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Uno de los objetivos centrales de este libro es mostrar las vinculaciones de la acti-
vidad arbitral en sede judicial. El arbitraje, si bien tiene un origen contractual,
requiere de la asistencia o colaboración de la jurisdicción para contribuir a conso-
lidar respuestas eicaces en el desarrollo de la función arbitral. El actual texto legal,
a diferencia del derogado, no solo ija la competencia de los estamentos judiciales
para dicha colaboración, sino que establece algunas reglas, de orden formal, como
las siguientes1:
Artículo 9.- Formalidad de documentos en la colaboración y control judicial.
1. Todo escrito o petición dirigida a una autoridad judicial de la República deberá
ser redactado en español.
2. Todo documento otorgado fuera del país que sea presentado ante una autori-
dad judicial de la República deberá ser autenticado con arreglo a las leyes del país
de procedencia del documento y certiicado por un agente diplomático o consular
peruano, o quien haga sus veces.
3. Si el documento no estuviera redactado en español deberá acompañarse traduc-
ción simple a este idioma, salvo que la autoridad judicial considere, en razón de las
circunstancias, que debe presentarse una traducción oicial en un plazo razonable.
Bajo ese marco normativo, contenido en el actual texto del D. Leg. 1071, mos-
traremos a continuación los diversos puntos de contacto que se construyen desde el
arbitraje hacia la jurisdicción, en temas ejes como la actividad probatoria, la tutela
cautelar, la ejecución de los laudos y el control poslaudo.
1
Véase artículo 9 del D. Leg. 1071.
Jurisdicción y arbitraje
Como se podrá apreciar, hay situaciones de urgencia que no solo buscan asegu-
rar bienes del deudor para una futura ejecución forzada del laudo o para afectar una
situación de hecho controvertida que será materia de una futura discusión arbitral,
sino que busca asegurar «elementos de prueba» para el futuro procedimiento arbi-
tral. Esto es, antes que se inicie formalmente este, pueden acaecer situaciones que
lleven a la necesidad urgente de recurrir a la jurisdicción a in de acopiar y resguar-
dar las fuentes de prueba, para lo cual se recurre a diversas actuaciones judiciales
2
En ese sentido léase lo regulado en el artículo 62 de la Constitución Política, que dice: «[…] los
conlictos derivados de la relación contractual solo se solucionan en la vía arbitral o en la judicial, según
los mecanismos de protección previstos en el contrato o contemplados en la Ley».
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La actividad probatoria
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Jurisdicción y arbitraje
La prueba anticipada es una expresión de las diligencias preliminares que tiene por
objeto la producción de ciertas medidas probatorias frente al riesgo que resulte impo-
sible o sumamente diicultoso hacerlo antes del proceso o durante la etapa procesal
correspondiente 3. Frente a ello, surgen algunas interrogantes sobre la admisibilidad y
procedencia. No existe regulación especíica sobre el juez competente para la prueba
anticipada, sin embargo, consideramos que para ello se debe recurrir a las reglas
del Código Procesal Civil, debido a la aplicación supletoria que recoge la primera
disposición inal, que dice que «las disposiciones de este Código se aplican supleto-
riamente a los demás ordenamientos procesales, siempre que sean compatibles con
3
En este sentido véase los siguientes pronunciamientos judiciales: «La prueba anticipada consiste en
la actuación de medio probatorio antes del inicio del proceso, correspondiéndole el trámite del proceso
no contencioso; siendo esto así, es obvio que no contiene pretensión especíica de la parte solicitante
y tampoco se declara derecho alguno para esta a la culminación del trámite» (Exp. N° 706-98-Lima,
07/07/98); ejecutoria citada en Pioner de Jurisprudencia, «Boletín Mensual», Gaceta Jurídica, Lima,
abril, 2004, año 1, N° 10, pp. 27. «La actuación anticipada de una determinada prueba tiene por objeto,
por sí misma o como parte del caudal probatorio, preparar los fundamentos que han de sustentar la
causa petendi de la futura pretensión a interponerse en el proceso correspondiente, por lo que en dicha
actuación anticipada no se resolverá en sí el conlicto de intereses, sino en aquél proceso en el que se
discuta el fondo de la litis, mediante sentencia o auto que en revisión ponga in al proceso» (casación
N° 1261-99-Lima, 30/06/99, Sala Civil Permanente de la Corte Suprema); publicada en «Diálogos con
la Jurisprudencia», Gaceta Jurídica, Lima, abril, 2004, año 9, N° 67 pp. 236.
