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T2 Kirsch PDF
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2 INTRODUCCIÓN
Un macizo rocoso es el conjunto de matriz rocosa y las discontinuidades que lo afectan
(fallas, diaclasas). Como es técnicamente imposible modelar analíticamente el
comportamiento de este conjunto, es común considerar que el macizo se comporta como
un C.H.I.L.E., es decir es un medio continuo cuyas propiedades son homogéneas y posee un
comportamiento elástico. Es de gran interés en Minería y obras civiles, recurrir a
aproximaciones que nos permitan conocer cómo se distribuyen los esfuerzos y cómo se
comportará el medio circundante a una faena una vez realicemos un socavón o túnel para
prevenir colapsos.
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3 DISCURSO DEL INPUT
Todo elemento solicitado a carga axial experimenta una deformación no solo en el sentido
de la solicitación (deformación primaria 𝜀𝑥 ), sino también según el eje perpendicular
(deformación secundaria o inducida 𝜀𝑦 , 𝜀𝑧 ), o sea, toda tracción longitudinal con
alargamiento implica una contracción transversal (disminución de la sección del elemento
estirado). El coeficiente de Poisson es una propiedad intrínseca de cada material; es la
relación de la deformación perpendicular a la axial y se define (para cuerpos isótropos)
como:
𝜀𝑥 𝜀𝑧
𝜐=− =
𝜀𝑦 𝜀𝑥
𝜎 = 𝜀𝐸
Donde:
Para modelar la situación antes descrita, haremos uso de la Teoría de elasticidad de Kirsch
(1898), la cual considera como aproximación que el macizo es continuo, es decir, no existen
fallas o diaclasas que lo atraviesen, por lo que nos entregará buenas aproximaciones para
excavaciones a gran profundidad (donde los enormes esfuerzos son capaces de cerrar
discontinuidades). Además consideraremos como condiciones de frontera que no existen
fuerzas de tracción en el macizo, existen desplazamientos en superficie y los esfuerzos
abarcan un campo lejano desde la excavación.
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4 DESARROLLO Y CÁLCULOS
Suponga que se tiene un punto del macizo rocoso a la profundidad ℎ. Si se llama 𝛾𝑛 al peso
volumétrico del macizo sobre el punto, entonces la presión 𝜎𝑉 en dicho lugar está dada por
𝜎𝑉 = 𝛾𝑛 ℎ. Una partícula situada en dicho lugar, tenderá a acortarse verticalmente con una
𝛾𝑛 ℎ 𝜎
deformación unitaria igual a , debido a que 𝜀 = 𝐸, y tenderá a dilatarse horizontalmente
𝐸
𝜐𝛾𝑛 ℎ
con una deformación unitaria igual a . No obstante, como la capa es indefinida, dicha
𝐸
𝜐𝛾𝑛 ℎ
- Alargamiento por compresión vertical, dado por 𝐸
𝐾0 𝛾𝑛 ℎ
- Alargamiento en el sentido que se ha considerado, dado por − 𝐸
𝜐𝐾0 𝛾𝑛 ℎ
- Por empuje en el sentido perpendicular al plano mencionado, dado por 𝐸
Luego:
𝜐𝛾𝑛 ℎ 𝐾0 𝛾𝑛 ℎ 𝜐𝐾0 𝛾𝑛 ℎ
− + =0
𝐸 𝐸 𝐸
𝜐 − 𝐾0 + 𝜐𝐾0 = 0
𝜐
𝐾0 =
1−𝜐
𝜎𝐻
Donde 𝐾0 = .
𝜎𝑉
Así:
𝜐
𝜎𝐻 = 𝜎
1−𝜐 𝑉
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Para poder evaluar el comportamiento de la roca en un túnel o excavación subterránea es
necesaria la deducción de las ecuaciones formuladas por Kirsch en 1898, las cuales fueron
planteadas de acuerdo al siguiente esquema (Ver Fig.1):
Donde:
𝜎0 = Esfuerzo vertical que produce el peso del material por sobre la excavación.
𝜎ℎ𝑜 = Esfuerzo horizontal que produce el macizo rocoso por empuje lateral.
𝜎𝜃 = Esfuerzo tangencial que existe en cualquier punto del perímetro o dentro de la masa
de material que lo rodea.
