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Desarrollo Histórico
Funciones
Ámbitos de Actuación
Procedimientos, Técnicas e Instrumentos
Formación
Acreditación
Introducción
El Colegio Oficial de Psicólogos en su calidad de organización, de ámbito estatal, que agrupa
institucionalmente a todos los psicólogos españoles, tiene entre sus cometidos, definidos por ley,
la obligación de ordenar el ejercicio profesional. Con el fin de cumplir con este mandato legal, el
Colegio se ha propuesto delimitar y definir los distintos perfiles de las diversas especializaciones
psicológicas profesionales.
El presente documento se enmarca dentro de esta línea de trabajo y pretende dar cuenta del
perfil profesional del psicólogo clínico y de la salud. En sus páginas, intenta recoger todos
aquellos aspectos básicos y fundamentales que conforman y distinguen el quehacer psicológico
en el ámbito de la Salud, subrayando lo propio y matizando lo común a otras profesiones o
especialidades de la psicología profesional.
Somos conscientes de la complejidad de nuestro propósito. Por un lado, nos enfrentamos a una
tarea novedosa, sin muchos referentes nacionales o internacionales. Pero, por otra parte,
tenemos entre manos una profesión que se desarrolla vertiginosamente, que alcanza, de forma
creciente, más competencias y espacios de trabajo dentro del campo de la Salud, que adquiere
un reconocimiento público e interprofesional cada vez más importante, sin que se adivinen los
límites exactos de un campo profesional en perpetuo movimiento y desarrollo.
En el campo tradicional de la salud mental, el rol de los psicólogos clínicos también ha sufrido
cambios notables en éstas últimas décadas. Desde su encasillamiento inicial como psicólogo
evaluador ha tomado cada vez un mayor protagonismo como profesional, cuyos conocimientos
le permiten dar una nueva visión y perspectiva a los padecimientos llamados "mentales". En
relación con este aspecto merece especial mención la aportación que la psicología supuso en el
cambio de los tradicionales métodos de tratamiento para los pacientes crónicos
institucionalizados, transformación en la que los psicólogos han tenido un papel destacado en
cualquier sitio dónde dicho proceso de cambio ha tenido lugar.
En nuestro país, la psicología clínica ha dado un paso cualitativo de gran importancia para la
consolidación y evolución de este campo profesional. Bajo el patrocinio del Ministerio de Sanidad
y Consumo y del Ministerio de Educación y Ciencia, y con el concurso decidido de las
instituciones nacionales y regionales con competencias en sanidad, se ha puesto en marcha
desde hace tres años, el programa de formación de Psicólogos Internos Residentes. Este
programa de formación, cuya culminación será la obtención, en un futuro cercano, del título de
especialista en Psicología Clínica, supuso la confección de un plan formativo y de unos criterios
de acreditación de unidades docentes, en los que el COP tuvo un papel destacado. Este trabajo
previo será de gran valor y condicionará, sin duda, nuestro punto de partida a la hora de situar la
posición colegial en el campo de la formación especializada.
La evolución acelerada en todos los frentes en los que hay trabajando psicólogos clínicos y de
la salud puede hacer que parezca temerario intentar apresar en unas pocas páginas toda la
riqueza y posibilidades del trabajo y de desarrollo profesional. Posiblemente podríamos estar de
acuerdo con esta opinión si el propósito del Colegio fuera establecer una declaración definitiva
de lo que entendemos como psicología clínica y de la salud. Sin embargo, nuestra intención es
levantar acta de aquello que hacemos sin coartar lo que podamos hacer, siendo conscientes de
que observamos el fotograma de una película que se encuentra en plena proyección.
Este documento ha sido fruto del trabajo de un año en el que han participado una Comisión de
expertos y todas las organizaciones territoriales del Colegio, así como todos los Departamentos
Universitarios de las Facultades de Psicología vinculados en sus intereses más inmediatos con
la Psicología Clínica y de la Salud. A todos los psicólogos que han participado les corresponde
el mérito de hacer avanzar la psicología clínica y de la salud en nuestro país, mediante la reflexión
y las opiniones que se plasman en estas líneas, dibujando lo que somos y perfilando lo que
queremos ser. A todos ellos el COP les da su agradecimiento por colaborar en una tarea única,
por su alcance, en apoyo de la Psicología y de nuestra organización colegial.
Desarrollo Histórico
Conscientes de la dificultad que supone el tratar de condensar en un espacio tan reducido la
historia de un ámbito profesional como el que nos ocupa, pensamos que es importante conocer
al menos los hitos que han permitido a los psicólogos clínicos acercarnos al lugar que en estos
momentos ocupamos. Por tal motivo, no veáis en esta parte del documento nada más que lo que
quiere ser: un pequeño recordatorio del esfuerzo y trabajo de muchos.
La Clínica de Witmer (que marcaría el trabajo clínico por algún tiempo) tenía las siguientes
características. Los clientes eran niños (debido a los intereses particulares de su fundador), las
recomendaciones de ayuda iban precedidas por una evaluación diagnóstica, disponía de un
equipo de profesionales que trabajaban en colaboración, un interés bien señalado era la
prevención mediante diagnósticos y remedios tempranos, y, en fin, la atención clínica ofrecida
se atenía a la psicología científica. Se fueron estableciendo nuevas clínicas. La Universidad de
Pensilvania (a instancias de Witmer) ofreció en 1904-1905 cursos formales de psicología clínica.
En 1907 el propio Witmer fundaría la primera revista especializada, titulada The Psychological
Clinical. Este crecimiento de psicólogos clínicos llevó en 1917 a una escisión de la American
Psychological Association (APA), creando la American Association of Clinical Psychologists. Sin
embargo, en 1919 esta nueva asociación se reincorporó a la APA, como Sección clínica. Así
pues, la Psicología Clínica crea sus propias instituciones (revistas, asociaciones) dentro del
marco de la Psicología académica y científica representada principalmente por la Universidad y
la APA.
Según aumentaba su número y se ampliaban sus funciones, los psicólogos clínicos (junto con
otros psicólogos aplicados) se sintieron descontentos con el apoyo recibido por sus colegas de
la APA, mayormente académicos y científicos, de modo que se constituyeron en 1937 en una
organización separada, la American Association of Applied Psychology, para ocho años después
reintegrarse de nuevo en la APA.
La cuestión es que al final de la década de 1930 el campo de lo que sería la moderna Psicología
Clínica ya se había organizado con sus seis actividades principales, a saber, la evaluación, el
tratamiento, la investigación, la enseñanza, el asesoramiento, y la administración. Para entonces
los psicólogos clínicos se han extendido más allá de sus clínicas originarias a los hospitales, las
prisiones, y otros lugares, y tanto con adultos como con niños.
Las tres principales recomendaciones del informe Shakow para el entrenamiento clínico fueron
las siguientes:
1. El psicólogo clínico sería formado antes que nada como psicólogo (y por tanto como
científico) y contando con ello como profesional práctico.
2. El entrenamiento clínico sería tan riguroso como lo pueda ser la formación en áreas
no clínicas de la psicología, lo que supone el establecimiento de unos criterios estándar
de postgraduación.
Esta propuesta para la formación del psicólogo clínico, el así llamado 'modelo de Boulder' en
razón del lugar de la Conferencia que en 1949 lo asumió, fue el patrón seguido en adelante. Este
ha sido el modelo seguido, ciertamente, sin perjuicio de otros replanteamientos (con sus
conferencias programáticas también) que conciernen sobre todo a la proporción del contenido
científico y del papel investigador con que se figura al psicólogo clínico. En todo caso, este
desarrollo e implantación de la Psicología Clínica como profesión tuvo su reconocimiento legal,
así como también dispuso de su código ético.
Se habría de citar en primer lugar la figura de Francisco Giner de los Rios (1839-1915), fundador
de la Institución Libre de Enseñanza, cuyo Boletín contaba con una Sección de Psicología-
Antropología, y autor (junto con E. Soler y A. Calderón) en 1874 de unas Lecciones sumarias de
Psicología (revisadas en 1877), donde se ofrece en castellano (para la enseñanza secundaria)
una actualización de la psicología de la época. En esta línea de implantación académico científica
se ha de situar la primera Cátedra de Psicología Experimental, dotada por la Universidad
Complutense de Madrid en su Facultad de Ciencias, y desempeñada por Luis Simarro Lacabra
(1852-1921).
Con todo, la mayor actividad de la psicología se da a principios del siglo XX como Psicología
Aplicada en las Oficinas e Institutos de investigación de Psicotecnia. Estas Oficinas e Institutos
derivarían en el Instituto de Orientación Profesional (creado en Barcelona en 1917) con su
Sección de Psicometría, a cargo de Emilio Mira y López (desde 1919), quien llegará a ser Director
del Instituto desde 1927. Emilio Mira y López (1896-1964) es considerado como uno de los
fundadores de la psicología aplicada en España, en particular de la psicotecnia y la psicometría,
campo en el que ha merecido el reconocimiento internacional. Se ha de añadir que Mira y López
ha desempeñado la primera Cátedra de Psiquiatría en España, dotada en 1933 por la
Universidad de Barcelona. En Madrid se crea también el Instituto Nacional de Psicotecnia,
dirigido por José Germain hasta 1939 (y de nuevo desde 1956).
En este contexto de la psicología aplicada, destaca la figura de Gonzalo Rodríguez Lafora (1886-
1971), psiquiatra y neuropatólogo interesado en la psicopatología infantil y en la higiene mental.
Se citarían a este respecto su libro de 1917 titulado Los niños mentalmente anormales, la
creación del Instituto Médico-Pedagógico de Carabanchel en 1925 y, sobre todo, la fundación
(junto con Sacristán y Ortega) en 1920 de la Revista Archivos de Neurobiología, originalmente
titulada 'Archivos de Neurobiología, Psicología, Fisiología, Histología, Neurología y Psiquiatría',
en la que figuran como 'psicólogos' en la portada del primer número Ortega, Turró, Simarro,
Viqueira y Mira, aparte los fisiólogos (entre ellos Cajal, Novoa y Marañón) y los psiquiatras y
neuropatólogos (el propio Lafora, Sacristán y otros).
Este Departamento del CSIC constituiría el origen de la psicología universitaria que vendría
después, de manos de Mariano Yela, José Luis Pinillos, Miguel Siguán, entre otros, que, se
excusa decir, han recuperado la psicología española para la tradición de la psicología científica
mundial. En torno a este Departamento se fundaría en 1952 la Sociedad Española de Psicología,
con una proyección tanto científica como profesional. Esta Sociedad estuvo ya desde los
primeros momentos incorporada a la Unión Internacional de Psicología Científica.
