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Módulo 4

Aspectos
esencialmente
patrimoniales del
derecho
internacional
privado
8. Sucesión hereditaria

8.1. La sucesión en el Derecho


Internacional Privado argentino
La sucesión es la transmisión de los derechos patrimoniales. Se trata de un
supuesto de adquisición a título derivado. En este caso, el derecho es
objeto de un acto de traspaso o transmisión, operándose el reemplazo de
un sujeto por otro en la titularidad de la relación jurídica, la que permanece
inalterada en sus elementos objetivos. Lo más relevante del concepto es la
“identidad” y “continuidad” de los derechos. (Maffia, 1997, pp. 1 y 2).

En los puntos siguientes realizaremos un análisis por la legislación atinente


a la materia sucesoria en las diferentes dimensiones del DIPr, con especial
estudio del articulado del Código Civil y Comercial de la Nación (fuente
autónoma), sin dejar de prestar atención a las disposiciones de fuente
convencional que resultarían aplicables según el caso.

8.1.1. Aspectos generales


En el derecho internacional privado la materia sucesoria exige dos
presupuestos ineludibles:

 La muerte o deceso de una persona.

 La existencia de un patrimonio internacionalmente disperso.

Esta última circunstancia es la característica tipificante de una sucesión


internacional.

En cuanto a la ley aplicable a la sucesión legítima o testamentaria existen


en el derecho comparado distintos sistemas, a saber:

 Sistema de la unidad: este sistema afirma que una sola ley debe
resolver las cuestiones esenciales que comprende la materia
sucesoria (Tula Barale, s.f.). Esta única ley es la personal del
causante: la de su nacionalidad o la de su domicilio. Este sistema se

1
basa en que el patrimonio es una universalidad y que la ley aplicable
debe buscarse a través de la persona, ya que no existe persona sin
patrimonio; sigue al sistema romano de sucesión en la persona. Los
países que han seguido este sistema son: Suiza, Dinamarca y
Noruega.

 Sistema del fraccionamiento: propicia la aplicación de una


pluralidad de derechos, teniendo en consideración la situación de los
bienes que se transmiten. Se funda en el hecho de que como el
patrimonio está internacionalmente disperso, habrá tantas leyes
como bienes existan. Sigue al sistema germano de sucesión en los
bienes. Es un sistema poco frecuente y es el sistema seguido por los
Tratados de Montevideo de Derecho Civil Internacional.

 Sistema intermedio o mixto: combina las dos tesis anteriores. Aplica


el fraccionamiento para los bienes inmuebles y la unidad para los
muebles. Siguen este sistema Inglaterra, Estados Unidos, Francia,
Bélgica, Austria, Hungría y Rumania.

8.1.2. Sucesión legítima y testamentaria


La naturaleza de la fuente del llamamiento puede determinar distintas
clases de sucesiones, ya sea que el título creador de la vocación reconozca
su origen en las disposiciones legales, o bien en la voluntad del
causante.

Conceptualmente corresponde, entonces, distinguir entre sucesión


legítima y testamentaria. En el primer caso, el causante no ha hecho uso de
la autonomía de la voluntad, dejando librada la transmisión de sus
derechos patrimoniales a la ley.

En el segundo supuesto, el causante ha expresado su voluntad a través de


un testamento. Ambos supuestos son objeto de análisis en el derecho
internacional privado.

8.1.3. Sistemas de unidad y pluralidad sucesoria


¿Cuál es el sistema adoptado en DIPr Interno? Respecto del derecho
aplicable, el Código Civil y Comercial contempla la situación en el artículo
2644: “Derecho aplicable. La sucesión por causa de muerte se rige por el
derecho del domicilio del causante al tiempo de su fallecimiento. Respecto

2
de los bienes inmuebles situados en el país, se aplica el derecho
argentino”1.

Para la doctrina se entiende que en este artículo se consagra el sistema de


la unidad, mitigado en el caso de los bienes inmuebles situados en el país a
los cuales se les aplicará el derecho argentino.

Observamos que este artículo contiene una norma indirecta y, en su parte


final, una norma internacionalmente imperativa.

Para Bueres (2014), se adopta un sistema mixto que diferencia entre


bienes muebles del causante que quedan regulados por la ley del último
domicilio del difunto y los bienes inmuebles situados en la República que
quedan sometidos al derecho local.

8.1.4. Dimensión convencional


Tanto el Tratado de Derecho Civil Internacional de Montevideo de 1889
como el Tratado de 1940 se inspiran en el sistema del fraccionamiento,
sin establecer distinciones entre bienes muebles e inmuebles:

Así el art. 45 establece que2:

La capacidad de la persona para testar; La del heredero o


legatario para suceder La validez y efectos del testamento;
Los títulos y derechos hereditarios de los parientes y del
cónyuge supérstite, La existencia y proporción de las
legítimas;
La existencia y el monto de los bienes reservables;
En suma, todo lo relativo a la sucesión legítima o
testamentaria.

El Tratado de 19403 tiene un texto similar, con la sola diferencia de que se


suprime la capacidad de la persona para testar, que ya no será regida por la
ley de lugar de situación de los bienes, sino por la ley de su domicilio (art.
44). No obstante, la rigidez del principio del fraccionamiento que siguen
ambos Tratados de Montevideo cede frente a determinadas situaciones,
en las que parece vislumbrarse la idea de que el patrimonio es una unidad.
Dichas situaciones son las siguientes:

1 Art.2644. Ley N° 26.994 – Código Civil y Comercial de la Nación. Poder Ejecutivo.


2 LeyNº 3192 Tratado de Montevideo 1889– Decreto-Ley 7771/56 Tratado de Montevideo de 1940.
3 Decreto-Ley 7771/56 Tratado de Montevideo de 1940.

3
 En materia de forma:

Si bien la ley de situación de los bienes rige la forma del testamento, el


Tratado 18.894 (art. 44, 2° parte) admite que el testamento otorgado por
acto público en cualquiera de los Estados contratantes será admitido en
todos los demás. El art. 44, 2° parte del Tratado de 1940, establece que el
testamento abierto o cerrado, otorgado por “acto solemne” en cualquiera
de los Estados contratantes, “será admitido en todos los demás”5. Esta
expresión es más amplia que “acto público”, pues está claro que todo acto
público es un acto solemne, mas no a la inversa. La expresión “acto
solemne” es más amplia, pues admite la modalidad del testamento
ológrafo que no exige la presencia de un funcionario público para su
otorgamiento.

 En materia de deudas:

En principio, “las deudas que deban ser satisfechas en alguno de los


Estados contratantes gozan de preferencia sobre los bienes allí existentes
al tiempo de la muerte del causante”6. Pero “si dichos bienes no alcanzaren
(…), los acreedores cobrarán sobre los bienes dejados en otros lugares, sin
perjuicio del preferente derecho de los acreedores locales”7. “Cuando las
deudas deben ser canceladas en algún lugar en que el causante no hay
dejado bienes, los acreedores podrán exigir su pago proporcionalmente
sobre los bienes dejados en otros lugares”8, quedando otra vez a salvo el
derecho preferencial de los acreedores locales. Ambos tratados coinciden
en esta solución.

 En materia de legados:

Los legados de bienes determinados por su género y que no


tuvieren lugar designado para su pago, se rigen por la ley del
lugar del domicilio del testador al tiempo de su muerte. Se
harán efectivos sobre los bienes que deje en dicho domicilio
y en defecto de ellos, o por su saldo, se pagarán

4 Ley Nº 3192. Tratado de Montevideo, 1889.


5 Tratados de Derecho Internacional de propiedad literaria, marcas de fábrica, de Comercio, y
patentes de invención.
6 Art. 46. Tratados de Derecho Internacional de propiedad literaria, marcas de fábrica, de Comercio,

y patentes de invención.
7 Art. 47. Tratados de Derecho Internacional de propiedad literaria, marcas de fábrica, de Comercio,

y patentes de invención.
8 Art. 48. Tratados de Derecho Internacional de propiedad literaria, marcas de fábrica, de Comercio,

y patentes de invención.

4
proporcionalmente de todos los demás bienes del
causante9.

 En materia de colación:

La obligación de colacionar se rige por la ley de la sucesión


en que ella sea exigida. Si la colación consiste en algún bien
raíz o mueble, se limitará a la sucesión de que este bien
depende. Cuando consista en alguna suma de dinero, se
repartirá entre todas las sucesiones a que concurra el
heredero que deba la colación proporcionalmente a su
haber en cada una de ellas10.

8.2. Cuestiones comunes a las


distintas clases
La jurisdicción es uno de los aspectos comunes a la sucesión legítima
cuanto testamentaria. En el DIPr de fuente autónoma se establece en el
artículo 2643: “Jurisdicción. Son competentes para entender en la sucesión
por causa de muerte, los jueces del último domicilio del causante o los del
lugar de situación de los bienes inmuebles en el país respecto de éstos” 11.

El art. 2643 establece expresamente la jurisdicción concurrente de los


jueces del lugar del último domicilio del causante (foro personal) y los del
lugar de situación de los bienes inmuebles del difunto (foro del
patrimonio); en este caso, sólo respecto de los que se encuentren en el
país (Bueres, 2015).

Los Tratados de Montevideo disponen que los juicios a los que dé lugar la
sucesión por causa de muerte se seguirán ante los jueces de los lugares en
que se hallen situados los bienes hereditarios (art. 66 del Tratado de
Derecho Civil Internacional de 1889 y art. 68 del mismo Tratado de 194012).

9
Art. 49. Tratados de Derecho Internacional de propiedad literaria, marcas de fábrica, de Comercio,
y patentes de invención.
10 Art. 50. Tratados de Derecho Internacional de propiedad literaria, marcas de fábrica, de Comercio,

y patentes de invención.
11 Art. 2643. Ley N° 26.994 – Código Civil y Comercial de la Nación. Poder Ejecutivo.
12 Decreto-Ley 7771/56. Tratado de Montevideo de 1940.

5
El DIPr convencional consagra la pluralidad de jurisdicciones en materia
sucesoria.

8.2.1. Apertura de la sucesión


El momento en que opera la apertura de la sucesión y la transmisión de los
bienes ha recibido distintas soluciones prácticas.

En el derecho romano, la mutación sucesoria no se producía de manera


instantánea, ya que ella sólo se operaba con la aceptación del heredero.
Esta concepción ofrecía no pocos inconvenientes derivados de la existencia
de una masa de bienes que carecía de titular.

Distinta es la concepción de nuestro Código Civil y Comercial, donde la


transmisión hereditaria se opera en el momento mismo de la muerte de la
causante, producida de pleno derecho en ese instante y sin solución de
continuidad.

No obstante, todas estas cuestiones serán calificadas por la ley del último
domicilio del causante.

8.2.2. Capacidad para suceder


En los Tratados de Montevideo de Derecho Civil Internacional de 1889 y
1940 se prevé que la capacidad para suceder se regirá por la ley del lugar
de situación de los bienes (art. 44, inc. a).

8.2.3. Transmisión de la propiedad


La transmisión de la propiedad se produce en el mismo momento de la
muerte del causante, como ya hemos explicado en el punto 8.2.1.

8.3. Testamentos
En este apartado analizaremos la situación en la que el causante elige
disponer de sus bienes a través del instrumento que otorga el derecho a
esos fines: el testamento. Será importante en este punto estudiar desde el
derecho internacional privado la validez sustancial, la capacidad para testar

6
y la validez formal de los testamentos hechos en la Argentina y en el
extranjero.

8.3.1. Validez sustancial


Con relación a la sucesión testamentaria, el art. 246213 nos proporciona un
concepto con los requisitos sustanciales del testamento en nuestro DIPr de
fuente interna.

Artículo 2462.-Testamento. Las personas humanas pueden


disponer libremente de sus bienes para después de su
muerte, respetando las porciones legítimas establecidas en
el Título X de este Libro, mediante testamento otorgado con
las solemnidades legales; ese acto también puede incluir
disposiciones extrapatrimoniales14.

En cuanto a la ley que rige la sucesión testamentaria, hemos dicho ya que


en el DIPr interno es la ley del domicilio del causante al tiempo de su
fallecimiento (art. 2644, CCyC.15), en tanto que en el DIPr convencional es
la ley del lugar de situación de los bienes (art 44 de los Tratados de
Montevideo de Derecho Civil Internacional de 1889 y 194016).

“Artículo 2644.- Derecho aplicable. La sucesión por causa de muerte se rige


por el derecho del domicilio del causante al tiempo de su fallecimiento.
Respecto de los bienes inmuebles situados en el país, se aplica el derecho
argentino”17.

En los Tratados de Montevideo18 la ley aplicable será la ley del lugar de


situación de los bienes:

“Artículo 44. - La ley del lugar de la situación de los bienes hereditarios, a


tiempo de la muerte de la persona de cuya sucesión se trate, rige la forma
del testamento”19.

13 Art.2462. Ley N° 26.994– Código Civil y Comercial de la Nación. Poder Ejecutivo.


14 Art.2462. Ley N° 26.994– Código Civil y Comercial de la Nación. Poder Ejecutivo.
15 Art.2644. Ley N° 26.994– Código Civil y Comercial de la Nación. Poder Ejecutivo.
16 Ley Nº 3192. Tratado de Montevideo 1889.Decreto-Ley 7771/56 Tratado de Montevideo de 1940.
17 Art.2644. Ley N° 26.994– Código Civil y Comercial de la Nación. Poder Ejecutivo.
18 Ley Nº 3192. Tratado de Montevideo 1889.Decreto-Ley 7771/56 Tratado de Montevideo de 1940.
19 Art. 44. Decreto - Ley Nº 7.771.

