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Unidad IV

Estado, Intervenciones de Estados Unidos


y
Dictadura Dinástica y Militar Somocista
(1910-1979)

Tema:
Movimiento Social Campesino, dirigido por Augusto
Cesar Sandino 1927-1934.

Recopilado por: MSc. Berman Zamora Domínguez


(Universidad Nacional de Ingeniería, primer semestre 2016)

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Contenido del tema:

I. Nota Kellogg (15 de enero de 1926 y 28 de agosto de 1926 )


II. Pacto Stimson-Moncada de 1927 (Pacto del Espino Negro)
III. Movimiento Social Campesino, Augusto Cesar Sandino 1927-1934.
IV. Introducción
V. Ejercito Defensor de la Soberanía Nacional
VI. Base Social del EDSN
VII. Guerra Desigual
VIII. Guerra de guerrillas
IX. Acuerdos de Paz
X. Elecciones y Desarme
XI. Guardia Nacional y Sandino
XII. Decretos sobre los traidores de la Patria (A.C.S.)

Reflexión sobre la Nota Kellog

Emiliano Chamorro aplaudió la Nota Knox contra Zelaya, pero la Nota Kellog lo
enterró para siempre. La muerte del presidente don Diego Manuel Chamorro, el 12
de octubre de 1923, causó graves problemas en el Partido Conservador y
condiciones de fatales consecuencias en la vida nacional, que nos llevaron a la
guerra constitucionalista, dirigida por el Partido Liberal.

Hombre clave en estos acontecimientos fue el Gral. Emiliano Chamorro Vargas,


quien como caudillo conservador, quiso imponer caprichosamente su voluntad en
la política.

Esto dio origen a la división del conservatismo, en Partido Conservador


Republicano, jefeado por el Presidente de la República, don Bartolomé Martínez y
el Partido Conservador Genuino, jefeado por el Gral. Chamorro.

Como resultado de esta división y pugna interna, de ambas facciones, don


Bartolomé celebró pactos con el Partido Liberal, jefeado por el Dr. Juan Bautista
Sacasa, el 17 de julio de 1925.

Acordaron en el pacto, para el partido Liberal:

a) La vicepresidencia de la República.
b) Dos ministerios.
c) Cinco jefaturas políticas.
d) Diputados y Senadores
e) Magistraturas en la Corte Suprema de Justicia y en las Cortes de
Apelaciones.

Hubo elecciones, las cuales fueron reñidas, el propio Gral. Chamorro se lanzó
como candidato, perdiendo en forma desastrosa, ante don Carlos José Solórzano,
respaldado por la Alianza Libero-Conservadora.

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Como es natural, esta derrota frustró las ambiciones del Gral. Chamorro, quien se
enfrascó en una lucha antipatriótica, a todas luces descabellada, por obtener el
poder, en forma ilícita y violatoria de la Constitución Política.

Fue así que en la madrugada del fatídico 25 de octubre de 1925, tras un cruento
golpe de Estado, se tomó la Fortaleza de la Loma de Tiscapa, desde cuya altura
que domina Managua, con sus ametralladoras y cañones, acto seguido le exigió la
renuncia al Presidente Solórzano.

Producto de esta presión militar, renuncia al Presidente Solórzano el día 16 de


enero de 1926, saliendo ese mismo día rumbo al exilio a San Francisco, en el vapor
California.

El Gral. Chamorro ese mismo día se impuso la Banda Presidencial, por un Congreso
obediente y sumiso.

Como resultado de todo esto, la protesta justa del pueblo no se hizo esperar,
estallando la Revolución Liberal Constitucionalista, que como reguero de pólvora
se extendió por todo el país.

Esta guerra llamada Constitucionalista porque reclamaba de acuerdo a la


Constitución Política, la Presidencia de la República, para el Dr. Juan Bautista
Sacasa, que era vicepresidente electo, dio lugar nuevamente a otra intervención
americana, diplomática y armada por medio de la Nota Kellog.

la Nota Kellog., conminaba (exigía) al Gral. Chamorro a no encabezar ningún


gobierno, pues no sería reconocido. Como esta Nota dirigida por el Secretario de
Estado de los Estados Unidos, Frank B., Kellog, fue con fecha 15 de enero de 1926,
y entregada hasta el siguiente día, ya cuando el Gral. Chamorro había sido
declarado Presidente, le fue enviada una segunda nota, con fecha 28 de agosto de
1926, en que le exigían la renuncia.

Esta ignominiosa y vergonzosa Nota en su parte drástica decía:

“El Gobierno de los Estados Unidos insiste en su declaración de que no reconocerá


al general Emiliano Chamorro como Presidente de Nicaragua”.

Por una ironía del destino, 17 años después de la Nota Knox en 1909, al presidente
Zelaya, que Chamorro aplaudió con beneplácito -pues era su principal adversario-,
era medido con la misma vara, por el Departamento de Estado, por medio de la
Nota Kellog.

Tomado de: La Prensa, viernes 30 de junio del 2000 / edición no. 22055
Escrito por: Mario Sandoval Aranda

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Pacto Stimson-Moncada 1927 o Pacto del Espino Negro

ANTECEDENTES HISTORICOS:

El Dr. Carlos José Solórzano hace una coalición libero-conservadora y gana las
elecciones en 1925, en formula con el Dr. Juan Bautista Sacasa

El General Emiliano Chamorro no está de acuerdo con ese gobierno libero-


conservador que tiene como Vice-presidente al Dr. Juan Bautista Sacasa, a varios
liberales en la Asamblea de Diputados y a otros en la Corte Suprema de Justicia.

