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“Restituir una imagen real del país”:

la Dirección General de Prensa y Difusión de la


Cancillería argentina y su Centro Piloto en París (1977-1982)

ACEPTO SU PUBLICACIÓN EN ACTAS

Autor: Facundo Fernández Barrio1

Eje temático: “Represión estatal y violencia paraestatal”

Resumen: En este trabajo nos interesa describir el funcionamiento de la Dirección General de


Prensa y Difusión de la Cancillería argentina y de su Centro Piloto en París en dos niveles: su
dimensión prescrita, que configuró a esta área de las Relaciones Exteriores del estado como
instrumento “legal” de la dictadura para su guerra de información y propaganda en el exterior; y su
dimensión clandestina, bajo la cual sirvió como dispositivo facilitador para la vigilancia
extraterritorial de exiliados argentinos y como ámbito de acción para el proyecto político personal
del almirante Emilio Massera, con base en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). A tales
fines, aquí analizaremos los documentos de creación de la DGPyD y el Centro Piloto, sus
organigramas, las resoluciones ministeriales de designación de personal y sus fojas de servicios y
una serie de cables secretos emitidos por la DGPyD en el período señalado. El presente trabajo se
inserta en un interés investigativo más amplio en torno a la actuación del Servicio Exterior
argentino bajo la Doctrina de Seguridad Nacional.

Palabras clave: dictadura - diplomacia - represión - prensa

A partir de 1977, la dictadura argentina se embarcó en el despliegue de una intensa campaña


internacional de propaganda para contrarrestar las denuncias por violaciones a los derechos
humanos que ya se alzaban desde las redes de exiliados en el extranjero. Los militares concibieron
la “guerra de información” como un elemento crucial de su estrategia exterior, uno de cuyos
principales objetivos era evitar el desprestigio del gobierno de facto y el riesgo de un creciente
aislamiento político y diplomático. La dictadura alegó la existencia de una “campaña antiargentina”
por parte de la “acción subversiva” fuera del país y dispuso recursos materiales y normativos para
rebatirla.
Dicho despliegue se instrumentó a través de una reforma de la estructura del Ministerio de
Relaciones Exteriores y Culto, cuya principal novedad fue la creación de una Dirección General de
Prensa y Difusión (DGPyD) que tendría a su cargo la articulación de las acciones propagandísticas

1 Doctorando en Historia (UBA) y becario doctoral UBACyT. Contacto: facundofb@gmail.com


del régimen en el ámbito internacional. A propuesta de la Cancillería, entonces controlada por la
Marina, el general Jorge Rafael Videla firmó la conformación de la DGPyD el 26 de julio de 1977.
El decreto presidencial nº1871 advertía que la “creación de un sistema de difusión destinado a
restituir y mantener una imagen real y positiva de nuestro país en el exterior” era un “imperativo de
gobierno” que debía “afrontarse con la mayor urgencia”2 .
A su vez, el decreto precisaba la misión, las funciones y la dotación de personal de la
DGPyD; y establecía que ésta tendría bajo su órbita a otras tres subestructuras: el Departamento de
Prensa, el Departamento de Difusión al Exterior y el Centro Piloto de París. Las misiones
diplomáticas argentinas en otros países servirían como correa de transmisión de los “esfuerzos
informativos” de la dictadura para corregir su imagen exterior, sobre todo en Europa occidental,
espacio que el régimen identificaba como objetivo principal de la “campaña antiargentina”.
Como ha sido señalado3 , tanto la DGPyD como el Centro Piloto no sólo atendieron dicha
labor propágandistica declamada públicamente sino que además cobijaron operaciones secretas e
irregulares de los represores de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) que se desarrollaron
en simultáneo a las tareas oficiales de ambas dependencias. En el presente trabajo nos interesa
describir el funcionamiento de esta área de las relaciones exteriores del Estado en dos niveles: su
dimensión prescrita, que la configuró como instrumento “legal” de la dictadura para la guerra de
información y propaganda en el exterior; y su dimensión clandestina, bajo la cual sirvió como
dispositivo facilitador para la vigilancia extraterritorial de exiliados argentinos y, al mismo tiempo,
como ámbito de acción para el proyecto político personal del almirante Emilio Massera.
Al enunciar su tesis sobre la doctrina del paralelismo global, a principios de 1981, Emilio
Mignone y Augusto Conte Mc Donnell señalaron la existencia de dos niveles de normatividad
estatal durante el terrorismo de Estado4. El primero se compuso del conjunto de prescripciones y
normas excepcionales que fueron sancionadas para enmarcar la acción represiva que las Fuerzas
Armadas asumieron ante la opinión pública como su prerrogativa. El segundo, de carácter secreto,
abarcó las órdenes y pautas de acción y organización emitidas por la conducción de las Fuerzas
Armadas para perseguir clandestinamente a la disidencia política.
La propuesta conceptual de Mignone y Conte Mc Donnell, formulada hace ya casi cuatro
décadas, sigue funcionando satisfactoriamente como marco teórico para indagar sobre la naturaleza

2 Decreto presidencial nº 1871, Boletín Oficial de la República Argentina nº 23709, 26/7/1977.

3Franco, Marina (2008). El exilio: argentinos en Francia durante la dictadura. Buenos Aires, Siglo Veintiuno, pp.
222-227.

