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Psicología de las emociones


Autor: Natalia Muñoz Hernández

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Presentación del curso


Pensar, actuar y sentir son las tres acciones que integran la personalidad del ser
humano y lo definen en esencia. El estudio de la emotividad es, por tanto, un
aspecto fundamental para entender el comportamiento de los sujetos y poder
interpretar su manera de actuar.

La tristeza, la alegría, el resentimiento, la vergüenza, la soledad, la impotencia, la


melancolía, la compasión, la atracción, el enamoramiento... todas estas sensaciones
son, casi seguro, experimentadas por cada sujeto a lo largo de su vida. Son
emociones que nos separan y nos unen unos con otros, que nos hacen entrar en
conflicto, que nos hacen disfrutar, pero también padecer. Pero ¿cómo se producen?
¿Qué partes del cerebro intervienen en el proceso emocional? ¿Dependen de uno
mismo o son incontrolables? ¿Qué repercusiones pueden tener en la salud y el
estado psicológico del sujeto?. En este curso te daremos las respuestas a estas
cuestiones y a muchas otras.

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1. Introducción

Pensar, actuar y sentir son las tres acciones que integran la personalidad del ser
humano y lo definen en esencia. El estudio de la emotividad es, por tanto, un
aspecto fundamental para entender el comportamiento de los sujetos y poder
interpretar su manera de actuar.
La tristeza, la alegría, el resentimiento, la vergüenza, la soledad, la impotencia, la
melancolía, la compasión, la atracción, el enamoramiento... todas estas sensaciones
son, casi seguro, experimentadas por cada sujeto a lo largo de su vida. Son
emociones que nos separan y nos unen unos con otros, que nos hacen entrar en
conflicto, que nos hacen disfrutar, pero también padecer. Por ello me parece
interesante estudiar una serie de cuestiones sobre: ¿Cómo se producen? ¿Qué partes
del cerebro intervienen en el proceso emocional? ¿Dependen de uno mismo o son
incontrolables? ¿Qué repercusiones pueden tener en la salud y el estado psicológico
del sujeto? ¿En el mundo deshumanizado que nos rodea, donde cada cual va por
libre, a veces el control de las emociones es necesario para vivir en "armonía", pero
cómo se consigue? A estas y otras muchas preguntas intentaré buscar solución con
la presente investigación.
El trabajo, que tiene como objetivo primordial indagar en el tema de la emotividad
de los sujetos, se divide en distintos apartados. El primer apartado temático aporta
varias definiciones del concepto "emoción", que otorgan relevancia a aspectos
diferenciados. En última instancia, recoge la definición expresada por Bisquerra, que
parece ser la más interesante por su carácter integrador.
El apartado número tres presenta dos modelos de clasificación de los fenómenos
afectivos, el propuesto por Marina, en su obra Clasificación de los fenómenos
sentimentales, y el de Enrique Rojas, autor de la obra Una teoría de la felicidad
(1985).
El apartado titulado El proceso emocional se centra en el estudio de las etapas que
componen dicho proceso, des de la captación de los estímulos hasta la
comunicación de las emociones por parte del sujeto.
El quinto apartado expone las características conductuales, psicofisiológicas y
cognitivas de la emotividad, mientras que el sexto trata sobre el desarrollo
emocional des de la infancia, esencial para definir los estilos afectivos que
acompañaran a los sujetos durante toda su trayectoria vital.
Los puntos siete y ocho desarrollan el tema de los estados emocionales positivos y
negativos, respectivamente, y posteriormente, el último apartado nos introduce en
el concepto Inteligencia emocional, de Daniel Goleman, y trata sobre aspectos
biológicos del sistema límbico.
El trabajo concluye con una conclusión que resume los aspectos más destacados de
la investigación.
Para acabar, decir que espero que quien tenga la oportunidad de leer este trabajo
disfrute tanto como yo he disfrutado haciéndolo.

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2. ¿Qué se entiende por el término "emoción"?

