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2007
Ester Massó Guijarro
LA DESOBEDIENCIA CIVIL COMO FORMA DE PARTICIPACIÓN POLÍTICA
[CUANDO LA REBELDÍA ES UN DEBER PORQUE LA DISCREPANCIA NO ES UN
DERECHO]
Theoria, año/vol. 16, número 002
Universidad del Bío-Bío
Chillán, Chile
pp. 9-23
http://redalyc.uaemex.mx
Theoria, Vol. 16 (2): 9-23, 2007 ISSN 0717-196X
Ensayo / Essay
RESUMEN
Se presenta el discurso y los marcos históricos de tres desobedientes ilustres, a saber, Thoreau en Estados
Unidos, Gandhi en Sudáfrica (e India) y Mandela en Sudáfrica, con el fin de articular sus planteamientos y
asumirlos como ejemplos de participación política y movimientos de transformación social, tanto en socieda-
des no democráticas como en sociedades democráticas mas no consideradas legítimas.
Palabras clave: desobediencia civil, participación política, transformación social, Thoreau, Gandhi, Mandela.
ABSTRACT
The discourse and the historical frames of three conspicuous disobedient men, as Thoreau in the USA,
Gandhi in South Africa (and India) and Mandela also in South Africa, are presented in this paper. This is
done to articulate their statements and attitudes in order to assume them as examples of politic participation
and movements of social changing, in non-democratic societies -or even democratic ones but not considered
as legitimate ones.
Keywords: Civil disobedience, political participation, social changing, Thoreau, Gandhi, Mandela.
Recepción: 07/04/07. Revisión: 24/07/07. Aprobación: 30/07/07.
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ción de los desobedientes civiles con las le- ciudadanos después. Lo deseable no es
yes es peculiar y porosa; aceptan ciertas me- cultivar el respeto por la ley, sino por la
didas, pero nunca renuncian a su capacidad justicia. La única obligación que tengo
de discrepancia y disidencia, consecuente, derecho a asumir es la de hacer en cada
implicada. Y hay en Thoreau, como habrá momento lo que crea justo (Thoreau,
1849).
en Gandhi, una exhortación a la acción di-
recta para el ejercicio de esta disidencia, pero Yo respondo que no nos podemos aso-
siempre una acción de resistencia y no violen- ciar con él [el gobierno americano hoy] y
ta, ya que sabía de la poderosa fuerza que mantener nuestra propia dignidad. No
acompaña a una acción decidida, inexora- puedo reconocer ni por un instante que
ble pero no lesiva para el oponente: esa organización política sea mi gobierno
y al mismo tiempo el gobierno de los es-
La acción que surge de los principios, de clavos (Thoreau, 1849).
la percepción y la realización de lo justo,
cambia las cosas y las relaciones, es esen- Platón, que vivía en un mundo donde
cialmente revolucionaria y no está del todo incluso la noción de libertad se hallaba in-
de acuerdo con el pasado […] ¿Por qué trínsecamente ligada a la de conciencia co-
tenemos siempre que crucificar a Cristo, lectiva de ciudadanía, reconoció una idea
excomulgar a Copérnico y Lutero y decla-
similar cuando defendía en la República que
rar rebeldes a Washington y Franklin?
(Thoreau, 1849). las leyes no son buenas porque las quieran
los dioses, sino al contrario: los dioses las
Y sobre todo, hay una diferencia entre deben querer porque son buenas. Ni siquie-
resistir a esto y a una mera fuerza animal ra los dioses pueden ser arbitrarios en esto.