Pues bien, el 30% de los psicólogos colegiados que trabajan en algún campo de la psicología,
se dedican en concreto a la Psicología Clínica y de la Salud como actividad principal. Se ha de
añadir que la Psicología Clínica y de la Salud figura también entre las tareas del psicólogo cuya
dedicación principal es sin embargo otra área de la psicología (como por ejemplo la Psicología
Educativa), lo que lleva a decir que aproximadamente la mitad de los psicólogos colegiados que
trabajan en el campo de la psicología se ocupan total o parcialmente en la Psicología Clínica y
de la Salud.
Para completar este breve repaso histórico, es necesario mencionar la implantación en España
desde 1993 del Sistema de Formación de Psicólogo Interno Residente (PIR). De alcance regional
en sus comienzos, el sistema de formación PIR dio sus primeros pasos en los años 80 en
aquellas Comunidades Autónomas que, como Andalucía o Asturias, tenían una voluntad más
firme de cambiar sus modelos de atención en salud mental. La primera convocatoria del PIR con
ámbito estatal, en 1993, y la creación de la Comisión Promotora de la Especialidad en 1995 por
parte de los Ministerios de Sanidad y de Educación pueden entenderse, en ese contexto
histórico, como un refrendo y una consolidación de un modelo de formación que contaba con
sistemas ya preexistentes en distintas comunidades autónomas.
1879
1885
Sir Francis Galton funda el primer centro de medida psicológica en el South Kensington Museum
de Londres.
1886
1890
1890
1892
1895
1895
1896
1896
Sigmund Freud utiliza por primera vez el nombre de 'Psicoanálisis'.
1902
1905
1904
1905
1907
1908
1909
1913
1915
1916
1917
1918
1919
La AACP se reintegra a la APA.
1919
Publicación de los trabajos de Watson y Rayner sobre el aprendizaje de los miedos infantiles.
1920
1921
1924
Mary Cover Jones emplea los principios del aprendizaje para el tratamiento de miedos infantiles.
1931
La Sección Clínica de la APA nombra un Comité para la fijación de los criterios de formación
clínica.
1935
1936
1937
La Sección Clínica de la APA se independiza como American Association for Applied Psychology
(AAAP).
1938
1939
1939
1942
1945
1946
La Organización Mundial de la Salud define la salud como 'un estado de completo bienestar
físico, mental y social'.
1946
1946
1948
1949
Conferencia de Boulder (en Colorado) sobre las directrices de la formación en Psicología Clínica.
1950
1952
1952
1952
1953
1953
Uso por primera vez en un informe técnico de la denominación 'terapia de conducta' (E. F. Skinner
y colegas).
1953
1953
1967
1968
1969
1973
1974
1975
1978
1978
1980
1980
1981
La APA revisa sus Principios éticos de los psicólogos.
1984
1987
1988
1988
1989
1989
Fundación de la Revista Clínica y Salud editada por la Delegación de Madrid del COP.
1993
1993
1994
1995
Definición
1. Definición de la Psicología Clínica y de la Salud
La Psicología Clínica y de la Salud es la disciplina o el campo de especialización de la Psicología que aplica
los principios, las técnicas y los conocimientos científicos desarrollados por ésta para evaluar, diagnosticar,
explicar, tratar, modificar y prevenir las anomalías o los trastornos mentales o cualquier otro
comportamiento relevante para los procesos de la salud y enfermedad, en los distintos y variados contextos
en que éstos puedan tener lugar.
El nuevo ámbito de la Psicología Clínica y de la Salud integra, por su parte, dos campos de especialización
separados previamente existentes: la Psicología Clínica y la Psicología de la Salud, dedicadas
específicamente, una a los trastornos considerados clásicamente clínicos o mentales y la otra a los
fenómenos y problemas psicológicos en su relación con los problemas médicos o de salud en general. Todo
ello, de acuerdo con la visión holística e integradora actualmente mantenida tanto sobre la salud como sobre
la enfermedad como un todo integrado biológico, psicológico y social.
En cuanto a los principios, los conocimientos, las técnicas y los instrumentos que la Psicología Clínica y
de la Salud aplica, en la definición se especifica que estos han de ser científicos, indicando con ello que
aunque ésta constituye más una disciplina aplicada que una ciencia básica, los conocimientos en que se
fundamenta han sido derivados científicamente, al igual que la totalidad de los conocimientos que
constituyen la actual Psicología, definida como la ciencia dedicada al estudio de la conducta o el
comportamiento humano a través de las distintas manifestaciones en que éste pueda tener lugar (cognitivas,
emocionales, motoras o manifiestas y psicofisiológicas en general) y a la aplicación práctica y positiva de
este conocimiento en los distintos ámbitos o contextos en que los sujetos humanos pueden desenvolverse.
Respecto a los fenómenos a los que se aplica o que constituyen el centro de atención de la Psicología Clínica
y de la Salud, éstos son, en primer lugar, las denominadas anomalías o trastornos mentales o del
comportamiento, entendidos éstos en un sentido amplio del término y no sólo en el estrictamente
psicopatológico y más restringido habitualmente concedido en los manuales estandarizados de clasificación
de trastornos psicopatológicos del tipo de la CIE-10 (OMS, 1.992) o del DSM-IV (APA, 1.994). Además
de los comportamientos anómalos o alterados, la Psicología Clínica y de la Salud estudia y toma en
consideración, igualmente, cualquier otro tipo de comportamiento que sea relevante para los procesos de
salud y enfermedad, sea éste normal o patológico y referido tanto a un individuo como a un grupo.
En este mismo sentido, conviene llamar la atención sobre el hecho de que la Psicología Clínica y de la
Salud no sólo se aplica o toma en consideración los fenómenos o procesos anormales o patológicos, sino
que estudia y se aplica igualmente y cada vez con más dedicación, a los procesos y estados de salud y
bienestar, tanto de los individuos como de los grupos humanos, tratando de asegurar los mismos o de
reinstaurarlos en caso de que éstos se hubieran perdido, de acuerdo con las importantes funciones
complementarias de prevención y de educación para la salud desarrolladas igualmente por la Psicología
Clínica y de la Salud.
Entre las múltiples funciones que incluye o desempeña la Psicología y los Psicólogos Clínicos y de la Salud,
destacan, como se recoge en la definición, las siguientes: evaluar, diagnosticar, explicar, tratar, modificar
y prevenir. Estas funciones incluyen, en general, la práctica totalidad de la actividad normalmente
desempeñada por el psicólogo que trabaja en este ámbito, con la excepción, quizás, de la deseable actividad
investigadora que los psicólogos clínicos y de la salud también deberían realizar en sus respectivos ámbitos
aplicados. Estas funciones serán descritas posteriormente con una mayor amplitud en este documento.
En la definición se menciona, por último, que la actividad desempeñada por la Psicología o por el Psicólogo
Clínico y de la Salud puede ejercerse o aplicarse en muy distintos y variados contextos, en concordancia
con la complejidad y variedad del comportamiento y de la actividad humana y no sólo en el ámbito
restringido del Centro Clínico, del Servicio de Salud Mental o del Hospital en general, aunque estos
continúen siendo los principales ámbitos de aplicación de la misma.
Funciones
Las funciones del Psicólogo Clínico y de la Salud son variadas. No obstante, tal variedad se puede agrupar
en las siguientes actividades, que a su vez requieren determinadas especificaciones.
1. Evaluación
Consiste en la reunión de información relativa a los repertorios conductuales, el funcionamiento cognitivo
y el estado emocional de las personas. La evaluación implica frecuentemente a más de una persona
pudiendo tomar, a veces, como objetivo central dos o más, como por ejemplo, una pareja, una familia u
otros grupos o colectivos. Esta información puede ser empleada para el diagnóstico de problemas
psicológicos, la elección de técnicas de intervención y tratamiento, la orientación vocacional, la selección
de candidatos a un puesto de trabajo, la emisión de un informe pericial, la elaboración de un perfil
psicológico, la obtención de datos complementarios a una evaluación previa, la selección de participantes
potenciales en un proyecto de investigación psicológica, el establecimiento de una línea-base de conducta
con la que comparar cambios postratamiento y otros numerosos propósitos.
En general, los instrumentos más usuales son algún tipo de test, cuestionarios, entrevistas, observaciones y
aparatos psicofisiológicos. A menudo estos procedimientos se utilizan en combinación, constituyendo una
batería de pruebas o una estrategia de medida múltiple.
2. Diagnóstico
Consiste en la identificación y rotulación del problema comportamental, cognitivo, emocional o social, de
la persona, grupo o comunidad de que se trate. Debe entenderse como “resultado” del proceso de evaluación
psicológica. En el ejercicio de esa función, el psicólogo clínico y de la salud habrá de tomar decisiones,
entre las que hay que destacar las siguientes:
• Decisión sobre el grado de severidad o gravedad de las primeras informaciones que se ofrecen
del problema.
• Diagnóstico, si procede.
3. Tratamiento e Intervención
El tratamiento supone intervenciones clínicas sobre las personas con el objeto de entender, aliviar y resolver
trastornos psicológicos: emocionales, problemas de conducta, preocupaciones personales y otros. Se
entiende que todo tratamiento o intervención supone algún tipo de relación interpersonal y situación social.
Estas formas de ayuda pueden denominarse psicoterapia, terapia o modificación de conducta, terapia
cognitiva (o cognitivo-conductual), terapia psicoanalítica, terapia sistémica, terapia existencial
(fenomenológica o humanística), consejo o asesoramiento psicológico, o puede todavía reconocerse con
otros nombres dependiendo de la orientación y preferencia del clínico.
La prestación del tratamiento puede ser en aplicación individual, en pareja, o en grupo, y ser llevado por
uno o más psicólogos constituídos en equipo. Los clientes pueden ser pacientes externos o pacientes
internos (residentes en una institución).
La duración del tratamiento suele ser por lo general entre cinco y cuarenta sesiones (comúnmente a razón
de una o dos por semana), pero también pueden ser tan corto como una sesión y tan largo como que lleve
varios años. La duración más frecuente de una sesión está entre media y una hora, pero también puede
variar según las circunstancias y la naturaleza de la terapia. En cuanto al formato de las sesiones, pueden ir
desde una relación colaboradora altamente estructurada hasta interacciones menos estructuradas, así como
consistir en construcciones sistemáticas de nuevas conductas, en la promoción de manifestaciones
emocionales, y en toda una variedad de maneras, incluyendo las aplicaciones fuera de la clínica en contextos
de la vida cotidiana.
