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Reflexiones acerca de la maternidad y paternidad nutritiva.

Neva Milicic M.

DEFINICIONES DE FAMILIA

La familia ha sido definida por el Instituto Interamericano del Niño como un conjunto de

personas que conviven bajo el mismo techo, organizadas en roles fijos (padre, madre,

hermanos, etc.) con vínculos consanguíneos o no, con un modo de existencia económico y

social comunes, con sentimientos afectivos que los unen y aglutinan. Naturalmente pasa por

el nacimiento, luego crecimiento, multiplicación, decadencia y trascendencia. A este proceso

se le denomina ciclo vital de vida familiar.

Es difícil llegar a un consenso sobre una definición de familia ya que esta definición varía

en función de lo que cada país establece en su marco jurídico. Se considera como la forma

más frecuente la familia nuclear con un matrimonio heterosexual. Sin embargo las formas

de vida familiar son muy diversas, dependiendo de factores sociales, culturales, económicos

y afectivos.

En el núcleo familiar se satisfacen las necesidades básicas de las personas, como, comer,

dormir y alimentarse. Además se construyen vínculos de afectos, protección y se favorece

integración en la sociedad. La unión familiar asegura a sus integrantes estabilidad emocional,

social y económica. Es allí donde se aprende tempranamente a dialogar, a escuchar, a

conocer y desarrollar sus derechos y deberes como persona humana. (Neva Milicic y López

de Lérida 2013).

APORTES DESDE LA PSICOLOGÍA POSITIVA


La psicología positiva y la investigación en neurociencias ha venido poner un marco teórico y

experimental a muchos de los consensos que la psicología ha venido planteando sobre

cuáles serían las formas más apropiadas para educar a los niños, en el marco de una

parentalidad nutritiva.

En este enfoque se presta una especial atención a la centración en las fortalezas y al

desarrollo de emociones positivas, por la evidencia de su importancia en el desarrollo del

vínculo padres hijos y porque la felicidad que ellas aportan son un impulso para la acción y

una motivación para el aprendizaje.

Existe evidencia de los efectos de una emocionalidad positiva en el área cognitiva, mejora la

atención, la flexibilidad del pensamiento y la creatividad como lo muestran diversas

investigaciones. Es evidente que las emociones positivas acercan y por lo tanto favorecen el
apego seguro con las figuras significativas, en tanto que las emociones negativas distancian,
dificultando las relaciones interpersonales y los procesos de aprendizaje.

Si bien esta dicotomía entre emociones positivas y negativas ha sido cuestionada, en la

medida que todas las emociones son legítimas y se relacionan con el estímulo que la

provocan, así es normal estar triste ante una pérdida o experimentar enojo frente a una

injusticia. Sin embargo en el contexto educacional, cuando se refiere a emociones positivas

son aquellas que provocan en los niños sensación de bienestar emocional y que son

experimentadas en forma subjetiva como algo agradable y que por ello generan

acercamiento y tienden a impulsar a la acción. (Berger, Milicic, Alcalay, Torreti, 2001)


Las emociones que una persona tiene activan la corteza prefrontal, si son positivas se
aumenta la actividad en la corteza prefrontal izquierda, si por el contrario son negativas se
activa la corteza prefrontal izquierda, lo que en un periodo de gran neuroplasticidad es de la

mayor relevancia en la configuración de la arquitectura cerebral. Las experiencias

significativas son archivadas en la memoria emocional y acompañaran al niño o la niña en

todas las etapas de su ciclo vital.

¿Qué circuitos neuronales son los más activados en nuestra familia?, es una pregunta que

los padres deben hacerse, porque sin quererlo la forma en que se dan las experiencias

emocionales, explica que circuitos neuronales se activan más. Un niño que vive

crónicamente estresado serán los circuitos de la ansiedad los que serán más activados, en

tanto que un niño que vive en un entorno optimista, activara los circuitos que se relacionan

con las emociones positivas. Tener conciencia que las experiencias que se viven en la familia

moldea no solo el perfil psicológico de los niños sino que la arquitectura cerebral, llevara a

crear una cultura familiar facilite el desarrollo de emociones positivas.

En toda situación que los niños viven, las emociones están presentes, ellos pueden estar

alegres, tristes, aburridos, preocupados, asustados, avergonzados u orgullosos y esa

reacción emocional será básica para evaluar si las situaciones educativas y las normas de

crianza favorecen el desarrollo.

