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Matanza de Cholula

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Matanza de Cholula

Conquista de México

La matanza de Cholula, Félix Parra

Fecha 18 de octubre de 1519

Lugar Cholula (México)

Resultado Victoria española

Beligerantes

Cholultecas
Imperio español

Cuatro Señoríos de
Tlaxcala,
Totonacas

Comandantes

Tlaquiach y Tlalchiac Hernán Cortés

Fuerzas en combate

~ ~400 españoles, 400


totonacas, 3 000 tlaxcaltecas
Bajas

~5 000 a 6 000 ~

[editar datos en Wikidata]

La matanza de Cholula fue un ataque realizado por las fuerzas militares del conquistador
español Hernán Cortés en su trayectoria a la ciudad de México-Tenochtitlan en 1519. De
acuerdo con los cronistas y con el propio Hernán Cortés, se trató de una acción preventiva y
en represalia a la sospecha de una emboscada dentro de la ciudad de Cholula donde habían
sido recibidos. El resultado fue la muerte de 5000 o 6000 cholultecas, en su mayoría civiles
desarmados en un período no mayor a seis horas [cita requerida]. Los cholultecas habían sido fieles
tributarios de los mexicas, después de la acción militar y el apoyo de otras ciudades-estado
del Valle de México a las fuerzas españolas, se volvieron aliados de los conquistadores
españoles.

Índice

 1Antecedentes
 2Llegada a Cholula
 3Teoría de la emboscada
 4Desarrollo de la matanza
 5Controversia
 6Referencias
 7Véase también

Antecedentes[editar]
Después de haberse entrevistado con los calpixques del huey tlatoani Moctezuma
Xocoyotzin en San Juan de Ulúa, Cortés decidió marchar hacia la ciudad de México-
Tenochtitlan a pesar de los intentos de disuasión de los mexicas. En poco tiempo el
conquistador se percató que los pueblos sometidos por los mexicas y sus enemigos podrían
ser grandes aliados para emprender la conquista de México. De tal forma que pronto pactó
con los totonacas de Cempoala que eran tributarios sometidos y emprendió su marcha a la
capital mexica, en la trayectoria se enfrentó brevemente a los tlaxcaltecas, que eran acérrimos
enemigos de los mexicas, después de algunos combates logró convencerlos para formar una
alianza y de esta manera vencer al estado mexica.
Estando aún reunidos Cortés y los gobernantes de Tlaxcala, llegaron mensajeros de
Moctezuma con grandes regalos de oro y bellas mantas ornamentadas con finos plumajes
para convencer a los españoles de desplazarse a Cholula, ciudad tributaria de los mexicas
donde podrían ser hospedados bajo la protección del huey tlatoani, la intención velada de
Moctezuma era evitar a toda costa la posible alianza de españoles y tlaxcaltecas. Fue
demasiado tarde, Cortés ya había pactado firmemente con los gobernantes
tlaxcaltecas Xicohténcatl Huehue (el viejo), Maxixcatzin, Citlalpopocatzin, Hueyolotzin y
algunos otros que incluso habían sido bautizados a la fe cristiana, y habían regalado mujeres
a los españoles como símbolo de amistad.
Los tlaxcaltecas que eran enemigos de cholultecas y mexicas, enviaron a un embajador de
paz llamado Patlahuatzin que tenía como misión entrevistarse con los jefes cholultecas y
pedirles que enviaran a su vez, embajadores para reunirse a dialogar con Cortés.
Normalmente este tipo de embajadores eran honrados y respetados, pero en esa ocasión los
cholultecas desollaron el rostro de Patlahuatzin y sus manos hasta los codos, como una
respuesta negativa a la petición. Indignados los tlaxcaltecas pidieron venganza a Cortés. No
obstante, ante la insistente petición de los mensajeros de Moctezuma, Cortés decidió aceptar
la invitación y emprendió camino hacia Cholula, a pesar del disgusto y advertencias de los
tlaxcaltecas quienes desconfiaban de un engaño por parte de los mexicas y de los cholultecas
quienes eran fieles tributarios de Moctezuma.
Pedro de Alvarado y Bernardino Vázquez de Tapia habían sido designados en una misión de
avanzada hacia Tenochtitlan para reconocer el terreno e investigar la mejor ruta a la ciudad,
ambos se reunieron con Cortés en Cholula, quién finalmente había avanzado con el resto de
la tropa, aliados tlaxcaltecas y aliados totonacas.