7
8.3.2. Capacidad para testar
La capacidad para testar está prevista en el DIPr interno en el art. 2647
Código Civil y Comercial: “La capacidad para otorgar testamento y
revocarlo se rige por el derecho del domicilio del testador al tiempo de la
realización del acto”20.

La capacidad se somete a la ley que el testador tenía al momento de


hacerlo, aunque se tenga o falte al momento de su muerte.

En los Tratados de Montevideo de Derecho Civil Internacional de 1889 se


prevé que la capacidad para testar se regirá por la ley del lugar de situación
de los bienes21. En el Tratado de 1940 se suprime este supuesto, por lo que
la capacidad para testar se regirá por la ley del domicilio del testador.

8.3.3. Validez formal: testamentos hechos en la


Argentina y en el extranjero
En referencia a la validez formal, en el DIPr interno, el Código Civil y
Comercial lo contempla en el artículo 2645:

Forma. El testamento otorgado en el extranjero es válido en


la República según las formas exigidas por la ley del lugar de
su otorgamiento, por la ley del domicilio, de la residencia
habitual, o de la nacionalidad del testador al momento de
testar o por las formas legales argentinas22.

Tal como se observa, adopta un criterio amplio, favoreciendo la validez de


los testamentos otorgados en el extranjero, a través de conexiones
alternativas.

Esta norma de conflicto se centra en aquellos testamentos que fueron


otorgados en país foráneo, no haciendo referencia a aquellos testamentos
que se hubieren otorgado en el país.

Las conexiones que recepta entonces son:

 Ley del lugar de su otorgamiento.

20 Art. 2647. Ley N° 26.994. Código Civil y Comercial de la Nación. Poder Ejecutivo.
21 Art. 44. Decreto-Ley 7771/56. Tratado de Montevideo de 1940.
22 Art. 2645. Ley N° 26.994. Código Civil y Comercial de la Nación. Poder Ejecutivo.

8
 Ley del domicilio.

 Ley de la residencia habitual.

 Ley de la nacionalidad del testador al momento de testar.

 Formas legales argentinas.

8.3.4. Testamento consular


En el Código Civil y Comercial se indica en un solo artículo todos los
requisitos que deberán cumplirse al momento de analizar la validez de este
tipo de testamento23.

Artículo 2646.-Testamento consular. Es válido el testamento


escrito hecho en país extranjero por un argentino o por un
extranjero domiciliado en el Estado, ante un ministro
plenipotenciario del Gobierno de la República, un encargado
de negocios o un Cónsul y dos testigos domiciliados en el
lugar donde se otorgue el testamento, teniendo el
instrumento la autenticación de la legación o consulado.
El testamento otorgado en la forma prescripta en el párrafo
precedente y que no lo haya sido ante un jefe de legación,
debe llevar el visto bueno de éste, si existiese un jefe de
legación, en el testamento abierto al pie de él y en el
cerrado sobre la carátula.
El testamento abierto debe ser siempre rubricado por el
mismo jefe al principio y al fin de cada página, o por el
Cónsul, si no hubiese legación. Si no existe un consulado ni
una legación de la República, estas diligencias deben ser
llenadas por un Ministro o Cónsul de una nación amiga.
El jefe de legación y, a falta de éste, el Cónsul, debe remitir
una copia del testamento abierto o de la carátula del
cerrado, al ministro de Relaciones Exteriores de la República
y éste, abonando la firma del jefe de la legación o del Cónsul
en su caso, lo debe remitir al juez del último domicilio del
difunto en la República, para que lo haga incorporar en los
protocolos de un escribano del mismo domicilio.
No conociéndose el domicilio del testador en la República, el
testamento debe ser remitido por el ministro de Relaciones
Exteriores a un juez nacional de primera instancia para su

23 Ley N° 26.994. Código Civil y Comercial de la Nación. Poder Ejecutivo.

9
incorporación en los protocolos de la escribanía que el
mismo juez designe24.

8.3.5. Dimensión convencional


En el DIPr Convencional coincide la regulación legal de la sucesión legítima
en cuanto testamentaria. El particular ha sido tratado y desarrollado en el
punto 8.1.4.

8.4. Herencia vacante. Recepción en el Código Civil y


Comercial de la Nación
El supuesto de herencia vacante se da en el caso de una sucesión en la cual
no existan herederos. La solución la otorga el artículo 2648 del Código Civil
y Comercial:

Herencia vacante. Si el derecho aplicable a la sucesión, en el


caso de ausencia de herederos, no atribuye la sucesión al
Estado del lugar de situación de los bienes, los bienes
relictos ubicados en la Argentina, pasan a ser propiedad del
Estado Argentino, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires o
de la provincia donde estén situados25.

Esta normativa atribuye los bienes relictos que se encuentran situados en


nuestro país (sin distinguir muebles/inmuebles) al Estado Nacional, a la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires o a la provincia en donde se sitúen.

24 Art. 2646 Ley N° 26.994. Código Civil y Comercial de la Nación. Poder Ejecutivo.
25Art. 2648 Ley N° 26.994. Código Civil y Comercial de la Nación. Poder Ejecutivo.

10
9. Derechos reales
9.1. Aspectos generales
Comenzaremos haciendo referencia a las disposiciones del Código Civil y
Comercial que nos interesan en materia de bienes. En el capítulo 4 del
título preliminar se regula lo siguiente:

Artículo 15.-Titularidad de derechos. Las personas son


titulares de los derechos individuales sobre los bienes que
integran su patrimonio conforme con lo que se establece en
este Código.
Artículo 16.- Bienes y cosas. Los derechos referidos en el
primer párrafo del artículo 15 pueden recaer sobre bienes
susceptibles de valor económico. Los bienes materiales se
llaman cosas. Las disposiciones referentes a las cosas son
aplicables a la energía y a las fuerzas naturales susceptibles
de ser puestas al servicio del hombre26.

Corresponde al DIPr, mediante una norma indirecta, señalar qué ley es


competente para decidir la calidad de mueble o inmueble, fungible,
consumible, enajenable, como así otras clasificaciones posibles de cosas.
En el Código, el artículo 2663 indica cómo deben calificarse a los bienes
inmuebles sometiéndolos a la ley del lugar de su situación, de acuerdo con
la teoría de la lex causae.

“Artículo 2663.- Calificación. La calidad de bien inmueble se determina por


la ley del lugar de su situación”27.

También le compete al DIPr establecer los derechos que pueden


constituirse sobre las mismas, los modos de adquisición o transmisión, la
pérdida de la propiedad, la prescripción adquisitiva o transmisión, la
pérdida de la propiedad y otras cuestiones.

26 Arts. 15 y 16. Ley N° 26.994. Código Civil y Comercial de la Nación. Poder Ejecutivo.

27 Art. 2663. Ley N° 26.994. Código Civil y Comercial de la Nación. Poder Ejecutivo.

11
En materia de bienes inmuebles impera la regla de la lex rei sitae que
significa que los bienes raíces se rigen por la ley del lugar de su situación.
Está aceptada desde antaño y tiene vigencia universal. En cambio, la
aplicación de la lex rei sitae a los muebles no tuvo aceptación general. De
hecho, Joseph Story, el juez anglosajón, afirmaba que los muebles siguen a
la persona del dueño y se rigen por la ley de su domicilio. Sin embargo,
Story admitía excepciones a este principio, tales como: los muebles anexos
a un inmueble y los que poseen una calidad implícita están sometidos a la
ley de su situación. Por otra parte, toda transferencia de muebles
efectuada de acuerdo con la ley local de la situación es válida, aunque no
se hayan observado las prescripciones de la ley del domicilio.

Savigny, el jurista alemán, en cambio, adoptó el sistema unitario, es decir,


sin distinción entre bienes muebles e inmuebles, proclamando la vigencia
de la lex rei sitae también para los muebles, con algunas excepciones, tal
como la prevista para los bienes muebles in transitu.

9.2. Bienes inmuebles


El artículo 2663 del Código Civil y Comercial realiza la calificación de lo que
debe entenderse por bien inmueble. Establece lo siguiente: “Artículo 2663.-
Calificación. La calidad de bien inmueble se determina por la ley del lugar
de su situación”28.

9.2.1. Jurisdicción
El Código Civil y Comercial atribuye jurisdicción exclusiva a los jueces del
estado de situación de los bienes para conocer en las acciones reales sobre
inmuebles. En consecuencia, en concordancia con lo establecido en el art.
2609 inc. a del mismo Código, normativa atinente a la jurisdicción
exclusiva.

“Artículo 2664.-Jurisdicción. Acciones reales sobre inmuebles. Los jueces


del Estado en que están situados los inmuebles son competentes para
entender en las acciones reales sobre dichos bienes”29.

28 Art. 2663. Ley N° 26.994. Código Civil y Comercial de la Nación. Poder Ejecutivo.
29 Art. 2664. Ley N° 26.994. Código Civil y Comercial de la Nación. Poder Ejecutivo.

12
9.2.2. Derecho aplicable
Rige en este punto el principio de lex rei sitae, ley del lugar de ubicación del
bien. El código Civil y Comercial adhiere a esta postura, en concordancia
con criterios internacionales.

En relación a los requisitos que deben cumplir aquellos contratos que


transmiten derecho reales en materia de inmuebles y que fueron
celebrados en el extranjero, se le exige que sean realizados en
instrumentos públicos y que cumplan con los requisitos de legalización
pertinentes.

Todo ello surge del artículo 2667 del Código Civil y Comercial:

Artículo 2667.-Derecho aplicable. Derechos reales sobre


inmuebles. Los derechos reales sobre inmuebles se rigen por
la ley del lugar de su situación. Los contratos hechos en un
país extranjero para transferir derechos reales sobre
inmuebles situados en la República, tienen la misma fuerza
que los hechos en el territorio del Estado, siempre que
consten en instrumentos públicos y se presenten
legalizados30.

9.3. Bienes muebles


En relación a los bienes inmuebles no hay una calificación específica como
con los inmuebles. Entenderemos también entonces que es la lex causae la
encargada de su calificación.

9.3.1. Calificación
En relación a la calificación de lo que debemos entender por bienes
mubles, el Código Civil y Comercial no otorga un concepto, como sí lo hace
en relación a los bienes inmuebles.

30 Art. 2667. Ley N° 26.994. Código Civil y Comercial de la Nación. Poder Ejecutivo.

13
“Artículo 2663.-Calificación. La calidad de bien inmueble se determina por
la ley del lugar de su situación”31.

9.3.2. Jurisdicción
En relación a los jueces que resultarán competentes a los fines de conocer
en acciones reales sobre bienes muebles, el Código distingue dos
soluciones, según se trate de bienes registrables o no registrables. A ello
dedica los artículos 2665 y 2666.

Artículo 2665.-Jurisdicción. Acciones reales sobre bienes


registrables. Los jueces del Estado en el que fueron
registrados los bienes son competentes para entender en las
acciones reales entabladas sobre dichos bienes.
Artículo 2666.-Jurisdicción. Acciones reales sobre bienes no
registrables. Los jueces del domicilio del demandado o del
lugar de situación de los bienes no registrables son
competentes para entender en las acciones reales sobre
dichos bienes32.

Para los bienes registrables, la jurisdicción recaerá sobre los jueces del
lugar de registración. En el caso de los bienes no registrables, el art. 2666
atribuye jurisdicción internacional concurrente a los jueces del lugar del
domicilio del demandado (foro general) y a los jueces del lugar de situación
de los bienes muebles no registrables (foro especial) a elección de la parte
actora (Bueres, 2015).

9.3.3. Derecho aplicable


Entre los artículos 2668 y 2670, se legisla sobre el régimen de derecho
aplicable a los bienes muebles.

“Artículo 2668.-Derecho aplicable. Derechos reales sobre bienes


registrables. Los derechos reales sobre bienes registrables se rigen por el
derecho del Estado del registro”33.

31 Art. 2663. Ley N° 26.994. Código Civil y Comercial de la Nación. Poder Ejecutivo.
32 Arts. 2665 y 2666. Ley N° 26.994. Código Civil y Comercial de la Nación. Poder Ejecutivo.
33 Art. 2668. Ley N° 26.994. Código Civil y Comercial de la Nación. Poder Ejecutivo.

14
En relación a los bienes registrables, no quedan dudas lo acertado del
criterio elegido por el legislador, ya que se regirán por el derecho del
Estado de registro.

Los bienes muebles de situación permanente tienen el siguiente régimen:

Artículo 2669.-Derechos reales sobre muebles de situación


permanente. Cambio de situación. Los derechos reales sobre
muebles que tienen situación permanente y que se
conservan sin intención de transportarlos, se rigen por el
derecho del lugar de situación en el momento de los hechos
sobre los que se plantea la adquisición, modificación,
transformación o extinción de tales derechos. El
desplazamiento de estos bienes no influye sobre los
derechos que han sido válidamente constituidos bajo el
imperio de la ley anterior34.

En referencia a lo anterior supra enunciado, se contempla la situación de


aquellos bienes muebles de situación permanente, que se conservan sin
intención de transportarlos; en ese caso, el derecho aplicable es el del lugar
de situación.