Era el segundo intento histórico de que gobernaran juntos los dos partidos para
terminar con las guerras civiles. El descontento de Emiliano lo lleva a pedirle al Dr.
Solórzano que se libere de los liberales.

Ante este la negativa de Carlos Solórzano, Emiliano Chamorro, da un golpe de


Estado que se conoce con el nombre de EL LOMAZO, el 25 de Octubre de 1925.

El Cadejo (era el sobrenombre de Emiliano Chamorro) asume la presidencia ante la


renuncia del Dr. Carlos José Solórzano pero el Vice-presidente Dr. Juan Bautista
Sacasa rehúsa renunciar y se asila en México declarándose Presidente
Constitucional de Nicaragua.

Por su parte el gobierno norteamericano desconoce a Emiliano Chamorro por


emerger de un golpe de Estado y por el «dedazo» escogen para presidente a don
Adolfo Díaz quien asume el cargo y envía a Chamorro al exilio dorado con un cargo
diplomático en Europa para alejarlo del teatro de los acontecimientos.

El gobierno de México apoya al Dr. Sacasa, lo arma, éste forma su gabinete en el


exilio, le da la jefatura de su ejército al Gral. José María Moncada y desembarca en
un punto de la Costa Atlántica con la REVOLUCION CONSTITUCIONALISTA.

Los puntos básicos de esa revolución eran:

a) Reconocimiento del Dr. Juan Bautista Sacasa como Presidente de la


República ya que al renunciar Carlos José Solórzano, asumió la presidencia.
b) Desconocimiento del gobierno de Adolfo Díaz.
c) Desconocimiento y repudio a la Ocupación Americana solicitada por Adolfo
Díaz.
d) Reincorporación de los diputados y magistrados liberales a sus cargos
respetando el resultado de las elecciones anteriores.

El presidente Calvine Coolidge de los Estados Unidos, viendo mal parados a su


protegido Adolfo Díaz, manda al Coronel Henry L. Stimpson a arreglar esa situación
para terminar la guerra civil.

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La guerra es abruptamente detenida, al suscribirse el pacto Stimson – Moncada o
pacto del Espino Negro.

Contenido del pacto del Espino Negro

El 4 de mayo de 1927, (El 4 de mayo se establece como el Día de la Dignidad


Nacional), el imperialismo norteamericano puso fin a la Guerra Constitucionalista,
haciendo que liberales y conservadores firmaran el Pacto de "El Espino Negro«.

Henry L. Stimpson se reúne en Tipitapa, bajo la sombra simbólica de un árbol de


espino negro, con el General Moncada y acuerdan un pacto con los siguientes
puntos:

Se pone fin a la guerra constitucionalista y reconoce pro tempore al presidente


Adolfo Díaz.

Desarme de los dos ejércitos, el rebelde y el del gobierno, mediante la paga de 10


dólares por cada rifle y 20 dólares por cada ametralladora.

Sobre las elecciones venideras, se supervisarán por la marinería norteamericana


para el 4 de noviembre de 1928, con un marino presidiendo cada mesa electoral.

Se crea la guardia nacional con oficiales y soldados de los dos bandos desarmados.

Se repone a los magistrados liberales y a los diputados que habían sido removidos
por el Lomazo de El Cadejo.

Pero; cual era el fondo del pacto con Moncada?

Cuando el pacto se le presentó a don Adolfo Díaz, obediente servidor del gobierno
norteamericano, éste le agrega que los Estados Unidos deben «donar» veinte
millones de dólares para la construcción del ferrocarril en la Costa Atlántica.

El pacto se convino bajo el Espino Negro, pero lo firmó Moncada en la Embajada


norteamericana según confiesa él en uno de sus libros.

Análisis simple del pacto

a) Moncada pacta sin la Autorización del Dr. Juan Bautista Sacasa arrogándose
poderes que no tenía.

b) Cuando Moncada legitima al gobierno de Adolfo Díaz, TRAICIONA la tesis


constitucionalista y al Dr. Juan Bautista Sacasa.

c) Cuando Moncada admite la supervisión electoral de parte de la marina


yanque TRAICIONA el rechazo de los Constitucionalistas a la Intervención

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Norteamericana y se coloca al mismo nivel de VENDEPATRIA de Adolfo Díaz
criticado por ellos por haber pedido la intervención americana.

d) Logra la reincorporación a sus curules de los liberales expulsados por el


Cadejo.

Conclusión

Con el pacto del Espino Negro los liberales igualaron a los Conservadores, en su
entrega a los norteamericanos ya que NINGUNO de ellos puede decirle VENDE
PATRIA al otro, pues ambos tienen el mismo estigma.

A partir de este pacto, el Protectorado Norteamericano se prolongó hasta la caída


de los Somoza en 1979.

Tomada de: El nuevo Diario; Escrito por: Clemente Guido agosto


2000

Movimiento social campesino, y la Lucha antiimperialista dirigida por Augusto


Cesar Sandino 1927-1934.

