el contacto con los otros". El trabajo de la ancianidad consiste en
caminar despojándose de la preocupación de la huella dejada; más bien, consiste
en el compromiso que el Yo establece reflexivamente con su propio deseo, "re-
creando" la ilusión que produce la esperanza emanada de la confianza de que el Yo
está seguro en el contacto íntimo con el sí mismo. El aprendizaje de la ancianidad
es que el Yo se convierte en el escultor de su propio deseo, dándose a sí mismo la
oportunidad de ser para sí y de entregarse a los otros ligeros de falsas expectativas.

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El Yo comprende que para elevarse de la materialidad de la vida tiene que


desprenderse de sus posesiones; de ese modo puede entregarse confiadamente a
los otros significativos como una manera de asegurar que al partir de este mundo
permanecerá aquello que entregó. La muerte se transforma, así, en la "dádiva final"
(Erikson, E., 2000) que disuelve toda la tensión producida en el trabajo de estar
aferrado a las posesiones que exigen supervisión y cuidado. "Llegar a anciano es
un gran privilegio" (Erikson, E., 2000), exige recrear la fe en la convicción de que lo
que se espera es aquello que se desea verdaderamente, siendo soberano del propio
proyecto y solidario con las acciones que se emprenden voluntariamente; en un acto
de autonomía que liga el desarrollo personal con la continuidad transpersonal. Todo
lo expuesto, pone en evidencia que la síntesis yoica es un trabajo que ocupa al
sujeto durante todo su proceso de desarrollo evolutivo y que no cesa hasta los
momentos finales de la vida o, por lo menos, del uso de las capacidades mentales,
que proporcionan las herramientas para el ejercicio de la autonomía y la búsqueda
de libertad personal. Este proceso se da de manera solidaria con los procesos
somáticos y condicionado por los procesos de inter-acción comunitaria propios de
un contexto en el marco de una época determinada. La síntesis yoica es así el
producto del proceso de subjetivación iniciado de un modo de funcionamiento
basado en la dependencia primaria de otro, para pasar a una progresiva
independencia y lograr una autonomía capaz de reconocer la interdependencia con
los otros como la base del propio desarrollo. El texto de Erikson que se transcribe a
continuación constituye una síntesis adecuada de lo que se ha querido expresar en
las páginas anteriores. "Así, la esperanza en la infancia puede contener ya un
elemento de voluntad, que sin embargo no puede enfrentar el desafío como lo hará
cuando llegue la crisis de voluntad en la niñez temprana...parece probable que la
esperanza de un infante ya contenga algún ingrediente que se desarrollará
gradualmente hasta convertirse en fe...La esperanza tiene la función de transportar
la imagen numinosa (reverenciada/admirada) del otro primario a través de las
variadas formas que puede tomar en los estadios intermedios, hasta llegar a la
confrontación con el otro último y a una oscura promesa de recuperar, para siempre

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un paraíso casi perdido. Además, la autonomía y la voluntad, como la industria y la


finalidad, se orientan hacia un futuro que permanecerá abierto, en el juego y en el
trabajo preparatorio, a las elecciones de un período económico, cultural e histórico.
La identidad y la fidelidad, a su vez deben comenzar a comprometerse con
elecciones que implican algunas combinaciones finitas de actividades y valores. La
juventud, en alianza con las ideologías disponibles, puede encarar un amplio
espectro de posibilidades de "salvación" y "condenación", mientras que el amor del
adolescente está inspirado por ensueños acerca de lo que puede ser capaz de
hacer o acerca de lo que puede hacerse cargo. Sin embargo, con el amor y el
cuidado de la adultez, surge la evidencia de un estrechamiento de las elecciones...El
cuidado adulto debe concentrarse en los medios de asumir por toda la vida el cultivo
de lo que ha elegido...Mientras que la adultez está demasiado ocupada cuidando
de los nacimientos reales y se ve recompensada por ello...participando en los
grandiosos rituales de la religión, el arte y la política, todo los cuales mitologizan y
ceremonizan la muerte, dándole significado ritual y confiriéndole así una presencia
intensamente social...la vejez sueña con el renacimiento, pues niega la sombra del
no ser..." (Erikson, E., 2000).

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