𝜎𝑟 = Esfuerzo radial que existe dentro de la masa de material que rodea la excavación.
𝜃𝑟 = Esfuerzo cortante que existe dentro de la masa de material que rodea la excavación.
𝜃 = Ángulo que forma la línea radial con la horizontal.
𝑅 = Radio de la excavación.
𝑟 = Radio que permite la ubicación de un punto dentro de la masa de material.
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Las ecuaciones presentadas a continuación son expresiones en coordenadas polares, las
cuales representan los esfuerzos en un plano perpendicular al eje de excavación.
𝑃 𝑅2 𝑅4
𝜎𝜃 = ⌊(1 + 2 ) + (1 + 3 4 ) cos 2𝜃⌋
2 𝑟 𝑟
𝑃 𝑅2 𝑅2 𝑅4
𝜎𝑟 = ⌊(1 − 2 ) − (1 − 4 2 + 3 4 ) cos 2𝜃⌋
2 𝑟 𝑟 𝑟
𝑃 𝑅2 𝑅4
r = ⌊(1 + 2 2 − 3 4 ) sin 2𝜃⌋
2 𝑟 𝑟
𝑃 𝑅2 𝑅4 𝜎ℎ𝑜 𝑅2 𝑅4
𝜎𝜃 = ⌊(1 + 2 ) + (1 + 3 4 ) cos 2𝜃⌋ + [(1 + 2 ) − (1 + 3 4 ) cos 2𝜃]
2 𝑟 𝑟 2 𝑟 𝑟
𝑃 𝑅2 𝑅2 𝑅4 𝜎ℎ𝑜 𝑅2 𝑅2 𝑅4
𝜎𝑟 = ⌊(1 − 2 ) − (1 − 4 2 + 3 4 ) cos 2𝜃⌋ + [(1 − 2 ) + (1 − 4 2 + 3 4 ) cos 2𝜃]
2 𝑟 𝑟 𝑟 2 𝑟 𝑟 𝑟
𝑃 − 𝜎ℎ𝑜 𝑅2 𝑅4
r = ⌊(1 + 2 2 − 3 4 ) sin 2𝜃⌋
2 𝑟 𝑟
Podemos estimar el esfuerzo horizontal 𝜎ℎ𝑜 como un porcentaje del esfuerzo vertical 𝜎𝑜
de tal manera que
𝜎ℎ𝑜 = 𝐾𝑃
Luego, sustituyendo en las ecuaciones anteriores se tiene que:
𝑃 𝑅2 𝑅4
(1
𝜎𝜃 = [(1 + 𝑘) (1 + 2 ) + − 𝑘) (1 + 3 4 ) cos 2𝜃]
2 𝑟 𝑟
𝑃 𝑅2 𝑅2 𝑅4
𝜎𝑟 = [(1 + 𝑘) (1 − 2 ) − (1 − 𝑘) (1 − 4 2 + 3 4 ) cos 2𝜃]
2 𝑟 𝑟 𝑟
𝑃 𝑅2 𝑅4
r = [(1 − 𝑘) (1 + 2 2 − 3 4 ) sin 2𝜃]
2 𝑟 𝑟
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5 DISCURSO DEL OUTPUT
Luego de modelar la situación, y una vez obtenidas las expresiones que gobiernan el
comportamiento de los esfuerzos al realizar un socavón, podemos determinar los puntos
en los cuales la faena presenta riesgos de colapsos o deformaciones peligrosas, ya que al
obtener una expresión que depende sólo del peso del macizo, y de la posición del punto
(gracias a que se usan coordenadas polares esta queda definida solo por un ángulo y la
distancia al centro) podremos calcular el esfuerzo en alguno de los puntos de interés.
𝜎𝑟 = 0
r = 0
Cumpliendo con la tracción nula.
Considerando esfuerzos horizontales de campo lejano:
𝜃 =0; 𝑟→ ∞
𝜎𝜃 = 𝐾𝑃
𝜎𝜃 = 𝑃 Condiciones de borde
r = 0
Como el esfuerzo tangencial máximo y mínimo depende de 𝐾, tendremos que,
Punto 𝐴 𝜃 = 0 → 𝜎𝜃𝐴 = 𝜎𝐴 = 𝑃(3 − 𝐾)
𝜋
Punto 𝐵 𝜃 = → 𝜎𝜃𝐵 = 𝜎𝐵 = 𝑃(3𝐾 − 1)
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Si 𝐾 = 0, entonces:
𝜎𝐴 = 3𝑃
Se desprende entonces que en el punto a es donde se genera el máximo esfuerzo debido a
la excavación ( ver Fig. 2).
