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LA NOVELA DE AVENTURAS
La novela de aventuras es la esencia misma de la ficción, puesto que se gesta con el sencillo
objetivo de entretener. La aventura es aquello que se opone a la rutina, a lo cotidiano, de
ahí su valor. Es la capacidad del protagonista para enfrentarse a riesgos, misterios y
peligros. Por norma, la novela de aventuras cuenta con un final feliz: el héroe, aunque
cansado, logra al fin sus propósitos.
El Género de Aventuras
Se considera que los orígenes del género de aventuras se encuentran
en La Odisea y en La Ilíada de Homero (siglo VIII a. d C.) y, por ende,
en la épica clásica. En la primera, el héroe Ulises lucha por volver a su
hogar en Ítaca tras la Guerra de Troya. He aquí el viaje iniciático del
protagonista que será la base para las futuras aventuras narrativas.
También los cuentos de Las mil y una noches, donde encontramos a
Aladino o Simbad, el marino.
Por lo general, en la novela de aventuras siempre hay un viaje. Un viaje externo que el
protagonista vive, en el que se enfrentará a situaciones comprometidas o peligros, y
Nombre: Elkin Enríquez Villamar
Curso: 8vo Año básica
también un viaje interior que le hará crecer y mejorar hasta alcanzar sus metas. Siempre
será una iniciación en un saber que antes no se tenía.
La acción trepidante es otro rasgo fundamental de este género, así como los diferentes
escenarios y lugares que se suceden, casi siempre exóticos. Los libros de aventuras brindan
la posibilidad de visitar lugares que, de otro modo, sería imposible: el desierto, la jungla,
alta mar, una batalla, etc.
Siglos XIX y XX: Grandes Autores
Fue en el siglo XIX cuando se produjo el auténtico auge de las novelas de aventuras y
donde encontramos las obras maestras del género.
Para empezar: Ivanhoe (1820) de Walter Scott, que cuenta las aventuras del joven caballero
Wilfred de Ivanhoe, quien tras luchar en Tierra Santa con el rey Ricardo Corazón de León,
regresa a una Inglaterra llena de intrigas durante la regencia del príncipe Juan. De algunos
años más tarde, 1838, son Las aventuras de Arthur Gordon Pym, de Edgar Allan Poe, un
relato de aventuras marineras de tipo episódico.
El prolífico Alejandro Dumas nos dejó Los tres mosqueteros (1844) con los inolvidables
D’Artagnan, Athos, Porthos y Aramis, y El conde de Montecristo (1845), donde el joven
Edmond Dantés sufre una cruel traición y fragua su venganza.
Charles Dickens publicó, en 1850, David Copperfield; Alphonse Daudet hizo lo propio en
1872 con su Tartarín de Tarascón. Un año después, el genial Julio Verne presentó La vuelta
al mundo en 80 días. Luego vendría Mark Twain con Las aventuras de Tom Sawyer en
1876, Las aventuras de Huckleberry Finn en 1884 y Un yanki en la corte del rey Arturo en
1889.
Tampoco podemos olvidar a Robert Louis Stevenson y su mítica La isla del tesoro (1883),
ni Las minas del rey Salomón (1885) de H. Rider Haggard. Para cerrar el aventurero siglo
XIX, El corsario negro (1898) de Emilio Salgari y el inquietante viaje a África de Marlow
en El corazón de las tinieblas (1899) de Joseph Conrad.
El género de aventuras continuó en el siglo XX con Las cuatro plumas (1902) de Alfred E.
W. Mason, novela en la que el joven Harry Feversham luchará por reponer su honor
después de desertar del ejército al ser reclamado para defender la colonia británica de
Jartum en África. Dos años después, James Matthew Barry publicó Peter Pan, el niño que
vivía en el País de Nunca Jamás y se negaba a crecer.
La Pimpinela Escarlata (1905) de Emma de Orczy relata la doble vida de sir Percy
Blakeney, quien para unos era un arrogante aristócrata francés de vida frívola, pero que en
realidad se dedicaba a salvar a inocentes del Reinado del Terror tras la Revolución
Francesa. Otro clásico bien explotado por el cine es el Tarzán de los monos (1914)
de Edgar Rice Burroughs, al igual que las peripecias del espadachín Scaramouche (1921)
de Rafael Sabatini.