La nota importante que agrega este artículo es que especifica en qué


momento debe tomarse ese lugar de situación, previendo la posibilidad de
su modificación en tanto aun cuando no exista intención de moverlos, por
su naturaleza no han dejado de ser bienes muebles, tal como el clásico
ejemplo del mobiliario de una casa (Bueres, 2015).

Diferente es la situación que se plantea en aquellos muebles que carecen


de situación permanente:

Artículo 2670.-Derechos reales sobre muebles que carecen


de situación permanente. Los derechos reales sobre los
muebles que el propietario lleva siempre consigo o los que
son de su uso personal, esté o no en su domicilio, como
también los que se tienen para ser vendidos o transportados
a otro lugar se rigen por el derecho del domicilio de su
dueño. Si se controvierte o desconoce la calidad de dueño,
se aplica el derecho del lugar de situación35.

34 Art. 2669. Ley N° 26.994. Código Civil y Comercial de la Nación. Poder Ejecutivo.
35 Art. 2670. Ley N° 26.994. Código Civil y Comercial de la Nación. Poder Ejecutivo.

15
En este orden de ideas, el derecho que regirá los derechos reales sobre
este tipo de muebles, que tienen las características enunciadas en el
artículo, es el del domicilio de su dueño. Divide a estos bienes en tres
grupos: los muebles móviles que el propietario lleva siempre consigo
(lapicera, anteojos, alianza, etc.), los que son de uso personal (enseres de
una vivienda) y los que se tienen para ser vendidos o transportados a otro
lugar (debe entenderse lugar como otro país), como los muebles de
exportación.

En caso de controversia o que no se conozca al dueño, se adopta el criterio


de aplicación de la ley del lugar de situación, que es ampliamente aceptado
por la doctrina. Esto puede suceder, por ejemplo, si el propietario es
desconocido, como ocurre con las cosas perdidas o abandonadas o se
discute qué persona reviste la calidad de propietario; por ejemplo, en un
juicio de reivindicación, corresponde también aplicar la ley de la situación
por resultar inaplicable la ley del domicilio del propietario.

9.4. Dimensión convencional


En el DIPr convencional, los Tratados36 de Montevideo de Derecho Civil
Internacional37 no distinguen entre muebles e inmuebles, ni tampoco entre
muebles de situación permanente y muebles móviles. La regla es única:

Los bienes, cualquiera sea su naturaleza, son exclusivamente


regido por la ley del lugar donde existen en cuanto a su
calidad, a su posesión, a su enajenabilidad absoluta o
relativa y a todas las relaciones de derecho de carácter real
de que son susceptibles38.

También se consagran reglas especiales, como la de los buques de aguas no


jurisdiccionales; se reputan situados en el lugar de su matrícula39; los
cargamentos de los buques en aguas no jurisdiccionales se reputan
situados en el lugar del destino definitivo de las mercaderías40; los
derechos creditorios se reputan situados en el lugar en que la obligación de

36 Ley Nº 3192 Tratado de Montevideo 1889.Decreto-Ley 7771/56 Tratado de Montevideo de 1940.


37 Ley Nº 3192 Tratado de Montevideo 1889.Decreto-Ley 7771/56 Tratado de Montevideo de 1940.
38 Art. 32. Tratado de Derecho Civil Internacional. Decreto-Ley 7771/56.
39 Art. 27. Tratado de Derecho Civil Internacional. Decreto-Ley 7771/56.
40 Art. 28. Tratado de Derecho Civil Internacional. Decreto-Ley 7771/56.

16
su referencia debe cumplirse41. El Tratado de 1940 agregó al art. 33 lo
siguiente:

Si este lugar (el de cumplimiento) no pudiera determinarse


al tiempo del nacimiento de tales derechos, se reputarán
situados en el domicilio que en aquel momento tenía
constituido el deudor. Los títulos representativos de dichos
derechos y transmisibles por simple tradición se reputan
situados en el lugar donde se encuentran42.

En atención al posible cambio de situación de las cosas muebles y su


repercusión sobre los derechos de los interesados, se estatuyó el respeto a
los derechos adquiridos:

El cambio de situación de los bienes muebles no afecta los


derechos adquiridos con arreglo a la ley del lugar donde
existían al tiempo de su adquisición. Sin embargo, los
interesados están obligados a llenar los requisitos de fondo
o de forma exigidos por la ley la ley del lugar de la nueva
situación para la adquisición o conservación de los derechos
mencionados43.

El Tratado de Montevideo de 1940 le agrega a este último precepto lo


siguiente: “El cambio de situación de la cosa mueble litigiosa, operado
después de la promoción de la respectiva acción real, no modifica las reglas
de competencia legislativa y judicial que originariamente fueron
aplicables”44.

Finalmente, el art. 35 dispone que: “los derechos adquiridos por terceros


sobre los mismos bienes de conformidad a la ley del lugar de su nueva
situación, después del cambio operado y antes de llenarse los requisitos
referidos, priman sobre los del primer adquirente”45.

En cuanto a la prescripción adquisitiva de bienes muebles o inmuebles,


se rige por la ley del lugar en que están situados (art. 54 de ambos

41 Art. 33. Tratado de Derecho Civil Internacional. Decreto-Ley 7771/56.


42 Art. 33. Tratado de Derecho Civil Internacional. Decreto-Ley 7771/56.
43 Art. 34. Tratado de Derecho Civil Internacional. Decreto-Ley 7771/56.
44 Art. 34. Tratado de Derecho Civil Internacional. Decreto-Ley 7771/56.
45 Art. 35. Tratado de Derecho Civil Internacional. Decreto-Ley 7771/56.

17
Tratados de Montevideo). Si el bien hubiese cambiado de situación, “la
prescripción se rige por la ley del lugar en que se haya completado el
tiempo necesario para prescribir”46.

46 Art. 55. Tratado de Derecho Civil Internacional. Decreto-Ley 7771/56.

18
10. Obligaciones
contractuales
10.1. Forma de los actos jurídicos: el
principio locus regit actum
El término forma es multívoco, pues podemos referirnos a ella como
forma habilitante de un acto jurídico, formas intrínsecas o viscerales,
formas procesales y otras.

Sin embargo, cuando hablamos de forma aquí nos referimos a las


formalidades extrínsecas de los actos jurídicos.

En materia de formas impera la regla locus regit actum. Literalmente la


fórmula significa: “el lugar rige el acto”. Como dicha fórmula puede llevar a
confusiones, la misma debe leerse de la siguiente manera: “la ley del lugar
de celebración del acto rige el instrumento del mismo”.

A su vez, es preciso distinguir entre la forma en sí misma de la


reglamentación de la forma. La forma en sí misma es una cuestión esencial
que debe ser regulada por la ley a la que está sujeto el acto jurídico: lex
causae. En cambio, la reglamentación de la forma puede quedar sujeta a la
ley del lugar de celebración del acto (locus regit actum). Este es el
verdadero alcance de la máxima (Kaller de Orchansky, 1995). Sólo la
reglamentación de la forma está sometida a la máxima locus regit actum.

Ello implica que la exigencia de una determinada forma ha sido


dispuesta por la ley que rige la sustancia del negocio jurídico; en cambio,
la reglamentación de esa forma será dispuesta por la ley del lugar del país
donde el instrumento se otorga.

En el Tratado de Montevideo de Derecho Civil de 188947 ambas cuestiones


aparecen absorbidas por la lex causae48. En cambio, en el Tratado de
Montevideo de 194049, se distingue cada aspecto del problema
resolviéndolo con cierta autonomía.

47 Ley Nº 3192. Tratado de Montevideo 1889.


48 Art. 32. Ley Nº 3192. Tratado de Montevideo 1889.
49 Decreto-Ley 7771/56. Tratado de Montevideo de 1940.

19
Hechas las consideraciones anteriores, ingresamos al análisis de la
dimensión autónoma. El Código Civil y Comercial, en referencia al tema,
establece:

Artículo 2649.-Formas y solemnidades. Las formas y


solemnidades de los actos jurídicos, su validez o nulidad y la
necesidad de publicidad, se juzgan por las leyes y usos del
lugar en que los actos se hubieren celebrado, realizado u
otorgado.
Cuando la ley aplicable al fondo de la relación jurídica exija
determinada calidad formal, conforme a ese derecho se
debe determinar la equivalencia entre la forma exigida y la
forma realizada.
Si los contratantes se encuentran en distintos Estados al
tiempo de la celebración, la validez formal del acto se rige
por el derecho del país de donde parte la oferta aceptada o,
en su defecto, por el derecho aplicable al fondo de la
relación jurídica50.

En este precepto se indica, como regla en cuanto a derecho aplicable a la


forma de los actos jurídicos, al mencionado principio locus regit actum; en
consecuencia, la forma será juzgada conforme las leyes y usos del lugar
donde se celebren, realicen u otorguen los actos.

Es importante destacar que en el segundo párrafo se contempla la


situación en la cual la ley aplicable al fondo de la relación jurídica exija
determinada calidad formal. Deberá, en ese caso, conforme a ese derecho,
determinar la equivalencia entre las formas, consagrando el principio de
equivalencia de las formas del derecho internacional privado. La finalidad
de este principio es respetar los intereses que protege un determinado
Estado al imponer determinada forma.

Bueres (2015) nos indica que la equivalencia de formas es, en realidad, una
auténtica equivalencia de funciones. En tal sentido, la equivalencia de las
funciones consiente en que un documento público extranjero pueda ser
equiparado a un documento público argentino si se verifican diversos
requisitos que permiten garantizar dos extremos: en primer lugar, que el
documento público extranjero es auténtico; y, en segundo lugar, que el
documento público extranjero cumple con las mismas garantías de control
de legalidad que un documento público argentino. (Bueres, 2015, p. 717).

50 Art. 2649. Ley N° 26.994. Código Civil y Comercial de la Nación. Poder Ejecutivo.

20
Finaliza el artículo regulando la forma en los contratos entre ausentes,
estableciendo como regla: “la validez formal del acto se rige por el derecho
del país de donde parte la oferta aceptada o, en su defecto, por el derecho
aplicable al fondo de la relación jurídica”51.

En relación a la dimensión convencional, el Tratado de Montevideo de


Derecho Civil Internacional de 188952 rechaza la regla locus y se adhiere a
la teoría de Savigny, según la cual las formas de los actos jurídicos se rigen
por la lex causae.

El art. 32 dispone: “La ley del lugar donde los contratos deben cumplirse
decide si es necesario que se hagan por escrito y la calidad del documento
correspondiente”53. De modo que las formas a observarse en un contrato
celebrado en la Argentina que deba cumplirse en Uruguay serán
determinadas por la ley uruguaya.

La excepción a este principio la constituyen los instrumentos públicos. Así


lo establece el art. 39:

Las formas de los instrumentos públicos se rigen por la por


la ley del lugar donde se otorgan. Los instrumentos privados
por la ley del lugar donde se otorgan. Los instrumentos
privados, por la ley del lugar de cumplimiento de los
contratos respectivos54.

La ley del lugar de celebración rige las formas de los instrumentos públicos
y las formas matrimoniales (art. 11) y la ley del lugar de ejecución rige los
instrumentos privados.

En el Tratado de 1940 se morigeró esta solución. Al respecto, el art. 36


dispone:

La ley que rige los actos jurídicos decide sobre la calidad del
documento correspondiente. Las formas y solemnidades de
los actos jurídicos se rigen por la ley del lugar donde se

51 Art. 2649. Ley N° 26.994. Código Civil y Comercial de la Nación. Poder Ejecutivo.
52 Ley Nº 3192. Tratado de Montevideo 1889
53 Art. 32. Tratados de Derecho Internacional de propiedad literaria, marcas de fábrica, de Comercio,

y patentes de invención.
54 Art. 39. Tratados de Derecho Internacional de propiedad literaria, marcas de fábrica, de Comercio,

y patentes de invención.

21
celebran u otorgan. Los medios de publicidad, por la ley de
cada Estado55.

Es decir que la exigencia y la calificación de la forma dependen de la ley del


lugar de ejecución, que es la ley que rige el acto jurídico en cuestión.

Las formas en sí mismas se rigen por la regla locus regit actum y los medios
de publicidad se rigen por la ley de cada Estado.

El régimen, en cuanto a la forma, se ha modificado en el sentido de admitir


la regla locus regit actum, conservándose el principio de que la ley del lugar
donde los contratos deben cumplirse es la que decide respecto de si es
necesario que se hagan por escrito y, en ese caso, sobre la calidad del
documento correspondiente, agregándose una nueva disposición relativa a
las formas de publicidad.

Así, por ejemplo, si se trata de un contrato celebrado en nuestro país que


deba cumplirse en Uruguay o Paraguay, las leyes de esos países decidirán si
el acto debe revestir determinada formalidad, pero las formas se rigen por
las leyes del lugar de celebración, es decir, por la ley argentina.

10.2. Contratos
El tema de la contratación internacional es uno de los tópicos más
importantes del derecho internacional privado.

La caracterización del contrato internacional requiere, preliminarmente, su


distinción del contrato nacional o interno. Un contrato es nacional cuando
todos sus elementos (personales, reales y/o conductistas) tienen contacto
con un único ordenamiento jurídico.

