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La presión tributaria del país en términos anualizados pasó de 14,5% del producto bruto
interno (PBI) al cierre del 2018 a 14,6% a enero de este año, mostrando una mejora, de
acuerdo a información del Banco Central de Reserva del Perú (BCR).
De acuerdo al informe del BCR, en el primer mes del 2019 los ingresos corrientes del
gobierno general mejoraron respecto a enero del 2018 al mostrar un avance de 9,5%,
debido a los mayores ingresos tributarios.
En enero del presente año, los ingresos tributarios del gobierno general sumaron 10.488
millones de soles (US$3.136 millones), registrando un incremento de 12% respecto a
similar período del 2018, cuando alcanzó los 9.360 millones de soles (US$2.799
millones).
A nivel de componentes, los mayores ingresos en enero del 2019 fueron por el impuesto
a la renta (IR) con 4.120 millones de soles (US$1.232 millones), registrando un
incremento de 4,9% respecto a igual período del 2018 (3,929 millones de soles).
También aumentaron los ingresos por el impuesto general a las ventas (IGV), pues en
enero de este año totalizaron los 6.225 millones de soles (US$1.861 millones),
aumentando 12,8% con relación a similar período del 2018 (5.518 millones de soles).
Además en enero del 2019 avanzaron los ingresos por el impuesto selectivo al consumo
(ISC) con 755 millones de soles (US$225.791 millones), registrando un incremento de
29% respecto a igual período del 2018 (585 millones de soles).
Déficit fiscal. Por otro lado, el déficit del sector público no financiero acumulado en los
últimos 12 meses, a enero de 2019, representó el 2,3% del PBI, menor en 0,8 puntos
porcentuales a lo registrado a enero de 2018, según el BCR.
“Este resultado se explica por el aumento de los ingresos corrientes del gobierno general
(18% a 19,4% del PBI), lo que fue principalmente contrarrestado por el aumento de los
gastos no financieros del gobierno general (20% a 20,3% del PBI), en particular por la
mayor formación bruta de capital”, indicó el BCR.
En “los ingresos corrientes destacó el aumento de los ingresos tributarios, por la mayor
recaudación del IR de las personas jurídicas y naturales, y del IGV, así como por las
menores devoluciones”, añadió.
Para lograr este doble objetivo será crucial que los ingresos tributarios registren una
recuperación. El mismo ministro Zavala lo remarcó: “Es clave generar los ingresos fiscales
para financiar ese impulso fiscal y asegurar un déficit fiscal de 3.5% del PBI”.
Según las proyecciones del propio Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), la expansión
prevista en el gasto público para el 2018 (ver gráfico) requiere de un crecimiento de 6.7%
real de los ingresos fiscales el próximo año. De otro lado, hay que recordar que, de acuerdo
a la nueva trayectoria del défcit fiscal, el próximo año este se elevará a 3.5%, tras cerrar este
año en 3%, según lo proyectado. La cuestión es cómo se van a incrementar los ingresos. La
apuesta del MEF para el corto plazo (para el 2018) es, básicamente, a la recuperación de la
demanda interna, que traería consigo una mayor recaudación del IGV, pero no es lo único.
Ingresos tributarios
Como se observa en el cuadro adjunto, el MEF prevé un aumento en la presión tributaria de
13.4% del PBI que se tendría al cierre de este año, a 13.7% en el 2018.
La estrategia del Ejecutivo es dar medidas orientadas a reducir la evasión del IGV, mejorar
la focalización del ISC en función a externalidades, una racionalización de exoneraciones
tributarias, entre otros. En conjunto, estas medidas tributarias podrían redituar a la
recaudación tributaria un equivalente a entre 0.5% y 0.6% puntos porcentuales del PBI. El
resto provendría de una ‘normalización’ de las devoluciones de impuestos y una mejora
esperada en la recaudación del canon y regalías mineras.
En detalle,el MEF señala que la recaudación por el Impuesto a la Renta (IR) y por los
ingresos se mantendría como porcentaje del PBI en el 2018 debido a la misma recuperación
económica post-fenómeno de El Niño (FEN) costero y de los efectos del tema Lava Jato, así
como a una mejora en los precios de los metales.