Los objetivos del tratamiento (convenidos con el cliente) pueden concretarse en la solución de un problema
específico, proponerse la reconstrucción de la personalidad, o algún propósito entre estos dos extremos.
Igualmente, además del interés en el entendimiento, el alivio de la solución de un trastorno dado, la
actuación del psicólogo clínico puede incluir la prevención de problemas mediante la intervención en
instituciones, contextos y ambientes, así como la intervención centrada en personas con riesgos o en toda
una comunidad.
En algunos casos, la actividad del psicólogo clínico y de la salud ha de ser entendida como intervención,
más que como Tratamiento en el sentido estricto. Se trata en este caso, de un conjunto de acciones
destinadas a resolver un problema (previamente identificado y analizado) de forma indirecta. Como por
ejemplo, modificar los flujos de información en una sala médica para reducir los niveles de ansiedad de los
enfermos, ejecución de una campaña de sensibilización de una comunidad para aumentar su participación
en programas de prevención, etc.
La intervención puede consistir igualmente en organizar una sistemática para el estudio y conducción de
los factores individuales, ambientales y relacionales, que puedan favorecer y/o perturbar la calidad del
proceso de adaptación a la enfermedad. Esta función implica objetivos como:
• Identificar y evaluar factores psicosociales que incidan en la calidad de la atención recibida por
el paciente.
• Identificar y evaluar factores psicosociales que incidan en el bienestar de los pacientes durante
su enfermedad.
Esta función incluye el diseño y la realización de programas de ajuste a la enfermedad crónica, programas
de preparación para la hospitalización, programas de entrenamiento para afrontar el proceso de
hospitalización y conseguir una buena adaptación, que pueden ser de carácter general o referidos
específicamente a determinados acontecimientos diagnósticos o de tratamiento especialmente estresantes
(por ejemplo, programas de preparación para la cirugía, programas para procedimientos diagnósticos
invasivos como biopsias, endoscopia, arteriografía, etc.).
Las organizaciones consultantes pueden ser muy diversas, además de la sanitaria: desde médicos y
abogados en práctica privada, hasta agencias gubernamentales, entidades judiciales y corporaciones
multinacionales, así como centros educativos y de rehabilitación, sociedades y asociaciones.
Se incluye en esta actividad de consulta el servicio de asesoría clínica proporcionado a otros psicólogos que
lo requieran. Consiste en recibir asesoramiento de un experto sobre un caso que está siendo objeto de
atención profesional por parte del psicólogo clínico. Igualmente, se incluirá la supervisión clínica, donde el
experto evalúa la competencia profesional del psicólogo clínico (pudiendo emitir una certificación a
petición del interesado).
• Capacitar a los mediadores de las redes sociosanitarias de la comunidad diana para desempeñar
funciones de promoción de la salud y de prevención.
6. Investigación
El psicólogo, tanto por tradición histórica como por formación facultativa, está orientado a la investigación.
De hecho, esta actividad es una característica del psicólogo en relación con los demás profesionales de la
salud y así, la investigación ha llegado a constituir una contribución reconocida en el contexto clínico y de
intervención comunitaria. Las investigaciones del psicólogo clínico y de la salud se llevan sobre todo en
los propios contextos aplicados y, a menudo, formando parte de las prestaciones profesionales, pero
también se llevan en laboratorios disponiendo ya de mejores condiciones para estudios controlados.
Las áreas de investigación por parte del psicólogo clínico y de la salud incluyen desde la construcción y
validación de tests hasta el estudio del proceso y del resultado de distintos tratamientos psicológicos, desde
la determinación del valor pronóstico de determinadas variables hasta la comprobación de la viabilidad de
profesionales como terapeutas, desde el análisis de contextos infantiles o geriátricos hasta la evaluación o
experimentación neuropsicológica o psicofísica, por señalar esa variedad de áreas de investigación.
Esta orientación a la investigación del psicólogo en el marco de la salud tiene importancia, al menos por
las tres siguientes razones: por un lado, permite evaluar críticamente la ingente cantidad de investigaciones
que de continuo se publican, para discriminar posibles nuevas aportaciones y determinar qué
procedimientos de evaluación e intervención terapéutica sean más adecuados para sus clientes. Por otro
lado, es una condición para evaluar la efectividad de su propio trabajo, de modo que se eviten prácticas
espúreas clínicamente sostenidas por la inercia y se promueva una mejor actuación profesional. Finalmente,
constituye una dotación facultativa con la que se contribuye al trabajo en equipo en contextos médicos
(hospitalarios y centros de salud) donde ya se espera esta destreza por parte del psicólogo (como ya se ha
dicho), en particular, para el diseño de las investigaciones del equipo, para la solicitud de financiación de
proyectos y como consultor de proyectos ajenos.
7. Enseñanza y Supervisión
La dedicación a la enseñanza y formación a otros en tareas clínicas y de la salud, tiene varias modalidades.
El psicólogo puede estar total o parcialmente dedicado a la enseñanza tanto en cursos de graduación
facultativa como de postgrado, en áreas de personalidad, psicopatología, psicología anormal, evaluación
clínica, psicodiagnóstico, terapia o modificación de conducta, psicoterapia, técnicas de intervención y
tratamiento, intervenciones comunitarias, diseño de investigación y otras.
Otra forma de enseñanza o supervisión es la ayuda prestada a solicitud de estudiantes y de graduados que
plantean o llevan a cabo determinada investigación. Esta labor va desde la orientación bibliográfica y el
consejo para que el diseño responda a lo que se quiere saber, hasta la introducción en las habilidades como
investigador. La tarea del supervisor en este sentido ha de ser tal que preste una ayuda relevante sin convertir
al solicitante en un mero ejecutor de sus ideas.
Finalmente, algunas orientaciones clínicas como la terapia o modificación de conducta, incluyen a menudo
la formación de no profesionales de la psicología en principios y técnicas de análisis y modificación de
conducta. Esta enseñanza puede ir dirigida, bajo control y supervisión del psicólogo, a otros profesionales
de modo que sean ellos los que extiendan la aplicación psicológica en sus contextos naturales, como
médicos, enfermeras, técnicos sanitarios, dentistas, higienistas dentales, profesores y demás personal cuya
dedicación tenga que ver con alguna forma de trato y atención social. Esta enseñanza puede también ir
dirigida al propio cliente formando parte del contexto terapéutico cuando la relación clínica implica la
ayuda a la gente para aprender nuevas maneras de comportarse en la vida cotidiana.
Un primer aspecto de esta función es el de ordenación de la tarea global en el sistema sanitario. A esa
función se le podría denominar función de coordinación (que actualmente se cubre en cierto modo desde el
“Servicio de Atención al Usuario”). Para cumplir tal función, el psicólogo actúa como experto en relaciones
humanas e interacción personal, en dinámica de grupos, y se ofrece a los equipos de salud como coordinador
de actividades y asesor en la solución de las posibles dificultades que pueden surgir de la interacción,
colaborando en la mejora de la calidad de tal interacción entre los diferentes miembros del equipo, y entre
los diferentes equipos, a fin de optimizar el rendimiento de los dispositivos asistenciales.
De cualquier modo, la buena coordinación intra e inter equipos repercutirá con seguridad en un mayor nivel
de calidad de la asistencia.
Por otro lado, el cumplimiento de esta función conlleva, primero, el estudio y establecimiento de la mejor
forma de adecuar los recursos humanos a los fines del sistema; y segundo, la evaluación y valoración
periódica de la aportación de los trabajadores en las mejoras o retrocesos en los servicios y resultados que
reciben los usuarios de la organización sanitaria (en estrecha conexión con el análisis de la calidad de la
asistencia).
• Como experto (“Consultor técnico”), al ofrecer asesoramiento a los directores y jefes de línea en
asuntos que afectan a las relaciones laborales para afrontar y manejar los problemas que se puedan
presentar, formulando y ejecutando tratamientos específicos y/o globales (según los casos).
• Como diseñador de programas para relacionar los recursos humanos disponibles, y proponiendo
procedimientos alternativos a los que están siendo utilizados, adaptando métodos y tecnologías a
los recursos efectivos de que se dispone.
En el cumplimiento de esta función, el psicólogo puede desempeñar puestos como director de un hospital
de Salud Mental, Jefe de Servicio de un Hospital o Centro de Salud, Director de un Departamento
Universitario, Director de un Programa de Formación de Postgrado (Doctorado, Master), Director de un
Servicio Clínico Universitario, Director General de Servicios o programas sectoriales de Psicología Clínica
y de la Salud, Presidente de alguna sección profesional o científica, responsable de un proyecto de
investigación, y otros, incluyendo la gestión de su propia actividad profesional.
Para conseguir este fin, se han elaborado diversas clasificaciones que estructuran el campo desde diferentes
ópticas o perspectivas, pero que no pueden considerarse mutuamente excluyentes. Se pretende con este
enfoque reflejar, con la mayor fidelidad posible, la riqueza y variedad de las técnicas psicológicas en
psicología clínica.
Todas las técnicas, procedimientos e instrumentos que se incluyen en los apartados siguientes se consideran
básicamente específicas del psicólogo clínico y de la salud, tanto por su origen como por la adecuación de
la formación de este especialista a su correcta utilización. Por dicha razón, debe ser un psicólogo clínico y
de la salud quien indique, diseñe o supervise dichas técnicas y procedimientos, o quien utilice los
instrumentos que se enumeran.
1. Momentos de Intervención
Los procedimientos, las técnicas y los instrumentos que utiliza el psicólogo tienen un primer encuadre
clasificador que viene determinado por el momento de la intervención. La intervención psicológica ha
desarrollado técnicas y estrategias eficaces, especialmente dirigidas a cumplir los fines propios de cada uno
de los distintos instantes en los que se interviene. Una clasificación de dichos momentos se ofrece a
continuación:
Prevención primaria
Su objetivo es modificar anticipadamente las condiciones sociales y ambientales así como las conductas de
las personas que pueden afectar negativamente a su salud tanto a corto, como medio o largo plazo, y
promover conductas favorecedoras de la misma. De esta forma se pretende evitar la aparición de problemas.
La intervención en este primer momento se suele llevar a cabo a nivel comunitario, aunque también se
dirige a veces a colectivos especiales o grupos específicos de alto riego.