Llegada a Cholula[editar]
Una pequeña comitiva cholulteca salió a recibir a las fuerzas de Cortés, entre ellos el
tlaquiach y el tlachiac (nombres con los que se designaban a los principales gobernantes cuyo
significado es el mayor de lo alto del suelo y el mayor de lo bajo del suelo). Después de
presentar los acostumbrados regalos, se excusaron con Cortés por no haber asistido a
Tlaxcala, debido a la rivalidad existente con dicho pueblo, por lo misma razón dieron la
bienvenida a los españoles y totonacas, pero pidieron que los tlaxcaltecas no entraran a la
ciudad.
Cortés actuó de forma política y comprendiendo la petición de los cholultecas, ordenó a los
tlaxcaltecas acampar fuera de la ciudad, solamente los españoles, totonacas y unos
pocos tamemes tlaxcaltecas entraron a Cholula ante la mirada de expectación de sus
habitantes. Cortés describió el sitio como una bellísima gran ciudad--similar a Venecia--con
más de 20000 casas, y 365 templos en su segunda carta de relación dirigida a Carlos I de
España. (De aquí la leyenda que se relata hoy respecto a 365 iglesias en la ciudad).

Teoría de la emboscada[editar]
De acuerdo a la crónica de Díaz del Castillo, Moctezuma había enviado un escuadrón de
20000 guerreros mexicas a las proximidades de la ciudad para realizar una emboscada. La
ciudad de Cholula era devota del dios Quetzalcóatl y se suponía que los cholultecas tomarían
por sorpresa a una veintena de españoles para sacrificarlos en el teocalli o templo
previamente, de acuerdo a los rituales de guerra. Estos planes fueron revelados
indiscretamente por una mujer anciana a Malintzin de quien pretendía ser su suegra, Malintzin
informó inmediatamente a Cortés la situación.
Durante dos días los cholultecas se mostraron hospitalarios con los españoles a quienes
además de hospedaje proveyeron de alimentación, pero al tercer día, los jefes cholultecas
parecían rehuir el contacto con los europeos. Por otra parte, los totonacas avisaron a Cortés
que habían detectado hoyos disimulados en las calles de la ciudad que pretendían servir de
trampa a los caballos, y que se habían percatado del sacrificio de algunos niños a los dioses
de la guerra, lo cual era un ritual acostumbrado que siempre precedía inequívocamente el
inicio de las acciones bélicas.
Cortés alertó a sus hombres, y pidió el apoyo de 3000 tlaxcaltecas, por la noche deliberó la
posibilidad de escapar a Huejotzingo, volver a Tlaxcala o iniciar una acción preventiva de
ataque para tomar de sorpresa a los cholultecas; decidió por la última opción.

Desarrollo de la matanza[editar]
Porción restaurada de la antigua Pirámide de Quetzalcóatl

A la mañana siguiente, Cortés le dijo a los gobernantes y sacerdotes Cholultecas que estaba
enterado del complot y los puso bajo arresto, después se disparó un tiro de escopeta al aire, lo
cual fue la señal para el inicio de las hostilidades. Los españoles con arcabuces (antecesor del
mosquete, más pesado y de recarga extremadamente lenta), ballestas y sus espadas tomaron
desprevenidos a los Cholultecas, los aliados Tlaxcaltecas y totonacas (unos 3000)
arremetieron con una furia, matando a sus huespedes por miles (incluyendo a mujeres,
ancianos y niños) y tomando centenares de cautivos así como sal y algodón. El plan resultó en
la muerte de entre 5000 y 6000 cholultecas, un gran porcentaje de ellos civiles desarmados.
Los Cholultecas aún hablan de ríos de sangre que corrían por la ciudad sagrada luego de la
matanza.(Véase Bernal Díaz del Castillo).
Los sobrevivientes pidieron clemencia a Cortés, explicando que cumplían órdenes de los
Mexicas. De esta forma las hostilidades cesaron, Cortés se reunió con los dirigentes que
habían sobrevivido y pactó con ellos, les pidió dejar de realizar sacrificios humanos y actos de
canibalismo, así como dejar su religión para convertirlos al cristianismo, comenzando así la
subyugación de los naturales. Al principio rehusaron la idea de destruir a sus ídolos, pero
finalmente se convirtieron en aliados de los españoles. Los prisioneros capturados por los
Tlaxcaltecas fueron puestos en libertad. Cinco días más tarde, la ciudad regresó a su actividad
normal como si nada hubiera sucedido. Los 20000 guerreros mexicas nunca asistieron al
lugar, ni tuvieron contacto con los españoles durante el resto de la trayectoria hacia
Tenochtitlan. Los cholultecas que pactaron con Cortés recibieron tierras y mandos, y la
población quedó dividida entre los mandos de San Pedro y San Andrés Cholula, que eran
poblaciones con pleitos ancestrales.
Cortés pudo actuar de forma contundente gracias a sus aliados Tlaxcaltecas y Totonacas, los
cuales suponían el grueso de sus tropas, ya que apenas contaba con unas decenas de
soldados españoles. Cortes justificó la acción ante los embajadores de Moctezuma, debido al
cambio de bando de los Cholultecas, a quienes acusó de traidores contra los que tuvo que
tomar represalias, al descubrir la emboscada pretendida. Desde Tenochtitlan, Moctezuma
siguió enviando mensajeros con valiosos regalos de oro con la intención de disuadir el avance
de los españoles, lo cual solo fue un aliciente para despertar la ambición en ellos. Después de
un total de catorce días de estancia en Cholula, el contingente español continuó su marcha
hacia México-Tenochtitlan.