Introducción

El 23 de mayo de 1927, desde el pueblo de Yalí, Jinotega, Augusto C. Sandino


manifestó su radical rechazo al “Pacto del Espino Negro” mediante un telegrama
dirigido a las autoridades departamentales, en el que declaró: “Yo no estoy
dispuesto a entregar mis armas en caso de que todos los hagan. Yo me hare morir
con los pocos que me acompañan porque es preferible hacernos morir como
rebeldes y no vivir como esclavos…”.

A partir de ese momento, empezó a organizar al campesinado de la Segovias, con


el firme propósito de luchar hasta expulsar a los marines de Nicaragua.

La segunda ocupación militar norteamericana se prolongó desde 1927 hasta 1933.

El departamento de estado intento justificar su intervención en términos


estratégicos, alegando que el movimiento armado constitucionalista obedecía a las
intenciones del presidente Mexicano Plutarco Elías Calles al pretender imponer
“Un control Bolchevique en Nicaragua para introducir una cuña entre los Estados
Unidos y el Canal de Panamá”.

Al fin de comprender el trasfondo de este argumento, así como el carácter de la


lucha encabezada por Augusto C. Sandino, debemos conocer cuáles eran las
principales corrientes del pensamiento de la época, y su influencia en la dinámica
política internacional.

A partir de sus cartas y proclamas conoceremos los objetivos de la lucha de


Augusto C. Sandino.

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Por otra parte, los informes diarios de los marines a sus superiores nos ofrecerán
pistas para conseguir el desarrollo de la desigual campaña militar.

Finalmente, abordaremos las circunstancias que llevaron a la firma de los Acuerdos


de Paz del año 1933.

El Ejército Defensor de la Soberanía Nacional

Unas semanas después de retirarse a las Segovias en repudio al Pacto del Espino
Negro, Sandino escribió un manifiesto dando a conocer sus objetivos: expulsar a
los marines del territorio nicaragüense y redimir a los oprimidos. Antes de
profundizar en los hechos que se desencadenaron a raíz de su proclama, cabe
preguntarse quién era este hombre y los motivos que lo impulsaron a tomar esta
decisión.

Augusto Nicolás Calderón Sandino nació en Niquinohomo el 18 de mayo de 1895,


hijo de Gregorio Sandino, un mediano terrateniente, y de Margarita Calderón,
madre soltera de condición humilde.

Durante su niñez vivió con su familia materna en condiciones de mucha pobreza.


Posteriormente, su padre lo acogió en su casa, le dio acceso a la educación
primaria y lo introdujo en las actividades comerciales.

Creció en un ambiente político liberal y conoció de cerca la experiencia de la


resistencia nacionalista de Benjamín Zeledón contra la primera ocupación de los
marines en 1912.

En 1921, Sandino emigró en busca de trabajo a las bananeros norteamericanos en


Bluefields, Honduras y Guatemala. En 1923 se trasladó a México, donde
permaneció tres años como empleado de la Huasteca Petroleum Company en el
puerto de Tampico, estado de Veracruz.

Las experiencias de Sandino en México marcaron un profundo impacto en su


pensamiento político pues, a trece años del triunfo de la revolución mexicana, las
organizaciones de campesinos, obreros y estudiantes imprimían una gran dinámica
a la vida política y social ese país.

Además, la política exterior de México, durante los años 1923-1926, se


caracterizaba por un fuerte enfrentamiento con Estados Unidos. El presidente
mexicano Plutarco Elías Calles, se había propuesto lograr que los grandes
consorcios petroleros y mineros respetaran el artículo 27 de la Constitución
Política y reconocieran la propiedad estatal de las riquezas del subsuelo.

En 1923, los marines desembarcaron en el puerto de Tampico para proteger las


inversiones de sus ciudadanos en el contexto de una rebelión militar, lo que caldeó
aún más los ánimos.

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El discurso nacionalista y “antiyanquista”, tan difundido en México en la década de
1920, caló en la mentalidad de Sandino.

Asimismo, el joven trabajador nicaragüense conoció las ideas de Vasconcelos y se


sintió atraído por el concepto de indohispanismo como base de la identidad
latinoamericana, opuesta al mundo anglosajón.

El discurso político de los dirigentes obreros, cargados de demandas sindicales e


ideas socialistas y anarquistas, también encontró eco en Sandino. En esa época,
los obreros luchaban por el cumplimiento de los derechos consignados en la
Constitución, como eran la reducción de la jornada laboral a ocho horas diarias, el
derecho a huelga, y la discriminación salarial.

En México, Sandino también estudió teosofía, una doctrina religiosa que tiene
como objeto la unión con la divinidad a través de una búsqueda espiritual
personal, al margen de la Iglesia Católica. En los barrios obreros del puerto de
Tampico existían más de veinte centros culturales donde se difundía esta doctrina,
tal como la “Escuela Magnético-Espiritual de la comuna Universal” (EMECU).

Sandino y su pequeña familia

Estas corrientes religiosas estaban muy vinculadas con la lucha política. Además,
las organizaciones teosóficas proporcionaban un sentido de pertenencia colectiva y
solidaria a los trabajadores migrantes que, lejos de sus raíces y tradiciones,
buscaban nuevos puntos de referencia para reconstruir sus identidades.

Al referirse a sus años en México, Sandino relataría más tarde que en Tampico se
entregó a un círculo de “amigos espirituales, con quienes día a día comentábamos
la sumisión de nuestros pueblos de América Latina ante el avance hipócrita, o por
la fuerza, del asesino imperio yanqui.”

