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Una alternativa de cómo explicar la producción del sentido

de las imágenes.
Antal Leyva pulido
313089318
Problemas de estética.
Prof: Dr. Lomelí Bravo Sebastián.

En este ensayo trataré de dar mi perspectiva sobre la forma en que se podría explicar
cómo las imágenes dicen algo, sobrentendiendo que este “algo” que dicen es y existe a partir
de su relación con los sujetos. Trabajaré sobre la forma como las imágenes se relacionan con
los espectadores, cómo las imágenes se comportan una vez eyectadas al mundo, y cómo las
imágenes pueden decir algo. Asimismo, en relación con lo planteado anteriormente, tocaré
un tema que es importante para mi ensayo, y que es trabajado por W.J.T Mitchel, quien parte
de la pregunta: ¿qué desean las imágenes? Estos puntos me ayudarán a construir una guía de
cómo se puede explicar la producción de sentido de las imágenes. Así, no trataré de dar una
respuesta a qué es lo que dicen las imágenes, ni abarcaré explícitamente cómo es que
producen sentido. Aun cuando tocaré este punto sólo es para lograr explicar mi conclusión
sobre cómo se podría dar una explicación a la producción de sentido de las imágenes. La
imagen no tiene un único sentido o un sentido fijado y éste no se sienta únicamente en la
producción visual.
En este trabajo entenderé a la imagen no sólo en su plano material, sino como
separada de un medio y en relación con el sentido que porta.
¿Por qué retomar la pregunta de W.J.T Mitchel?1 Por el hecho de que trataré de
vincular cómo se comportan las imágenes una vez eyectadas al mundo y cómo se comunican
con el espectador. Así, entendiendo su comportamiento, se puede trazar el sendero mediante
el cual daré respuesta a mi pregunta inicial. Con esta pregunta que retomo de Mitchel es

1
La pregunta: ¿qué desean las imágenes?, es planteada por Mitchel en su texto: W.J.T Mitchel, ¿Qué
quieren realmente las imágenes?”
necesario realizar el ejercicio de ubicar a la imagen como un sujeto, y esto me parece correcto,
ya que no sólo ayuda a responder esta pregunta planteada sino que comparte una
característica que determina la forma en la que veo las imágenes. Esta comprende el cambio
constante del sentido de las imágenes donde pareciera que ellas mismas tienen decisiones
sobre su propia entidad. La imagen tal como la comprendo tiene distintas adopciones pero la
explicación de sus sentidos no descansa en el creador (lo que se vincula de algún modo con
la idea de la “muerte del autor”) sino en la relación con los discursos de los espectadores.
Así, esta comunicación pareciera que se da, más que entre objeto y sujeto, de un sujeto con
otro sujeto. Es un momento donde la imagen produce un sentido que pareciera no es limitado
al sentido que nosotros le damos a la imagen ya que a pesar de que el hombre otorga sentido
la imagen fija los límites del sentido que otorgamos.
Me resulta importante explicar los pasos de la reflexión que me ha llevado a escribir
este ensayo. Ayudarán a guiarlo de una forma más ligera. En una primera instancia entendía
como imagen todo aquello que el hombre producía, y entendía que servía para comunicarse
a partir de un medio visual. La imagen entonces la entendía como aquello que producía el
hombre en tanto producción material que puede ser visualizada y, después, éste la dotaba de
sentido. Un ejemplo de esto son las fotografías, las pinturas, los juguetes e incluso la
vestimenta. Sin embargo concebía esta producción de imágenes y de sentidos como algo
acabado. De alguna forma no estaba equivocado en el hecho de que la imagen es un producto
del hombre. Pero no es un producto del hombre de la forma en la que lo mencioné
anteriormente. La imagen es producida por el hombre ya que una imagen es esa producción
humana que parte de la percepción visual y ha sido simbolizada y dotada de sentido. Así
pues, existen por ejemplo para Belting2 dos tipos de imagen, la imagen interior y la imagen
colectiva.
La imagen interior es aquella que existe en el cuerpo humano como las imágenes que
generamos en nuestra mente, ideas, sueños etc… Las imágenes colectivas son aquellas que
pueden compartir y ver diferentes sujetos de tal forma que los sentidos de las imágenes
cambian. Tanto con los cambios de un sujeto como con los cambios que producen los
diversos espectadores, los cuales poseen prejuicios distintos con los que se enfrentan a las