Una emoción es un estado mental complejo que implican respuestas somáticas y

correlatos cognitivos. Implica sentimientos, pensamientos, estados biológicos y psicológicos

y tienden a la acción, y constituyen reacciones a informaciones del entorno. Esta compleja

definición significa que por ejemplo cuando un niño entra al colegio puede sentirse feliz y

abierto a aprender y a socializar con otros niños, en tanto que otro frente a esa misma
situación puede estar esta atemorizado y paralizado. Posiblemente estas diferencias se

basan en haber tenido experiencias emocionales diferentes .El primero por tener amigos en

el colegio, se siente aceptado y querido, en tanto que el segundo puedes ha sido víctima

de hostigamiento escolar , por lo tanto entrar al colegio activa en el un sentimiento de

desprotección, de inseguridad.

Educar no es solo poner límites, sino que promover experiencias emocionales que

favorezcan el bienestar emocional y generan una narrativa positiva de sí mismo.

Los padres tienen un rol decisivo en la construcción de la identidad de sus hijos. La narrativa

que los niños se hacen de sí mismos, es decir la historia que se cuentan acerca de si

mismos, de sus eventos significativos, de cuáles son sus características personales, de

cuáles son sus sí mismos posibles está influenciada por las interacciones con sus padres,

que le reflejan una imagen de sí. (Milicic y López de Lérida 2013).

Esta imagen influye en la construcción del proyecto personal porque la visión y las creencias

de sí mismos orientan las elecciones, motiva a hacer esfuerzo o desanima frente a los

desafíos e incentiva a buscar oportunidades o frena las iniciativas .Lo que los padres dicen o

dejan de decir tiene un poderoso impacto en la construcción de la identidad.

Conversaciones familiares, lectura y parentalidad nutritiva.

Existen pocas variables que influyan más en la relación con los hijos que los temas y estilos

de conversación que caracterizan a la familia. Los diálogos entre padres e hijos van a ser

determinantes del tipo de lenguaje que los niños interioricen, de lo amplio o lo restringido
que sea su lenguaje. El vocabulario que tengan y que por ende utilicen y transfieran a sus

relaciones sociales fuera del ámbito familiar, estará fuertemente influido por la cultura

familiar.

La delegación de la tarea de desarrollar el amplio mundo del lenguaje, en el contexto

escolar es una utopía, sin duda las conversaciones de mayor significación emocional se dan

en el ámbito familiar y si son en una interacción uno a uno, la profundidad emocional es

mayor.

En las conversaciones que se establecen con sus hijos, las familias entregan una forma de
ver el mundo, transmiten los valores que los sustentan, muestran los intereses que dirigen

sus acciones y modelan la forma de resolver los conflictos. En suma, a través de las

interacciones verbales los hijos heredan el capital cultural familiar.

Existe una preocupación creciente en los expertos por el limitado desarrollo de lenguaje en

los niños y los bajos niveles de compresión lectura. Los padres puede ser persuadir a

sus hijos sobre lo importante del hábito de la lectura, en esta área, la contribución que

pueden hacer las familias es decisiva.

La mayoría de los estudiantes leen poco y de mala gana, se comunican a través de las redes

sociales en un lenguaje telegráfico y distorsionado, con muchas abreviaturas y muchas faltas

de ortografía. No se trata de ser anti redes, ya que ellas vinieron para quedarse. Sin

embargo, es necesario hacer un esfuerzo para recuperar la profundidad y las sutilezas de

lenguaje que tenían las antiguas cartas. En ellas, el que escribía se adentraba en los

recovecos de los sentimientos y escogía las palabras que mejor los expresaran, y el que la
recibía debía responder acogiendo los mensajes en forma empática, profundizando en los

temas y agregando su peculiar manera de entender las situaciones.

Una generación que es adicta a la televisión, que obviamente no exige respuesta activa del

espectador y a la que no le importa si el televidente entiende o no, es evidente que no puede

desarrollar bien sus competencias lingüísticas.

Desafortunadamente las conversaciones en familia se están contagiando con esta

modalidad, que no hace una narrativa, sino que es una descripción breve, refiriéndose a

hechos irrelevantes y sin ligarlos con ideas o sentimientos que puedan ampliar la mirada y
favorecer el asumir otras perspectivas. Faltan conversaciones sobre valores, sobre libros,

sobre las implicancias de las noticias. Es necesario salir del cliché, de las conversaciones

sobre la farándula y de lo contingente. Los padres pueden de una manera amable y lúdica

introducir el uso nuevas palabras y conceptos y el conocimiento de nuevas historias.

Los niños necesitan espacios de conversación donde compartir experiencias, requieren

leer más libros y tener un diálogo participativo en el contexto familiar y escolar, para

desarrollar vínculos emocionales y un andamiaje conceptual y esa es una característica

central de una familia nutritiva.

