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Indicadores de gestión local

Teresa Cáceres, Lucy Winchester y Alfredo Rodríguez


SUR Centro de Estudios Sociales y Educación
Marzo 1997

1. Presentación

SUR Centro de Estudios Sociales y Educación realizó, en diciembre de 1996, un seminario


para discutir la construcción de indicadores de gestión local, en el cual participaron
especialistas e investigadores sociales de América Latina.

Lucy Winchester y Alfredo Rodríguez, investigadores de SUR y organizadores del


encuentro, plantearon dos preguntas iniciales: ¿Cuáles son los indicadores que los
ciudadanos necesitan para participar en los gobiernos locales?, y ¿cuáles son los
indicadores necesarios para una buena gestión local institucional?

Tomando en cuenta que existen diferentes tipos de indicadores, y que es importante


considerar quién los utiliza y cuál es la perspectiva de quien los elabora, los invitados
expusieron sus respectivos trabajos en ese ámbito. Alicia Ziccardi (UNAM, Ciudad de México)
presentó su trabajo de investigación “Metodología de evaluación del desempeño de los
gobiernos locales en ciudades mexicanas”. De PÓLIS, ONG de São Paulo, Jorge Kayano
expuso “¿Cómo reconocer un buen gobierno?” Iván Insunza (SUBDERE, Santiago) presentó
la investigación de la Subsecretaría de Desarrollo Regional del Gobierno de Chile,
“Metodología de evaluación del programa de fortalecimiento institucional municipal 1995”.
Clara Ángel (FEDEVIVIENDA, Bogotá), expuso el trabajo “Aplicación de indicadores de
participación de las mujeres en las estrategias de vivienda a nivel comunitario en
asentamientos informales”, realizado en conjunto con el Programa Mujer y Hábitat de
Hábitat Naciones Unidas.

Las exposiciones fueron comentadas por: Mario Lombardi (UNIVERSIDAD CATÓLICA DE


MONTEVIDEO), José Blanes (CEBEM, La Paz), Hilda Herzer (CESA, Buenos Aires), Olga
Segovia (SUR, Santiago), Pablo Trivelli (PGU, Quito), Horacio Alessandrini (MUNICIPALIDAD DE
SANTIAGO), Víctor Soto (DIVISIÓN DE ORGANIZACIONES SOCIALES, Ministerio Secretaría General
de la Presidencia, Santiago) y Carmen Silva (Presidenta de la Junta de Vecinos Nº 35 de
Bellavista, barrio de la comuna de Recoleta, Santiago).

2. Indicadores en el marco de lo local

2.1 ¿Para qué sirven?, ¿para quién sirven?


Hay múltiples indicadores que pueden ser tomados en cuenta a la hora de intentar
comprender un fenómeno. La utilización de alguno en particular depende del uso que se le
quiera dar y de quién lo va a utilizar.

Por ejemplo, los indicadores de gestión municipal pueden ser definidos desde la
municipalidad como factor de evaluación de desempeño; desde el gobierno central, como

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factor de control fiscal; y desde la sociedad civil, como herramienta de integración al
gobierno local.

Refiriéndose a esta última, José Blanes plantea que “allí donde hay capacidad para
organizarse, observar, e intervenir, el indicador es básico”. Apunta a la necesidad de que
exista una base social que usufructúe de estas herramientas.

Un elemento característico de un buen indicador es que cuestiona lo que se considera como


obvio e intenta rescatar información que ha permanecido oculta a una mirada parcial. Otro
punto importante es su fase conceptual. Es necesario desarrollarla en forma consistente
para poder así determinar de qué hablamos y qué intentamos conocer. Así definidos, se
afirma que los indicadores no son neutros; con ellos se discrimina al tomar una y no otra
dimensión de un fenómeno complejo.