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su naturaleza». Aplicando las reglas del proceso judicial, esta competencia será ijada
en atención al grado que señala el artículo 33 del CPC4.
El artículo 297 del CPC contempla además otros referentes para delimitar la
competencia del juez en la prueba anticipada, como la cuantía y territorio del futuro
proceso a conocer. Sin embargo, surge la inquietud acerca de cuál será el territorio
del futuro proceso arbitral. Evidentemente, ninguno, porque existiendo convenio
arbitral, el futuro proceso no se ventilará en sede judicial. Así se podrá aplicar las
reglas de la competencia ordinaria, que en el caso planteado serían las reglas de la
competencia de la medida cautelar fuera de proceso arbitral, que inevitablemente
nos remite a la ijada en el inciso 2 del artículo 8 del D. Leg. 1071 que dice: «para
la adopción judicial de medidas cautelares será competente el juez subespecializado
en lo comercial o, en su defecto, el juez especializado en lo civil del lugar en que la
medida deba ser ejecutada o el del lugar donde las medidas deban producir su eica-
cia. Cuando la medida cautelar deba adoptarse o ejecutarse en el extranjero se estará
a los tratados sobre ejecución de medidas cautelares en el extranjero o a la legislación
nacional aplicable».
Por otro lado, es importante destacar que la producción de pruebas anticipadas
no implica la renuncia al arbitraje pactado, tan igual como la medida cautelar dictada
en sede judicial antes de iniciado el procedimiento arbitral.
Corresponde al solicitante de la medida la carga de suministrar los hechos relati-
vos a la futura pretensión que será objeto del proceso arbitral. Al margen de enunciar
la clase de pretensión que ha de conigurar el objeto del proceso, el peticionario debe
expresar los motivos en que aquella se funda. Su ausencia impediría al órgano judicial
efectuar una adecuada valoración acerca de la necesidad de practicar dicha prueba.
En este sentido compartimos la opinión de Condorelli, quien señala que «las dili-
gencias preliminares no deben ser permitidas mas allá de lo estrictamente necesario,
porque de otra manera podrían quedar comprometidos los principios de igualdad
y lealtad al procurarse una de las partes informaciones por vía jurisdiccional sin la
plenitud del contradictorio, máxime cuando no se ha acreditado que la información
requerida resulte imperiosa a efectos de una eventual modiicación o ampliación de
la demanda» (1985: 118).
En relación a la legitimidad activa, sostenemos que la prueba anticipada corres-
ponde tanto al futuro actor como al futuro demandado. Esta posición se sustenta
en el principio de igualdad de las partes que rige al proceso; además porque negar
al futuro demandado la posibilidad de preparar su eventual medio probatorio para
4
Artículo 33: «Medida cautelar y prueba anticipada.- Es competente para dictar medida cautelar antes
de la iniciación del proceso y para la actuación de la prueba anticipada, el Juez competente por razón de
grado para conocer la demanda próxima a interponerse».
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oponer a la futura pretensión —aún en sede arbitral— puede traducirse en una frus-
tración de la garantía a la defensa. En este sentido, léase lo señalado en el artículo 284
del CPC «toda persona legitimada puede solicitar la actuación de medio probatorio,
antes del inicio del proceso».
La prueba anticipada es admisible frente a la eventual interposición de una pre-
tensión de cognición, para lo cual, conforme reiere el artículo 284 del CPC, «el
juez solo admitirá la solicitud si se cumple con expresar la pretensión genérica que
va a reclamar y la razón que justiica su actuación anticipada». En esa línea, uno de
los problemas que se aprecia es la ausencia de mecanismos de sanción y control en
caso de incumplimiento respecto de quien solicita la prueba anticipada. Es decir, se
promueve la actividad de la jurisdicción y luego no inicia el procedimiento arbitral
que alegó.
Como apreciamos en el caso de la medida cautelar fuera de proceso, si no es
seguida con la interposición de la demanda dentro del plazo que ija la ley, no ofrece
mayor diicultad porque opera la caducidad automática de la medida5. Este criterio,
de ijar un plazo especial para interponer la demanda luego de haber ejecutado la
medida cautelar, merece ser extensiva también al aseguramiento de pruebas, pero
atribuyéndole un plazo especial.
