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Vivimos en un mundo de imágenes que nos transmiten, en muchos casos de manera inconsciente, que

provocan en nosotros ciertos comportamientos, actitudes, sentimientos…Dentro de estas imágenes,


podemos distinguir dos tipos: monosémicas y polisémicas.

Entendemos por imágenes monosémicas, aquellas que tienen un significado obvio y único. Es decir,
imágenes “inocentes” con significado concreto.

Mientras que, aquellas imágenes que nos dicen más cosas que las que muestran, son las polisémicas. Estas
imágenes pueden tener diversos significados. En una imagen la combinación de ciertos elementos es capaz
de provocar en el receptor distintos tipos de interpretaciones. Por lo que, la alteración de un solo elemento,
modificaría el sentido en su totalidad. La polisemia implica una interrogación sobre el sentido de la imagen.
La relación que establecen los objetos de una imagen y el significado de ésta, tienen una estrecha relación
con las proyecciones que realiza el observador, en función del valor social de los objetos y del contexto. Las
interpretaciones que hagan los receptores sobre las imágenes estarán en función de su personalidad,
experiencia previa, nivel educativo, socio – cultural…Es decir, finalmente, los receptores no se muestran
totalmente pasivos a la recepción de imágenes; si no que influyen, en cierta medida, ya sea consciente o
inconscientemente, en la interpretación de la imagen.

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