Respecto de los usos de los indicadores, Clara Ángel señaló que puede haber dos
perspectivas extremas. Por el lado tecnocrático, el indicador es un elemento que posibilita
una buena gestión. Por el lado de la perspectiva del cogobierno, el indicador surge desde
los intereses de la gente. En ambos planteamientos, aparentemente contradictorios,
podemos encontrar elementos para un buen gobierno. Por tanto, la lógica no es optar por
una u otra de estas perspectivas, sino complementarlas.

2.2 Un buen indicador


En primer término, hay que considerar la necesidad de equilibrar dos puntos importantes.
Por un lado, indicadores demasiado agregados no presentan mucha utilidad, dado que la
realidad es demasiado heterogénea. Es preferible generar indicadores para realidades
acotadas, pero más explicativos (José Blanes). Por otro lado, los indicadores deben ser
comparables en algún grado para poder generar información que relacione diferentes
gestiones, y eso supone algún grado de agregación (Iván Insunza). No debe olvidarse, sin
embargo, que en una realidad tan heterogénea como la latinoamericana existe el riesgo de
comparar lo incomparable, por afanarse en generalizar.

Los indicadores cuantitativos y cualitativos no se contraponen, sino que se complementan,


dando luz a diferentes fenómenos. Jorge Kayano señala que lo cuantitativo puede verse
como una forma de orientar la reflexión y el conocimiento de la ciudad; y lo cualitativo,
asentándose sobre lo cuantitativo, alimenta este proceso de tal forma que permite un
conocimiento más afinado de la sociedad.

No obstante la importancia de captar la heterogeneidad del objeto estudiado, no se puede ir


en desmedro de la sencillez que debe tener un indicador. Mientras mayor sea el nivel de
sencillez, el indicador es más utilizable por la población en general y su valor aumenta.

Desde la perspectiva de la SUBDERE, el indicador no tiene sólo un afán evaluador aislado,


sino que se inscribe en el marco del mejoramiento de la gestión, ocupando un lugar
importante en lo que se denomina “planificación estratégica”. Esto es generalizable a una
“virtud” que han de cumplir los indicadores: no pueden estar aislados, sino que deben
incorporarse en un marco mayor, en un sistema, en una política global. En el fondo, se
afirma que la gestión no debe ser útil al indicador sino el indicador útil a la gestión,
recordando que éste es sólo un elemento técnico parte de un proceso.

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Por último, Mario Lombardi planteó un punto crucial a la hora de hablar de un buen indicador
local: éste debe incorporar la variable territorial al análisis. Suele considerarse la dimensión
administrativa como la más importante, la que se sobrepondría en forma perfecta a la
dimensión territorial. Esto no es así en la realidad. Lo administrativo es el ámbito de las
decisiones y se acerca al nivel estatal. Lo territorial, en cambio, es el ámbito del accionar de
las personas, y se acerca al nivel local. Por tanto, los dos ámbitos pueden no quedar
engarzados en forma perfecta; pueden no ser explicados el uno por el otro totalmente. Es
importante, entonces, reconocer ambos factores y dar cuenta de ellos en forma particular,
para luego ver cómo se relacionan.

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3. El gobierno local en América Latina y la función de los indicadores en ese contexto

3.1 Democracia desde lo local


La consolidación democrática pasa por la incorporación de lo local en el ámbito de las
decisiones reales; el concepto que se trasluce es el de governance, gobernanza(1), en el
sentido de los factores institucionales y no institucionales, formales y no formales, que
constituyen el entramado que hace posible un gobierno determinado. En suma, todos los
elementos de poder que influyen en el gobierno real de un territorio. Al hablar de
gobernanza, no podemos quedarnos sólo en el nivel municipal e institucional, sino que es
necesario apoyarse en el nivel de la sociedad civil.

Carmen Silva, representante del poder desde la sociedad civil como dirigenta de la junta de
vecinos del barrio Bellavista (Santiago), resumió esta idea, en que el tema de lo local es
básico a la hora de hablar de democracia real.