En este primer apartado intentaré buscar una definición para el término "emoción",
procedente del latín emotional, que significa "acto de remover".
Existen tantas definiciones como autores, que dependen de los modelos o
paradigmas que estos sustentan. De este modo, las teorías conductistas de Watson y
Skinner, expuestas en la obra Inteligencia emocional. Aplicaciones educativas
(2000), definen la emoción como: una predisposición a actuar de una determinada
manera , haciendo hincapié en la acción que el sujeto lleva a cabo a posteriori,
mientras que otros autores, como Cristóbal, autor de la obra Controlar las
emociones (1996), se centran más en los componentes psicofisiológicos y definen el
término como: una respuesta somática, caracterizada por alteraciones en la
temperatura de la piel, cambios en la distribución de la sangre, alteración del ritmo
cardíaco, modificación de la respiración, respuesta pupilar lenta, secreción salivar
anormal, movilidad gastrointestinal, tensión muscular y sudor helado .
Para definir las llamadas "emociones básicas" las explicaciones se centran en el
peso específico que poseen las estructuras cerebrales. Las emociones básicas son
estados discretos del organismo, determinados genéticamente y regulados por
estructuras nerviosas subcorticales, que tienen un valor adaptativo para los
individuos bajo determinadas circunstancias estimulares. Son consecuencia de la
actividad de determinados circuitos neuronales del hipotálamo y del sistema
límbico, desarrollados en las primeras etapas de la evolución del cerebro de los
mamíferos para responder de forma incondicionada ante estímulos de especial
relevancia para la supervivencia de los individuos. Pero, acerca del desarrollo
emocional de los sujetos tratar en otro apartado más adelante. Daniel Goleman,
autor delBest-seller titulado Inteligencia emocional en 1995, aporta una nueva
definición del término emoción: se refiere a un sentimiento y a los pensamientos,
los estados biológicos, los estados psicológicos y el tipo de tendencias a la acción
que lo caracterizan.
Esta definición parte del concepto "sentimiento", que (según el Diccionario de la Real
Academia de la Lengua Española) es un estado afectivo del ánimo producido por
causas que lo impresionan vivamente. Es a partir del sentimiento que se desarrollan
los aspectos biológicos, psicológicos y conductuales, pero esta definición no nos
aporta más información al respecto. Una definición muy completa por su carácter
integrador es la de Bisquerra, extraída de la obra Educación emocional y bienestar
(segunda edición del año 2000),según la cual: Las emociones son reacciones a las
informaciones que recibimos en nuestras relaciones con el entorno. La intensidad
está en función de las evaluaciones subjetivas que realizamos sobre cómo la
información recibida va a afectar a nuestro bienestar. En estas evaluaciones
subjetivas intervienen conocimientos previos, creencias, objetivos personales,
percepción de ambiente provocativo, etc. Una emoción depende de lo que es
importante para nosotros. Si la emoción es muy intensa puede producir
disfunciones intelectuales o trastornos emocionales (fobia, estrés, depresión). Esta
aproximación al concepto que nos ocupa parece ser la más completa de las
seleccionadas, ya que contempla aspectos como el entorno, la percepción individual
de la realidad que tienen los distintos sujetos, el conocimiento previo y los intereses
o aspiraciones, y como todos estos factores pueden afectar a la conducta humana
en forma de trastornos o disfunciones.

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3. Clasificación de los fenómenos afectivos

Para establecer una clasificación de los fenómenos afectivos es interesante, previamente,


diferenciar entre los conceptos "estado de ánimo" y "estado emocional".
- El estado de ánimoes un estado emocional de mayor duración que la propia emoción,
pero sin las manifestaciones psicofisiológicas y conductuales que ésta origina. La cognición
que se realiza de la realidad, de las experiencias y de los sucesos que acontecen en la vida
del individuo determina en gran medida el estado de ánimo.
- El estado emocional, por contra, es una reacción súbita, atípica y transitoria del
organismo ante una situación o acontecimiento externo o interno, evocado por los
sentimientos. De la obra Clasificación de los campos sentimentales, de Marina (1996),
podemos extraer esta ordenación de los estados emotivos según su base fisiológica y
biológica o según la experiencia que los genera. Según esta autora estos son los sentimiento
fundamentales que forman entre sí alianzas múltiples.

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Rojas, por su parte, establece la siguiente clasificación de los sentimientos en su obra Una
teoría de la felicidad (1985):
1. Sentimientos sensoriales.
2. Sentimientos vitales.
3. Sentimientos psíquicos.
4. Sentimientos permanentes y pasajeros.
5. Sentimientos superficiales y profundos.
6. Sentimientos simples y complejos.
7. Sentimientos positivos y negativos.
8. Sentimientos noéticos y patéticos.
9. Sentimientos activos y pasivos.
10. Sentimientos impulsivos y reflexivos.
11. Sentimientos orientativos y cognitivos.
12. Sentimientos con predominio del pasado, del presente o del futuro.
13. Sentimientos fásicos y arrítmicos.
14. Sentimientos gobernables e ingobernables.

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4. El proceso emocional

El modelo procesual de Scherer, expuesto en la obra Appraisal processes in


emotion: Theory, methods and research (2001), establece cinco componentes para
definir el proceso emocional.
El primero de ellos es el procesamiento cognitivo de los estímulos, a partir del
cual el sujeto recibe información del entorno y evalúa el contexto donde tiene lugar
la elicitación de la emoción. De acuerdo con esta teoría el sujeto examina la
situación analizando aspectos como la novedad o las expectativas de la experiencia,
el efecto que produce en el organismo (de placer, dolor, ambigüedad, etc) y la
atribución de causas de la emoción. Posteriormente, el sujeto experimenta procesos
neurofisiológicos, en los cuales se lleva a cabo una regulación del sistema. A
continuación es necesario evaluar las tendencias motivacionales y conductuales
del sujeto, en las cuales interviene el potencial de afrontamiento o capacidades que
posee el sujeto para enfrentarse o controlar la reacción emocional.
La comunicación de las emociones se produce en la etapa que Scherer denomina
como expresión motora. El último componente del proceso es el llamado estado
afectivo sujetivo, en el cual el afectado lleva a cabo un proceso de reflexión y
registro de la información. En este paso se ha de tener en cuenta la comparación de
la reacción emocional con las pautas sociales o culturales.

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5. Características de la emotividad

Características conductuales
En el proceso de la comunicación emocional interviene un componente expresivo que da
lugar a conductas motoras, gestos faciales y expresiones verbales. Del mismo modo, a cada
estado de ánimo le corresponde una manifestación conductual.
La expresión facial de las emociones determina la calidad o intensidad de la experiencia
emocional. Cuando un sujeto experimenta una emoción los neurotrasmisores emiten
estímulos eléctricos des del sistema nervioso central a los músculos faciales, dando lugar a
respuestas muy estereotipadas que poseen un alto valor comunicativo en los primates
humanos y no humanos.
Los psicólogos Ekman y Friesen han estudiado las manifestaciones faciales producidas por
las distintas emociones en la obra Expresiones prototípicas de las emociones universales
(1982). El cuadro que viene a continuación representa una pequeña muestra de este amplio
estudio.