o natural: al resistir a esto consigo algún Es también peculiar en Thoreau el gusto
efecto (Thoreau, 1849: 52). por la vida natural (“Creo en el bosque, en
la pradera y en la noche en la que crece el
Si mil hombres dejaran de pagar sus im- maíz”; Thoreau, 1854), a la que tendió cons-
puestos este año, tal medida no sería ni tantemente (repárese si no en sus varios re-
violenta ni cruel, mientras que si los pa- tiros, el más largo de dos años de duración,
gan, se capacita al Estado para cometer que expresa en sus diarios en su obra Walden,
actos de violencia y derramar la sangre de
o la vida en los bosques, de 1849) y que bien
los inocentes. Esta es la definición de una
revolución pacífica, si tal es posible (Thoreau,
le haría merecer el sobrenombre de “el in-
1849) [la cursiva es mía]. surgente de los bosques”; en ellos quiso ha-
bitar, en una cabaña construida por sus pro-
En efecto, la propia conciencia ante la pias manos. Asimismo, y vinculado con lo
realidad posee una importancia suma para anterior, hay en Thoreau una preocupación
el desobediente; en última instancia no pue- por la corporalidad y la disposición del tiem-
de haber ley por encima del propio criterio po libre, que se veían cooptadas por la pro-
y, ante la dicotomía identitaria “ser hombre” gresivamente industrializada vida cotidiana:
(diríamos hoy “persona”) o “ser ciudadano”, “De este modo la masa sirve al Estado no
Thoreau no dudaba: como hombres sino básicamente como
máquinas, con sus cuerpos” (Thoreau, 1849).
¿Debe el ciudadano someter su concien- Aquí, además, existe una denuncia, una críti-
cia al legislador por un solo instante, aun- ca a un uso desvirtuado de los cuerpos hu-
que sea en la mínima medida? [...] Yo creo manos: no para vivir, para crear y para pre-
que debiéramos ser hombres primero y servar la integridad física, sino para matar o
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destruir. Véase el profundo y gozoso senti- pesar de la distancia geográfica) durante los
do de la corporalidad thoreauniana, muy veinte largos años de vida en el continente
influido por el aguerrido poeta cósmico Walt negro. Sudáfrica fue, pues, para Gandhi, su
Whitman: despertar que le hizo vincular profundamen-
te, a lo largo de toda su vida, lo personal y lo
Sólo escribimos bien cuando escribimos político, como afirma el proverbial grito de
con entusiasmo. El cuerpo, los sentidos, lucha africano.
deben aliarse con la mente. La expresión La estancia de Gandhi en Sudáfrica, que
literaria es el acto del hombre en su con- se prolonga desde 1893 hasta 1914, contem-
junto, nuestro discurso debe ser vascular. pla un período de interesante evolución en
El intelecto carece de fuerza para expre-
el activista, que vira desde su anglofilia ini-
sarse con la ayuda del corazón, el hígado
y cada uno de los demás órganos. A me-
cial y su sincera lealtad al imperio británico
nudo siento que mi cabeza emerge, de- (incluso en sus primeras campañas de des-
masiado seca, cuando debería estar sumer- obediencia) a su decidido rechazo, tanto del
gida. Un escritor, un hombre que escri- imperio (consolidado en 1914, ya a su regre-
be, es el amanuense de toda la Naturale- so definitivo a la India) como de Occidente
za; es el maíz y la hierba y la atmósfera mismo, rechazo que se refleja hasta en la for-
que escriben con él. Siempre resulta fun- ma de vestir.
damental que amemos lo que hacemos, El joven y culto abogado indio, súbdito
que lo hagamos con el corazón (Thoreau, británico, que partió de Bombay hacia Durban
1849). en 1893 con indumentaria occidental, era
tremendamente diferente del maduro hom-
bre vestido “a la india”, con la cabeza afeita-
3. GANDHI EN SUDÁFRICA: da y las piernas desnudas, que desembarcó
los albores del satyagraha indio en 1914 en su India natal. Interesan tremen-
damente, pues, esos años de primeras cam-
“Al revolucionario no lo hace la cien-
cia, sino la indignación ética”. pañas y primeros ashram. Me centraré aquí
(MERLEAY-PONTY, citado en Mouffe, en cómo y en qué contexto transcurrieron
1993)
las campañas de desobediencia civil, para
Para el revolucionario Gandhi resultó deter- luego poder realizar un análisis contrastivo
minante, probablemente, su indignación entre ellas y las posteriores desarrolladas por
(ética, personal y política) al ser arrojado a el ANC (African National Congress, Con-
patadas de los vagones de primera clase en greso Nacional Africano), Nelson Mandela
los trenes de Sudáfrica; él, todo un señor y sus colaboradores en su Sudáfrica natal.