Controversia[editar]
Matanza de Cholula por conquistadores españoles en 1519. Descrita por sus aliados tlaxcaltecas.
Reproducción de 1773 del original de 1581 del Lienzo de Tlaxcala.

Años más tarde esta acción militar fue severamente criticada como innecesaria e injustificada
por parte de fray Bartolomé de las Casas y fray Toribio de Benavente. Las crónicas más
cercanas a los hechos nos han llegado de la siguiente manera:
Y así por esto como por las señales que para ello veía, acordé de prevenir antes de ser prevenido, e
hice llamar a algunos de los señores de la ciudad diciendo que les quería hablar, y metilos en una sala,
y en tanto hice que la gente de los nuestros estuviese apercibida, y que en soltando una escopeta
diesen en mucha cantidad de indios que había junto al aposento y muchos dentro en él. Así se hizo, que
después que tuve los señores dentro en aquella sala, déjelos atando, y cabalgué, e hice soltar la
escopeta y démosles tal mano, que en pocas horas murieron más de tres mil hombres. Y porque
nuestra majestad vea cuan apercibidos estaban, antes que yo saliese de nuestro aposento tenían todas
las calles tomadas y toda la gente a punto, aunque como los tomamos de sobresalto fueron buenos en
desbaratar, mayormente que les faltaban los caudillos porque los tenía presos e hice poner fuego a
algunas torres y casas fuertes donde se defendían y nos ofendían, y así anduve por la ciudad peleando,
dejando buen recaudo el aposento, que era muy fuerte, bien cinco horas, hastíe que eché toda la gente
fuera de la ciudad por muchas partes de ella, porque me ayudaban bien cinco mil indios de Tascaltecatl
y otros cuatrocientos de Cempoal. Vuelto al aposento, hablé con aquellos señores que tenía presos y
les pregunté qué era la causa que me querían matar a traición, y ellos me respondieron que no tenían
culpa porque los de Culúa que son los vasallos de Mutezuma, los habían puesto en ello, y que el dicho
Mutezuma tenía allí en tal parte, que, según después pareció, seria legua y media, cincuenta mil
hombres en guarnición para lo caer, pero que ya conocían cómo habían sido engañados, que soltase
uno o dos de ellos y que harían recoger la gente de la ciudad y tornar a ella todas las mujeres y niños y
ropa que tenían fuera, y que me rogaban que aquel yerro les perdonase, que ellos me certificaban que
de allí adelante nadie les engañaría y serían muy ciertos y leales vasallos de vuestra alteza y mis
amigos. Después de les haber hablado muchas cosas acerca de su yerro, solté dos de ellos, y otro día
siguiente estaba toda la ciudad poblada llena de mujeres y niños muy seguros, como si cosa alguna de
lo pasado no hubiera acaecido
1520, Hernán Cortés

