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1879
1880
1881
1882
1883
1884
La Guerra del Pacífico ocurrió entre los años 1879 y 1883, fue provocada por
motivos económicos y problemas limítrofes entre nuestro país y sus vecinos:
Perú y Bolivia.
Sin embargo, la Corona española no se había preocupado de fijar con precisión los límites entre sus colonias,
por esta razón, una vez lograda la Independencia y concluida la etapa de la Organización se produjeron
litigios entre los países americanos.
Cuando se creó la República de Bolivia en 1825, sus autoridades sostenían que la frontera era el Valle de
Copiapó, mientras que Chile afirmaba que era la desembocadura del río Loa.
Los problemas comenzaron tan pronto se descubrió el valor económico del desierto.
Nuestro país pretendía como límite el paralelo 23° latitud sur, al norte de Mejillones, en tanto que Bolivia
reclamaba su extensión hasta el paralelo 25° latitud sur.
La riqueza salitrera que cubría el suelo antofagastino era explotada principalmente por capitales chilenos.
Luego de diversos incidentes entre los pioneros chilenos y las autoridades bolivianas -además de algunas
reclamaciones de las cancillerías- ambas naciones resolvieron firmar un tratado en 1866.
El gobierno de José Joaquín Pérez suscribió, con el dictador boliviano Mariano Malgarejo, un tratado que
estableció como límite el paralelo 24° latitud sur y que los dos países se repartirían por mitades los derechos
de exportación del guano y de los metales extraídos entre los paralelos 23° y 25° latitud sur.
La situación era confusa e impracticable, por lo que en 1874 se acordó firmar un nuevo tratado. Este ratificó
como límite el paralelo 24° latitud sur y eliminó la medianería en el reparto de los impuestos. Asimismo,
prohibió a Bolivia imponer nuevas contribuciones o alzar las existentes por un lapso de 25 años, a las
empresas chilenas que operaban entre los paralelos 23° y 24° de latitud sur.
La cancillería chilena reclamó por la ilegalidad del acto, pero Bolivia mantuvo su decisión. Esto significaba la
ruptura del Tratado de 1874; Chile, por lo tanto, podría hacer valer sus antiguas reclamaciones territoriales.
El día dispuesto para el remate, las tropas chilenas desembarcaron en Antofagasta al mando del coronel Emilio
Sotomayor y ocuparon la ciudad, habitada casi totalmente por chilenos. Así comenzó la primera campaña de la
guerra, con su posterior avance hacia Calama.
El presidente del Perú, Mariano Ignacio Prado en marzo de 1879 dio a conocer el Tratado Secreto que su país había
suscrito con Bolivia, indicando que no podía mantenerse neutral como le había solicitado el gobierno chileno.
Entonces, el Presidente de Chile, Aníbal Pinto, declaró la guerra a los dos países el día 5 de abril de 1879.
Razones de una celebración
Fue el día en que los hombres de la frágil Esmeralda, comandados por Arturo Prat, dieron su vida por una
causa que les parecía justa y necesaria, en un combate muy desigual contra la tripulación del poderoso
Huáscar. A su heroísmo, se unió el triunfo de la astucia y habilidad de los marinos de la Covadonga
-acertadamente comandada por Carlos Condell-, que permitió inutilizar uno de los dos acorazados peruanos,
la Independencia.
El bloqueo de Iquique
Acompañaba en este viaje al ministro Rafael Sotomayor El 2 de abril se Iquique a fines del siglo XIX
embarcaron en Antofagasta con rumbo a Iquique, entonces peruana, a bordo del
Blanco para notificar a esa ciudad del conflicto bélico y del bloqueo. Así, el día 5 de abril, Santiago era testigo de
la declaración por bando de la guerra contra Perú y Bolivia, al tiempo que el Blanco llegaba a Iquique.
El encargado de la notificación fue Prat. Iquique tenía 24 horas para poner en seguridad a las personas indefensas,
lo que hizo temer el bombardeo. Muchos civiles iquiqueños de nacionalidad peruana y chilena abandonaron
rápidamente la ciudad.
El bloqueo de Iquique tenía por intención evitar que esta ciudad se fortificara y asfixiar a Perú. Ello, porque Iquique
era el puerto de salida para el guano y el
salitre, los principales recursos económicos
de ese país. Por lo mismo, la Armada
peruana tendría que salir de El Callao y
pelear en descubierto.