No obstante, no es posible definir al contrato internacional por oposición al


nacional. No basta cualquier contacto de los elementos del contrato con
diversos ordenamientos jurídicos para que exista contrato internacional.
Debe tratarse de un contacto internacionalmente relevante.

De esta manera, no resulta sencilla la calificación del contrato


internacional, toda vez que su caracterización puede derivar de la
ponderación de elementos jurídicos y/o económicos diversos. Así, por
ejemplo, la calificación podrá hacerse teniendo en cuenta la residencia,

55 Art. 36. Decreto-Ley 7771/56 Tratado de Montevideo de 1940.

22
domicilio o nacionalidad de las partes, lugar de situación de los bienes,
lugar de celebración o ejecución. O bien teniendo en cuenta los contactos
objetivos del contrato con más de un Estado.

En la doctrina y la jurisprudencia se han propuesto diversos criterios sobre


este punto. A nuestro juicio, la calificación como internacional de un
contrato depende de dos condiciones, a saber: a) la existencia en él de
elementos efectivamente vinculados a distintos Estados y ordenamientos
jurídicos (internacionalidad objetiva); y b) la relevancia de los vínculos que
existen entre los elementos del contrato y estos ordenamientos jurídicos
(internacionalidad relevante).

Las vinculaciones que el supuesto contractual presente con diferentes


Estados debe ser de suficiente intensidad como para permitir atribuirle el
rango de internacional. No todo elemento extranjero convierte al caso (en
este supuesto al contrato) en multinacional, ya que ello, en definitiva,
depende del punto de vista de cada ordenamiento jurídico. Así, por
ejemplo, la nacionalidad extranjera de las partes que celebran un contrato
en Argentina, contrayendo obligaciones a cumplir íntegramente en nuestro
país, no convierte al contrato en internacional; sigue siendo interno. En
este sentido, se ha señalado que la nacionalidad para nuestro país es un
punto de conexión neutro.

Pensamos, en abstracto y al margen de las normas positivas concretas, que


cualquiera de los elementos (personal, real o conductista) del contrato
podría determinar su internacionalidad, en la medida en que sea
susceptible de incidir en la formación (tracto constitutivo) y cumplimiento
(tracto ejecutivo) del contrato, determinando potenciales conflictos de
leyes o concurrencia de jurisdicciones. No obstante, el criterio de
relevancia de los elementos internacionales del contrato depende de las
normas que realizan la calificación que se han inclinado por diversas
soluciones.

La calificación de contrato internacional varía en las distintas fuentes


normativas y algunas no especifican los criterios para su determinación.

Admite los contratos subjetivamente internacionales (que no lo son por sí


mismos y se convierten en tales por la voluntad de las partes, directa o
derivada de las prórrogas de jurisdicción) la Convención sobre Ley aplicable
a las obligaciones contractuales de Roma de 1980 (art. 1). No los admiten
la CIDIP V sobre derecho aplicable a los contratos internacionales de 1994
(art. 1), la Convención de La Haya de 1955 sobre compraventa
internacional (art. 1), la Convención de La Haya de 1985 sobre ley aplicable
a la compraventa internacional de mercaderías (art. 1), la Convención de
Viena de las Naciones Unidas de 1980 sobre los contratos de compraventa
internacional de mercaderías (art. 1) y la Convención de Naciones Unidas

23
de 1974 sobre prescripción en materia de compraventa internacional de
mercaderías (art. 2), que asumen criterios objetivos, entre los cuales el más
relevante exige que los establecimientos de las partes se encuentren en
territorios de Estados diferentes.

Como resultado de la ratificación de la Convención de Viena sobre


compraventa internacional de mercaderías de 1980 y de la Convención de
La Haya de 1985 sobre ley aplicable a la compraventa internacional de
mercaderías, coexisten en nuestro derecho dos calificaciones diferentes de
contrato internacional.

El derecho internacional privado de fuente interna califica al contrato


internacional cuando el lugar de celebración, el lugar de cumplimiento o el
domicilio de alguna de las partes, se encuentran en Estados diferentes. El
derecho internacional privado de fuente convencional califica al contrato
internacional cuando las partes tienen sus establecimientos en Estados
diferentes.

Se ha señalado que existe contrato internacional cuando no coinciden lugar


de celebración y cumplimiento, los contratantes tienen el domicilio o
residencia habitual (conexión personal) o sus establecimientos en el
territorio de Estados diferentes; cuando el objeto del contrato se refiera a
derechos reales sobre bienes situados en el territorio de Estados diferentes
(localización internacional de patrimonio); cuando exista prórroga de
jurisdicción válidamente admitida a un tribunal extranjero; cuando las
partes acuerdan la aplicación de un derecho extranjero y se plantea el
problema de la validez de dicha cláusula bajo la óptica de las normas
conflictuales del foro.

No obstante, podemos concluir que, a la luz del derecho argentino, un


contrato es internacional cuando su lugar de celebración, su lugar de
cumplimiento o el domicilio de una de las partes en el momento de la
celebración, se hallan en el extranjero.

10.2.1. Recepción en el Derecho Internacional


Privado argentino. Jurisdicción. Ley aplicable
En materia contractual, los preceptos que la rigen se encuentran
contemplados entre los artículos 2650 a 2653 del Código Civil y Comercial.

El artículo 2650 se refiere al juez competente para conocer en el tema.

24
Artículo 2650.-Jurisdicción. No existiendo acuerdo válido de
elección de foro, son competentes para conocer en las
acciones resultantes de un contrato, a opción de actor:
a. los jueces del domicilio o residencia habitual del
demandado. Si existen varios demandados, los jueces del
domicilio o residencia habitual de cualquiera de ellos;
b. los jueces del lugar de cumplimiento de cualquiera de las
obligaciones contractuales;
c. los jueces del lugar donde se ubica una agencia, sucursal o
representación del demandado, siempre que ésta haya
participado en la negociación o celebración del contrato56.

“El juez del domicilio del demandado es el foro competente en general en


todos los conflictos derivados de relaciones personales, con fundamento
en que nadie puede agraviarse por ser demandado ante los tribunales de
su propio país” (Bueres, 2015, p. 719).

10.3. Autonomía de la voluntad y


Derecho aplicable a las obligaciones
contractuales
Examinaremos la ley aplicable a los contratos. A tales efectos, trataremos
separadamente las siguientes hipótesis:

a) ley aplicable escogida por las partes, en ejercicio de la autonomía


de la voluntad;

b) ley aplicable, cuando las partes han omitido su elección o dicha


elección resulta inválida, debiendo recurrirse a las reglas legislativas
supletorias.

Concepto y clases: en el caso de la ley aplicable escogida por las partes


estamos frente a la denominada autonomía de la voluntad, teoría que ha
desatado, desde su aparición en la Escuela estatutaria francesa del siglo
XVI, una ardua polémica entre sus defensores y detractores.

56 Art. 2650. Ley N° 26.994. Código Civil y Comercial de la Nación. Poder Ejecutivo.

25
Sin embargo, en la actualidad, no hay duda que, ante una realidad que lo
ha impuesto casi universalmente, el principio se encuentra consolidado. En
el derecho internacional privado, la autonomía de la voluntad en materia
contractual se manifiesta como la posibilidad de que las propias partes
elijan la ley que va a gobernar al contrato.

De este modo, en materia internacional presenta dos manifestaciones: la


autonomía conflictual y la autonomía material.

La autonomía conflictual sólo es admisible respecto a contratos


internacionales e importa “la potestad que tienen las partes de elegir el
derecho aplicable al contrato, elaborando la norma de conflicto individual
que indicará el derecho sustantivo aplicable” (Boggiano, 2000, p. 458).
Implica una elección que impone atenerse al derecho elegido tal cual es, sin
modificar sus normas coactivas y excluyendo in totum el derecho excluido.

La autonomía material consiste en la posibilidad que tienen las partes de


configurar el contenido normativo del contrato en el ámbito del derecho
privado o sustantivo competente. Se ejerce siempre dentro del marco
material competente para regular dicho contrato el elegido por las propias
partes al ejercer su autonomía de la voluntad conflictual o por las normas
de conflicto legales. Supone la creación de la normativa sustancial, material
del contrato.

No puede dejar de señalarse que Goldschmidt (1995) alude a una tercera


clase de autonomía de la voluntad, de naturaleza muy particular: la
autonomía universal. Consistiría en el derecho de las partes de convenios
“cuasi-internacionales” (entre Estados o empresas públicas, por un lado, y
empresas privadas, por el otro) a crear un ordenamiento normativo para
aquellos, pudiendo aplicarse a título de subsidiariedad cualquier derecho
positivo de acuerdo con la voluntad real o hipotética de las partes, sin
derivarse de ningún derecho positivo. La autonomía universal se
desenvuelve, por ende, por encima de cualquier derecho positivo, aunque,
conforme a su autor, se encuentra limitada por los principios de la justicia y
la equidad

Límites: la concepción de la autonomía de la voluntad en el derecho


internacional privado ha evolucionado de una primera etapa en que se la
consideraba ilimitada a su caracterización actual, conforme la cual se
entiende que si bien las partes pueden elegir la ley reguladora, esta regla
tiene excepciones.

Este marco limitativo es imprescindible, aun en los sistemas que receptan


ampliamente el principio, a los fines de una aplicación mínimamente
razonable y justa, aun cuando pueda alegarse que el precio a pagar por tal

26
control sea la disminución de la previsibilidad y certeza en las
transacciones.

Entendemos que los límites a la autonomía de la voluntad pueden


agruparse en dos categorías:

a) Aquellos que acotan la libertad de las partes en la elección del


derecho, estableciendo pautas que deberán atenerse: así, por
ejemplo, imponiéndoles la elección de un único derecho con
prohibición del dépeçage, la elección dentro de un catálogo de
leyes preestablecido, la elección de una ley vinculada
razonablemente con el contrato, la imposición de elecciones en un
cierto tiempo, entre otros.

b) Aquellos que privan total o parcialmente de efectos a la elección de


derecho realizada por las partes, sea en protección del tráfico
jurídico internacional y el derecho local (el orden público
internacional, el fraude a la ley, las normas de policía o normas
locales internacionalmente imperativas, entre otros), sea en
protección de alguno de los contratantes (la protección de la parte
débil en el contrato y la regulación de imposiciones por posiciones
dominantes).

Es de desatacar que existen diferencias en cuanto a los límites de la


autonomía conflictual y la material.

La primera se encuentra limitada por el conjunto de principios


fundamentales que constituyen el orden público de la lex fori, las normas
coactivas del derecho privado elegido y las normas de policía.

La segunda tiene limitaciones mucho menores, comprendiendo


exclusivamente los principios del orden público internacional y las normas
de policía del derecho elegido por las partes. Aquí no juegan ningún rol las
normas internas coactivas que pueden ser suprimidas por la voluntad
autorreguladora de las partes.

Recepción del principio de la autonomía de la voluntad en el DIPr


convencional

El Tratado de Montevideo de 1889 guarda silencio sobre el punto, pero


tampoco prohíbe la autonomía de la voluntad, que en el Tratado de
Montevideo de 1940, a través del art. 5 del protocolo adicional, sólo es
aceptada en la medida en que sea admitida por el derecho aplicable según

27
las reglas establecidas en el mencionado Tratado. Se ha señalado que el
Tratado de Montevideo de 1940 rechaza en forma expresa la autonomía de
la voluntad, siguiendo la propuesta del delegado uruguayo Vargas
Guillemette. El art. 5 del protocolo adicional dispone: “…la jurisdicción y la
ley aplicable según los respectivos Tratados, no pueden ser modificadas
por la voluntad de las partes, salvo en la medida que lo autorice dicha
ley”57. Ello significa que si el derecho internacional privado interno del país,
cuya ley es aplicable al contrato internacional, acepta la autonomía de la
voluntad, es válida la elección de otro derecho efectuada por las partes.

La Convención de Viena de 1980 de Naciones Unidas sobre los contratos de


compraventa internacional de mercaderías recepta la autonomía de la
voluntad en forma expresa y de manera amplia. De este modo, en el
art. 6 se establece que “las partes podrán excluir la aplicación de la
presente Convención, o (...) establecer excepciones a cualquiera de sus
disposiciones o modificar sus efectos” 58.

La Conferencia Interamericana sobre derecho internacional privado, que


celebró su quinta conferencia (C.I.D.I.P. V) en México entre el 14 y 18 de
marzo de 1994, aprobó la convención sobre derecho aplicable a los
contratos internacionales que también recoge el principio de la autonomía
de la voluntad en su art. 7º, donde se establece que: “el contrato se rige
por el derecho elegido por las partes...” 59.

Recepción del principio de la autonomía de la voluntad en el DIPr interno

En el derecho internacional privado de fuente interna, el principio de la


autonomía de la voluntad tiene expresa recepción en el artículo 2651 del
Código Civil y Comercial, donde detalladamente expone todas las reglas
correspondientes al derecho aplicable cuando se hace uso de esta opción.

Destaca la necesidad de una elección expresa (o resultar de manera cierta


y evidente).

Artículo 2651.-Autonomía de la voluntad. Reglas. Los


contratos se rigen por el derecho elegido por las partes en
cuanto a su validez intrínseca, naturaleza, efectos, derechos
y obligaciones. La elección debe ser expresa o resultar de

57Art. 5. Decreto-Ley 7771/56 Tratado de Montevideo de 1940.