Mandó matar a algunos de aquellos capitanes, y los demás los dejó atados. Hizo disparar la escopeta,
que era la señal, y arremetieron con gran ímpetu y enojo todos los españoles y sus amigos a los del
pueblo. Hicieron conforme al apuro en que estaban, y en dos horas mataron más de seis mil. Mandó
Cortés que no matasen niños ni mujeres. Pelearon cinco horas, porque, como los del pueblo estaban
armados y las calles con barreras, tuvieron defensa. Quemaron todas las casas y torres que hacían
resistencia. Echaron fuera toda la vecindad; quedaron teñidos en sangre. No pisaban más que cuerpos
muertos. Se subieron a la torre mayor, que tiene ciento veinte gradas, hasta veinte caballeros, con
muchos sacerdotes del mismo templo; los cuales con flechas y cantos hicieron mucho daño. Fueron
requeridos, pero no se rindieron, y así, se quemaron con el fuego que les prendieron, quejándose de sus
dioses cuán mal lo hacían en no ayudarlos ni defendiendo su ciudad y santuario. Se saqueó la ciudad.
Los nuestros tomaron el despojo de oro, plata y pluma, y los indios amigos mucha ropa y sal, que era lo
que más deseaban, y destruyeron cuanto les fue posible, hasta que Cortés mandó que cesasen.
Aquellos capitanes que estaban presos, viendo la destrucción y matanza de su ciudad, vecinos y
parientes, rogaron con muchas lágrimas a Cortés que soltase a alguno de ellos, para ver qué habían
hecho sus dioses de la gente menuda; y que perdonase a los que quedaban vivos, para volverse a sus
casas, pues no tenían tanta culpa de su daño como Moctezuma, que los sobornó.
1552, López de Gómara

