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EL PODER JUDICIAL: LA JUSTICIA

Marisa Ramos

1. El concepto de justicia y del Poder Judicial

La justicia es un área pública polimórfica que afecta a órdenes muy diversos de la vida
social, política y económica de un país. Este hecho está en la base de la heterogeneidad
de los acercamientos a los sistemas de justicia: un fenómeno complejo no puede ser
tratado de forma unidimensional, requiriendo aproximaciones apoyadas en diferentes
perspectivas y disciplinas. El primer elemento de complejidad estriba en la propia
consideración de lo que constituye un sistema de justicia. Esta tarea no resulta fácil
puesto que engloba tanto al denominado poder judicial como a todas las instituciones
colaterales que constituyen lo que se conoce como administración de justicia, incluido
el sistema legal. Un segundo elemento de complejidad se manifiesta al aproximarse al
sistema de justicia como un poder que contribuye a configurar el sistema político de un
país, aproximación en la que adquiere centralidad las relaciones del poder judicial con
los otros poderes del Estado. Finalmente, una visión comprehensiva de los sistemas de
justicia requiere que sean contemplados desde la perspectiva de su relación con los
ciudadanos, en términos de derecho ciudadano y de servicio público.

Sin embargo, asumiendo la complejidad del fenómeno, los sistemas de justicia, en


general, y los poderes judiciales en particular, tan sólo en fechas recientes han sido
abordados desde perspectivas multidisciplinares. Durante años, ha sido la perspectiva
jurídica la que ha asumido en exclusiva la tarea de estudiar los poderes judiciales, desde
sus diferentes ramas y con muy diversas aproximaciones. He cambiado la estructura de
la frase: A pesar de la pujanza de la perspectiva neoinstitucional, que enfatizaba la
importancia de las instituciones políticas en los procesos políticos, la Ciencia Política,
por el contrario, tan sólo en las dos últimas décadas ha comenzado a prestar la atención
que requiere una de las instituciones centrales de los sistemas políticos democráticos.
Los efectos continuados de la revolución behaviorista, que apartó por un tiempo a la
disciplina de cualquier planteamiento centrado en aspectos formales, han supuesto que
la cuestión judicial, por sus conexiones además con los análisis propios del Derecho, se
haya evitado como modo de consolidar a la Ciencia Política como disciplina
independiente. Sin embargo, de forma generalizada se acepta que los organismos de
justicia se sitúan en el núcleo de los sistemas democráticos por tres razones
fundamentales:

1. el poder judicial es el garante de la protección de los derechos y libertades


fundamentales que constituyen el rasgo más genuino de las democracias
caracterizadas por el respeto al Estado de Derecho;
2. su adecuado rendimiento permite la interrelación entre poderes del Estado, lo
que da contenido al ejercicio de los pesos y contrapesos que la teoría clásica
definió como rasgo necesario para las democracias representativas; y
3. el eficaz funcionamiento de la administración de justicia da contenido a un
servicio público central y necesario para el adecuado ejercicio de los derechos y
deberes de los ciudadanos en sociedades democráticas.

La ampliación de horizontes que en la última década se ha producido en las ciencias


Sociales se ha traducido en un incremento de la atención al funcionamiento del poder
judicial, su eficacia, el grado de transparencia e independencia, el acceso a la justicia, el

1
respeto a los derechos humanos y la eficiencia, en general, de todo el sistema de justicia.
En buena medida, esta ampliación de la óptica para el estudio del poder judicial vino
promovida por la corriente de análisis que se iniciara en Europa hace unas décadas bajo
el nombre de “Judicial politics”. Frente a la exclusión previa del poder judicial de los
análisis politológicos, autores como Volcasenk (1986), Stone (1992) y Alter y
Meunnier-Aitsahalia (1994) reivindican la necesidad de un estudio comprehensivo de
los sistemas políticos que no margine la cuestión judicial. Desde esta perspectiva, el
poder judicial está moldeado por el entorno político, pero también moldea a este último.
La idea no es retomar análisis formales de tipo constitucional, sino adoptar un punto de
vista dinámico que permita apreciar la interacción entre tribunales de justicia, gobiernos
y legislativos, como proceso que estructura opciones y resultados políticos.