Ella planteó un asunto básico cuando se trata de posicionar los problemas locales: estos
son en el fondo problemas nacionales, ya que es en el ámbito de lo local donde se expresa
el problema macro, difuminándose así, en lo concreto, la separación tajante que suele
pensarse entre lo “macro” y lo “micro”. En palabras de Carmen Silva: “El problema está en
hacer un ejercicio de democracia en chico, y yo creo que el poder local es tremendamente
importante y no se le ha dado oportunidad”.

Para Mario Lombardi, la construcción de democracia implica el tema económico, la


transformación de la sociedad, el cambio de la percepción ciudadana en el espacio, entre
otros, lo que hace necesario definirla en función de estas mismas variables. No por lo
anterior debe dejar de reconocerse una realidad palmaria, que hay que incorporar al hablar
de lo local: la creciente desmovilización, el creciente desarrollo de expectativas individuales
y la perspectiva del municipio como reproductor de la vida cotidiana. Desde esta
perspectiva, el indicador es importante en la vida cotidiana, sobre todo si nace desde abajo,
ya que plantea la posibilidad de la participación.

La consideración de los indicadores que la gente ya utiliza, aunque no estén sistematizados


ni tengan un soporte técnico relevante, implica tomar en cuenta la mirada desde la sociedad
civil y su posición para enfrentar la articulación social, cosa que no hacen los modelos
teóricos rígidos.

3.2 Tres polos: ciudad-municipio-barrio


El territorio sobrepasa al gobierno municipal, existiendo entonces problemas que son
importantes de tratar a nivel de ciudad, a veces generando la participación de los
ciudadanos desde el nivel de barrio. Hay, sin embargo, dificultades reales en la colaboración
entre los gobiernos locales, que impiden que se potencien entre sí a la hora de considerar
problemas que los afectan pero que los sobrepasan.

Jorge Kayano postula la importancia de que la población tenga conocimiento de su realidad


en cuanto ciudad. Por esto propone tratar algunos problemas como propios de la ciudad y
no de municipios aislados, revelando así la interdependencia de los problemas entre los
municipios.

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Desde una perspectiva de análisis de municipios aislados, la noción de ciudad no aparece.
Para posibilitar la disminución de desigualdades entre municipios, hay que entender que
muchos de los problemas no sólo competen a los municipios pobres, sino a la ciudad,
perspectiva que permitiría equilibrar los recursos.

Tampoco debemos olvidar los barrios. Si consideramos lo mencionado por Carmen Silva,
quien postula que lo nacional se revela en lo local, podemos decir que una perspectiva
desde los barrios, si bien no logra ser integradora de todas las complejidades del entramado
de una ciudad, expresa concretamente los problemas globales.

A modo de ejemplo, las experiencias participativas de São Paulo donde se construyó un


mapa de exclusión social y Belo Horizonte donde era necesario crear indicadores de la
calidad de vida de los barrios, fueron iniciativas municipales aisladas y en esto estuvo su
falencia: son ciudades que tienen muchos municipios; incluso fuera de sus límites oficiales;
por tanto, como ciudad, es necesaria la relación entre gobiernos locales y otros niveles
superiores.

Nuevamente surge el tema conceptual: es necesario saber de qué ciudad estamos


hablando, con transparencia en el concepto de ciudad al que se apunta, y cuál es la lógica
de la acción del Estado para generar las directrices de la acción conjunta entre sociedad civil
y Estado.

3.3 La sociedad civil en este contexto


No son sólo los gobiernos administrativos los que toman las decisiones, puesto que diversas
fuerzas civiles participan en el sistema de gobierno local (gobernanza).

Es importante, entonces, que la ciudadanía adquiera un lugar como tal en el gobierno real;
el ciudadano pasivo debe movilizarse para ser activo en sus derechos y en la construcción y
afirmación de nuevos derechos. Sólo si existe la posibilidad operativa de utilizar los
indicadores por parte de los miembros de la sociedad, es posible hablar de un indicador útil
en lo local.