británico licenciado en leyes por Inglaterra… Gandhi se embarca en Bombay, abril de
él, un hombre al fin, que descubrirá tras la 1893, en dirección a Sudáfrica para interve-
estancia en Sudáfrica que esta dignidad le nir en un caso judicial que le ofrece una de
viene no por ser británico, ni abogado, ni las factorías comerciales musulmanas estable-
pranami, ni siquiera hombre, sino por ser cidas en Porbander, caso en el que se había
persona. visto envuelto otro comerciante de Kathiawar
Se ha dicho que Sudáfrica fue el escena- residente allí (Woodcock, 1971). Recibe la
rio de maniobras de Gandhi, el lugar de “primera lección” cuando, al entrar en la sala
maduración y ensayo de ideas y proyectos del tribunal con levita y turbante negro, es
que luego implementó plenamente en su instado a quitárselo; se niega cortésmente,
India natal, a la que nunca perdió de vista (a abandona la sala y explica la historia en una
carta a los periódicos (Woodcock, 1971).
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puede lograr algo tan difícil como la inde- te en innúmeras ocasiones en la idea de que
pendencia de un país (tan vasto como la In- el satyagraha no es una resistencia pasiva, ya
dia) y un proceso de descolonización me- que la pasividad es una débil arma, ni tam-
diante la no violencia. La llamada “no vio- poco debe ser llamada desobediencia civil,
lencia” es más que esta expresión, más que nombre que le disgustaba un tanto por el
una forma de decir a través de una nega- aura que le encontraba de desafiante hostili-
ción: constituye, de hecho, una afirmación. dad (pensemos que el adversario para
Pero, ¿por qué es Gandhi tan original, más Gandhi es una persona respetable). En este
allá de los tópicos habituales? Al acuñar el sentido, pues, el satyagraha como práctica e
término satyagraha, fuerza de la verdad, pre- inspiración está más allá de la ahimsa (más
tende apelar a un método esencialmente ac- específica y concreta, y que constituiría por
tivo, que no se limita ni mucho menos a tanto un pilar inspirador del satyagraha) y,
poner la otra mejilla o a rehuir un pago de también, más allá de la desobediencia. La
impuestos sino que se encara directamente desobediencia civil es en realidad un pilar
con el oponente, enfrentándose a la situación clave de una campaña de satyagraha, pero al
y encontrándose “cara a cara” con la cuestión modo más bien de una fase o un elemento
en disputa, de un lado, y respondiendo al de la misma, más holista y proteica. A la vez,
mal o a la acción indebida sin causar daño o el satyagraha puede ser definido sencillamen-
ejercer la violencia, de otro (Bilimoria, 2000). te como la resistencia de un pueblo que no
Gandhi combina tres nociones cardina- teme la acción violenta, pero que opta de-
les de la larga tradición ética hindú, jainista liberadamente por la no violencia y la lucha
y budista, a saber, satya, ahimsa y tapasya por el dominio de la verdad, en vez de luchar
(prácticas austeras y ascetismo); este concep- por el poder material (Woodcock, 1971).
to constituye el marco para cultivar el valor, Constituye así una resistencia sin hostilidad
la fortaleza, el vigor y, lo que resulta más re- y contiene un perfeccionamiento moral so-
levante, el desinterés. bre la desobediencia civil clásica.
Se dice que la síntesis ética gandhiana va
más allá porque transforma el tradicional
ahimsa en una condición dinámica de otra 4. ROLIHLAHLA MANDELA Y EL
estrategia, que no se detiene hasta alcanzar APARTHEID: la dignidad de un madhiba
la meta de la acción. Lejos de ser un manda-
Uno no escoge el país donde nace;
to pasivo de “no hagas”, el ahimsa enlazado pero ama el país donde ha nacido.
con el satyagraha se convierte en una moda- Uno no escoge el tiempo para venir al mundo;
pero debe dejar huella de su tiempo.
lidad de acción positiva que eleva la inten- Nadie puede evadir su responsabilidad.