Desde esta óptica ampliada, el centro de atención de los análisis no son únicamente las
estructuras formales relacionadas con la justicia, sino que además se atiende al efectivo
funcionamiento de las mismas. Ello amplía el número de disciplinas -la Ciencia
Política, la Economía y la Sociología entre otras- que, además del Derecho, consideran
relevante el estudio del sistema de justicia 1 . Desde esta opción multidisciplinar, la
evaluación de un sistema de justicia no se limita únicamente al tradicional "poder
judicial", sino que se ocupa de la administración de justicia, de los órganos auxiliares de
la justicia (ministerio público, defensoría pública), del sistema penitenciario, de los
consejos judiciales, de las profesiones legales (abogados), de los usuarios no expertos
(partes del juicio), así como del público en general. Dicho de otro modo, se ha ampliado
el análisis del poder judicial al del sistema de justicia en su conjunto. Así concebido, el
ejercicio de la justicia encaja con una visión multidimensional del Estado como un
conjunto o sistema de instituciones.

Con este giro, la justicia ya no es abordada únicamente como un poder que, en el marco
de la relación con otros poderes (Legislativo y Ejecutivo), deba preocuparse de
delimitar y mantener sus propios límites, en cuyo caso, la independencia del mismo
adquiere un interés central en los análisis 2 .Tampoco es ya sólo un tema exclusivo de
inquietud teórica y práctica por parte de aquellos que son profesionales de la misma. En
la medida en que los afectados por la impartición de justicia han aumentado de forma
significativa, el sistema de justicia pasa a ser estudiado en su perspectiva de función del
Estado, susceptible de ser analizada en los mismos términos y por los mismos
profesionales que estudian y analizan las diferentes instituciones estatales y los derechos
ciudadanos que posibilitan. En otras palabras la cuestión de la justicia como un servicio
público pasa a ocupar un lugar destacable, en el que el centro de atención deja de ser el
profesional de la justicia, básicamente el juez, frente al ciudadano-usuario que adquiere
un gran protagonismo.

1
Entre otros, los trabajos de Hammergren (2002), Cameron (2002) y Jacob, Blankkenburg y otros (1996)
inciden en esta cuestión.
2
Toharia (2002) reflexiona acerca de la espiral independentista, según la cual la independencia de
ejercicio (el hecho de que un juez resuelva un conflicto libre de injerencias impropias) se convierte en
independencia estructural (el conjunto de garantías formales y condiciones estructurales que protegen al
juez y al Poder Judicial de cualquier tipo de intervención o control). Llevada a sus extremos, la pretensión
de “blindar” con garantías estructurales la independencia de ejercicio podría situar al Poder Judicial en
una suerte de flotación institucional, ajeno a todo control, por lo que acabaría siendo más que
independiente, irresponsable. Una concepción tan distorsionada de la independencia llevaría a una
situación en la que, sin la obligación de rendir cuentas, sólo la justicia podría reclutar a la justicia,
organizarla, gobernarla, evaluarla o la sancionarla.

2
Con esta consideración del sistema de justicia como un servicio público adquieren
sentido las perspectivas que tienen como objeto de interés las evaluaciones sobre su
funcionamiento, así como los estudios acerca de cómo mejorarlo y qué medidas tomar
para ello. Para adoptar alguna medida es necesario inicialmente diagnosticar los
problemas, en este caso, evaluar cómo funciona el sistema de justicia; fases propias de
todo diseño de una política pública. El enfoque de políticas públicas resulta
especialmente útil para el análisis de la justicia desde esta mirada, así como los estudios
acerca de las posibilidades de mejora y reforma de las instituciones judiciales (Pastor,
1993). Así se explica que para determinados países se haya desarrollado una
bibliografía muy extensa acerca de los alcances y posibilidades de las reformas
judiciales 3 .

Por lo tanto, contemplamos el sistema de justicia como un conjunto de instituciones que


tienen relevancia tanto como poder político como en su consideración de servicio
público. Desde la primera perspectiva, cobran especial relevancia las cuestiones
referidas a la relación entre poderes (independencia de cada uno de ellos, rendición de
cuentas de unos hacia otros o accountability horizontal y control político entre poderes).
Desde esta óptica, el foco se dirige hacia cuestiones relativas a la eficacia en el
rendimiento del servicio público al que tienen derecho los ciudadanos en calidad de
tales (eficiencia, eficacia y acceso a la justicia). A su vez, también desde esta
consideración como sistema, la justicia tiene impacto directo evidente no sólo en la
calidad del sistema democrático en el que se inserta (en tanto poder político), sino
también en el bienestar de sus ciudadanos y en el desarrollo económico del país.

