Está en la página 1de 16

Theoria

Universidad del Bío-Bío


theoria@pehuen.chillan.ubiobio.cl
ISSN (Versión impresa): 0717-196X
CHILE

2007
Ester Massó Guijarro
LA DESOBEDIENCIA CIVIL COMO FORMA DE PARTICIPACIÓN POLÍTICA
[CUANDO LA REBELDÍA ES UN DEBER PORQUE LA DISCREPANCIA NO ES UN
DERECHO]
Theoria, año/vol. 16, número 002
Universidad del Bío-Bío
Chillán, Chile
pp. 9-23

Red de Revistas Científicas de América Latina y el Caribe, España y Portugal

Universidad Autónoma del Estado de México

http://redalyc.uaemex.mx
Theoria, Vol. 16 (2): 9-23, 2007 ISSN 0717-196X

Ensayo / Essay

LA DESOBEDIENCIA CIVIL COMO FORMA DE PARTICIPACIÓN


POLÍTICA [CUANDO LA REBELDÍA ES UN DEBER PORQUE LA
DISCREPANCIA NO ES UN DERECHO]
CIVIL DISOBEDIENCE AS A WAY OF POLITICAL PARTICIPATION
[WHEN THE REBELLIOUSNESS IS A DUTY BECAUSE THE
DISCREPANCY IS NOT A RIGHT]

ESTER MASSÓ GUIJARRO


Investigadora FPU, Departamento de Filosofía, Facultad de Letras Universidad de Granada,
18011 Granada, España, e mail: ester@ugr.es

RESUMEN

Se presenta el discurso y los marcos históricos de tres desobedientes ilustres, a saber, Thoreau en Estados
Unidos, Gandhi en Sudáfrica (e India) y Mandela en Sudáfrica, con el fin de articular sus planteamientos y
asumirlos como ejemplos de participación política y movimientos de transformación social, tanto en socieda-
des no democráticas como en sociedades democráticas mas no consideradas legítimas.
Palabras clave: desobediencia civil, participación política, transformación social, Thoreau, Gandhi, Mandela.

ABSTRACT

The discourse and the historical frames of three conspicuous disobedient men, as Thoreau in the USA,
Gandhi in South Africa (and India) and Mandela also in South Africa, are presented in this paper. This is
done to articulate their statements and attitudes in order to assume them as examples of politic participation
and movements of social changing, in non-democratic societies -or even democratic ones but not considered
as legitimate ones.
Keywords: Civil disobedience, political participation, social changing, Thoreau, Gandhi, Mandela.
Recepción: 07/04/07. Revisión: 24/07/07. Aprobación: 30/07/07.

1. INTRODUCCIÓN: la desobediencia dáfrica (este último, más como símbolo y ca-


civil como forma de participación política. beza de grupo que como persona individual),
El contexto, la ética y la dignidad con el fin de articular sus discursos y asumir-
los como ejemplos de participación política
“No disparen sobre el utopista”
(Sousa Santos, 2000)
y como movimientos de cambio social, en
sociedades no democráticas e incluso demo-
Este trabajo presenta el discurso y los con- cráticas pero no consideradas legítimas, en
textos históricos de tres desobedientes “ilus- algún aspecto.
tres”, como son Henry David Thoreau, en Se pretende justificar aquí cómo la des-
Estados Unidos; Mohandas Gandhi, en Su- obediencia civil constituye un modo de par-
dáfrica (e India), y Nelson Mandela, en Su- ticipación política crucial, responsable, va-

9
Theoria, Vol. 16 (2): 2007

liente, en sociedades no democráticas pero mente la no acción. Así, el fondo de estas


también en sociedades democráticas, porque elecciones es hondamente ético, hondamen-
ni siquiera el sistema democrático (y dejan- te moral: se quiere, se necesita, no se renun-
do a un lado que puede ser de muchos ti- cia a reclamar, pero en esa reclamación no se
pos, bien diferentes entre sí y con legitimi- va a perder los propios valores, no va a des-
dades bien distintas) asegura que siempre se legitimarse uno a sí mismo, ni como perso-
vaya a regir de acuerdo con criterios éticos. na moral ni como sujeto reclamante.
Así, se reivindicará la cuestión ética como Las preguntas sobre por qué deberíamos
fondo de toda decisión política –y, por ende, llevar una vida ética o, sencillamente, no
de toda participación. La esencia de la con- hacerlo, atañen a una actitud radical ante la
testación, que es la esencia de la dignidad, vida1. Esto se explica por la diferencia entre
no se puede perder o anular ni siquiera en una elección restringida y una radical: “En
una sociedad aparente o formalmente demo- las elecciones radicales son los propios valo-
crática. res fundamentales los que están en juego”
Los revolucionarios (y revolucionarias) de (Singer, 1993); significa elegir entre posibles
toda época han sido personas profundamen- formas de vida, y esto exige valor; decidir
te morales. La rebeldía, la verdadera –no la hasta qué punto vivimos para nosotros mis-
estética superficial, sin querer atentar con- mos y hasta qué punto para los demás
tra las revoluciones estéticas profundas como (Singer, 1993). Singer afirma que:
las artísticas, por ejemplo–, implica mucho
de sacrificio y osadía. Pero los revoluciona- planteárselo es plantearse qué clase de vida
rios que, luchando por objetivos muy dife- admiramos verdaderamente y qué clase
rentes a los de sus oponentes, sí coincidían de vida esperamos rememorar cuando
con éstos en los medios, es decir, empleaban seamos viejos y reflexionemos sobre cómo
sus mismos caminos de lucha, en cierto hemos vivido (Singer, 1993).
modo y en cierta escala se igualaban a ellos.
Los revolucionarios rebeldes que también re- Cuando hablamos de desobediencia ci-
volucionaron los métodos, es decir los resis- vil se ha de considerar primeramente la cues-
tentes no violentos (activos, nunca pasivos) tión, bien relevante, del tipo de sistema po-
o los desobedientes, devienen los más ico- lítico y de gobierno en el que sucede. La
noclastas. cuestión de los contextos, del contexto po-
Una de las primeras preguntas que se lítico, social y gubernamental donde se ejer-
podría formular en el proceso de aducir (o za la desobediencia civil, resulta, pues, fun-
no) razones para desobedecer “civilmente” damental y ha sido tradicionalmente uno de
es precisamente la de por qué habríamos de los apoyos clave para negar su legitimidad
cultivar inquietudes éticas, en el caso, por cuando el sistema es democrático. Desobe-
ejemplo, de que la desobediencia no nos diencia civil, propiamente dicha y según las
implicara personalmente si la reclamación concepciones más canónicas, sólo puede dar-
pertenece a un grupo o colectivo menor. En se en un sistema democrático y en un estado
última instancia, la desobediencia civil y los de derecho. Esto implica, por ejemplo, que
métodos de lucha no violentos en general –o el tipo de desobediencia civil ensayado por
pacifismo activo– son conductas éticas ra- Gandhi y Mandela en Sudáfrica es un pun-
dicales: implican sacrificio y entrega, una
conciencia moral relevante, ya que signifi- 1
“Vivir éticamente es reflexionar de un modo deter-
can más reflexión y consideración que los minado sobre cómo vivimos e intentar ser consecuentes
métodos violentos (en principio) o sencilla- con los resultados de dicha reflexión” (Singer, 1993).