ción de este mandato a un nivel ético muy Nadie puede taparse los ojos, los oídos,
enmudecer y cortarse las manos […]
superior: pretende producir lo correcto en la “Uno no escoge”; GIOCONDA BELLI (1992)
situación particular del momento. En la idea
de satyagraha se aprecian todas las connota- Si a Gandhi le llamaban Mahâtmâ, a Man-
ciones de una fuerza o ejercicio vigoroso, de dela le llamaron baba (padre) o madhiba,
presionarse a uno mismo, de ponerse tenaz- “guía”; no “jefe” (“chief ”) como había lla-
mente en marcha (Bilimoria, 2000). mado previamente al aclamado presidente
Este principio o, mejor dicho, mezcla de del Congreso Nacional Africano Luthuli.
principios, es aplicado a la acción social y Ambos apelativos, Mahâtmâ y madhiba, son
política y crea un movimiento de desobe- morales y afectivos, no tanto jerárquicos
diencia civil en las luchas no violentas por la (Bosch i Pascual, 1995). El liderazgo del
libertad y los derechos civiles. Gandhi insis- madhiba, además, no le impedirá a Mande-
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la conectar con las masas sino que, como madhiba cuando, por ejemplo, rechazaba las
decía Tom Lodge: ofertas (chantajes) de los gobiernos de Krueger
o Botha de libertad a cambio del cese de la
es patricio e innato, dotado con el poder resistencia. Mandela ya llevaba muchos años
de una oratoria conmovedora, compasión en prisión cuando recibía estas suculentas
por los pobres y, por encima de todo, la “tentaciones”, pero seguía afirmando que
empatía social que le permite mezclarse y
tornarse anónimo entre la multitud […] no hay diferencia entre mi prisión y la
Patriarca comunal, héroe proletario y de- vuestra […] Aprecio mucho mi libertad,
mócrata liberal (Lodge, en Bosch i Pascual, pero aprecio aún más la vuestra […] ¿Qué
1995). libertad me ofrecen cuando mi ciudada-
nía sudafricana no es respetada? Sólo los
Consideremos también el significado del hombres libres pueden negociar […] Los
segundo nombre (africano, que conservaba prisioneros no pueden participar en contra-
como honorable seña identitaria) de Mande- tos (Mandela, en Bosch i Pascual, 1995)
la: “Rolihlahla” significa “el problemático” o [la cursiva es mía].
“el que crea dificultades” (Bosch i Pascual,
1995). Llegaría a ser proverbial, desde luego, Sí fue Mandela una figura fundamental
la capacidad de este hombre de “crearle pro- en el impulso a la acción del viejo ANC,
blemas” al gobierno del apartheid. fundado a principios del siglo XX y que se
Nelson Mandela es un ícono indiscuti- había convertido casi en un club de elite para
ble de la lucha política de nuestros días, con- caballeros negros aspirantes a aristócratas, en
siderado por algunos como “uno de los el tiempo en que Mandela fundó la Liga Jo-
tótems políticos más impresionantes que han ven junto a otros compañeros. Las intencio-
aparecido en el siglo XX” (Bosch i Pascual, nes asociacionistas de Mandela, Tambo y
1995). Y precisamente una de sus actitudes otros colaboradores fueron duramente repri-
más interesante fue la orientación a la cul- midas por el Estado del apartheid, que no
tura de la no violencia que inspiró a Man- permitía reuniones de colectivos ni mani-
dela y al “estilo” tradicional de Congreso Na- festaciones públicas; la utilidad de las con-
cional Africano (ANC), en la mayoría de las centraciones era muy limitada (lo que para
ocasiones, constituyendo la desobediencia Mandela justificará más tarde Umkonto we
civil un modo de combate habitual en el sis- Sizwe), ya que el gobierno reaccionaba con
tema del apartheid, de una dureza sin prece- prontitud y brutalidad lanzando gases lacri-
dentes y comparable a los regímenes fascis- mógenos y amenazando con pistolas, en el
tas y nazis. mejor de los casos. A Mandela se le prohibi-
Se ha de aclarar primero que no se puede ría la asistencia a reuniones, hablar en pú-
desligar la actuación de Mandela durante la blico, salir de Johannesburgo o pertenecer a
resistencia al apartheid (y a lo largo de su organizaciones; sería declarado ilegal todo
militancia fuera de la cárcel) de la actuación acto contestatario como discursos, protestas
del ANC, al que consagró su vida; es decir, pacíficas, organizaciones políticas y manifes-
que si bien Mandela llegó a ser un primus taciones (Tambo, 1964).