2. Debates teóricos y líneas de análisis

La diversidad de perspectivas para el análisis de la justicia y el giro en su estudio se


explican a través de diferentes factores, agrupados en torno a dos grandes categorías:
factores políticos y factores socioeconómicos, veamos:

Los factores políticos se insertan en el desarrollo de la idea de democracia como forma


imperante de organización política y contribuyen a dar cuerpo a una concepción de
democracia que trasciende el modelo de democracia de mínimos o poliarquía. Por una
parte, recientes análisis teóricos han señalado que resulta imposible determinar una
frontera precisa entre lo que se denominan derechos políticos (necesarios para la
existencia de un “proceso electoral”) y otros derechos civiles. La razón de ello es que
los derechos políticos (expresión, asociación, movimiento), son segmentos de derechos
civiles más amplios (O´Donnell, 2001), por lo que los derechos de elegir y ser elegido
raramente podrán ser puestos en práctica si los individuos carecen de capacidades que
conciernen al desarrollo humano o no pueden ejercer los derechos básicos universales
(O´Donnell, 2001). Es decir, no sólo la limitación de la libertad de expresión,
asociación, o movimiento restringen o impiden la existencia de un régimen
democrático, también la falta de acceso a la justicia, a la salud, a la educación, así como

3
Este es el caso de los análisis sobre reformas judiciales en América Latina, que han sido objeto de
muchos análisis en las dos últimas décadas. Por citar sólo algunos, ver Buscaglia y Dakolias (1996),
Carothers (2001), Correa Sutil (1999), Dakolias (1996), Domingo (1995), Fruhling (1998), Hammergren
(1998) y Ungar (2002).

3
la pobreza y la desigualdad social restringen severamente el ejercicio de los derechos
políticos.

En consecuencia, la vigencia de una democracia presupone, en cierta medida, la efectiva


protección de los derechos humanos fundamentales. Es preciso, por tanto, superar la
definición de la poliarquía para atender a otros elementos del sistema político. Y entre
estos otros elementos, el sistema de justicia tiene una importancia vital, puesto que es a
través del mismo que los derechos violados o ignorados se hacen efectivos.

Desde otras aproximaciones se ha puesto en evidencia que los requisitos mínimos que
definen una democracia política o “poliarquía” son necesarios para distinguir entre
regímenes democráticos y no democráticos, pero no para distinguir variaciones “entre
democracias políticas” (Altman y Pérez Liñán, 2001). Basta con observar las realidades
de muchos países subdesarrollados y compararlas con la situación en la que viven las
democracias occidentales más avanzadas. En base a estas constataciones, algunos
académicos han propuesto incorporar las dimensiones que definen un Estado de
Derecho al concepto de democracia (O´Donnell, 1999). Junto con los procesos
electorales (con todas sus características: elecciones competitivas, inclusivas,
igualitarias, transparentes, libres e institucionalizadas) y el reconocimiento de los
denominados derechos políticos (libertad de asociación, libertad de expresión, libertad
de creencias, derecho a acceder a fuentes alternativas de información), habría que
contemplar otros atributos, como la independencia judicial, la efectividad de
mecanismos horizontales de rendición de cuentas, el acceso a la justicia, y la eficacia
del sistema de justicia. Cabe destacar, sin embargo, que la bibliografía aún no ha
llegado a un consenso teórico sobre los componentes propios de un Estado de Derecho
que deben ser medidos. Este desacuerdo se refleja en muchos de los análisis empíricos
recientes, donde las comparaciones entre sistemas son difíciles cuando las conclusiones
contemplan diferentes dimensiones en unos casos y en otros.

Parece evidenciarse por lo tanto que todas estas aproximaciones de la teoría democrática
sugieren medir aspectos no incluidos dentro del concepto clásico de poliarquía, sea
mediante el “estiramiento conceptual” del mismo (es decir, mediante la incorporación
de atributos nuevos), o mediante la medición de otros conceptos diferentes. En esa línea
cobran relevancia, entonces, algunas dimensiones propias de un sistema de justicia.

