Está en la página 1de 4

DISTORSIÓN DE LA IMAGEN CORPORAL EN LOS TRASTORNOS

DE LA CONDUCTA ALIMENTARIA EN EDAD ESCOLAR.


INTERVENCIÓN DEL PROFESORADO DE EDUCACIÓN FÍSICA

Mª Luisa Zagalaz Sánchez, Inmaculada Rodríguez Marín,


Isabel Mª Ayala Herrera, Juan Antonio Gallardo Bueno (Universidad de Jaén)

CONCEPTOS

La anorexia nerviosa (AN) es un trastorno de la conducta alimentaria (TCA) que actualmente se encuentra tristemente
de moda, debido al espectacular incremento que ha experimentado en los últimos años en las sociedades industrializadas
(Zagalaz, 2000) y Zagalaz, Contreras y Romero Granados, 2002). Está asociado a una idea sobrevalorada de la delgadez, a
una excesiva preocupación por el peso, a una alteración de la imagen corporal y a un miedo desproporcionado a engordar,
que, consecuentemente, alteran de forma notoria las conductas de la ingesta y facilitan la aparición de comportamientos
anómalos cuya finalidad es evitar la ganancia de peso. La valoración que hace de sí misma la persona que sufre AN está
determinada por lo que opina de su cuerpo.
Esquema o imagen corporal es la representación mental (Zuckerfeld, 1979), imágenes y sentimientos que un individuo
tiene acerca de su aspecto físico (Davies y Furnham, 1986).
Los trastornos de la imagen corporal son disturbios en el reconocimiento de las medidas constitucionales, son fantasías
exageradas de adelgazamiento que se originan cuando la preocupación por perder kilos está desvinculada de una necesidad
real (Zuckerfeld,1979). A mayor distancia entre el peso subjetivo del individuo y el que se considera peso ideal mayor será
la distorsión perceptiva respecto a su configuración (Perpiñá, 1989).

ESTADO DE LA CUESTIÓN

En las sociedades occidentales contemporáneas, la esbeltez es signo de salud, belleza y aceptación social (Saldaña y
Rossell, 1987); un gran número de mujeres son producto de una cultura en la que se afirma lo delgado como mejor (Fonda,
1982) y no se encuentran satisfechas con su figura porque sobrevaloran sus dimensiones (Sánchez-Cárdenas, 1990) al tratar
de conformarse a al imagen de femeneidad que presentan los mensajes publicitarios (Orbach, 1988). Así surge una conflicti-
vidad entre el sujeto y su apariencia externa (Ruíz y Barcía, 1987) haciéndose presente la fantasía de adelgazamiento que
viene dada cuando el peso actual es mayor que el deseado.
Actualmente el adulto constituye su autoconcepto más por el atractivo interpersonal que por otros factores académicos
o de éxito profesional. Las adolescentes expresan más insatisfacción con su físico y perciben su imagen corporal menos
positivamente que sus homólogos varones (Davies y Furnham, 1986). Son las mujeres las víctimas principales de esta pro-
blemática, pues, se muestran extremadamente preocupadas por las impresiones que otros tengan de ellas mismas, evaluán-
dose a través de los ojos de los demás. Estas diferencias de sexo en la estima personal existen desde la niñez pero tienden
a intensificarse durante la adolescencia donde declina la satisfacción con el cuerpo a partir de la angustia provocada por los
cambios físicos que suceden en la pubertad (Davies y Furnham, 1986).
Garner.y Garfinkel (1981) señalan que las alteraciones de la imagen corporal incluyen dos aspectos relacionados:
1. La distorsión perceptiva de la talla que conlleva una sobreestimación de partes del cuerpo.
2. La alteración cognitivo-afectiva asociada a la insatisfacción y preocupación por la figura (Espina y otros, 2001, 533).
Posteriormente, Gardner (1996) afirma que la imagen corporal incluye dos componentes:
3. Uno perceptivo que hace referencia a la estimación del tamaño y apariencia.
4. Otro actitudinal que recoge los sentimientos y actitudes hacia el propio cuerpo.
De tal manera que el trastorno de la imagen corporal incluye aspectos perceptivos, afectivos y cognitivos y se define
como unas preocupación exagerada por algún defecto imaginario o sobrestimado de la apariencia física, lo cual lleva a
devaluar la apariencia, a preocuparse en exceso por la opinión de los demás y a pensar que no se vale, ni se puede ser que-
rido debido a la apariencia física; por ello las personas con trastornos de la imagen corporal ocultarán su cuerpo, lo some-
terán a dietas y ejercicio y evitarán las relaciones sociales.
En la actualidad, el desarrollo muscular tiene un gran interés social, sobre todo entre la población joven, y tiene como
objetivo una relación de armonía con el cuerpo, el vigor y la salud. Lejos quedan, por supuesto, las carnosas y voluptuosas