4Mignone, Emilio y Conte Mac Donell, Augusto (1980). La estrategia represiva de la dictadura militar. La doctrina del
paralelismo global. Buenos Aires, Colihue.
y el accionar de ciertas estructuras del aparato del Estado durante el período en cuestión. En cuanto
a la DGPyD, el decreto presidencial que le dio origen formaba parte de ese primer nivel de
normatividad excepcional y pública que la dictadura promulgó para llevar adelante su “guerra
contra la subversión”. La DGPyD se creó invocando “razones de urgencia” que justificaban su
puesta en marcha “independientemente del resto del sistema estructural del Ministerio de
Relaciones Exteriores” e incluso por fuera de prescripciones y disposiciones legales previas que
regían el funcionamiento burocrático de la Cancillería.
A su vez, las actividades clandestinas de los represores de la ESMA bajo el manto de la
DGPyD y de su Centro Piloto en París formaron parte del segundo plano del despliegue represivo,
el de carácter secreto e irregular, cuyo eje vertebrador fue el mecanismo de detención seguida de
desaparición de personas. La DGPyD tuvo articulación directa con el circuito desaparecedor: los
marinos emplearon el trabajo forzado de detenidos-desaparecidos de la ESMA en las oficinas del
Palacio San Martín. Con respecto al Centro Piloto, aunque la evidencia documental disponible por
ahora es fragmentaria, sabemos al menos que sirvió como base de operaciones para la vigilancia
ilegal de militantes políticos exiliados en Europa occidental.
Podría objetarse que la acción clandestina de los represores asignados a la DGPyD, y en
particular al Centro Piloto, no emanaba de algún tipo de planificación centralizada por parte de la
conducción política de la dictadura, sino más bien de las ambiciones de la fracción militar liderada
por Massera, comandante en jefe de la Armada. No obstante, eso no liberaba a dicha acción de la
lógica del paralelismo global enunciada por Mignone y Conte Mc Donnell. Según los propios
autores, el paralelismo se convirtió en “una suerte de asignador de poder político en las cúpulas
militares” que al mismo tiempo “permitió la realización de acciones no previstas y ajenas al plan
antisubversivo”. Ambas circunstancias “derivaban de criterios políticos y tácticos disímiles, de
enfrentamientos dentro del orden establecido, de aspiraciones de poder personal y, en ocasiones, de
ventajas e intereses bastardos y crematísticos”5 .
Aunque a los fines analíticos sea útil distinguir entre los niveles prescrito y clandestino de
nuestro objeto de interés, no puede obviarse que ambas dimensiones coexistieron y se desarrollaron
en forma superpuesta y simultánea, con vinculaciones e interrelaciones estructurales. Es preciso
abarcarlas en un mismo análisis para sacar conclusiones comprensivas. Partiremos de esa premisa
para observar algunos aspectos del funcionamiento de la DGPyD y del Centro Piloto.

5 Ibídem, p. 47.
Nuestro abordaje sobre estas dos dependencias de la Cancillería se inserta en un interés
investigativo más amplio acerca de la actuación del Servicio Exterior argentino bajo la Doctrina de
Seguridad Nacional y, en particular, del modo en que el carácter bifronte del Estado terrorista se
manifestó en la política exterior de la dictadura.

La Dirección General de Prensa y Difusión

Con la firma de Videla, del canciller y vicealmirante Oscar Montes −ex jefe del Grupo de
Tareas 3.3/2 de la ESMA− y de José Martínez de Hoz, el decreto presidencial de 1977 que
conformó la DGPyD inauguró una estrategia de comunicación exterior que la dictadura mantendría
por años. En su primera carilla, el decreto asignaba un rol protagónico a la flamante Dirección al
ordenar que todos los organismos del Estado, incluyendo a los demás ministerios, le comunicaran,
en forma periódica o a requerimiento de la misma, “la información producida en su esfera de
competencia que al ser difundida en el exterior contribuya a mejorar la imagen del país y a
esclarecer a la opinión pública mundial acerca de los problemas argentinos y del esfuerzo que se
realiza para superarlos”6.
El organigrama que acompañaba el decreto colocaba a la DGPyD bajo la órbita directa del
ministro, sin que mediara ninguna subsecretaría. A su vez, ésta repartíría sus tareas entre cuatro
subestructuras. En primer lugar, la DGPyD propiamente dicha, representada exclusivamente por el
Director General. Su misión era asistir al canciller en las relaciones con la prensa. Entre otras
funciones, debía preparar las conferencias de prensa del ministro, escribir notas y comunicados,
emitir un boletín diario a las embajadas en el exterior, analizar la prensa local y extranjera y evaluar
estrategias de difusión pública. En segundo lugar, el Departamento de Prensa, con una planta de 20
empleados, cuya función era el contacto con los medios de comunicación argentinos e
internacionales. En tercer lugar, el Departamento de Difusión al Exterior, con 26 empleados,
encargado de obtener, evaluar, producir y distribuir información destinada a los embajadores
argentinos en el extranjero, para que pudieran “accionar coherentemente en todos los ámbitos que
requieran difundir la real imagen del país”. Por último, el Centro Piloto de París, con una dotación
de 5 personas, cuya misión y funciones describiremos en el próximo apartado.
Es llamativo que, según el cuadro administrativo del decreto, donde se desagregaban las
categorías de empleados para cada subestructura, se requería que sólo 5 de los 52 funcionarios