Los ingresos por el IGV mejorarían en el 2018 por la recuperación de la demanda interna
(dada una mayor elasticidad de este tributo respecto al PBI), porque se espera una
disipación de pagos diferidos en el 2017 (IGV Justo y en zonas de emergencia) y por una
reducción de la evasión
La recaudación del ISC también tendría un resultado más auspicioso por una mayor y mejor
focalización de este impuesto en función a externalidades (daños a la salud contaminación
de determinados productos afectos al mismo), y porque, al igual que el IGV, presenta una
mayor elasticidad respecto al PBI y a la recuperación de la demanda interna. La apuesta del
MEF antes descrita va en serio, al punto que sus proyecciones indican que las primeras
señales ya se estarían viendo en este segundo semestre del 2017.
Demanda interna: calculada excluyendo del PBI las exportaciones y sumando las
importaciones.
Aprovechando esa circunstancia, nosotros publicaremos varias cifras importantes. En esta ocasión
nos centraremos en el producto bruto interno (PBI) de los países de nuestra región, expresado en
dólares corrientes, resultado que se obtiene de dividir el PBI corriente en moneda nacional por el
tipo de cambio promedio del período.
Además de la cifra del año 2018, que es la que más nos interesa, por tratarse de una ya
contrastada con la realidad, incluiremos, a modo referencial y para comparación, la del 2017.
Asimismo tendremos en cuenta la del 2019, pero recordando que debe ser tomada con cautela, por
tratarse de una estimación a partir de muy pocos datos (de apenas los primeros meses del año) y
de supuestos que podrían no cumplirse.
Como vemos, la economía de Brasil continúa siendo la más grande. Sin embargo, un debilitamiento
del real frente al dólar mucho mayor que el del peso hizo que su distancia frente a la de México se
acortara ostensiblemente, de tal manera que ya no es casi el doble que esta (como en el 2017),
sino sólo 53% mayor.
Argentina, tercera economía, finalizó el año pasado con un producto muy inferior al del 2017,
debido a la recesión y al fuerte debilitamiento de su moneda. Colombia, por su parte, se mantiene
firme en el cuarto lugar, pero a sólo 12% por encima de Chile, que crece a más velocidad.
Las cifras no sólo confirman que el Perú desplazó a Venezuela del sexto puesto latinoamericano,
sino que su economía es ahora más del doble de grande que la del país caribeño.
El drama de este último no termina allí, pues por efecto de la desastrosa política que viene
padeciendo, su economía también acaba de ser superada por la de Ecuador, que con ello ha
pasado a ser la séptima más grande de la región.
América Latina es una región muy diversa y se refleja en el
rendimiento económico de cada país. Los movimientos en
el precio del petróleo, por ejemplo, tienen un efecto mayor
para Colombia, Venezuela o Ecuador que en el resto. Lo
mismo pasa con las fluctuaciones de las materias primas
por el apetito de China. Y si lo que flaquea es la demanda
del gran vecino del norte, el ajuste lo sufre más México. A
los factores externos se le suman los problemas de cada
país.
Esa heterogeneidad llega al extremo cuando se compara el
producto interior bruto (PIB) de Brasil con el de Dominica.
Con una riqueza de casi 3,2 billones de dólares en el
pasado ejercicio, la economía brasileña es la mayor
potencial regional. Las dificultades por las que atraviesa el
país van a provocar que su PIB retroceda 64.000
milloneseste año. Eso equivale a juntar 80 dominicanas. El
país caribeño aparece al fondo de la tabla como con la
economía más pequeña.
Las economías de Chile y Perú rebasarán en dos años a
Venezuelapulsa en la foto
No hay que bajar tanto en la clasificación del Fondo
Monetario Internacional para ver esta diversidad. Justo a la
mitad aparece decimoquinta Paraguay con un PIB que este
año será similar a lo que se comerá la recesión en Brasil.
Pese a esta contracción anual del 3,3%, la economía
brasileña seguirá preservando su liderazgo regional sin
problema. El año próximo volverá a crecer lo suficiente
para recuperar lo perdido y llevar su PIB a 3,3 billones en
2018.
México es la segunda potencia de América Latina, con una
riqueza que este año rondará los 2,3 billones. Le sigue
Argentina, cuya economía esta sumida en un complejo
proceso de transición, con 879.400 millones de PIB en
dólares corrientes.
Colombia es la cuarta, con 690.400 millones. El grupo de
cabeza lo cierra Venezuela, el país que atraviesa por la
peor coyuntura de la región y el segundo más castigado por
la crisis en todo el mundo.
La economía venezolana se contraerá este año un 10%. Su
producto interior bruto se reducirá así hasta los 468.600
millones. La recesión continuará el año próximo y el
siguiente. Eso provocará que en 2018 pierda dos
posiciones en la clasificación, para ceder su puesto a Chile
y Perú, actualmente sexta y séptima por tamaño.
