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Historia Del Pensamiento Politico
Historia Del Pensamiento Politico
Leviatán 1
Pero la Edad moderna crea una tercera vía de acceso al mundo, como habíamos dicho. El
yo que nace en la modernidad no es sólo el yo cartesiano de la estufa, sino también el yo
del foro, el yo de los salones y de la vida pública, el yo que reflexiona sobre la vida política.
Las teorías griegas, sobre todo de Platón y Aristóteles, habían pasado el tamiz de la Edad
media: El zoón politikón, que define al ser humano, habla de la primacía de la sociedad
sobre el individuo, de ahí la importancia de elaborar sistemas coherentes de organización
política, que en el caso del cristianismo obedecen, como el resto de la creación, a una
iniciativa divina: para Sto. Tomás, Dios no sólo ha creado un orden físico, con unas leyes
naturales, sino también un orden moral en armonía con sus propios preceptos y un orden
social al cual ha de plegarse la vida política para poder realizar el Bien común en el que se
integran los bienes particulares; todo hombre lleva dentro de sí, en su propia naturaleza,
estos principios, por lo que la postura es conocida como iusnaturalismo medieval.
En la Edad moderna va a resurgir con una fuerza especial la meditación sobre la estructura
social, y aunque, especialmente desde Grocio, y de forma discutida desde el mismo Hobbes,
renazca un iusnaturalismo moderno, éste tendrá unas características distintas del anterior
al estar contagiado de esos tintes definidores de la modernidad, su racionalismo matemático.
También inglés, empirista, contractualista, pero con un espíritu distinto es John Locke, del
que ya hemos estudiado su teoría del conocimiento. También en él se da una prioridad al
individuo, lo que se proyecta en la existencia de un hipotético estado de naturaleza, pero en
este caso los hombres no están enfrentados, sino que viviendo en un estado de igualdad y
libertad se guían por la ley natural, en este caso la razón. Pero el estado de naturaleza se
puede perfeccionar, sobre todo para solucionar los problemas relacionados con el derecho
de propiedad, para lo cual se constituye la sociedad civil. El paso se da mediante un contrato
en el que los hombres ceden sólo parte de sus derechos, principalmente el de crear y aplicar
las leyes, y mediante el cual se constituye el Estado. Este nunca tendrá un poder absoluto
porque el ciudadano conserva el poder de revocar la cesión de sus derechos y el derecho
de resistencia ante el poder. Siendo fundamentalmente el pacto una cesión de derechos
relacionados con las leyes, Locke mantendrá la diferenciación de poderes: el poder
legislativo será el poder supremo, consistirá en hacer leyes e incluirá el judicial. El otro poder
será el ejecutivo, encargado de aplicar las leyes, próximo a él estará el federativo, poder de
establecer alianzas. Está en germen, pues, la idea de la división de poderes.
Aunque el periodo que llamamos modernidad no esté acabado, falta aún por estudiar lo que
podríamos llamar su culminación, podemos sin embargo ver cómo apuntan nuevos
problemas y como se empiezan a plantear los caminos que recorrerá el pensamiento
contemporáneo. Nacida de la reflexión del yo cartesiano, que se corresponde con el
individualismo burgués, el pensamiento teórico recorre todos los caminos posibles, agota
todas las posibilidades, y conduce directamente a una contradicción insalvable: hija del yo,
como dijimos, su destino es perder el yo y el mundo, quedar encerrada en una conciencia a
la que, por que se le escapa el mundo, cada vez se hace más difícil su propia afirmación y
sin embargo la realidad, a pesar de su incertidumbre teórica, está ahí, apremiante, con sus
guerras y sus miserias; la filosofía teórica tiene que volverse sobre el saber práctico, la
política y el análisis social, para reencontrar el verdadero sentido de ese yo que está
preparado para acabar con el Antiguo Régimen y erigirse como nuevo poder dirigente. La
Revolución francesa al cortar las cabezas de la monarquía está cortando, sobre todo, un
orden político y social, pero también científico y gnoseológico, que a trompicones aún
encontraba su fundamentación en los comienzos de la Edad media.