Por ello no es de extrañar que pocos días después del primer levantamiento
armado de los liberales constitucionalistas, ocurrido en Bluefields el 4 de mayo de
1926, Sandino renunció a su empleo en la Huasteca Petroleum Company, y
emprendió el regreso a Nicaragua para integrarse al “movimiento revolucionario”.

A su llegada, el gobierno había logrado sofocar la rebelión, por lo que Sandino se


dirigió a Nueva Segovia, donde obtuvo empleo como jefe de bodega de una
compañía minera norteamericana llamada San Albino.

En agosto de 1926, cuando estalló la Guerra Constitucionalista, Sandino organizó


una tropa voluntaria, compró armas en Honduras y se unió al ejército liberal
comandado por el general José María Moncada.

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Sin embargo, después de la firma del “Pacto del Espino Negro”, en mayo del
siguiente año, la lucha de Sandino se transformó en una guerra de liberación
nacional contra la ocupación militar extranjera.

La base social en las Segovias

El primer paso de Sandino fue regresar a la zona minera de San Albino para
obtener armas y explosivos, así como para organizar en base de apoyo para su
lucha.

La región de las Segovias presentaba condiciones favorables, tanto geográficas


como sociales, para desarrollar su proyecto político militar.

El ochenta por ciento de los setenta y cinco mil habitantes de las Segovias vivía en
pequeños caseríos dispersos entre cerros y escarpadas montañas.

Utilizando técnicas ancestrales de quema y roza, cultivaban milpas de maíz y


frijoles, caña de azúcar, frutas y hortalizas para su subsistencia.

Muchos campesinos habían sido empujados hacia la frontera agrícola por los
grandes caficultores, que desde inicios de siglo habían empezados a acaparar las
mejores tierras cerca de los centros urbanos.

Aunque marginados de toda asistencia estatal, no escapaban a los estragos de la


violenta cultural y política engendrada en las constantes pugnas entre las
oligarquías liberales y conservadoras.

Con frecuencia, los campesinos se veían arrastrados a las guerras civiles,


reclutados en uno u otro bando a través de intrincadas redes clientelistas de
poder, tejidas desde la capital por intermedio de caudillos regionales y locales.

Pero, mientras los políticos de la capital terminaban haciendo pactos y


repartiéndose el botín del Estado, las heridas abiertas en el mundo rural por las
guerras civiles continuaban sangrando en interminables vendettas familiares y
venganzas personales.

Numerosas bandas pululaban en las Segovias, como la de Anastasio Hernández,


quien había sido nombrado subdirector de
policía por los caudillos conservadores en
medio de grotescos rituales frente a las
familias de las víctimas, para sembrar el terror
en las comarcas liberales.

Ante estas atrocidades, el líder popular se


presentaba a sí mismo como un instrumento
de la justicia divina, cuya misión era redimir

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al pueblo nicaragüense de la opresión extranjera y rescatar su dignidad.

Bajo la influencia de la teosofía, Sandino elaboró un discurso nacionalista


fundamentado en ideales metafísicos y espirituales, que encontró eco en la
religiosidad popular del campesinado de las Segovias.

Asimismo, su idea de justicia social recogía las aspiraciones más sentidas de esta
población, históricamente marginada y explotada.
En San Salvador, en 1928, de paso con rumbo a México

Mediante un lenguaje sencillo, Sandino transmitía al campesinado su visión utópica


sobre el advenimiento del reino del Espíritu de Luz y Verdad, en que todas las
naciones y sus ciudades se comportarían como hermanos.

Pero también les advertía que, para alcanzar ese estadio luminoso de la
humanidad, los pueblos oprimidos debían romper las cadenas de la injusticia y la
humillación, con que los mantenían postergados los imperialistas de la tierra.

Ejército Defensor de la Soberanía Nacional

Dentro de esta lógica nacionalista y, a la vez, religiosa, la lucha por echar de


Nicaragua a los marines se transformó en una cruzada redentora.

El 2 de septiembre de 1927, centenares de campesinos segovianos llegaron hasta


el cuartel general de Sandino, en la brumosa cumbre del cerro El Chipote, a
juramentarse como soldados del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional
(EDSN).

En los momentos de mayor auge, entre 1931 y 1932, el EDSN llegó a tener
alrededor de 2,000 combatientes, y una reserva militar de unos 1,800 hombres.
Éstos se hallaban distribuidos en ocho columnas, cada una bajo el mando de un
“general” que disponía de relativa autonomía dentro de su respectiva zona de
operaciones.

En la práctica, esta estructura formal se hallaba


fragmentada en más de un centenar de pequeñas
bandas comandadas por jefes locales, quienes se
encargaban de reclutar su propia tropa entre los
miembros de su familia y allegados personales.

Estas redes de familias campesinas, que


constituían las unidades de base de las columnas
del EDSN, proporcionaban también un eficiente
sistema de espionaje y aprovisionamiento.
Sandino, su esposa y miembros del EDSN

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Muchos eran soldados de medio tiempo: se reunían esporádicamente para realizar
una emboscada, tomar un poblado o atacar un puesto militar; luego, ocultaban sus
armas y reanudaban sus labores agrícolas mientras esperaban un nuevo llamado de
sus jefes.

El apoyo masivo del campesinado segoviano al ejército sandinista explica su


capacidad de resistencia, pese a la descomunal superioridad militar de las fuerzas
norteamericanas.

