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Cuando la enfermedad deja de ser un problema para los mexicas, los españoles
reaparecen en Tlacopan y atacan Tenochtitlan. Los mexicas se defienden
exitosamente de los primeros ataques realizados por tierra, pero luego, valiéndose
de dos bergantines, los españoles derriban los muros defensivos de los
tenochcas. Los mexicas se ven obligados a replegarse y es así como los
españoles logran desembarcar. Luego destruyen la Puerta del Águila a cañonazos
y se introducen en Tenochtitlan. Sin embargo, los mexicas contraatacan con
arqueros y los españoles se repliegan hasta Acachinanco, lugar en el que se
reorganizan. Mientras tanto, los mexicas se repliegan a Tlatelolco, la ciudad al
norte de Tenochtitlan. Allí, sufren un ataque de Alvarado, del que se defiendan
exitosamente.
Al final de este capítulo, se destaca la valía de grandes guerreros mexicas, como
el valiente Tzilacatzin, un guerrero imponente que amedrenta a los españoles, y se
vale de múltiples disfraces para no ser reconocido por sus enemigos. También se
menciona a tres capitanes muy osados, que no retroceden ante el ataque español
durante los combates en Nonohualco: Tzoyectzin, Temoctzin y Tzilacatzin. La
bravura de estos guerreros logra que los españoles, agotados por sus infructuosos
intentos por romper las filas de los mexicas, deban retroceder para recobrar
fuerzas.
Capítulo 12
Tenochtitlan es asediada por los españoles y sufre reiteradas embestidas. Las
primeras son repelidas con éxito por los mexicas, quienes incluso llegan a capturar
algunos enemigos y sacrificarlos a la vista de sus congéneres. Sin embargo, al
estar la ciudad sitiada, el pueblo mexica empieza a padecer hambre. Con los
guerreros tenochcas debilitados, los españoles se introducen en Tlatelolco.
El emperador Cuauhtémoc asigna a uno de sus capitanes, Opochtzin, para que
vista las insignias del rey Ahuízotl, que convierten a su portador en el Tecolote de
Quetzal, y lo vuelven invencible. Así, el Tecolote de Quetzal sale a enfrentar a los
españoles y les genera tal terror que logra hacerlos replegarse. De esta forma,
ambas facciones cesan los ataques y quedan en estado de alerta, esperando a
que los combates se reanuden.
Capítulo 13
Según el primer texto, una gran llama de fuego, considerada por los mexicas como
el último presagio antes de la rendición, aparece en Tenochtitlan. Al poco tiempo,
el nuevo emperador Cuauhtémoc, sucesor de Cuitláhuac, decide rendirse y se
entrega a los españoles. Luego de ser encarcelado, los españoles inician otra gran
matanza de mexicas, que genera huidas masivas de Tenochtitlan hacia todas
direcciones. Los españoles persiguen a quienes se escapan, esclavizan a los
hombres fuertes y raptan a las mujeres para abusar de ellas. Además, saquean
cada rincón de la ciudad. Por su parte, Cortés interroga al emperador sobre el
paradero de las barras de oro que se habían robado del tesoro de Motecuhzoma,
pero perdieron en el transcurso de la “Noche Triste”.
El segundo texto, de Alva Ixtlilxóchitl, describe la crueldad de los pueblos
indígenas aliados con Cortés y la forma en que sacian su venganza contra los
mexicas. En esta versión, Cuauhtémoc se rinde cuando le hace frente a una
embarcación de españoles que lo persigue. El capitán de ese barco español es
García de Olguín, y una vez que apresa al emperador lo lleva frente a Cortés,
quien le demanda que ordene la rendición de su ejército. Cuauhtémoc obedece y
luego le pide a Cortés que lo ejecute. A modo de conclusión, se informa que la
guerra dura ochenta días y que casi la totalidad de la nobleza mexicana es
exterminada a lo largo del conflicto.
Finalmente, según la tercera fuente, Cortés encarcela e interroga a las pocas
figuras de autoridad mexicas que quedan con vida —Cuauhtémoc, Tlacotzin,
Oquiztzin, Panitzin y Motelhuihtzin— con el objetivo de localizar las barras de oro
desaparecidas.
Capítulo 14
Los mexicas avistan la llegada de los españoles y, como los toman por dioses, los
reciben con ofrendas. Así se presenta el primer problema: las ofrendas incluyen un
sacrificio humano y esto desagrada a los visitantes, que lo consideran de mal
gusto.
Tiempo después, los españoles llegan a Tenochtitlan, pero su capitán, Cortés,
debe retirarse y Pedro de Alvarado, apodado “El Sol” por su cabellera rubia, ocupa
su lugar. Durante la ausencia de Cortés, los mexicas realizan la fiesta de Tóxcatl, y
Alvarado aprovecha para ordenar a su ejército un ataque a traición que acaba con
la vida de los mexicas que celebran en el Templo Mayor.
Cuando Cortés vuelve, los mexicas lo dejan entrar y reunirse con sus soldados,
pero en la noche inician un ataque que da comienzo a la guerra y obliga a los
españoles a huir, acontecimiento que luego es conocido como la “Noche Triste”.
Los españoles se resguardan en Tlaxcala, mientras en Tenochtitlan aparece una
plaga que se lleva la vida de muchos. Cuando la plaga concluye, los españoles
vuelven al ataque, asedian Tenochtitlan y emprenden una serie de complejas
batallas para tomar la ciudad. Durante el combate, los tenochcas entran en un
estado de caos interno que deriva en guerras civiles.
Después de muchos días de combate, sucede el asedio final. Los españoles
atacan por tierra y por agua, con cañones y catapultas. La gente se reúne al norte
de Tenochtitlán, en Tlatelolco, y resiste allí hasta que la situación se vuelve
insostenible. El capitán Itzpalanqui, junto a otros representantes de Talpala y
Cuexacaltzin, pactan para traicionar a los tenochcas.
Con las nuevas incorporaciones en sus filas, los españoles se vuelven implacables
y toman cada vez más pueblos. Cortés le recomienda al rey Cuauhtémoc, a través
de un mensajero, que se rinda. Pero el rey consulta a los agoreros, quienes le
dicen que la voluntad del dios de la guerra, Huitzilopochtli, es mantener la lucha
por cuatro días más hasta alcanzar el día ochenta de combate. Finalmente, la
derrota es aplastante, los tenochcas abandonan la ciudad, y huyen a Amaxác,
donde quedan peligrosamente desabastecidos de armas y comida. El rey
Cuauhtémoc es hecho prisionero y torturado mientras el ejército español requisa
las viviendas en busca de oro, profana templos y abusar sexualmente de las
mujeres mexicas. Los sobrevivientes se establecen en Tlatelolco, donde por fin
consiguen algo de tranquilidad, ya que los españoles dejan de atacarlos y se
enfocan en la conquista de nuevos territorios.
Capítulo 15
Este capítulo consta de la transcripción de tres icnocuícatl. Los icnocuícatl son
cantares tristes creados por los nauhuas postcortesianos en los que se narran
episodios de la Conquista. El primero de ellos se extrae de la colección Cantares
Mexicanos, y recuerda con mucha carga dramática la forma en que se perdió el
pueblo mexica. El segundo icnocuícatl se toma del manuscrito indígena de 1528 y
trata sobre la difícil situación de los sitiados durante el asedio a Tenochtitlan.
Finalmente, el último forma parte de un grupo de poemas melodramáticos creados
con el objetivo de ser representados. Este poema narra desde la llegada de los
españoles a Tenochtitlan hasta la derrota final.