Las emociones además inducen al sujeto a realizar actos motores o a inhibirlos. Por
ejemplo, la alegría produce una sensación de energía, de ganas de realizar actividades,
mientras que la tristeza da lugar a la inhibición o parálisis de movimientos. Asimismo, cada
emoción propicia un tipo de contenido verbal propio. Por ejemplo, la ira produce contenidos
verbales de amenaza, de descalificación o agresión y el miedo puede inhibir la expresión
verbal o inducir a la verbalización de interjecciones o gritos relacionados con el socorro o el
auxilio.
Características psicofisiológicas
Si atendemos a la definición del termino "emoción" dada por Cristóbal (expuesta en el
primer apartado) observamos como las emociones producen respuestas somáticas
caracterizadas por alteraciones funcionales en los distintos aparatos, sistemas, músculos y
órganos del cuerpo humano. Se producen alteraciones en la temperatura de la piel a causa

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órganos del cuerpo humano. Se producen alteraciones en la temperatura de la piel a causa
de los cambios en la distribución de la sangre. En los lugares donde se produce una mayor
concentración sanguínea se puede apreciar un enrojecimiento cutáneo externo, mientras
que en las partes donde se lleva a cabo un vaso constricción se manifiesta palidez y frío.
También se dan alteraciones del ritmo cardíaco produciendo taquicardia, cuando el pulso se
acelera, y bradicardia, cuando se ralentiza. Se produce una modificación de la respiración,
dando lugar a jadeos o suspiros, una respuesta pupilar lenta, una secreción salivar fuera de
lo normal y una reacción pilomotriz en la nuca. Se desarrolla una movilidad gastrointestinal,
que puede producir ganas de orinar, de defecar o de vomitar, y una tensión muscular que
puede originar temblores. El sudor puede percibirse como helado y la presión sanguínea
aumenta dando lugar a alteraciones circulatorias de vasodilatación o vasoconstricción.
También se produce una alteración del metabolismo de los neurotransmisores.
Después de esta descripción general, es interesante observar que alteraciones somáticas se
producen en un estado concreto, como por ejemplo el de la ansiedad.

Características cognitivas
Si atendemos a la definición de "emoción" de Bisquerra, según la cual la reacción emocional
está estrechamente ligada a la percepción que el sujeto tiene de la realidad, llegamos a la
conclusión de que la cognición del sujeto ejerce un papel preponderante en la
experimentación y el mantenimiento de las emociones, así como en el impacto emocional
que se manifiesta en el comportamiento.
Según la obra Inteligencia emocional. Aplicaciones educativas (2000)en la interpretación de
la realidad se barajan las creencias, el razonamiento y los esquemas de conocimiento del
sujeto, así como las atribuciones que este lleva a cabo. Las atribuciones, o asignación de
causas a los acontecimientos, juegan un papel determinante en la génesis de los estados
emocionales. Así, se puede diferenciar entre distintos estilos atribucionales,según la
procedencia y la estabilidad de las causas en el tiempo.
Según la procedencia de las causas podemos diferenciar entre el locus de control interno,
cuando el sujeto atribuye las causas de los acontecimientos a si mismo, y el locus de control
externo, cuando atribuye las causas a los acontecimientos o a otra persona.
Según la estabilidad de las causas existe la diferenciación entre causas estables, cuando
son de carácter permanente, y causas inestables, cuando son funcionales según la
situación. Para ejemplificar este aspecto se me ocurre el ejemplo de una persona que está

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situación. Para ejemplificar este aspecto se me ocurre el ejemplo de una persona que está
triste por haber suspendido un examen. En la atribución de causas estables el sujeto
pensaría "siempre lo haré mal porque yo soy así, mientras que en la atribución de causas
inestables podría pensar "siempre que me hagan un examen así me desanimar.
Según afecten a la totalidad o parcialidad de las causas tenemos causas globales, cuando
se atribuyen a la totalidad de la situación, o causas específicas, cuando se refieren a un
aspecto parcial de la situación. Para ver una aplicación práctica de estos estilos
atribucionales, podemos verificar que una persona con un estilo atribucional depresivo, que
tenga una baja autoestima y que tienda a padecer estados emocionales de desanimo
tenderá a realizar atribuciones internas, estables y globales.