195
damas de los cuadros de Rubens que mostraba un gran amor por las formas monumentales, Giorgione e Ingres, o aquellas
sensuales, sonrosadas y repletas ninfas pintadas por Francois Boucher. No menos, los rollizos caballeros de la época victo-
riana quienes exponían orgullosos su prominencia abdominal mediante trajes de levita abiertos por delante como signo de
prosperidad. El arte, en sus múltiples expresiones, suele ser complicado para entenderlo en su totalidad, en sí, consiste en
abrir mundos y posibilitar que la imaginación sea la encargada de darle ese toque mágico; se parte de una realidad verda-
dera para plasmar una realidad imaginaria la cual obtendrá cierto sentido según el observador. En nuestros días, el arte del
maestro Fernando Botero no se escapa a esta «realidad imaginaria», pero quizá lo más interesante sea que se compone de
figuras con grandes volúmenes. Los gordos de Botero muchas veces son considerados como arte humorístico, pero simple-
mente es un estilo adoptado hace muchos años y que a lo largo del tiempo le ha permitido a los admiradores de la cultura
entrar con mayor facilidad en estas realidades. Tal vez sus expresiones se vuelven más comprensibles, al ser al mismo tiem-
po un reflejo de la cotidianeidad.
En las tres últimas décadas, la perfección física se ha convertido en uno de los objetivos principales para gran parte de
la población de las sociedades desarrolladas. Los medios de comunicación, el cine, la publicidad, la moda y la efervescencia
actual por la salud, los músculos y la belleza física, no pueden verse exclusivamente como una sencilla vuelta al ideal de
armonía de mens sana in corpore sano o como la búsqueda estética de un cuerpo de perfección clásica, podríamos enten-
derlo como un movimiento social hacia la recuperación del cuerpo psíquico (Torres Espejo, 2000).
Porque nuestros cuerpos, bellos en su diversidad, que nos identifican y nos acompañan, han pasado a convertirse en
fuente de pesares, frustraciones, culpas, sacrificios y renuncias (Rodríguez y Gómez, 2000, 49) y, desde el ámbito de la edu-
cación en general, y de la Educación Física (EF) en particular, creemos que es posible activar los medios que le permitan
afianzar su autoestima y su capacidad de relación, evitando la distorsión de su imagen corporal y acrecentando la conducta
asertiva/habilidades sociales, de la que presumiblemente careen o presentan grandes déficits los sujetos que padecen ano-
rexia, y evitar problemas tan graves como los trastornos alimenticios.

INTERVENCIÓN DEL PROFESORADO DE EDUCACIÓN FÍSICA

La AN parte, desde la perspectiva del profesorado de EF, de una mala asimilación de la propia imagen corporal. El
carácter socializador de la EF y el deporte, así como la relación de mayor proximidad que se establece en las clases entre el
profesorado y alumnado, pueden ser un condicionante para inculcar a los escolares un buen concepto de su propia imagen
corporal y de afirmación de su autoestima que impida caer en la AN.
La importancia que otorgamos a la intervención del profesorado de EF en la adquisición de una buena percepción cor-
poral por parte del alumnado, considerando su cuerpo hermoso por el simple hecho de estar vivo y cálido, por ser fuente
de recursos, por medio de los que se puede expresar, acariciar y sentir, y porque las distorsiones desde las que podemos
contemplar nuestros cuerpos afectan no sólo a nuestra salud física, sino a nuestras relaciones sociales y a nuestra manera de
ver el mundo (Zagalaz, 2000, 104).
Podríamos justificar la intervención del profesorado de EF en los TCA, citando el definitivo espaldarazo que el Ministe-
rio de Educación da a la materia, al considerarla como un Área de Conocimiento al mismo nivel que cualquier otra para la
Etapa de Educación Primaria y Secundaria. Ciertamente, la reforma educativa de 1990, ratificada en la LOCE (2002), le otor-
ga un espacio educativo propio en la formación integral de los alumnos, con objetivos y contenidos tanto particulares, como
comunes a otra áreas.
Si la distorsión de la imagen corporal, producida por distintas causas (deseo de ser perfecta, miedo al ridículo, fobia a
estar gorda, influencia de los medios de comunicación, de la sociedad, compañeros, familia, etc...) es la principal causa de
la falta de autoestima personal, lo cual puede originar un trastorno alimenticio de las dimensiones de la AN, la educación en
general (dado que la percepción y asimilación correcta de la imagen corporal es uno de los contenidos que marca la LOGSE
en todas las etapas educativas), puede y debe instrumentalizar los mecanismos adecuados para evitar dicha distorsión y con-
seguir una correcta asimilación de la imagen corporal, en la prevención de los TCA.
Para ello, la intervención del profesorado de Enseñanza Secundaria Obligatoria (ESO) partiría de averiguar qué saben
los alumnos y alumnas sobre el tema, a través de formulaciones similares a las siguientes:
1. ¿Los alumnos y alumnas tienen información sobre los TCA en general y sobre la AN en particular?.
2. ¿Tienen interés por conocer el problema?.
3. ¿Relacionan de alguna manera la correcta asimilación de su imagen corporal con éste trastorno de la alimentación?.
4. ¿Tienen una imagen corporal distorsionada?, esto es, ¿ven su cuerpo como más grande, más ancho y más gordo de
los que es en realidad?.
5. ¿Están satisfechos con su propia imagen corporal?, si no lo están, ¿cómo lo remediarían?.
6. ¿Ayudaría la EF a conseguir un buena imagen corporal?.
7. Las relaciones afectivas y sociales que se establecen en los centros escolares, ¿pueden condicionar la aparición del
problema?.
8. Para quienes no tienen bien asimilada su imagen corporal, las clases de EF ¿constituyen un problema?.
El profesorado de ESO debe preguntarse qué hace para conseguir la aceptación corporal de sus alumnos y alumnas. Si
divulgan el estereotipo socialmente admitido como bueno de cuerpo mesomórfico y juvenil y culto al cuerpo o, por el con-
trario, trabajan en afianzar la autoestima a pesar del modelo corporal que el alumnado tenga, y cuidado de su cuerpo, alre-
dedor de conceptos de higiene y salud.
El profesorado de EF ha de inculcar a sus alumnos nociones correctas para asimilar su propia imagen corporal y
fomentar su autoestima, previniendo o evitando así la aparición de la AN: recordemos que salud es uno de los contenidos
específicos de la EF; los conceptos de salud, implícitos en la materia de EF, han de relacionarse con el tema que nos ocupa,
en el intento de afianzar conductas alimentarias, cercanas a la dieta mediterránea.

