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Trastornos de Personalidad y delincuencia

Padecer un trastorno de personalidad está considerado un factor de riesgo


para la comisión de conductas violentas y delictivas, por tanto, los
trastornos de personalidad y la delincuencia están estrechamente ligados en
muchas ocasiones. La naturaleza de estas conductas variará en función, no
solo de la persona y del contexto, sino también del tipo de trastorno que
padezca el infractor. Por tanto, cada trastorno de personalidad hace al que
lo padece más propenso a la comisión de cierta clase de delitos diferentes
a los “delitos tipo” que encontramos en otro tipo de trastornos.
Así, podemos afirmar a modo de ejemplo que dentro del clúster B –en
comparación con otras categorías- es donde puede encontrarse una
mayor versatilidad delictiva, en especial si hablamos del TAP, siendo dentro
de este trastorno donde mayor número de robos con violencia, uso de armas e
intimidación se producen (Martínez, López y Díaz, 2001).

Otra muestra de esta vinculación podría ser el estudio realizado por Vicens
(2006) en el que analizó una muestra de internos del Hospital Psiquiátrico
Penitenciario de Cataluña, encontrando que el 52% de los internos con TPCB
había cometido un delito violento, una tasa muy superior a la encontrada
en los clústeres A y C. Otro interesante estudio que demuestra esta teoría es
el llevado a cabo por Cano, Ribes y Contreras (2008) en el que analizaron las
sentencias del Tribunal Supremo emitidas desde el año 1995 al 2006. En esta
investigación encontraron más de 30 delitos diferentes asociados a los TP,
siendo el más prevalente el robo, seguido por el delito contra la salud pública y
el delito de asesinato.

Trastornos de Personalidad y delincuencia


Con todos estos datos, podemos afirmar que los TPCB suponen un alto
riesgo de violencia y delincuencia y, que cuando esta se da, aparece de
forma generalizada y versátil, encontrándose asociados a todo tipo de delitos
violentos en los que destaca el robo con intimidación, los delitos contra la
salud pública y las lesiones. Los estudios e investigaciones realizados hasta
la fecha permiten precisar cuáles son las características delictivas prototípicas
de los diferentes TP que conforman el clúster B, de las cuales se hará una
descripción exhaustiva a continuación.

1. (TAP) Trastorno Antisocial de la Personalidad y delincuencia:


Las personas con TAP suelen perpetrar un amplio abanico de delitos. Como
encontraron González y Graña (2011) en su revisión, la mayoría de los
condenados con este trastorno habían cometido delitos contra las personas,
con gran prevalencia de los delitos de homicidio y sus formas.

También se ven involucrados de forma reiterada en delitos como destrucción


de la propiedad, hostigamiento o robo. Además, otras investigaciones han
mostrado la alta frecuencia con la que se observan ofensores sexuales con
TAP, asociación debida a la impulsividad oportunista y la ira generalizada que
muestran (Greenall, 2007). También el TAP es el TP más encontrado
entre agresores de pareja, con una elevada presencia también del TLP y del
TNP (Hamberger y Hastings, 1991; Huss y Langhin-richsen-Rohling, 2000),
estimándose que los maltratadores antisociales constituyen aproximadamente
el 25% de las muestras de agresores o incluso más si los datos provienen de
agresores que reciben un tratamiento por orden judicial (Hart, Duttlon, y
Newlove, 1993).

2. (TLP) Trastorno Límite de la Personalidad y delincuencia:


Su excesiva impulsividad y búsqueda de sensaciones puede llevarles
a cometer hurtos, robos, actividades sexuales de riesgo, tráfico de drogas
y conducción temeraria, en muchas ocasiones buscando sentirse integrados
en un grupo o en una banda criminal. Además, las características de este
trastorno propician la aparición de conductas impredecibles en la relación
de pareja (Fernández-Montalvo y Echeburúa, 2008; Huss y Langhinrichsen
Rohling, 2006). Dentro de este ámbito de la violencia contra la pareja, Dutton
(1994) ha analizado detalladamente un estilo de personalidad abusiva con el
TLP como eje central, denominada Organización de la Personalidad Límite.
Este autor afirma que los hombres que puntúan alto en organización límite de
la personalidad son más propensos a recurrir a la violencia en un conflicto
personal como respuesta a un estresor que simbolice una amenaza de
abandono y, por tanto, a resolver los conflictos de pareja con violencia.
En otra investigación llevada a cabo por Fortunata y Kohn (2003) con una
muestra de mujeres lesbianas, se concluyó que el TLP también se
encontraba en la base de la violencia doméstica entre parejas
homosexuales, junto con el TAP y el trastorno paranoide. Por otra parte,
dentro de las muestras de agresores sexuales, los sujetos con TLP son los
más frecuentes, junto a los que padecen TAP y trastorno evitativo (Berner,
Berger, Gutiérrez, Jordan y Berger, 1999), llegando a un alto solapamiento con
el trastorno sádico de la personalidad. Esto se debe a su característica
inestabilidad emocional, miedo al abandono y tendencia a las relaciones
inestables e intensas, factores muy relacionados con las agresiones sexuales.
Por tanto, como se desprende de estos datos y de otras investigaciones, como
por ejemplo la realizada por González y Graña (2011), en la tipología delictiva
asociada a los TLP se puede observar una tasa elevada de delitos contra las
personas, contra el patrimonio y contra el orden socioeconómico, aunque
también pueden implicarse en amenazas y denuncias reiteradas.

3. (TNP) Trastorno Narcisista de la Personalidad y delincuencia:


En la mayoría de los casos a este tipo de sujetos se les atribuye delitos de
poca gravedad, como por ejemplo hurtos, apropiaciones indebidas,
comisión de estafas o robos en tiendas.
También se ha descubierto una inclinación de este tipo de delincuentes hacia la
realización de falsas declaraciones (Fernández, 1994) y hacia los delitos
de “mobbing”(Medina y cols, 2004). Si nos centramos en los delitos graves,
Stone (2006) detectó personalidades narcisistas entre asesinos de gran
notoriedad y Carrasco y Maza (2005) encontraron que se ven implicados con
cierta frecuencia en delitos contra la libertad sexual, siendo tanto autores como
víctimas. Además, como ya se ha comentado en un apartado anterior, en el
estudio que Hamberger y Hastings (1991) realizaron con agresores de pareja,
uno de los TP más encontrados fue el narcisista, por detrás del antisocial y del
límite. Por último, la investigación de González y Graña (2010) muestra que los
delitos más asociados a este trastorno son los delitos contra las personas, con
prevalencia de delitos sexuales, delitos contra el patrimonio, contra la
seguridad pública y falsedades.

4. (THP) Trastorno Histriónico de la Personalidad y delincuencia:


Los delitos que cometen los sujetos con THP suelen ser muy
diversos, incluyendo falsedad, difamación, calumnia o semejante. El tipo de
delito más importante en el que suelen involucrarse es, según Carrasco (1993),
la invención de denuncias falsas por violaciones, en las que en realidad ha
existido un consentimiento parcial o total, o en denuncias por falsas agresiones.
González y Graña (2011) encontraron que la mayoría de sus delitos suelen ser
contra las personas, seguido de cerca por los delitos contra el patrimonio,
contra el orden socieconómico y las falsedades.
Para concluir, es necesario dejar claro que la mayoría de personas con
trastorno mental no son violentas ni cometen delitos, y que la gran parte de
los sucesos violentos que ocurren en nuestra sociedad son llevados a cabo por
personas sin ningún tipo de trastorno mental (Arbach y Pueyo, 2007). De este
modo, aunque diversos estudios han demostrado la relación violencia-trastorno
mental, es necesario recalcar que en ningún caso con este artículo se
pretende crear una relación causal entre TP, violencia y delincuencia, pues
son muchos los sujetos que cuentan con diagnóstico de trastorno mental y no
son violentos ni delincuentes, y muchos más los sujetos que perpetran todo tipo
de delitos de carácter violento y no presentan ningún tipo de TP ni enfermedad
mental.

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