2
Esto es planteado por Belting en su texto Antropología de la imagen: Hans Belting, Antropología de la
imagen, Kaltz, Buenos Aires 2012.
imágenes. Por todo lo anterior las imágenes no se reducen a las meras producciones
materiales sino que incluyen también a las imágenes que producimos mentalmente.
Las imágenes Tienen una relación con el mundo externo, pero con la diferencia de
que éstas existen a partir de un sentido que les hemos dado, aunque después ese sentido se
transforme. Así pues, pareciera que la imagen del árbol que vi ayer no es el árbol que vi ayer
sino el sentido que le doy a ese árbol. Lo interesante de esto es que ese sentido no está
acabado, ya que una vez generada esa imagen ésta cambia y comienza a resignificarse,
pareciera incluso que a su voluntad.
Esto sucede incluso en las imágenes materiales que creamos, donde éstas cambian su
sentido constantemente, se resignifican y entran en diálogo con el hombre. La imagen no sólo
es capaz de cambiar sino que además genera cambios en el hombre. ¿Se puede hablar
entonces de un poder de la imagen? Más adelante hablaré de esto.
Así pues, la imagen es entendida como un producto del hombre por su percepción
visual y dotación de sentido, en un primer momento, lo que llamaré a eyección de la imagen.
En un segundo momento de la imagen, que explicaré más adelante, está ubicada entonces la
pregunta base de este ensayo. Este segundo momento comprende el comportamiento de la
imagen una vez que circula por los diversos medios y por los cuerpos. Entiendo medios como
ese plano donde la imagen se asienta y se corporeiza.
Procederé de un modo similar al que plantea Belting, ya que hacer el estudio desde
una perspectiva antropológica no ubica al hombre como simple inventor de imágenes, sino
también como un usuario y en su defecto no como un usuario desde la cognición de las
imágenes sino también desde las sensaciones del cuerpo y el ocupamiento de las imágenes
en el cuerpo como medio.
¿Por qué de este modo y no de otro? Podría decantarme por otras formas de explicar
cómo es que producen sentido las imágenes, como desde la teoría de los medios, o explicarla
sin distinguirla del medio, pero esto lleva a problemas donde se confunde cómo hace sentido
una imagen y cómo hace sentido el medio en el que ésta se asienta. Al explicar la imagen con
un enfoque en el medio, las imágenes pueden quedar supeditadas al lenguaje o confundir su
producción de sentido con la producción de sentido del medio. De esta forma entonces no
estamos analizando la producción de sentido de la imagen en sí. Este problema, por ejemplo,
surge con John Berger o Walter Benjamin. En ambos el sentido de las imágenes no es el de
las imágenes en sí, sino el de sus medios, y comprenden una transformación del sentido de
las imágenes por el medio en el que están y las diferentes formas a las que se enfrenta el
espectador con diferentes medios. Sin embargo la imagen en sí no es planteada ni separada
del medio que la porta.
Otra forma es quizás explicarla desde la teoría de los signos. El problema de esto es
que la teoría de los signos reduce las imágenes a símbolos y coloca al sujeto simplemente
desde la parte cognitiva. Olvida que el hombre, en primera instancia, es un cuerpo que tiene
sensaciones. También desde esta perspectiva se reducen las imágenes al lenguaje y se olvida
el comportamiento real que tenemos frente a ellas. Una teoría de los símbolos trata de
explicar las imágenes por medio de aquello que las compone, en lo que podemos visualizar
en primera instancia, y las trata de explicar. Sin embargo, las imágenes no se comportan de
tal manera que podamos reducirlas al lenguaje oral y mantener su sentido en esa explicación.
La imagen se transforma y entra en un discurso con nosotros, en constante cambio.
Pareciera que una vez que la imagen ha sigo generada es capaz de hacerse y deshacerse a su
gusto. Tiene un carácter efímero. Puede ser, tal como Belting nos recuerda, que nosotros, a
partir de nuestra incertidumbre del mundo, desechamos imágenes y produzcamos nuevas. A
partir de que las imágenes son testimonios de nuestras orientaciones como humanos, éstas
son desechadas cuando nuestras orientaciones cambian. Pero ¿no es más bien la imagen la
que se transforma? Pareciera que tenemos la capacidad de desechar las imágenes pero
podríamos entender por otro lado que su carácter efímero está en el sentido que portan, y que
tienen una transformación constante.
Es posible pensar que este sentido es cambiante a raíz de que somos nosotros los que
estamos en constante cambio, y por ende nuestro acercamiento a la imagen es siempre