Además de este factor ubicado en el ámbito teórico, en democracias recientes se ha


universalizado el discurso de los derechos humanos y el desarrollo del Estado de
Derecho. Este hecho ha llevado a una mayor conciencia de la importancia de los
derechos humanos por parte de los ciudadanos (incluso de aquellos ciudadanos “en
potencia”, como puede ser el caso en democracias aún incompletas) (Dezalay y Garth,
2002). Se ha generado, por tanto, una nueva cultura cívico jurídica de reclamación de
derechos, (Toharia, 2002; Smulovitz, 2002). En América Latina el redescubrimiento de
los derechos humanos y de la vía jurídica para lograr la justicia surgió en una primera
instancia con el tema de las violaciones a los derechos humanos cometidas bajo las
dictaduras militares. El desenlace que tuvo esta cuestión ha sido objeto de mucho
debate, así como también las consecuencias que la resolución del tema pudiera tener
sobre las perspectivas de fortalecer un Estado de Derecho democrático creíble
(Garretón, 1994; Méndez, 1997).

4
También en el ámbito político, los recientes estudios sobre accountability horizontal o
rendición de cuentas que desarrolla, entre otros 4 , O´Donnell (1999 a y 1999b) es la
clave para generar una visión de la realidad judicial con impacto en los diferentes
niveles de calidad de las democracias. La existencia de canales que articulen el ejercicio
de control entre los poderes que conforman el sistema político es uno de los elementos
clave del buen funcionamiento y calidad de la democracia. Ahora bien, la atención en
materia de “accountability horizontal” se ha centrado en la relación entre poder
ejecutivo y poder legislativo, dejando a un lado el poder judicial. Sin embargo, la
rendición de cuentas debe ser percibida como un ejercicio a tres bandas y con carácter
bidireccional entre los tres poderes. En este sentido rendición de cuentas comprende
capacidad/habilidad y deber de información, justificación y castigo. A es responsable
ante B cuando A está obligado a informar a B sobre sus acciones y decisiones (pasadas o
futuras), justificarlas y sufrir castigo en caso de comportamiento erróneo (Schedler,
1999: 17). Esta concepción de “accountability horizontal” no asume que las instancias
que la ejercen tengan iguales cotas de poder sino que son independientes.

En este mismo ámbito, el denominado proceso de “judicialización de la política” está


justificando en parte los desvelos en torno a la justicia. En parte esto corresponde a un
problema de déficit democrático y crisis de legitimidad del Estado, (O´Donnell, 1999;
Smulovitz, 2002; Toharia, 2002). Cabe resaltar que la incidencia de escándalos de
corrupción en los altos niveles del poder político parece haber aumentado en las últimas
décadas, tanto en Europa como en América Latina, llevando a un mayor protagonismo
de los jueces en la vida pública. El grado en el cual las cortes toman parte en política o
en la elaboración de las leyes o la extensión en la cual las disputas políticas o sociales se
resuelven mediante recursos legales son algunas de las cuestiones que ocupan esta
corriente (Domingo, 2004: 106). El incremento en el interés académico en la relación
entre cortes, leyes y política (Cappelletti, 1989; Smulovitz, 2002; Vallinder, 1994) no
significa necesariamente que éste sea un fenómeno completamente novedoso, sino que
es una característica tanto de democracias establecidas como de democracias recientes.
Sin embargo, los avances tecnológicos, los procesos de urbanización y el aumento de la
complejidad de las funciones estatales ha supuesto un crecimiento del sistema legal que
explica en parte el aumento de la función judicial en varios niveles (Cappelletti, 1989;
Toharia, 2002), creándose una multiplicidad de mecanismos de control judicial dentro
de la administración pública y en la esfera política. Además, ante el aumento de tasas de
delincuencia y crimen, ha cobrado fuerza la preocupación por hacer frente a la
impunidad y a la debilidad del Estado en su tarea de asegurar la seguridad de sus
ciudadanos. Si bien la magnitud del problema no es comparable de unos países a otros,
sí constituye un tema de preocupación pública bastante generalizado y politizado
(Bailey y Chabat, 2002; Tedesco, 2000).