Una Guerra Desigual

Los Marines y la Guardia Nacional

Entre 1927 y 1933, el número de marines en Nicaragua osciló entre 500 y 3,000
hombres. Además, contaban con el apoyo de la Guardia Nacional, creada en
octubre de 1927 mediante un convenio entre los gobiernos de Nicaragua y Estados
Unidos (se originó del pacto del espino negro). Esta fuerza local llegó a tener
4,000 soldados nicaragüenses, comandados por oficiales norteamericanos.

Los marines desempeñaban diversas tareas: entrenar a la Guardia Nacional,


combatir a Sandino y supervisar las elecciones.

En 1929, se cumplieron las aspiraciones del general José María Moncada de llegar a
la presidencia. Durante su mandato, la persecución a los combatientes sandinistas
recrudeció pues, aparte de la Guardia Nacional, Moncada reclutó un “Ejército
voluntario” jefeado por el mercenario mexicano Juan Escamilla, famoso por su
crueldad.

Una buena parte de estas fuerzas fue desplegada en decenas de campamentos


establecidos en los poblados, fincas y vías de comunicación de las Segovias.

Este ejercito salía en patrullas móviles, armados de fusiles automáticos Browning,


subametralladoras Thompson y lanzagranadas, a cumplir la Orden General N°109
de “lograr contacto y destruir todo grupo de bandidos dentro del área asignada”,
así como sus redes de apoyo y aprovisionamiento.

Los informes diarios de estas patrullas –disponibles a los historiadores en el Archivo


Nacional en Washington, D.C.- revelan que los marines destruyeron las casas,
milpas y animales domésticos de miles de campesinos segovianos, para evitar que
proporcionaran refugio y alimentos a las tropas de Sandino.

Zonas enteras, consideradas retaguardia de los “bandidos”, fueron evacuadas por


la fuerza. Muchos niños y ancianos, reconcentrados temporalmente en los pueblos
bajo control de los marines, sucumbieron a enfermedades provocadas por el
hacinamiento, el frío y la falta de comida.

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La tortura y ejecución sumaria de prisioneros era una práctica común, lo mismo
que el disparar contra civiles desarmados, si huían al toparse con una patrulla en
vez de acatar la orden de alto.

Los reportes diarios del Escuadrón Aéreo del Cuerpo de la Marina –compuesto de
diecinueve bombarderos Falcon, Corsair y Loening- revelan que los pilotos tenían
plena libertad de actuar lanzando bombas y ronda de municiones según su propio
criterio ante situaciones “sospechosas”.

Que eran Situaciones “ sosp


echosas”

La generalidad de los pilotos encontraba “muy sospechoso” que los campesinos


corrieron a esconderse en el bosque cuando los aviones hacían vuelos rasantes
sobre sus casas, lo que justificaba descargar sobre ellos bombas y ráfagas de
ametralladora.

Otros, como el mayor Rowell, también consideraban sospechosos a aquellos que


permanecían inmóviles, mostrando “demasiada” calma ante la proximidad del
avión.

Por su parte, el teniente Williamson, al sobrevolar una villa en Jinotega, encontró


“extremadamente sospechoso” que las familias estuviesen al aire libre en sus
patios y, más aún, que algunos hombres cargaran bebés en sus brazos, por lo que
disparó algunas ráfagas de ametralladora.

El 2 de julio de 1928, una cuadrilla de unos setenta y cinco hombres se hallaba


rozando el camino entre Quibuto y San Juan de Telpaneca; a juicio de un piloto
norteamericano, su estilo de usar el machete era “notoriamente teatral”, por lo
que fueron atacados con bombas y fuego de metralla. La masacre ameritó una
breve investigación al piloto y se archivó el caso.

La guerra de guerrillas

La ofensiva terrestre en las Segovias y, sobre todo, el bombardeo sistemático de


blancos civiles, despertó un profundo odio hacia los norteamericanos.

En marzo de 1928, los combatientes sandinistas cayeron sobre los enclaves


mineros de la región del río Pis Pis, al este de las Segovias.

El 12 de abril de 1928, atacaron dos minas de oro pertenecientes a una empresa


radicada en Pittsburg, de la que Philander Knox era socio mayoritario.
En una nota dirigida al administrador, Sandino advirtió que reduciría a cenizas
todas las propiedades de ciudadanos norteamericanos en Nicaragua, para quitar al
presidente Coolidge el pretexto de tener que enviar tropas a protegerlas.

A inicios de 1931, el EDSN lanzó una amplia ofensiva en la región septentrional del
litoral caribeño.

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Entre marzo y abril de 1931, sus columnas atacaron las minas Neptuno y San
Pedro, así como las plantaciones de banano y los campamentos madereros de la
Bragman’s Bluff Company y de las Satandard Fruit Company, en las cercanías de
Puerto Cabezas.

En mayo de 1931, incursionaron en Chontales y atacan y saquearon la mina El


Jabalí.

Mapa de la presencia de tropas del EDSN

A fines de este año 1931, las columnas


sandinistas lanzaron ataques contra puestos de
la Guardia y emboscaron patrullas de marines
en distintos puntos del territorio: el Rama,
Puerto Cabezas, Estelí, El Sauce e incluso
Chichigalpa, cerca de León.

La desesperación por expulsar al invasor


alimentaba la agresividad de combatientes
campesinos como el temple de Pedro
Altamirano (Pedrón), quien acostumbraba
torturar y mutilar a sus víctimas, para
escarmiento de los marines y sus
colaboradores.