inter pares antes de su encarcelamiento, su Ante esta cruda realidad Mandela resul-
mito definitivo se forjó en prisión (Bosch i tó una figura crucial a la hora de pensar, pla-
Pascual, 1995). Y fue también en prisión nificar y diseñar nuevas tácticas y estrategias
donde siguió demostrando su dignidad de (Tambo, 1964). Una de las claves fundamen-
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tales fue el nexo de unión de las luchas: no a enfrentarse a las penas de prisión y tor-
el color de la piel, sino el compromiso con tura que la actual legislación prescribe
la total abolición del apartheid y de la opre- para estos actos (Mandela, 1964).
sión; esto significa que se buscaron aliados de
cualquier “raza” o color de piel, siempre y Cuando comienza a gestarse las primeras
cuando estuvieran completamente de acuer- ideas y campañas de desobediencia civil (y
do con los objetivos de la liberación y contra desacato a las leyes, que es otro de los nom-
la discriminación racial. Así se desmarcaron bres que se adoptaba), Mandela, recordan-
de los hitos en los que se fundamentaba el do el entusiasmo disciplinado de los volun-
sistema del apartheid, que sí se construía en tarios indios que se dirigieron hacia Durban
función del color de la piel. Mandela afir- en 1946, hablaba de “resistencia pasiva”9,
maba incansablemente la condición pro- mientras que Sisulu quería que fuera “típi-
fundamente antirracial de su lucha: camente sudafricana y combativa” (Sisulu,
en Benson, 1986). Aquí vemos cómo se asu-
Aborrezco profundamente la discrimina- me la “pasividad” de la resistencia, en oposi-
ción racial en todas sus manifestaciones. ción a una supuesta resistencia “combativa”
He luchado contra ella toda mi vida y o activa; sin embargo, la resistencia nunca
seguiré luchando hasta el final de mis días tiene nada de pasiva, desde luego, aunque
(Mandela, 1964). se haya querido ver de este modo desde la
falsa dicotomía tan largamente promovida
Es decir, que no se luchaba tanto por los y asimilada de “violencia-activa” y “no vio-
derechos de los negros en tanto que negros lencia-pasiva”
sino en tanto que personas. Si hubieran sido Citaré aquí tres de las campañas más im-
los blancos los discriminados, Mandela ha- portantes desarrolladas en Sudáfrica por la
bría pugnado por sus derechos, y esto se re- resistencia del apartheid (no solamente por
velará claramente en su actitud durante 1994. el ANC). La campaña de desobediencia lle-
Contemplamos aquí cierto nexo de unión vada a cabo por el ANC en 1952, durante la
con la actitud de Gandhi, siempre tan rea- presidencia de Luthuli y organizada por
cia a cargar contra el adversario tras haberle Tambo, Sisulu y Mandela (designado “vo-
“derrotado”. luntario en jefe”), significó una apuesta de-
La palabra “Amadelakufa” significa “De- finitiva en la lucha contra el apartheid y pro-
safiemos la muerte” y se utilizó por primera vocó, asimismo, una grave desautorización
vez por la sección de voluntarios del ANC por parte del gobierno para con el jefe zulú.
dispuestos al sacrificio (incluso de su vida, Llamada “Campaña de desafío” o “de desaca-
como los satyagrahi) que habían prometido to”, fue concebida como una campaña de
defender ciertos principios. Estos volunta- desobediencia civil masiva inicialmente cen-
rios no eran soldados de un ejército negro trada en un grupo de voluntarios que debía
que hubiera jurado sostener una guerra civil atraer cada vez más personas comunes, ciu-
contra los blancos, sino
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dadanos de a pie, hasta convertirla en un verse de un lugar a otro y que limitaban tan-
desafío masivo. to esos mismos movimientos como sus po-
Se celebra en junio de 1952, coincidente sibilidades de acción. Significaban, en reali-
con el tercer centenario de la llegada de los dad, llevar algún tipo de grillete invisible,
colonos holandeses al Cabo. Miles de mani- de “letra Escarlata” y de estigma racialista.
