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PEQUEÑAS COMUNIDADES

Presentamos nuestra Red de Pequeñas Comunidades Samaritanas y Misioneras.

En concordancia con el Plan Pastoral Samaritano de la Diócesis de Engativá, 2015-2017


que nos invita a la formación, en la pedagogía propia de las Pequeñas Comunidades
Samaritanas y Misioneras, que son el núcleo central de la acción pastoral y estrategia
operativa para la construcción de la Ciudad de la Misericordia más humana y más
fraterna, hemos iniciado el proceso de creación de nuestras pequeñas comunidades en
las parroquias de la Diócesis.

Atendiendo el llamado de nuestro obispo, Monseñor Héctor Gutiérrez Pabón, para gestar
pequeñas comunidades en los barrios de nuestra Diócesis, “arraigadas en la Palabra y
en la práctica misericordiosa de Jesucristo”, el Equipo Diocesano de Pequeñas
Comunidades, ha puesto en marcha este propósito, inspirados en la experiencia fundante
de la primera comunidad apostólica y las pequeñas comunidades gestadas por San
Pablo, evangelizador urbano por excelencia, durante su recorrido misionero por Corinto,
Tesalónica, Éfeso y otras ciudades de la antigua Asia.

El llamado ha dado buenos frutos. Hoy contamos con animadores de pequeñas


comunidades formados y titulados por nuestra Escuela Diocesana del Discipulado
Samaritano, quienes a su vez, han formado pequeñas comunidades en sus parroquias
de la Diócesis. Así que lo que empezó como una propuesta es hoy una realidad.

La pequeña comunidad como su nombre lo indica, es pequeñita, diminuta, incluso para


algunos, casi invisible y muchas veces anónima en su actuar. Sin embargo, su verdadera
fuerza está en su comunión fraterna y de propósitos comunes con otras pequeñas
comunidades de la parroquia, del arciprestazgo y en la Diócesis. De la suma de pequeñas
comunidades, nace esta Red Diocesana de Comunidades Samaritanas y Misioneras,
cuyo medio de comunicación y participación es este sitio en la web.

Los invito a que asumamos el reto de la comunicación por este medio, para consolidarnos
como una comunidad de comunidades fraternas y misioneras. Bienvenidos discípulos
animadores. Bienvenidas pequeñas comunidades.

CÓMO EMPEZÓ TODO

Origen de las Pequeñas Comunidades Samaritanas y Misioneras

¿Dónde empieza el alba? ¿Dónde empieza el amanecer? ¿Dónde se acaba el día?


¿Cómo empezó todo? Estas preguntas pueden ser respondidas de distintas maneras y
por distintas personas. Un científico haría toda una dilucidación matemática y expondría
complicadas teorías, para ayudarme a entender el origen del universo; un literato me
contaría historias diversas y citaría a chamanes y magos que con sus mitos y leyendas,
me narrarían el origen de todas las cosas; mi abuelita me contaría la historia desde su
visión cariñosa muy particular; mi papá lo haría desde la perspectiva de la fe; el Señor
Obispo, con toda seguridad, me hablaría de Dios y su actuar; en cambio, el historiador
se apegaría a los hechos. Todas estas maneras de contar la historia serían verdaderas
en alguna medida. Todas ellas me darían una imagen, una interpretación de lo ocurrido.

No pretendo responderles a ustedes queridos animadores la pregunta sobre cómo


comenzó todo, me corresponde contarles la historia sobre cómo comenzó lo de las
Pequeñas Comunidades Samaritanas y Misioneras en la Diócesis de Engativá. ¿Desde
qué perspectiva lo haré? Seguramente me gustaría tener la ternura de mi abuelita, la fe
de mi papá, la sapiencia del científico, el discurso mágico del literato, la maestría del
Señor Obispo… Sin embargo, haré recurso de la contundencia de los hechos y trataré
de hacerlo a la luz de la fe con mi particular manera de expresarme.

La cosa comenzó por allá en el año 1997, cuando el equipo de trabajo pastoral de la
entonces Zona Pastoral de la Sagrada Eucaristía (EZAP) entregó a la Arquidiócesis de
Bogotá el documento sobre el discernimiento sinodal. En esta reflexión el equipo
proponía que para responder a los reclamos y peticiones de la ciudad era necesario que
la Iglesia hiciera una opción misionera. La estrategia más apropiada sería conformar
pequeñas comunidades, para promover la vivencia de la fe y dar testimonio de fraternidad
y misericordia.

Los trabajos del Sínodo Arquidiocesano concluyeron un año después, en 1998, cuando
se publicaron las declaraciones sinodales. Estas fueron acogidas con entusiasmo por
unos y con escepticismo por otros. Como dice el Evangelio: “El Sembrador regó la semilla
y cayó en diferentes terrenos” (Mt 13, 1-9). La propuesta del Sínodo, recogió el sentir de
varios actores pastorales de la ciudad en esta época y como respuesta permanente al
reclamo de una Iglesia, que aparecía diluida en la ciudad, encomendó a la iglesia de
Bogotá vivir en pequeñas comunidades la fe, para mostrar un estilo más evangélico
basado en la caridad, señal por la cual debemos ser identificados.

Prontamente el entonces arzobispo de Bogotá, Pedro Rubiano, delega un equipo de


notables para desarrollar las respuestas que proponía el Sínodo, en un plan. Este fue
publicado en 1999: El Plan global de pastoral. Proponía que desde el Espíritu de la
parábola del Buen Samaritano, la iglesia de Bogotá se esforzará por salir al encuentro de
los hombres y mujeres que habitaban la ciudad, para sanar sus heridas con el aceite del
consuelo y el vino de la esperanza. La pastoral debía procurar la unidad y la formación
permanente.

Para algunos el Plan global era eso: una especie de globo que volaba demasiado alto y
era imposible de alcanzar; otro más intrépido diría que la solución era conseguir una
cauchera, reventarlo y hacerlo aterrizar.
Para fortuna de la Diócesis de Engativá, monseñor Octavio Ruiz Arenas, escogió una
metodología menos cruel y puso a trabajar a los párrocos y fieles de la entonces Zona
Pastoral Episcopal de la Sagrada Eucaristía.