Prevención secundaria
Su objetivo es localizar y tratar lo antes posible los trastornos cuya aparición no ha podido impedirse por
medio de la prevención primaria. Se trata pues de identificar los trastornos en los momentos iniciales de su
aparición o incluso antes de ésta, cuando hay una previsión de que va a producirse con inminencia. Esta
detección precoz suele facilitar una intervención más temprana y con frecuencia con mejores expectativas
de éxito.
Tratamiento
Su objetivo es la intervención sobre trastornos ya aparecidos y más o menos consolidados (en esto se
diferencia de la prevención secundaria).
Prevención terciaria
Su objetivo es actuar sobre los trastornos que ya han sido objeto de tratamiento, para prevenir recaídas y
evitar posibles complicaciones posteriores. En el caso de los trastornos crónicos también puede señalarse
como objetivo el reducir o disminuir los efectos negativos de éstos, con el objetivo de, aunque no sea posible
curar el problema, mejorar la calidad de vida. La prevención terciaria, tal y como se ha definido aquí, asume
en gran medida el concepto clásico de rehabilitación.
2. Niveles de Intervención
La intervención psicológica, en el campo clínico, ha sido tradicionalmente vinculada con la psicoterapia
individual. Sin negar que este es el modelo de mayor implantación, no cabe duda de que existen otros
niveles, que gozan de gran tradición y aceptación entre los clínicos. Una clasificación de los distintos
niveles podría ser la siguiente:
• Individual.
• Grupal.
• Familiar.
• Comunitario.
• Institucional.
• Entrevistas (desde las entrevistas libres a las entrevistas completamente estructuradas pasando
por entrevistas con distintos grados de estructuración).
• Observación conductual.
• Tests.
• Registros psicofisiológicos.
• Encuestas.
• Informes neurológicos.
• Informes pedagógicos.
• Informes médicos en general.
• Informes sociológicos.
• Técnicas de autocontrol.
• Técnicas de relajación.
Técnicas Psicoanalíticas
Las principales técnicas psicoanalíticas basadas o inspiradas en el Psicoanálisis son la Interpretación, la
Aclaración y la Confrontación y se completan con otras intervenciones racionales, incluyendo además el
adecuado manejo de fenómenos del proceso terapéutico como la Alianza de Trabajo y la Transferencia y
Contratransferencia. Estas se aplican dentro de las siguientes modalidades principales:
• Psicoterapia dinámica.
• Psicodrama.
• Posicionamientos.
• Relatos.
6. Instrumentos
La actividad profesional de los psicólogos clínicos y de la salud está asociada a la utilización de ciertos
instrumentos, cuyo uso y correcta aplicación e interpretación de resultados supone un nivel de
entrenamiento específico. Este entrenamiento se adquiere mediante la fusión de los conocimientos básicos
de la psicología junto con los que se adquieren en el curso del aprendizaje de la especialidad. En algunos
casos, será necesario un entrenamiento específico extraordinario. En todo caso, los conocimientos básicos
de la psicología se consideran imprescindibles para el uso adecuada de dichas herramientas. A continuación
se detallan los instrumentos materiales que con más frecuencia se utilizan en la práctica profesional de los
psicólogos clínicos y de la salud.
• Tests.
• Escalas.
• Cuestionarios.
• Inventarios.
• Encuestas.
• Instrumentos de autoregistro.
Ámbitos de Actuación
1. Lugares de Intervención
La Psicología Clínica y de la Salud ha tenido su tradicional ámbito de aplicación en nuestro país en los
gabinetes privados. El deficiente desarrollo de nuestra red pública sanitaria y el genuino interés de ejercer
su profesión por parte de las sucesivas generaciones de psicólogos han propiciado, durante muchos años,
la creación y mantenimiento de centros privados especializados en Psicología Clínica y de la Salud. En la
actualidad, el sector privado de la Psicología Clínica y de la Salud tiene un gran dinamismo y diversidad,
pudiéndose encontrar entre sus filas desde los gabinetes unipersonales hasta centros más o menos complejos
con amplios equipos multiprofesionales.
En el ámbito público, ha habido desde hace unos 25 años una progresiva incorporación de psicólogos
clínicos y de la salud, que con la Ley General de Sanidad (14/86 del 25 de Abril ), han afianzado y reforzado
su papel dentro de la Sanidad Pública y de la atención sanitaria. Su función es, en todos los casos, la de un
facultativo especialista que trabaja dentro de un equipo multidisciplinar, aunque por desgracia, en algunos
casos, sin reconocimiento de tal nivel laboral.
En lo que se refiere a los lugares específicos de intervención, hay distintos dispositivos en los que el
psicólogo clínico y de la salud desarrolla (o podría desarrollar) sus funciones adecuándolas a la
especificidad derivada de los objetivos de estos. Entre ellos vamos a nombrar los siguientes:
• Hospitales de día.
• Hospitales psiquiátricos.
• Hospitales Materno-infantiles.
Las distintas intervenciones que se realicen en estos sitios podrán ir dirigidas al individuo, familia,
ambiente, equipo sanitario o a toda la Institución.
En su faceta de psicólogo clínico el área de dedicación prioritaria es la de Salud Mental. Es en esa área
dónde el psicólogo clínico y de la salud lleva más tiempo trabajando. Según las demandas hechas en este
área, en la población española habría una prevalencia del 10-20 % al año.
El tipo de intervención que se realice dependerá de la población en la que tengamos que intervenir (infantil,
adultos, ancianos) así como del carácter de la intervención (preventiva, tratamiento y rehabilitación ).
Los estudios de carácter preventivo en sujetos con un desarrollo evolutivo normal, ayudan a localizar los
acontecimientos vitales y las crisis evolutivas, que unidos a los recursos del individuo y del ambiente
incrementan su probabilidad de padecer un gran número de trastornos o patologías. Las áreas que se evalúan
prioritariamente son las que hacen referencia a la influencia del comportamiento, la psicología o los factores
ambientales en la salud mental del anciano, de la mujer, de los niños y adolescentes.
En lo que se refiere al tratamiento, los psicólogos clínicos y de la salud evalúan, diagnostican y tratan, solos
o en equipo con otros profesionales de la salud mental, los trastornos y patologías que se enmarcan en los
siguientes epígrafes:
• Trastornos de inicio en la infancia, la niñez o la adolescencia.
• Trastornos de ansiedad.
• Trastornos somatoformes.
• Trastornos facticios.
• Trastornos adaptativos.
• Trastornos de la personalidad.
La lista anterior no agota toda la posible gama de problemas frente a las que el psicólogo clínico puede
dirigir su atención terapéutica, pero, sin embargo, incluye los epígrafes más significativos.
La rehabilitación de los enfermos con trastornos mentales debe ser uno de los ejes más significativos de
toda política sanitaria responsable en este campo. Actualmente los psicólogos clínicos y de la salud asumen
todo tipo de tareas en este ámbito, incluyendo el diseño, dirección y aplicación de procedimientos
rehabilitadores para todo tipo de trastornos crónicos en los que exista o haya existido un trastorno mental.
La orientación de la actuación rehabilitadora es, normalmente, de índole comunitaria, pero también puede
centrarse en el ámbito hospitalario o de consulta ambulatoria. El tipo de trastornos susceptibles de recibir
atención rehabilitadora por parte de los psicólogos clínicos y de la salud, que trabajan en Salud Mental, es
muy amplia y abarca básicamente la misma gama de epígrafes que antes se enumeraron para el tratamiento.
La segunda área en la que el psicólogo clínico y de la salud trabaja, pero subrayando su faceta de Psicólogo
de la Salud, es el ámbito de la problemática psicológica asociada a la enfermedad y salud físicas. A ese
respecto el área de trabajo de la Psicología Clínica y de la Salud tiene que ver con problemas derivados de
la promoción y mantenimiento de la Salud y con la prevención de la enfermedad (así, por ejemplo, el
psicólogo de la salud participa activamente en el diseño, ejecución y evaluación de las campañas
preventivas de las enfermedades cardiovasculares).
El psicólogo de la salud se ocupa oficialmente de todos los problemas psicológicos ligados al proceso de la
enfermedad (diagnostico, padecimiento, tratamiento, curación/cronificación y rehabilitación). Así, la
Psicología de la Salud puede ocuparse del impacto psicológico del diagnóstico de una enfermedad grave, o
del impacto psicosocial de la hospitalización, o de la preparación psicológica para la cirugía a fin de facilitar
la recuperación post-quirúrgica, de la calidad de vida ligada a tratamientos con efectos secundarios muy
agresivos. Naturalmente, el psicólogo de la salud también se ocupa de resolver los problemas que pueden
plantearse en la relación médico-paciente: comunicación, toma de decisiones y cumplimiento de
prescripciones. Finalmente, se ocupa de los problemas que el propio profesional sanitario padece derivados
del ejercicio de su trabajo.
Además de las áreas de tratamiento, prevención y rehabilitación, los psicólogos clínicos y de la salud
asumen, dentro del campo de la asistencia sanitaria, papeles relevantes en el campo de la investigación, la
docencia y la dirección de centros o unidades, de acuerdo con su formación específica y habilidades. Así,
los psicólogos clínicos y de la salud pueden desempeñar:
2. Poseer un bagaje científico- tecnológico, que acredite una calidad y rigor de la intervención.
Si traducimos con rigor el desarrollo de estas tres cuestiones desarrolladas en páginas anteriores de este
documento, se cumplen los requisitos para reclamar como campo de actuación del Psicólogo Clínico y de
la Salud cualquier ámbito de actuación relacionado con la salud desde la intervención bio-psico-social,
manifestada por la O.M.S.
Esta concepción de salud nos orienta a desterrar prejuicios sociales que encasillan al Psicólogo Clínico y
de la Salud, en el mundo de "lo mental" y que en definitiva perjudican al usuario porque le ofrecen un
modelo de salud dividido y dicotómico, que no relacionan lo mental con lo físico, separando para estudio
e intervención lo que en realidad es indivisible.
Es claro que romper ese dualismo inoperante supone un reto para cualquier profesional de la salud, ya que
como se puede observar en este documento existen intervenciones directas del Psicólogo Clínico y de la
Salud sobre problemas Biomédicos: dolor, cardiovasculares, hipertensión, SIDA, etc.