La Abtao y la Covadonga zarparon el 2 de mayo desde ese puerto y llegaron a Iquique tras 8 días de navegación.
Allí se encontraba ya toda la escuadra chilena.
Mientras tanto, el Almirante Williams había decidido atacar el Callao con toda la escuadra y dejar sólo dos
pequeñas naves bloqueando Iquique, a cargo de Arturo Prat y Carlos Condell.
El grado y la carrera de Prat lo convertían en el superior y por ello debía comandar la nave
teóricamente más importante: la Esmeralda.
Carlos Condell quedó en la Covadonga. Este último barco fue vetado del ataque al Callao por las fallas en su
maquinaria y en las calderas. En la misma precaria situación estaba la Esmeralda.
La escuadra abandonó Iquique el 16 y 17 de mayo en distintas direcciones, y con intervalos para engañar al
enemigo. Cuando partía, Prat se despidió del Almirante Williams diciéndole: "Si viene el Huáscar, lo abordo."
Un cruce inadvertido
Ese mismo día, el grueso de la escuadra peruana zarpaba de El Callao al sur con intención de atacar. Se cruzaron
en un neblinoso 19 de mayo, a la altura de Pisco, a 31 millas de distancia, mar adentro. La escuadra chilena, se
encontraba pegada a la costa peruana y no se vieron.
En Arica, el presidente del Perú, Mariano Ignacio Prado, se enteró de que en Iquique sólo estaban la Covadonga
y la Esmeralda. Dispuso así que el Huáscar y la Independencia llegaran a Iquique el 21 de mayo, alzaran el bloqueo
y que después interceptaran el transporte de 1.500 soldados chilenos que venían de Valparaíso a Antofagasta.
Posteriormente deberían inutilizar la máquina resacadora de agua de Antofagasta y avanzar hacia el sur,
bombardeando los puertos chilenos.
Ataque peruano
El Lamar, un transporte que estaba en la rada, emprendió la fuga al sur. La Esmeralda optó por acercarse a la
playa para obligar al Huáscar a disparar por elevación para no dañar al pueblo de Iquique. En esta maniobra, al
levantar la presión del vapor del viejo buque, reventaron sus calderas dejándolo prácticamente inmóvil. Mientras
tanto la Covadonga salió del puerto pegada a la playa y una bala del Huáscar le atravesó el casco, matando al
cirujano Videla, a un contramaestre y a un marinero.
Grau ordenó a la Independencia que la persiguiera, mientras él batía a la Esmeralda. El Huáscar se detuvo a 500 o
600 metros del buque chileno por temor a los torpedos que, según una información errada, tenía la corbeta. Desde
esa distancia comenzó a disparar sus grandes cañones de 300, pero sus tiros pasaban por alto. La Esmeralda
contestaba con sus cañones lisos de 40, cuyos proyectiles rebotaban en el blindaje del monitor peruano "como
pedradas en un muro de granitos", y con fuego de fusilería.
El enfrentamiento
Al amanecer del 21 de mayo, desde la Covadonga se avistaron los humos de las naves peruanas. Prat se preocupó
de que sus hombres se alimentaran, y cerca de las 8 de la mañana comenzaron los ritos del combate. Gaspar
Cabrales, el tambor y corneta de diez o doce años, tocó la orden de atención y Prat se dirigió a su gente:
"¡Muchachos: la contienda es desigual! Nunca nuestra bandera se ha arriado ante el enemigo, espero
pues que no sea ésta la ocasión de hacerlo. Mientras yo esté vivo, esa bandera flameará en su lugar, y
os aseguro que si muero, mis oficiales sabrán cumplir con su deber. ¡Viva Chile!"
Cuatro horas después, a las 12.10 se hundía la Esmeralda. El combate había terminado.
La Covadonga
Mientras esto ocurría entre el Huáscar y la Esmeralda, la Covadonga se alejaba rápidamente, siendo perseguida por
la Independencia. Condell tuvo una idea muy astuta: hizo que la Covadonga llegara a una parte donde el mar era
poco profundo, y como la Independencia era un barco muy grande, por perseguir a la nave chilena, quedó
atascada. Condell pudo atacarla y los peruanos se rindieron.