En relación al plazo, hay un sector de la doctrina que considera aplicable el plazo
legal del supuesto de la caducidad de la instancia en caso no se interponga la demanda
dentro de los cuatro meses de ejecutada la prueba anticipada. Por su puesto que la
caducidad de la prueba anticipada no se produciría en forma automática, como opera
en caso del artículo 636 del CPC, medida cautelar fuera del proceso, sino que estaría
supeditada al pedido que formule la parte afectada con la medida. Desde la óptica de
Condorelli, «se justiica el mentado plazo de caducidad, dado que tiene que existir
un momento inal que concluya con una situación de incertidumbre; no es posible
que se demore, por el proponente de la diligencia preliminar sine die la iniciación del
proceso de conocimiento» (1985: 119)
5
Véase artículo 636.- Medida fuera de proceso: «Ejecutada la medida antes de iniciado el proceso
principal, el beneiciario debe interponer su demanda ante el mismo Juez, dentro de los diez días pos-
teriores a dicho acto. Si no se interpone la demanda oportunamente, o esta es rechazada liminarmente,
la medida caduca de pleno derecho. Dispuesta la admisión de la demanda por revocatoria del superior,
la medida cautelar requiere nueva tramitación». Concordante con el inciso 4 del artículo 47 del D. Leg.
1071: «Las medidas cautelares solicitadas a una autoridad judicial antes de la constitución del tribunal
arbitral no son incompatibles con el arbitraje ni consideradas como una renuncia a él. Ejecutada la
medida, la parte beneiciada deberá iniciar el arbitraje dentro de los diez (10) días siguientes, si no lo
hubiere hecho con anterioridad. Si no lo hace dentro de este plazo o habiendo cumplido con hacerlo,
no se constituye el tribunal arbitral dentro de los noventa (90) días de dictada la medida, ésta caduca de
pleno derecho».
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Las pruebas producidas antes del procedimiento arbitral, con citación personal de
la parte contra quien se la intenta hacer valer, pueden tener el mismo valor que las
producidas al interior del principal.
Un informe producido sin orden judicial no coniguraría prueba pericial, e
incluso ratiicado devendría, en el mejor de los supuestos, en prueba documental no
susceptible de reemplazar a aquel especíico medio probatorio que corresponde por
ley. Se trata de una concreta aplicación del principio de contradicción en la prueba,
por lo que esta, para ser válida, debe haber sido producida con intervención de la
parte contraria.
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Ver artículo 290 y 291 del CPC.
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Sobre el particular, véase la siguiente ejecutoria: «la peticionante solicita que la prueba anticipada se
realice sin citación de la emplazada, Corporación San Francisco S.A. y P&VC Consultores Sociedad
Anónima, sin embargo, dicho pedido no se encuentra sustentado en razones de garantía y seguridad
conforme taxativamente lo señala el segundo párrafo del artículo 287 CPC. El juez podrá ordenar la
actuación del medio probatorio sin citación de la persona a quien se pretende emplazar, por resolución
debidamente motiva, mandato que no ha sido cumplido por el juez al disponer que se actúe la prueba
sin emplazarse a la contraria; por cuanto del contexto de la resolución admisoria no se advierten los fun-
damentos o motivos de las razones de garantía y seguridad indicadas en ella, infringiendo de este modo
el inciso 3 del artículo 122 del CPC» (Exp. N° 2226-99- Res: 21/03/2000); publicada en «Diálogos con
la Jurisprudencia», Gaceta Jurídica, Lima, abril, 2004, año 9, N° 67, pp. 237.
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3. Nada impide que pese haber celebrado el convenio arbitral para someter
al arbitraje los conlictos se recurra a la jurisdicción para el acopio de una
fuente de prueba, antes del inicio del procedimiento arbitral.
4. Si bien el convenio arbitral tiene un sustento en la autonomía de la volun-
tad, es factible que opere a futuro la renuncia tácita al arbitraje, al some-
terse a la jurisdicción sin interponer la excepción de convenio arbitral.
5. La legislación especial regula la medida cautelar en sede judicial condi-
cionada a que luego de su ejecución se inicie el procedimiento arbitral.