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6. El desarrollo emocional

El reconocimiento de las emociones


El desarrollo emocional sigue paralelo al desarrollo cognitivo y moral. El aprendizaje
emocional tiene lugar en los primeros meses de la vida del niño, ya que éste es capaz de
expresar y discriminar con solo tres meses las emociones de alegría, ira, miedo, sorpresa,
desagrado y tristeza.
Ekman y Friesen, autores de la obra Expresiones prototípicas de las emociones universales
(1982), describieron un sistema de códigos para permitir a los observadores registrar y
codificar cualquier cambio visible de la musculatura facial de los bebés. Se trataba de un
catálogo que contiene 58 características o movimientos diferentes, algunos de los cuales
están asociados a una emoción concreta. (Podemos observar una muestra de este catálogo
en el apartado de Características conductuales,expuesto anteriormente).
Estos sistemas sobre el desarrollo de la expresión emocional han desvelado dos incógnitas
que desarrollaré a continuación.
- Los bebés producen expresiones faciales diferentes que se pueden discriminar ente
sí.
- Es probable que exista un vínculo directo entre determinados estados emocionales y
ciertas expresiones faciales.
Respecto a la primera afirmación, Carroll Izard, autor de la obra Measuring emotions in
infants and children (1982), llevó a cabo un estudio en los años 80. Realizó grabaciones de
bebés que tenían entre uno y nueve meses en diversas situaciones: mientras jugaban con su
madre, mientras se les ponía una inyección, cuando se les acercaba un extraño, etc. y
preparó una colección de diapositivas que mostraba ejemplos representativos de varias
emociones: alegría, tristeza, sorpresa, interés, miedo, etc. Después pidió a unos jueces que
estudiaran las grabaciones e identificaran la emoción que se desprendía de cada una de
ellas. El porcentaje de respuestas correctas fue bueno, entre el 81 por ciento de aciertos en
el caso de la alegría y un mínimo del 37 por ciento en el caso del asco. Este estudio
demostró que los niños pueden producir expresiones faciales discretas e
identificables.
En otros experimentos se expone a los bebés a una situación que puede provocar una
emoción determinada y posteriormente se estudia con detenimiento su expresión facial.
Estas pruebas han demostrado que lejos de ser movimientos aleatorios, las expresiones
faciales de los bebés están asociadas, de un modo psicológicamente significativo, a los
sucesos inmediatamente precedentes.
Los resultados de estos experimentos eran alentadores, pero no lo suficientemente
concluyentes. Aparecía como crítica la cuestión de si los bebés estarían mostrando sólo
expresiones faciales globalmente positivas y negativas, y no las expresiones faciales
discretas postuladas por Ekman y anteriormente por el mismo Darwin. En estudios
posteriores se ha diferenciado entre dos emociones negativas clave: el enfado y la angustia.
El enfado, causado por una frustración, se provocaba en niños de siete meses dejándoles
chupar un mordedor durante unos segundos y retirándoselo posteriormente. Los niños
juntaban las cejas y aparecía una línea vertical en medio, los párpados se tensaban y la boca
se comprimía o adoptaba una configuración cuadrada. La expresión de ansiedad de los
bebés se estudió mientras se les administraba una dolorosa inyección a niños de entre dos y
ocho meses. Según la obra Los niños y las emociones, de Paul L. Harris, la reacción de
ansiedad descrita por Izard coincide con la descrita por el mismísimo Darwin, según la cual los ojos está
los ojos están cerrados con firmeza, tanto que la piel de alrededor está arrugada y la frente
se contrae frunciéndose. La boca está muy abierta con los labios retraídos de un modo
peculiar, lo cual los hace adoptar una forma más o menos cuadrada, dejando entrever las

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encías y los dientes.
Respecto al segundo punto, la universalidad de las expresiones faciales no determina en sí
misma su innatismo, ya que es posible que los niños de cualquier parte del mundo aprendan
a reproducir lo que constituye un código universal de expresión de emociones discretas.
Pero, el hecho de que los bebés en sus primeros meses de vida produzcan expresiones
emocionales adecuadas y perfectamente diferenciadas sugiere la posibilidad de que exista
un vínculo directo, no aprendido, entre los estados emocionales y las expresiones
faciales.
La obra de Paul L. Harris señala que, tal y como expuso Darwin en su investigación, los
bebés no solo produce expresiones faciales de forma innata, sino que el
reconocimiento y la reacción a éstas también es innato.
Darwin, científico británico creador de la teoría de la Evolución de las especies y autor del
artículo "The expression of the emotions in man and animals" en 1872, describió que
cuando su hijo de seis meses vió a su niñera fingiendo que lloraba, su cara adoptó
instantáneamente una expresión melancólica, con las comisuras de la boca muy
deprimidas.
A continuación expondré dos estudios sobre la capacidad de los bebés para reconocer
diferentes expresiones emocionales presentadas en la obra de Paul L. Harris. En el primer
experimento (Caron y Miréis, 1982) se presentaron fotografías de cuatro mujeres diferentes
que expresaban una misma emoción a niños de entre cuatro y siete meses. A medida que
trascurría la sesión, los bebés prestaban menos atención a las fotografías, pero al presentar
una imagen de una mujer con una nueva expresión (es decir alegría para los que habían
visto la expresión de tristeza y viceversa) los bebés mayores respondían con un aumento de
atención. El cambió de emoción, por tanto, renovaba el interés de los niños mayores.
El segundo estudio demuestra una nueva capacidad de los bebés. No sólo tratan diferentes
versiones de la misma expresión facial como si pertenecieran a la misma categoría, sino que
también se percatan de que una expresión determinada va asociada a un tono de voz
concreto. Arlene Walker-Andrews en 1986 mostró dos películas de forma simultánea a
bebés de siete meses. En una aparecía una cara con una expresión de enfado y en la otra un
rostro alegre. Al mismo tiempo, los niños escuchaban una banda sonora con una voz de
alegría o de enfado. Los bebés tendían a mirar la cara a la que correspondía la voz por
asociación, miraban la cara alegre si la voz que oían era la de alegría y viceversa.
Asimismo, el hecho de que los bebés puedan agrupar las diferentes manifestaciones de una
emoción determinada (aun cuando se apliquen modalidades y personas diferentes) no nos
permite concluir que reconocen que una expresión concreta conlleva una emoción
específica. Para estudiar el significado que los bebés atribuyen a una determinada expresión
emocional es fundamental la comparación de las reacciones espontáneas de los bebés ante
dos emociones diferentes, tal y como hizo el propio Darwin. Al responder los bebés de
forma distinta a una expresión de enfado frente a otra de alegría, debemos concluir que
deben interpretar a su manera el significado de esas emociones.
Evolución de la emocionalidad
De la obra Infancia y aprendizaje (1989) se puede extraer este cuadro resumen de las
expresiones faciales durante la infancia y como reconocerlas.

