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Querida Diana,

Me han dicho que en su clase de filosofía con las niñas de décimo grado del
colegio Marymount, ha hablado sobre la paradoja del barco de Teseo. Es por
esto, que me ha llamado la atención varias preguntas que usted ha planteado a
lo largo de este proceso, las cuales me gustaría contestar desde mi punto de vista
y desde ideas de mi propia filosofía, para así ayudar al conocimiento de sus
alumnas.

Principalmente, esta paradoja de Teseo, que además de aportar a la concepción


de identidad que se ha construido desde varias filosofías, es además una de las
más importantes contradicciones de la razón al poner en duda la certeza de
nuestras percepciones desde las dos situaciones planteadas a lo largo de esta
paradoja. El barco de Teseo, también conocido como la paradoja de Teseo, es
una paradoja que propone la cuestión de si un objeto que ha tenido todos sus
componentes reemplazados sigue siendo fundamentalmente el mismo,
cuestionando así la persistencia de la identidad del objeto. Finalmente, esta
paradoja ha sido discutida por los filósofos más antiguos, como Heráclito,
Sócrates y Platón antes de los escritos de Plutarco, y más recientemente por
Thomas Hobbes y John Locke. En mi más sensata opinión, la identidad como
tal de un objeto o del mismo ser humano no existe, es un conjunto de
percepciones que forman el cómo se perciben las cosas, por más redundante que
suene. Por otra parte, siento que la identidad puede ser juzgada por la semejanza,
causalidad y contigüidad. En primer lugar, por la semejanza, la identidad se
puede llamar x porque es semejante a los aspectos que lo componen, mientras
que por la causalidad, el objeto es semejante porque se puede rastrear una causa
que generó el cambio de este. Por último, la identidad se puede juzgar por la
contigüidad, que es que el objeto a pesar de ser cambiante tiene el mismo
propósito siempre ya que se hacen unos cambios graduales, es decir, hay un
nivel de proporción que hace que la identidad no cambie mientras que el objeto
varía.

Teniendo claro lo dicho anteriormente, es posible contestar a la primera


situación propuesta en la paradoja de Teseo, que es que si se reemplazan una a
una las piezas del barco, seguirá siendo este el mismo barco?. Principalmente,
pienso yo que la alteración de las partes fundamentales de un objeto, es decir,
reemplazar esas piezas una a una por otras visualmente iguales, no quiere decir
que este “nuevo” objeto no sea idéntico al objeto inicial, al contrario, sin
importar las modificaciones que este objeto tenga, el fin común al que inspiran
las partes sigue siendo el mismo bajo todas las modificaciones. Por lo tanto, al
reemplazar todas las piezas del barco de Teseo, este precisamente desde mi
filosofía, si seguirá siendo el mismo barco ya que como el cambio que se le
efectúa es gradual, la mente humana se acostumbra y piensa que este barco
siempre será el mismo a pesar de esas modificaciones.

Asi mismo, es posible contestar a la segunda situación planteada que es que si


mil años después logran reunir las piezas del barco de teseo y lo reconstruyen
en un museo, será este el mismo barco?. En mi opinión, este barco no será el
mismo ya que este no cumplira el mismo proposito inial del barco de teseo ya
que al no estar en el lugar original que es Atenas, este será un barco totalmente
diferente. En estricto sentido el hecho de que ya no sea para una atracción
turística ni tenga como propósito simular al barco original hace que el propósito
del mismo cambie. Además de esto, el cambio no puede decirse que fue gradual
por lo tanto la mente del ser humano no se acostumbra al cambio y puede decir
que se produjo una transformación de la identidad que por consiguiente genera
que este no sea el mismo barco. Finalmente, espero que mis opiniones y
pensamientos acerca de este tema le haya facilitado a sus alumnas una amplia
comprensión sobre el tema. Así mismo espero que mi filosofía haya aportado a
su conocimiento sobre este tema tan controversial de la identidad vista en el
caso de la paradoja de Teseo.

Muchas gracias por su tiempo,


Atentamente,

Daniel Hume

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