Y fue acordado que, blanda y amorosamente, enviásemos a decir al gran Montezuma que para cumplir
a lo que nuestro rey e señor nos envió a estas partes, e hemos pasado muchos mares e remotas tierras
solamente para le ver e decille cosas que le serán muy provechosas desque las haya ententido. Que
viniendo que veníamos camino de su cibdad, porque sus embajadores nos encaminaron por Chulula,
que dijeron que eran sus vasallos, e que dos días, los primeros que en ella entramos, nos recibieron
muy bien, e para otro día tenían ordenada una traición con pensamiento de nos matar.[...]Entonces les
dijo Cortés que tales traiciones como aquellas que mandan las leyes reales que no queden sin castigo, e
que por su delito que han de morir. E luego mandó soltar una escopeta, que era la señal que teníamos
apercebida para aquel efeto, y se les dio una mano que se les acordará para siempre, porque matamos
muchos dellos, que no les aprovechó las promesas de sus falsos ídolos. Y no tardaron dos horas
cuando llegaron allí nuestros amigos los tascaltecas que dejamos en el campo, como ya he dicho otra
vez, y pelean muy fuertemente en las calles, donde los chulultecas tenían otras capitanías
defendiéndolas, porque no les entrásemos, y de presto fueron desbaratadas. Iban por la cibdad robando
y cativando, que no les podíamos detener. Y otro día vinieron otras capitanías de las poblazones de
Tascala y les hacen grandes daños, porque estaban muy mal con los de Cholula. Y desque aquello
vimos, ansí Cortés y los demás capitanes y soldados, por mancilla que hubimos dellos, detuvimos a los
tascaltecas, que no hiciesen más mal. Y Cortés mandó a Cristóbal de Olí que le trujese todos los
capitanes de Tascala para les hablar, y no tardaron de venir, y les mandó que recogiesen toda su gente
y que se estuviesen en el campo, y ansí lo hicieron, que no quedaron con nosotros sino los de Cempoal.
Y en aqueste instante vinieron ciertos caciques y papas chulultecas que eran de otros barrios, que no se
hallaron en las traiciones, según ellos decían (que como es gran cibdad, era bando y parcialidad por sí),
y rogaron a Cortés y a todos nosotros que perdonásemos el enojo de las traiciones que nos tenían
ordenado, pues los traidores habían pagado con las vidas. Y luego vinieron los dos papas amigos
nuestros que nos descubrieron el secreto y la vieja mujer del capitán que quería ser suegra de doña
Marina, como ya he dicho otra vez, y todos rogaron a Cortés fuesen perdonados. Y Cortés, cuando se lo
decían, mostró tener gran enojo y mandó llamar a los embajadores de Montezuma, que estaban
detenidos en nuestra compañía, y dijo que puesto que toda aquella cibdad merecía ser asolada, que,
teniendo respeto a su señor Montezuma, cuyos vasallos son, los perdona, e que de ahí en adelante que
sean buenos y no les acontezca otra como la pasada, que morirán por ello. E luego mandó llamar los
caciques de Tascala que estaban en el campo e les dijo que volviesen los hombres y mujeres que
habían cautivado, que bastaban los males que habían hecho. E puesto que se les hacía de mal
devolvellos e decían que de muchos más daños eran merecedores por las traiciones que siempre de
aquella cibdad han rescibido, y que, por mandallo Cortés, volvieron muchas personas; mas ellos
quedaron desta vez ricos, ansí de oro e mantas e algodón e sal e esclavos.
Y demás desto, Cortés los hizo amigos con los de Cholula, que, a lo que yo después vi e entendí, jamás
quebraron las amistades. E más les mandó a todos los papas e caciques cholutecas: que poblasen su
cibdad e que hiciesen tianguez y mercado, y que no hobiesen temor, que no se les haría enojo ninguno.
Respondieron que dentro en cinco días harían poblar toda la cibdad, porque en aquella sazón todos los
más vecinos estaban remontados, e dijeron que tenían nescesidad que Cortés les nombrase cacique,
porque el que solían mandar que fue uno de los que murieron en el patio.[...]Ya creo que estarán hastos
los curiosos letores de oír esta relación de Cholula; ya quisiera habelal acabado de escrebir, y no puedo
dejar de traer aquí a la memoria las redes de maderos gruesas que en ella hallamos, que estaban llenas
de indios y muchachos a cebo, para sacrificar y comer sus carnes, las cuales redes quebramos, y los
indios que en ellas estaban presos les mandó Cortés que se fuesen a donde eran naturales, y con
amenazas mandó a los caciques y capitanes y papas de aquella cibdad que no tuviesen más indios de
aquella manera ni comiesen carne humana, y ansí lo prometieron; mas ¡qué aprovechaba aquellos
prometimientos, que no lo cumplían!
Pasemos ya adelante y digamos que aquéstas fueron las grandes crueldades que escribe y nunca
acaba de decir el obispo de Chiapa, fray Bartolomé de las Casas, porque afirma que sin causa ninguna,
sino por nuestro pasatiempo y porque se nos antojó, se hizo aquel castigo, y aun dícelo de arte en su
libro a quien no lo vio ni lo sabe, que les hará creer que es ansí aquello e otras crueldades que escribe,
siendo todo al revés, e no pasó como lo escribe. Miren los religiosos de la orden de señor Santo
Domingo lo que leen en lo que ha escrito, y hallarán ser muy contrario lo uno de lo otro. Y también
quiero decir que unos buenos religiosos franciscos, que fueron los primeros frailes que Su Majestad
envió a esta Nueva España después de ganado México, según adelante diré, fueron a Cholula para
saber e inquirir cómo y de qué manera pasó aquel castigo y porqué causa, e la pesquisa que hiciron fue
con los mesmos papas e viejos de aquella cibdad; y después de bien informados dellos mismo, hallaron
ser ni más ni menos que en esta mi relación escribo, y no como lo dice el obispo. Y si por ventura no se
hiciera aquel castigo, nuestras vidas estaban en mucho peligro, según los escuadrones y capitanías que
tenían de guerreros mexicanos y de Cholula, e albarradas e pertrechos.
1568, Bernal Díaz del Castillo, Soldado de Cortés que participó directamente en la campaña, extraido de
su "Historia verdadera de la Conquista de la Nueva España"

..Pero los de Tlaxcala ha tiempo están de guerra, ven con enojo, ven con mala alma, están a disgusto,
se les arde el alma contra los de Cholula. Ésta fue la razón de que le dieran hablillas (al conquistador)
para que acabaran con ellos.
Le dijeron: Es un gran perverso nuestro enemigo el de Cholula. Tan valiente como el mexicano. Es
amigo del mexicano. Pues cuando esto oyeron los españoles, luego se fueron a Cholula. Los fueron
llevando los de Tlaxcala, y los de Cempoala. Estaban todos en son de guerra. Cuando se hubo llegado,
se dieron gritos, se hizo pregón: Han de venir todos los nobles, los señores, los capitanes, los guías y
también los hombres del pueblo. Hubo reunión en el atrio del dios.
Pues cuando todos se hubieron reunido, luego se cerraron las entradas por todos los sitios donde había
entrada. En el momento hay acuchillamiento, hay muertes, hay golpes, ¡Nada en su corazón tenían los
de Cholula!. No con espadas, no con escudos hicieron frente a los españoles. No más con perfidia
fueron muertos, no más como ciegos murieron, no más sin saberlo murieron. No fue más con insidias,
se les echaron encima los de Tlaxcala.
1569, Versión náhuatl de Bernardino de Sahagún