Cada vez es más patente la íntima relación que existe entre el comportamiento de las personas y su estado
de la salud. Es ahí, en el análisis y cambio de las interacciones persona-ambiente, donde se sitúa el campo
de intervención del Psicólogo Clínico, como intervención dirigida a la mejora y cuidado de la salud en
todos los niveles de intervención buscando el equilibrio bio-psico-social de la persona utilizando el análisis
pertinente en cada caso y ayudándose de otras intervenciones complementarias cuando lo estime oportuno.
Es notorio por otra parte refiriéndonos a la competencia profesional del Psicólogo Clínico y de la Salud,
que puede aportar elementos valiosos para la mejora de la salud de los ciudadanos en estrecha colaboración
con otros profesionales. Notable es el número de profesionales que trabajan en el Sistema público de Salud
en sus distintos niveles, local, autonómico y central y la instauración del sistema P.I.R. es una buena
muestra. Muy importante también es la presencia del sector privado con niveles de calidad y variedad de
productos en constante crecimiento.
Todas estas realidades nos sitúan en la gran demanda social actual de la profesión, razón prioritaria por la
cual este documento adquiere sentido y significado.
Como ejemplo puede decirse que su campo de actuación tendrá más frecuencia en atención primaria, tareas
de prevención y promoción de la salud y tratamiento de problemas del comportamiento, que en una planta
de cirugía, pero no debe excluirse la posibilidad de que pueda y en ocasiones deba actuar en este ámbito.
En definitiva se trata de completar y rellenar vacíos en la asistencia integral a la salud que demandan los
ciudadanos.
Formación
La formación del psicólogo clínico es el elemento fundamental que garantiza su competencia profesional.
Dicha formación es el punto de partida de la actividad profesional del psicólogo y ha de permanecer abierta,
en continua actualización.
La formación ha de ser tanto teórica como práctica y utilizar la metodología apropiada de acuerdo con los
objetivos concretos a cubrir.
En nuestro país dicha formación se organiza en tres bloques fundamentales: el primero se refiere a la
formación básica que el licenciado en psicología obtiene durante su preparación universitaria; el segundo
bloque es la formación especializada en Psicología Clínica y de la Salud; y el último bloque es la formación
continua que el psicólogo clínico y de la salud necesita para estar al día de todos los avances científicos en
este ámbito y mejorar su práctica profesional.
1. Formación Básica
La formación básica del psicólogo clínico y de la salud, viene determinada por su formación universitaria
de segundo ciclo, que le capacita para la obtención del título de Licenciado en Psicología.
Al finalizar esta formación básica el licenciado en psicología ha de estar familiarizado de una forma amplia
y general en las técnicas y campos de aplicación de la Psicología Clínica y de la Salud.
En este sentido debe conocer la diversidad de instrumentos y fuentes de evaluación y diagnóstico, las
distintas técnicas terapéuticas, y las diversas áreas de aplicación: individuales, grupales y comunitarias.
Los programas de formación especializada, deberán basarse en la realidad asistencial actual, así como en
los avances científicos y técnicos aportados en la investigación básica y aplicada en Psicología Clínica y de
la Salud.
Características de la Formación
La formación deberá tener una serie de características mínimas que debe cumplir en todos los centros
acreditados del territorio nacional. Estas son las siguientes:
• Constará de una formación práctica realizada a través de rotaciones por los distintos dispositivos
o centros acreditados que permitan un contacto con las distintas psicopatologías y tratamientos.
• A lo largo de las rotaciones el psicólogo en formación contará con el apoyo de un tutor que
asesorará y/o supervisará las actividades del psicólogo en formación.
• El tutor siempre será licenciado en psicología, con al menos cuatro años de experiencia clínica,
y realizará su práctica profesional en cualquiera de los centros acreditados como psicólogo clínico.
• El trabajo del tutor-psicólogo será apoyado, pero no sustituido, por la figura de un supervisor en
cada servicio donde efectúe la rotación. Ambas figuras, las del tutor-psicólogo y la de los
supervisores de rotación, han de estar en permanente contacto que permita el cumplimiento de los
objetivos de rotación.
• Capacitar a los psicólogos clínicos y de la salud para el desempeño de una atención integral y
continuada desde una perspectiva de salud integral, cubriendo los niveles de promoción,
prevención, asistencia y rehabilitación, tal y como se ha explicado en páginas precedentes de este
documento.
• Capacitar a los psicólogos clínicos y de la salud para el desempeño de las tareas de evaluación,
intervención y tratamiento psicológicos.
• Capacitar a los psicólogos clínicos y de la salud para el ejercicio interdisciplinario que requiere
una concepción multidimensional del sujeto y de la salud.
• Capacitar a los psicólogos clínicos y de la salud para el desempeño de tareas de investigación y
docencia.
Circuito de Rotación
La rotación por los distintos centros acreditados es el eje de la formación especializada, aportando la
característica fundamental del programa que es la adquisición de la formación a través de la práctica
profesional.
El circuito de rotación se diseñará en función de las necesidades de formación del psicólogo y debe constar
como mínimo de los siguientes dispositivos:
• Otros dispositivos sanitarios específicos donde el psicólogo pueda llevar a cabo su formación.
Contenidos
La formación especializada cubrirá todos aquellos aspectos específicos y monográficos en el campo de la
actividad de la Psicología Clínica y de la Salud. Estos pueden abarcar desde técnicas específicas de
evaluación y diagnóstico, tratamientos y áreas específicas de aplicación, hasta aspectos legales, jurídicos y
normativos vinculados al campo sanitario.
• Una memoria anual de las actividades formativas, clínicas e investigadoras en las que haya
participado.
• Grado de cumplimiento del Programa de Formación en cuanto a los objetivos y las actividades
desarrolladas (memorias, investigación, etc.).
3. La Formación Continuada
Es de suma importancia habilitar los mecanismos necesarios para la revisión, mantenimiento, actualización
y adquisición de nuevos conocimientos y habilidades, que permitan mejorar y potenciar la práctica
profesional en el campo de la Psicología Clínica y de la Salud. Este objetivo se puede obtener a través de
programas de formación continuada específicos.
Los programas de formación continuada podrán estar formados por las siguientes actividades:
• Asistencia a cursos de actualización que supongan una puesta al día sobre aspectos relativos a la
actividad profesional.
• Consulta a otros profesionales expertos cuando se intervenga sobre casos o problemas en los que
el psicólogo se vea necesitado de un apoyo o asesoramiento.
Acreditación
1. Fundamento de la Acreditación
Hay dos pilares básicos sobre los que fundar la necesidad de la acreditación de cara al ejercicio de la
profesión del psicólogo clínico y de la salud.
El primer pilar reside en el hecho de que la adecuada formación del psicólogo clínico y de la salud requiere
la adquisición de los conocimientos complementarios de carácter práctico que la formación estándar de la
carrera universitaria, en general, no ofrece.
El segundo pilar básico reside en la responsabilidad moral que las instituciones, que forman a los
psicólogos, tienen a la hora de garantizar el uso correcto de los instrumentos dispensados en manos de
personas en formación. En el ámbito de la intervención con seres humanos parece inexcusable alguna
modalidad de supervisión no sólo de las habilidades y competencias profesionales sino también de la
adecuación personal del psicólogo a las tareas para las que se le forma, sobre todo en lo que se refiere a los
aspectos éticos y deontológicos.
Estos dos pilares configuran los elementos esenciales de la necesidad de la acreditación. Esta se entiende
como la garantía tanto para los psicólogos como para la sociedad de que la formación que se adquiere se
adecua a los patrones científico-profesionales más exigentes, así como de una utilización de las técnicas,
instrumentos y procedimientos responsable, principalmente en sus aspectos éticos y deontológicos.
El nivel de formación especializada se enmarca, en nuestro país, dentro del modelo de formación PIR.
Según este modelo, quienes forman a los especialistas son los Centros públicos y privados acreditados
conjuntamente por el Ministerio de Sanidad y el de Educación y Ciencia para esa finalidad. Estas Unidades
docentes desarrollan un programa de formación previamente aprobado por una Comisión Nacional de la
Especialidad. El proceso de aprendizaje del psicólogo concluye, en su momento, con la obtención del título
de especialista, que otorga el Ministerio de Educación y Ciencia, que es, en última instancia quién acredita
al psicólogo que ha seguido esa vía de especialización.
La formación continuada no tiene ninguna estructura orgánica de control y acreditación. Los centros
públicos y privados diseñan sus actividades formativas sin atenerse a ningún criterio establecido
universalmente en nuestro país, que garantice su solvencia y adecuación a los patrones científico-
profesionales más rigurosos. Es aquí donde se percibe la necesidad de la creación de un órgano colegial,
que con la máxima participación de todos los ámbitos profesionales, ejerza las funciones de supervisión y
acreditación, constituyendo un registro de centros y personas acreditadas en los distintos ámbitos de la
formación continuada.
En esta página se incluye un esquema explicativo de los distintos niveles de formación y sus
correspondientes órganos formativos y de acreditación.
3. Sobre la Acreditación
Dejando a un lado los niveles básico y especializado, en los que está bien definido el proceso de
acreditación, en el ámbito de la formación continuada la acreditación supone la inclusión de las entidades
y los psicólogos que han realizado su formación, en un registro que a tal efecto abrirá el C.O.P.
La acreditación de las entidades formadoras no se entenderá, en ningún caso, como un acto administrativo
estático, sino que estará sometido a una periódica supervisión y control.
En todo caso, será necesario que tanto las entidades que forman como los psicólogos que cursan las
actividades formativas cumplan unos requisitos mínimos para poder ser acreditados.
La formación continuada deberá estratificarse por niveles y los requisitos necesarios para cada nivel
deberán ser establecidos por la Comisión de Acreditación Colegial. En ningún caso podrán acreditarse por
la Comisión de Acreditación Colegial a profesionales no psicólogos.
El artículo propone una reflexión crítica de los fundamentos históricos y teóricos del
área aplicada de la psicología, llamada psicología de la salud. Discute el rol y las
funciones del psicólogo dentro de este campo ocupacional específico y propone
herramientas teóricas y metodológicas para el trabajo en tres situaciones específicas,
como son: la atención primaria, con la gestión de proyectos de promoción y
prevención en salud, la psico-oncología, y la atención e intervención de los pacientes
que formulan pedidos de carácter estético.
Nos proponemos, en este primer apartado, construir las bases que fundamentan el
campo de la psicología aplicada al campo de la salud. Se hace necesario para ello
plantear una breve reseña alrededor de la evolución histórica de la interpretación
causal de la salud y las enfermedades, lo cual nos llevará a desarrollar cuál es el
lugar que ocupa la Psicología en este campo específico.