Durante el año 2000, se realizaron diversos encuentros y trabajos con el fin de concretar
para la hoy Diócesis de Engativá un plan pastoral. Para mí, que entonces era un chico e
inexperto seminarista, esto constituyó una gran novedad: los presbíteros discutían y se
esforzaban en ponerse de acuerdo; la pastoral no era solo las celebraciones, sino todo
un esfuerzo de planeación complejo y menesteroso. Esfuerzo, trabajo, conflictos, chistes
y por encima de todo, la fraternidad alrededor de la cual se fue construyendo el Plan
zonal.

En el año 2001, fue presentado el Plan zonal de pastoral de la Zona Pastoral de la


Sagrada Eucaristía, cuya gran novedad, fue asumir la estructuración en trienios de la
propuesta del Plan global. Además, planteó las Pequeñas Comunidades como espacio
vital donde se debía desarrollar el Plan pastoral.

Con esta propuesta surgió una nueva discusión y problemática… ¿Cómo se hacen las
pequeñas comunidades? ¿Cuál debe ser la pedagogía y metodología a seguir? ¿Cómo
cohesionar las distintas fuerzas pastorales de la Diócesis para abordar este tema?

En un primer momento distintas opciones metodológicas propusieron el propio método


como el camino a seguir. Lo que ha funcionado en otras partes… ¿por qué no puede
funcionar aquí? Además, ¿para qué inventar lo que ya ha sido inventado? Ciertamente
esta posición tenía algo de razón, pero desconocía un elemento importante: el contexto
debe hablar, si no se escuchaban las necesidades de los fieles, se estaría marginando y
excluyendo a muchos. Resultaba inadecuado imponer una metodología pastoral como
opción pastoral.

Ante esto, monseñor Octavio decidió proponer que en la Zona Pastoral de la Sagrada
Eucaristía, fuera diseñada una pedagogía propia para las pequeñas comunidades y se
trabajará por crear un proceso de diálogo alrededor de este tema; permitiendo además,
que las distintas opciones metodológicas, pudieran ser desarrolladas asumiendo las
directrices generales del Plan pastoral. Como la vida se manifiesta llevándonos por
caminos insospechados… monseñor Octavio fue nombrado arzobispo de Villavicencio
en el año 2002. Esto hizo que el Plan entrara en un proceso de transición.

En el año 2003, fue creada la Diócesis de Engativá, con lo que todo lo hasta ahora hecho,
tuvo que esperar la llegada de un nuevo pastor: monseñor Héctor Gutiérrez Pabón. Y
aunque por esperado no dejó de sorprender, el nuevo obispo decidió continuar con el
plan existente, desarrollando durante el 2004, un proceso de evaluación a cargo de
monseñor Fernando Villegas, vicario general de la diócesis.

En los años 2005 y 2006, se reactiva el proceso de reflexión y acople del plan pastoral,
que ahora debía ser diocesano. El núcleo de lo que fuera el Plan zonal, se retomó de
manera decidida para concretar la espiritualidad y los principios; se establecieron los
lineamientos diocesanos para las pequeñas comunidades; se construyó el horizonte
pastoral: “Hacia la Ciudad de la misericordia, más humana y más fraterna”.

“Cuando recuerdo este tiempo, me imagino cruzando una selva armado de un machete”,
recuerda el entonces vicario de pastoral Alberto Camargo. Ciertamente, fue un trabajo
dispendioso y difícil, en el que se escuchó a los fieles, se reflexionó con el clero y se
concretaron opciones fundamentales que llegaron a ser definitivas.
Si hablo de grandes opciones tendré que señalarlas:

La primera gran opción son las personas. La Iglesia no son ladrillos ni estructuras de
concreto. Lo importante es formar discípulos misioneros que sean Cristo amando y
sirviendo, haciendo florecer el reino de la paz y la justicia. Esta opción resulta
especialmente complicada para algunos que al estilo de Herodes, quieren afianzar su
hegemonía, ven el poder como medio de supervivencia. Ante esto, el Evangelio nos invita
a defender con valentía la Palabra encarnada, que florece en cada discípulo (Jn 1, 11-
14).

Una segunda gran opción fue por el contexto. La pastoral se realiza en la ciudad y para
la ciudad. Esta ciudad que le duele a Dios y por la cual llora; esta ciudad en la que habita
escondido y no lo vemos… La gran novedad que introdujo la diócesis en el discurso
pastoral, fue la reflexión sobre la “urbe”, ¡La pastoral debe ser urbana! Y esta novedad,
sin duda, ha ido generando inesperadas revelaciones en nuestro quehacer como: que no
somos nosotros los que tenemos a Dios sino que Dios está en la ciudad y nos invita a
ponernos de su parte; existen muchos territorios y subjetividades y urge proponer nuevas
formas de comunicación. Sin embargo, la ciudad para algunos profetas rebeldes como
Jonás, sigue siendo un lugar digno de castigo y destrucción. Razón que hizo
especialmente difícil la consecución de acuerdos.

Una tercera gran opción, fue concretar la espiritualidad samaritana. ¿Cómo podríamos
imaginarnos que un pontífice como Francisco, unos años después hablara de lo mismo?
Pero ¡así fue! Una opción por la Iglesia samaritana compasiva y misericordiosa, que
siente entrañablemente el sufrimiento de los más pequeños y que es capaz de ponerse
del lado de las víctimas y los marginados. La Iglesia herida, ciertamente, pero capaz de
sanar, solidaria en el dolor y madre que alimenta y da refugio. Esta visión, tiene su
problemática para algunos escribas y fariseos partidarios de la ley, que consideran que
es importante conservar los principios y hacer un esfuerzo mayor en la doctrina. Ante
esto, la Palabra del Señor siempre nos ha iluminado: “Cuidad lo uno sin descuidar lo otro”
“Misericordia quiero y no sacrificios” (Mt 9, 10-13).

La cuarta gran opción que se consiguió en este tiempo fue la de entender que la Iglesia
debe hacer misión. El fin de la evangelización es la misión, anunciar a Jesús muerto y
resucitado. Claro está, el anuncio no pueden ser meras palabras desprovistas de las
obras, más bien como dice Santiago en su carta ¡Fe viva! O sea, las palabras y las obras
son el testimonio convincente (St 2, 14-26). Esta opción genera desacomodamiento y
reta el centralismo y la visión de algunos sumos sacerdotes, preocupados por el culto,
que pretenden reducir la experiencia de Dios al confort del templo y la piedad popular.
Una vez más resuena en los oídos la Palabra del Señor: “Vayan y hagan discípulos míos,
enseñándoles a guardar lo que yo les he enseñado” (Mt 28, 19-20).