Sin embargo, al no existir regulación legal para la actuación de pruebas
con antelación al inicio del arbitraje, consideramos que se puede recurrir
ante este vacío a las reglas del Código Procesal Civil para tal in.
8
Ejecutoria recaída en el Exp. N° 36249-98-Sala de Procesos Sumarísimos, 30 de setiembre de 1999,
publicada en Ledesma 2004: 608.
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Artículo 294: «Absolución de posiciones.- Puede solicitarse que la presunta contraparte absuelva
posiciones sobre hechos que han de ser materia de un futuro proceso». Artículo 292: «Reconocimiento
de documentos privados.- Cualquier interesado en el contenido o efectos de un documento, puede
solicitar que su otorgante o sus herederos lo reconozcan».
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Véase inciso 3 del artículo 693 del CPC.
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Un derecho no es nada sin la prueba del hecho material que se deriva. En sentido
amplio, probar es establecer la exactitud de una proposición cualquiera; en sentido
judicial, probar es someter al juez —que conoce el proceso— elementos de convic-
ción propios para conirmar un hecho alegado por una parte y negado por la otra.
Como dice Couture, es un método jurídico de veriicación de las proposiciones que
las partes (1977: 219). Se asemeja a las matemáticas porque es una operación de
veriicación de la exactitud o el error de otra operación anterior. La prueba puede
ser directa o indirecta. En el primer caso tiende a demostrar el hecho discutido por
las partes, con auxilio de medios de convicción aplicados precisamente a ese hecho,
como documentos, pericias, declaraciones, etcétera; en cambio, la prueba indirecta
solo tiende a demostrar el hecho discutido con el auxilio de los sucedáneos.
El objeto de la prueba se halla restringido a la comprobación de los hechos air-
mados por los litigantes en la debida oportunidad procesal. «Las partes, al plantear
su demanda y contestación, deberán aportar todos los documentos que consideren
pertinentes o hacer referencia a los documentos u otras pruebas que vayan a presentar
o proponer»11.
En caso del arbitraje de derecho, tampoco es materia de prueba el derecho pues
se presume su conocimiento por parte de los árbitros, toda vez que el nombramiento
de árbitros de derecho recae en abogados. Se dice que no tendría sentido la prueba
del derecho en un sistema en el cual este se supone conocido12.
Hay que precisar que en materia de prueba la función del árbitro no se orienta
a averiguar los hechos; ella es función de las partes, sin embargo, por ley, el árbitro
está «facultado» para ordenar en cualquier momento la presentación o la actuación
de las pruebas que estime necesario. Incluso, puede nombrar, por iniciativa propia o
a solicitud de alguna de las partes, uno o más peritos para que dictaminen sobre las
materias concretas (ver artículos 43 y 44 del D. Leg. 1071).
La carga de la prueba se orienta a demostrar los hechos que sustentan la preten-
sión demandada. Cuando no se cumple con ese objetivo, la pretensión demandada
será declarada infundada. Ello implica, para Montero Aroca, que los hechos no air-
mados, al menos por una de las partes, no existen para el juez, quien no puede salir
a la búsqueda de los mismos; y los hechos airmados por las dos partes o airmados
11
Ver inciso 2 del artículo 39 del D. Leg. 1071.
12
En tal sentido, el inciso 4 del artículo 190 del CPC señala que «el derecho nacional no se prueba sino
que debe ser aplicado “de oicio” por los jueces. En caso del derecho extranjero, la parte que lo invoque
debe realizar actos destinados a acreditar la existencia de la norma extranjera y su sentido».
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por una y admitidos por la otra existen para el juez, quien no puede desconocerlos
en la sentencia (1995: 24).
Como ya se ha señalado, el árbitro se halla facultado por ley para realizar cual-
quier acto de investigación respetando el derecho a la defensa; aprecia soberanamente
la oportunidad para abrir los debates, resolver los incidentes y realizar todas las opera-
ciones necesarias para que el litigio pueda ser resuelto. Para ciertas actuaciones podrá
dirigirse el tribunal arbitral o cualquiera de las partes con su aprobación a la jurisdic-
ción a in de solicitar asistencia judicial para la actuación de pruebas. Necesariamente
tiene que acompañar a su solicitud las copias del documento que acredite la existen-
cia del arbitraje y de la decisión que faculte a la parte interesada a recurrir a dicha
asistencia cuando corresponda13.