El vínculo entre la biología y la medicina se hizo más fuerte en el siglo XX, lo que
permitió que se ampliaran y profundizaran los conocimientos acerca del sustrato
material de las enfermedades, en las que se propone que ya no tienen efectos sólo
los microorganismos sino una serie de procesos que ocurren en los órganos, tejidos
y células, y en los cuales influyen de forma importante los procesos bioquímicos del
organismo. Por su parte, el siglo XXI se define por el paradigma genético bajo el cual
se han producido múltiples explicaciones y aplicaciones de esta área a la
interpretación y tratamiento de las enfermedades, pero se ha consolidado con más
fuerza el esquema unicausal con respecto a que las causas biológicas son las únicas
y las últimas para explicar los procesos de salud y de enfermedad.
''El vínculo entre la biología y la medicina se hizo más fuerte en el siglo XX, lo que
permitió que se ampliaran y profundizaran los conocimientos acerca del sustrato
material de las enfermedades...''
• Este campo se ocupa, además de los aspectos anteriores, del estudio de los factores
psíquicos que intervienen en los vínculos entre los sujetos que hacen parte de las
acciones en salud. Se reconoce entonces que en el campo de la salud juegan un papel
importante, no sólo los aspectos psíquicos y sociales de los pacientes enfermos y de
las poblaciones que son objeto de las campañas de promoción y prevención, sino
también la subjetividad de los profesionales que se desempeñan en esta área.
• Salud de los niños: con problemas como los inadecuados patrones de crianza
infantil, maltrato y abuso físico y sexual, dificultades de aprendizaje, entre otros.
• Salud de los adultos: entre otros temas, el psicólogo puede atender asuntos como
la pérdida y ajuste a las nuevas situaciones vitales, los ''estilos de vida'' no saludables
y las enfermedades agudas o crónicas que hacen su aparición en esta edad.
(...) la integración de las acciones que realizan la población, los servicios de salud,
las autoridades sanitarias y los sectores sociales y productivos con el objeto de
garantizar, más allá de la ausencia de la enfermedad, mejores condiciones de salud
físicas, psíquicas o sociales de los individuos y las colectividades. (Ministerio de Salud
de la República de Colombia, Resolución 03997 del 30 de octubre de 1996, p.1).
(...) el conjunto de acciones que tienen por fin la identificación, control o reducción
de los factores de riesgo, del ambiente y del comportamiento para evitar que la
enfermedad aparezca o se prolongue, ocasione daños mayores o genere secuelas
evitables. (Ministerio de Salud de la República de Colombia, Resolución 03997 del 30
de octubre de 1996, p. 2).
Si bien estas son algunas de las directrices y temáticas que orientan el trabajo
psicológico en la atención primaria en salud, el psicólogo se confronta con una
situación problemática -que debe atender en su práctica- y que se refiere a que a
pesar del buen diseño y aplicación de las campañas de promoción y prevención, con
frecuencia las comunidades y los individuos son resistentes a los buenos propósitos
que les son transmitidos en relación con el cuidado y mantenimiento de una adecuada
salud. En la investigación que Hoyos, Duvaltier y Giraldo (2003) realizaron sobre los
límites de los programas de promoción y prevención desde una perspectiva
psicoanalítica, los autores abordaron este problema a partir de su pregunta sobre
cuáles son los factores psíquicos que pueden incidir en que los sujetos se resistan a
los propósitos de los programas de promoción y prevención en salud. Para
fundamentar su respuesta, y en referencia con las leyes antes citadas, los
investigadores señalan:
Para explicar este fenómeno aluden a cierto carácter placentero que para cada sujeto
pueden tener los denominados factores de riesgo, los cuales se convierten para el
discurso de la prevención en ilícitos, o al menos en riesgosos. Señalan que bien se
sabe que la prohibición incita a la transgresión, lo que hace más ''gozosa'' la relación
con ese particular factor de riesgo, llámese cigarrillo, licor, grasa o dulces.
''...a pesar del buen diseño y aplicación de las campañas de promoción y prevención,
con frecuencia las comunidades y los individuos son resistentes a los buenos
propósitos que les son transmitidos en relación con el cuidado y mantenimiento de
una adecuada salud...''
''...Si bien las intervenciones que transforman el cuerpo son tan antiguas como la
humanidad, en las últimas décadas se disparó la oferta de las técnicas del cuerpo y
la exigencia de que todos los organismos se acerquen a un mismo patrón...''
Si bien las intervenciones que transforman el cuerpo son tan antiguas como la
humanidad, en las últimas décadas se disparó la oferta de las técnicas del cuerpo y
la exigencia de que todos los organismos se acerquen a un mismo patrón. Este
fenómeno responde a la lógica del mundo contemporáneo en donde los medios
masivos de comunicación, apoyados en el modo de producción capitalista, imponen
un prototipo de imagen de cuerpo perfecto y ofrecen, además, estrategias para
lograrlo: la oferta incluye, entre otros, múltiples procedimientos cosméticos que
prometen moldear el cuerpo a la medida ideal. Los consultantes, receptivos a dichas
ofertas de embellecimiento, se someten a intervenciones con las que creen que
alcanzarán el bienestar, aumentarán su propia estimación y la valoración del entorno.
Los relatos revelaron que, si bien los cambios logrados en el rostro y en la dentadura
fueron bien recibidos, la mayoría de los pacientes ansiaban ''algo más'' que no lo
podía ofrecer el tratamiento y que tenía relación con un pobre sentimiento de estima
de sí. Se evidenció que los pacientes relacionaban su problemática de propia
estimación con su defecto facial y anhelaban, coherentes con la oferta publicitaria,
que el tratamiento podría mejorarla sustancialmente. Sin embargo, al finalizar el
tratamiento se encontró que, si bien expresaban cierta satisfacción con su nuevo
organismo, develaban que el aumento de la autoestima sólo se logró de una manera
parcial y transitoria y reportaban insatisfacción frente a los resultados esperados.
REFERENCIAS
3. Evaluar y tratar enfermedades específicas. Son muchas las alteraciones que han sido
objeto de tratamientos basados en las técnicas de modificación de conducta.
4. Evaluar y mejorar del sistema sanitario. En este rubro se encuadrarían todas las
propuestas dirigidas a mejorar la atención sanitaria en lo que se refiere a la práctica
profesional, a la educación sanitaria de los usuarios y a la relación entre los colectivos
implicados, además de la formulación de una política de salud.
Pronto, los psicólogos, una vez que comenzaron a realizar intervenciones clínicas a partir
de la Segunda Guerra Mundial, y conforme se iba consolidando el campo de la psicología
clínica y de la salud mental, se percataron de que en ocasiones los problemas “mentales”
tienen concomitantes de tipo físico. Asimismo, la medicina iba paulatinamente
asumiendo esta idea, favoreciéndose con el tiempo el que se superase en parte la
dicotomía físico-mental o mente-cuerpo planteada por Descartes. La aparición de las
técnicas de modificación de conducta y todo un movimiento psicológico a partir de la
misma permitieron en unos años este cambio y esta asunción que desembocaría en la
aparición de la medicina comportamental y de la Psicología de la Salud (Oblitas, 2007).
A lo largo del presente siglo, los avances en la medicina han sido todavía más decisivos
con el desarrollo de fármacos (por ejemplo, la penicilina), vacunas y los avances
espectaculares en las técnicas quirúrgicas y en la tecnología médica. La importancia dada
a la salud física ha ido en aumento, sobre todo a partir de los años cincuenta.
Tradicionalmente, los médicos han tenido la exclusiva en este campo, entendiendo la
salud como algo que hay que conservar o curar frente a agresiones puntuales (accidentes,
infecciones, etc.), utilizando la cirugía y la farmacología como armas para cumplir dicho
objetivo. Sin embargo, en las últimas décadas ha habido un giro en el modelo de salud:
se considera a la salud como algo que hay que desarrollar y no como algo por conservar.
Tanto la cirugía como la farmacología son métodos ineficaces para encarar el reto (labores
de tipo preventivo) que conlleva la nueva concepción de salud. Cuando las personas se
refieren a la salud, generalmente piensan sólo en los aspectos físicos, raramente en los
aspectos psicológicos y conductuales asociados también a la misma. Hoy también
debemos considerar sus aspectos sociales, económicos, culturales y espirituales (Oblitas,
2007).
Muchos teóricos han apoyado la idea de que es necesario un nuevo modelo si se quiere
progresar en la comprensión y el control de la enfermedad. Engel planteó un modelo
alternativo al biomédico, el modelo biopsicosocial, y apoyó su alternativa en argumentos
sólidos, aunque no describió con detalle el mismo. Planteó hipótesis sobre la importancia
de considerar los factores psicológicos, sociales y culturales junto a los biológicos, como
determinantes de la enfermedad y su tratamiento: “El modelo médico debe tener en cuenta
al paciente, el contexto social en el que vive y el sistema complementario utilizado por la
sociedad para tratar con los efectos perjudiciales de la enfermedad, esto es, el papel del
médico y el sistema de cuidados de la salud” (Oblitas, 2004).
No cabe duda de que el factor más decisivo en ese nuevo enfoque en el campo de la salud
ha sido el que las principales causas de muerte ya no son las enfermedades infecciosas,
sino las que provienen de estilos de vida y conductas poco saludables. Hoy casi ningún
profesional de la salud duda del impacto de nuestra conducta diaria en la salud y en la
enfermedad. En la actualidad hay evidencia más que considerable de que las causas de la
enfermedad radican en la conducta y el estilo de vida del individuo. La salud de la gente
en los países desarrollados ha alcanzado un nivel impensable a principios del presente
siglo. Las expectativas de vida se han incrementado notablemente, como consecuencia de
las mejoras en la salud pública y en el cuidado médico (Heman y Oblitas, 2005).
Realizar una actividad física de modo regular (ej., dar largos paseos) es el vehículo más
adecuado para prevenir el comienzo de las principales patologías físicas y psicológicas
que afectan a la sociedad desarrollada. También es útil para atenuar el grado de severidad
cuando el sujeto ya presenta la enfermedad. Una actividad física moderada, realizada
regularmente, repercute beneficiosamente en la salud. Los principales beneficios del
ejercicio sobre la salud tienen que ver con la prevención de los problemas
cardiovasculares. Las personas que realizan asiduamente ejercicio físico corren menos
riesgo de desarrollar y de morir de una dolencia coronaria. También ayuda a controlar el
peso, a normalizar el metabolismo de los carbohidratos y de los lípidos.