El Combate Naval de Iquique no fue un gran triunfo para el ejército chileno. Sin embargo, hoy lo recordamos como
uno de los ejemplos de valor y amor a la patria más destacados de nuestra historia.
Al hundirse sonó un último disparo, que parece haber sido hecho por el guardiamarina Riquelme. Los botes del
Huáscar salvaron a ocho oficiales y a 49 marineros, o sea, a la cuarta parte de los que entraron en combate. Los
cadáveres de Prat y de los demás chilenos fueron colocados en la vereda de la calle que hay entre el muelle y el
edificio de la Aduana. Un ciudadano español, Eduardo Llanos, ayudado por otro compatriota, Benigno Posadas,
tomaron la iniciativa de enterrarlos.
¡Tremendos misterios del corazón humano!Lo último que desaparece en las aguas es el pabellón
chileno; no se oye más el leve grito ni clamor alguno de socorro; ni siquiera resuenan vítores... a
todos nos tiene anonadados el horror de aquella tremenda escena."
De esta manera, al comenzar el conflicto, las dos armadas que habrían de enfrentarse contaban con fuerzas
disímiles.
Perú tenía los acorazados, el Huáscar y la Independencia; el Manco Capac, y el Atahualpa y la Unión; la corbeta
Pilcomayo y tres transportes. Su marina no tenía mucha preparación.
Chile tenía los acorazados Almirante Cochrane y Blanco Encalada; las corbetas O´Higgins y la Chacabuco -más
nuevas- y la Abtao y la Esmeralda, -más pequeñas y más antiguas-; la Magallanes, la cañonera Covadonga,
además de vapores y transportes de mineral. La marina chilena estaba bien preparada y era disciplinada.
En este contexto, se podría suponer que el enfrentamiento de dos embarcaciones de madera, viejas y en mal
estado con los dos acorazados peruanos, hecho ocurrido el 21 de mayo de 1879, sería un desastre para Chile. Sin
embargo, la disposición de los jóvenes tripulantes y oficiales a dar su vida en una batalla imposible de ganar -en el
caso de la Esmeralda-, junto a la astucia, habilidad y decisión para usar al máximo los elementos anticuados de la
Covadonga y acabar con la Independencia, dejando solitario al Huáscar, escribieron otra historia.
De esta manera, el triunfo de Iquique es tal porque Chile perdió sólo una de sus dos corbetas e inutilizó el
acorazado peruano Independencia. El Huáscar y la Independencia no pudieron seguir hacia el sur y detener las
tropas ni tampoco pudieron bombardear los puertos chilenos. Las noticias de Iquique, del heroísmo y la gloria de
sus compatriotas, elevaron la moral chilena.
Como dice Villalobos: "El ejemplo de Prat y sus hombres sacudió al país y electrizó a los que marchaban al frente
de lucha. Hasta entonces había habido una gran incertidumbre y ansiedad; pero, los hechos de Iquique, a poco
más de un mes de iniciada la guerra, trajeron la seguridad e hicieron vislumbrar el desenlace del conflicto".
El héroe de Iquique
Nació el 3 de abril de 1848 en la hacienda San Agustín de Puñual en Ninhue, cerca de Chillán. Sus
padres fueron Pedro Agustín Prat y María del Rosario Chacón Barrios.
La familia se trasladó a Santiago en 1849 a una propiedad del abuelo materno, ubicada en la
actual comuna de Providencia, en donde vivieron durante cinco años. En 1854 los Prat Chacón se
cambiaron nuevamente de domicilio, a una casa en la calle Nueva San Diego, hoy calle Arturo
Prat.
Arturo inició sus estudios en 1856 en la Escuela Superior de Instrucción Primaria. A los 10 años
ingresó a la Escuela Naval, el 28 de agosto de 1858; esta sería su hogar en adelante. El niño fue parte del primer
curso de guardiamarinas, conocido como "el curso de los héroes", con compañeros como Carlos Condell, Luis
Uribe, Juan José Latorre y Jorge Montt.
Entre 1859 y 1864 realizó su primer adiestramiento marítimo por las costas de Chile, primero en el vapor
Independencia, y luego en la corbeta Esmeralda. De este período, destacan las "estaciones" a bordo de esta en
1864, frente al puerto de Mejillones. Allí la Escuadra chilena fondeaba para amparar los intereses nacionales, frente
a las autoridades bolivianas.
