Está en la página 1de 8

CUMPLIENDO EL PROPÓSITO DE DIOS EN LA

AFLICCIÓN

Muchas personas piensan hoy en día que, si estamos con el Señor, Él actuará en la
vida sus vidas con grandes manifestaciones. Esperan prosperidad económica y una
salud inquebrantable.

Se dice, equivocadamente, que la felicidad y la satisfacción son el centro de la vida de


los hijos de Dios, y se ha convertido en el centro de un “evangelio”. Se dice que Dios no
puede actuar en nuestra vida a través de circunstancias difíciles. Y eso tendría que
hacer preguntarnos: “entonces, ¿qué de José, Job, Jeremías, Oseas, Pablo y muchos
otros más?”

Un día, una persona le dijo a mi papá que si no tenía una buena salud era por su falta
de fe. Por diferentes medios escuchamos decir que el sufrimiento no tiene cabida en la
vida de un hijo de Dios. Si el mal viene sobre nosotros, es traído por el pecado o la
falta de fe. Y eso me hace recuerdo a los amigos de Job, que dijeron exactamente lo
mismo.

El gran problema es que, tal vez, estamos dispuestos a escuchar palabras de hombres
y tenerlas por ciertas, como en el tiempo previo a La Reforma, en el que las
“autoridades eclesiásticas” eran detentoras de la verdad, dejando que esas palabras
sean la autoridad para su vida, o tal vez por el simple hecho de no tomar tiempo para
abrir nuestras Biblias.

Me encanta ver en la Palabra de Dios el ejemplo que leemos en Hechos 17:11, de los
hermanos de Berea, que luego de escuchar lo que Pablo enseñaba, iban a las
Escrituras y las estudiaban, para ver si lo que él decía era realmente Palabra de Dios.

En cuanto al sufrimiento, deberíamos ver si tiene cabida en la vida de un hijo de Dios, y


cómo Él puede utilizar una mala situación para bien de sus hijos. Para esto, la Palabra
de Dios debe ser nuestra única y suficiente autoridad y si queremos vivir de acuerdo a
la voluntad de Él, la vamos a escuchar y la vamos a obedecer.

1
Y quiero tomar un pasaje de la parte final del relato de la vida de José, en Génesis
50:10, para ver cómo a través de las situaciones difíciles se pueden CUMPLIR LOS
PROPÓSITOS DE DIOS. Y la Palabra de Dios dice:

Vosotros pensasteis hacerme mal, pero Dios lo Encaminó para bien, para hacer
lo que vemos hoy: mantener con vida a un pueblo numeroso.

Y vamos a estudiar tres puntos en este pasaje que son:

1. Cuando el mal se presenta

2. Dios lo encamina para bien

3. Dios cumple sus propósitos

1. Cuando el mal se presenta. Vosotros pensasteis hacerme mal.

¿De qué mal estaba hablando José? Creo que la mayoría de nosotros conocemos la
historia. Está a partir de Génesis 37.

José era el hijo menor y el consentido de su padre, Jacob. Y la Palabra nos dice que
sus hermanos le aborrecían (37:4). Además, José tuvo dos sueños en los que se veía
que él iba a gobernar sobre sus hermanos su padre y su madre. La Palabra también
dice que su padre tenía estas cosas en mente y sus hermanos le tenían envidia
(37:11).

Luego vemos cómo los hermanos de José planean matarlo, querían deshacerse de él
porque lo veían como una molestia, pero Rubén detuvo el plan y les dijo que no debían
matarlo, sino solo ponerlo en una cisterna, Rubén quería que él vuelva con su padre
(37:12-22)

En el transcurso de todos estos hechos, los hermanos ven una caravana de ismaelitas
comerciante, y Judá tiene la brillante idea de venderlo y los comerciantes se lo llevaron
a Egipto (37:23-28)

Era de ese mal del cual José estaba hablando con sus hermanos. Ellos lo habían
aborrecido, habían tenido envidia y cuando tuvieron la oportunidad trataron de matarlo,
pero al final no lo hicieron sino que lo vendieron como esclavo a sus enemigos.

2
Ellos realmente habían pensado hacerle mal y lo habían hecho. No les importó el
sufrimiento de su padre, no les importó el sufrimiento de José. El hecho es que José
fue llevado a una tierra extraña como esclavo. ¡Qué situación más triste!

Pero José todavía tenía que pasar aun por más malos tiempos. José llegó a Egipto y
fue vendido a Potifar (39:1). Dios estaba con José e hizo prosperar todo lo que hacía y
su dueño vio esto y lo puso a cargo de todo lo que tenía (39:2-6).