6 Decreto presidencial nº1871.


totales de la DGPyD fueran personal de carrera diplomática. Aunque no tenemos evidencia
suficiente para aseverarlo, esto podría sugerir que, desde el origen mismo de la DGPyD, sus
creadores pensaban en una estructura flexible que en el futuro pudiera cobijar a personajes no
precisamente diplomáticos.
La creación de las nuevas dependencias ministeriales terminó de instrumentarse con un
documento secreto, la “Directiva nº1 de difusión al exterior”, circulada por la Cancillería veinte días
después del decreto presidencial nº18717 . La Directiva, mucho más extensa y detallada que el
decreto nº1871, llevaba la firma del flamante Director General de Prensa y Difusión, el capitán de
fragata Roberto Pérez Froio, otro represor vinculado a la ESMA, quien a su vez invocaba órdenes
del ministro de Relaciones Exteriores. El texto se envió a los embajadores argentinos en todo el
mundo para que éstos conocieran los modos de acción que a partir de entonces debían implementar
“a efectos de contrarrestar la campaña de desprestigio que ciertos medios de prensa extranjeros
desarrollan en contra de las autoridades nacionales”. El diagnóstico militar era bastante previsible:

La República Argentina es objeto de una intensa campaña de desprestigio a nivel internacional, instrumentada
por bandas terroristas que actuaron en nuestro país y que, actualmente, se encuentran operando en el exterior.
(…) A medida que el terrorista es derrotado política y militarmente en Argentina, busca recomponer su imagen
y ampliar su espacio político: para ello no actúa en grupos terroristas con quien mantienen una relación de alianza
clandestina, sino, muy por el contrario, en la socialdemocracia europea y en menor grado en grupos parlamentarios y
del poder político de los EE.UU., aprovechando la actual coyuntura del Partido Demócrata, que incide sobre la defensa
de los Derechos Humanos.
Como estrategia a desarrollar por los terroristas en el plano internacional y en la búsqueda del deterioro de la
imagen de la Argentina, sus acciones están dirigidas a:
-Presencia en los foros internacionales.
-Lograr solidaridad política, económica y militar.
-Desprestigio del gobierno argentino.
-Aislamiento político del gobierno argentino.
-Congelamiento de créditos en la banca privada e internacional
(…) Teniendo en cuenta las experiencias negativas en algunos países resultantes de las acciones de agencias
extranjeras contratadas, visitas de grupos de periodistas extranjeros programados y la imposibilidad de penetración
directa en los medios de comunicación masivos en el exterior, particularmente EE.UU. y Europa, las misiones
diplomáticas destinadas en el exterior deberán ejecutar las acciones de acuerdo a los siguientes lineamientos:
-Explotar todos los eventos en los que intervienen argentinos en el exterior (Mundial 78, congresos, actos
culturales, etc) buscando mostrar la imagen del país en sus aspectos geográficos, culturales, económicos, potenciales.
-No rebatir los ataques a las distintas áreas del quehacer nacional en forma directa, sino en circunstancias
particulares y cuando se justifique, buscando explotar hechos positivos en dicho ataque.

7 Véase Franco, Marina. El exilio…, op. cit., p. 212.


-Obtener la mayor cantidad de contactos con argentinos o personas ubicadas en los medios de comunicación
masiva, grandes empresas, medios políticos, religiosos, culturales, científicos y otros, para lograr su participación en las
tareas relacionadas con la misión impuesta.
(…) El esfuerzo inicial estará volcado sobre los países de Europa Occidental y los EE.UU., por ser áreas
mundiales donde la campaña de desprestigio ha tomado mayor envergadura8 .

A continuación, la Directiva se explayaba sobre las tareas e instrucciones de coordinación


impuestas a las embajadas: entablar contactos con periodistas y medios, hacer campaña gráfica con
el Mundial 78, mejorar sus boletines informativos, promover visitas de personalidades extranjeras a
la Argentina y viceversa, difundir en el exterior las actividades ministeriales, enviar evaluaciones
semanales de la prensa extranjera. Por último, fijaba una serie de aspectos administrativos relativos
a los recursos materiales dispuestos para la campaña de propaganda conducida por la DGPyD:

La Cancillería establecerá un sistema de créditos, que se asignará a cada representación diplomática, los que
inicialmente se otorgarán a los países prioritarios (Europa Occidental, EE.UU.). Los créditos se administrarán de la
siguiente forma:
1) Se asignará una suma de dinero anual
2) La Cancillería enviará 1/3 de la asignación anual inicialmente.
3) Se irá reponiendo automáticamente a requerimientos de cada misión, debiendo informar en tal circunstancia,
estado de crédito y destino de las inversiones.
Los requerimientos de medios que deben ser adquiridos en el país correspondiente, contratos de trabajo,
agencias, etc., deben ser informados con la correspondiente valorización9 .