La participación de la ciudadanía en la construcción y manejo de indicadores posibilita el


control de la información, insumo básico de una ciudadanía responsable. En el caso de la
construcción de un mapa de exclusión social en São Paulo, se generó un ambiente de
crítica y discusión de parte de la gente que participó en su elaboración.

Otro asunto que se debe considerar cuando hablamos de participación es que, si bien el
objetivo obvio es incorporar a los excluidos, esto puede llevar a que se centren los
programas y proyectos sólo en las políticas públicas. En Brasil, Porto Alegre, como Ciudad
Constituyente, se basa en una idea tradicional de proyecto participativo. Sin embargo, existe
conciencia de que este proyecto originalmente limita la participación a los sectores más
postergados, que tienden a focalizar sus demandas en servicios asistenciales. En
consecuencia, en Porto Alegre, además de los sectores pobres, se incluye a los sindicatos,
patrones, profesionales, etc., en la elaboración de una propuesta de ciudad. Se amplía así la
participación de forma cualitativa: con el proyecto participativo se creó una instancia no
estatal donde los sectores más excluidos encontraron un espacio de expresión pública, y en

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este espacio se constituyeron como actores para negociar con otros sectores más fuertes y,
entre todos, proyectar la ciudad.

4. El espacio del gobierno local

4.1 El municipio
No hay una noción común de municipio en América Latina. Por ejemplo, el municipio en
Uruguay sería homologable, en Chile, a la Región, la mayor subunidad territorial chilena.
Incluso dentro de un mismo país hay diferencias considerables en cuanto al tamaño del
municipio, a la no visibilidad de las autoridades, etc. Hay que dar cuenta de esta
heterogeneidad a la hora de armar indicadores, en forma muy fina. Iván Insunza, por
ejemplo, cuestiona la utilización de indicadores de Nivel Socio Económico (NSE) indicador
homogeneizador por excelencia, los que pueden caracterizar socialmente a las comunas,
pero no dan cuenta de la gestión. Es un hecho que existen comunas con muchos recursos y
malas gestiones, y viceversa. En el caso de Chile, además, los recursos tienen mucho que
ver con el nivel central, lo que es un factor externo a la gestión. En estas condiciones se
dificulta generar indicadores comparables.

Además de lo anterior, vale la pena dar cuenta de una disyuntiva frente a la cual se halla el
municipio, y es su idoneidad como instancia adecuada para construir indicadores. Tal labor
implica recursos, y éstos son escasos. Horacio Alessandrini, de la Ilustre Municipalidad de
Santiago, lo concretiza: “Una municipalidad no es un centro de estudios”.

Existen, por último, límites a la acción municipal. En primer lugar, el municipio es un espacio
de acción restringido; hay que determinar en qué ámbitos puede actuar y en cuáles puede
orientar, derivar y asesorar. Por otra parte, la acción municipal se dificulta por la poca
comunicación intergubernamental. Y en el caso mexicano, existe una no valoración del
cargo público local, lo que implica supeditación central y ausencia de cultura democrática
local en el ejercicio del cargo.

4.1.1 La perspectiva de lo técnico


Para la gestión adecuada en el municipio, es indispensable un equipo técnico eficiente, una
red que haga sustentable la gestión. Esta base técnica es fundamental, además, para las
decisiones políticas.

Es necesario que exista capacidad, externa o interna al municipio, para sistematizar datos,
recoger inquietudes, procesarlas y devolverlas a los usuarios. Y ello más aún si se considera
que, por los características “evaluadoras” de muchos indicadores, éstos generan rechazo.

4.2 La demanda ciudadana


A veces los gobiernos locales no tienen claro cuáles son las demandas de la ciudadanía. En
sus programas suponen demandas que no corresponden a las demandas reales de la
gente. Por eso, es necesario acercarse a la gente para saber cuál es su verdadera opinión
con respecto a su propia realidad. Pero no es sólo en este punto, donde la relación se
establece en forma obvia, que puede participar la ciudadanía; también puede hacerlo en la
formulación de criterios, y en las decisiones de índole más técnica y política.