Lamentablemente la esposa de Potifar se fijó en José y lo calumnió cuando no hizo lo


que ella quería que haga (39:6-18) y Potifar, creyendo en las calumnias de su mujer
metió a José en la cárcel (39:19-20)

Luego vemos cómo Dios actúa en la vida de José y a través de José en la cárcel y así
llega a interpretar los sueños del faraón y al final José llega a ser el segundo en todo
Egipto (39:21-41:42).

José había vivido cosas que muchos nunca quisiéramos vivir. Había sido vendido
como esclavo, estaba en una tierra completamente desconocida. Tratando de glorificar
a Dios con su trabajo fue calumniado y echado injustamente a la cárcel.
Si tomáramos la lógica de los amigos de Job, o de predicadores que hablan de fe y
prosperidad, que a mi parecer, son muy amigos de los amigos de Job, podríamos decir
que José tuvo que hacer algo para recibir todo ese mal. Sólo los malvados, los que
tienen pecado en su vida pueden sufrir así.
El sufrimiento de José, seguramente habría desalentado a muchos de nosotros. Nos
hubiese puesto en una situación en la que le estaríamos reclamando a Dios el por qué
nos suceden estas cosas, o a hacer un gran análisis en nuestras vidas de por qué Dios
nos está castigando con el mal que nos ha alcanzado o, tal vez, por malos consejos,
tratando de medir nuestra fe.
Y José es solo un ejemplo de cómo Dios permite que pasemos por malos momentos,
que pasemos por sufrimiento, porque Él tiene un propósito en todo esto.
Cuando viene el sufrimiento a nuestras vidas, no quiere decir que a Dios se le salieron
las cosas de control. Dios está en control de todo.
Ahora, el otro lado de la situación es que muchas veces nos vemos como personas que
están sufriendo como José o tal vez como Job porque somos realmente hijos de Dios
ejemplares.
Quiero expresar que yo pienso que no le llego ni a los talones de José o de Job. Me
parece que muchas veces es un concepto mucho más alto del que deberíamos tener
de nosotros el pensar que “estamos pasando las de Job”.

3
La Palabra de Dios es muy clara y nos dice en Romanos 12:3: ... que nadie tenga Más
alto concepto de Sí que el que deba tener; Más bien, que piense con sensatez,
conforme a la medida de la fe que Dios Repartió a cada uno.
Muchas veces el mal va a venir a nosotros por malas decisiones, en resumidas
cuentas, como consecuencia de nuestros pecados.
He tenido que aconsejar a muchas personas que se sienten muy abatidas por el mal
que están pasando y se comparan con Job, pero al hacer un análisis profundo de su
situación vemos que el problema no es que están pasando por una mala situación por
su firmeza en el Señor, sino como consecuencia del pecado que hay en su vida.
¿Por qué fue echado José a la cárcel? Simplemente por una calumnia, no por algo que
él haya hecho.
Pedro es bien claro cuando en su primera carta, en el capítulo 2 los versículo 19 al 24
nos dice que lo aceptable es soportar aflicción injustamente. Y claramente dice el
versículo 20 que cuando pecamos y recibimos las consecuencias (ser abofeteados),
esa aflicción es la que realmente deberíamos recibir.
Pero, si soportamos esa aflicción cuando hacemos el bien, eso realmente para lo que
hemos sido llamados. Y luego nos da el ejemplo de nuestro Señor Jesucristo que
recibió golpes y maldiciones de forma injusta y no respondió de la misma forma, más
bien a través de recibir ese castigo injusto, llegando a morir en la Cruz, proveyó la
salida para los pecadores.
Entonces si alguien está pasando por un tiempo de aflicción, pero como consecuencia
de su pecado, no tiene que compararse con José o con Job, o con Jeremías, o con
cualquier otro siervo de Dios que ha pasado por aflicción, porque su situación es la
consecuencia de su pecado.
Y Pedro nos pone bien en claro que hemos sido llamados a aflicción, a una vida llena
de injusticias, y no a una vida de prosperidad y felicidad, a una vida que no es la vida
que la Palabra predica, sino que ha sido extraída de los anuncios de la televisión, algo
que el mundo propone.

Los hermanos de José trataron de hacer maldad con él pero, ¿qué paso?