Un fruto jugoso que seguimos degustando de todo este proceso, fue el documento
llamado: Líneas pastorales para la formación de pequeñas comunidades samaritanas y
misioneras en la ciudad, publicado en 2007. Las pequeñas comunidades deberán aplicar
estos principios y ser fuente auténtica de espiritualidad. La matriz pedagógica, resultado
de este esfuerzo de análisis, será la que gestará unos años más tarde, la ruta pedagógica
de las pequeñas comunidades. Sí, desde entonces sabemos que las pequeñas
comunidades tienen dos adjetivos importantes y definitivos: son samaritanas y
misioneras.

Como debía ser que el que impulsara esta iniciativa fuera el clero, de 2007 a 2009 se
realizaron debates, congresos y reflexiones para generar una conversión epistemológica
que llevara a la asunción del horizonte pastoral. Por otra parte, los fieles fueron orientados
desde la escuela bíblica diocesana. Este tiempo fue de especial complejidad, casi de
confusión, se hicieron modelos y pruebas como en un tubo de ensayo. Ciertamente como
a todo científico loco, el tubo de ensayo estalló en varias ocasiones. Pero lo fundamental
se conservó, nunca se perdió el horizonte. Tras cada discusión, debate y reflexión las
cosas iban siendo concretadas.

2010 presentó el reto de la elaboración del Plan pastoral samaritano, concreción de todo
este proceso. Después de todo el esfuerzo realizado en los años anteriores, en el 2011
es entregado este plan. El referente teológico-pastoral presentado, tiene a las pequeñas
comunidades samaritanas y misioneras en su centro. Estas serán discípulas de la
misericordia, verdaderas células que renuevan el tejido eclesial y la vida de las
parroquias, al servicio de los pobres y necesitados.

Estas comunidades, aunque son el espacio vital del Plan pastoral, no son un fin en sí
mismas, sino una mediación para que la iglesia diocesana, impregne las estructuras
sociales y políticas con un testimonio coherente. Las pequeñas comunidades son la
estrategia para incursionar en la ciudad, con los mismos sentimientos de Cristo. Así son
samaritanas y misioneras.

El Plan pastoral samaritano plantea los sentidos para construir la Ciudad de la


misericordia. Es decir, nos muestra para donde vamos y señala los énfasis a tener en
cuenta: el sentido bíblico, antropológico, cognoscitivo, social, ecológico y eclesial. Estos
sentidos nos ponen en la misión permanente de mirar, estructurar y sentir la realidad
urbana para hacerla más humana y fraterna.

Desde que nos fue entregado, el proceso de operativización del Plan ha sido arduo. El
vicario de pastoral Luis Eduardo Sánchez y su equipo, ha conseguido en medio de fatigas
estructurar la diócesis en campos, ámbitos y niveles de pastoral, buscando la manera
más adecuada de direccionar la acción pastoral, desde los sentidos del Plan samaritano.

La operativización del plan pastoral, permitió desarrollar las opciones teológicas y


pastorales. El Nuevo vicario de pastoral y su equipo implementaron para los campos de
pastoral: programas y proyectos. Los arciprestazgos entendidos como territorio de
misión, permitieron la creación de opciones particulares concretadas en proyectos de
intervención social.

Poco a poco los esfuerzos van dando frutos. Las pequeñas comunidades como espacio
vital debían ser una realidad. Por eso, el diseño de la ruta pedagógica ocupó un tiempo
relevante de esta última etapa. El primer esfuerzo realizado nos permitió conseguir
resultados. Teniendo la matriz pedagógica y los sentidos pastorales, el producto final ha
venido a ser como un pan calientito y delicioso que todos queremos probar. Con el pasar
de los años podemos mirar que, aquello que inició como una obra buena, Dios la sigue
llevando hacia un feliz término.

No ha sido nada sencillo y como dice una propaganda: “todo lo bueno necesita tiempo”.
Las pequeñas comunidades no surgen de la nada, necesitan auténticos discípulos
samaritanos y misioneros. Por eso, la Escuela diocesana del discipulado samaritano es
creada como herramienta en función del sueño diocesano. Desde 2013, la escuela se ha
ido gestando y tras un esfuerzo intenso, hoy tenemos la primera promoción de candidatos
que iniciara el programa bandera como animadores de pequeñas comunidades
samaritanas y misioneras.

En alguna ocasión escuché las palabras inspiradoras del señor obispo en una visita
pastoral, él decía: “Mientras aún tenemos tiempo, trabajemos por construir un mundo sin
guerra, donde la violencia sea solo un mal recuerdo; mientras aún hay tiempo hagamos
que lo niños sueñen y crezcan en medio de sonrisas; que papá y mamá se quieran con
entusiasmo; que los jóvenes jueguen y se enamoren… Mientras aún tenemos tiempo
hagamos lo que corresponde bien, démosle la cara con fe al destino y yo les aseguro que
habrá la paz que todos anhelamos”.

Es cierto, el tiempo nos va mostrando que podemos conseguir cosas pequeñas, pero
significativas. Ahora, cuando tenemos en nuestras manos esta posibilidad miremos el
futuro con realismo, pero también con heroísmo y esforcémonos todos por seguir
haciendo lo que corresponde.

No me permitiré decir: colorín, colorado este cuento se ha terminado, porque realmente


lo único que se puede afirmar es que todo acaba de comenzar. Y tendremos que persistir
y valorar lo nuestro para que pueda continuar y seguir continuando. Termino diciendo:
Esta historia continuará…

¿QUÉ ES UNA PEQUEÑA COMUNIDAD?


Concepto de Pequeña Comunidad Samaritana y Misionera

La Pequeña Comunidad Samaritana y Misionera es una célula vital estable, orgánica y


fraternal de personas evangelizadas, centradas en Cristo y llenas del Espíritu Santo, que
se sienten responsables unas de otras, edificándose mutuamente y compartiendo lo que
son y lo que tienen en la medida de su crecimiento cristiano y de su integración
comunitaria.

