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Un nuevo complejo hospitalario conectado al instituto de los Nobel
de Medicina redefine el cuidado de la salud con espacios más
acogedores y procesos más eficientes
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MANUEL ANSEDE
“Tenemos un problema”, explica Skare. “La gente no aguanta quieta dentro del
aparato. Y, si se mueven, la foto de sus órganos sale movida. Se calcula que el
movimiento cuesta 15 dólares por cada minuto perdido, unos 115.000 dólares
desperdiciados cada año por cada equipo de resonancia magnética”, señala. El físico
sueco menciona a niños y a pacientes con claustrofobia, dolor, párkinson o con
lesiones cerebrales. No son capaces de quedarse quietos. Pero Skare enseña el vídeo
de un niño entrando al aparato obnubilado por una pantalla adosada a su cabeza.
“Está viendo Los Pitufos y no se mueve”, apunta. Gracias a esa solución, la imagen
médica sale más nítida y se ahorran miles de euros.
“Buscamos tratamientos más efectivos a precios menores y para eso hemos creado
un nuevo modelo de colaboración con la industria”, explica la biotecnóloga Annika
Thoresson, del Centro de Innovación del complejo hospitalario, que incluye el
antiguo Hospital Karolinska, construido en 1940. El Nuevo Karolinska Solna
recibirá a su primer paciente en 2016. Tendrá 630 habitaciones, todas individuales
para evitar infecciones y errores en la medicación, ocuparán más de 20 metros
cuadrados cada una, con capacidad para acomodar a un familiar y con ventanales
casi hasta el suelo para que los niños y las personas en silla de ruedas puedan
contemplar sin problemas el exterior.
El nuevo hospital estará conectado por una pasarela al Instituto Karolinska, uno de
los centros de investigación médica más reconocidos de Europa. Medio centenar de
sus profesores elige cada año a los ganadores del premio Nobel de Medicina. En el
complejo hospitalario habrá 2.500 investigadores trabajando mano a mano con
médicos, pacientes y, algo más sorprendente, con la industria.
ampliar fotoProyecto del hospital Nuevo Karolinska Solna, todavía en
construcción. NKS
“El coste del cuidado de la salud está creciendo mucho. Y nosotros vemos que
tenemos intereses comunes con la industria para mejorar juntos los procesos.
Nosotros no queremos comprar una máquina, queremos la máquina más el
compromiso del fabricante de mejorar los procesos de atención al paciente durante
años”, añade Thoresson. “Si ahorramos seis millones de euros en costes, lo
compartimos con la industria”.
También sorprende la red de tubos neumáticos que conecta todos los puntos del
hospital. Los fármacos, las bolsas de sangre y los materiales de laboratorio se
transportarán rápidamente por esa malla de tubos. Otros elementos, como sábanas y
toallas, viajarán a bordo de carritos robotizados.