2. Dios lo encaminó para bien. ... pero Dios lo Encaminó para bien, para hacer lo que
vemos hoy ...

¡Qué hermosa afirmación! José había podido entender, a través de todo ese tiempo,
que el estaba encaminando todo lo que estaba pasando con un propósito. ¿Por qué
Dios permitió que sus hermanos lo vendieran? Seguramente fue la pregunta de José
hacia Dios, no como un reclamo, sino como una pregunta para entender los propósitos
de Dios.

4
Luego, al llegar a la casa de Potifar, José se dio cuenta que podía dar testimonio de lo
que Dios estaba haciendo en su vida y, a través de su Testimonio, Potifar se dio cuenta
que Jehová estaba con José (39:3). ¿Podía ser ese el propósito de Dios para que José
fuera vendido por sus hermanos?

José estaba ya en una buena situación. A través de su testimonio, esa fea


circunstancia, se había convertido en algo favorable. Aún seguía como esclavo, pero
no tenía el trato que seguramente tenían muchos de los esclavos.

Pero entonces viene la calumnia y José es echado en la cárcel. ¿Qué hizo mal José?
Pues nada. Mas bien hizo todo bien, pero sufrió aflicción haciendo el bien y eso es
agradable a Dios. Fue afligido dando gloria a Dios en su trabajo.

Dios estaba encaminando todo para bien, para que se cumpliera un propósito más
grande. En la cárcel el interpretó los sueños del copero y del panadero de faraón
(40:1-23). Luego de este suceso, José tuvo que estar dos años completos en la cárcel.

Luego de este tiempo, el copero se acordó de José y el faraón hizo que José
interpretara sus sueños y de esta forma el faraón entendió que Dios estaba con José y
que era la mejor persona para gobernar Egipto, y Dios, a través del faraón, exaltó a
José (41:1-49). Dios encaminó todo el mal que habían provocado los hermanos de
José.

Y es hermoso entender que la aflicción es encaminada por Dios para bien. José había
entendido eso y ahora se los estaba diciendo a sus hermanos. Y es un aspecto de la
aflicción que nosotros deberíamos entender

Pablo nos dice de forma explícita lo mismo cuando escribe la carta a la iglesia en
Roma. En Romanos 8:28 dice:

Y sabemos que Dios hace que todas las cosas ayuden para bien a los que le
aman, esto es, a los que son llamados conforme a su Propósito.

Dios hace que todas las cosas nos ayuden a bien, sean cosas malas o cosas buenas a
los que le aman, a los que le temen, a los que confían en Él, es una promesa para sus
hijos. La aflicción será usada para bien en la vida de sus hijos. Y muchas veces no
será para su propio bien, sino para el bien de otros.

Si, José estaba en una posición que tal vez muchos envidiaban, y aun hoy envidiarían,
era el segundo al mando en el país más poderoso de su época, y luego de la

5
prosperidad y la sequía, todos acudían a él. Pero su aflicción había sido encaminada
no para su beneficio.

El propósito de Dios no fue hacer un buen administrador o gobernante de Egipto a


José. Ese era el medio por el cual Dios iba a cumplir su propósito. El fin a cumplir no
era darle prosperidad económica y renombre a José. Eso simplemente era
simplemente e medio por el cual Dios quería llegar a su fin establecido.

De la misma forma, si Dios nos da prosperidad o salud, es simplemente un medio para


que cumplamos su propósito y no el propósito en sí y, lamentablemente, es lo que se
predica hoy en día.

Dios encamina la aflicción para bien. Puede ser para nuestro bien, pero seguro que va
a ser para el bien de otros. Muchas veces pasamos por aflicciones con el único motivo
de luego poder ser apoyo para otras personas que están pasando por una misma
situación.

José estaba mostrando a sus hermanos, que la maldad que habían deseado para él,
Dios la estaba encaminando para bien, para lo que estaban viendo ahora.

José seguramente pasaba día a día pensando qué es lo que Dios quería hacer con
todo lo que había pasado. Tal vez estaba esperando pronto otra aflicción, pero estaba
refugiado en su Señor. Por muchos años quiso saber por qué habían pasado todas
estas cosas.

Seguramente no se sentía totalmente complacido con tener el cargo que tenía, quería
ver el porqué de las cosas en su vida.

Ahora, en ese momento, todo se ponía más claro, veía una luz al final de todo su triste
caminar. Y les dice a sus hermanos: ... pero Dios lo Encaminó para bien, para hacer lo
que vemos hoy.

José había entendido que: 1) Cuando el mal se presenta, 2) Dios lo encamina para
bien y ...