En suma, las disposiciones del decreto presidencial nº1871 y de la Directiva de difusión nº1
precisaban con detalle el sentido, la misión, las funciones y las pautas organizativas de la DGPyD,
un organismo prescrito específicamente como instrumento para la guerra de información en el
exterior, elemento clave de la estrategia internacional del régimen militar. Sin embargo, el almirante
Massera tenía planes adicionales para la nueva Dirección.

Los represores de la ESMA en la DGPyD

Varios de los represores de la ESMA que operaron bajo el manto de la DGPyD dejaron
huella burocrática de su paso por la dependencia. Muchos fueron designados en sus cargos
mediante resoluciones ministeriales de carácter “reservado”, firmadas por el canciller y

8 Directiva nº 1 de difusión al exterior. Documento secreto, 15/8/1977, p. 3.

9 Ibídem, p. 8.
promulgadas por la Dirección General de Personal de la Cancillería10. Resulta ilustrativo reconstruir
quiénes fueron los sucesivos directores generales de la DGPyD durante el período dictatorial. Su
primer jefe fue Pérez Froio, quien técnicamente asumió la dirección general de la DGPyD incluso
antes de que ésta fuera creada. La resolución ministerial de su designación, de febrero de 1977,
hacía mención a otra resolución de diciembre de 1976 por la que había sido “creada de forma
experimental” una Dirección de Prensa y Difusión, que había servido como ensayo previo al
lanzamiento formal de la DGPyD que tuvo lugar con el decreto de Videla11.
Para ese momento, la Marina ya había copado toda la estructura de la Cancillería, de
acuerdo con el esquema de reparto tripartito de las funciones de gobierno entre las Fuerzas
Armadas12. Los marinos no sólo había puesto a su segundo ministro −Oscar Montes había sucedido
al vicealmirante César Guzzetti como canciller− sino que también ocupaban subsecretarías,
direcciones generales, direcciones simples y jefaturas departamentales.
Sin embargo, luego del pase a retiro de Massera en septiembre de 1978, el Ministerio de
Relaciones Exteriores entró en un progresivo traspaso de manos de la Marina hacia la Fuerza Aérea.
Luego de la asunción del brigadier Carlos Washington Pastor como canciller, en noviembre de
1978, dos comodoros retirados desembarcaron sucesivamente como directores generales de la
DGPyD: Luis Antonio Nicotra, entre noviembre de 1978 y mayo de 1979, y Julio César Boitier,
entre junio de 1979 y marzo de 198113.
Pero eso no significaba que la banda de la ESMA se hubiera retirado de la estructura de la
DGPyD. Sabemos que el teniente Hugo Damario, represor del Grupo de Tareas 3.3/2, retuvo el
cargo de jefe del Departamento de Prensa de la DGPyD entre enero de 1978 y marzo de 1979,
cuando lo reemplazó el teniente Juan Carlos Rolón, otro torturador de la Escuela de Mecánica,
quien siguió en ese puesto hasta marzo de 198014.

10Las resoluciones de asignación de personal a las que aludiremos de aquí en más, desclasificadas en 2014, están
disponibles para consulta en el Archivo Histórico del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto.

11 Resolución ministerial nº184, 9/2/1977.

12 Canelo, Paula (2016). La política secreta de la última dictadura argentina (1976-1983). Buenos Aires, Edhasa.

13 Resoluciones ministeriales nº 621 y nº 442, 14/5/1979 y 27/03/1981.

14 Resolución ministerial nº 407, 17/4/1979.


Tras la asunción del civil Oscar Héctor Camilión como nuevo canciller15 , en marzo de 1981,
la DGPyD quedó finalmente a cargo de un embajador de carrera, Federico Edhart del Campo16. Por
primera vez en cinco años, la Cancillería por fin cumplía con el requisito legal establecido en el
decreto nº1871 de que el Director General fuera un diplomático profesional.
La DGPyD tuvo articulación directa con el circuito desaparecedor de la ESMA. Luego de su
pase a retiro, a fines de 1978, Massera intensificó algunas de las prácticas y estrategias sobre las que
pivoteaba su proyecto político, muchas de las cuales tenían base en la Escuela de Mecánica. Entre
ellas, el experimento del llamado “staff” de prisioneros: unos cien detenidos-desaparecidos de
origen peronista que recibieron mejores condiciones de detención o régimen de libertad vigiladaa al
tiempo que se les asignaban tareas en colaboración con la campaña personal de Massera. Según
testimonios judiciales de varios sobrevivientes de la ESMA, entre 1977 y 1979, algunos de estos
prisioneros fueron a parar a las oficinas de la DGPyD:

(Elisa Tokar) Un día de mayo de 1978 me dicen: “Bueno, vamos a Relaciones Exteriores”. Yo no tenía ropa
adecuada, pero fui vestida con la ropa que tenía y me presentan ahí al capitán Pérez Froio, que era el responsable de la
Secretaría (sic) de Prensa y Difusión. Una de mis sorpresas fue que el jefe de Difusión era Francis Whamond, que era
mi torturador. Después me muestran otras oficinas. Ahí veo al teniente Damario, que es otro de los personajes que se
presentó el 21 de septiembre o 22 en mi secuestro como Jirafa. Y el teniente (Alejandro) Spinelli, que estaba, digamos,
en Cancillería. La Secretaría de Prensa y Difusión estaba en el Palacio San Martín y donde estaba asignada la oficina de
Prensa era un sótano, debajo cual había como otro pequeño sótano donde estaba el teniente Spinelli, le decían Felipe17.

En su declaración durante el Juicio a las Juntas, Miriam Lewin contó que la fracción que
respondía a Massera no sólo controlaba la DGPyD en la Cancillería, sino que además contaba con
una oficina de prensa paralela montada por el propio almirante. Lewin relató que, a principios de
1979, los marinos de la ESMA la pusieron en libertad vigilada para que cumpliera tareas en un
departamento ubicado en la calle Cerrito 1126, a cuatro cuadras del Palacio San Martín, que
trabajaba full time para Massera:

En esas oficinas trabajaban otros periodistas que estaban encargados de la prensa de Massera,
confeccionábamos las gacetillas, se me enviaba a repartirlas a diferentes agencias noticiosas.

15Para una descripción de la figura de Camilión y de su relación con la “familia castrense”, véase Fernández Barrio,
Facundo (2018). “El Servicio Exterior argentino en la represión a la Contraofensiva de Montoneros en Brasil
(1978-1980)”. En D’Antonio, Débora (comp.): Violencia, espionaje y represión estatal. Seis estudios de caso sobre el
pasado reciente argentino. Buenos Aires, Imago Mundi.

16 Foja de servicio de Federico Edhart del Campo, Archivo Histórico del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto.

17 Ver “La conexión francesa”, Página/12, 26/10/2014.


(…). En ese momento se constituye a la vuelta de la oficina de prensa del almirante Massera lo que se podría
denominar una agencia de notas que constaba de un teletipo; ahí trabajaba una ex secuestrada que había pasado a
colaborar activamente con la Marina, de nombre Graciela García Bompland, que con nombre falso trabajó en el
Ministerio de Relaciones Exteriores en la oficina de prensa. También visitaba las oficinas de prensa de Massera otro
secuestrado, Antonio Nelson Latorre.

Cabe señalar que tanto Graciela García, alias “Negrita”, como Antonio Nelson Latorre, alias
“Pelado Diego”, han sido identificados por sobrevivientes de la ESMA como miembros del llamado
“mini staff” de prisioneros que colaboraban activamente con los marinos.

El Centro Piloto de París

Atado desde sus orígenes a la DGPyD, el Centro Piloto de París también fue moldeado por
el decreto presidencial nº1871 y la Directiva nº1 de difusión al exterior. El decreto de creación
establecía que la misión principal del Centro Piloto sería “difundir hechos, circunstancias,
informaciones y material dirigidos a mejorar la imagen argentina, complementando y reforzando el
funcionamiento general del sistema implementado (N. del A.: se refiere a la DGPyD) para expandir
y multiplicar localmente sus alcances”18. La oficina en París debía luego proyectar esa actividad
hacia los demás países de Europa occidental.
Con rango de departamento ministerial, el Centro Piloto se estrenaba con una dotación de
personal de cinco integrantes: jefe del departamento y asistente −ambos debían ser diplomáticos−,
un analista y dos informantes. Entre las funciones declaradas del Centro se encontraban:

-Obtener la información necesaria, evaluarla y adaptarla a los públicos receptores.


-Requerir a tal efecto de la Cancillería los elementos y materiales pertinentes para sumarlos a los que
localmente se consideren relevantes.
-Efectuar estudios sobre las modalidades locales en cuanto a formación de opinión, incidencia de los distintos
medios de difusión e identificación de sectores con actitud favorable o receptiva en lo atinente a la situación argentina.
-Canalizar y difundir la información obtenida mediante la publicación de gacetillas.
-Distribuir material de difusión y propaganda proporcionado por la Secretaría de Información Pública y otras
entidades públicas y privadas.
-Establecer los contactos necesarios con representantes de la prensa local y autoridades oficiales y privadas que
coadyuven al objetivo propuesto.
-Cooperar en la acción cultural desarrollada por la Representación Diplomática19 .