10
La desobediencia civil como forma de participación política [Cuando la rebeldía... / E. MASSÓ G.

to diferente, ya que el escenario sudafricano, ce en absoluto de legitimidad, ya que la esen-


tal y como estaba planteado, dejaba a am- cia de la votación en un sistema democráti-
bos fuera del juego democrático. La desobe- co es la asunción colectiva de la condición
diencia de Thoreau sin embargo puede ser vinculante del resultado de aquélla, aunque
llamada como tal más clásicamente, ya que no coincida con el propio voto. Si no se con-
Estados Unidos sí era una democracia, Thoreau sidera vinculante por parte de ciertos ciuda-
tenía derecho al voto y, en última instancia, danos votantes, entonces los que sí la consi-
reconocidos sus derechos de ciudadano. deraron vinculante (aceptando desde el pacto
Hay un germen, en cualquier caso, que inicial que los resultados podían no ser los
aúna todas estas desobediencias: la esencia que ellos concretamente escogieron) estarían
de la no cooperación con las leyes injustas y la en inferioridad de condiciones frente a los
no violencia, la resistencia en esa no coope- primeros y esto sería, en pocas palabras, una
ración acatando la respuesta del adversario situación injusta (Singer, 1973). Se asume,
sin una reacción violenta, en definitiva. pues, que “las razones para obedecer la ley
Parte fundamental de la esencial fineza son mucho más fuertes en una sociedad de-
de la desobediencia civil como tal en un sis- mocrática que en una que no lo es” (Singer,
tema democrático reside en el hecho de que 1993).
el desobediente no se desmarca de la respon- Así, los dos argumentos más potentes con-
sabilidad de sus actos para con el mismo sis- tra de la desobediencia civil en un sistema
tema, sino que acata las consecuencias: democrático son la posibilidad de derogación
y la soberanía popular –más el consentimien-
Un individuo que infringe una ley que su to–; sin embargo, la posibilidad de modificar
conciencia le dice que es injusta, y de bue- la ley mediante votación, ¿constituye una ra-
na gana acepta la penalidad de quedarse zón suficiente para obedecer una decisión a
en la cárcel para hacer que la comunidad la que uno se opone? (Singer, 1993). Thoreau
tome conciencia de su injusticia, está ex- se pregunta algo similar, regresándonos a la
presando, en realidad, supremo respeto por
idea anterior acerca de la naturaleza en últi-
la ley (carta de Luther King escrita en 1963
desde la cárcel de Birmingham, citada en
ma instancia moral de la obligación política.
Singer, 1973). Por otro lado, la posibilidad de derogación
en un futuro próximo por vías legales de una
También Bertrand Russell hizo buenos ley injusta tampoco acaba de deslegitimar la
usos de su proceso y encarcelamiento con- desobediencia ya que, al fin y al cabo, esta
tra el armamento nuclear (con una edad por posibilidad no pasa de ser teórica (Singer,
cierto muy avanzada, lo que agrava la fuerza 1993) y tal vez lo que se desee prevenir sea
simbólica de la cuestión). un daño específico que, de esperar, bien
Pero, ¿por qué debemos obedecer la ley? puede haberse producido ya2.
¿Afecta de manera vital a nuestra obligación
de obedecer el hecho de que un sistema sea 2
Completa Singer la cuestión de la siguiente manera:
o no democrático? (Singer, 1993). El deba- “¿Puede constituirse en razón importante para la obedien-
cia una posibilidad puramente teórica? Sólo cuando hay
te sobre si la desobediencia civil posee, en una posibilidad real de cambio por las vías legales antes de
última instancia, una razón de ser en un sis- que se haya producido el daño que uno trata de evitar, esta
tema democrático, plantea que, si existen posibilidad se convierte en una razón importante para re-
currir solamente a los medios legales con el fin de obtener
cauces legales (elecciones, votaciones…) para un cambio en una ley. La fuerza o importancia de la razón
cambiar una situación indeseada, entonces parecería, pues, estar en proporción directa con la realidad
la desobediencia y el desafío a las leyes care- de la posibilidad de obtener el cambio por medios legales”
(Singer, 1993).

11
Theoria, Vol. 16 (2): 2007

El argumento de la legitimidad guberna- para la participación política, para la forma-


mental de un sistema democrático suele ser ción de la ciudadanía y, por ende, para la
otra baza fundamental contra la desobedien- transformación colectiva de la realidad.
cia civil en éste. Sin embargo, ¿cuándo es
legítimo un gobierno? La palabra “legitimi-
dad”, tan inaprensible como la de “obliga- 2. THOREAU EN ESTADOS UNIDOS:
ción” (Singer, 1993) o acaso como la de “po- la insurgencia de los bosques
lítica”, no describe nada en realidad salvo las
preferencias del que habla o la emplea (que la “¡Qué vano resulta escribir cuando
no te has puesto en pie para vivir!”
puede defender, eso sí, con mejores o peores (THOREAU, 1849)
argumentos). Además, los gobiernos plurales
“Ha llegado el momento de que los
también pueden cometer errores (Singer, hombres honrados se rebelen y se
1993). subleven”
(THOREAU, 1849)
Finalmente, resulta crucial considerar la
ausencia de obligación política (y, por ende, ¿Qué podrían tener en común tres persona-
no sólo el derecho a sino el deber de la des- jes tan dispares entre sí (aunque, en cierto
obediencia civil) en situaciones donde el sentido, tan parecidos), como el poeta homo-
procedimiento de toma de decisiones no re- sexual Walt Whitman, el controvertido per-
presente en absoluto un compromiso justo sonaje, medio héroe medio bandolero y an-
entre las pretensiones concurrentes al poder tiesclavista por excelencia, capitán John Brown
(Singer, 1993); dicho de otro modo, que en y el guía indio Joe Polis? Además de ser los tres
la constitución de un poder realmente ha- norteamericanos y coetáneos (siglo XIX), eran
yan tomado parte, y lo aprueben como tal, los tres hombres más admirados de su tam-
todos y cada uno de los que se verán afecta- bién contemporáneo Henry David Thoreau,
dos por él. o sencillamente Henry Thoreau, como él qui-
En última instancia se trata de defender so ser llamado –suscitando de este trivial
que cualquier decisión política posee una modo las críticas del conservador entorno de
raíz, una reducción, de decisión y posiciona- su pueblo natal, Concord, Massachusetts,
miento éticos, y que por tanto la desobe- donde nació y murió.
diencia civil no se puede entender solamen- Aparte de las características ya citadas,
te en términos jurídicos y formales sino ape- probablemente se pueda decir sin temor a
lando, también, a su significación moral ra- alejarse mucho de la verdad que Whitman,
dical, a la condición irrenunciable de la par- Brown3 y Polis compartían en cierto modo
ticipación política que constituye cuando la la disidencia, la marginalidad, la extrañeza y
dignidad está siendo violada y, en tal circuns- la acción. Admiraba Thoreau, pues, a hom-
tancia, la propia ética impele a la acción. En bres librepensadores y “librevividores”, que
otras palabras, la ética es el referente huma- ponían toda su piel en lo que hacían, y si-
no último desde donde nos vemos instados guiendo su ejemplo él mismo trató también
a reclamar la dignidad ante una situación de tener experiencias magníficas:
que consideremos indigna –con completa
independencia de que el sistema legal al que
pertenecemos reconozca o no su legalidad–; 3
Aunque Thoreau rechazó siempre la violencia física,
en ese momento, en que la rebeldía es un admiró y defendió profundamente a Brown, que sí llegó a
deber porque la discrepancia no es un derecho, emplearla. Sobre ello, sin embargo, afirmaba Virginia Wolf
que Thoreau admiraba más la browneidad que al mismo
la desobediencia civil constituye una de las Brown (prólogo de Juan José Coy, edición de 1994, en
armas más poderosas y morales que existen Thoreau, 1849).