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Considerando que la gente se maneja con la lógica de “un problema, una solución”, el uso
de indicadores que posiblemente presentarán un impacto a mediano plazo es frustrante y
desincentivador en muchos casos (Clara Ángel). Para hacerse cargo de esta realidad, Alicia
Ziccardi propone establecer metodologías más abiertas, que rompan los esquemas clásicos
de acercamiento a la población y que así posibiliten la participación ciudadana. De hecho,
en su investigación sobre lo que constituye un buen gobierno, uno de los cuatro indicadores
básicos que construye Ziccardi es precisamente la apertura del municipio a las demandas
de la gente.

4.2.1 Participación
Participar no es legitimar decisiones ya tomadas; eso es participación en términos formales.
Lo que interesa es intervenir en las decisiones en términos reales. La participación en sí
misma genera un plusvalor a la hora de mejorar la gestión, porque la gente se compromete
y es más fácil producir impacto (Alicia Ziccardi). La experiencia de Clara Ángel en
FEDEVIVIENDA confirma lo anterior. Las mujeres de sectores populares que colaboraron en la
aplicación de indicadores de participación en estrategias de vivienda, integraron una visión y
una lógica de trabajo que complementaron las de las profesionales, generando así un
estudio más completo. Además, la relación entre las mujeres de la misma comunidad que
trabajaron juntas mejoró notablemente.

Desde los años 90 se ha tendido a ligar la participación con la gestión local y las demandas
de la gente. En este sentido, la expansión de los indicadores es fundamental para que la
población tenga información a tiempo, sin la cual es imposible participar. Es así como los
indicadores se vuelven indispensables tanto para los gobiernos locales como para la
ciudadanía organizada. Se puede negociar las metas públicas sobre la base de los
indicadores, que pasan a ser en sí una referencia tanto de la ciudadanía para evaluar las
acciones del gobierno, como de las autoridades a la hora de actuar.

Otro punto en el que se ligan participación e indicadores, dice relación con la necesidad de
adentrarse en la visión que la gente tiene sobre los distintos aspectos de la realidad local y
de su inserción en ella. En Chile, por ejemplo, al decir de Carmen Silva, a la gente, “le gusta
que la manden”. Para entender esta situación, ella propone la utilización de indicadores que
midan, entre otros, lo que la gente sabe y entiende de democracia, de la función de los
alcaldes, de sus propios derechos. Ello permitiría conocer cómo se procesa la participación
misma en la ciudadanía, en qué medida hay un respeto a las organizaciones autónomas,
entre otros.

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5. Relacionando la base y el estado

5.1 Ambitos estatal y no estatal


La sociedad civil se construye en relación o en oposición al Estado. Esto se expresa a nivel
local en la relación entre un territorio y una estructura administrativa, que intenta dar forma a
un territorio administrativo. No hay que centrarse en uno de esos dos niveles, dado que a
veces se superponen y siempre son simultáneos. Por ejemplo, en Brasil se utilizaron
indicadores intramunicipales de participación, considerando los problemas locales
(territoriales) sin desligarlos de la realidad estatal (administrativa) en la que se insertan.

En el caso chileno, el mayor impulso descentralizador se da en la instancia regional, que


para algunos es un “engendro amorfo entre presidencialismo y participación”. La
modernización del aparato público del Estado se busca para mejorar las capacidades y
competencias con la mínima cantidad de recursos posible, pese a la necesidad de integrar
otros elementos.

5-2 La base social y el gobierno local: estrecha relación


Se puede optar entre seguir los lineamientos que indica la sociedad civil o seguir los
técnicamente definidos por las autoridades, sin consulta a las bases. Esta dicotomía es
falsa, y de hecho es contraproducente hacer una opción, dado que la realidad de la gestión
y de lo local en general se mueve en ambos planos y es necesario dar cuenta de la
relación entre ellos, de los elementos que los cruzan y cómo se visualizan mutuamente.