Célula vital
La célula es la estructura biológica más pequeña, capaz de realizar por sí misma las tres
funciones vitales: nutrición, relación y reproducción. Todos los organismos vivos están
formados por células. Tomando esta definición del universo de la biología, podemos decir
que una pequeña comunidad es una estructura capaz de nutrir la fe, generar relaciones
humanas y fraternas y reproducir la imagen de Jesucristo, en cada uno de los creyentes.
Así, la Iglesia, entendida como un organismo vivo, debe ser conformada por estas células
vitales.

Estable
Es célula vital que de hecho ya ha probado su estabilidad, reconocimiento y aceptación
de cada uno y de los demás. Tiene sentido de pertenencia, cohesión y solidaridad; realiza
reuniones periódicas y tiene una asistencia fiel con participación activa de todos.
Orgánica

No es un grupo que hace una reunión ocasional, ni un conglomerado, sino un cuerpo


vivo, bien articulado; con funciones diferentes pero complementarias, reconociendo,
aceptando el lugar y la función de cada miembro dentro de la comunidad (todos activos).
Sintiéndose parte de un mismo cuerpo, cooperando para el bien de todos, funcionando
de acuerdo a las leyes vitales del cuerpo, según la cabeza que es Cristo y animados por
el Espíritu Santo.

Con la máxima heterogeneidad posible, hombres y mujeres con diferentes niveles,


culturales, sociales y económicos.

Fraternal
Los une un principio profundo, con relaciones primarias cordiales, no mediatizadas; sin
interés particular ni prejuicios; con conocimiento, intercomunicación e interacción de
todos con todos, a nivel progresivamente profundo; lo cual sólo es posible en estructuras
pequeñas, llegando a ser verdaderos hermanos en Cristo.

Personas evangelizadas centradas en Cristo y llenas del Espíritu Santo


No sólo son personas con funciones para una tarea, sino creyentes reconocidos y
aceptados en la totalidad de su ser y de su situación.

Son seres humanos con rostro, nombre propio e historia, con interés positivo y cálido por
todo lo que forma parte de cada individuo. Personas queridas por sí mismas, como parte
insustituibles, que se les espera en las reuniones y se les extraña en su ausencia.

Personas convertidas realmente al Señor, con un corazón y un espíritu nuevo. Y


consiguientemente con una nueva escala de valores, para descubrir y crear, un renovado
orden humano.

Personas que buscan tener un encuentro personal y comunitario con Jesús resucitado,
que se reúnen parar escuchar su Palabra, orar al Padre Eterno y celebrar juntos la
Eucaristía.

Creyentes, que llenos del Espíritu Santo, se congregan y conforman la comunidad, a


partir de su familia y vecinos del sector.
Caminan en el Espíritu, conducidos en todo por Él. Abiertos y disponibles a sus acciones
y manifestaciones, para edificar el cuerpo de Cristo, siguiendo las orientaciones de los
pastores.

Responsables unas de otras


Se sienten responsables los unos de los otros: se interesan y se preocupan por todos los
aspectos de sus vidas, se hacen solidarios, apoyándose y cuidándose mutuamente.

Manifiestan interés y comunión, que va más allá de la reunión de todo grupo; actualizando
la experiencia de las comunidades cristinas primitivas, las cuales “se mantenían
constantes en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en la fracción del pan y en
las oraciones” (Hch 2, 42-47).

Edificándose mutuamente
Se ayudan unos a otros a crecer en todos los aspectos, mediante la exhortación mutua y
el discernimiento en comunidad, para la búsqueda de la voluntad de Dios. Dando
testimonio de lo que Dios está haciendo en ellos y manifestando la gloria de Dios con el
servicio a los otros.

Compartiendo lo que son y lo que tienen


Poniendo al servicio de los demás sus talentos y carismas, su conocimiento y su
experiencia, un solo corazón una sola alma, con apertura y compartiendo todas sus
riquezas. Se reúnen semanalmente para escuchar la Palabra de Dios, orar en alabanza
y acción de gracias, interceder unos por otros, reflexionar e impulsarse mutuamente al
trabajo apostólico y al compromiso.

Se reúnen en ocasiones para comidas, estudio, trabajo, esparcimiento en común,


convivencias, retiros, asambleas, peregrinaciones; reflejando así, una verdadera amistad
en Cristo: “el amor de Dios en el corazón de la comunidad”.

Construyen y hacen realidad proyectos partiendo del contexto social parroquial.

CARACTERÍSTICAS DE UNA PCSYM


Las siguientes características fundamentales identifican a las PCSyM

Fundamentada en Cristo
La PCSyM es Cristocéntrica, es decir, es Jesús quien prevalece siempre. El Señor está
presente en cada reunión de la comunidad. “Os aseguro también que si dos de vosotros
se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea lo que fuere, lo conseguirán de mi
Padre que está en los cielos. Porque donde están reunidos dos o tres en mi nombre, allí
estoy yo en medio de ellos” (Mt 18, 19-20).

Escucha la Palabra
La PCSyM tiene como núcleo la Palabra de Dios. “Muchas veces y de muchas maneras,
habló Dios a nuestros padres en el pasado, por medio de los Profetas. En estos últimos
tiempos nos ha hablado por medio del hijo, a quien instituyó heredero de todo, por quien
también hizo el universo” (Hb 1, 2).

Animada por el Espíritu Santo


Quien anima e impulsa la PCSyM es el Espíritu Santo. “En efecto, todos los que se dejan
guiar por el Espíritu de Dios, son hijos de Dios. Y vosotros no habéis recibido un espíritu
de esclavos para recaer en el temor; antes bien, habéis recibido un espíritu de hijos
adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abbá, Padre! El Espíritu mismo se une a nuestro
espíritu, para dar testimonio de que somos hijos de Dios. Y, si hijos, también herederos
de Dios y coherederos de Cristo, si compartimos sus sufrimientos, para ser con él
glorificados” (Rm 8, 14-17).

De fe, esperanza y caridad


En la PCSyM las virtudes teologales “fundamentan, animan y caracterizan”, el obrar de
los miembros de la comunidad. “Os exhorto, pues, yo, prisionero por el Señor, a que
viváis de una manera digna de la vocación con que habéis sido llamados, con toda
humildad, mansedumbre y paciencia, soportándoos unos a otros por amor, poniendo
empeño en conservar la unidad del Espíritu con el vínculo de paz. Un solo cuerpo y un
solo Espíritu, como una es la esperanza a que habéis sido llamados. Un solo Señor, una
sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, actúa por
todos y está en todos” (Ef 4, 1-6).