12
La desobediencia civil como forma de participación política [Cuando la rebeldía... / E. MASSÓ G.

Si un hombre piensa con libertad, sueña un modo originalmente contundente que,


con libertad e imagina con libertad, nunca tiempo después, Gandhi hará suyo y elevará
le va a parecer que es aquello que no es, y a la máxima potencia, convirtiéndolo en una
ni los gobernantes ni los reformadores filosofía y una inspiración vitales.
ineptos podrán en realidad coaccionarle Hasta hace no mucho tiempo, y aún hoy,
(Thoreau, 1849).
se ha hablado de moral aplicada a cuestio-
nes como la sexualidad. La palabra “indecen-
Henry Thoreau rechazó lo establecido en
su época en muchos aspectos e inauguró un te” o “no honrado” no solían aplicarse a las
cierto tipo de resistencia no violenta pero situaciones coyunturales en las que la gente
se muere de hambre, o al hecho de que la
contumaz, ni mucho menos pasiva, que te-
mayor causa de muerte infantil en África sea
nía mucho de renuncia. Suya es la afirma-
la diarrea. “Indecente” era (y es, para mu-
ción de que “Bajo un gobierno que encarcela
a alguien injustamente, el lugar que debe ocu- chas personas) que una persona mantenga
relaciones sexuales con otras varias personas
par el justo es también la prisión” (Thoreau,
muy diversas, por ejemplo.
1849).
Hay personas hoy, por fortuna, que re-
Thoreau es considerado hoy como uno de
los padres, si no el artífice por antonomasia, conocen que la moral está en otra parte. Una
notable muestra de esto es el profesor aus-
de la desobediencia civil. Sin embargo, no es
traliano Peter Singer (1973, 1991, 1993),
precisamente innovador cuando reconoce que
entre muchos otros. Thoreau fue también
el gobierno puede estar equivocado y que es
legítimo por parte del pueblo rebelarse: uno de estos avezados cuando ya relacionó
el concepto de honradez no sólo con el de-
El gobierno por sí mismo, que no es más recho a la disidencia, a la réplica, a la discre-
que el medio elegido por el pueblo para pancia4, sino con el deber a las mismas.
ejecutar su voluntad, es igualmente sus- La desobediencia de Thoreau se desmarca
ceptible de originar abusos y perjuicios muy pronto y muy claramente de las postu-
antes de que el pueblo pueda intervenir ras anarquistas o ácratas5, ya que acepta en
(Thoreau, 1849). principio las “reglas del juego” democrático
que regían en aquellos momentos en Esta-
Esta idea la hallamos incluso en pensa- dos Unidos. Thoreau llegó a ir a la cárcel (es
dores orientales antiguos como Confucio, en cierto que finalmente sólo por una noche,
quien Thoreau se inspiraba, y que afirmaba: ya que una tía suya pagó la fianza por su
libertad6) a causa de su decisión de no pagar
Cuando el Estado va por buen camino, impuestos por oponerse a la guerra contra
habla con audacia y actúa con audacia. México, que él consideraba injusta. La rela-
Cuando el Estado ha perdido el norte,
actúa con audacia y habla en voz baja” 4
“Todos los hombres reconocen el derecho a la revo-
(Confucio, en Sen, 1999); [o también] lución, es decir, el derecho negar su lealtad y a oponerse al
Si un Estado se gobierna siguiendo los gobierno cuando su tiranía o si ineficacia sean desmesura-
dictados de la razón, la pobreza y la mise- dos o insoportables” (Thoreau, 1849).
5
ria provocan la vergüenza; si un Estado “A diferencia de los que se autodenominan contra-
rios a la existencia de un gobierno, solicito, no que desapa-
no se gobierna siguiendo la razón, las ri- rezca el gobierno inmediatamente, sino un mejor gobier-
quezas y los honores provocan la vergüen- no de inmediato” (Thoreau, 1849).
za (Confucio, en Thoreau, 1949). 6
“Como no podían llegar a mi alma, habían decidido
castigar mi cuerpo, como hacen los niños [...] El Estado
nunca se enfrenta voluntariamente con la conciencia inte-
No es Thoreau el primero que habla de lectual o moral de un hombre sino con su cuerpo, con sus
esto, pues, pero sí se comporta ante ello de sentidos” (Thoreau, 1894).