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El fenómeno de la Referencia social.


Según la obra de Paul. L Harris, la función informativa que tiene la expresión emocional de
un adulto para un niño recibe el nombre de Referencia Social. Un bebé se encuentra
indefenso ante el entorno que le rodea y es incapaz de comprender por sí mismo si las cosas
o personas que se encuentra a su paso pueden ejercer una influencia negativa o positiva
sobre él. El primer mecanismo educativo de los padres o cuidadores es, sin duda, la
comunicación a través de expresión emocional. Un ejemplo ayudará a clarificar esta
cuestión: un padre y su bebé se encuentran con un extraño.
El padre saluda al extraño de forma positiva, con una sonrisa y un tono de voz alegre.
Informado por la actitud emocional de su padre, el bebé puede mostrar una disposición
mayor de lo normal a aproximarse al extraño. Un estudio realizado por Mary Klinnert (1984)
demostró que los bebés, hacia los doce meses, no sólo responden de un modo apropiado a
una expresión emocional inserta en un diálogo social, sino que, además, se guían por la
expresión emocional del adulto para dirigir sus conductas hacia los objetos y
acontecimientos del medio.
Según John Bowlby (1973) la conducta del bebé está organizada en base a dos sistemas
distintos: el sistema de apego, que garantiza el mantenimiento de contacto entre el niño y la
madre o cuidadora, y el sistema exploratorio, que orienta la investigación de los objetos
novedosos en el entorno inmediato. De acuerdo con estas dos necesidades del bebé, se
debe concebir la expresión facial del adulto como una señal que activa o inhibe el sistema
exploratorio. Esta interpretación nos permite explicar el comportamiento del bebé frente a
un juguete nuevo. Animado por la expresión positiva de la madre, el niño explorará
confiado el objeto, mientras que inhibido por la cara de temor o enfado de su cuidadora,
vacilará o permanecerá inmóvil.
Los estilos afectivos
Los estilos afectivos sintetizan un conjunto de rasgos emocionales que poseen cierta
estabilidad como respuesta a una situación determinada. Estos rasgos se perfilan en la
infancia y acompañan al sujeto a lo largo de su trayectoria vital. Según un estudio del año
2000, llevado a cabo por Mª J. Cantero, F. López y R. Melero, sobre la evaluación del apego
en niños (Actas del IX Congreso INFAND 2000. Infancia y adolescencia. Universidad de
Cádiz). Se pueden diferenciar cuatro estilos afectivos:

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- El apegado seguro. Su comportamiento afectivo se caracteriza por mostrar curiosidad por
lo que le rodea y tener confianza en si mismo y en los demás. Es sociable, autónomo y posee
un elevado nivel de autocontrol. Muestra una buena capacidad de adaptación a las diferentes
situaciones y circunstancias.
- El apegado ambivalente Manifiesta inseguridad en su comportamiento, se queja
habitualmente del comportamiento de los demás, es dependiente y posee una escasa
habilidad de autocontrol. Tiene dificultades para explorar y afrontar las situaciones
novedosas y posee un autoconcepto más negativo.
- El apegado alejado Rehuye las relaciones interpersonales, es exageradamente
autosuficiente, frío y distante, se excede en el autocontrol.
- El apegado temeroso Necesita relacionarse con los demás, pero teme hacerlo y se aísla.
Posee un bajo autoconcepto.

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7. Los estados emocionales negativos

Las emociones negativas producen una alteración del estado de ánimo. Según la
obra de Antonio Vallés, Inteligencia emocional. Aplicaciones educativas (2000),
desde el punto de vista neuroanatómico las emociones negativas, y en especial las
extremas, parecen evitar la parte pensante del cerebro (la corteza) y actúan en el
centro de control emocional (la amígala). Son más fáciles de evocar que las
emociones positivas y, según la ley de la asimetría hedónica de Fridja (1988), tienen
una duración mayor, de unos 110 minutos de media aproximada, en comparación
con los 40 minutos de las emociones placenteras.
El hecho de que existan emociones negativas no implica su negación, aunque es
preciso que el individuo se desembarace de ellas aceptándolas, afrontándolas y
superándolas. Se recurre a la expresión de la emoción negativa de la manera más
saludable posible para que no afecte ni al propio sujeto ni a su entorno más
inmediato. La obra de Vallés describe emociones negativas tales como: la ira, el
miedo, la ansiedad, la tristeza, la vergüenza, la aversión, la posesividad, la venganza
y la avaricia, entre otras. A continuación me centraré en una emoción negativa que
todo sujeto ha experimentado en alguna ocasión: los celos.
Los celos, denominados también celotipias, constituyen un sentimiento
generalizado de envidia y resentimiento hacia otra persona que es considerara
como una posible rival. El comportamiento cognitivo de una persona celosa es
sumamente fabulador, imaginando situaciones y comportamientos de otras
personas de manera errónea. En este estado afectivo, la persona siente
angustia ante la posibilidad real o ficticia de que un rival le arrebate el objeto
de su amor, apego, etc. El origen de los celos se encuentra en una necesidad
compulsiva de recibir atención, de ser considerado por la persona
afectivamente próxima y ser el centro único de referencia para los demás. Los
celos que escapan al dominio personal provocan un estado cognitivo y afectivo
caracterizado por: la ausencia de reflexión y análisis lógico-racional de los
acontecimientos, actitudes tiránicas, quejas injustificadas, desconfianza
respecto a la persona en cuestión y chantajes emocionales.
El origen de los celos patológicos puede encontrarse en deficiencias de la
autoestima, en distorsiones cognitivas por interpretaciones erróneas, en la
inseguridad personal y el déficit de control emocional.