Prat fue designado ayudante del auditor de la Armada a finales de 1876, cargo en el que estuvo hasta fines de
1878, y en el cual se preocuparía de los aspectos jurídicos de los reglamentos de la institución.
¡ Entre sus particularidades como persona se recuerdan su ironía con sus amigos a través de las cartas; y su
afición a una literatura variada, a tocar piano, al teatro lírico, a los boletos de lotería y a los naipes.
No se refería a los problemas políticos de la sociedad chilena en público, sino con familiares. Sin embargo, a pesar
de su indiferencia hacia los temas obreros, le preocupaban los problemas que la cesantía pudiera provocar en el
orden público. Participó en la educación popular, desempeñándose como profesor en la escuela gratuita Franklin,
que en Valparaíso abrieron jóvenes liberales, donde enseñaba los ramos de Moral, Astronomía y Botánica a
trabajadores.
Regresó a Valparaíso en febrero DE 1879, y a su llegada lo sorprendieron las noticias de una inminente guerra con
Bolivia, y de que la Marina ya había zarpado hacia el puerto de Antofagasta.
Su inacción terminó cuando el ministro Rafael Sotomayor lo designó secretario del viaje que realizaría al norte, a
entrevistarse con el almirante Williams.
Prat dejó Valparaíso el 29 de marzo y desembarcó en una Antofagasta ocupada por las tropas chilenas el 2 de abril.
En la madrugada del día 4 embarcó nuevamente hacia Iquique, en el blindado Blanco. Él mismo fue el encargado
de comunicar a las autoridades peruanas la declaración de guerra, y de que se bloquearía el puerto.
Se le asigna la Esmeralda
El 14 de abril, Williams lo nombró comandante de la Covadonga, corbeta que estaba en reparación en Valparaíso,
ante lo cual partió el día 19 hacia ese puerto. Fueron los últimos días de Prat con su familia. El resto del tiempo,
hasta principios de mayo, lo ocupó en supervisar los arreglos a las máquinas de la Covadonga, volviendo a Iquique
el 10 de mayo de 1879 e integrándose después al resto de la Escuadra.
A su llegada, Prat se enteró de la decisión de Williams de atacar El Callao, y de los cambios que había dispuesto en
relación al mando de las naves que quedarían manteniendo el bloqueo en Iquique: Carlos Condell pasó a la
Covadonga, mientras que él a la Esmeralda. El bloqueo debía mantenerse para no despertar sospechas entre los
peruanos; la Covadonga no participaba en el ataque por estar dañada en sus máquinas, al igual que la Esmeralda,
la más antigua corbeta de la flota.
A las 11:30 de la mañana, cuando la Covadonga ya había iniciado su salida hacia el sur donde se enfrentaría a la
Independencia en Punta Gruesa, vino el primer choque del Huáscar con su espolón. Al momento del impacto por
babor, Prat tomó la decisión de abordar la nave peruana, y al mismo tiempo gritaba que le siguiesen en su acción.
Sin embargo, el ruido del choque, sumado a los gritos de la tripulación, ahogaron su llamado, siendo solo
escuchado por un marinero y el sargento Juan de Dios Aldea.
El momento de su muerte
Los tres chilenos saltaron hacia la cubierta del Huáscar: el marinero cayó de espaldas al mar, y Aldea y Prat
quedaron solos, dirigiéndose hacia la torre de mando, cayendo el primero y luego Prat, ante el fuego de rifles
peruanos. El capitán de la Esmeralda aún con la espada en la mano, hincó la rodilla en la cubierta, y un marinero le
disparó hacia la cabeza, dándole muerte definitiva.
Después de un segundo y tercer impacto del Huáscar sobre la Esmeralda, a las 12 con 10 minutos la corbeta se
hundió con la bandera al tope, tal como Prat había ordenado horas antes.
Los sobrevivientes chilenos vieron el cadáver de Arturo Prat, a bordo del Huáscar al momento de ser rescatados;
ya en la noche, cuando fueron desembarcados en la playa de Iquique, uno de los oficiales pudo apreciar de nuevo
el cadáver de Prat y la herida ancha y profunda en su cabeza.