En el período prescolar la lectura en voz alta, es decisiva para el desarrollo de los niños,

Padres que narran cuentos en voz alta a los más pequeños, van desarrollando el amor por

la lectura y su desarrollo cognitivo. En esta actividad, tan simple pero tan enriquecedora, los

niños van adquiriendo la fascinación por la lectura y, al mismo tiempo, van desarrollando el

lenguaje, la alfabetización emocional y la imaginación.


La elección de lo leído es esencial, ya que los niños no diferencian realidad de fantasía y así

su identificación con los personajes es total: se alegran, sufren y se preocupan por las

peripecias que pasan los protagonistas. Especialmente en la noche el cuento elegido debe

ser tranquilizador En la relación padres -hijos la narración fortalece los vínculos emocionales

y permanece grabado en la memoria emocional como un recuerdo entrañable. De hecho

muchos adultos se conmueven cuando se reencuentran con los libros que acompañaron su

infancia o cuando recuerdan los cuentos que sus padres les contaron.

Como plantea Fox, en su libro “Leer como por arte de Magia, "Cuando nos dedicamos a leer

en voz alta a los niños establecemos un vínculo muy estrecho con ellos, en una sociedad

secreta relacionada con los libros que hemos compartido. El fuego de la alfabetización está

creado por los destellos emocionales que vuelan cuando un niño, un libro y el adulto que lee

entran en contacto. No se consigue con el libro solo, ni con el niño solo, ni tampoco con el

adulto solo, sino mediante la relación que se establece entre los tres y que los une en una

suave armonía". Esta misma autora sostiene que antes de que un niño esté capacitado para

aprender a leer requiere haber escuchado mil cuentos en voz alta.

Ya a partir de los dos años, cuando aún no pueden seguir una historia, los niños y las niñas

disfrutan mirando las imágenes de los libros, repitiendo los sonidos que hacen las cosas y los

animales, o describiendo las actividades que realizan los personajes. A los tres años

disfrutan de pequeñas historias y de rimas, pero deben ser breves porque su margen de

atención es limitado. A los cuatro años las historias pueden ser más largas, el niño tiene un

mayor reconocimiento de emociones y su lenguaje emocional es más amplio; tiene además


marcadas preferencias por algunos libros y temas y ya se puede ir con él a bibliotecas y

librerías para que pueda escoger lo que quiere leer. A los cinco años la personalización de

los intereses continua, algunos ya reconocen letras, quieren empezar a leer y la lectura en
voz alta les favorece enormemente el aprendizaje lector.

A todas las edades los niños disfrutan con los cuentos en voz alta. A veces un hermano

mayor puede contar cuentos a los más pequeños cuando sus padres lo han hecho con él.

Tener un rincón de lectura con libros que puedan leer, o jugar a leer, es una buena medida

para favorecer el hábito de la lectura. También regalar libros y salir de compras con ellos

para que puedan ir definiendo aquello que les interesa, favorecerá una identidad en que ser

un buen lector estará incluida como una característica personal importante.

La evidencia sobre los beneficios de leer a los niños, es contundente y es sin duda uno de

los ingredientes indispensable para una parentalidad nutritiva.

ASUMIR LA PATERNIDAD

En las nuevas generaciones de padres, afortunadamente hay una conciencia creciente de la

importancia del rol que ellos en la educación de los hijos, especialmente en aquellos que

han tenido más posibilidades de acceso a la educación. Los padres nutritivos none

solamente se involucran más como una obligación sino que se disfrutan la relación, con

evidentes beneficios para el desarrollo de la personalidad de sus hijos y para una mejor

convivencia familiar, derivada de una distribución más justa de las tareas.

Pocas variables que aporten más al bienestar emocional de una familia que la presencia de

un padre comprometido con la educación y la crianza de sus hijos. Compromiso que se


refleja en la capacidad de escuchar y hacerse cargo de las necesidades de los niños y

compartir con la mamá las labores de cuidado y educativas que son imprescindibles durante

la infancia y la adolescencia.

Contar con la compañía y el apoyo de la figura del padre, entrega seguridad a los niños y les

entrega recursos para enfrentar la vida con una base más sólida. A los hijos varones les

facilita el aprendizaje del rol del género masculino y la identificación sexual.

Los recuerdos de infancia se archivan en la memoria autobiográfica y juegan un rol decisivo

en la formación de la identidad personal y entre ellos los que se relacionan con las

experiencias emocionales con el padre son de la mayor significación emocional.

Bienestar emocional y rendimiento escolar.