18 Decreto presidencial nº 1871.

19 Ibídem.
La Directiva de difusión nº1 terminó de precisar la naturaleza y las tareas de la nueva oficina
en París. Los militares identificaban por primera vez al área de Europa occidental como “prioritaria
y principal receptora de los ataques” de la “campaña antiargentina”; y anunciaban el inicio de
“acciones coordinadas” en la zona europea que se difundirían desde la embajada argentina en
Francia. Para cumplir con esa tarea, la Directiva ordenaba que la base de comunicaciones de la
representación argentina en Ginebra se utilizara como “receptora” del nuevo sistema de
comunicaciones que tendría como núcleo al Centro Piloto. Al mismo tiempo, mandataba al Centro
para que elaborara estudios sobre formación de opinión, estableciera contactos con periodistas y
autoridades locales y explotara la difusión relativa al Mundial 78, entre otras tareas.
Se estableció además que el Centro Piloto dependería orgánicamente de la DGPyD y
funcionalmente de la embajada argentina en Francia, “de acuerdo a lo ordenado por el Presidente”.
En los meses subsiguientes, esta doble pertenencia no resultaría un dato menor: como veremos,
durante su período de actividad más intensa, el Centro Piloto estuvo tironeado entre el sector de la
Marina que controlaba la DGPyD y el embajador en París, Tomás de Anchorena, alineado
directamente con Videla y su fracción del Ejército.
Existen diferentes versiones sobre la idea primigenia de conformar el Centro Piloto.
Anchorena la ha reclamado como una invención suya. Lo que sí sabemos es que, en marzo de 1977,
un par de meses antes de la inauguración formal del Centro, el embajador en Francia fue anfitrión
de una reunión en París junto a todos sus colegas argentinos asignados a Europa occidental,
convocados para evaluar el estado de las relaciones con los países europeos. En esa oportunidad, la
Cancillería envió a una delegación de alto nivel desde Buenos Aires para que los embajadores se
informaran directamente de las políticas hacia Europa occidental que había en carpeta. Uno de los
miembros de la comitiva fue el capitán Pérez Froio, por entonces jefe de la versión “experimental”
de la DGPyD. Pérez Froio viajaría en otra comisión de servicio a París un par de meses más tarde,
apenas unos días antes de que se promulgara el decreto presidencial de creación del Centro Piloto20.
Sea como fuera, Anchorena y los demás funcionarios diplomáticos de la embajada en
Francia se enterarían pronto de que el almirante Massera tenía sus propios planes para la nueva
oficina en París. Desde fines de 1977, Massera empezó a autopromoverse en la escena internacional
como un militar aperturista y capaz de sacar al gobierno argentino del inmovilismo político en el
que estaba cayendo21 . París era un punto clave para el despliegue de su estrategia de imagen en
Europa. Desde sus primeros meses de funcionamiento, el Centro Piloto fue concebido por Massera

20 Resoluciones ministeriales nº 408 y nº 293 (secreta), 8/3/1977 y 13/7/1977.

21 Uriarte, Claudio (1991). Almirante Cero. Buenos Aires, Planeta.


como un puntal de su proyecto político, útil para tareas de lobby y propaganda en su favor en
medios políticos, sociales y culturales europeos.

Los represores de la ESMA en el Centro Piloto

Quienes se hicieron cargo de la nueva oficina fueron los represores y torturadores del Grupo
de Tareas 3.3/2 de la ESMA. Algunos de ellos desembarcaron en Francia en forma clandestina y
con identidades falsas: el capitán Jorge Perrén, el capitán Alfredo Astiz, el teniente Antonio
Pernía22 . Otros, en cambio, lo hicieron bajo la cobertura “legal” de la Cancillería.
El 12 de enero de 1978, una resolución ministerial autorizó el desplazamiento a París del
capitán Eugenio Bautista Vilardo y el teniente Enrique Yon para asumir “la organización del Centro
de Difusión Argentina en París (N. del A.: se trata de otra denominación del Centro Piloto) y sus
actividades conexas”23. La resolución subrayaba que esa tarea no podía “ser absorbida por el
personal de la embajada que se encuentra recargado por sus tareas específicas”, lo que convertía al
traslado de Vilardo y Yon en una cuestión de “vital importancia”. Una vez más, dos represores
vinculados a la Escuela de Mecánica dejaban registro burocrático de su paso por el área de
Relaciones Exteriores. Cuando llegaron a Francia, Vilardo y Yon incluso fueron promovidos a los
rangos de consejero y secretario de primera clase de la embajada respectivamente24. En la
Cancillería obra registro de que ambos marinos permanecieron en sus pus puestos en el Centro
Piloto hasta mediados de 197925. Lo cual confirma que, al igual que en las oficinas de la DGPyD en
Buenos Aires, la banda de la ESMA mantuvo su presencia en París incluso después del cambio de
mando en el Ministerio de Relaciones Exteriores en favor de la Fuerza Aérea.
Hasta aquí nos hemos referido a aspectos del funcionamiento del Centro Piloto
relativamente documentados26. Sin embargo, la evidencia aún sigue siendo escasa y fragmentaria
cuando se trata de reconstruir otra faceta del accionar del Centro: las operaciones de vigilancia y
persecución extraterritorial contra exiliados políticos llevadas a cabo por los marinos en París.
Aunque ni siquiera conocemos su alcance y dimensión reales, sí está probado que al menos un