Su cadáver y el de Ignacio Serrano fueron sepultados más dignamente, gracias a la preocupación de un ciudadano
español de nombre Eduardo Llanos, quien recogió los cuerpos del hospital y les enterró el 22 de mayo en la tarde
en el cementerio de la ciudad de Iquique.
Nace el mártir
La hazaña, como se calificó desde un principio a la acción de Prat, pronto opacó en publicidad a la de Condell.
Desde los periódicos peruanos, los europeos supieron los pormenores del hecho, e incluso los argentinos, que
habían conocido a Prat como espía años atrás. Todo esto y los informes que dio a conocer Miguel Grau del
combate, brindaron un tributo de admiración, convirtiendo el enfrentamiento naval en una epopeya militar, y a
Arturo Prat en un mártir, héroe nacional, y otros calificativos que comenzaban a construir toda una leyenda.
No obstante, no sería sino hasta nueve años más tarde que los restos de Prat y los demás tripulantes de la
Esmeralda fallecidos, tuvieran una sepultura con todos los honores. Durante la década de 1880 se escogió el sitio
ubicado frente a la Intendencia de Valparaíso para el descanso definitivo de los héroes. Las obras estuvieron
concluidas en 1886, y solo recién el 21 de mayo de 1888 fueron sepultados finalmente.
Almirante y explorador
Nació en Curacaví en 1825. Fue hijo de Juan Williams y Gertrudis Micaela Rebolledo, quienes
tuvieron además a Horacio Luis y Lavinia.
Williams Rebolledo contrajo matrimonio con Clara Noeglé, con quien tuvo a sus hijos Juan y Héctor.
Durante la Revolución de 1851, participó en la pacificación del Norte sublevado, con el rango de comandante de la
fragata Chile. Al año siguiente se encontraba en el Extremo Sur del país, al mando de la barcaza Infatigable,
encargado de llevar el orden a la colonia magallánica y buscando a Bernardo Philippi, quien había sido capturado
por aborígenes de la zona.
Diversas misiones
En 1855, Williams se encontraba nuevamente en el Norte, con el cargo de comandante de arsenales y gobernador
marítimo de Atacama. Ese mismo año viajó a Inglaterra, con la misión de traer a Chile a la corbeta Esmeralda,
construida en astilleros ingleses.
En la década de 1860, Juan Williams realizó diversas tareas, entre las que se pueden destacar las exploraciones al
Norte de Chile en compañía de Rodulfo Philippi, el desarrollo de interesantes estudios hidrográficos en las islas de
San Félix, y su nombramiento como comisionado para establecer los límites con Bolivia, en 1863.
Las órdenes de Williams eran abandonar el puerto de Valparaíso, donde había llegado Pareja, y trasladarse a
Chiloé.
Tras su estadía por algún tiempo en Ancud, Williams inició el camino hacia el Norte para llegar a Coquimbo, donde
la goleta hispana Covadonga y el buque Matías Cousiño —capturado por los españoles— sostenían el bloqueo de
esa ciudad. El 26 de noviembre, sorprendida la tripulación de la Covadonga, Williams asaltó la embarcación y tomó
prisionera a la tripulación, en solo 30 minutos de contienda. La Covadonga pasó a integrar la exigua flota nacional.
La hazaña de Williams fue un doble fracaso para Pareja, quien años antes había tenido que sentir la muerte de su
padre en estas mismas costas. Enterado de la derrota, el español decidió suicidarse.
Williams Rebolledo se dirigió inmediatamente hacia el norte, logrando tomar las ciudades de Tocopilla y Cobija, sin
sufrir resistencia, el 27 de marzo de 1879.
Campaña marítima
Su personalidad acerada con la experiencia bélica, no tardó en ser fértil campo de polémica. A diferencia del
gobierno, Williams pensaba que la mejor opción era buscar la batalla decisiva en Iquique, con el fin de bloquear
este puerto, —base de la economía salitrera del Perú— y obligar el enfrentamiento con la Escuadra peruana.
El gobierno decidió llevar adelante el plan de Williams, quien el 4 de abril, zarpó rumbo a
Iquique al mando de 5 naves: el Blanco Encalada, el Cochrane, la O’Higgins, la Esmeralda
y la Magallanes. El día 12, mientras la Magallanes debió batirse frente a Chipana,
Williams se encargaba de bombardear Iquique, con el objeto de forzar el ataque peruano,
lo que finalmente consiguió.