Los Acuerdos de Paz

Solidaridad con Sandino

Los ideales de libertad y justicia social de Sandino, proclamados en centenares de


manifiestos y cartas escritas desde sus campamentos en las Segovias, despertaron
una inmensa solidaridad internacional.

Atravesando selvas y caudalosos ríos, los correos sandinistas hacían llegar estas
cartas hasta los talleres topográficos de la revista Ariel, publicada en Tegucigalpa
por el poeta Froylán Turcios.

Posteriormente, eran reproducidas en el Repertorio Americano, editado en Costa


Rica por Joaquín García Monge, y en Amauta, dirigida por el peruano José Carlos
Mariátegui.

A través de sus páginas, los manifiestos de Sandino se difundieron por todo el


continente, junto a los escritos de José Enrique Rodó, José Vasconcelos, Julio
Antonio Mella, Víctor Raúl Haya de la Torre, y demás forjadores de la idea de una
identidad cultural latinoamericana, opuesta al avasallador materialismo
anglosajón.

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La causa de Sandino y “su pequeño ejército loco” –como le llamaría la poeta
chilena Gabriela Mistral- se convirtió en símbolo de dignidad y de resistencia a la
“política de las cañoneras” del agresivo imperio norteamericano.

Los movimientos de liberación anticolonialistas en todo el mundo seguía con


interés el desarrollo de su lucha.

Su nombre era conocido hasta en el Lejano Oriente: uno de los destacamentos del
ejército del Partido Nacional del Pueblo, se llamó “División Sandino”.

Voluntarios de varias nacionalidades –no sólo latinoamericanos, sino también


europeos e incluso norteamericanos- viajaron hasta las montañas de Nicaragua a
unirse al legendario guerrillero.

Muchos esperaban encontrar un líder fuerte e imponente, de ademanes enérgicos,


pero Sandino era todo lo contrario: delgado, de pequeña estatura, tímido y
sencillo, callado y meditabundo.

Su rostro reflejaba la psicología del hombre hecho para el pensamiento y para la


fantasía, opinó un periodista español.

Al peruano Estaban Pavletich le pareció una mezcla de Trotsky y de San Francisco


de Asís.

Elecciones y desarme

Ante el inminente retiro de los marines, representantes de los partidos liberal y


conservador buscaron una salida política al conflicto. Después de una serie de
negociaciones, acordaron incluir en la Constitución Política el principio de la
representación política de la minoría, lo que garantizaba una cuota de cargos
gubernamentales al partido que resultara derrotado en las elecciones.

Asimismo, se estableció que el candidato presidencial perdedor pasaría


automáticamente a ocupar la presidencia del senado, y se acordó elevar a las
autoridades electorales al rango de un poder independiente dentro del gobierno,
para garantizar la representación de la minoría dentro del mismo.

El 3 de octubre de 1932, los candidatos presidenciales ―Juan Bautista Sacasa por


el partido liberal y Adolfo Díaz por el conservador― acordaron enviar una comisión
bipartita a negociar la paz con Sandino después de las elecciones.

El triunfo electoral correspondió a Sacasa, quien tomó posesión de la presidencia


el 1 de enero de 1933 y, ese mismo mes, Estados Unidos inició el retiro de los
marines.

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Ésta era la condición exigida por Sandino para llegar a un acuerdo de paz, por lo
que las conversaciones entre los representantes del presidente y el líder
guerrillero empezaron de inmediato.

El acuerdo entre el gobierno encabezado por Sacasa y el Ejército Defensor de la


Soberanía Nacional (EDSN), liderado por Sandino, otorgó a este último el control
sobre una región en las riberas del río Coco, donde tendría derecho a organizar
cooperativas agrícolas para sus seguidores.

Asimismo, se le permitió conservar una fuerza armada de cien hombres por un


plazo de un año, al cabo del cual el gobierno tendría la opción de desmovilizarla,
reducir su tamaño o colocarla bajo nuevos oficiales.

El resto de la tropa de Sandino debía entregar todas sus armas a Sofonías


Salvatierra, delegado presidencial en los departamentos del norte, Salvatierra se
había desempeñado como intermediario entre Sacasa y Sandino y disfrutaba de la
confianza del jefe guerrillero.

El 22 de febrero de 1933, Sandino cumplió los compromisos adquiridos y


desmovilizó su ejército en San Rafael del Norte.

La mayoría de los nicaragüenses recibió con satisfacción el acuerdo de cese al


fuego.

El 2 de febrero de 1933, Sandino


llegó a Managua y fue recibido
como un héroe. Miles de personas
se aglomeraron a lo largo del
camino entre el aeropuerto y la
casa presidencial a saludarlo.

Desarme de las tropas sandinistas en San Rafael del


Norte en 1933, después de la firma del convenio de
paz.

En diversos medios de
comunicación se publicaron proclamas emitidas tanto por el partido liberal como el
conservador, en las que se elogiaba la “noble y patriótica actitud” demostrada por
Sandino.

A fin de fortalecer los acuerdos de paz el presidente Sacasa instó al congreso a


otorgar una amnistía general a todos los participantes en la guerra.

La Guardia Nacional y Sandino

Finalmente, después de seis largos años, la guerra civil y la ocupación militar


extranjera habían concluido.