La economía peruana está siendo, de hecho, uno de los
principales motores del subcontinente americano, con
unaexpansión del 3,7% prevista para este año.
Las que más crecen
Es un rendimiento similar al que tendrá Bolivia, que
aparece seis puestos por debajo en el ranquin con una
economía cinco veces más pequeña. La economía peruana
despuntará más incluso el año próximo, al expandirse a un
ritmo del 4,1%. Pero si Brasil destaca por su tamaño, es la
República Dominicana la que muestra más vigor de todas,
con un crecimiento previsto para este año del 5,9%. Este
avance hará que supere a Ecuador en 2018 y se coloque
por detrás de Venezuela como la octava potencia regional.
Son los únicos cambios que se producirán en los próximos
dos años en la clasificación de países latinoamericanos.
Panamá, la decimoprimera economía de la región, es la
segunda que más crece, con un robusto 5,2% previsto para
este año. La previsión es que siga creciendo a un ritmo
próximo al 6% durante los próximos cinco años, lo que le
acercará cada vez más en tamaño a Guatemala, la décima
del grupo, que está creciendo a un ritmo del 3,5%.
Son, junto a Nicaragua, con un 4,5%, y Costa Rica, un
4,2%, los nuevos tigres de una región que este año sufrirá
una contracción del 0,6%. Es un rendimiento envidiable
cuando se compara con el anémico 1,6% de Estados
Unidos o el 1,7% de la zona euro. Tienen más fuerza
también que España. La expansión de estos cuatro países
de América Latina supera incluso la del conjunto de los
países emergentes, que crecerán un 4,2% de media este
año y un 4,8% en 2017. Y aunque Bolivia, Honduras y
Paraguay no llegan al listón, también gozarán de tasas de
crecimiento superiores al 3,5%.
El FMI se apoya en este grupo de cabeza para afirmar que
la contracción en la región parece estar llegando a su fin.
Su proyección es que el año próximo se logre un
crecimiento del 1,6%, en gran medida gracias a la
reactivación de América del Sur. Este grupo pasará de una
contracción del 2% a un crecimiento del 1,1%. Se explica,
también, porque Argentina pasa de sufrir una recesión del
1,8% este año a crecer un 2,7% el próximo. Centro
América lo hará al 4%.
Las que hacen de lastre
Todos los países, salvo Costa Rica, Haití, Honduras y
Paraguay, crecerán menos este año que en 2015. Y las
únicas economías que harán de lastre durante los próximos
dos años serán, además de Venezuela, las de Ecuador y
Puerto Rico, que se contraerán un 2,5% y un 1,6% de
media anual en el periodo. También está entre las
rezagadas Uruguay, al sortear la recesión por solo una
décima este año, aunque logrará repuntar un 1,2% el
próximo. Haití crecerá un 1,5% y un 1,7% Chile.
Si lo que se echa es la vista más hacia el medio plazo, en
cinco años se proyecta un crecimiento del 2,7% para el
conjunto la región. Panamá liderará el grupo con un
crecimiento del 6%, de acuerdo con las previsiones del
FMI. Será el único con un rendimiento que supera al 5,1%
que se anticipa para las economías emergentes mientras
que las economías avanzadas estarán estancadas en el
1,7%.
República Dominicana será la segunda que más crezca,
con una expansión del 4,5% en 2021. El tercer lugar lo
compartirán Colombia, Costa Rica, Guatemala y Nicaragua,
con crecimientos del 4% cada una. Todos los países
crecerán, salvo Venezuela. Ecuador progresará un 1,5%
mientras que Brasil y El Salvador no llegarán a la media de
la región. México lo hará dos décimas por encima del
promedio de los países latinoamericano, superada por
Uruguay.
Asimismo, agregó que dicha cifra está apuntalada, principalmente, por los
países que aún mantienen tasas de inversión pública elevadas tales como
Bolivia con 15%
Con todo, se estima que en 2018 la tasa de crecimiento del PIB de América
Latina y el Caribe será del 2,2%, superior a la registrada en 2017 (1,3%)
Entre las economías de América Latina, Panamá será la que anotará la mayor
tasa de expansión (5,5%), seguida por la República Dominicana (5,1%) y
Nicaragua (5,0%). Salvo Cuba (1,0%), el Ecuador (1,3%) y Venezuela
(República Bolivariana de) (-5,5%), el resto de las economías de América
Latina crecerán entre un 2% y un 4%.
“Tenemos que cambiar el chip, todo el Perú tiene que hacerlo. Los
problemas del panorama tributario no son en el fondo sino en la forma
de estos”, explicó Walker Villanueva.