22 Así lo admitió el represor Perrén en una declaración judicial poco antes de su muerte.

23 Resolución ministerial nº 99, 12/1/1978.

24 Resolución ministerial nº 1047, 16/6/1978.

25 Cable secreto nº 249, Archivo Histórico del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, 27/03/1979.

26A este respecto, ha sido clave la tarea reciente de desclasificación emprendida por la Comisión de Relevamiento
para la Recuperación de la Memoria Histórica del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto.
miembro del Grupo de Tareas 3.3/2 de la Escuela de Mecánica, Alfredo Astiz, se infiltró con
identidad falsa en las redes parisinas de emigrados argentinos27.
Además de los represores de la ESMA, un puñado de prisioneros del “staff” también pasó
por el Centro Piloto durante 1979. A principios de ese año, la conducción en retirada de la Escuela
de Mecánica había empezado a desmantelar al grupo selecto de detenidos, y muchos de ellos fueron
llevados al exterior. Miriam Lewin testimonió, por ejemplo, que Mercedes Inés Carazzo, cuadro de
Montoneros, recaló en la oficina en París:

La función que cumplía (Carazzo) en el Centro Piloto de París se podría denominar de relaciones públicas; el
propósito del Centro Piloto era el mejoramiento de la imagen argentina en el exterior, de manera que esta gente se
dedicaba en su mayor parte a tener contactos con la prensa; creo que hasta han publicado un denomimado dossier-
informe sobre el terrorismo en la Argentina. Contactos con partidos políticos… ese tipo de cosas28.

La actividad paralela y clandestina de los represores de la ESMA en Francia, completamente


autónoma de las líneas de acción que proponía el personal diplomático de embajada argentina,
pronto generó tensiones con el embajador Anchorena y, en particular, con una integrante del staff de
la embajada: Elena Holmberg. No nos referiremos aquí a los pormenores del famoso caso
Holmberg29 . Baste con subrayar dos cuestiones relevantes. En primer lugar, existen elementos
suficientes para suponer que la trama del asesinato de la funcionaria −proveniente de una familia
ligada al sector videlista del Ejército− estuvo vinculada a su oposición activa al despliegue de
Massera en Europa occidental, que incluía un acercamiento con sectores del peronismo y, según
versiones nunca corroboradas, con la conducción de Montoneros. En segundo lugar, el asesinato de
Holmberg prefiguró las dificultades insalvables que pronto enfrentaría el extravagante proyecto
político de los marinos liderados por Massera.

Después de Massera

¿Qué ocurrió con la DGPyD y el Centro Piloto una vez liquidado el proyecto de Massera?
En cuanto a la DGPyD, hallamos evidencia documental de que prosiguió con su misión original de

27 Ver “La infiltración”, Página/12, 13/9/2009.

28Testimonio de Miriam Lewin en el Juicio a las Juntas Militares, 18/7/1985.


Disponible en www.desaparecidos.org/nuncamas/web/testimon/lewin.htm

Para una aproximación bastante actualizada al caso Holmberg, véase Basconi, Andrea (2012). Elena Holmberg. La
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mujer que sabía demasiado. Buenos Aires, Sudamericana.


propaganda exterior al menos hasta principios de 1982, primero bajo la gestión de la Fuerza Aérea y
luego de la diplomacia civil de la Cancillería. En agosto de 1980, por ejemplo, intervino para
transmitir a las embajadas en el exterior la versión falsa del gobierno militar sobre el asesinato de
Noemí Gianetti de Molfino30. Luego, durante 1981, la DGPyD dirigió parte de sus esfuerzos a
contrarrestar las denuncias sobre una intervención militar argentina en Centroamérica con presencia
de oficiales y suboficiales de las Fuerzas Armadas31.
Pero vale aún más detenerse en el devenir del Centro Piloto de París luego de la retirada de
Massera y de la banda de la ESMA. En su tesis doctoral, Marina Franco rastreó los últimos indicios
de actividad visible del Centro Piloto y los ubicó a fines de 197932. Para ese momento estaba claro
que el proyecto de Massera había naufragado; y los marinos ya habían desarmado el “staff” de la
ESMA y enviado a algunos de los prisioneros al exterior.
Sin embargo, a la luz de documentos desclasificados recientemente por la Cancillería, hoy
sabemos que el Centro de Piloto de París existió al menos hasta febrero de 1982. No conocemos qué
nivel de operatividad tenía para ese entonces ni qué funciones específicas seguía cumpliendo, pero
su pervivencia como estructura ministerial hasta esa fecha es un dato cierto.
Lo sabemos porque el Centro Piloto mantuvo dotación de personal. El 11 de febrero de
1982, el recién asumido canciller Nicanor Costa Méndez firmó una resolución por la que ampliaba
“el plazo de permanencia en el Centro Piloto en París hasta el 31 de julio de 1982, para que el
funcionario del agrupamiento administrativo categoría 21, Dña. María Emilia Negri Beltrán,
cumplimente su traslado a la República”33. Según hemos podido averiguar en su legajo personal,
Negri Beltrán era una traductora que pertenecía desde hacía varios años a la burocracia civil de la
Cancillería34 . Tras una extensa carrera en distintas áreas del Ministerio, había llegado a jefa del
Departamento de Traducciones a principios de 1977. En septiembre de ese año fue asignada como