Abierta a todos
La PCSyM es incluyente. “Y les dijo: Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva
a toda la creación” (Mc 16, 15).

Misionera
La PCSyM entiende y valora su misión. “Proclamad que el Reino de Dios está cerca.
Curad enfermos, resucitad muertos, purificad leprosos, expulsad demonios. Gratis lo
recibisteis; dadlo gratis. No os procuréis oro, ni plata, ni cobre en vuestras fajas; ni alforja
para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias ni bastón; porque el obrero merece su
sustento” (Mt 10, 7-8).

Solidaria y comprometida
La PCSyM es solidaria con sus miembros y hermanos de la comunidad parroquial.
“Entonces dijo Jesús a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí
mismo, tome su cruz y sígame” (Mt 16, 24).

De servicio
La PCSyM es esencialmente servidora. “Entonces se sentó, llamó a los doce, y les dijo:
si uno quiere ser el primero, sea el último de todos y el servidor de todos” (Mc 9, 35).

De hombres y mujeres libres


En la PCSyM, Jesús hace experimentar la libertad de ser hijos de Dios. “Si os mantenéis
en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos y la verdad os hará libres” (Jn 8,
31-32).
Estrechamente unida a la Parroquia
Las PCSyM son comunidades orientadas y dependientes de la Parroquia; tal como lo
proclama la Evangelii Nuntiandi: “Se forman en la Iglesia, para unirse a la Iglesia y para
hacer crecer la Iglesia”. La PCSyM se convierte así en un sacramento visible de la Iglesia
local.

RUTA PEDAGÓGICA
1. MATRIZ PEDAGÓGICA PARA LA FORMACIÓN DE LAS PCSYM

Las líneas pastorales son el resultado del proceso de escucha que se llevó a cabo en la
Diócesis de Engativá, en el año 2006. En la construcción del horizonte propuesto, se
colocaron como centro del proyecto de la Diócesis, dentro de la diversidad de procesos
de formación de las PCSyM.

Se formularon cuatro lineamientos que orientan la formación de las PCSyM, desde el


horizonte del Plan pastoral diocesano, la Ciudad de la misericordia, como necesidad de
estar siempre contextualizada en la realidad urbana.

Tres componentes sobresalen como punto de apoyo, para darle significado a las líneas
pastorales, los cuales, vistos en relación lógica con la estructura de nuestro Plan pastoral,
cada una corresponde a un campo del Plan pastoral diocesano.
Las líneas orientadoras, así como los campos de pastoral, constituyen la matriz
pedagógica de las PCSyM; en ella, se gestan los pasos que uno tras otro se dan y que
integran la ruta pedagógica de la PCSyM de la Diócesis de Engativá.

El camino de las pequeñas comunidades en la ruta pedagógica de las líneas pastorales

El cuadro anterior, se convierte en una visión panorámica de la propuesta de nueva


evangelización, haciendo de la pastoral, una acción educativa que toca aspectos
sensibles de la realidad; que manifiesta un estado de crisis generalizada y que se
convierte en un reto para la evangelización actual.

Nuestras PCSyM se forman, se consolidan y se fortalecen en las siguientes etapas o


pasos:
2. RUTA PEDAGÓGICA DE LAS PCSYM

A continuación presentamos los seis pasos de la ruta pedagógica, que son fruto del
proceso de reflexión.

2.1. Paso Uno: Pre-Comunidades. Preparándose para la Misión

El primer paso en la formación de las PCSyM, lo constituyen las etapas de selección,


capacitación y titulación de los animadores parroquiales. Con base en el perfil de los
candidatos, el párroco selecciona el grupo de potenciales animadores, dentro de los fieles
católicos de su parroquia, a través de convocatorias abiertas o cerradas, según su criterio.

Los animadores seleccionados, participan en el Programa Diocesano de Formación de


animadores de PCSyM, de la Escuela Diocesana del Discipulado Samaritano y
finalmente los que culminan y aprueban el proceso de formación, reciben el título y carnet
que los acredita como tales, en ceremonia solemne celebrada en la Diócesis.

Un animador formado y titulado, podrá ejercer su apostolado en cualquiera de las


parroquias de la Diócesis, previa acreditación ante el párroco. Igualmente, la Escuela
mantiene el historial de sus animadores formados, disponible para todos los párrocos de
la Diócesis. (Ver cuadro 2.1)

Cuadro 2.1

2.2. Paso Dos: Nacimiento De La Pequeña Comunidad. El Comienzo Del Camino

El siguiente paso, es la creación y estructuración de la PCSyM en cada parroquia, con el


equipo responsable de la gestión y coordinación de todas las actividades de la PCSyM
en la parroquia. (Ver cuadro 2.2)
Cuadro 2.2

2.2.1. El equipo parroquial de la PCSyM

Lo integran: el párroco, el nivelista parroquial y los animadores ya formados. Este grupo


es considerado vital en el proceso y le competen las principales responsabilidades como:
la planificación, la formación, el crecimiento y el desarrollo de la PCSyM en la parroquia.

Éste se reune preferiblemente cada semana, para analizar el camino de las PCSyM
parroquiales, su crecimiento y desarrollo, sus problemas y sus necesidades. Se
recomienda que uno de los animadores redacte las actas de cada reunión y consigne allí,
todos los asuntos tratados y especialmente los compromisos adquiridos ya sea entre las
comunidades o con la parroquia, a los cuales se les hará evaluación y seguimiento en la
siguiente reunión.

Durante la reunión, también se pueden realizar actividades de formación y profundización


bíblica y en ella, es aconsejable organizar las siguientes actividades de las comunidades
en conjunto.

2.2.2. Planificación de las PCSyM

Las comunidades nacen en la parroquia. Estas se reúnen en las casas, considerando


que: “las casas fueron sitios predilectos de Jesús. En las casas se fue fraguando el lugar
de la Iglesia Cristiana. En este sentido, fue no solo el lugar geográfico del encuentro, sino
actitud liberadora de vida”.

Su distribución en el territorio de la parroquia, obedece preferentemente a la creación de


comunidades en cada manzana; con el propósito de consolidar una red de comunidades,
que conduzca a la parroquia a constituirse en comunidad de comunidades.
Seleccionar los sitios estratégicos para ubicar las PCSyM, es una responsabilidad del
equipo parroquial. Para esto, el equipo realiza un análisis cartográfico de la parroquia,
donde se irán ubicando las PCSyM que se vayan formando; integrando así, poco a poco,
la red parroquial.