13
Theoria, Vol. 16 (2): 2007

ción de los desobedientes civiles con las le- ciudadanos después. Lo deseable no es
yes es peculiar y porosa; aceptan ciertas me- cultivar el respeto por la ley, sino por la
didas, pero nunca renuncian a su capacidad justicia. La única obligación que tengo
de discrepancia y disidencia, consecuente, derecho a asumir es la de hacer en cada
implicada. Y hay en Thoreau, como habrá momento lo que crea justo (Thoreau,
1849).
en Gandhi, una exhortación a la acción di-
recta para el ejercicio de esta disidencia, pero Yo respondo que no nos podemos aso-
siempre una acción de resistencia y no violen- ciar con él [el gobierno americano hoy] y
ta, ya que sabía de la poderosa fuerza que mantener nuestra propia dignidad. No
acompaña a una acción decidida, inexora- puedo reconocer ni por un instante que
ble pero no lesiva para el oponente: esa organización política sea mi gobierno
y al mismo tiempo el gobierno de los es-
La acción que surge de los principios, de clavos (Thoreau, 1849).
la percepción y la realización de lo justo,
cambia las cosas y las relaciones, es esen- Platón, que vivía en un mundo donde
cialmente revolucionaria y no está del todo incluso la noción de libertad se hallaba in-
de acuerdo con el pasado […] ¿Por qué trínsecamente ligada a la de conciencia co-
tenemos siempre que crucificar a Cristo, lectiva de ciudadanía, reconoció una idea
excomulgar a Copérnico y Lutero y decla-
similar cuando defendía en la República que
rar rebeldes a Washington y Franklin?
(Thoreau, 1849). las leyes no son buenas porque las quieran
los dioses, sino al contrario: los dioses las
Y sobre todo, hay una diferencia entre deben querer porque son buenas. Ni siquie-
resistir a esto y a una mera fuerza animal ra los dioses pueden ser arbitrarios en esto.
o natural: al resistir a esto consigo algún Es también peculiar en Thoreau el gusto
efecto (Thoreau, 1849: 52). por la vida natural (“Creo en el bosque, en
la pradera y en la noche en la que crece el
Si mil hombres dejaran de pagar sus im- maíz”; Thoreau, 1854), a la que tendió cons-
puestos este año, tal medida no sería ni tantemente (repárese si no en sus varios re-
violenta ni cruel, mientras que si los pa- tiros, el más largo de dos años de duración,
gan, se capacita al Estado para cometer que expresa en sus diarios en su obra Walden,
actos de violencia y derramar la sangre de
o la vida en los bosques, de 1849) y que bien
los inocentes. Esta es la definición de una
revolución pacífica, si tal es posible (Thoreau,
le haría merecer el sobrenombre de “el in-
1849) [la cursiva es mía]. surgente de los bosques”; en ellos quiso ha-
bitar, en una cabaña construida por sus pro-
En efecto, la propia conciencia ante la pias manos. Asimismo, y vinculado con lo
realidad posee una importancia suma para anterior, hay en Thoreau una preocupación
el desobediente; en última instancia no pue- por la corporalidad y la disposición del tiem-
de haber ley por encima del propio criterio po libre, que se veían cooptadas por la pro-
y, ante la dicotomía identitaria “ser hombre” gresivamente industrializada vida cotidiana:
(diríamos hoy “persona”) o “ser ciudadano”, “De este modo la masa sirve al Estado no
Thoreau no dudaba: como hombres sino básicamente como
máquinas, con sus cuerpos” (Thoreau, 1849).
¿Debe el ciudadano someter su concien- Aquí, además, existe una denuncia, una críti-
cia al legislador por un solo instante, aun- ca a un uso desvirtuado de los cuerpos hu-
que sea en la mínima medida? [...] Yo creo manos: no para vivir, para crear y para pre-
que debiéramos ser hombres primero y servar la integridad física, sino para matar o

14
La desobediencia civil como forma de participación política [Cuando la rebeldía... / E. MASSÓ G.

destruir. Véase el profundo y gozoso senti- pesar de la distancia geográfica) durante los
do de la corporalidad thoreauniana, muy veinte largos años de vida en el continente
influido por el aguerrido poeta cósmico Walt negro. Sudáfrica fue, pues, para Gandhi, su
Whitman: despertar que le hizo vincular profundamen-
te, a lo largo de toda su vida, lo personal y lo
Sólo escribimos bien cuando escribimos político, como afirma el proverbial grito de
con entusiasmo. El cuerpo, los sentidos, lucha africano.
deben aliarse con la mente. La expresión La estancia de Gandhi en Sudáfrica, que
literaria es el acto del hombre en su con- se prolonga desde 1893 hasta 1914, contem-
junto, nuestro discurso debe ser vascular. pla un período de interesante evolución en
El intelecto carece de fuerza para expre-
el activista, que vira desde su anglofilia ini-
sarse con la ayuda del corazón, el hígado
y cada uno de los demás órganos. A me-
cial y su sincera lealtad al imperio británico
nudo siento que mi cabeza emerge, de- (incluso en sus primeras campañas de des-
masiado seca, cuando debería estar sumer- obediencia) a su decidido rechazo, tanto del
gida. Un escritor, un hombre que escri- imperio (consolidado en 1914, ya a su regre-
be, es el amanuense de toda la Naturale- so definitivo a la India) como de Occidente
za; es el maíz y la hierba y la atmósfera mismo, rechazo que se refleja hasta en la for-
que escriben con él. Siempre resulta fun- ma de vestir.
damental que amemos lo que hacemos, El joven y culto abogado indio, súbdito
que lo hagamos con el corazón (Thoreau, británico, que partió de Bombay hacia Durban
1849). en 1893 con indumentaria occidental, era
tremendamente diferente del maduro hom-
bre vestido “a la india”, con la cabeza afeita-
3. GANDHI EN SUDÁFRICA: da y las piernas desnudas, que desembarcó
los albores del satyagraha indio en 1914 en su India natal. Interesan tremen-
damente, pues, esos años de primeras cam-
“Al revolucionario no lo hace la cien-
cia, sino la indignación ética”. pañas y primeros ashram. Me centraré aquí
(MERLEAY-PONTY, citado en Mouffe, en cómo y en qué contexto transcurrieron
1993)
las campañas de desobediencia civil, para
Para el revolucionario Gandhi resultó deter- luego poder realizar un análisis contrastivo
minante, probablemente, su indignación entre ellas y las posteriores desarrolladas por
(ética, personal y política) al ser arrojado a el ANC (African National Congress, Con-
patadas de los vagones de primera clase en greso Nacional Africano), Nelson Mandela
los trenes de Sudáfrica; él, todo un señor y sus colaboradores en su Sudáfrica natal.
británico licenciado en leyes por Inglaterra… Gandhi se embarca en Bombay, abril de
él, un hombre al fin, que descubrirá tras la 1893, en dirección a Sudáfrica para interve-
estancia en Sudáfrica que esta dignidad le nir en un caso judicial que le ofrece una de
viene no por ser británico, ni abogado, ni las factorías comerciales musulmanas estable-
pranami, ni siquiera hombre, sino por ser cidas en Porbander, caso en el que se había
persona. visto envuelto otro comerciante de Kathiawar
Se ha dicho que Sudáfrica fue el escena- residente allí (Woodcock, 1971). Recibe la
rio de maniobras de Gandhi, el lugar de “primera lección” cuando, al entrar en la sala
maduración y ensayo de ideas y proyectos del tribunal con levita y turbante negro, es
que luego implementó plenamente en su instado a quitárselo; se niega cortésmente,
India natal, a la que nunca perdió de vista (a abandona la sala y explica la historia en una
carta a los periódicos (Woodcock, 1971).

