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Las frutas y las verduras constituyen la principal fuente de antioxidantes dietarios. Entre
las primeras destacan los berries (arándanos, moras, frutillas y frambuesas), ciruelas,
manzanas, granadas y pomelos. Entre las verduras que más concentran antioxidantes se
encuentran las espinacas, bruselas, brócoli y pimientos.
Si bien las frutas y las verduras constituyen una excelente fuente de micronutrientes
(como vitaminas y micro- y macro-minerales) y de fibras (solubles e insolubles), los
beneficios para la salud asociados a su mayor consumo son atribuidos, en forma
significativa, a la abundante presencia en éstos alimentos de un grupo de compuestos
reconocidamente activos como antioxidantes. Desde un punto de vista nutricional es
posible distinguir entre aquellos antioxidantes que son “nutricionalmente esenciales”,
como el ácido ascórbico, los tocoferoles y algunos carotenos, y aquellos antioxidantes que
no lo son, mayoritariamente representados por los polifenoles (los que incluyen a los
flavonoides y a los compuestos no-flavonoideos). La hipótesis prevalente que vincula un
mayor consumo de frutas y verduras con un efecto “protector de la salud” reside en el
postulado de que “la ingesta continua” de los compuestos antioxidantes presentes en
dichos alimentos contribuiría en forma sustancial a la defensa antioxidante contra el
estrés oxidativo que, de otra manera conduciría al desarrollo de las enfermedades
crónicas ya mencionadas. Como se sabe, el estrés oxidativo es generado cuando la
defensa antioxidante del organismo (definida en gran medida por la ingesta de alimentos
ricos en antioxidantes) es superada por la capacidad del organismo para generar radicales
libres y otras especies reactivas capaces de promover la oxidación de ciertas
macromoléculas biológicas (ácidos nucleicos, proteínas y lípidos). En efecto, el daño
oxidativo a tales macromoléculas, cuando es intenso y sostenido, compromete el correcto
funcionamiento de nuestras células y por ende, de nuestro organismo.
Cabe destacar, sin embargo, que la “protección” asociada a una mayor ingesta de
alimentos ricos en antioxidantes demanda que el consumo de éstos sea habitual (diario en
lo posible), abundante, superior a 400 g/día, y variado en cuanto a su composición.