En la esfera económica, también se han aportado explicaciones para este interés por la
justicia. Desde el trabajo seminal de North (1990), el estudio del sistema de justicia ha
cobrado una importancia fundamental para la comprensión y evaluación comparativa de
la economía de los Estados. Según este enfoque, el factor institucional es clave para
entender los costos de transacción entre los agentes económicos: instituciones
ineficientes generan costes de transacción elevados que retraen el comercio y la
especialización de la economía; instituciones eficientes, en cambio, reducen los costes
de transacción, incrementando los intercambios y la especialización. En este sentido, el

4
Ver también Peruzzotti y Smulovitz (2000), Mendez (2000), Schmitter (1999) o Hammergren (2001b).

5
papel que cumple el poder judicial es crucial: es el órgano encargado de ejercer una
función neutral e imparcial en la solución de los conflictos de intereses, garantizando
que los contratos y acuerdos privados se cumplan eficazmente y que, en caso contrario,
se sancione al infractor.

De acuerdo con este enfoque, existiría una relación entre sistemas de justicia ineficaces
y corruptos y subdesarrollo y estancamiento económico. Más específicamente, un grado
alto de independencia y transparencia del poder judicial, estable a través del tiempo,
estaría vinculado con una economía sana y moderna, altamente especializada. Por el
contrario, altos grados de corrupción y gasto público gestionado de forma ineficiente
estarían vinculados con economías estancadas y de baja especialización. Si bien cabe
destacar que el contraste empírico de la teoría de North aún no ha sido llevada a cabo
satisfactoriamente (Messick, 1999), la solidez teórica y argumental de la misma sigue
justificando los desvelos de la reciente Ciencia Política, aportando objetivos de análisis
empíricos que recaen sobre el poder judicial y las instituciones de justicia en general 5 .

En este contexto, el denominado movimiento “Derecho y Desarrollo” aporta reflexiones


sobre los vínculos entre estado de derecho y desarrollo económico que surgió a
mediados de los 60 en el marco de las políticas de cooperación de Estados Unidos para
el desarrollo de África, Asia y América Latina. Este movimiento pretendió analizar
exclusivamente la forma en que podían vincularse los sistemas legales con el proceso de
desarrollo económico. Sus objetivos eran primordialmente prácticos: se pretendía
concebir fórmulas de acción –las reformas legales- para llevar a cabo una
transformación de las condiciones socioeconómicas vigentes en cada país. En la
práctica, promovió un modelo jurídico representado en instituciones especialmente
provenientes de Estados Unidos y un conjunto de métodos de enseñanza del derecho.
Este intento por transplantar modelos no tuvo en cuenta muchas veces las condiciones
específicas de los países receptores, además de que tuvo la resistencia de muchos
actores centrales en la ejecución de los proyectos de reforma (Burgos, 2002: 4).
.
Sin embargo, los vínculos entre el funcionamiento de las instituciones judiciales y el
desarrollo económico han adquirido una nueva pujanza con los intentos, por parte de
organismos internacionales de impulsar reformas que garanticen niveles aceptables de
seguridad jurídica para el adecuado funcionamiento de economías cada vez más
globalizadas. La preocupación por el impacto negativo que pueda tener un Estado de
Derecho débil en el crecimiento económico y el funcionamiento del mercado ha llevado
a que instituciones internacionales como el Banco Mundial y el Banco Interamericano
de Desarrollo (BID) se hayan interesado por el funcionamiento de los organismos de
justicia, sobre todo en países en vías de desarrollo (Domingo y Sieder, 2001). Este
nuevo auge internacional ha sido bautizado como “movimiento para la promoción del
Estado de Derecho 6 ”.

Y sobre estas mismas bases, los análisis que intentan aportar instrumentos teóricos y
metodológicos que hagan posible diagnosticar el rendimiento de las instituciones

5
Véase en ese sentido, Castelar Pinhero, 2001.
6
El movimiento para la promoción del Estado de Derecho se refiere a la oleada de promoción
internacional del Estado de Derecho que comienza a mediados de los 80 en América Latina y que en la
actualidad se ha extendido a Europa del Este, la antigua Unión Soviética, Asia y el África Sub-Sahariana
(Carothers, 2003).

6
judiciales han adquirido centralidad en la Ciencia Política actual. La construcción de
indicadores precisos, posibles y con suficiente capacidad de ofrecer un mapa de
situación en materia de justicia se ha convertido en un reto, así como la utilización de
fuentes de datos fiables y viables 7 .

3. Referencias clásicas
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· Índice de Libertades Civiles, Freedom House, Freedom in the World: The


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http://freedomhouse.org

· Indice de Complejidad de los procesos judiciales, Djankov, La Porta y otros


Lex Mundi Project.
Disponible en http://www.worldbank.org.