2.2.3. La Eucaristía de envío

En una Eucaristía solemne de envío, el párroco presenta a los animadores formados y


titulados de la comunidad parroquial y los envía a la misión.

2.2.4. Convocatoria a los participantes en las PCSyM

El gestor de las PCSyM es el Espíritu Santo. “Cuando venga el Paráclito, que yo os


enviaré de junto al Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, le dará
testimonio de mí” (Jn 15, 26).

El Espíritu es quien anima la misión. “Como mi Padre me envió, también yo os envío.


Dicho esto, sopló y les dijo: Recibid el Espíritu Santo” (Jn 19, 21b-22). El animador,
movido por el Espíritu Santo, da paso a la creatividad que Él le inspira, para proporcionar
espacios, momentos y circunstancias favorables.

Las comunidades se deben conformar, preferencialmente, con familiares, vecinos y


amigos cercanos y conocidos. Este factor es muy importante, especialmente
considerando los problemas de seguridad y su prevención, ya que las reuniones se
realizan en las casas.

En cuanto al número de miembros, incluido el animador, el ideal es que sea de diez o


doce personas, hasta un máximo de quince. El animador propone a los integrantes la
formación de la comunidad y se pone de acuerdo, con quien ofrece la casa para el
desarrollo de la reunión, con el fin de invitar a los interesados.

La convocatoria se realiza conforme a los criterios del párroco y las especificaciones que
determina la parroquia.

2.2.5. Primera reunión de la PCSyM

En coordinación con el párroco, el animador planifica y fija la fecha de la primera reunión


de iniciación de la PCSyM En ésta reunión, el párroco realiza:

 Entronización de la Palabra, que consiste en una ceremonia de vivencia de la


comunidad con la Biblia y su reconocimiento como instrumento privilegiado, para el
encuentro con el Señor.
 Bendición de la casa.
 Bendición de la Comunidad.
Esta primera reunión es el inicio del camino. El animador y los miembros de la comunidad,
se comprometen con su párroco y a través de él, con el obispo y la Diócesis, a continuar
con fervor y amor por el Señor y a su Palabra, con el proceso que se inicia.

2.3. Paso Tres: Desarrollo y Consolidación de la Pequeña Comunidad.


Acercamiento a La Humanidad de Jesús

De acuerdo a la ruta pedagógica, tenemos que observar el proceso teniendo en cuenta


tres niveles de desarrollo y consolidación: nivel parroquial, nivel arciprestal, nivel
diocesano. A continuación describimos cada nivel y sus tareas correspondientes.

2.3.1. Nivel Parroquial

a. Reuniones semanales

Las PCSyM se encuentran semanalmente en la casa seleccionada. La reunión se lleva a


cabo conforme a la metodología que se expondrá más adelante. En este paso, se hace
lectura cursiva del Evangelio según San Marcos; una perícopa cada semana. Para guiar
la lectura, el animador tendrá presente las guías de trabajo.

b. Red parroquial de PCSyM

El conjunto de las PCSyM, coordinadas por el equipo parroquial, integran la red de


PCSyM parroquiales. Esta red, consolida el grupo de católicos que se integran
solidariamente a su parroquia. A través de ella, cada miembro de la PCSyM conocerá las
necesidades de la parroquia, podrá comunicar e integrar a los otros miembros de su
comunidad y a las demás, y facilitará las celebraciones comunitarias. A través de la red,
la parroquia estará en contacto con sus fieles más necesitados y hará presente a la Iglesia
Católica en cada sitio y rincón del territorio parroquial.

c. Eucaristía mensual de PCSyM

Cada mes, se hace una celebración eucarística organizada por las PCSyM, que
conmemora en comunidad, su vivencia de amor por la Palabra de Dios.

d. Convivencia

Las PCSyM de cada parroquia, celebran anualmente una convivencia con todos sus
animadores y miembros con el fin de conocerse entre sí, integrarse con las demás
comunidades y fortalecer su sentido de pertenencia. La convivencia conlleva al
fortalecimiento de la red de PCSyM parroquiales.

e. Retiros

Anualmente las PCSyM realizan un retiro para interiorización, fortalecimiento de la


espiritualidad comunitaria y consolidación del proyecto de vida comunitario.
f. Peregrinación

Las PCSyM parroquiales realizan una peregrinación anual con el fin de fortalecer la
comunión de las PCSyM con la Iglesia Universal.

g. Asambleas Parroquiales de PCSyM

Cada año, las PCSyM realizan una Asamblea General del Grupo de Comunidades, con
el fin de compartir las experiencias vividas en la comunidad de comunidades.

h. Estudio del Contexto Parroquial

Durante este paso las PCSyM, coordinadas por el equipo parroquial, realizan el estudio
y análisis del contexto social parroquial, sobre el cual se cimentan los programas de
proyección social en cada una de las parroquias de la Diócesis.

2.3.2. Nivel Arciprestal

a. El equipo arciprestal de PCSyM

El arcipreste, los párrocos y los nivelistas parroquiales de las PCSyM, integran el equipo
arciprestal de las PCSyM Este grupo es responsable de las PCSyM en cada
arciprestazgo; le compete la responsabilidad de las celebraciones arciprestales y la
consolidación de la red arciprestal.

Este equipo se reúne mensualmente, para evaluar el camino de las PCSyM en cada
parroquia, analizar las etapas de la formulación de los programas de proyección social,
el funcionamiento de la red y la Asamblea anual arciprestal de PCSyM.

b. Asamblea arciprestal anual de PCSyM

Las PCSyM del arciprestazgo, se reúnen en asamblea arciprestal, con el fin de compartir
en conjunto, con las demás comunidades de las distintas parroquias, su experiencia
comunitaria parroquial, de lectura de sus contextos, del desarrollo de los proyectos
parroquiales y de comunidad de comunidades. Busca retroalimentar el proceso y
fortalecerlo en la medida de las experiencias vividas en cada parroquia.

c. Red arciprestal de PCSyM

Las redes parroquiales, conforman a su vez las redes arciprestales de PCSyM;


consolidando así, la integración de los miembros de las comunidades entre sí y con su
arciprestazgo.