Entre las variables que influyen e intervienen en ambos aspectos, está la calidad de vida de
la ciudadanía, la percepción que tiene la gente de la gestión municipal, el espacio para
participar en el municipio, aspectos que son necesarios de incorporar como el tema ya
mencionado de los recursos.

Los indicadores de avance de proyectos y los de evaluación técnica de la gestión, útiles


para orientar la distribución de los recursos, son de mayor interés para el gobierno local. A la
sociedad civil, en cambio, le interesan indicadores relacionados directamente con su
realidad. Esta aparente separación de intereses no es tal, dado que ambos tipos de
indicadores se engarzan. Esto es, sin una buena gestión administrativa, no se cumplen las
metas sociales; y si éstas no se cumplen, el gobierno local no es sostenible en el tiempo.
Más importante que discutir sobre cuál indicador es más relevante, es definir un proyecto
que tenga una finalidad clara para que así se engarcen experiencias concretas de realidad
diferentes, en forma coherente.

En la construcción de indicadores, el desafío es diseñarlos de tal manera que puedan abrir


espacios de comunicación y participación entre personas, organizaciones sociales,
autoridades y funcionarios locales. Un indicador así diseñado contribuye a una mayor
transparencia en los proyectos sociales, básica para su credibilidad y sostenibilidad. La
sociedad civil no puede hacer esto sola, y aquí entra el Estado como coordinador.

En este sentido, el Estado impulsa y se mantiene promoviendo la construcción de un


espacio público al que se somete.

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6. Conclusiones
Sin intentar dar cuenta de todas las ideas que se expresaron en el seminario que dejó
abiertas nuevas inquietudes y que planteó preguntas desde diferentes ámbitos es posible
resumir algunos puntos de interés.

La consolidación democrática en Latinoamérica no es posible sin la incorporación de la


participación real de las personas en sus realidades locales. Es por esto que se ha incluido
el término gobernanza (governance) en lugar de hablar sólo de gobierno local, autoridades,
etc., ya que así es posible considerar la incorporación de todos los elementos que
construyen una realidad democrática.

La toma de conciencia de los derechos y del poder a ejercer convierte a las personas
aisladas en verdadera ciudadanía, entendida ésta como actor social(2) Es en este paso de
persona aislada a ciudadano que el indicador se presenta como una herramienta útil de
incorporar.

Este tipo de indicador fue caracterizado a lo largo del seminario como:

•Sencillo, para poder ser fácilmente interpretado.


•Construido pensando en la realidad concreta que se quiere medir.
•Equilibrado entre la agregación que permite comparar y la desagregación que permite
comprender.
•Cuantitativo o cualitativo según las necesidades que debe cubrir.
•Relativo adecuable a la realidad y abierto al cambio de acuerdo a la dinámica de la
sociedad.
•Inserto en un marco o proyecto, lo que implica que tiene como fundamento una base
conceptual.

Para que la ciudadanía tome su lugar verdaderamente en la gobernanza local (cómo se


gobierna) y para que la institucionalidad pueda dialogar con las bases, son necesarias
fuentes de información adecuadas y de fácil acceso, y es ésta la utilidad que en este marco
pueden tener los indicadores anteriormente caracterizados.

Los indicadores pueden acercar al ámbito territorial los elementos administrativos útiles para
la comprensión y la acción, y pueden acercar lo territorial al ámbito administrativo,
haciéndolo comprensible.

Por tanto, para que se genere un gobierno participativo en que los más excluidos tengan la
posibilidad de convertirse en actores y negociar con otros actores para construir un proyecto
de ciudad, es indispensable información clara y al alcance de todos.

En estos términos, donde lo importante es construir una sociedad más democrática, la


unidad administrativa en la que se base la consideración de los problemas sociales se
difumina. A veces, el municipio por ser la unidad mínima administrativa, la más cercana a
la gente será la más adecuada para considerarlos. Pero otras veces no lo será, ya que

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existen limitaciones y problemas de índole estructural o de índole territorial que sobrepasan
al municipio y que deben ser tratados desde la perspectiva de ciudad.