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Sin embargo, aún quedaba sin resolver el problema de la existencia de dos fuerzas
armadas, encabezadas por personas que tenían proyectos políticos muy distintos.

Sin duda, la más poderosa de las dos era la Guardia Nacional, cuya dirección se
hallaba en manos de Anastasio Somoza García.

Juan Bautista Sacasa, había aceptado el nombramiento de Anastasio Somoza


García, como jefe director del ejército, a solicitud de:

a) El expresidente General José María Moncada


b) El general Matthews, jefe de las tropas de ocupación USA
c) Mathew Hanna, embajador de Estados unidos.

A pesar de que la Constitución Política estipulaba que el Presidente de la


República era, a la vez, Comandante General del ejército, Sacasa estaba
consciente de su escaso control sobre la Guardia.

La guardia Nacional, representaba una fuerza muy poderosa en el contexto


nicaragüense, pues contaba con más de 4,000 efectivos, bien equipados con armas
modernas.

Durante el año 1933, se produjeron varios choques armados en las Segovias entre
patrullas de la Guardia Nacional y grupos de combatientes sandinistas. Somoza
acusó a Sandino de incumplir con el proceso de desarme.

Además en los documentos internos del ejército se seguía calificando a los


sandinistas de “bandoleros”, y sus cooperativas agrícolas en la zona del río Coco
eran descritas como “posiciones de elementos enemigos”.

Por su parte, Sandino argumentaba que la Guardia Nacional era una fuerza armada
“inconstitucional”, pues había sido organizada y entrenada por las tropas de
ocupación norteamericana.

En consecuencia, a inicios de 1934, Sandino demandó al gobierno reestructurar el


ejército nicaragüense.
El presidente Sacasa, de temperamento débil, se sentía atrapado entre estos dos
poderes militares.

Somoza exigía el desarme total de los sandinistas y éstos, a su vez, reclamaban el


control exclusivo sobre una parte del territorio del estado.

Procurando ganarse la lealtad de ambos, Sacasa dio armas y municiones a Sandino


para la tropa de cien hombres que se le había permitido conservar según los
acuerdos de paz.

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Al mismo tiempo, intentó congraciarse con Somoza, asignando a la Guardia
Nacional una generosa porción del presupuesto del Estado.

Sin embargo, Somoza comprendía que Sandino era un obstáculo para sus
ambiciones de poder.

El 21 de febrero de 1934, aprovechó un viaje del líder popular a Managua, y lo


capturó cuando salía de cenar con Sacasa en el palacio presidencial.

Después, Sandino fue conducido al aeropuerto de


Managua y fusilado. (Los detalles de su asesinato
los abordaremos en la Dictadura militar
somocista)

El siguiente día, la Guardia cayó sobre las


cooperativas agrícolas sandinistas en el río Coco y
masacró a centenares de personas.

El camino había sido allanado para el surgimiento


de la Dictadura Militar y Dinástica Somocista.

El abrazo de la muerte

Acuerdo sobre los traidores de la Patria

14 de Noviembre de 1927

Cuartel General de los Defensores del Derecho Nacional de Nicaragua

DECRETO:

Augusto C. Sandino, General en Jefe del Ejército Defensor de la Soberanía de


Nicaragua: En uso de las facultades concedidas por el mismo Ejército y en apoyo de
la Constitución Política de la Patria, hago saber a todo el pueblo nicaragüense el
siguiente acuerdo:

Son traidores a la Patria:

a) Todo nicaragüense que con miras políticas trafique con la honra de la Nación
solicitando apoyo oficial de los invasores de la Patria, así como del gobierno
de la Casa Blanca, y el que saliere del país como delegado o representante
del gobierno del traidor Adolfo Díaz.

b) El que haya celebrado pactos secretos con el enemigo, ya sea como jefe
militar o civil.

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c) El que prestare ayuda a los invasores y traidores para asesinar a los patriotas
nicaragüenses que están defendiendo la soberanía de la patria.

d) El que suministrare informes oficiales, ya sea verbal o por escrito,


declarando en contra de los nacionales.

e) El que solicitare protección de los invasores con el pretexto de defender sus


intereses, ya sea nacional o extranjero, le será aplicada la misma pena que
la Constitución Política señala a los traidores a la Patria.

f) Al mismo tiempo, hago saber a la sociedad nicaragüense, al pueblo con


quien los vínculos de espiritualidad me ligan a defender sus derechos, así
como a los extranjeros radicados en el país, que: siendo el Ejército Defensor
de la Soberanía de Nicaragua una institución perfectamente organizada y
disciplinada, dará toda clase de garantías efectivas a nacionales y
extranjeros, siempre que guarden estricta neutralidad.

Dado en El Chipote, a los catorce días del mes de noviembre de mil novecientos
veintisiete.

Patria y Libertad
A. C. Sandino

Frases de Sandino

I. Yo quiero patria libre o morir.

II. El hombre que de su patria no exige un palmo de tierra para su sepultura,


merece ser oído, y no sólo ser oído sino también creído.

III. Nosotros iremos hacia el sol de la libertad o hacia la muerte; y si morimos,


nuestra causa seguirá viviendo. Otros nos seguirán.

IV. Mi mayor honra es surgir del seno de los oprimidos, que son el alma y nervio
de la raza.

V. La soberanía no se discute, se defiende con las armas en la mano.

VI. En uno de aquellos días manifesté a mis amigos que si en Nicaragua hubiera
cien hombres que la amaran tanto como yo, nuestra nación restauraría su
soberanía absoluta. Mis amigos me contestaron que posiblemente habría en
Nicaragua ese número de hombres, o más.