Esta asistencia podrá consistir en dos alternativas: la actuación del medio proba-
torio ante la autoridad judicial competente bajo su exclusiva dirección, como tomar
la declaración del testigo anciano u enfermo en un lugar distante de la sede del
arbitraje; o la adopción por la autoridad judicial de las medidas concretas que sean
necesarias para que la prueba pueda ser actuada ante el tribunal arbitral, como en el
caso de la conducción de grado o fuerza para obtener la declaración de un testigo.
Una de las inquietudes que se percibe desde la sede judicial a este tipo de requeri-
mientos es la viabilidad de su actuación, pues se podría dar la posibilidad que se busque
la actuación de una prueba maniiestamente contraria al orden público o a leyes pro-
hibitivas expresas. En este escenario, la autoridad judicial devolverá los antecedentes
a la entidad requiriente, expresándole los motivos de la negativa a su actuación, por
citar, cuando se pretenda la declaración como testigo de un menor de edad —incapaz
absoluto—. Expresamente el inciso 1 del artículo 229 del CPC prohíbe dicha decla-
ración como testigo. En este supuesto, la autoridad judicial no acogerá el pedido del
árbitro por existir norma expresa que prohibe esas declaraciones
La regla general señala que la autoridad judicial competente se limita a cumplir
sin demora, con la solicitud de asistencia, sin entrar a caliicar acerca de su proce-
dencia y sin admitir oposición o recurso alguno contra la resolución que a dichos
efectos dicte; sin embargo, consideramos que esa regla se alteraría cuando el pedido
arbitral sea maniiestamente contrario al derecho. Hay que recordar que en el arbi-
traje existe la posibilidad de recurrir a árbitros en equidad, que no necesariamente
sean abogados, o aun siendolos, pueda darse la posibilidad de exigir una actividad en
sede arbitral contraria a derecho; situaciones que llevaría al juez ejecutor a rechazar la
materialización del pedido.
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Ver artículo 45 D. Leg. 1071.
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Una alternativa bastante interesante que acoge el artículo 45 del D. Leg. 1071 es
la co-participación en la actuación de un medio de prueba derivado para tal in para
la actuación judicial: «En caso de actuación de declaraciones ante la autoridad judi-
cial competente, el tribunal arbitral podrá, de estimarlo pertinente, escuchar dichas
declaraciones teniendo la oportunidad de formular preguntas». El avance de la tec-
nología nos permite ello, ya que sin estar presentes físicamente en el mismo escenario
que comparte el juez y el testigo, los árbitros pueden participar en dicha actuación,
como en el caso de las video conferencias, que permitirían dicha intervención en
presencia de la autoridad judicial. Para este tipo de actuaciones el artículo 8 del D.
Leg. 1071, señala que «para la asistencia judicial en la actuación de pruebas será com-
petente el juez subespecializado en lo comercial o, en su defecto, el juez especializado
en lo civil del lugar del arbitraje o el del lugar donde hubiere de prestarse la asistencia.
Cuando la prueba deba actuarse en el extranjero se estará a los tratados sobre obten-
ción de pruebas en el extranjero o a la legislación nacional aplicable».
Como se aprecia, la competencia por comisión se ija en atención al lugar del
arbitraje o donde sea necesario prestar la asistencia, sin embargo, la norma no precisa
quién deinirá esa competencia alternativa entre el juez del lugar del arbitraje o del
lugar a prestar la asistencia. Consideramos que en materia de actuación probato-
ria debe ijarse la competencia —preferentemente— en atención al lugar donde se
ubique el objeto de prueba. Véase el caso de una controversia sobre ejecución de
obra, cuyo objeto a veriicar se ubica en un lugar diverso a la sede del arbitraje. Aquí
deinitivamente no hay nada que elegir, pues será el juez del lugar de ubicación del
objeto a veriicar el que tendrá a su cargo el reconocimiento judicial o la pericia si
fuere el caso. La derogada LGA tenía una visión de mayor cobertura al distribuir la
competencia no solo al juez especializado, sino hacia el juez de paz letrado, del lugar
del arbitraje o donde sea necesario ejecutar la resolución arbitral14.
6. Reflexiones preliminares
14
Ver artículo 40 de la LGA.
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