15
Theoria, Vol. 16 (2): 2007

Otro de los hitos, ya mencionado, fue su completamente, pues) la extensión de la dis-


viaje a Pretoria en vagón de primera con bi- criminación racial.
llete de primera, cuando fue echado a pata- Con breves viajes al extranjero, Gandhi
das porque los no blancos sólo podían viajar permanece en Sudáfrica hasta 19147. Estos
en tercera clase (Woodcock, 1971). veinte años de “forja de armas de lucha”, que
La situación de la minoría india en la más tarde empleará en la India para liberar
Sudáfrica de 1890 no era sencilla. En medio una nación (no ya sólo una minoría), pue-
de dos millones de afrikáans y unos setecien- den dividirse en dos períodos claramente
tos cincuenta mil europeos (en las colonias definidos:
británicas de Natal y el Cabo y los territo-
rios bóer autónomos de Transvaal y el Esta- 1º 1893-1904: la carrera de Gandhi como
do Libre de Orange), los indios constituían abogado anglófilo, dirigido a la agitación
solamente un tres por cierto de la población por medios legales (Gandhi, como Man-
global (unos setenta y cinco mil). Los pri- dela, era un profundo admirador del sis-
meros llegan a Natal en 1860 para trabajar tema legal inglés);
como jornaleros eventuales en plantaciones 2º 1904-1914: tras la lectura de Ruskin, el
de azúcar; fueron despreciados y llamados cambio rotundo de estilo de vida a una
coolies. Los más ricos o cultivados intenta- sencilla existencia comunitaria. Se pasa
ban borrar su estigma apelando a antepasa- de la agitación dentro de los marcos de
dos árabes y persas; Gandhi, sin embargo, la legalidad a las campañas no violentas
con el uso del turbante inconfundiblemente en abierta ruptura con las leyes8 bajo la
hindú, sienta precedentes sobre el orgullo idea del satyagraha (Woodcock, 1971).
del propio origen (Woodcock, 1971).
La primera acción pública relevante de Satyagraha es una palabra india que en
Gandhi en Sudáfrica es la de convocar a los sánscrito significa “fuerza de la verdad”. “Satya”
indios de Pretoria a un mitin, donde ya se es la verdad o veracidad, y “graha”, la fuerza; la
afirma su liderazgo (tenía 23 años). Allí de- combinación de ambas, obra de Mohandas
fiende, además de los cambios de indumen- Gandhi, llamado –contra su voluntad– por
taria, sus derechos como súbditos ingleses Rabindranath Tagore el Mahâtmâ, “alma gran-
de aprender y usar el inglés; la idea gandhiana de”.
del autoperfeccionamiento se va reflejando Mohandas Gandhi constituye un referen-
así unida a la lucha colectiva (Woodcock, te ineludible siempre en cualquier tratado
1971). de paz y no violencia; demostró cómo se
En abril de 1894 la asamblea legislativa
de Natal retira el derecho al voto a los in- 7
En esta etapa la mayor preocupación de Gandhi es la
dios y Gandhi, tras su primer año de resi- liberación de la comunidad india; se ha de aclarar que ig-
dencia, decide permanecer en Sudáfrica y noró las peticiones de la mayoría negra, limitándose a de-
fender a los indios y apoyar compasivamente algunas de
encabezar la lucha creando un movimiento las manifestaciones durante la rebelión zulú de 1906
de masas “en miniatura” destinado a la agi- (Woodcock, 1971).
tación pacífica (Woodcock, 1971). Funda 8
La abierta ruptura con las leyes se complementó siem-
pre, además, con el rechazo por parte de Gandhi de osten-
el Congreso Indio de Natal, a imitación del tar cualquier posición de poder institucional o
Congreso Nacional Indio fundado por Alan institucionalizado, ya que “la no violencia no busca el po-
Octavius Hume en 1885; envía peticiones a der. Ni siquiera lo tiene en cuenta. El poder simplemente
la acompaña” (Woodcock, 1971). Podemos ver un refren-
la asamblea legislativa de Natal y más tarde do o un eco de esto en las palabras de Mandela: “Ninguna
a la oficina colonial británica. Se logran éxi- fuerza física del mundo puede aplastar el espíritu invenci-
tos parciales, disminuyendo en grado (no ble de una nación” (Mandela, en Benson, 1986).

16
La desobediencia civil como forma de participación política [Cuando la rebeldía... / E. MASSÓ G.

puede lograr algo tan difícil como la inde- te en innúmeras ocasiones en la idea de que
pendencia de un país (tan vasto como la In- el satyagraha no es una resistencia pasiva, ya
dia) y un proceso de descolonización me- que la pasividad es una débil arma, ni tam-
diante la no violencia. La llamada “no vio- poco debe ser llamada desobediencia civil,
lencia” es más que esta expresión, más que nombre que le disgustaba un tanto por el
una forma de decir a través de una nega- aura que le encontraba de desafiante hostili-
ción: constituye, de hecho, una afirmación. dad (pensemos que el adversario para
Pero, ¿por qué es Gandhi tan original, más Gandhi es una persona respetable). En este
allá de los tópicos habituales? Al acuñar el sentido, pues, el satyagraha como práctica e
término satyagraha, fuerza de la verdad, pre- inspiración está más allá de la ahimsa (más
tende apelar a un método esencialmente ac- específica y concreta, y que constituiría por
tivo, que no se limita ni mucho menos a tanto un pilar inspirador del satyagraha) y,
poner la otra mejilla o a rehuir un pago de también, más allá de la desobediencia. La
impuestos sino que se encara directamente desobediencia civil es en realidad un pilar
con el oponente, enfrentándose a la situación clave de una campaña de satyagraha, pero al
y encontrándose “cara a cara” con la cuestión modo más bien de una fase o un elemento
en disputa, de un lado, y respondiendo al de la misma, más holista y proteica. A la vez,
mal o a la acción indebida sin causar daño o el satyagraha puede ser definido sencillamen-
ejercer la violencia, de otro (Bilimoria, 2000). te como la resistencia de un pueblo que no
Gandhi combina tres nociones cardina- teme la acción violenta, pero que opta de-
les de la larga tradición ética hindú, jainista liberadamente por la no violencia y la lucha
y budista, a saber, satya, ahimsa y tapasya por el dominio de la verdad, en vez de luchar
(prácticas austeras y ascetismo); este concep- por el poder material (Woodcock, 1971).
to constituye el marco para cultivar el valor, Constituye así una resistencia sin hostilidad
la fortaleza, el vigor y, lo que resulta más re- y contiene un perfeccionamiento moral so-
levante, el desinterés. bre la desobediencia civil clásica.
Se dice que la síntesis ética gandhiana va
más allá porque transforma el tradicional
ahimsa en una condición dinámica de otra 4. ROLIHLAHLA MANDELA Y EL
estrategia, que no se detiene hasta alcanzar APARTHEID: la dignidad de un madhiba
la meta de la acción. Lejos de ser un manda-
Uno no escoge el país donde nace;
to pasivo de “no hagas”, el ahimsa enlazado pero ama el país donde ha nacido.
con el satyagraha se convierte en una moda- Uno no escoge el tiempo para venir al mundo;
pero debe dejar huella de su tiempo.
lidad de acción positiva que eleva la inten- Nadie puede evadir su responsabilidad.
ción de este mandato a un nivel ético muy Nadie puede taparse los ojos, los oídos,
enmudecer y cortarse las manos […]
superior: pretende producir lo correcto en la “Uno no escoge”; GIOCONDA BELLI (1992)
situación particular del momento. En la idea
de satyagraha se aprecian todas las connota- Si a Gandhi le llamaban Mahâtmâ, a Man-
ciones de una fuerza o ejercicio vigoroso, de dela le llamaron baba (padre) o madhiba,
presionarse a uno mismo, de ponerse tenaz- “guía”; no “jefe” (“chief ”) como había lla-
mente en marcha (Bilimoria, 2000). mado previamente al aclamado presidente
Este principio o, mejor dicho, mezcla de del Congreso Nacional Africano Luthuli.
principios, es aplicado a la acción social y Ambos apelativos, Mahâtmâ y madhiba, son
política y crea un movimiento de desobe- morales y afectivos, no tanto jerárquicos
diencia civil en las luchas no violentas por la (Bosch i Pascual, 1995). El liderazgo del
libertad y los derechos civiles. Gandhi insis- madhiba, además, no le impedirá a Mande-