2.3.3. Nivel Diocesano

a. Equipo diocesano de PCSyM


El director del campo de vida en comunión, el nivelista diocesano de PCSyM, el grupo
bíblico y el grupo pastoral asesor, integran el equipo diocesano de PCSyM Este grupo es
responsable de la coordinación de las PCSyM en la Diócesis y de elaborar y facilitar los
subsidios necesarios para los animadores, tales como:

Manual del animador de PCSyM: el cual establece los pasos y metodologías para el
desarrollo de las PCSyM diocesanas.

Teología de la PCSyM, el cual contiene los principios teológicos que orientan y guían
desde la Palabra y desde el magisterio de la Iglesia la creación y crecimiento de las
PCSyM.

Guía para la lectura del Evangelio según San Marcos, el cual contiene, las preguntas e
instrucciones para la realización de la Lectio Divina de cada perícopa del Evangelio, en
las reuniones semanales de las PCSyM.

b. Asamblea diocesana bianual de PCSyM

Cada dos años, las PCSyM de la Diócesis se reúnen en asamblea, para analizar el
propósito del núcleo vital del Plan Pastoral Diocesano y examinar su caminar, conforme
a los propósitos que éste establece.

c. Red Diocesana de PCSyM

Las redes arciprestales de las PCSyM, conforman la red diocesana de PCSyM, que
integran a las comunidades con su diócesis. La red es coordinada por el equipo
diocesano.

Cuadro 2.3.3.c
2.4. Paso Cuatro: Vivencia y Crecimiento. La Espiritualidad Urbana de la
Misericordia

En consonancia con nuestra Ruta Pedagógica, encontramos la vivencia y crecimiento de


la PCSyM a tres niveles: Parroquial, Arciprestal y Diocesano.

2.4.1. Nivel Parroquial

a. Reuniones semanales

Durante este paso, la lectura de la Palabra se hace sobre el Evangelio de Lucas. Para
guiar la lectura, el equipo diocesano de la PCSyM, facilita a los animadores la guía para
la lectura del Evangelio de Lucas.

b. Celebraciones

Las PCSyM celebran la Eucaristía mensual, convivencia, retiros, peregrinación y las


asambleas parroquiales de PCSyM.

c. Estructuración de los programas de proyección social

Durante este paso, las PCSyM, coordinadas por el equipo parroquial, realizan la ideación
y estructuración del programa de proyección social, escogido en cada una de las
parroquias de la Diócesis, con base en la etapa anterior.

2.4.2. Nivel Arciprestal

 Celebraciones

Las PCSyM celebran la Asamblea arciprestal anual de PCSyM.

2.4.3. Nivel Diocesano

 Celebraciones

Las PCSyM celebran la Asamblea diocesana bianual de PCSyM.


Cuadro 2.4.3

2.5. Paso Cinco: Proyecto de Vida. La Iglesia Construyendo La Ciudad de la


Misericordia con Justicia Social

Nuestra Ruta Pedagógica en este paso subraya el proyecto de vida de la PCSyM, veamos
las tareas y actividades que le competen en cuanto a los tres niveles: Parroquial,
Arciprestal y Diocesano.

2.5.1. Nivel parroquial

a. Reuniones semanales

Durante este paso, la lectura de la Palabra se hace sobre el Evangelio de Mateo. Para
guiar la lectura, el equipo diocesano de PCSyM facilita a los animadores la Guía para la
lectura del Evangelio de Mateo, la que el animador debe seguir estrictamente.

b. Celebraciones

Las PCSyM celebran la Eucaristía mensual, convivencia, retiros, peregrinación y las


asambleas parroquiales de PCSyM.

c. Implementación de los programas de proyección social


Durante este paso, las PCSyM, coordinadas por el equipo parroquial, realizan la
implementación del programa de proyección social, escogido en cada una de las
parroquias de la Diócesis.

2.5.2. Nivel Arciprestal

 Celebraciones

Las PCSyM celebran la Asamblea arciprestal anual de PCSyM.

2.5.3. Nivel Diocesano

 Celebraciones

Las PCSyM celebran la Asamblea diocesana bianual de PCSyM.

Cuadro 2.5.3

2.6. Paso Seis: La PCSyM Signo Visible del Amor de Dios. La Ciudad de la
Misericordia, Signo Visible del Reino De Dios

La Ruta Pedagógica en este paso resalta la imagen que la PCSyM proyecta en su camino
de madurez, veamos las tareas y compromisos según los tres niveles: Parroquial,
Arciprestal y Diocesano.
2.6.1. Nivel Parroquial

a. Reuniones semanales

Durante este paso, la lectura de la Palabra se hace sobre el Evangelio de Juan. Para
guiar la lectura, el equipo diocesano de PCSyM, facilita a los animadores la Guía para la
lectura del Evangelio de Juan.

b. Celebraciones

Las PCSyM celebran la Eucaristía mensual, convivencia, retiros, peregrinación y las


asambleas parroquiales de PCSyM.

c. Ejecución de los programas de proyección social

Durante este paso, las PCSyM, coordinadas por el equipo parroquial, realizan la
ejecución del programa de proyección social, escogido en cada una de las parroquias de
la Diócesis.

2.6.2. Nivel Arciprestal

 Celebraciones

Las PCSyM celebran la Asamblea arciprestal anual de PCSyM.

2.6.3. Nivel Diocesano

 Celebraciones

Las PCSyM celebran la Asamblea diocesana bianual de PCSyM.


Cuadro 2.6.3

EL DISCÍPULO ANIMADOR
El Discípulo es un laico, titulado en el Programa de formación de animadores de PCSyM,
de la Escuela diocesana del discipulado samaritano que por mandato de su párroco,
preside, anima, guía y coordina, una PCSyM. En este sentido, actúa en nombre de la
Iglesia, como colaborador del párroco, quien lo orienta y le presta todo su apoyo en la
labor pastoral que realiza.

El apoyo y el soporte pastoral del párroco para con la comunidad y su animador es


fundamental. Las PCSyM no se conciben sin una estrecha relación con la Iglesia a través
de la parroquia, puesto que ellos: se forman en la Iglesia, para unirse a la Iglesia y para
hacer crecer a la Iglesia.

El animador busca que en la comunidad se articule la Palabra de Dios con la vida, en


toda su amplitud. En la comunidad, frente a las personas, el animador acoge, estimula,
escucha y comparte sus problemas. Frente a la propia comunidad, se interesa y preocupa
por la formación y se compromete. Frente a la reunión, prepara, anima, aprende técnicas
y dinámicas grupales y exige responsabilidad y puntualidad.