58 Art.6. Ley Nº 22.765. Convención de Viena sobre Contratos de Compraventa Internacional de
Mercaderías.
59 Art.7. Convención Interamericana sobre derecho aplicable a los Contratos Internacionales. México

1994.

28
manera cierta y evidente de los términos del contrato o de
las circunstancias del caso. Dicha elección puede referirse a
la totalidad o a partes del contrato. El ejercicio de este
derecho está sujeto a las siguientes reglas:
a. en cualquier momento pueden convenir que el contrato
se rija por una ley distinta de la que lo regía, ya sea por una
elección anterior o por aplicación de otras disposiciones de
este Código. Sin embargo, esa modificación no puede
afectar la validez del contrato original ni los derechos de
terceros;
b. elegida la aplicación de un derecho nacional, se debe
interpretar elegido el derecho interno de ese país con
exclusión de sus normas sobre conflicto de leyes, excepto
pacto en contrario;
c. las partes pueden establecer, de común acuerdo, el
contenido material de sus contratos e, incluso, crear
disposiciones contractuales que desplacen normas coactivas
del derecho elegido;
d. los usos y prácticas comerciales generalmente aceptados,
las costumbres y los principios del derecho comercial
internacional, resultan aplicables cuando las partes los han
incorporado al contrato;
e. los principios de orden público y las normas
internacionalmente imperativas del derecho argentino se
aplican a la relación jurídica, cualquiera sea la ley que rija el
contrato; también se imponen al contrato, en principio, las
normas internacionalmente imperativas de aquellos Estados
que presenten vínculos económicos preponderantes con el
caso;
f. los contratos hechos en la República para violar normas
internacionalmente imperativas de una nación extranjera de
necesaria aplicación al caso no tienen efecto alguno;
g. la elección de un determinado foro nacional no supone la
elección del derecho interno aplicable en ese país.
Este artículo no se aplica a los contratos de consumo60.

Reconoce con amplitud la autonomía de la voluntad, dejando sentado que


en materia de derecho aplicable a los contratos la regla la constituye el
derecho elegido por las partes en cuanto a su validez intrínseca, naturaleza,
efectos, derechos y obligaciones.

60 Art. 2651. Ley N° 26.994. Código Civil y Comercial de la Nación. Poder Ejecutivo.

29
En relación a las reglas que establece, siguiendo a Bueres (2015), las
podemos analizar de la siguiente manera:

1) La elección puede referirse a la totalidad o a partes del


contrato. Es decir, se permite el llamado “depecage”.

2) En cualquier momento, las partes pueden convenir que


el contrato se rija por una ley distinta de la que lo regía,
ya sea por una elección anterior o por aplicación de
otras disposiciones del Código. Pero la norma impone un
límite claro: esa modificación no puede afectar la validez
del contrato original ni los derechos de terceros.

3) Se rechaza el reenvío. Efectivamente, elegida la


aplicación de un derecho nacional, se debe interpretar
elegido el derecho interno de ese país con exclusión de
sus normas sobre conflicto de leyes, excepto pacto en
contrario. En igual sentido, se expide el art. 2596, párr.
2.

4) La elección de un determinado foro nacional no supone


la elección del derecho interno aplicable en ese país.

5) Los usos y prácticas comerciales generalmente


aceptados, las costumbres y los principios del derecho
comercial internacional, resultan aplicables cuando las
partes los han incorporado al contrato. (Bueres, 2015,
pp. 722-723).

En relación a los límites que se le imponen a la autonomía de la voluntad,


el inciso e enuncia como limitación al Orden Público (lo encontramos
receptado en el art. 2600); luego se refiere a las normas
internacionalmente imperativas de nuestro país (artículo 2599) y las
normas internacionalmente imperativas de una nación extranjera de
necesaria aplicación al caso.

Finalmente, excluye de este principio a los contratos de consumo, que


tienen un régimen particular, que veremos más adelante.

Elección de la autonomía de la voluntad

a) Modos de Elección.

30
Elección mediante manifestación expresa de las partes: si se está en
presencia de una cláusula de elección de la ley, el juez se limitará
simplemente a tomar razón de esta decisión y declarará la norma elegida
aplicable, con la única excepción de los límites señalados
precedentemente.

Se admite la posibilidad de que las partes puedan fraccionar los


elementos de un contrato o relación jurídica con la finalidad de someterlos
a distintas leyes (dépeçage). Se ha sostenido que el dépeçage no debería
ser admitido porque la elección de varias leyes complicaría la tarea de los
tribunales prolongando los procedimientos y podría prestarse a maniobras
dilatorias. Por caso, en la Convención de Roma y en la Convención de La
Haya de 1985. La Convención de Roma, en su art. 3.1 establece que “las
partes pueden designar la ley aplicable a todo el contrato, o bien
solamente a una parte”61. La CIDIP V, en su art. 7 establece que la “elección
podrá referirse a la totalidad del contrato o una parte del mismo” 62.

En algunos casos, este fraccionamiento se admite limitadamente, como en


el caso de la CIDIP V sobre derecho aplicable a los contratos
internacionales de 1994 que, en su art. 9, establece que este
fraccionamiento o parcelación del Contrato debe ser un recurso
excepcional63.

En las X Jornadas Nacionales de derecho civil64, que tuvieron lugar en la


ciudad de Corrientes en 1985, sobre el tema La autonomía de la voluntad
como punto de conexión, existieron dos despachos: una tesis más liberal o
amplia que propiciaba que la elección de derecho aplicable no está
condicionada a la existencia de algún contacto entre uno de los elementos
esenciales del negocio jurídico y el derecho aplicable. Y otra tesis más
restringida, que sostuvo que la elección del derecho aplicable está
condicionada a la existencia de algún contacto razonable entre los
elementos esenciales del negocio jurídico: sujeto, objeto o causa y el
derecho aplicable.

Se discute si las partes pueden seleccionar cualquier ley aplicable al


contrato, o bien la ley escogida debe tener necesariamente un contacto
razonable con el caso.

Tanto en la Convención de Viena de 1980, la Convención de Roma de 1980,


la Convención de La Haya de 1985, como en la CIDIP V sobre derecho
aplicable a los contratos internacionales de 1994, las partes son soberanas

61 Art. 3.1- Convención de Roma.


62 Art. 7. Convención Interamericana sobre derecho aplicable a los Contratos Internacionales. México
1994.
63 Art. 9. Convención Interamericana sobre derecho aplicable a los Contratos Internacionales. México

1994.
64 X Jornadas Nacionales de Derecho Civil, Corrientes, 1985.

31
para designar cualquier derecho para regir a su contrato. Esta posición es
defendida al señalarse que la exigencia de vínculos objetivos razonables
acota la libertad de elección, siendo que la intención de las partes
importa en el caso la principal fuerza localizadora. En la elección del
derecho aplicable, lo que las partes no pueden hacer es una remisión
exclusiva a un derecho no estatal; por ejemplo, a los principios de
Unidroit, como si éstos fuesen un ordenamiento jurídico autónomo, igual
que el ordenamiento de un Estado.

Elección mediante una manifestación de la voluntad tácita de los


contratantes: se admite una elección implícita o tácita de la ley aplicable,
en la medida en que resulte inequívoca y pueda atribuirse a las partes en
forma real y genuina y no a título de hipótesis.

No existe uniformidad sobre el punto en el derecho convencional en que se


han delineado concepciones restrictivas (que sólo admiten la elección
tácita si surge indudable del texto contractual), amplias o acumulativas
(que autorizan examinar, además, las circunstancias del caso), intermedias
o alternativas y acumulativas. Otras convenciones no establecen cómo
debe ser hecha dicha elección. La fórmula más restrictiva ha sido la de la
Convención de La Haya de 1955 sobre ley aplicable a las ventas de
carácter internacional de objetos muebles corporales, que consagra el
sistema de la prueba intrínseca: el juez deberá fundar su decisión sobre las
cláusulas contractuales, es decir, sobre las mismas declaraciones de las
partes con exclusión de toda circunstancia exterior. Así, se ha establecido
un límite a la investigación del juez.

La Convención de La Haya de 1978, sobre ley aplicable a los contratos de


intermediarios y a la representación, dispone en su artículo 5.2 que la
elección de “esta ley debe ser expresa o resultar con una certeza razonable
de las disposiciones del contrato y de las circunstancias de la causa” 65. Si
bien se trata de una concepción más amplia, ésta es acumulativa, por
cuanto el juez no debe limitarse a examinar únicamente las disposiciones
del contrato celebrado entre las partes, sino que también tendrá en cuenta
las circunstancias del caso a fin de decidir lo que ellas han tenido en
consideración. Por ejemplo, si se trata de un contrato que es continuación
de otro que sí contiene una cláusula expresa.

La Convención de Roma de 1980 se encuentra a mitad de camino entre las


dos convenciones anteriores. Sustituye la conjunción copulativa “y” por la
disyuntiva “o”. Lo que sí se requiere es que los contratantes hayan
efectuado una verdadera elección, aun cuando no estuviese expresamente
declarada en el contrato. La voluntad tácita debe ser cierta. Algunos índices

65Art. 5.2. Ley 23.964. Convención sobre legislación aplicable a los contratos de intermediación y
representación. La Haya, 1978.

32
a tener en cuenta podrán ser, por ejemplo, la elección de un contrato tipo
regido por un sistema jurídico particular, la elección del foro que induzca
la existencia de una voluntad de que el contrato se debe gobernar por la
ley de dicho foro. Estos elementos deberán ser analizados dentro del
sistema del contrato.

La CIDIP V sobre derecho aplicable a los contratos internacionales dispone


en su art. 7º que: “el acuerdo de las partes sobre esta elección debe ser
expreso, o en caso de ausencia de acuerdo expreso, debe desprenderse en
forma evidente de la conducta de las partes y de las cláusulas
contractuales consideradas en su conjunto” 66. Ésta es también la solución
adoptada por la Convención de la Haya de 1985 sobre ley aplicable a la
compraventa internacional de mercaderías. De este modo, será necesario
tomar en cuenta un conjunto de elementos. El juez se apoyará en la
voluntad de las partes en cuanto a los elementos de localización que
deducirá de los términos del contrato y del comportamiento de las partes.

Silencio de las partes: es necesario determinar si el silencio de una de las


partes vale como aceptación de la elección del derecho realizada por la
otra. Para algunas legislaciones, el silencio de una de las partes es un modo
no formal de expresión de la voluntad. Para otras, el silencio no puede
valer como consentimiento.

Algunas convenciones establecen sobre la base de qué derecho deberá


adjudicarse o no valor al silencio de las partes. Así, por ejemplo, la CIDIP V
sobre derecho aplicable a los contratos internacionales, en su art. 12,
indica que “para establecer que una parte no ha consentido debidamente,
el juez deberá determinar el derecho aplicable tomando en consideración
la residencia habitual o el establecimiento de dicha parte”67. La razón de
apreciar el silencio por el derecho de la residencia habitual o del
establecimiento del destinatario de la oferta se hizo para evitar que el
receptor se vea sometido, sin que lo hubiere percibido claramente, a un
ordenamiento jurídico extraño y desconocido.

Consideramos que en caso de no existir una norma que indique de manera


expresa cómo interpretar el silencio de una de las partes o cuál es el
derecho que nos indicará, en definitiva, cómo hacer esta interpretación,
debemos entender que no hay acuerdo sobre el derecho aplicable al
contrato.

b ) Momentos de la elección.

66 Art. 7. Convención Interamericana sobre derecho aplicable a los Contratos Internacionales. México
1994.
67 Art. 12. Convención Interamericana sobre derecho aplicable a los Contratos Internacionales.

México 1994.

33
Tanto la doctrina como la jurisprudencia, durante mucho tiempo,
consideraron que la ley seleccionada para regir el contrato debía ser la
misma desde la celebración del contrato hasta el momento en que éste
agotare todos sus efectos.

Sin embargo, vemos que tanto la Convención de La Haya de 1985 como la


CIDIP V sobre derecho aplicable a los contratos internacionales de 1994
reconocen una gran libertad a las partes en cuanto al momento en que
puede realizarse la elección de la ley, ya que podrá ser hecha en un
momento precedente, simultáneamente con la celebración del contrato o
luego de su otorgamiento. En sus artículos 7.2 y 8, respectivamente,
prevén que “en cualquier momento las partes podrán acordar que el
contrato queda sometido en todo o parte a una ley distinta de aquella por
la que se regía anteriormente, haya sido o no ésta elegida por las partes” 68.

Es, en definitiva, una consecuencia del reconocimiento amplio de la


autonomía de la voluntad. Incluso se ha propuesto, para unificar la ley
aplicable al contrato, la aplicación retroactiva de la ley elegida después de
su perfeccionamiento.

Sin embargo, se establecen dos excepciones a la retroactividad: la


exigencia de no afectar derechos de terceros y la obligación de no afectar
la validez formal del contrato original para defender así el equilibrio
contractual, evitando una maniobra de uno de los contratantes en perjuicio
del otro. También puede ser que se proteja a terceros para el caso de que
la nueva ley elegida declare nulo al contrato, esfumando todos los
derechos creados en torno a la relación contractual.

10.3.1. Autonomía conflictual


Como hemos mencionado anteriormente, la autonomía conflictual sólo es
admisible respecto a contratos internacionales e importa “la potestad que
tienen las partes de elegir el derecho aplicable al contrato, elaborando la
norma de conflicto individual que indicará el derecho sustantivo aplicable”
(Boggiano, 1978, p. 458). Implica una “elección” que impone atenerse al
derecho elegido tal cual es, sin modificar sus normas coactivas y
excluyendo in totum el derecho excluido.