17
Theoria, Vol. 16 (2): 2007

la conectar con las masas sino que, como madhiba cuando, por ejemplo, rechazaba las
decía Tom Lodge: ofertas (chantajes) de los gobiernos de Krueger
o Botha de libertad a cambio del cese de la
es patricio e innato, dotado con el poder resistencia. Mandela ya llevaba muchos años
de una oratoria conmovedora, compasión en prisión cuando recibía estas suculentas
por los pobres y, por encima de todo, la “tentaciones”, pero seguía afirmando que
empatía social que le permite mezclarse y
tornarse anónimo entre la multitud […] no hay diferencia entre mi prisión y la
Patriarca comunal, héroe proletario y de- vuestra […] Aprecio mucho mi libertad,
mócrata liberal (Lodge, en Bosch i Pascual, pero aprecio aún más la vuestra […] ¿Qué
1995). libertad me ofrecen cuando mi ciudada-
nía sudafricana no es respetada? Sólo los
Consideremos también el significado del hombres libres pueden negociar […] Los
segundo nombre (africano, que conservaba prisioneros no pueden participar en contra-
como honorable seña identitaria) de Mande- tos (Mandela, en Bosch i Pascual, 1995)
la: “Rolihlahla” significa “el problemático” o [la cursiva es mía].
“el que crea dificultades” (Bosch i Pascual,
1995). Llegaría a ser proverbial, desde luego, Sí fue Mandela una figura fundamental
la capacidad de este hombre de “crearle pro- en el impulso a la acción del viejo ANC,
blemas” al gobierno del apartheid. fundado a principios del siglo XX y que se
Nelson Mandela es un ícono indiscuti- había convertido casi en un club de elite para
ble de la lucha política de nuestros días, con- caballeros negros aspirantes a aristócratas, en
siderado por algunos como “uno de los el tiempo en que Mandela fundó la Liga Jo-
tótems políticos más impresionantes que han ven junto a otros compañeros. Las intencio-
aparecido en el siglo XX” (Bosch i Pascual, nes asociacionistas de Mandela, Tambo y
1995). Y precisamente una de sus actitudes otros colaboradores fueron duramente repri-
más interesante fue la orientación a la cul- midas por el Estado del apartheid, que no
tura de la no violencia que inspiró a Man- permitía reuniones de colectivos ni mani-
dela y al “estilo” tradicional de Congreso Na- festaciones públicas; la utilidad de las con-
cional Africano (ANC), en la mayoría de las centraciones era muy limitada (lo que para
ocasiones, constituyendo la desobediencia Mandela justificará más tarde Umkonto we
civil un modo de combate habitual en el sis- Sizwe), ya que el gobierno reaccionaba con
tema del apartheid, de una dureza sin prece- prontitud y brutalidad lanzando gases lacri-
dentes y comparable a los regímenes fascis- mógenos y amenazando con pistolas, en el
tas y nazis. mejor de los casos. A Mandela se le prohibi-
Se ha de aclarar primero que no se puede ría la asistencia a reuniones, hablar en pú-
desligar la actuación de Mandela durante la blico, salir de Johannesburgo o pertenecer a
resistencia al apartheid (y a lo largo de su organizaciones; sería declarado ilegal todo
militancia fuera de la cárcel) de la actuación acto contestatario como discursos, protestas
del ANC, al que consagró su vida; es decir, pacíficas, organizaciones políticas y manifes-
que si bien Mandela llegó a ser un primus taciones (Tambo, 1964).
inter pares antes de su encarcelamiento, su Ante esta cruda realidad Mandela resul-
mito definitivo se forjó en prisión (Bosch i tó una figura crucial a la hora de pensar, pla-
Pascual, 1995). Y fue también en prisión nificar y diseñar nuevas tácticas y estrategias
donde siguió demostrando su dignidad de (Tambo, 1964). Una de las claves fundamen-

18
La desobediencia civil como forma de participación política [Cuando la rebeldía... / E. MASSÓ G.

tales fue el nexo de unión de las luchas: no a enfrentarse a las penas de prisión y tor-
el color de la piel, sino el compromiso con tura que la actual legislación prescribe
la total abolición del apartheid y de la opre- para estos actos (Mandela, 1964).
sión; esto significa que se buscaron aliados de
cualquier “raza” o color de piel, siempre y Cuando comienza a gestarse las primeras
cuando estuvieran completamente de acuer- ideas y campañas de desobediencia civil (y
do con los objetivos de la liberación y contra desacato a las leyes, que es otro de los nom-
la discriminación racial. Así se desmarcaron bres que se adoptaba), Mandela, recordan-
de los hitos en los que se fundamentaba el do el entusiasmo disciplinado de los volun-
sistema del apartheid, que sí se construía en tarios indios que se dirigieron hacia Durban
función del color de la piel. Mandela afir- en 1946, hablaba de “resistencia pasiva”9,
maba incansablemente la condición pro- mientras que Sisulu quería que fuera “típi-
fundamente antirracial de su lucha: camente sudafricana y combativa” (Sisulu,
en Benson, 1986). Aquí vemos cómo se asu-
Aborrezco profundamente la discrimina- me la “pasividad” de la resistencia, en oposi-
ción racial en todas sus manifestaciones. ción a una supuesta resistencia “combativa”
He luchado contra ella toda mi vida y o activa; sin embargo, la resistencia nunca
seguiré luchando hasta el final de mis días tiene nada de pasiva, desde luego, aunque
(Mandela, 1964). se haya querido ver de este modo desde la
falsa dicotomía tan largamente promovida
Es decir, que no se luchaba tanto por los y asimilada de “violencia-activa” y “no vio-
derechos de los negros en tanto que negros lencia-pasiva”
sino en tanto que personas. Si hubieran sido Citaré aquí tres de las campañas más im-
los blancos los discriminados, Mandela ha- portantes desarrolladas en Sudáfrica por la
bría pugnado por sus derechos, y esto se re- resistencia del apartheid (no solamente por
velará claramente en su actitud durante 1994. el ANC). La campaña de desobediencia lle-
Contemplamos aquí cierto nexo de unión vada a cabo por el ANC en 1952, durante la
con la actitud de Gandhi, siempre tan rea- presidencia de Luthuli y organizada por
cia a cargar contra el adversario tras haberle Tambo, Sisulu y Mandela (designado “vo-
“derrotado”. luntario en jefe”), significó una apuesta de-
La palabra “Amadelakufa” significa “De- finitiva en la lucha contra el apartheid y pro-
safiemos la muerte” y se utilizó por primera vocó, asimismo, una grave desautorización
vez por la sección de voluntarios del ANC por parte del gobierno para con el jefe zulú.
dispuestos al sacrificio (incluso de su vida, Llamada “Campaña de desafío” o “de desaca-
como los satyagrahi) que habían prometido to”, fue concebida como una campaña de
defender ciertos principios. Estos volunta- desobediencia civil masiva inicialmente cen-
rios no eran soldados de un ejército negro trada en un grupo de voluntarios que debía
que hubiera jurado sostener una guerra civil atraer cada vez más personas comunes, ciu-
contra los blancos, sino