Perfil del Discípulo Animador (DA) de PCSyM

Para ser DA el candidato(a) debe tener el siguiente perfil:


 Laico comprometido (mínimo con un año de participación pastoral en la parroquia).
Persona de experiencia de fe.
 Con conocimiento y aceptación del Plan pastoral diocesano.
 Edad superior a 18 años.
 Estado civil: casado por la Iglesia o soltero.
 Competencias básicas: leer y escribir.
 Manejo de sistemas electrónicos de comunicación.
 Capacidades para trabajar en equipo.
 Habilidades de liderazgo.
 Habilidad de seguir instrucciones.
 Capacidad y voluntad de servicio.
 Con disponibilidad de tiempo. Se sugiere que a estas personas, se les libere de
compromisos con la parroquia.

Servicio del Discípulo Animador

Al Discípulo Animador, el párroco le confía el servicio en orden a:

 Construir una PCSyM por la acogida del Evangelio y la conversión a Dios vivo,
siguiendo la ruta pedagógica propuesta por la Diócesis de Engativá.
 Hacer de esa PCSyM una comunidad de fe, esperanza y caridad, en la cual los
creyentes reciban, comenten y oren la Palabra de Dios y se amen los unos a los otros,
como verdaderos hermanos.
 Promover en su PCSyM, el espíritu samaritano y misionero, que la mueva a salir de sí
misma; para anunciar con su vida y palabras la Buena Nueva de Jesucristo.
 Procurar que los miembros de su PCSM, conociendo sus realidades estén presentes
con su testimonio, palabra y acción para hacer presente la vivencia de la misericordia.

El Discípulo Animador además ejercerá su servicio…

 Como auténtico servidor, tomando como ejemplo a Jesús que no vino a ser servido
sino a servir y dar su propia vida.
 En comunión, de corazón y de vida con la Iglesia diocesana y su magisterio.
 En obediencia a su párroco.
 Buscando construir la Iglesia Diocesana, mediante el arraigo en Jesucristo, Palabra de
vida, la vida en comunión y servicio a las personas y a la sociedad.

Estilo en el servicio del Discípulo Animador

 Buscando ser él mismo, un testigo de Cristo para sus hermanos, por su vida de fe, de
oración, esperanza y caridad. El Discípulo Animador vive la misericordia:
 Velando por la vida de fe de sus hermanos, invitándolos a la reflexión, meditando la
Palabra y promoviendo una participación activa en la liturgia y los sacramentos.
 Animando, coordinando, presidiendo y promoviendo las distintas actividades de la
PCSyM.
 Animando a los laicos de su comunidad a asumir activamente el papel de transformar,
con la fuerza del Evangelio las realidades influidas por el pecado y la injusticia.
 Invitando a la PCSyM a asumir los desafíos que se presentan en el contexto.
 Delegando responsabilidades, escuchando opiniones y promoviendo la participación
de todos.
 Impulsando el diálogo fraterno, promoviendo el surgimiento de nuevos y más variados
servicios y servidores.
 Estando atento a las orientaciones pastorales de la Diócesis y del párroco, e invitando
a su PCSyM a acogerlas. Promoviendo una adhesión permanente y de corazón de las
PCSyM, a su párroco y a su obispo.
 Participando en la acción pastoral de su parroquia, conociéndose y relacionándose
personalmente con las demás comunidades de su parroquia y de la Diócesis.

Lo que no es, ni debe ser un Animador

Un animador de PCSyM parroquial, no es un dirigente o presidente de una asociación o


de un grupo. De ahí la razón por la cual, su liderazgo es más de servicio que de dirección,
buscando más bien que el grupo crezca en madurez, comprensión mutua, solidaridad y
conciencia crítica.

Por lo anterior el animador no es:

 Un presidente que manda.


 Un dirigente que no escucha.
 Un personaje que tiene siempre la última palabra.
 Un politiquero que manipula al grupo.
 Para motivar la reflexión y participación de todos, el animador evitará pasar de
animador a predicador, focalizando su participación más en la facilitación del
entendimiento de la lectura, que en fijar su propio criterio en la reflexión.

SÍMBOLOS
LOGOSÍMBOLO

Logo símbolo de la Red de Pequeñas Comunidades Samaritanas y Misioneras


Esta imagen surge de la misma esencia de la pastoral urbana que es un concepto
transversal a todas las actividades de la Diócesis de Engativá y responde al Plan pastoral
samaritano. En este emblema se ha tomado un elemento significativo de la Pequeña
Comunidad como lo es la “Lectio Divina”. La imagen humana que bien podría ser mujer
o ser hombre para la cual es difícil encasillar en un segmento de edad, define la pluralidad
de género y tiempo propia del animador de pequeñas comunidades samaritanas y
misioneras. Nuestra ciudad, la luz del Espíritu Santo y la saludable lectura de la Sagrada
Escritura, definen esta ilustración que identifica nuestro programa.

HIMNO PEQUEÑAS COMUNIDADES


Autor: Padre Jaime Rivera.

Cantemos al Señor un canto nuevo,


Porque grande es su nombre y su amor
Alegres anunciemos su camino, la buena
Y bella noticia de su paz y compasión (bis).

Si juntos como hermanos compartimos


La bondad y la solidaridad, si entregamos
Consuelo y alegría y un lugar en nuestra vida
A quien triste puede estar.

Entonces sanaran nuestras heridas


La oscuridad será tornada en luz
Y un mundo más humano y más fraterno
Irá llegando a nosotros en el nombre de Jesús.

Cantemos al Señor un canto nuevo,


Porque grande es su nombre y su amor
Alegres anunciemos su camino, la buena
Y bella noticia de su paz y compasión (bis).

Si abrimos nuestras puertas y ventanas


Y al extranjero damos un lugar
Si al pobre invitamos a la mesa compartiendo
La promesa de multiplicar el pan.

Entonces sanarán nuestras heridas


La oscuridad será tornada en luz
Y un mundo más humano y más fraterno
Irá llegando a nosotros en el nombre de Jesús.

Cantemos al Señor un canto nuevo,


Porque grande es sui nombre y su amor
Alegres anunciemos su camino, la buena
Y bella noticia de su paz y compasión (bis).

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