– Nutrición adecuada
En términos de efectos en la salud, los hábitos alimentarios de las personas que viven en
las sociedades desarrolladas han pasado de los estragos de las deficiencias dietéticas de
principios de siglo, a los estragos derivados del exceso, en las últimas décadas. Una
nutrición correcta se hace imprescindible para lograr un estado saludable. De hecho, la
mayor parte de las enfermedades actuales guardan una estrecha relación con la dieta
alimenticia (ej., la diabetes, la caries dental). Una buena práctica nutricional se caracteriza
por una dieta equilibrada, que contenga todas las sustancias nutritivas esenciales (ej.,
minerales, vitaminas, proteínas) y un consumo adecuado, evitando una ingesta excesiva
de alimentos. Dicho de otro modo, la dieta saludable es aquella que minimiza el riesgo de
desarrollar enfermedades relacionadas con la nutrición. Las dietas saludables
proporcionan una cantidad adecuada de todos los nutrientes esenciales para las
necesidades metabólicas del organismo. Además de agua, los alimentos contienen cinco
tipos de componentes químicos que aportan nutrientes específicos para el buen
funcionamiento del organismo: carbohidratos, lípidos, proteínas, vitaminas y minerales.
Las dos principales causas de morbilidad y mortalidad de la década de los 90, las
enfermedades cardiovasculares y el cáncer, se deben en gran medida a comportamientos
nutricionales inadecuados. Por ejemplo, enfermedades como el cáncer de colon, el
estreñimiento y la diverticulosis se han relacionado con dietas pobres en fibras. Dietas
ricas en grasa y sal favorecen la hipercolesteremia y la hipertensión, dos importantes
factores de riesgo de la enfermedad cardiaca. Cabe señalar que, entre los hábitos
alimenticios más recomendables para implantar, se encuentran la disminución del
consumo de grasas animales; el aumento del consumo de leche, patatas y especialmente
verduras, frutas y alimentos de alto contenido en fibra; la reducción del consumo de
azúcar, dulces y harinas refinadas y evitar el consumo excesivo de alcohol. Esto es, para
que nuestra dieta sea equilibrada debe aportarnos todos los nutrientes básicos y la fibra
necesaria a nuestras necesidades, a base de ingerir diversos alimentos de los cuatro grupos
básicos: cereales, frutas y vegetales, productos lácteos y carnes y pescados. Por último,
la mayoría de la gente que come saludablemente no necesita consumir suplementos
vitamínicos u otros nutrientes. Sin embargo, algunas poblaciones especiales, como por
ejemplo las mujeres embarazadas, necesitan una cantidad extra de nutrientes que, aunque
se pueden proporcionar introduciendo modificaciones en su dieta, es recomendable que
tomen suplementos (ej., hierro).
Las emociones negativas constituyen un riesgo para la salud. Éstas influyen sobre la salud
por medio de diferentes mecanismos. Quizás el más conocido es el Síndrome General
de Adaptación de Selye (1936), también denominado estrés, el cual se define así: “Se
considera que una persona está en una situación estresante o bajo un estresor cuando
debe hacer frente a situaciones que implican demandas conductuales que le resultan
difíciles de realizar o satisfacer. Es decir, que el individuo se encuentre estresado
depende tanto de las demandas del medio como de sus propios recursos para enfrentarse
a él; o, si avanzamos un poco más, depende de las discrepancias entre las demandas del
medio, externo e interno, y la manera en que el individuo percibe que puede dar respuesta
a esas demandas”.
Dicha definición está acorde con el enfoque interaccional del estrés de Lazarus y
Folkman, que es el más aceptado de la actualidad y que concibe a éste como un proceso
transaccional entre el individuo y la situación. Según dicho enfoque, la naturaleza y la
intensidad de la reacción del estrés vienen moduladas, al menos, por tres factores: en
primer lugar, por el grado de amenaza que el sujeto percibe en la situación; en segundo
término, por la valoración que el individuo hace de los recursos que cree tener para
afrontar con éxito la demanda de la situación; en tercera instancia, por la disponibilidad
y el grado de afrontamiento que el sujeto pone en marcha para restablecer el equilibrio en
la transacción persona-ambiente. La cronicidad de este síndrome (SGA) conlleva un
aumento de la vulnerabilidad del individuo a padecer algún tipo de enfermedad (ej.,
incremento de glucocorticoides). Los efectos neuroendocrinos e inmunitarios del estrés
no constituyen un agente patógeno específico, sino que representan un riesgo específico
que hace a los sujetos más vulnerables ante las enfermedades (ej., enfermedad
cardiovascular) en general.
Se ha sugerido que el apoyo social puede ser un factor modulador del estrés, importante
para aquellas personas que viven bajo situaciones estresantes (ej., divorcio), pues
practican más ejercicio físico y consumen menos tabaco o alcohol cuando gozan de un
nivel elevado de apoyo social, en contraste con aquellas que cuentan con poco o ningún
apoyo social. También se han sugerido distintas variables psicológicas como
moduladoras de la relación entre el estrés y la enfermedad. Unas contribuirían a favorecer
la salud (ej., dureza, optimismo, autoestima) y otras la perjudicarían (ej., conducta tipo
A, conducta tipo C, alexitimia). Así, por ejemplo, los individuos con un patrón de
conducta tipo A reaccionan de modo diferente a los estresores que aquellos con un patrón
de conducta tipo B. No obstante, el concepto capital en el enfoque interaccional del estrés
es el de afrontamiento.
– Adherencia terapéutica
Para que el consejo médico tenga repercusiones beneficiosas sobre la salud del paciente,
han de tenerse en cuenta dos aspectos. En primer lugar, el consejo debe ser acertado. En
segundo lugar, debe ser seguido por el individuo. Pues bien, la realidad parece bien
distinta, coincidiendo plenamente con lo que expresa un acertado adagio castellano “de
lo dicho a lo hecho hay un trecho”. A pesar de los considerables esfuerzos desarrollados
por los profesionales de la salud durante los últimos 50 años para intentar solucionar la
problemática de la ausencia de adherencia a los regimenes terapéuticos, ésta es aún una
asignatura pendiente en el campo de la Psicología de la Salud. Uno de los problemas más
importantes con el que se puede encontrar un clínico en sus intervenciones es el de que el
paciente no sigue sus prescripciones, a pesar de disponer de procedimientos eficaces para
tratar o incluso prevenir los problemas.
¿Qué se ha hecho? Existen distintos programas que se han evaluado en el pasado y otros
que se están llevando a cabo en el presente. De los realizados en los últimos
años, evaluados, destacamos elMultiple Risk Factor Intervention Trial (MRFIT) y
el Proyecto North Karely, orientados básicamente a prevenir la enfermedad cardíaca
coronaria. Desde los años 70 hasta hoy se vienen llevando a cabo varios programas para
prevenir los factores de riesgo de la enfermedad cardíaca coronaria, orientados
a producir cambios en la dieta, abandonar los cigarrillos y controlar la presión
sanguínea elevada. Los más conocidos son los aplicados en Estados Unidos, aunque
también desde los años 70 se vienen implantando en Inglaterra, Francia, Suecia, Bélgica,
Italia, etc.
Uno de estos programas más conocidos es el Multiple Risk Factor Intervention Trial
(MRFIT), que comenzó en 1972 en 22 centros de 18 ciudades estadounidenses y en el
que participaron 12.866 varones. El programa duró 7 años y sus resultados han aparecido
en múltiples artículos e informes. El tratamiento para dejar de fumar que utilizaron incluía
un mensaje del médico para que el enfermo dejase de fumar, examen médico anual,
asignación a grupos de tratamiento, consejo individual o un método autoaplicado para
aquellos que no quisieron participar en los métodos propuestos, así como un programa
de mantenimiento a lo largo de varios años.
El objetivo del tratamiento era que los sujetos dejasen de fumar, de ahí el gran número de
procedimientos que se han utilizado dentro del programa. Entre estos está material
audiovisual, conferencias, discusiones de grupo, materiales educativos. Algunos centros
también utilizaron diversas técnicas conductuales como relajación, role playing y control
de estímulos. Los resultados indican una tasa de abstinencia del 43% al año de
seguimiento y del 49% a los seis años de seguimiento para los sujetos contactados, que
descendía al 43% al considerar a todos.
En Finlandia, desde el año 1978 y dentro del Proyecto North Karelia, se han llevado a
cabo programas para dejar de fumar en el segundo canal de televisión para toda la nación.
El último evaluado fue realizado en 1986. Este programa tenía dos partes: un programa
para dejar de fumar a través de la televisión y un concurso para dejar de fumar a nivel de
toda la nación. El programa de televisión incluía ocho sesiones de aproximadamente 35
minutos que se emite en 6 jueves consecutivos a las 10:20 de la noche, emitiéndose en la
segunda y tercera semana una sesión adicional el martes a las 5:30 de la tarde. En el
programa participaron dos expertos del programa North Karelia y dos grupos de diez
fumadores voluntarios de dos ciudades distintas: North Karelia y Turku, cada uno en su
estudio local. La segunda sesión era de abandono, discutiéndose en las restantes
experiencias, cartas, etc. En la última sesión se presentaron los premios por el abandono.
La otra parte del programa, el concurso a nivel nacional para dejar de fumar, estaba
organizado para ser coordinado a través del programa de televisión. Aquellos fumadores
de 17 años o más que dejaran de fumar durante al menos dos semanas podían participar
en el concurso. Seleccionaron tan corto período de tiempo para incrementar al máximo
la participación. Los ganadores fueron contactados y se les evaluó su abstinencia. El
premio principal era un viaje a Hawai para dos personas, dentro de un total de 160
premios.
La eficacia del programa de televisión y del concurso fue evaluado seis meses después
mediante encuestas postales a 7.400 personas de toda Finlandia. Los resultados indicaron
que el 55% de los fumadores vieron al menos una sesión de televisión y de éstos, el 7%
intentó dejar de fumar mientras veían el programa, consiguiéndolo el 2.3% durante al
menos dos semanas. De aquellos que vieron 3 o más sesiones, el 10.8% intentó dejar de
fumar y el 4.4% lo consiguió durante al menos dos semanas. En el concurso para dejar de
fumar participaron 16.000 mil personas, el 1.6% del número estimado de fumadores
regulares del país. A los seis meses del mismo, entre el 17% y el 22% (en North Karelia)
estaba sin fumar; esto es, unas 2.700 personas. Estos buenos resultados en parte los
achacaron a las actividades llevadas a cabo en la comunidad incitando a dejar de
fumar, aparte del programa para dejar de fumar en la televisión y del concurso. El coste
estimado para cada fumador que dejó de fumar fue de 24 dólares, coste que descendería
si se incluyesen aquellos que dejaron de fumar pero no participaron en el concurso.