cambiante. La transformación en la forma de concebirnos a nosotros y al mundo puede ser el
motivo de que la imagen no sea estática sino que sea cambiante a raíz de nuestro propio
cambio.
La imagen no tiene autoría ni huella inicial sino que se refuncionaliza en un constante
cambio. El sentido de la imagen no es algo estable sino que es perecedero ante la
transformación.
Si se piensa así, es inevitable que queramos concebir la imagen como un pseudo
sujeto. Interactuamos con él y él interactúa con nosotros.
Sin embargo, y tal como lo encontramos en el texto de Mitchel, a lo largo de los
estudios que se han hecho sobre la imagen siempre han hablado por ella pero nunca han
permitido que la imagen hable por sí misma. La imagen se comporta como un sujeto que
tiene mucho que decir y sin embargo no lo hemos dejado hablar. Hemos querido hacerlo
hablar a partir de interpretaciones que se reducen a nuestro lenguaje, hemos tratado de
interpretar lo que dice la imagen confundiéndola con el medio en el que se encuentra, hemos
tratado de explicar la imagen sólo reduciéndola a las imágenes “atísticas”, excluyendo todas
las demás, y por ello, el ejercicio que hace Mitchel tratando de hacer hablar a la imagen me
parece atinado.
Preguntar a las imágenes por su deseo es concederle una palabra que no les ha sido
concedida anteriormente. A pesar de esto difiero en la posición de Mitchel donde ubica a las
imágenes como subalternas. Es verdad que las imágenes no han podido hablar por ellas
mismas de sus deseos y eso comprende una importante característica de los subalternos, pero
otra parte es carecer de poder, y las imágenes no carecen de un poder. En cuanto uno se pone
enfrente de una imagen rápidamente ésta descarga todo su ímpetu, dejando tras de sí un
cambio en todo aquel que se enfrenta a ella. Cambia el sujeto y cambia la imagen. Entonces
incluso esto nos invita a pensar que son las mismas imágenes las que, cambiando al sujeto,
generan los cambios en otras imágenes, ya que la forma de generar sentidos de ese hombre
ha cambiado y los sentidos de la imagen pareciera que mutan a partir de esto. Este punto
genera una cuestión que sería importante plantear, aunque no ahondaré en ella más en este
ensayo.
La imagen tiene poder sobre nosotros y es evidente que no podemos dominar a las
imágenes. En primer lugar porque constantemente la imagen cambia y por ello los sentidos
que posee son inestables. Y en segundo lugar porque somos un lugar de imágenes, vivimos
entre imágenes y ellas mismas nos resignifican y nos cambian a nosotros y a aquellas
imágenes que creamos.
Es por eso que es positivo plantear a la imagen como un pseudosujeto, pero no
subalterno. Es importante dejar hablar a las imágenes. Y, si bien a las imágenes les ha faltado
una voz propia para expresar sus deseos y entender mejor cómo es que producen sentido, no
podemos evitar el hecho de que efectivamente tienen un poder sobre nosotros y por ende
tenemos ese ímpetu por tratar de descubrir sus comportamientos.
Hasta aquí lo que puedo ir vislumbrando es: que una forma de explicar cómo se da la
producción de sentido de las imágenes es partiendo de entender que la imagen en una
producción nuestra, que parte de dotar de sentido a aquello que percibimos visualmente. Éste
dotar de sentido estará en constante refuncionalización y en constante cambio a partir de que
nuestras experiencias con la imagen generan nuevos significados y transformaciones. Aquí
entra la importancia de tener conciencia de que la imagen tiene poder, y que éste se nota a
partir de que estas transformaciones no suceden sólo en la imagen sino que afecta también a
los sujetos que la perciben. Este cambio no se encuentra solamente en una experiencia a nivel
cognitivo sino también a nivel sensitivo (del cuerpo). Además de que empuja a una nueva re
significación del entorno ya que la imagen ha resignificado no sólo lo que ve y piensa el
hombre, sino al hombre mismo. El poder de la imagen se encuentra ahí donde entre imágenes
indirectamente se transforman entre sí.
Es por este diálogo que es capaz de entablar la imagen, que debemos de tratarla como
un pseudosujeto, y una vez que la posicionemos en ese lugar, es necesario dejar que hable y
exprese sus deseos. En ese momento se puede estar más cerca de explicar cómo es que una
imagen produce sentido.
Bibliografía:

W.J.T Mitchel, ¿Qué quieren realmente las imágenes? Trad. Javier Fresneda

Hans Belting, Antropología de la imagen, Kaltz, Buenos Aires 2012.

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