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8. Los estados emocionales positivos

Los estados emocionales positivos proporcionan al sujeto que los experimenta una
sensación de bienestar.
Bárbara Fredrickson ha abierto una línea de investigación centrada específicamente
en las emociones positivas y en su valor adaptativo. Recientemente ha planteado la
Teoría abierta y construida de las emociones positivas, (Broaden and build theory of
positive emotions. Fredrickson, 1998-2001), que sostiene que emociones como la
alegría, el entusiasmo, la satisfacción, la complacencia, etc., aunque
fenomenológicamente son distintas entre sí, comparten la propiedad de ampliar los
repertorios de pensamiento y de acción de las personas y de construir reservas de
recursos físicos, intelectuales, psicológicos y sociales disponibles para momentos
futuros de crisis. Experimentar emociones positivas es siempre algo agradable y
placentero a corto plazo y para esta autora, además, tendría otros efectos
beneficiosos más duraderos, en la medida en la que ello prepara a los individuos
para tiempos futuros más duros. A continuación me centraré en el amor como
ejemplo de emoción positiva y gratificante.
El amor es un estado emocional que se caracteriza por el denominado vínculo
de enamoramiento o atracción hacia otra persona. En palabras de Cristóbal, el
amor es el vínculo que mantiene unidos los elementos de la red o entramado
social. También se considera el amor como el estado emocional a partir del
cual se generan otros estados afectivos como la cordialidad, el afecto, la
compasión, la generosidad, etc. Bisquerra, por su parte, señala diversos tipos
de amor: amor maternal, amor erótico, amor apasionado, amor de compañero,
amor fraterno, amor al prójimo, amor a la patria, etc. En resumen, es un
elemento afectivo de vinculación, que condiciona otros estados emocionales
positivos o negativos.

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9. La inteligencia emocional

El concepto Inteligencia emocional


Según Daniel Goleman, autor del Best-seller titulado Inteligencia emocional en 1995, la
inteligencia emocional es la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos, los
sentimientos ajenos, motivarnos y manejar adecuadamente las relaciones que sostenemos
con los demás y con nosotros mismos. Este concepto, que engloba habilidades muy
distintas, se diferencia de la inteligencia propiamente dicha, es decir, de la capacidad
exclusivamente cognitiva. Por lo cual, puede ser que sujetos muy capacitados
intelectualmente carezcan de inteligencia emotiva.
Howard Gardner, creador de la obra Inteligencias múltiples: la teoría en la práctica (1995), es
autor del modelo llamado "inteligencia múltiple" y fue el primer teórico del campo de la
inteligencia que señaló la diferencia existente entre las capacidades intelectuales y las
emocionales. Él se refirió por primera vez a aspectos como la inteligencia personal, el
conocimiento del propio mundo interno o la inteligencia social.
Los psicólogos Peter Salovey y John Mayer, autores del libro Emotional development and
emotional intelligense (1993),propusieron en la década de los 90 una teoría que tenia en
cuenta la inteligencia emocional y definieron el concepto como la capacidad de controlar y
regular los sentimientos de uno mismo y de los demás y utilizarlos como guía del
pensamiento y la acción. Goleman realizó una adaptación de esta teoría en la que propuso
cinco habilidades emocionales y sociales básicas, que intentaré resumir a continuación.
Daniel Goleman nos habla de la conciencia de sí mismo, como la capacidad que el sujeto
tiene para saber que está sintiendo en un determinado momento y de utilizar sus
preferencias para guiar su toma de decisiones, basada en una evaluación realista de sus
capacidades y en una sensación de confianza en sí mismo.
Goleman trata de la autorregulación, necesaria para que cada sujeto sea capaz de controlar
sus emociones y evitar que estas interfieran de forma negativa en el desarrollo de la tarea
que se esté llevando a cabo en el momento. El sujeto ha de ser consciente y demorar las
gratificaciones en su búsqueda de objetivos.
En tercer lugar, el autor se refiere a la motivación. Expresa la importancia de utilizar
nuestras preferencias más profundas para encaminarnos hacia nuestros objetivos, ayudarnos
a tomar iniciativas, ser más eficaces y eliminar, a pesar de los contratiempos, las
frustraciones que se presenten.
Posteriormente, Goleman nos habla de la empatía, necesaria para darse cuenta de lo que
están sintiendo las otras personas y ser capaces de ponerse en su lugar.
Por último, el autor se refiere a las habilidades sociales para usar de forma adecuada las
emociones en las relaciones, interpretando adecuadamente las situaciones y las redes
sociales. Nos habla de interactuar fluidamente y utilizar estas habilidades personales para
persuadir, dirigir, negociar, resolver disputas, cooperar y trabajar en equipo.
Bases Neuroanatómicas del sistema emocional
El cerebro actúa en la expresión y el control de las emociones. La denominada parte
emocional del cerebro se encuentra localizada en el sistema límbico, que presenta una
clara vinculación con la corteza cerebral, que es la parte que controla el pensamiento.
Según los estudios realizados por LeDoux, autor de la obra Mind and brain. Dialogues in
cognitive neuroscience (1986), a la corteza cerebral o neocórtex se le atribuyen funciones
de metaconocimiento, es decir, la conciencia sobre los estados emocionales que permiten al
sujeto discernir, comprender y analizar por qué se siente de un modo determinado. Por este
motivo, es necesario "educar" esta estructura cerebral y entrenarla para que gobierne de un
modo adecuado el sistema límbico.