festantes de todas las razas desafiaron las le- Significaban una indignidad.
yes segregacionistas en el Transvaal y espe- Precisamente fue la represión tan brutal
cialmente en el Cabo Oriental mediante con la que respondió el gobierno del apartheid
concentraciones masivas. Mandela recorrió a la campaña pacífica contra los pases (se
el país para organizar la resistencia; acusado ilegalizaron todos los partidos y formacio-
y juzgado por su participación en la campa- nes políticas no blancas; se condenó públi-
ña junto a unos 8.500 voluntarios más al- camente a Mandela y a otros colaboradores,
gunos años después, el tribunal no podrá más prohibiéndoseles cualquier actividad de ín-
que reconocer que Mandela y sus compañe- dole política) el remate final para que un
ros sostenidamente aconsejaban a sus seguido- grupo del ANC, encabezado por Mandela,
res optar por acciones pacíficas y evitar todo comenzara a gestar Umkonto we Sizwe, el lla-
acto de violencia. mado brazo armado del Congreso Nacional
La campaña de desobediencia llevada a Africano. Debo dejar esta cuestión aparte en
cabo en enero de 1957, como respuesta al este momento por motivos de espacio, pero
aumento en las tarifas de transporte, no fue al menos deseo aclarar que la condición “ar-
convocada directamente por el ANC sino por mada” de este grupo admite bastante discu-
un comité popular que integraba represen- sión: en primer lugar, el tipo de violencia
tantes vecinales, radicales de izquierdas, por el que opta (al menos en sus plantea-
africanistas y (también) oficialistas del ANC. mientos primeros) es el boicot, respetando
Se optó por el boicot y en todo momento la integridad física perso-
nal; y en segundo lugar, la decisión se toma
durante unas cuantas semanas, bajo la con- viviéndose como una amarga renuncia a la
signa de “Azikhwelwa!” (¡No subiremos!), tradición pacífica del ANC, que llevaba
los vecinos caminaron los quince kilóme- practicándose durante largas décadas sin nin-
tros que los separaban del centro de guna respuesta positiva por parte del gobier-
Johannesburgo. La acción se extendió a los no blanco (todo lo contrario), y como un
otros barrios de la zona (Bosch i Pascual,
modo de ejercer la responsabilidad de la or-
1995).
ganización ante los disturbios violentos, des-
organizados y crecientes, que el grave des-
En 1959 el PAC, Congreso Panafricanista
contento de la población estaba ocasionan-
escindido del ANC el año anterior (por
do; Umkonto quiso ser una canalización de
motivos raciales: el PAC no quería admitir
ese descontento, manteniendo la violencia
blancos en sus filas) y liderado por Robert
en los cauces estrictos del boicot10.
Sobukwe, orquesta la famosa campaña con-
tra los pases, tal vez la más popular de todas.
Los llamados “pases”, similares a los que pro-
vocaron la rebelión de la comunidad india a
principios de siglo, no eran más que docu-
mentos identificativos que los no blancos
debían portar con obligatoriedad para mo- 10
Cfr. Mandela, 1964.
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TAMBO O (1964) Introducción. En: MAN- obediencia civil y otros escritos, Madrid:
DELA, N.R. Un camino nada fácil hacia la Tecnos, pp 79-111.
libertad, España: Zanzíbar. –––––––– [1849] (1994) Una vida sin princi-
THOREAU HD [1849] (1994) Desobediencia pios. En la edición de: COY JJ, Desobedien-
civil. En la edición de: COY JJ, Desobedien- cia civil y otros escritos, Madrid: Tecnos, pp
cia civil y otros escritos, Madrid: Tecnos, pp 3-28.
29-57. WOODCOCK G (1971) Gandhi, Barcelona:
–––––––– [1849] (1994) La esclavitud en Planeta Agostini.
Massachussets. En la edición de: COY JJ Des-
obediencia civil y otros escritos, Madrid: Periódicos
Tecnos, pp 58-78. Diagonal, número 24, del 16 de febrero al 1 de
–––––––– [1849] (1994) Apología del capitán marzo de 2006.
John Brown. En la edición de: COY JJ Des-
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