En cuanto a los fundamentos y límites, te recuerdo que hemos trabajado


extensamente el tema en el punto 10.3.

68 Arts.
7.2 y 8. Convención Interamericana sobre derecho aplicable a los Contratos Internacionales.
México 1994.

34
10.3.2. Autonomía material
Hemos también hecho referencia a que la autonomía material consiste en
la posibilidad que tienen las partes de configurar el contenido normativo
del contrato en el ámbito del derecho privado o sustantivo competente. Se
ejerce siempre dentro del marco material competente para regular dicho
contrato el elegido por las propias partes al ejercer su autonomía de la
voluntad conflictual o por las normas de conflicto legales. Supone la
“creación” de la normativa sustancial, material del contrato.

10.4. Ley aplicable en defecto de


elección
Si las partes no hubieran hecho uso de la autonomía de la voluntad, o ésta
no pudiera determinarse conforme los criterios que más abajo se
analizarán, el derecho aplicable al contrato debe ser determinado por las
normas contenidas en el DIPr convencional y en el DIPr interno o
autónomo.

Derecho internacional privado convencional

De acuerdo con las normas contenidas en los arts. 36 a 42 del Tratado de


Derecho Civil Internacional de Montevideo de 1940, los Tratados de
Derecho Civil Internacional de Montevideo, tanto de 188969 como de
194070, declaran aplicable a los contratos internacionales la ley del lugar
donde deben cumplirse, siguiendo la doctrina de Savigny. El sistema
adoptado por los Tratados de Montevideo se caracteriza por su sencillez y
simplicidad, cualidades difíciles de reunir en una materia tan compleja.

a) Tanto el art. 33 del Tratado de Derecho Civil Internacional de 1889


como el art. 37 del Tratado de 1940 establecen los aspectos regidos
por la normativa aplicable a los contratos. Textualmente dicen así:

La ley del lugar en donde los contratos deben cumplirse


rige: a) Su existencia; b) Su naturaleza; c) Su validez; d) Sus

69 Ley Nº 3192 Tratado de Montevideo 1889.


70 Decreto-Ley 7771/56 Tratado de Montevideo de 1940.

35
efectos; e) Sus consecuencias; f) Su ejecución; g) En suma,
todo cuanto concierne a los contratos, bajo cualquier
aspecto que sea71.

De esta manera, se postula la unidad en la ley aplicable, a excepción de


aquellas categorías referidas a la capacidad y representación de los
contratantes y a la forma del contrato que contienen su propia regulación.

La mención a la existencia del contrato alude al consentimiento, salvo que


se trate de contratos entre ausentes, en cuyo caso este aspecto queda
regido por el art. 42 del Tratado. La alusión a la naturaleza del contrato
encara el problema de las calificaciones, adoptando el criterio del la lex
civilis causae, esto es, se califica si el acto constituye o no un contrato y, en
su caso, de qué tipo, por la ley que será aplicable al contrato.

b) Se ha señalado que declarar aplicable a los contratos la ley del lugar


de cumplimiento, plantea de inmediato interrogantes acerca de
cuál es el lugar de cumplimiento de los contratos que no lo tienen
determinado expresamente. Por tal motivo, todo sistema de
solución basado en la lex loci executionis se transforma en un
sistema analítico, el cual, mediante el empleo de normas
subsidiarias, determina el lugar de cumplimiento de las distintas
categorías de contratos.

Ambos tratados contienen calificaciones acerca del “lugar de


cumplimiento” del contrato.

No obstante, se apartan de los tipos contractuales tradicionales y sus


clasificaciones, evitando los problemas de calificación que, a su vez, esos
tipos y categorías hubieran suscitado, agrupando a los contratos en
diversas categorías. Estas categorías son:

1) Contratos que versen sobre cosas: a) ciertas e individualizadas; b)


determinadas por su género; c) fungibles.

2) Contratos que versen sobre prestaciones de servicios: a) si recaen


sobre cosas; b) si su eficacia se relaciona con algún lugar especial; c) sin
vinculación con cosas o lugar especial.

Las soluciones propuestas por el tratado para cada supuesto son las
siguientes:

71 Art. 37. Decreto-Ley 7771/56. Tratado de Montevideo.

36
1. Contratos sobre cosas ciertas e individualizadas: se rigen
por la ley del lugar donde ellas existían al tiempo de su
celebración; 2. Contratos que recaigan sobre cosas
determinadas por su género o cosas fungibles: se rigen
por la ley del domicilio del deudor al tiempo de su
celebración; 3. Contratos que versen sobre prestación de
servicios y ésta recae sobre cosas: se rigen por la ley del
lugar en donde ellas existían al tiempo de su celebración;
4. Contratos que versen sobre prestación de servicios y
cuya eficacia se relaciona con algún lugar especial: se
rigen por la ley del lugar en donde hayan de producir sus
efectos; 5. Contratos que versen sobre prestación de
servicios, sin vinculación con cosas o lugar especial: se
rigen por la ley del domicilio del deudor al tiempo de la
celebración del contrato72.

d) Existen, además, normas específicas para diversos contratos,


aunque por regla la ley aplicable a los contratos internacionales
está regulada en forma general, sin distinguir tipos de contratos.

El contrato de permuta es objeto de una norma especial en el Tratado de


188973.

En razón de que existen dos prestaciones específicas, ya que el contrato


versa sobre cosas de valor económico equivalente, situadas en distintas
jurisdicciones y en donde rigen leyes diferentes, se acude, en primer lugar,
a la ley del domicilio de los contratantes si fuese común, al tiempo de
celebrar la permuta. Y si el domicilio fuese distinto, a la ley del lugar en que
la permuta se celebró74.

El art. 40 del Tratado de 1940 tiene mayor amplitud. Reemplaza al art. 35 y


comprende, entre otros, al contrato de permuta: “Se rigen por la ley del
lugar de su celebración los actos y contratos en los cuales no pueda
determinarse, al tiempo de ser celebrados y según las reglas contenidas en
los artículos anteriores, el lugar de cumplimiento”75.

Por consiguiente, en el Tratado de 1889, la lex loci celebrationis sólo rige el


contrato de permuta; mientras que el Tratado de 1940 amplía esa solución

72 Art. 34. Ley Nº 3192 Tratado de Montevideo 1889. Decreto-Ley 7771/56 - Tratado de Montevideo
de 1940.
73 Ley Nº 3192. Tratado de Montevideo 1889.
74 Art. 35. Ley Nº 3192 Tratado de Montevideo 1889. Decreto-Ley 7771/56 - Tratado de Montevideo

de 1940.
75 Art. 40. Decreto-Ley 7771/56. Tratado de Montevideo de 1940.

37
para todos los actos y contratos en los cuales sea imposible localizar el
lugar de ejecución, según las reglas establecidas.

Otros preceptos especiales contemplan los contratos accesorios, que se


rigen por la ley de la obligación principal (arts. 36 y 41, respectivamente). Y
los actos de beneficencia se rigen por la ley del domicilio del benefactor
(art. 39 del Tratado de 1940). Uno de los problemas que se presenta en los
contratos accesorios radica en saber cuándo un contrato es accesorio. La
ley aplicable al contrato es la que determina su naturaleza (art. 37, Tratado
de 1940). Pero utilizando entonces una calificación lex civilis causae, el
problema de calificaciones no deja de ser complejo, pues la cuestión puede
ser encarada de distintos modos. De esta manera, una posibilidad es
calificar según la ley que rige el contrato principal. Otra posibilidad es
calificar según la ley del lugar de ejecución del contrato presuntamente
accesorio. Si esta ley lo considera como un contrato independiente, esa
será la ley aplicable; si esta ley lo califica como accesorio, correspondería
aplicar la ley del contrato principal.

Algunos autores consideran que la regla del art. 41 del Tratado de Derecho
Civil Internacional de Montevideo de 1940 no parece muy apropiada para
las modalidades actuales de contratación. Tal es así que los instrumentos
más modernos en la materia, como la Convención de Roma de 1940 o la
Convención de México de 1994, no contienen normas equivalentes.

Algunos contratos en particular tienen normas específicas en los Tratados


de Derecho Comercial. Así, tenemos disposiciones relativas a la sociedad
comercial (1889: arts. 4 a 7; 1940: arts. 6 a 11); seguros (1889: arts. 8 a 10º;
1940/Terr.: arts. 12, 13 y 1940 Nav.: arts. 28 a 30); transporte terrestre y
fletamento (1889: arts. 14 y 15; 1940/Terr.: arts. 14 a 18 y 1940/Nav: arts.
25 a 27), prenda comercial (1940/Terr.: arts. 18 a 22), contrato de ajuste
(1889: arts. 19 y 20; 1940/Nav.: arts. 20 a 24), entre otros.

La ley del lugar de celebración del contrato se aplica en forma subsidiaria


para regir aquellos contratos cuyo lugar de cumplimiento no pueda ser
determinado al momento de ser celebrados, según las reglas de los arts. 37
y 38 del Tratado (art. 40, Tratado de 1940)76.

Derecho internacional privado interno

En el Código Civil y Comercial, en relación a este punto, lo legisla


específicamente en el artículo 2652.

76 Art. 40. Decreto. Ley 7771/56 Tratado de Montevideo de 1940.

38
Artículo 2652.-Determinación del derecho aplicable en
defecto de elección por las partes. En defecto de elección
por las partes del derecho aplicable, el contrato se rige por
las leyes y usos del país del lugar de cumplimiento.
Si no está designado, o no resultare de la naturaleza de la
relación, se entiende que lugar de cumplimiento es el del
domicilio actual del deudor de la prestación más
característica del contrato. En caso de no poder
determinarse el lugar de cumplimiento, el contrato se rige
por las leyes y usos del país del lugar de celebración.
La perfección de los contratos entre ausentes se rige por la
ley del lugar del cual parte la oferta aceptada77.

Analizamos este artículo, siguiendo a Bueres (2015), que expresa que las
reglas que surgen de la normativa referenciada son las siguientes:

1) El contrato se rige por las leyes y usos del país del lugar
de cumplimiento.

2) Si el lugar de cumplimiento no está designado, o no


resultare de la naturaleza de la relación, se califica como
el lugar del domicilio actual del deudor de la prestación
más característica del contrato.

3) En caso de no poder determinarse el lugar de


cumplimiento, el contrato se rige por las leyes y usos del
país del lugar de celebración. En supuestos en donde no
es posible identificar una prestación más característica
que otra en el contrato, se regirá por el lugar de su
celebración. Aquí se recepta el criterio subsidiario
adoptado por el Tratado de Montevideo de Derecho Civil
Internacional de 1940.

4) La perfección de los contratos entre ausentes se rige por


la ley del lugar del cual parte la oferta aceptada. A los
fines de determinar el perfeccionamiento de los
contratos entre ausentes, se recurre a la regla
incorporada en la misma materia por el Tratado de 1940.
(Bueres, 2015, p. 725).

77 Art. 2652. Ley N° 26.994. Código Civil y Comercial de la Nación. Poder Ejecutivo.

39
La calificación del “lugar de cumplimiento”, en el caso de que las partes no
lo hayan indicado de manera explícita, en el artículo se indica cómo
realizarla. De esta manera, se recepta una vieja crítica realizada en la
doctrina y se adhiere a la teoría de la prestación más específica.

10.4.1. El principio de proximidad


En caso que las partes por algún motivo omitan elegir la ley aplicable al
contrato, ésta se determinará en función de criterios subsidiarios, los
cuales examinaremos. Entre esos motivos, pueden señalarse: ni siquiera se
plantearon la cuestión, no la eligieron porque conocen de antemano la ley
aplicable en ausencia de elección y ella conviene a sus intereses, o no
llegaron a una acuerdo no obstante haber negociado, o no resultó eficaz la
elección que hicieron por algún motivo, entre otros.

Analizaremos el principio de proximidad, el principio de los lazos más


estrechos y el criterio de la prestación más característica.

El principio de proximidad constituye uno de los criterios objetivos de


determinación de la ley. A los fines de determinar la ley subsidiaria, se ha
producido el pasaje de las posturas que pretendían detectar la intención
presunta o voluntad hipotética de las partes en cuanto a la ley aplicable a
aquellas que buscan localizaciones que se desprenden de la economía
interna del contrato. Se trata del paso de una concepción subjetiva a una
objetiva.

En el criterio subjetivo, lo relevante es la voluntad hipotética atribuida a las


partes, al intentarse determinar qué normativa debería haberse escogido
razonablemente, sin importar sus conexiones con el contrato. Esta idea se
mantuvo vigente durante largo tiempo, aparece en el siglo XIX y continúa
hasta fines de la Segunda Guerra Mundial. Sobre esta posición se dijo que
en un primer momento se procuró desentrañar la intención de los sujetos
como hombres concretos, para dar así preferencia a la elección de que los
contratantes hubieran debido efectuar como comerciantes razonables. Los
contratantes, según esta concepción, podrán elegir una ley que no tenga
lazo alguno con el contrato, ya que se prescinde de la idea de localización.