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Tal y como explica Daniel Goleman, el "cerebro pensante" actúa como moderador del
"cerebro emocional", pero existe escaso control inicial respecto al momento que surge la
emoción y, por tanto, el sujeto presenta un reducido margen de maniobra sobre el tipo de
emoción que le afecta.
El sistema límbico se encuentra alojado en los hemisferios cerebrales y se encarga de
regular las emociones y los impulsos. Incluye en hipotálamo, dónde se produce el
aprendizaje emocional. Es en esta cavidad donde se almacenan los recuerdos emocionales.
La amígdala es el centro de control emocional. Cuando el sistema límbico y sus
subestructuras afrontan una situación amenazadora para el sujeto sin pasar por el "filtro"
del cerebro pensante, la corteza cerebral, se producen unas reacciones desproporcionadas
que se traducen en episodios de alteración personal y momentos de crisis.
Durante la experimentación de sensaciones positivas, el cerebro libera serotonina y
endorfinas, que son substancias bioquímicas asociadas al sentido del bienestar. Cuando
hay más serotonina en el cerebro se produce una disminución de la agresividad y la
impulsividad. Esta sustancia se puede estimular de manera natural a través de la sonrisa,
con una dieta equilibrada, practicando ejercicio físico frecuentemente o durmiendo lo
suficiente.
Establecer caminos neuronales o conexiones intersinápticas entre la amígdala y la corteza
cerebral es un factor determinante para un buen desarrollo emocional. Respecto a este
tema, la obra La inteligencia emocional. Aplicaciones educativas (2000) cita las
investigaciones llevadas a cabo por J. Kagan (autor del libro Discrepancys temperament and
infant distress, 1974). Este autor expone que en el caso de los niños con rasgos estables de
timidez su amígdala es fácilmente excitable, probablemente debido a una predisposición
heredada para mantener niveles elevados del neurotransmisor norepinefrina que estimulan
este centro de control del cerebro emocional. En consecuencia no desarrollan caminos
neuronales entre la amígdala y la corteza (estructura cerebral pensante de los contenidos
emocionales).
Cuando se produce una lesión cerebral en el córtex, bien por traumas o por lobotomías
prefontales (ablación total o parcial de los lóbulos frontales del cerebro) se producen
comportamientos en el sujeto caracterizados por una emocionalidad superficial, indiferencia,
apatía e inestabilidad a los contextos sociales. Este hecho demuestra la capacidad de
discernimiento que posee la corteza cerebral de acuerdo con los valores personales y
sociales y las motivaciones del individuo.
Para ser más exhaustivos, el sistema límbico, denominado también por su función "cerebro
emocional", lleva a cabo las siguientes funciones:
- Regula las emociones y los impulsos.
- Produce el aprendizaje emocional.
- Almacena los recuerdos emocionales.
- Facilita información entre el hipotálamo, la corteza cerebral y otras partes del encéfalo.
- Transmite sensaciones de las necesidades humanas básicas: hambre, sed, deseo sexual y
sueño.
El dominio de uno mismo
El cerebro almacena la información recibida en diferentes regiones. La "amígdala" es el lugar
donde se concentran las emociones suscitadas por una determina experiencia. De este
modo, toda vivencia que haya despertado en un sujeto una determinada reacción emocional,
por más sutil que ésta sea, parece quedar codificada en esta estructura en forma de
almendra denominada "amígdala" que almacena los sentimientos.
Los circuitos nerviosos ligados a la amígdala, especialmente los nervios conectados con las
vísceras, proporcionan al sujeto una respuesta somática, que se traduce en una sensación
visceral de alerta. La capacidad de reconocer y entender estas reacciones subjetivas, según
Daniel Goleman, va consolidándose a medida que la persona en cuestión va acumulando