30Cable nº 499, 4/8/1980. El cable llevaba la firma del entonces Director General de Prensa y Difusión, el comodoro
Julio César Boitier. Para un análisis del caso Molfino, véase Fernández Barrio, Facundo (2017). “Diplomacia y represión
extraterritorial: la actuación del Servicio Exterior argentino en el ‘caso Molino’”. En Avances del CESOR, nº17, Rosario,
ISHIR.

31 Véase, por ejemplo, cable nº75, 4/5/1981, con la firma del entonces Director General de Prensa y Difusión, el
embajador Federico Edhart del Campo. Para un estudio sobre la intervención militar argentina en Centroamérica y su
vinculación con el Servicio Exterior, véase Rostica, Julieta (2013). “Una agenda de investigación pendiente: la política
exterior de la dictadura militar argentina hacia Guatemala (1976-1983”. En Boletín de la Asociación para el Fomento de
los Estudios Históricos en Centroamérica, nº 59.

32 La autora también menciona otras versiones, de fuentes periodísticas, que indican que el Centro Piloto fue cerrado a
finales de 1980, cuando la Marina perdió el área de Relaciones Exteriores a manos de la Fuerza Aérea.

33 Resolución ministerial nº 133, 11/2/1982.

34 Legajo personal de María Emilia Negri Beltrán, Archivo Histórico del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto.
adscripta a la DGPyD. Poco después, en febrero de 1978, la destinaron al Centro Piloto en Francia,
donde permanecería cuatro años.
El embajador Ernesto Miguel Malpede, diplomático de carrera, también fue destinado al
Centro Piloto el 3 de marzo de 1979 por resolución ministerial35. Regresó a Buenos Aires el 31 de
enero de 1981, según otra resolución reservada y firmada por el entonces canciller Pastor36. Al igual
que Negri Beltrán, Malpede era un funcionario civil y profesional de la Cancillería, que transitó
durante largos años −y bajo diversos gobiernos− distintas áreas del Ministerio de Relaciones
Exteriores37.

Comentario final

El hecho de que Negri Beltrán y Malpede, funcionarios con las trayectoria típicas de dos
burócratas de las Relaciones Exteriores, hayan permanecido en el Centro Piloto varios años más que
los represores de la ESMA sugiere que la estructura en París tuvo una mayor proyección temporal
en su nivel prescrito y pseudolegal que en su dimensión clandestina e irregular: una “sobrevida”
burocrática que excedió al proyecto político de Massera y que se extendió incluso bajo las gestiones
de la Fuerza Aérea y la diplomacia civil en la Cancillería.
Lo mismo puede decirse de la cronología de la DGPyD que hemos reconstruido. Tras la
retirada de la banda de la ESMA, la oficina en Buenos Aires prosiguió varios años más con su
actividad de propaganda exterior, tarea para la cual había sido originalmente creada, bajo las
direcciones sucesivas de dos comodoros y de un civil.
La DGPyD y el Centro Piloto fueron diseñados y prescritos para llevar a cabo una guerra de
información en el extranjero, tarea de importancia estratégica para la política exterior de la
dictadura. La campaña de propaganda internacional era un interés compartido por todas las
fracciones de las Fuerzas Armadas y una prioridad para la conducción del régimen. Eso explica que
ambas oficinas se mantuvieran abiertas −y, al menos en el caso de la DGPyD, también activa−
durante casi todo el período dictatorial.
En cambio, la imbricación de esta área de las Relaciones Exteriores con el circuito
clandestino desaparecedor respondió a lo que Mignone y Conte Mc Donnell definieron como
“acciones no previstas en el plan antisubversivo”, derivadas, en este caso, de las aspiraciones de

35 Resolución ministerial nº 251, 1/3/1979.

36 Resolución ministerial nº 1327, 3/10/1980.

37 37 Legajo personal de Ernesto Miguel Malpede, Archivo Histórico del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto.
poder personal de Emilio Massera. Pero esto no quita que dichas acciones −ajenas a lo que se
preveía, por ejemplo, en el decreto presidencial nº 1871− se desarrollaran en forma superpuesta y
simultánea con las actividades de propaganda declamadas públicamente. A tal punto fue así que los
agentes de dichas acciones dejaron huella burocrática de su paso por el Servicio Exterior argentino.

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