196
Buscará fomentar la motivación hacia la actividad física que, como objetivo de la EF escolar, puede evitar trastornos
psicológicos tan importantes como el que venimos exponiendo. El trato más individualizado y directo que reciben los alum-
nos y alumnas por parte del profesorado de EF es, sin duda, el incentivo principal en la prevención de los TCA (Zagalaz,
2000,116).

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Davies, E. y Furnham, A. (1986) Body satisfaction in adolescent girls. British Journal Med Psychology, 59, 279-87.
Espina Eizaguirre, A., Ortego, M., Ochoa de Alda, I., Yenes, F. y Alemán, A. (2001) La imagen corporal en los trastornos ali-
mentarios. Psicothema. Vol. 13, nº 4, 533-538.
Fonda, J. (1982) En forma con Jane Fonda. Madrid, Editorial Tiempo Libre, 9-24.
Gardner, R.M. (1996) Methodological issues in assessment of the perceptual component of body image disturbance. British
Journal of Psychology, 87, 327-337.
Garfinkel, P.E., Garner, D.M. (1981-2) Body image in anorexia nervosa: Mesasurement theory and clinical implications. Inter-
national Journal of Psychiatry and Medicine, 11, 263-284.
Orbach, S. (1988) Tu cuerpo, tú misma: guía de autoayuda para mujeres compulsivas. Barcelona, Juan Granica.
Perpiñá, C. (1989) Trastornos de la alimentación de causa psicológica. Medicina Clínica. Barcelona, 93 (11), 418-20.
Rodríguez, E. y Gómez, L. (2000) Los cuentos del espejo mágico. En Revista Meridiana, 16, 48-50. Sevilla: Instituto de la
Mujer.
Ruíz, M.E., Barcia, D. (1987) Anorexia nerviosa. Concepto. Anales de Psiquiatría, 3 (2), 61-71.
Saldaña, C., Rossell, R. (1987) Obesidad. Barcelona, Martínez Roca, 13-199.
Torres Espejo, J. (2000) Adictos a la fuerza: vigorexia (psicosis por tener un cuerpo 10). Uno contenidos. Mujer actual.com
Copyright. Área Internet, S.L.
Zagalaz Sánchez, M.L. (2000) Incidencia social de la anorexia nerviosa. Intervención del profesorado de educación física en
la prevención del programa. Aula de encuentro, nº 4, 102-117.
Zagalaz Sánchez, M.L., Contreras Jordán, O., Romero Granados, S., (2002) La anorexia nerviosa como distorsión de la ima-
gen corporal. Programa de prevención desde la educación física escolar en la provincia de Jaén. Revista Iberoamerica-
na de Educación (OEI).
Zuckerfeld, R. (1979) Psicoterapia de la obesidad. Buenos Aires, Letra Viva, 125-202.

197

También podría gustarte