fieles trabajadores dispuestos a llevar ade-


9
lante campañas de distribución de folle- “Mandela quedó muy impresionado al ver a los jóve-
nes voluntarios indios ponerse en camino desde
tos […], a organizar huelgas o lo que re- Johannesburgo para recorrer los 800 kilómetros que sepa-
quiera cada campaña particular. Se llaman ran esta ciudad de Durban y correr allí el riesgo de ser
voluntarios porque se ofrecen libremente encarcelados” (Benson, 1986).

19
Theoria, Vol. 16 (2): 2007

dadanos de a pie, hasta convertirla en un verse de un lugar a otro y que limitaban tan-
desafío masivo. to esos mismos movimientos como sus po-
Se celebra en junio de 1952, coincidente sibilidades de acción. Significaban, en reali-
con el tercer centenario de la llegada de los dad, llevar algún tipo de grillete invisible,
colonos holandeses al Cabo. Miles de mani- de “letra Escarlata” y de estigma racialista.
festantes de todas las razas desafiaron las le- Significaban una indignidad.
yes segregacionistas en el Transvaal y espe- Precisamente fue la represión tan brutal
cialmente en el Cabo Oriental mediante con la que respondió el gobierno del apartheid
concentraciones masivas. Mandela recorrió a la campaña pacífica contra los pases (se
el país para organizar la resistencia; acusado ilegalizaron todos los partidos y formacio-
y juzgado por su participación en la campa- nes políticas no blancas; se condenó públi-
ña junto a unos 8.500 voluntarios más al- camente a Mandela y a otros colaboradores,
gunos años después, el tribunal no podrá más prohibiéndoseles cualquier actividad de ín-
que reconocer que Mandela y sus compañe- dole política) el remate final para que un
ros sostenidamente aconsejaban a sus seguido- grupo del ANC, encabezado por Mandela,
res optar por acciones pacíficas y evitar todo comenzara a gestar Umkonto we Sizwe, el lla-
acto de violencia. mado brazo armado del Congreso Nacional
La campaña de desobediencia llevada a Africano. Debo dejar esta cuestión aparte en
cabo en enero de 1957, como respuesta al este momento por motivos de espacio, pero
aumento en las tarifas de transporte, no fue al menos deseo aclarar que la condición “ar-
convocada directamente por el ANC sino por mada” de este grupo admite bastante discu-
un comité popular que integraba represen- sión: en primer lugar, el tipo de violencia
tantes vecinales, radicales de izquierdas, por el que opta (al menos en sus plantea-
africanistas y (también) oficialistas del ANC. mientos primeros) es el boicot, respetando
Se optó por el boicot y en todo momento la integridad física perso-
nal; y en segundo lugar, la decisión se toma
durante unas cuantas semanas, bajo la con- viviéndose como una amarga renuncia a la
signa de “Azikhwelwa!” (¡No subiremos!), tradición pacífica del ANC, que llevaba
los vecinos caminaron los quince kilóme- practicándose durante largas décadas sin nin-
tros que los separaban del centro de guna respuesta positiva por parte del gobier-
Johannesburgo. La acción se extendió a los no blanco (todo lo contrario), y como un
otros barrios de la zona (Bosch i Pascual,
modo de ejercer la responsabilidad de la or-
1995).
ganización ante los disturbios violentos, des-
organizados y crecientes, que el grave des-
En 1959 el PAC, Congreso Panafricanista
contento de la población estaba ocasionan-
escindido del ANC el año anterior (por
do; Umkonto quiso ser una canalización de
motivos raciales: el PAC no quería admitir
ese descontento, manteniendo la violencia
blancos en sus filas) y liderado por Robert
en los cauces estrictos del boicot10.
Sobukwe, orquesta la famosa campaña con-
tra los pases, tal vez la más popular de todas.
Los llamados “pases”, similares a los que pro-
vocaron la rebelión de la comunidad india a
principios de siglo, no eran más que docu-
mentos identificativos que los no blancos
debían portar con obligatoriedad para mo- 10
Cfr. Mandela, 1964.

20
La desobediencia civil como forma de participación política [Cuando la rebeldía... / E. MASSÓ G.

5. CONCLUSIONES: la alternativa de definitivamente en las raíces de la civiliza-


la insurgencia, la discrepancia como ción occidental con franco perjuicio de aque-
valor y el respeto a los derechos humanos lla primera fluidez heraclítea.
El debate sobre los derechos humanos es
“Las verdaderas victorias sólo se consiguen dilatado y probablemente inacabable. Los
a largo plazo y de cara a la noche.
La lucidez es la herida más próxima al sol” derechos humanos llevan acarreando una
(RENÉ CHAR, en Mouffe, 1993: 11) buena parte de la discusión en las ciencias
“Entre matar y morir hay una tercera vía: sociales y en la filosofía desde su promulga-
la vida”. ción en 1948, tras la segunda guerra mun-
(Pancarta de la concentración del pasado
martes 21 de febrero frente a la embajada dial. Antes incluso ya existían nociones y for-
colombiana de Madrid; en Diagonal, 200611) mulaciones de parecidas ideas, aunque con
matices algo distintos, desde la Declaración
¿Por qué interesa especialmente la desobe- de los Derechos del Hombre de 1789 du-
diencia como participación política y como rante el proceso de la Revolución Francesa.
medio transformador de la realidad? El mo- El discurso de los derechos aplicado a los
tivo último es bicéfalo, con una doble ver- desiderata ético-morales occidentales o, di-
tiente: la primera, el potencial revoluciona- cho de otro modo, estos desiderata formula-
rio (y por tanto crítico, social, colectivo) de dos como derechos, es hoy una cuestión de
la desobediencia civil para atacar de lleno estudio fundamental en las disciplinas so-
realidades indignas, de las que hoy, como ciales y son no pocos los debates tanto acer-
ayer, hay por desgracia muchas para elegir; ca del posible relativismo de los valores a la
la segunda, que esta vía de combate es in- base de los derechos humanos, como sobre
trínsecamente respetuosa para con los dere- la cuestión de la carestía “coactiva”, por así
chos humanos en su rechazo de la violencia decir, que a escala internacional existe con
y de la destrucción del adversario, para em- respecto al cumplimiento de tales derechos.
pezar a considerar la imposibilidad de un ¿Constituye un derecho, realmente, algo
consenso perfecto y, por ende, la necesidad que se proclama y se promulga pero sobre lo
y la respetabilidad de las posturas divergen- cual nada ni nadie puede asegurar su conse-
tes. Al fin y al cabo, una disidencia que sólo cución? ¿No es un derecho vacuo afirmar el
se admitiera a sí misma contendría en su “derecho a la vida” o el “derecho a la vivien-
propio germen la semilla de la intolerancia da digna” o el “derecho a la salud”, cuando
y el conservadurismo. El pensamiento de la no existen instancias internacionales, refren-
disidencia, la discrepancia, la diferencia… dadas por todos los Estados, que realmente
el derecho a discrepar, como dirían algunos puedan asegurar que nadie muera de ham-
(Herrera Flores, 2000), se opone al paradig- bre o que cuente con una casa que no le vaya
ma parmenídeo que vino a ser completado a ser arrebatada en una guerra o…? ¿No nos
con el dualismo platónico12, para instalarse hallamos en el campo de las declaraciones
de (buenas) intenciones, más que en el de
11
Diagonal, número 25, del 2 al 15 de marzo de 2006, los derechos? Éstas son algunas de las discu-
página de salida. siones más evidentes e intuitivas que, en pri-
12
Un rechazo crucial de cierta dicotomía asumida desde mera instancia, existen en torno a los tan
la raíz de este proverbial dualismo platónico es la de los
ideales y los derechos: no existe tal, salvo si entendemos cacareados “derechos humanos”.
éstos como algo previo a la acción social. Bien al contrario,
los derechos no son considerados por muchos autores como
previos a la construcción política, sino que se van creando Esta perspectiva rompe plenamente con las posiciones na-
y recreando a medida que vamos actuando en el proceso turalistas que conciben los derechos como una esfera sepa-
de construcción social de la realidad (Herrera Flores, 2000). rada y previa a la acción política democrática.