VII. Yo no estoy dispuesto a entregar mis armas en caso de que todos lo hagan.
Yo me haré morir con los pocos que me acompañan porque es preferible
hacernos morir como rebeldes y no vivir como esclavos.

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VIII. Nuestro ejército, por la magnitud de su lucha, constituye una autoridad
moral continental.

IX. Nuestro ejército es el más disciplinado, abnegado y desinteresado en todo el


mundo terrestre, porque tiene conciencia de su alto papel histórico.

X. El amor a mi patria lo he puesto sobre todos los amores y tú debes


convencerte que para ser feliz conmigo, es menester que el sol de la
libertad brille en nuestras frentes.

XI. Los actos de heroísmo de las mujeres que colaboraron en el ejército, no sólo
son muchísimos, sino que además las mayoría requieren largas historias para
explicar los sacrificios que sufrieron y los peligros que enfrentaron por amor
a la patria y todas, campesinas, maestras de escuelas, enfermeras, amas de
casa y aún señoritas de sociedad, rindieron servicios sin los cuales nuestra
guerra no habría sido posible.

XII. Este movimiento es nacional y antiimperialista. Mantenemos la bandera de


libertad para Nicaragua y para toda Hispanoamérica. Por lo demás en el
terreno social, este movimiento es popular.

XIII. De esta manera sangrienta, han sido una vez más castigados los asesinos
extraños y los patricidas que durante tanto tiempo han humillado la
soberanía de mi amada Nicaragua.

XIV. Ya en el teatro de los acontecimientos me encontré con que los dirigentes


políticos, conservadores y liberales son una bola de canallas, cobardes y
traidores, incapaces de poder dirigir a un pueblo patriota y valeroso.

XV. La injusticia no tiene ninguna razón de existir en el Universo, y su


nacimiento fue de la envidia y antagonismo de los hombres, antes de haber
comprendido su espíritu.

XVI. Se nos robaron nuestros derechos sobre el canal. Supuestamente nos


pagaron 3 millones de dólares. Pero de hecho, Nicaragua, o más bien los
bandidos que estaban en control de nuestro gobierno en aquel momento,
gracias a Washington, recibieron unos miserables miles... Las
deliberaciones con respecto a la venta se llevaron a cabo dentro de un
Congreso espurio, a puertas cerradas, vigiladas por tropas del Partido
Conservador apuntaladas por bayonetas yanquis. Hubiera sido mucho
mejor si cada nicaragüense hubiese recibido una galleta de soda y una
sardina. Al menos algunos estómagos hambrientos hubieran saboreado ese
lujo”. Sobre el tratado Chamorro-Bryan

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XVII. “El mundo sería un desequilibrado permitiendo que solo los Estados Unidos
de Norteamérica sean dueños de nuestro Canal, pues sería tanto como
quedar a merced de las decisiones del Coloso del Norte, de quien tendría
que ser tributario....” (Manifiesto de San Albino, 2 de julio de 1927).

XVIII. “En el Convenio definitivo de Paz, debe dejarse constancia que el Ejército
Defensor de la Soberanía Nacional de Nicaragua, pide la revisión de los
tratados Bryan-Chamorro, ... Además, el EDSNN exige que la Ruta Canalera
por Nicaragua ... sean declarados de la Nacionalidad Indohispana”.
(Protocolo de paz, enero de 1933)

XIX. “...considero que el canal nicaragüense debe ser construido por una
empresa accionaria privada, reteniendo el gobierno parte de las acciones, a
cambio de los derechos concedido, para asegurarnos un ingreso futuro en
vez de los prestamos hechos por banqueros en condiciones ruinosas, con lo
que se pudiera construir caminos, trochas ferroviarias, escuelas y mejorar
las condiciones económicas del país”. (Entrevista con Carleton Beals, 1928).

XX. “El proyecto está concebido en una forma que Nicaragua no venderá el
derecho sobre el canal Interoceánico que se trata de abrir en su
territorio...El Canal de Nicaragua debe ser abierto por reclamarlo así la
civilización actual; pero esta apertura no la puede resolver sólo Nicaragua
con los Estados Unidos de Norte América, porque una obra de tal naturaleza
es de alta trascendencia para los habitantes de todo el globo
terrestre......necesita ser consultada toda nuestra América Latina,
Continental y Antillana....se tratará de si conviene o no que solamente con
capital norteamericano sea abierto nuestro Canal en Nicaragua”. (“Carta a
los gobernantes de América: propuesta de una conferencia continental”, 20
de marzo de 1929).

XXI. El primero de Julio de 1927, en la mina de San Albino, en el Jícaro, Ocotal,


Sandino manifiesta por primera vez su visión sobre el Canal Interoceánico en
Nicaragua.

“La civilización exige que se abra el Canal de Nicaragua, pero que se haga
con capital de todo el mundo y no sea exclusivamente de Norte América,
pues por lo menos la mitad del valor de las construcciones deberá ser con
capital de la América Latina y la otra mitad de los demás países del mundo
que desean tener acciones en dicha empresa, y que los Estados Unidos de
Norte América sólo pueden tener los tres millones que les dieron a los
traidores Chamorro, Díaz y Cuadra Pasos”.

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