El aprendizaje de los niños depende de múltiples factores, pero el bienestar emocional es

decisivo para facilitar el proceso. Cuando los niños aprenden fácilmente aumenta su

bienestar emocional y sienten satisfacción. Por el contrario, las dificultades generan en los

niños emociones perturbadoras y alteraciones del ánimo que van provocando un círculo

vicioso de sentimientos de incompetencia y rechazo.

Los niños están biológicamente programados para aprender y para establecer vínculos

afectivos con las personas que participan en su cuidado y en la medida que les entregan

protección y afecto se constituyen en figuras de apego que los contienen, los orientan y los

estimulan intelectual y afectivamente. Si no cuentan con estos guías protectores tendrán


problemas para establecer vínculos, su enfrentamiento con los obstáculos se caracterizará

por falta de autoregulación y primará una actitud ansiosa ante la realidad y el aprendizaje.

Para que los niños estén motivados a aprender requieren que los adultos que los acompañan

en el proceso estén disponibles para enseñarles tomando en cuenta sus emociones. A

veces la premura porque los niños aprendan, suele convertirse en obsesión por los

contenidos, no se presta la suficiente atención a la significativa experiencia emocional del

proceso de aprender. Los adultos, en el afán de que tengan un buen rendimiento, pueden

ejercer una presión tal que, paradójicamente, inhiben en el niño o la niña el interés por

aprender, transformando lo que debiera ser una experiencia emocional positiva en una

situación tensa y con frecuencia frustrante que los desmotiva y genera sentimientos de

incompetencia y rechazo.

GENES O AMBIENTE

¿Qué tiene más peso en el desarrollo de un niño, la genética o la crianza? Es una pregunta

frecuente en los padres y en el ámbito científico. Para clarificar su respuesta, John Medina,

profesor de la Universidad de Washington, en su libro, "Los principios del cerebro en los

niños" (citado en Milicic en prensa), cuenta la anécdota de una niña que en una feria de

ciencias había plantado dos semillas con idéntico ADN; una en un suelo pobre y otra, en un

suelo rico en nutrientes. Como es de suponer, la planta que creció en buen suelo era

espléndida, en tanto, la que otra, había tenido un desarrollo pobre. Esta metáfora de la

semilla y el suelo, según el autor, señala que, por cierto, hay un factor genético, pero que el

ambiente influye en el comportamiento de los niños más de lo que imaginamos.


La toma de conciencia del rol que los vínculos con sus padres tendrán en el desarrollo de la

identidad de un niño, y como es la familia quien entrega las raíces y los nutrientes para el

crecimiento de los hijos, juega un rol decisivo en cómo los padres y madres los educan.

Cuando este darse cuenta del impacto que tiene lo que se hace y lo que no se hace, se
produce necesariamente una actitud activa de hacerse cargo con gran compromiso
emocional de la responsabilidad que les compete como padres. Mayoritariamente esta toma

de conciencia se da con más fuerza en las mujeres, por lo que se resta muchas veces la

presencia activa del padre en la socialización de los hijos.

El desarrollo del niño al momento de nacer no le permite la supervivencia y, por lo tanto,

necesita de sus padres para sobrevivir cada día. El cerebro de los niños es de una

inmadurez tal que para crecer requiere del cuidado de los otros, no sólo para tener una

buena calidad de vida sino también para subsistir.

Que la calidad de la estimulación que un niño recibe es determinante para su desarrollo

cognitivo y afectivo es una afirmación que cuenta con suficiente evidencia científica.

Actualmente, la neurociencia ha venido a confirmar lo trascendente que es la infancia en la

arquitectura cerebral de los niños, el contar con un entorno nutritivo que centre los esfuerzos

educativos, más en la competencia que en los déficit y que considere las particularidades de

cada niño para crearle un nicho ecológico en que pueda lograr su mayor desarrollo.

REFERENCIAS
•Berger, C., Alcalay, L., Torretti, A. y Milicic, N.(2011). Socio-emotional Well-Being and

Academic Achievement: Evidence from a Multilevel Approach. Psicologia: Reflexão e

Crítica, 24 (2), 1-8.

•Berger, C., Milicic, N., Alcalay, L., y Torretti, A. (2009). Apego escolar: Desarrollo

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Prensa.

•Fernández-Abascal, E. (2009). Emociones positivas. Ediciones Pirámide, Madrid.

•Fox, M (2003), Leer como Arte de Magia, España Ed. Paidos.

•Jiménez, M. y López-Zafra, E. (2009). Inteligencia emocional y rendimiento escolar:

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•Milicic, N y López de Lérida, (a) (2003). Quién dijo que era fácil ser padres (b), México –

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•Milicic, N (en prensa)la Familia y la construcción de la Identidad – Ed Aguilar.

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