Prat y el ocaso del almirante
La protesta pública por la inacción chilena, impulsó a Williams a llevar el ataque más al norte. Después de algunas
operaciones sin éxito, se partió rumbo al Callao el 16 de mayo, con las dos terceras partes de la Escuadra,
mientras el Presidente Prado del Perú ordenaba a la flota de su país navegar rumbo al sur. Las naves se cruzaron
en el camino.
El posterior Combate Naval de Iquique y la hazaña de Condell —con la posterior inmortalización de los héroes de
aquella jornada—, significaron el fracaso de Williams. Lo anterior, sumado a las fallas en la organización de los
suministros y a su precario estado de salud, diezmaron su figura heroica.
Durante la Revolución de 1891, solidarizó con el Presidente Balmaceda. Luego fue miembro del Partido
Liberal Democrático; aspiró sin éxito a un sillón del senado. Ya alejado del servicio activo, fue ascendido por
una ley de febrero de 1908 al rango de vicealmirante en servicio, honor que mantuvo hasta su muerte,
acaecida el 24 de junio de 1910.
El almirante de la Escuadra
Nació en Santiago el 24 de marzo de 1846. Fue hijo de Elías de La Torre -de origen peruano, pero representante en
Chile de la República de Bolivia- y de la dama chilena Nicomedes Benavente Valenzuela.
A la muerte del padre en 1855, la familia se dispersó. Sus hermanos Elías y Fernando Adolfo se quedaron Lima y su
hermana Laura se casó con un diplomático brasileño.
Juan José contrajo matrimonio con Julia del Carmen Moreno Zuleta, hija del explorador y minero del cobre nortino
José Antonio Moreno, el 6 de mayo de 1882, con la cual tuvo 3 hijas y 2 hijos.
Estudió en el Colegio Inglés de Valparaíso, donde fue compañero de curso de Carlos Condell y se destacó por su
buen rendimiento. Su gran interés por el mar lo llevó a ingresar en mayo de 1858 a la Escuela Naval, donde
participó del llamado curso de los héroes, con compañeros como Condell, Jorge Montt, Arturo Prat, Ignacio
Serrano, Luis Uribe y Juan Manuel Simpson.
En julio de 1861 concluyó su formación teórica en la Escuela Naval y se incorporó a la Esmeralda, donde se
especializó en trabajos hidrográficos, logrando ser guardiamarina examinado en mayo de 1865. Fue ascendido a
teniente 2º en noviembre del mismo año.
Como capitán de corbeta efectivo, en 1876 le correspondió -a bordo de la cañonera Magallanes- capturar al barco
francés Jeanne Amelie, que cargaba guano en la Patagonia al sur del río Santa Cruz.
En 1877, como capitán de fragata graduado, efectuó exploraciones hidrográficas llevando al naturalista Enrique
Ibar por los mares del Estrecho de Magallanes y por la región austral de la Patagonia. Inspirado en estos viajes,
publicó en 1878 Estudios sobre las Aguas del Skyring y la Paret Austral de la Patagonia por el Comandante y
Oficiales de la Corbeta Magallanes.
El Combate Naval de Iquique, en mayo siguiente, generó en la Armada chilena una reacción de energía y voluntad
de terminar la guerra cuanto antes, llevando a multiplicar los enfrentamientos y persecuciones a las naves
peruanas.
Al mando de la Magallanes, Latorre tuvo su primera oportunidad de enfrentarse al mejor barco peruano, el
Huáscar, en julio de 1879. Ello ocurrió en la bahía de Iquique, cuando se trataba de salvar al transporte Matías
Cousiño; sin embargo, el Huáscar escapó ante la superioridad de número de la naves chilenas.
El Combate de Angamos
En septiembre de 1879 Latorre fue nombrado comandante del blindado Almirante Cochrane. Su más importante
acción naval fue el Combate de Angamos, en octubre de 1879, donde falleció el almirante Miguel Grau y el monitor
Huáscar fue capturado.
En esta acción demostró su pericia, recibiendo un reconocimiento multitudinario en Santiago y su ascenso a capitán
de navío.