El planteamiento sobre la disyunción entre lo territorial, cercano a la sociedad civil, a la


participación; y lo administrativo, cercano a las autoridades, a la técnica, corre el riesgo de
ser interpretado como necesidad de optar entre una u otra alternativa. En realidad, los
problemas sociales, la gestión local, lo local en general, se mueven en los dos ámbitos, lo
territorial y lo administrativo. El énfasis en cada uno de ellos es producto de las diferentes
posiciones de los actores sociales en un mismo escenario.

En estos términos, la relación entre lo estatal y lo no estatal no es de oposición, porque


ambas instancias, concretizadas en actores, deben conversar para posibilitar la democracia
a nivel local.

Todo este marco, más bien conceptual o teórico, podría considerarse poco adecuado a la
hora de hablar de indicadores, dado que estos elementos son bastante más limitados,
técnicos, o concretos. No obstante, es justamente esta base teórica, conceptual y política la
que da el marco de referencia al indicador.

Retomando a Alicia Ziccardi, los indicadores no son naturales y existe un marco conceptual
que los fundamenta y sobre cuya base se gestan. En términos generales, hemos querido
aclarar el marco que creemos debe seguir Latinoamérica: el marco de la gobernanza ya
planteado.

Se reconoce, además, que el indicador nace en el marco de un proyecto, tanto si es un


indicador construido por la base social, como si es uno originado en el ámbito institucional.
Hablamos de un proyecto de ciudad, de participación, etc. Con proyecto nos referimos a una
voluntad cierta de hacer algo en una determinada dirección, y en este sentido el indicador es
un elemento más que ilumina el proceso. Así visto, el concepto tras el indicador existe de
una forma más o menos velada, que debiera explicitarse para no inducir a error en su
interpretación. Es a partir de estos conceptos claros y explícitos que se puede conversar,
dado que ellos ofrecen referentes comunes para saber de qué hablamos cuando decimos
ciudad, o cuando decimos gestión.

Todo lo anterior lleva a que la conceptualización del gobierno local incorpore lo macro y lo
micro, constituyendo un escenario común donde se conversa y se genera acción, con un
lenguaje común y sencillo cuyas herramientas de entrada son los indicadores.

Notas
1 Aunque la palabra gobernanza está hoy en deshuso, el Diccionario de la RAE (vigésima primera
edición, 1992) la admite, definiéndola como acción y efecto de gobernar o gobernarse.

2 El término actor social intenta dar cuenta de quién o quiénes se encuentran en un escenario social
determinado, que tienen intereses definidos y se movilizan en función de él.

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Bibliografia seleccionada
Comité Interministerial de Modernización de la Gestión Pública. 1996. Indicadores de gestión en
los servicios públicos. Serie Guía Metodológica. Santiago: División de Presupuestos,
Ministerio de Hacienda.
FEDEVIVIENDA. 1995. “Aplicación de indicadores de participación de las mujeres en las
estrategias de vivienda a nivel comunitario en asentamientos informales”. Programa Mujer
y Hábitat de HÁBITAT NACIONES UNIDAS.
Hinchey Trujillo, Catalina. s/f. “The women in human settlements development programme. United
Nations Centre for Human Settlements (HÁBITAT)”. Mimeo.
Prefeito Municipal de Belo Horizonte. 1996. Indice de qualidade de vida urbana (IQVU). Belo
Horizonte: Assessoria de Comunicação Social - PBH.
Salles, A., J. Kayano, M. de Almeida, V. Petrucci. 1995. Como reconhecer um bom governo? São
Paulo:PÓLIS.
Subsecretaría de Desarrollo Regional y Administrativo, Ministerio del Interior, Santiago de Chile.
1995. “Metodología de evaluación del programa de fortalecimiento institucional municipal,
1995”. Mimeo.
Ziccardi, A.. & H. Saltalamacchia. 1996. “Metodología de evaluación del desempeño de los
gobiernos locales en ciudades mexicanas”. México: UNAM.

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