De manera general, podemos comentar que en el Perú, el sistema
tributario que aplicamos se basan en dos impuestos, uno que es
el IGV que promueve alrededor del 55% de los recursos tributarios en
el Perú, el Impuesto a la Renta proporciona aproximadamente el 30%
de la recaudación. Otros impuestos representan el 15%.
“Lo que se debe hacer es eliminar los tres y crear uno donde se vean
los ingresos y de acuerdo a esto se pagará un monto al Estado, siendo
controlado mediante las facturas.”
Esto tiene que ser centrado en el control de los ingresos pero que al
mismo tiempo los pequeños empresarios emitan facturas con valor
tributario. Estas facturas, a su vez, serían mecanismos de acceso a un
eventual financiamiento por parte del Estado, comentó Villanueva.
En general, los países en los que se logra una mayor recaudación del IVA son aquellos
en los que se observa una menor tasa de evasión. No obstante, hay excepciones, como
las de Colombia o México, donde el ingreso tributario de este impuesto es bajo en
términos comparativos, y las del Perú y el Paraguay, donde el rendimiento recaudatorio
es destacado a pesar de que la tasa de incumplimiento se sitúa en torno al 30%. Un
aspecto llamativo es que, a pesar de lo que podría esperarse, el país que tiene la mayor
alícuota general (Uruguay, 22,0%) es el que muestra la menor tasa de evasión del IVA
en la región y, como era de prever, una de las mayores recaudaciones derivadas de
este tributo. En el otro extremo se encuentra Panamá, donde, a pesar de que se aplica
una tasa general muy baja (7,0%), se observa el mayor nivel de incumplimiento (cercano
al 40%) y, como es lógico, una muy escasa recaudación asociada. En el caso del ISR,
como ya se señaló, no solo hay una cantidad muy inferior de estimaciones disponibles,
sino que, además, se ha observado un mayor nivel de incumplimiento, tanto entre las
personas físicas como entre las sociedades. Para tener una imagen global de la
magnitud del problema a nivel de la región, cabe mencionar que, en 2015, según
estimaciones de la CEPAL, mientras la evasión tributaria ascendía a un monto
equivalente al 2,4% del PIB regional en el caso del IVA, esta representaba un 4,3% del
PIB regional en el caso del ISR, lo que conjuntamente significó ese año un total
aproximado de 340.000 millones de dólares.
Algo similar puede afirmarse respecto al resto de los gravámenes vigentes en los países
de la región, sobre todo aquellos que tienen una relevancia evidente, como las
contribuciones a la seguridad social, los tributos selectivos sobre determinados bienes
y servicios, y los impuestos patrimoniales. En el primero de los casos, la situación es
mucho más grave, pues afecta directamente el financiamiento de los sistemas de
protección y su sostenibilidad financiera que, en definitiva, influye sobre la cantidad y la
calidad de los beneficios que se otorgan a la ciudadanía (Gómez Sabaini, Cetrángolo y
Morán, 2014).
Por otro lado, en los últimos años se ha observado un creciente interés en abordar la
dimensión internacional de la evasión tributaria, ante la evidencia de que hay enormes
flujos de capital que se transfieren de sus países de origen hacia otras jurisdicciones,
donde se los acumula para sacar provecho de ventajas tributarias y legales. Esto abarca
tanto a diversas empresas multinacionales, que buscan reducir al mínimo posible la
carga impositiva que soportan como entidades de escala global, como a numerosos
individuos de ingresos muy elevados que, además de pagar menos impuestos, podrían
ocultar sus patrimonios en países extranjeros, fuera del control de las entidades de
recaudación nacionales. Afortunadamente, se ha ido tomando conciencia real de los
efectos nocivos asociados a este fenómeno que, visto desde la óptica individual de los
países, conduce a una erosión de la base imponible interna y atenta contra la eficiencia
y la equidad global de cualquier sistema tributario.
Sin embargo, todavía es muy escaso lo que se sabe acerca de la magnitud de este
problema. Algunos estudios de carácter global elaborados por organismos
internacionales sugieren que las pérdidas fiscales asociadas a las maniobras de erosión
de la base imponible y transferencia de beneficios serían muy significativas. Por
ejemplo, la OCDE (2015) estimó que, en la actualidad, el total de pérdidas de recursos
netos se ubicaría entre el 4% y el 10% de los ingresos anuales por concepto del
impuesto sobre la renta societaria, lo que, en 2014, representaba un monto de entre
100.000 y 240.000 millones de dólares.