Luego de la rendición de Iquique, a bordo del Cochrane Latorre se ocupó del bloqueo de la costa peruana, siendo
su labor fundamental para ayudar en la captura de Arica. Reforzó el bloqueo del Callao y colaboró con la Escuadra
en las batallas de Chorillos y Miraflores en enero de 1881, bombardeando posiciones peruanas.
Una vez terminada la Batalla de Chorillos, se dirigió al Callao con el Cochrane para relevar al Huáscar y a la
Pilcomayo. Esta fue la última actuación de Latorre en la Guerra del Pacífico.
El 14 de febrero de 1882 fue ascendido a comandante de la Escuadra, cuando todavía no cumplía los 36 años de
edad.
En junio de 1884 fue ascendido a contralmirante y continuó como comandante de la Escuadra hasta que en octubre
de ese mismo año fue disuelta por el gobierno.
Entre 1884 y 1887 el gobierno de José Manuel Balmaceda lo comisionó para viajar a Europa en dos
oportunidades, con la misión de vigilar la reparación y construcción de nuevos cruceros para Chile, ya que
modernizar la Escuadra era un imperativo del gobierno.
Asimismo, viajó a Alemania a la moderna fábrica Krupp, con el objetivo de comprar las baterías que necesitaban
las defensas portuarias de Valparaíso y Talcahuano.
Mientras se encontraba comisionado en Europa, estalló la sublevación de la Armada en contra del Presidente
Balmaceda. Su antiguo compañero de estudios, el ahora almirante Jorge Montt, lo instó a adherirse a los
amotinados. Obediente de las leyes y la Constitución, Latorre no aceptó y tuvo que afrontar las medidas de los
vencedores de la guerra civil de 1891, quienes injustamente lo borraron del escalafón de la Marina, quitándole
todos sus títulos.
La restitución de su honor
Juan José Latorre regresó a Chile en 1894. Fue elegido senador por Valparaíso por cuatro períodos, hasta 1906. En
1897 se le devolvió su grado y el Presidente Errázuriz Echaurren lo nombró ministro de Relaciones Exteriores.
Renunció al cargo en diciembre del mismo año.
Se retiró a la vida privada y se radicó en Viña del Mar. El Presidente Pedro Montt Montt le restituyó su honor
con una ley de febrero de 1908, ascendiéndolo a vicealmirante de la Armada y le otorgó el sueldo correspondiente
a personal en servicio activo de acuerdo a su rango.
Ignacio Serrano nació en Melipilla en 1846. Fue hijo de Juan Ramón Serrano, pequeño agricultor,
y Mercedes Montaner. Heredó el amor por el mar de parte de su madre, ya que varios familiares
de ella eran marinos.
Cuatro de los 5 hermanos Serrano Montaner vistieron el uniforme militar: además de Ignacio,
Eduardo fue oficial del buque Blanco Encalada; Ricardo, soldado del Regimiento Tercero de Línea;
y Ramón llegó a ser capitán de fragata en 1893, profesor de Cosmografía de la Universidad de
Chile, director de la Oficina Hidrográfica de la Armada, diputado, y se destacó por sus
exploraciones hidrográficas en los canales de Chiloé.
Juan de Dios Aldea nació en Chillán en 1853. Fue hijo de José Manuel Aldea, maestro de escuela, y Úrsula Fonseca.
Estudió en la escuela mantenida por la orden franciscana de su pueblo natal, que dirigía su
padre. Se enlistó como voluntario en el Regimiento de Artillería de Costa. Se casó en
Valparaíso con Remigia Segovia con la cual tuvo 1 hijo. Cuando estalló la Guerra del Pacífico en
abril de 1879, fue destinado con el grado de sargento 2o a la corbeta Esmeralda que se
encontraba en Iquique.
Luis Uribe Orrego nació en 1847. Fue hijo de Juan José Uribe y Rosario Orrego, mujer de gran
cultura. Fue novelista, directora de la Revista de Valparaíso y colaboró en otras publicaciones,
además de médium de las reuniones espiritistas que tenía con Eduardo de la Barra y Jacinto
Chacón, con quien se casaría luego que enviudó.
En mayo de ese año ingresó a la Escuela Naval, donde se destacó en los estudios. Se casó con
Emiliana Goycolea, de familia chilota, pero no tuvo descendencia.