La primera entrada que se hizo fue por la parte de Cholula, donde gobernaban *y reinaban* dos Señores
que se llamaban Tlaquiach y Ttalchiac, que siempre los que en este mando sucedían eran llamados de
este nombre, que quiere decir el mayor de lo alto y el mayor de lo bajo del suelo. Entrados pues por la
provincia de Cholula, en muy breve tiempo fue destruida por muy grandes ocasiones que para ello
dieron y causaron los naturales de aquella ciudad, la cual destruida y muerta en esta entrada gran
muchedumbre de Cholultecas, corrió la fama por toda la tierra hasta México, donde puso horrible
espanto, y más en ver y entender que los Tlaxcaltecas se habían confederado con los dioses, que así
generalmente eran llamados los nuestros en toda la tierra de este Nuevo Mundo, sin poderles dar otro
nombre. Tenían tanta confianza los Cholultecas en su ídolo Quetzalcohuatl, que entendieron que no
había poder humano que los pudiese conquistar ni ofender, antes acabar a los nuestros en breve
tiempo, lo uno porque eran pocos, y lo otro porque los Tlaxcaltecas los habían traído allí por engaño a
que ellos los acabaran, pues confiaban tanto en su ídolo, que creían que con rayo y fuego *del cielo* los
habían de consumir y acabar y anegar con aguas:.(sic)..Estas y otras cosas semejantes decían, porque
tenían entendido que en efecto se habían de abrasar con rayos de fuego que del cielo habían de caer
sobre ellos, y que de los mismos templos de sus ídolos habían de salir y manar ríos caudalosos de agua
para los anegar, así a los de Tlaxcala como a los nuestros, que no poco temor y espanto causaba a los
amigos Tlaxcaltecas creyendo que sucediese así como decían los Cholultecas. Decían, especialmente
los pregoneros del templo de Quetzalcohuatl, todo esto que así lo publicaban; mas visto por nuestros
Tlaxcaltecas que nuestros españoles apellidaban a Santiago, y comenzaban a quemar los españoles los
templos de los ídolos y a derribarlos por los suelos, profanándolos con gran determinación, y como no
veían que hacían nada, ni caían rayos, ni salían ríos de agua, entendieron la burlería y cayeron en la
cuenta de cómo era todo falsedad y mentira, tornaron así cobrando tanto ánimo, que como dejamos
referido, hubo en esta ciudad tan gran matanza y estrago, que no se puede imaginar; de donde nuestros
amigos quedaron muy enterados del valor de nuestros españoles, y desde allí en adelante no estimaban
acometer mayores cosas, todo guiado por orden divina, que era Nuestro Señor servido que esta tierra
se ganase y rescatase y saliese del poder del demonio
1585, Diego Muñoz Camargo

Referencias[editar]
 Cortés, Hernán (1520) Segunda carta de relación, texto en
línea arteHistoria Junta de Castilla y León
 Muñoz Camargo, Diego; Historia de Tlaxcala cap. IV y V texto
en Cervantes Virtual
 López de Gómara, Francisco (1552) Historia de la conquista
de México cap. LX "El castigo que se hizo en los de Chololla
por su traición" texto en línea en arteHistoria Junta de Castilla
y León
 Díaz del Castillo, Bernal (1568) Historia verdadera de la
conquista de la Nueva España tomo I cap. LXXXI-LXXXIII pp-
277-295 texto en línea en Cervantes Virtual
 Sahagún, Bernardino de (2006) Historia general de las cosas
de la Nueva España libro doceno cap. XI De como los
españoles llegaron a Tlaxcala, que entonces se llamaba
Tlexcalla pp.710; versión náhuatl libro XII cap. XI Allí dice
cómo los españoles llegaron allá a Tlaxcala: La que se llama
Texcala pp.747-748 ISBN 970-07-6492-3

Véase también[editar]
 Cuauhpopoca
 Moctezuma Xocoyotzin
 Hernán Cortés
 Conquista de México

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