En el criterio objetivo ya no interesa la búsqueda de la voluntad de las


partes, sino el lazo más estrecho entre el contrato y un sistema jurídico. La
localización reestablece la primacía de la ley sobre la voluntad de las partes
contratantes. De esta manera, el juez no tendrá que buscar una voluntad
inexistente, sino que le incumbe la tarea de revelar los índices tangibles de
dicha localización, que nunca faltan, por cuanto todo contrato tiene su

40
lugar de celebración y de ejecución, y las partes tienen una nacionalidad,
un domicilio o una residencia habitual, entre otros.

Esta tesis de la localización parece haber surgido con Savigny en su


búsqueda en la sede de la relación jurídica privada internacional. Sin
embargo, otros entienden que la vinculación del contrato internacional con
el derecho que tiene los lazos más estrechos responde más bien a un
enfoque anglosajón que traduce la voluntad de localizar objetivamente al
contrato de la forma más satisfactoria posible.

10.4.2. La "regla de los vínculos más estrechos" y sus


presunciones
Los sistemas jurídicos pueden emplear distintas técnicas objetivas de
localización de la ley aplicable. Por lo general, se utilizan las siguientes:

1) Localización mediante conexiones rígidas: se establece


imperativamente la ley aplicable y el centro de gravedad de la
relación contractual a priori, sin considerar las circunstancias
propias del caso; verbigracia, la Convención de La Haya de 1985, en
su art. 8.

2) Localización mediante conexiones flexibles: en este caso, se deja


librada a la prudencia del juzgador la determinación de la ley
aplicable, pero no se le brindan directivas coactivas Este
procedimiento se denomina búsqueda of the proper law of the
contract (de la ley aplicable al contrato) para el common law,
mientras que los franceses emplean la expresión principio de la
proximidad. Verbigracia, el art. 9 de la CIDIP V sobre derecho
aplicable a los contratos internacionales, inserto por influencia de la
delegación norteamericana78.

3) Conexiones intermedias: según esta modalidad, el legislador para


facilitar la labor de los intérpretes indica algunos índices
acompañados de presunciones destinados a servir de guía en la
búsqueda de la ley aplicable. Verbigracia, la Convención de Roma
de 1980, sobre la Ley aplicable a las obligaciones contractuales,
arts. 4.1. y 4.2, que establece como principio general la búsqueda
de los lazos más estrechos entre la ley y el contrato, y luego
presume la existencia de dicho lazo con la ley del lugar del
establecimiento de la parte deudora de la prestación característica.

78 Convención Interamericana sobre derecho aplicable a los Contratos Internacionales. México 1994.

41
La tendencia inequívoca en la actualidad consiste en el abandono de
criterios rígidos de localización (como el lugar de ejecución, según
preconizara Savigny), buscando la aplicación del derecho del Estado con el
que el contrato posee vínculos más estrechos. En este sentido, se ha
recurrido a la identificación de la prestación más característica del contrato
o bien, de la residencia habitual, el domicilio, el establecimiento, del
prestador más característico del contrato.

La tesis, receptada como se dijo por la CIDIP V, se encuentra también


prevista en la Convención de Roma de 1980, que afirma el principio de los
“lazos más estrechos”79.

En esta tendencia, el juez adquiere un papel predominante, ya que


determina qué elementos de la situación expresan mejor la localización del
contrato, aunque, muchas veces, sujeto a directivas legales y soluciones
para casos tipo.

10.4.3. La teoría de la prestación característica


El otro criterio es el de la prestación más característica. Dado que los
puntos de conexión tradicionales, tales como el lugar de celebración o de
ejecución, actualmente han perdido importancia -entre otras cosas por ser
de naturaleza exterior al contrato y, por tanto, sin relación alguna con su
esencia-, ha cobrado todo su vigor la noción de la prestación más
característica.

Se trata, a través de ella, de identificar la prestación que permitiera darle al


contrato su nombre, su carácter, su identidad, con el fin de distinguirlo de
otros. Por ejemplo, en una venta la prestación caracterizante es la del
vendedor, ya que la obligación de pagar el precio no es relevante en cuanto
existe en todos los contratos onerosos. De ahí que se afirma que en un
contrato bilateral la prestación característica será la no monetaria.

La prestación más característica del contrato permite individualizar e


identificar la obligación que diferencia cada contrato de los demás, es
decir, se atribuye apriorísticamente al contrato internacional una
naturaleza según la cual una prestación resulta más gravitante, más
trascendente que las restantes y con la suficiente virtualidad y entidad para
tipificarlo, para distinguirlo de otros. La búsqueda se encamina hacia la ley
más próxima a la dinámica del negocio, a su estructura interna.

La individualización constituye una labor sencilla cuando se trata de los


denominados contratos unilaterales, porque generalmente la prestación

79 Art. 4. Convenio de Roma, 1980.

42
coincide con la del único contratante obligado. Sin embargo, puede
tornarse dificultosa, cuando no imposible, cuando se trata de contratos
sinalagmáticos en los que ambas prestaciones revisten igual jerarquía o
naturaleza. Por caso, en la permuta, o en los contratos innominados, cuya
complejidad hace difícil determinar la prestación característica.

La posición analizada ha sido objeto de críticas tales como el


fortalecimiento de la parte más fuerte en transacciones internacionales no
paritarias. Por caso, en los contratos celebrados entre empresas
exportadoras de países industrializados e importadoras de los
denominados países no desarrollados o en vías de desarrollo, la necesidad
de la prestación no característica para identificar el tipo de contrato del
que se trata. Como en la locación, la permuta o compraventa internacional,
la existencia de contratos en que las prestaciones son de idéntica jerarquía
y otros que carecen de una prestación más característica, contratos de
permuta o contrato de intercambio de servicios, contratos de cuenta
corriente recíproca, de cambio de divisas alternativo, de joint ventures,
entre otros.

Por contrapartida, los cultores de la tesis examinada sostienen que la


aplicación de la ley del Estado de la prestación más característica permite
reducir los costos de información y fomentar la contratación internacional,
que el sistema provee seguridad en la determinación de la ley del contrato
y que contiene una solución armónica entre las reglas rígidas tradicionales,
abarcativas y las soluciones americanas flexibles, pero, en oportunidades,
peligrosamente imprevisibles.

La CIDIP V80 no hace mención de la prestación característica como criterio


rector para la autoridad judicial interviniente; sin embargo, el juez podrá
tenerla en cuenta dentro de los elementos que corresponda analizar.

Esta concepción de la prestación más característica ha sido receptada por


la Convención de Roma de 1980, aunque luego se retoma el “principio de
la proximidad”, indicando que se seguirá este principio siempre y cuando
no sea manifiestamente más próximo el contrato con otro derecho. Esta
convención localiza la prestación en el país donde desarrolla su actividad
comercial o profesional o tiene la administración central aquel que la
suministra, es decir, el deudor de la misma. En la Convención de Roma hay
tres pasos que se pueden recorrer para la determinación de la ley
aplicable: 1) Elección efectuada por las partes de un modo expreso o tácito;
2) lazos más estrechos, interpretando como aquel que constituye la
prestación característica del contrato; 3) en defecto de los anteriores, se
aplicará sin más el concepto de los lazos más estrechos, sin basarse en
ninguna presunción específica. Véase el art. 4 de esta convención.

80 Convención Interamericana sobre derecho aplicable a los Contratos Internacionales. México 1994.

43
En definitiva, se trata de matices que vienen definidos por la mayor o
menor intensidad de la manifestación del principio de proximidad, lo que
nos permite minimizar la diferencia.

Aplicación subsidiaria de la lex mercatoria: sin perjuicio de que el tema


excede las posibilidades del presente estudio, debemos señalar que la lex
mercatoria ha cobrado un papel relevante en la determinación del derecho
aplicable a los contratos internacionales.

Conforme la CIDIP V sobre Derecho Aplicable a los Contratos


internacionales81, el juez deberá, en primer lugar, encontrar la ley de un
Estado y luego tomar en cuenta los principios del derecho comercial
internacional aceptados por los organismos internacionales.

Esto significa que tanto para la concreción (interpretación y aplicación) de


la lex fori como para la concreción de la lex causae, eventualmente
extranjera, los jueces deben tomar en cuenta los principios del comercio
internacional; por ejemplo, los principios de Unidroit, para evitar cualquier
interpretación parroquial que conduzca a un resultado disfuncional, a un
resultado inocuo, tomando en cuenta las necesidades del tráfico mercantil
internacional.

10.5. Jurisdicción internacional


En este punto estudiaremos la jurisdicción internacional correspondiente a
los contratos internacionales, según las diferentes dimensiones del
derecho internacional privado.

10.5.1. Dimensión autónoma


Derecho internacional privado interno

Las normas argentinas de fuente interna que rigen la jurisdicción


internacional en materia contractual son el art. 1 del Código Procesal Civil
de la Nación y el art. 2650 del Código Civil y Comercial de la Nación.

El art. 1 del CPNC82 permite pactar jurisdicción internacional en asuntos


patrimoniales, salvo cuando los tribunales argentinos tienen jurisdicción
exclusiva o cuando la prórroga está prohibida por ley. Por lo general, ello
ocurre en aquellas cuestiones o materias que no sean de estricto carácter
patrimonial; por ejemplo, en el derecho de familia. Se admiten los

81 Art.9. Convención Interamericana sobre derecho aplicable a los Contratos Internacionales. México
1994.
82 Art 1. Ley 17.454. Código Procesal Civil y Comercial de la Nación. Poder Ejecutivo.

44
acuerdos realizados en el contrato y también la prórroga posterior. La
norma autoriza también los acuerdos arbitrales en las mismas
circunstancias.

En el Código Civil y Comercial, la jurisdicción internacional en materia de


contratos se regula de la siguiente manera:

Artículo 2650.-Jurisdicción. No existiendo acuerdo válido de


elección de foro, son competentes para conocer en las
acciones resultantes de un contrato, a opción de actor:
a. los jueces del domicilio o residencia habitual del
demandado. Si existen varios demandados, los jueces del
domicilio o residencia habitual de cualquiera de ellos;
b. los jueces del lugar de cumplimiento de cualquiera de las
obligaciones contractuales;
c. los jueces del lugar donde se ubica una agencia, sucursal o
representación del demandado, siempre que ésta haya
participado en la negociación o celebración del contrato83.

La regla es el acuerdo de partes; en su ausencia, se atribuye jurisdicción en


forma concurrente y a elección del actor, los jueces del domicilio o
residencia habitual del demandado. En el supuesto de pluralidad de los
demandados, se elegirá en el domicilio o la residencia habitual de
cualquiera de ellos. También se podrá optar por los jueces del lugar de
cumplimiento de las obligaciones contractuales; o, en el caso de que exista
agencia, sucursal o representación del demandado, los jueces del lugar,
siempre que haya participado en la negociación o celebración del contrato.

El juez del domicilio del demandado es el foro competente, en general, en


todos los conflictos derivados de relaciones personales, con fundamento
en que nadie puede agraviarse por ser demandado ante los tribunales de
su propio país (Bueres, 2015).

10.5.2. Dimensión convencional

La cuestión está regulada en el art. 56 de ambos Tratados de Montevideo


de Derecho Civil Internacional que se refieren a la jurisdicción en materia
de acciones personales, dentro de las cuales están comprendidas las
derivadas de contratos y por el art. 5 del Protocolo Adicional a los Tratados
de Montevideo de 1940.

83 Art. 2650. Ley N° 26.994. Código Civil y Comercial de la Nación. Poder Ejecutivo

45
Los criterios atributivos de jurisdicción internacional en materia de
contratos son el principio del paralelismo y el domicilio del demandado.
Ambos Tratados de 188984 y 194085 atribuyen jurisdicción internacional a
los jueces del Estado, cuya ley resulta aplicable a la relación jurídica
(principio del paralelismo) o a los jueces del domicilio del demandado, a
elección del actor. Es necesario, entonces, determinar la ley aplicable a la
relación jurídica para conocer el juez competente. La ley aplicable a los
contratos es, primero, el lugar de cumplimiento (art. 37 T.M. de 1940) y
subsidiariamente el lugar de celebración del contrato (art. 40 T.M. 1940).

El art. 5 del Protocolo Adicional al Tratado de Montevideo de 1940 impide


pactar la jurisdicción al momento de celebrar el contrato, pero la
autonomía de la voluntad tiene posibilidad de ejercerse si el derecho
aplicable a la relación jurídica de que se trate, por remisión de la norma de
conflicto (y, por tanto, “ley competente”), autoriza a las partes a elegir un
tribunal arbitral o estatal diferente al previsto en el art. 56 del Tratado de
1940.

No obstante, el Tratado de 1940 permite la prórroga post-litem o sumisión


tácita, que requiere la presentación en el juicio del demandado, sin
cuestionar la jurisdicción86. En casos de rebeldía, no hay prórroga de
jurisdicción, ya que se impone una expresión positiva y no ficta de la
voluntad del demandado87.

10.5.3. Dimensión institucional


La cuestión se encuentra regulada en el Protocolo de Buenos Aires sobre
jurisdicción internacional en materia contractual. El Protocolo de Buenos
Aires sobre jurisdicción internacional en materia contractual de 1994
establece reglas comunes en materia de jurisdicción contractual para los
países del Mercosur, a efectos de promover y asegurar el desarrollo de las
relaciones económicas en el sector privado de los Estados partes,
garantizando la regulación de un tema sumamente conflictivo en la
negociación internacional.