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Daniel Goleman, va consolidándose a medida que la persona en cuestión va acumulando
nuevas experiencias. El autor afirma que los jóvenes tienen menos intuiciones que los
adultos debido a su menor acumulo de vivencias. La expresión clásicamente utilizada para
referirse a este tipo de sensibilidad que nos orienta es la de sabiduría.
Goleman en su obra La práctica de la inteligencia emocional (2001) cuenta una historia real
para ilustrar la importancia que adquiere la amígdala cerebral a la hora de tomar decisiones,
aunque estas sean poco relevantes. El relato me pareció interesante para esclarecer el tema
que nos acupa y a continuación está reproducido íntegramente.
Antonio Damasio, neurólogo de la Universidad de Iowa, tuvo un paciente que era un brillante
abogado al que hacia pocos años se le había diagnosticado un pequeño tumos en los
lóbulos prefrontales. La intervención quirúrgica destinada a solucionar el problema resultó
todo un éxito, salvo que el cirujano seccionó accidentalmente las conexiones nerviosas que
conectaban los lóbulos prefrontales con la amígdala, un hecho cuyas consecuencias casi
fueron tan sorprendentes como trágicas, porque si bien el paciente no parecía experimentar
ninguna deficiencia cognitiva, no solo era incapaz de seguir con su trabajo, sino que acabó
abandonándolo, divorciándose e incluso perdiendo su casa.
En un determinado momento, el abogado solicitó la ayuda de Damasio, que se quedó
desconcertado al descubrir que, según los primeros exámenes neurológicos realizados, todo
parecía perfectamente normal. Pero cierto día se dio cuenta de que al formular al paciente la
sencilla pregunta "¿cuándo tendremos nuestra próxima cita?", su paciente se perdía en todo
lujo de detalles acerca de los pros y contras que tenía cada una de las posibles horas en que
podían concertar la cita durante las dos próximas semanas, sin poder llegar a decidir cuál
sería el momento más adecuado.
Entonces fue cuando Damasio se percató del verdadero problema de su paciente, que no
parecía tener sensación alguna de sus pensamientos y, en consecuencia, carecía de
preferencias al respecto. (Texto extraído de la obra "La práctica de la inteligencia emocional"
de Daniel Goleman. Pág. 80-81).
Goleman afirma que nuestra mente no está organizada como un ordenador que pueda
facilitarnos una copia impresa de los argumentos racionales a favor y en contra de una
determinada decisión, basándose en todas las ocasiones anteriores en que hayamos
experimentado una situación similar. En lugar de esto, el cerebro se sirve del "poso
emocional" que han dejado dichas experiencias previas y propicia una respuesta en forma de
intuición o de sensación visceral.
Estas sensaciones subjetivas acompañan al sujeto durante toda su trayectoria vital, porque,
del mismo modo que se produce una corriente continua de pensamientos también existe
una afluencia continua de sentimientos al respecto. La noción de que exista una racionalidad
ajena a los sentimientos es, según el autor que nos ocupa, no es más que una ficción. El
pensamiento y el sentimiento conviven estrechamente unidos, y en consecuencia
albergamos sentimientos sobre todo lo que hacemos, pensamos o imaginamos.
La intuición y las sensaciones viscerales constituyen un índice de nuestra capacidad para
captar los mensajes procedentes de nuestro almacén interno de recuerdos emocionales.
Existen tres competencias emocionales básicas y cada una de ellas presenta un prototipo
de carácter que aparece resumido en el cuadro que podemos observar a posteriori. Dicha
información está extraída de la obra La práctica de la inteligencia emocional (2001) de D.
Goleman.

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10. Conclusión

Este último apartado no pretende repetir lo expuesto anteriormente, simplemente


es un breve resumen de los puntos temáticos que me han parecido más relevantes.
En primer lugar, destacar que las emociones son resultado de la evaluación subjetiva
de la información, recibida por los estímulos, por parte de cada sujeto. Resaltar que
no hay dos personas que sientan de la misma manera, del mismo modo que no
existen dos sujetos que procesen la información recibida del mismo modo.
Es interesante ver como la emotividad de los sujetos es perfilada ya des de la
infancia y como el desarrollo emocional es responsable de la creación de los
denominados "estilos afectivos", que acompañaran al individuo durante toda su
trayectoria vital. En este contexto, me ha parecido interesante el valor comunicativo,
referencial y educativo que adquieren las expresiones faciales en los bebés.
Otro aspecto a destacar es el hecho de que la experimentación de emociones
positivas beneficie a los sujetos, ampliando su pensamiento y construyendo
"reservas" de recursos físicos, que previenen la aparición de enfermedades, y de
recursos intelectuales, psicológicos y sociales.
Es interesante entender que establecer caminos neuronales o conexiones
intersinápticas entre la amígdala y la corteza cerebral es un factor determinante
para un buen desarrollo emocional, ya que de esta manera el sujeto "entrena" la
parte pensante del cerebro para responder adecuadamente a las emociones. Es en
este contexto donde debemos interpretar el concepto "inteligencia emocional" de
Daniel Goleman. Esta cualidad, que no tiene nada que ver con las facultades
intelectuales, se caracteriza por el reconocimiento de las emociones propias, la
confianza personal, el autocontrol emocional y la empatía para hacer más
satisfactorias las relaciones sociales.

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11. Bibliografía

- BISQUERRA ALZINA, Rafael. Educación emocional y bienestar. Praxis, 2000


Barcelona.
- CRISTÓBAL, Pablo. Controlar las emociones. Temas de hoy, 1996 Madrid.
- GARDEN, Howard. Inteligencias múltiples: la teoría en la práctica. Paidós, 1995.
- GOLEMAN, Daniel. La práctica de la inteligencia emocional. Kairós, 2001
Barcelona.
- GOLEMAN, Daniel. Liderar con inteligencia emocional. Revista Recursos humanos,
2005.
- IZARD, Caroll E. Measuring emotions in infants and children. Cambridge University
Press, 1982.
- Josep Mª Fericgla. Cultura y emociones. Manifiesto por una antropología de las
emociones. Revista "Fundamentos de psicología", 2006.
- L. HARRIS, Paul. Los niños y las emociones. El desarrollo de la comprensión
psicológica. Alianza, 1992 Madrid.
- SCHERER, Klaus. Appraisal proceses in emotions: Theory, methods and research.
Oxford University Press, 2001.
- VALLÉS ARÁNDIGA, Antonio; VALLÉS TORTOSA, Consol. Inteligencia Emocional.
Eos, 2000 Madrid.

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