En 1872 Arturo Prat —director interino de la Escuela Naval— lo nombró para hacer clases de
Cosmografía e Hidrografía en la sección de Aprendices de Marineros. Luego pasó a enseñar
Arte de Aparejar a bordo de la Esmeralda, corbeta de instrucción para los guardiamarinas. En Luis Uribe
1876 fue designado subdelegado marítimo de Tomé, puerto en que habilitó el muelle, dotó a la
policía de uniformes, sondeó la bahía de Dichato para levantar un plano, e impartió clases de
Orrego
Agrimensura en las escuelas masculinas del puerto. Al estallar la Guerra del Pacífico en abril de 1879, fue destinado
a la corbeta Covadonga, con el grado de teniente 2o.
En 1872 fue ascendido a teniente 1o y acompañó al contralmirante José Anacleto Goñi a una misión a Europa que
inspeccionó la construcción de varias naves encargadas por la Armada a astilleros ingleses.
Uribe se casó sin licencia oficial y Goñi rompió su amistad con él, dudando públicamente de la reputación de la
dama inglesa. Uribe enfrentó cara a cara al contralmirante en febrero de 1873, quien intentó agredirlo. Uribe se
enfermó y decidió renunciar a la Armada, pero su renuncia no le fue aceptada y por los informes de Goñi fue
llevado a un consejo de guerra. Volvió a Chile al juicio a comienzos de 1875, siendo defendido por Arturo Prat en
abril, y absuelto.
Fue rehabilitado por el Presidente Errázuriz Zañartu, y colaboró en la formación de jóvenes marinos al escribir
un manual, publicado en 1876, sobre hidrografía, y otro sobre magnetismo y desviación de los compases,
recibiendo un premio en la Exposición Internacional de 1875.
Cuando estalló la Guerra del Pacífico, Uribe fue destinado a ser el segundo oficial a bordo de la Esmeralda.
Sobrevivió al combate de Iquique, y gracias a él existe testimonio de los últimos momentos de Prat y del
hundimiento de la Esmeralda.
Después de las 6 de la mañana del 21 de mayo, el vigía de la cofa de la Covadonga dio la alerta de la presencia de
dos humos de vapores hacia el norte, identificándose al Huáscar y ordenándose tocar la alarma general.
Las naves peruanas comenzaron a atacar hacia las 9 de la mañana. Hubo intercambio de fuego durante una hora y
media, quedando paralizada la Esmeralda, a merced del Huáscar.
Muere Prat
A las 11 y media vino el primer choque del Huáscar con su espolón, contra la Esmeralda. Al momento del impacto
por babor, se produjo el instante que Prat esperaba para abordar la nave peruana. Al mismo tiempo gritaba a sus
hombres que le siguiesen, pero el ruido del choque y los gritos de la tripulación, ahogaron su llamado; solo fue
escuchado por un marinero y el sargento Juan de Dios Aldea.
Saltaron los tres hacia la cubierta del Huáscar, pero el marinero cayó de espaldas al mar por la contramarcha de la
nave peruana, mientras que Aldea y Prat cayeron en la cubierta ante el fuego de rifles peruanos.
A las 12 con 10 minutos la corbeta se hundió con la bandera al tope, luego de un tercer espolonazo.
Los cadáveres de Arturo Prat e Ignacio Serrano fueron sepultados dignamente gracias a la preocupación de un
ciudadano español de nombre Eduardo Llanos, quien recogió los cuerpos y los enterró, el 22 de mayo en la tarde,
en el cementerio de la ciudad de Iquique.
Juan de Dios Aldea, quien había quedado vivo en la cubierta del Huáscar, murió en tierra días después a causa de
las heridas.
La gloria
Luis Uribe logró sobrevivir al combate y alcanzó el reconocimiento en vida. Fue hecho prisionero por los peruanos y
liberado recién en diciembre de 1879. Llegó a ser almirante y comandó el buque que trajo los restos de Prat a
Valparaíso en 1888, pero por su adhesión a Balmaceda, en 1891, fue dado de baja de la Armada. Falleció en 1914.
Hoy los tres: Serrano, Aldea y Uribe, reposan en el Monumento a las Glorias del 21 de Mayo en Valparaíso.