21
Theoria, Vol. 16 (2): 2007

Es evidente que el discurso o la retórica evolucionar ), la alternativa de la insurgen-


de los derechos humanos constituye un cons- cia puede ser una vía respetable para etnias
tructo, una construcción de atributos que se y colectivos y, en todos estos contextos, la
le van a vincular a los seres humanos por el desobediencia civil se yergue como herra-
mero hecho de nacer homo sapiens, y que mienta (congruente con la vida y el discurso
este discurso (relativo, por supuesto, a una de los derechos humanos) e inspiración de
época, un lugar, una determinada tradición sociedades y personas, como cuña formati-
histórica) va a ser elevado a la categoría de va de ciudadanos; como educación, en fin,
“verdad” asumida en principio por todos los de la ciudadanía. Así, prefiero socorrerme
Estados del mundo. Esta invención –utilísi- de las palabras del pueblo para terminar:
ma, tal vez– posee sin embargo su talón de
Aquiles en la praxis, por el hecho de que no ¿Qué puedo sin los otros hombres?
existe un derecho internacional con carác- Al llegar aquí abajo estaba en sus manos;
ter vinculante para todos los Estados del cuando marche de aquí, ¿estaré en sus manos?
(TRADICIÓN ORAL DEL PAÍS MALINKÉ)
mundo, como decía.
Se suele entender, por otra parte, que los
derechos humanos constituye un discurso 6. REFERENCIAS
occidental; por esta razón, entre otras, se
centran a veces los debates en las preguntas BELLI G (1992) El ojo de la mujer, Madrid:
de si realmente son universalizables, más que Visor Libros.
universales; de si es respetable una cultura BENSON M (1986) Nelson Mandela, biogra-
que contenga prácticas tradicionales opues- fía, Madrid: IEPALA.
tas a los derechos; de si “Occidente”, hoy el BILIMORIA P (2000) La ética india. En:
mundo rico del “norte” –cuasi simbólica- SINGER, P. (Ed). Compendio de Ética, Ma-
mente hablando– tiene realmente derecho drid: Alianza, pp 81-100.
(valga la redundancia) de exportar esta fór- BOSCH I PASCUAL A (1995) Nelson Man-
mula, de pretender que sea válida para to- dela, l’últim home-déu a Sudáfrica, Barcelo-
das las culturas. na: Curial.
HERRERA FLORES J (Ed) (2000) El vuelo de
Éstas son algunas de las disputas e inte-
Anteo. Derechos humanos y crítica de la ra-
rrogantes más intuitivas que suelen acarrear zón liberal, Bilbao: Desclée.
los derechos humanos. Constituye una ta- MANDELA NR (1964) Un camino nada fácil
rea dialéctica demasiado amplia tratar de hacia la libertad, España: Zanzíbar.
optar aquí por alguna de las posturas más MOUFFE CH (1993) El retorno de lo políti-
habituales; lo que me interesa, en realidad, co. Comunidad, ciudadanía, pluralismo, de-
es asumir una perspectiva crítica y políglota, mocracia radical, Barcelona: Paidós.
impura incluso, de los derechos humanos SEN AK (1999) Cultura y derechos humanos.
siguiendo a autores como Sousa Santos En: SEN AK Desarrollo y libertad, Barcelo-
(2000), Sen (1999) o Herrera Flores (2000), na: Ariel, pp 305-328.
y quedarme con su parte menos dogmática SINGER P (1973) Democracia y desobedien-
y más fructífera: su reclamo ético de la dig- cia, Barcelona: Ariel.
–––––– (Ed) (1991) Compendio de ética, Bar-
nidad. Así, tanto desde el discurso de los
celona: Alianza Diccionarios.
derechos humanos como desde otras matri- –––––– (1993) Ética para vivir mejor, Barcelo-
ces de valores y culturas que se pudieran na: Ariel.
equiparar, la discrepancia puede constituir SOUSA SANTOS B (2000) Crítica de la razón
un valor intrínseco como timón de una so- indolente. Contra el desperdicio de la expe-
ciedad (en tanto que la hace cambiar, crecer, riencia, Bilbao: Palimpsesto.

22
La desobediencia civil como forma de participación política [Cuando la rebeldía... / E. MASSÓ G.

TAMBO O (1964) Introducción. En: MAN- obediencia civil y otros escritos, Madrid:
DELA, N.R. Un camino nada fácil hacia la Tecnos, pp 79-111.
libertad, España: Zanzíbar. –––––––– [1849] (1994) Una vida sin princi-
THOREAU HD [1849] (1994) Desobediencia pios. En la edición de: COY JJ, Desobedien-
civil. En la edición de: COY JJ, Desobedien- cia civil y otros escritos, Madrid: Tecnos, pp
cia civil y otros escritos, Madrid: Tecnos, pp 3-28.
29-57. WOODCOCK G (1971) Gandhi, Barcelona:
–––––––– [1849] (1994) La esclavitud en Planeta Agostini.
Massachussets. En la edición de: COY JJ Des-
obediencia civil y otros escritos, Madrid: Periódicos
Tecnos, pp 58-78. Diagonal, número 24, del 16 de febrero al 1 de
–––––––– [1849] (1994) Apología del capitán marzo de 2006.
John Brown. En la edición de: COY JJ Des-

23

También podría gustarte