Aborda exclusivamente la jurisdicción directa (determinación del juez


competente) y contenciosa en materia de contratos civiles y comerciales,
en los siguientes casos: a) contratos celebrados entre particulares
(personas físicas o jurídicas) de los cuales al menos uno se encuentre
domiciliado o tenga su sede social en un Estado Parte del Tratado de
Asunción; b) contratos que contengan un acuerdo de elección del foro a

84 Art. 56. Ley Nº 3192. Tratado de Montevideo 1889.


85 Art. 56. Decreto-Ley 7771/56 Tratado de Montevideo de 1940.
86 Art. 56. Decreto-Ley 7771/56 Tratado de Montevideo de 1940
87 Decreto-Ley 7771/56 Tratado de Montevideo de 1940.

46
favor de un juez de un Estado Parte; c) contratos que tengan una conexión
razonable según las normas de jurisdicción que el protocolo establece88.

Se ha objetado que le protocolo89 no regula ni la eficacia extraterritorial de


las sentencias y laudos, tratada por el Protocolo de Cooperación y
Asistencia Jurisdiccional en materia Civil, Comercial, Laboral y
Administrativa de Las Leñas de 1992, ni la determinación del Derecho
aplicable a los contratos. Esto último ha sido señalado como una de las
falencias más grandes de las que adolece el protocolo.

También se ha observado que no resulta muy feliz la redacción del artículo


en relación con estas exigencias, pues no surge claramente si ambas
funcionan para las dos posibilidades de contratación que menciona (que las
dos partes que se obligan estén vinculadas a diferentes países asociados, o
que se trate de un contrato en que solamente una de ellas está domiciliada
o tiene su sede en el MERCOSUR), o si sólo funciona para el segundo
supuesto. Sin embargo, en virtud de su ubicación y en el sentido que
reviste, se ha considerado que se refiere únicamente al inciso b del
artículo.

Repárese en el hecho de que, si bien el protocolo no define al contrato


internacional, lo considera tal a la relación jurídico privada que
objetivamente está conectada con diferentes Estados.

A sus efectos, debe considerarse que existe conexión razonable, según las
normas de jurisdicción del protocolo, en todos los supuestos de jurisdicción
subsidiaria que el mismo prevé (arts. 7 a 12). Se ha considerado que por los
términos del art. 1 inc. b, no podrían admitirse otras conexiones razonables
que no fuesen estos supuestos.

Correlativamente a la determinación del ámbito material del protocolo, se


establecen las exclusiones a su aplicación que pueden clasificarse en
relación a los sujetos, las materias y el objeto.

El protocolo recepta ampliamente la autonomía de la voluntad en la


elección de la jurisdicción, procurando unificar criterios ante las diversas
soluciones de los derechos internos de los integrantes del MERCOSUR. Se
manifiesta en el contrato preliminar, en el compromiso y en la voluntaria
sumisión a la decisión de los árbitros.

Se exigen cuatro condiciones para que los acuerdos de elección de fuero


resulten comprendidos en su ámbito de aplicación espacial: a) debe
tratarse de contratos internacionales entre particulares; b) una de las
partes, al menos, debe estar domiciliada o tener su sede social en un

88 Art. 1. Ley 24.554. Protocolo sobre jurisdicción Internacional en materia contractual. Buenos
Aires, 1994.
89 Ley 24554. Protocolo sobre jurisdicción Internacional en materia contractual. Buenos Aires, 1994.

47
Estado parte. Cuando no existe acuerdo de jurisdicción, se requiere que
ambos contratantes estén domiciliados en Estados parte (art. 1 inc. a), para
que el protocolo sea aplicable. La doctrina se pregunta por qué no adoptar
el mismo criterio en los supuestos de jurisdicción subsidiaria (arts. 7 a 12);
c) el acuerdo de elección de foro debe haberse realizado a favor de un
tribunal de un Estado parte; d) debe existir una conexión razonable según
las normas de jurisdicción del protocolo. Llama la atención que el art. 4 del
protocolo, al regular la elección de jurisdicción, no exija conexión
razonable, invalidándola sólo cuando resulte abusiva. Si el protocolo
autoriza el pacto de jurisdicción sin que se requiera conexión razonable con
ese país, ¿por qué se exige este requisito para determinar el ámbito de
aplicación del protocolo?

La sumisión voluntaria es admitida pre o post-litem a condición de que esa


competencia no haya sido establecida en “forma abusiva”90.

El ejercicio de la autonomía de la voluntad de las partes en la elección del


foro encuentra su límite en la calidad del acuerdo, obrando el protocolo
como marco de admisión de su ejercicio.

Se intenta, de este modo, resguardar a la parte más débil del contrato,


evitando contratos asimétricos o el forum shopping.

Consecuentemente con el criterio de celeridad que requiere el moderno


tráfico comercial y la necesidad de asegurar al máximo la neutralidad,
imparcialidad y eficacia en las negociaciones internacionales, el protocolo
admite la prórroga efectuada por las partes conjuntamente a favor de
tribunales arbitrales.

A los fines de atribuir jurisdicción, el protocolo recepta el criterio de


prórroga en razón de la admisión procesal expresa, voluntaria y positiva.
No considera suficiente la admisión ficta que se produce cuando el
demandado comparece y se limita a no cuestionar la competencia.

Para el supuesto de que las partes no hubieran hecho uso de la facultad de


elección de la jurisdicción, se establece la opción del actor de demandar
ante los jueces del lugar de cumplimiento del contrato, los jueces del
domicilio del demandado y los tribunales de su domicilio o sede social
cuando demostrare que cumplió con su prestación, efectuando el
protocolo la calificación autárquica de estos lugares.

Se entiende por “lugar de cumplimiento el Estado Parte donde haya sido o


deba ser cumplida la obligación que sirva de base para la demanda”91,
proponiéndose soluciones analíticas:

90 Arts. 4 y 5. Ley 24.554. Protocolo sobre jurisdicción Internacional en materia contractual. Buenos
Aires, 1994.

48
a) En los contratos sobre cosas ciertas e individualizadas, el
lugar donde ellas existían al tiempo de su celebración; b) en
los contratos sobre cosas determinadas por su género, el
lugar del domicilio del deudor al tiempo en que fueron
celebrados; c) en los contratos sobre cosas fungibles, el
lugar del domicilio del deudor al tiempo de su celebración;
d) en los contratos que versen sobre prestación de servicio:
1. si recaen sobre cosas, el lugar donde ellas existían al
tiempo de su celebración; 2. si su eficacia se relaciona con
algún lugar especial, aquél donde hayan de surtir sus
efectos; 3. fuera de estos casos, el lugar del domicilio del
deudor al tiempo de la celebración del contrato92.

En caso de personas físicas, será la residencia habitual, subsidiariamente el


centro principal de los negocios y, por último, la simple residencia. En caso
de personas jurídicas, será la sede principal de la administración. Se
contemplan otras hipótesis especiales (existencia de representaciones,
varios demandados, obligaciones de garantía, entre otros).

10.5.4. Dimensión trasnacional. Principios de


UNIDROIT
En esta materia, en la dimensión trasnacional, tenemos los principios de
UNIDROIT. Al estudiar la dimensión trasnacional, hicimos referencias a sus
características, por lo que nos remitimos al Módulo 1 para ello.

UNIDROIT es un organismo internacional de carácter intergubernamental


que desarrolla una intensa labor en la unificación del derecho privado, se
constituyó en 1926 y tiene su sede en Roma (Dreyzin De Klor y Saracho
Cornet, 2003).

Los principios de UNIDROIT, a diferencia de los convenios internacionales,


no deben realizar el proceso de firma, aprobación y ratificación.

Fernández Arroyo (2003), en relación a los principios de UNIDROIT, no


explica que se aplican sólo a los contratos comerciales internacionales,
aunque no incluye una definición de éstos, dejando así en manos de los
jueces o árbitros la determinación de estas dos condiciones. El fundamento

91 Art. 8. Ley 24.554. Protocolo sobre jurisdicción Internacional en materia contractual. Buenos
Aires, 1994.
92 Art. 8. Ley 24.554. Protocolo sobre jurisdicción Internacional en materia contractual. Buenos

Aires, 1994.

49
de su obligatoriedad proviene de la voluntad de las partes: "no son
obligatorios de manera autónoma, sino que simplemente lo son gracias a
estipulaciones contractuales" (Fernández Arroyo, 2003, p. 967).

10.6. Contratos de consumo.


Recepción en el Código Civil y
Comercial de la Nación
Los contratos de consumo en el DIPr de fuente autónoma tienen recepción
especial en la sección “contratos de consumo” donde se fija la jurisdicción
y el derecho aplicable.

Se han seguido, en los criterios elegidos, los criterios relevantes a nivel


internacional sobre el tema, siempre en miras de proteger al consumidor.

En efecto, en materia de jurisdicción, las partes no podrán hacer uso del


acuerdo de elección de foro -como en los demás contratos, vimos, está
permitido-. Los criterios atributivos de jurisdicción, los que serán a elección
del consumidor, son los siguientes:

 Lugar de celebración del contrato.

 Lugar de cumplimiento de la prestación de servicio.

 Lugar de la entrega de bienes.

 Lugar de cumplimiento de la obligación de garantía.

 Lugar del domicilio del demandado.

 Lugar donde el consumidor realiza actos necesarios para la


celebración del contrato.

 Lugar donde el demandado tiene sucursal, agencia o cualquier forma


de representación comercial (siempre que se den las condiciones
que se establece en el 2° párrafo del artículo 2654).

Observamos el amplio abanico de posibilidades que se le otorga al


consumidor al momento de solicitar la intervención de los jueces en la
controversia planteada.

50
En relación a la demanda que puede realizar contra el consumidor, el único
foro en el que se podrá interponer la demanda es el del domicilio del
consumidor.

Estas reglas están incorporadas en el Código Civil y Comercial en los


artículos 2654 y 2655:

Artículo 2654.-Jurisdicción. Las demandas que versen sobre


relaciones de consumo pueden interponerse, a elección del
consumidor, ante los jueces del lugar de celebración del
contrato, del cumplimiento de la prestación del servicio, de
la entrega de bienes, del cumplimiento de la obligación de
garantía, del domicilio del demandado o del lugar donde el
consumidor realiza actos necesarios para la celebración del
contrato.
También son competentes los jueces del Estado donde el
demandado tiene sucursal, agencia o cualquier forma de
representación comercial, cuando éstas hayan intervenido
en la celebración del contrato o cuando el demandado las
haya mencionado a los efectos del cumplimiento de una
garantía contractual.
La acción entablada contra el consumidor por la otra parte
contratante sólo puede interponerse ante los jueces del
Estado del domicilio del consumidor.
En esta materia no se admite el acuerdo de elección de foro.
En este mismo orden y dirección, el artículo 2655 legisla el
derecho aplicable a la situación fáctica en materia de
contratos de consumo.
Artículo 2655.- Derecho aplicable. Los contratos de consumo
se rigen por el derecho del Estado del domicilio del
consumidor en los siguientes casos:
a. si la conclusión del contrato fue precedida de una oferta o
de una publicidad o actividad realizada en el Estado del
domicilio del consumidor y éste ha cumplido en él los actos
necesarios para la conclusión del contrato;
b. si el proveedor ha recibido el pedido en el Estado del
domicilio del consumidor;
c. si el consumidor fue inducido por su proveedor a
desplazarse a un Estado extranjero a los fines de efectuar en
él su pedido;
d. si los contratos de viaje, por un precio global,
comprenden prestaciones combinadas de transporte y
alojamiento.

51
En su defecto, los contratos de consumo se rigen por el
derecho del país del lugar de cumplimiento. En caso de no
poder determinarse el lugar de cumplimiento, el contrato se
rige por el derecho del lugar de celebración93.

La primera nota importante en materia de derecho aplicable es la


diferencia que se establece entre consumidor pasivo y consumidor activo, a
los fines de determinar la ley aplicable. (Bueres, 2015, p. 729). Se siguen en
líneas generales criterios internacionales, principalmente de Europa.

En principio, la regla es que el derecho aplicable es el del Estado del


domicilio del consumidor. Pero para ello deben darse las circunstancias
expresadas en los incisos a, b, c, d del artículo supra señalado.

Bueres (2015) señala que si no se dan esas condiciones, los contratos de


consumo se rigen por el derecho del país del lugar de cumplimiento
(consumidor activo). En caso de no poder determinarse el lugar de
cumplimiento, el contrato se rige por el derecho del lugar de celebración.
Es decir, ante la ausencia de las mencionadas circunstancias, se siguen las
reglas para la determinación de la ley aplicable a los contratos en general
en ausencia de elección de ley aplicable (art. 2652)94.

93 Arts. 2654 y 2655. Ley N° 26.994. Código Civil y Comercial de la Nación. Poder Ejecutivo.
94 Art. 2652. Ley N° 26.994. Código Civil y Comercial de la Nación. Poder Ejecutivo.

52
Referencias
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relaciones privadas internacionales (2da ed. ampliada y actualizada). Buenos
Aires: Abeledo Perrot.

Bueres, A. J. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación, analizado, compardo y


concordado (1ra ed. Vol. 2). Buenos Aires: Hammurabi.

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Tula Barale, F. [Compilador] (s.f.). Derecho Internacional Privado. Recuperado de:


http://nuevoderechounlp.com.ar/?wpfb_dl=75

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54

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