7
Ver para este asunto Balir y Hansen (1994), Hammergren (2001), Hemlke (1998) o Ramos, Linares y
Ruiz (2003)

7
· Latinobarómetro. Disponible en http://www.latinobarometro.org

· Barómetro de Gobernabilidad, Consorcio Iberoaméricano de Empresas de


Investigación de Mercados y Asesoramiento, CIMA. Disponible en
http://cimaiberoamerica.com

· Banco Mundial World Business Environment Survey – The Voice of the Firms.
WBES 2000. Disponible en http://info.worldbank.org/governance/wbes

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http://www.weforum.org

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Heritage Foundation, Wall Street Journal. Disponible en http://heritage.org

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· Minorities at Risk (MAR) Project.


Disponible en http://cidcm.umd.edu/inscr/mar/

· Centro Latinoamericano de Administración Pública (CLAD). Disponible en


http://www.clad.org

5. Ejercicios prácticos

Ejercicio 1. Con el fin de ilustrar la polisemia del concepto de justicia y las instituciones
políticas relacionadas con la misma, se trata de que cada miembro del grupo defina qué
entiende por justicia, por poder judicial y por sistema de justicia con el fin de plasmar
las posibles diferencias entre estos conceptos.

Ejercicio 2. Escribe los atributos o características ideales que crees que debe tener un
sistema de justicia para que funcione adecuadamente ¿En que tendrías que fijarte para
comprobar el grado de consecución de los mismos? En otros términos, ¿qué indicadores
te servirían para diagnosticar un sistema de justicia?

8
Ejercicio 3. Haciendo el seguimiento de la prensa durante un mes, identifica noticias
que te sirvan para contrastar la hipótesis de la judicialización de la política en España.

Ejercicio 4. En países con procesos de transición a la Democracia en su historia reciente


(como Chile y Argentina), analiza cuál ha sido el papel de la Justicia: ¿Cómplices,
colaboradores, neutralidad legalista… ? Razona tu respuesta.

Ejercicio 5. Explica cómo pueden incidir los problemas de desarrollo y la debilidad del
Estado de Derecho en el acceso a la justicia por parte de los ciudadanos.

6- Señala cuáles son los elementos que conforman un “Sistema de Justicia”:


a) El Poder Judicial
b) La Administración de Justicia
c) El sistema legal.
d) a y b son correctas.
e) Todas las anteriores son correctas.

7- ¿Cuál de las siguientes afirmaciones no se corresponde con la corriente de análisis


denominada “Judicial Politics”?
a) Poder judicial modelado por el entorno político
b) Poder político modelado por el poder judicial
c) Estudio reducido al ámbito de las estructuras meramente formales
relacionadas con la justicia
d) Análisis de la dinámica de interacción entre tribunales, gobiernos y
lgislativos
e) Todas las anteriores son correctas.

8- ¿Cuál de las siguientes afirmaciones NO es correcta respecto a los organismos de


justicia y el Poder Judicial ?
a) Es garante de derechos y libertades fundamentales
b) Su adecuado funcionamiento da contenido al ejercicio de pesos y contrapesos
c) La Administración de Justicia es un servicio público necesario en una
sociedad democrática.
d) Le corresponde en exclusiva la fiscalización de los otros dos poderes.
e) Su buen funcionamiento reduce los costos de transacción en la economía

9- En las distintas líneas de análisis sobre el Poder Judicial y la Justicia, señala cuál de
los siguientes autores NO está correctamente catalogado:

a) VOLKASENK: estudio de los sistemas políticos sin marginar la cuestión


judicial.
b) STONE: análisis de la interacción entre tribunales, gobiernos y legislativos
c) TOHARIA: nueva cultura cívico jurídica de reclamación de derechos
d) DOMINGO: papel de la justicia como actor que interviene en disputas
políticas o en la elaboración de leyes
e) Todas son correctas

9
10- Señala cuál de los siguientes aspectos NO es una dimensión de accountability
horizontal.
a) Rendición de cuentas entre poderes.
b) Eficacia en el rendimiento del servicio público al que tienen derecho los
ciudadanos: por ejemplo el derecho de acceso a la justicia.
c) Fiscalización del Legislativo por parte del Poder Judicial.
d) Fiscalización del Ejecutivo por parte del Poder Judicial.
e) Rendición periódica de cuentas ante las urnas por parte de los representantes
políticos.

6. Bibliografía

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