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Además
𝜎𝐵 = −𝑃
Lo que significa que el límite inferior de los esfuerzos se da en este punto como indica la
figura 2.
𝐵
𝐴
No obstante, esto es insuficiente para describir el comportamiento del macizo frente a una
alteración ya que solo se basa en propiedades geométricas y no en las características físicas
intrínsecas de la roca.
Debe analizarse la congruencia de los resultados que entrega la relación de Poisson, que
establecía que
𝜐
𝜎𝐻 = 1−𝜐 𝜎𝑉 (1).
El Coeficiente de Poisson fluctúa en el intervalo [0, 0.5] donde un material cuyo módulo de
Poisson tiende a 0, presenta una resistencia nula a la compresión. Por el contrario, si un
material presenta coeficiente cercano a 0.5, entonces hablamos de materiales casi
incompresibles.
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Para el material A (𝜐𝐴 = 0,1) :
𝜎𝐻𝐵 = 0,92𝜎𝑉𝐵 , lo cual nos dice que la reacción horizontal es muy similar a la vertical, por
lo que el material tiende resistir mejor la deformación, ya que esta es más uniforme.
Esta relación presenta el inconveniente de no incluir la geometría del macizo, lo cual la hace
poco realista.
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6 CONCLUSIÓN
El Problema de Kirsch es una herramienta muy potente para modelar el comportamiento
de un macizo rocoso debido a alteraciones en su geometría, ya que pese a suponer que se
trabaja con roca ideal (C.H.I.L.E.) y poseer una solución analítica solo para el caso del círculo,
nos entrega resultados cercanos a lo que ocurre en la realidad. También nos entrega
información difícil de deducir, por ejemplo que los esfuerzos horizontales a los que está
sometido el continuo son mayores que los verticales (contrario a lo que la intuición parece
indicar). También se desprende que al realizar un socavón de geometría circular, los
esfuerzos radiales son nulos cuando el fluido que lo llena es aire, mientras que la carga
tangencial se transforma en la opuesta a la carga aplicada.
Conocer estos datos se torna fundamental a la hora de diseñar faenas que consisten en
alterar macizos de gran masa o a gran profundidad, ya que es bastante riesgoso, y una
buena planificación asegurará tanto la seguridad del personal y los equipos, como el
desarrollo óptimo de la obra ya sea con fines económicos o civiles.
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7 COMENTARIOS
Pese a que no pudimos deducir las expresiones que el Problema de Kirsch entrega como
solución, si pudimos interpretar la información que estas nos entregan y la importancia de
una correcta interpretación de los principios en los que se basa. Sorprende la importancia
que este método adquiere al solo depender de la geometría de la excavación, ya que eso
permite extrapolarla a múltiples situaciones, sin considerar propiedades como la litología
del medio o su composición. Cabe destacar la importancia de trabajar con este tipo de
procedimientos, ya que nos proporcionan herramientas analíticas y fundamentadas que
nos permitirán abordar problemas reales de una manera más simple. No obstante, su
fiabilidad se ve truncada por el hecho de no incluir características propias de la roca con la
que lidiamos, lo que nos induce al error de que todos los macizos se comportarán de la
misma forma sin importar su litología o composición.
Por otra parte, la relación de Poisson nos permite relacionar de manera bastante simple la
generación de esfuerzos horizontales debido a los esfuerzos verticales sobre el macizo, pero
resulta ser una herramienta bastante incompleta ya que solo se basa en una característica
particular del medio y no integra la geometría del macizo como una herramienta de análisis.
Una manera más acertada de abordar estos problemas sería mediante modelos que
incluyan tanto las variables físicas del macizo y sus propiedades intrínsecas, como la
geometría asociada a este, ya que se podrían generar predicciones más acertadas y realistas
al incluir la mayor cantidad de variables que gobiernan el comportamiento del medio.
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