3. Dios cumple sus propósitos ... mantener con vida a un pueblo numeroso.

Dios encaminó todo el mal que José había pasado para bien, para cumplir su
propósito. Y la pregunta que salta en este punto es ¿cuál es su propósito? ¿qué
propósito tenía que cumplir Dios a través de todos estos acontecimientos?

6
Dios había prometido a Abraham darle una descendencia y tierra (Génesis 13:14-18).
Le dijo que iba a tener una familia numerosa como el polvo de la tierra, y que le iba a
darle la tierra de Canaán.

Pero, más aún, la promesa de Génesis 22:18, de la bendición a través de su


descendencia, Cristo, a todas las naciones. Y esa promesa se repetiría a Isaac
(Génesis 26:4) y a Jacob (Génesis 28:14).

Dios estaba cumpliendo su propósito, al encaminar la maldad de los hermanos de


José, para bien, para el bien que estaban viendo ahora, para preservar a los hijos de
Jacob, la descendencia de Abraham y de Isaac. Esta descendencia se iba a convertir
en esas multitudes incontables. A la vez Dios estaba preservando la descendencia de
Abraham, Isaac y Jacob, para que a través de ella llegue el Salvador, Cristo Jesús.

Entonces José les dice a sus hermanos (Génesis 50:21): Ahora pues, no Tengáis miedo.
Yo os sustentaré a vosotros y a vuestros hijos. Así les Confortó y les Habló al Corazón.

¡Qué hermoso! Dios había abierto la última página del libro para José. Le había hecho
entender por qué pasó todos esos males, todos los altos y los bajos en su vida. Le
mostró su propósito. Él quería cumplir la promesa que había hecho a Abraham a Isaac
y a Jacob, de mantener a su gran descendencia.

Más aún, era parte del cumplimiento de la promesa que había hecho a Adán y Eva en
Génesis 3:15 de que de la descendencia de la mujer saldría el Salvador que aplastaría
la cabeza de la serpiente.

Dios estaba cumpliendo parte de su propósito de mantener el pueblo del cual iba a salir
el Salvador. Era la forma en la que Dios estaba preservando la descendencia de
Abraham.

Dios encamina todas las cosas para bien para los que son llamados conforme a su
propósito. Que la aflicción sea encaminada a bien no es, en sí, el propósito de Dios.
Una aflicción encaminada a bien simplemente es el medio por el cual Dios cumple su
propósito.

Cuando vemos a Job sufriendo lo indecible, perdiendo absolutamente todo, el propósito


de Dios no fue restaurarlo y darle luego mayor prosperidad. No era su propósito.

7
Vemos claramente a Satanás, poniendo en duda la obra de Dios en el corazón de Job.
Dios no quería que tomemos la historia de Job como algo en que tenemos que apoyar
nuestros deseos de bienes y poder. Lo que quería mostrarnos es que la obra que Él
hace en nuestro corazón es perfecta. Si Dios había obrado en la vida de Job, él no iba
a renunciar al Señor, nunca le iba a maldecir.

Él quería que nosotros tengamos testimonio, a través de la vida de Job, de que un


corazón regenerado, pase lo que pase, va a seguir mirando al Señor.

El verdadero hijo de Dios no huye de las situaciones de aflicción. El verdadero hijo de


Dios no ve una situación de aflicción injusta como la consecuencia de la falta de fe. El
verdadero hijo de Dios afronta la situación entendiendo que ha sido llamado a eso. El
verdadero hijo de Dios trata de ver, como José, el propósito de Dios para pasar ese
tiempo de aflicción.

Como hijos de Dios, en momentos de aflicción sólo podemos refugiarnos en Él. Vemos
hermosos ejemplos en Salmos de ver a Dios como nuestro único refugio.

Aplicación

Entonces, ¿qué debemos hacer en tiempos de aflicción? Hagamos lo que Dios nos
dice que debemos hacer y lo que vemos como ejemplo de los hijos de Dios en su
Palabra.

Primero, acudamos a su Palabra, porque es la fuente de más grande ánimo. Santiago


nos dice en el capítulo 1, versículos 2 al 5 que: el encontrarnos en diversas pruebas
debemos tenerlo por sumo gozo, ya que la prueba de nuestra fe va a traer paciencia y
esa paciencia va a obrar en nosotros.

Segundo, acudamos a Dios en oración. Nuevamente Santiago nos dice (5:13) que si
estamos afligidos, debemos orar. Y esto está justamente en el contexto de los que
perseveran a través de la aflicción.

Dios nos ha llamado y ese llamado va a traer aflicción. Lo que Él espera de nosotros,
es que afrontemos la aflicción refugiados en Él, buscando su propósito.

También podría gustarte