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Así será el mejor hospital del

mundo
Un nuevo complejo hospitalario conectado al instituto de los Nobel
de Medicina redefine el cuidado de la salud con espacios más
acogedores y procesos más eficientes
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MANUEL ANSEDE

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Estocolmo 19 OCT 2015 - 10:55 CEST

Un físico sueco rodeado de albañiles muestra, con el semblante muy serio, un


fotograma de Los Pitufos. Se encuentra en las obras de construcción del que aspira a
ser uno de los mejores hospitales del mundo: el Nuevo Karolinska Solna, en
Estocolmo (Suecia). El investigador, Stefan Skare, explica el desafío al que se
enfrenta. Trabaja con equipos de resonancia magnética, esos cacharros formados por
un potente imán con forma de anillo en el que se introduce a un paciente para
obtener imágenes detalladas de sus órganos. Cualquiera que haya estado dentro de
uno sabe lo que se siente. Durante minutos interminables, el paciente debe
permanecer tumbado y absolutamente quieto, dentro de un túnel ceñido, sobre una
mesa dura y sometido a un zumbido irritante.

“Tenemos un problema”, explica Skare. “La gente no aguanta quieta dentro del
aparato. Y, si se mueven, la foto de sus órganos sale movida. Se calcula que el
movimiento cuesta 15 dólares por cada minuto perdido, unos 115.000 dólares
desperdiciados cada año por cada equipo de resonancia magnética”, señala. El físico
sueco menciona a niños y a pacientes con claustrofobia, dolor, párkinson o con
lesiones cerebrales. No son capaces de quedarse quietos. Pero Skare enseña el vídeo
de un niño entrando al aparato obnubilado por una pantalla adosada a su cabeza.
“Está viendo Los Pitufos y no se mueve”, apunta. Gracias a esa solución, la imagen
médica sale más nítida y se ahorran miles de euros.

“Buscamos tratamientos más efectivos a precios menores y para eso hemos creado
un nuevo modelo de colaboración con la industria”, explica la biotecnóloga Annika
Thoresson, del Centro de Innovación del complejo hospitalario, que incluye el
antiguo Hospital Karolinska, construido en 1940. El Nuevo Karolinska Solna
recibirá a su primer paciente en 2016. Tendrá 630 habitaciones, todas individuales
para evitar infecciones y errores en la medicación, ocuparán más de 20 metros
cuadrados cada una, con capacidad para acomodar a un familiar y con ventanales
casi hasta el suelo para que los niños y las personas en silla de ruedas puedan
contemplar sin problemas el exterior.

El nuevo hospital estará conectado por una pasarela al Instituto Karolinska, uno de
los centros de investigación médica más reconocidos de Europa. Medio centenar de
sus profesores elige cada año a los ganadores del premio Nobel de Medicina. En el
complejo hospitalario habrá 2.500 investigadores trabajando mano a mano con
médicos, pacientes y, algo más sorprendente, con la industria.
ampliar fotoProyecto del hospital Nuevo Karolinska Solna, todavía en
construcción. NKS

“Estocolmo aspira a convertirse en la región del mundo que lidere la investigación


en salud humana y calidad de vida”, reza un cartel en el hospital, con permiso de
otros centros médicos de fama mundial, como la Clínica Mayo, en Rochester (EE
UU). El nuevo hospital sueco será universitario, 100% público, pero una de las
claves de su modelo será la mencionada cooperación con la industria. El centro ha
firmado acuerdos de innovación con empresas como Boston Scientific, GE
Healthcare, Philips Healthcare, Olympus, Siemens y Getinge.

“El coste del cuidado de la salud está creciendo mucho. Y nosotros vemos que
tenemos intereses comunes con la industria para mejorar juntos los procesos.
Nosotros no queremos comprar una máquina, queremos la máquina más el
compromiso del fabricante de mejorar los procesos de atención al paciente durante
años”, añade Thoresson. “Si ahorramos seis millones de euros en costes, lo
compartimos con la industria”.

El 1% de los 1.500 millones de euros presupuestados para la


construcción del hospital se ha destinado a obras de arte
El departamento de imagen del cerebro que dirige Stefan Skare ya pule este
concepto en el antiguo Hospital Karolinska. Empotrados en un equipo de cuatro
radiólogos trabajan dos técnicos de GE Healthcare, la multinacional que ha
organizado y pagado el viaje de este periódico y otros medios internacionales dentro
de un viaje de prensa sobre el futuro de la salud. Juntos trabajan para desarrollar
aparatos de resonancia magnética capaces de detectar y adaptarse a los movimientos
de la cabeza de una persona con párkinson. Si Mahoma no va a la montaña, la
montaña va a Mahoma.

El Nuevo Karolinska Solna es especial a primera vista. El 1% de los 1.500 millones


de euros presupuestados para su construcción se ha destinado a obras de arte:
esculturas, pinturas y objetos de diseño salpicados por el hospital, incluso en el
techo de las salas de rayos X. “El arte y la cultura en todas sus formas tienen tanto
efectos preventivos como curativos. En el nuevo hospital, el arte desempeñará su
papel en la caja de herramientas médicas”, resume en un folleto Gunnar Bjursell, un
biólogo molecular del Instituto Karolinska interesado en la fusión entre la
neurociencia y las humanidades.

También sorprende la red de tubos neumáticos que conecta todos los puntos del
hospital. Los fármacos, las bolsas de sangre y los materiales de laboratorio se
transportarán rápidamente por esa malla de tubos. Otros elementos, como sábanas y
toallas, viajarán a bordo de carritos robotizados.

Un posible paciente de cáncer podrá en un solo día hacerse


pruebas, tener el diagnóstico, un plan de tratamiento y una
cita para comenzarlo a la semana siguiente

Si la estrategia del nuevo hospital funciona se sabrá en poco tiempo. “Sabemos


cuándo un coche es caro, pero ¿cuándo es caro un tratamiento contra el infarto
cerebral? Si vas a 10 hospitales te darán 10 respuestas diferentes”, sostiene el
médico Andreas Ringman, director de operaciones del Nuevo Karolinska Solna. Su
equipo mide ya en el antiguo Karolinska los resultados médicos logrados en cada
paciente y el coste de su tratamiento, para tomar futuras decisiones basadas en la
evidencia.

“Nosotros no nos preguntamos qué tal le ha ido a un paciente en el departamento de


Cardiología, sino qué tal le ha ido desde que ha entrado en el hospital hasta que ha
salido. Hacemos una medida transparente de los resultados y de los costes. Y en
tiempo real, no en dos o tres años, sino en tres días”, asegura Ringman.

Un vídeo promocional ilustra cómo funcionará el Nuevo Karolinska Solna, si los


planes salen bien. En las imágenes aparece una posible paciente de cáncer con su
pareja llegando al hospital una mañana. La consulta, los exámenes y las pruebas que
antes requerían varias semanas se llevan a cabo en un día, desde análisis de sangre
hasta biopsias o una tomografía computarizada, el escáner de rayos X
que fotografía un cuerpo en rodajas. Todos los laboratorios están bajo un mismo
techo. Esa misma tarde, la paciente tiene el diagnóstico, un plan de tratamiento y
una cita para comenzarlo a la semana siguiente. El equipo médico incluso invita a la
paciente a participar en un ensayo clínico de un nuevo fármaco antitumoral. En el
vídeo, todo parece muy fácil. A partir de 2016, habrá que verlo.

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