Ejemplos más recientes de programas en esta línea son el COMMIT y el ASSIST, que
han sido considerados programas comunitarios de segunda generación, al fundamentarse
y superar a los anteriormente comentados. El COMMIT (The Community Intervention
Trial for Smoking Cessation) fue un programa importante del mundo, quizás el más
importante en la intervención en tabaquismo, ya que llegó a seis millones de fumadores
de distintas comunidades de los Estados Unidos desde el año 1988 hasta 1994. El ASSIST
(The American Stop Smoking Intervention Trial for Cancer Prevention) se llevó a cabo
en 17 estados, comenzó en 1993 y finalizó en 1998. Sus resultados fueron claros: muchos
fumadores han dejado de fumar. Con ello se reduce su morbilidad y mortalidad en los
siguientes años.
En conclusión, los anteriores programas indican que es posible incidir con la tecnología
psicológica, dado que son conductas lo que hay que modificar en cambios de conducta
que permiten reducir la morbilidad y mortalidad de las comunidades donde se han llevado
a cabo estos programas. Pero, aunque la tecnología existe, la tecnología funciona, la
realidad también nos dice que se han llevado a cabo pocos programas de este tipo y que
los mismos no se han generalizado al conjunto de las naciones que padecen estos
problemas, con raras excepciones, como las comentadas.
¿Qué es la psicología de la salud?
1. Es una forma de ayudar a las personas a convivir con sus problemas de salud,
sobre todo aquellos crónicos.
2. Es la práctica de la promoción de la salud para el logro de objetivos de
bienestar.
3. Es un “marco” para que los profesionales de la salud aborden los temas, las
creencias, las actitudes que influyen en la forma en que las personas entienden la
salud y la enfermedad.
4. Es una forma de trabajar sobre los objetivos, la identificación de obstáculos
y los sistemas de soporte personal para lograr en el paciente mayor adherencia a
los cambios en el estilo de vida que facilitan el control de la
enfermedad.(University of Duke)
5. Es una alianza responsable para lograr el mayor estado de bienestar posible en
las circunstancias que la enfermedad instala tomando en cuenta las directivas
del equipo de salud: médicos, fisioterapeutas, etc.
El psicólogo de la salud intenta reemplazar el viejo modelo médico de”haz lo
que yo te digo” para centrarse más en el empoderamiento del paciente como
agente de salud, entendiendo, sus miedos, sus resistencias y fomentando su
motivación a través del descubrimiento de sus fortalezas internas.
Por otra parte, el comportamiento humano, que a través de los hábitos estables de la
persona conforma un determinado estilo de vida, aparece como un factor de gran
relevancia en la variabilidad de los demás factores que determinan el curso del proceso
salud-enfermedad. Ya sea por la acción que el hombre realiza sobre el ambiente, por su
acción sobre los servicios de salud, o por su acción sobre el propio organismo, el estilo
de vida modifica todas las condiciones que favorecen la aproximación de la persona a una
salud óptima o que la alejan de una muerte prematura. Finalmente, el objetivo de la
naturaleza y de la sociedad, respecto de la vida del individuo, es garantizar la mayor
cantidad de vida en las mejores condiciones de calidad posibles.
La medicina psicosomática hizo énfasis en el papel que juegan los factores mentales y la
personalidad, tales como algunos mecanismos de defensa y los conflictos psico-sexuales,
en la génesis de las enfermedades. Aunque en la actualidad resulta por completo
inapropiado preguntarse por la “psicogenia” de alguna enfermedad, la medicina
psicosomática sí representa un antecedente importante en términos de la inclusión de
variables diferentes a las orgánicas para realizar una aproximación más holista e integral
al análisis del proceso salud-enfermedad. Por otra parte, diversos trastornos que se
relacionaron preferiblemente con la presencia de algunos conflictos de personalidad
subyacentes, tales como la hipertensión arterial, se encuentran entre los más favorecidos
por los investigadores en el campo de la medicina comportamental y la psicología de la
salud.
Para finalizar, vale la pena destacar que las publicaciones en psicología de la salud,
especialmente las seriadas, han experimentado un gran auge en los últimos cinco años.
Actualmente, el especialista interesado puede remitirse a extensas fuentes documentales
en el campo, que lo guiarán en abundancia, cualquiera que sea su interés particular
(Simón, 2000).
Referencias
La Organización Mundial de la Salud (OMS, 1964) define la salud como: "un estado de
bienestar completo físico, mental y social y no solamente la ausencia de enfermedad o
dolencia".
A partir de ese momento, se estableció como punto de arranque conceptual para señalar
los objetivos, tratando de diferenciarlas de otras especialidades afines y
complementarias. Así pues, ha habido otros intentos de definir la psicología de la salud
que revisaremos a continuación.
Simón (1993), confluencia de las contribuciones específicas de las diversas parcelas del
saber psicológico (psicología clínica, psicología básica, psicología social,
psicobiología), tanto a la promoción y mantenimiento de la salud como a la prevención
y tratamiento de la enfermedad.
Psicología de la Salud:
Es de gran importancia para una especialidad reciente definir con claridad su objeto de
estudio, a la vez que delimitar su área de actuación a nivel académico, investigador y
profesional, de otras disciplinas, especialidades y campos de estudio con los que puedan
encontrarse solapamientos totales o parciales, así como contradicciones. En conclusión
la psicología de la Salud necesita precisar su ubicación con respecto a la Psicología
Clínica, medicina conductual, psicología comunitaria
1. Medicina comportamental:
Aparece a comienzos de los años 70, definida por su Conferencia Fundacional de Yale
(1977) como el campo interdisciplinario referido al desarrollo e integración de los
conocimientos y técnicas de las ciencias biomédicas y de la conducta relevantes para la
salud y la enfermedad, y la aplicación de esos conocimientos y técnicas a la prevención,
diagnóstico, tratamiento y rehabilitación. El término medicina comportamental se
utiliza, por tanto, para referirse a un campo interdisciplinario de investigación,
educación y práctica, referido a la salud/enfermedad física, que reúne elementos
provenientes de la ciencia del comportamiento, tales como la psicología y la sociología,
o la antropología, y de la educación sanitaria, pero también de la epidemiología,
fisiología, farmacología, nutrición, neuroanatomía, endocrinología, inmunología,
odontología, medicina interna, enfermería, trabajo social y salud pública entre otras,
para colaborar en el cuidado de la salud y en el tratamiento y prevención de las
enfermedades.
2. Psicología clínica:
Cuando se hace mención a la psicología clínica se entiende como el conjunto de
actuaciones sobre sujetos que presentan problemas o trastornos psicológicos. Su
principal característica será, pues, el establecimiento de una relación entre el psicólogo
y su paciente con una dimensión de apoyo y ayuda, a través de los conocimientos y la
actuación psicológica.
Para la American Psychological Association (APA) es la forma de la psicología
aplicada que pretende determinar las capacidades y características de la conducta del
individuo recurriendo a métodos de medición, análisis y observación, y que, con base en
una integración de estos resultados con los datos obtenidos a través del examen físico y
de las historias sociales, ofrece sugerencias para la adecuada adaptación del sujeto.
Así, los supuestos teóricos que definen el trabajo en la clínica, los modelos explicativos
de los trastornos abordados y las estrategias y objetivos de la intervención están
relacionados con esta existencia de un paciente que demanda ayuda para afrontar su
problema.
3. Psicología comunitaria:
4. Psicología de la salud:
Aparece como un área más específica que subraya el papel primario de la psicología
como ciencia y como profesión en el campo de la medicina comportamental y que se
definió como "el conjunto de contribuciones científicas, educativas y profesionales que
las diferentes disciplinas psicológicas hacen a la promoción y mantenimientote la
salud, a la prevención y tratamiento de la especialidad, a la identificación de los
correlatos etiológicos y diagnósticos de la salud, la enfermedad y las disfunciones
relacionadas, a la mejora del sistema sanitario y a la formación de una política
sanitaria"
Los modelos nos dan un marco referencial para saber por donde empezar, que pasos
seguir, y que técnicas necesitamos para influir un cambio en las conductas de las
personas.
Variables adicionales del modelo se refieren si acaso las personas creen que
ellos son susceptibles a enfermarse, si ven como la enfermedad como sería de
grave, o estiman que el comportarse de manera saludable o preventiva va a
resultar más beneficioso que el costo involucrado en adoptar la conducta.
Este modelo nos dice que la mejor forma de predecir la conducta es conocer las
intenciones de una persona. Una intención representa un compromiso de la
persona para actuar de cierta manera y es un fuerte predictor de la conducta
manifiesta, provisto que se de en ciertas condiciones; entre estas, que el tiempo
transcurrido entre la declaración de intención y la ejecución de la conducta no
sea muy prolongada y la especificidad de la acción requerida para materializar la
intención de cambio. Las intenciones son influenciadas por las actitudes, normas
subjetivas y las percepciones provenientes de las presiones sociales, por ello no
se considera como un modelo que por si solo puede explicar conductas
preventivas.
4. El Modelo Integrativo.
Esta basado en las ideas de Bandura y del conductismo skinneriano e intenta
integrar la psicología de la salud con la salud pública. Es un modelo que
pretende enfocarse hacia la comunidad y no hacia problemas individuales.
Define el problema usando indicadores epidemiológicos y de psicología. Su
forma de aproximarse a los problemas es multidisciplinario y multinivel, lo
crítico, según este enfoque, es comprender el estilo de vida y los factores
conductuales dentro del entorno en el cual se dan.
Las primeras fases del análisis incluyen tanto el nivel personal como el nivel
interpersonal. Hay un tercer nivel donde se considera el ambiente social más
inmediato. Un cuarto nivel considera los aspectos institucionales, sociales,
culturales, políticos y económicos, como clases de factores que afectan la
conducta.
Finalmente hay un nivel que implica la evaluación del impacto de las
intervenciones, esta fase de evaluación del programa es importante pero
generalmente se hace de manera poco sistemática, si es que se hace a pesar que
se centra en metas específicas, este modelo es complejo y se considera como un
modelo de planeación.
Estableciéndose hoy en día tres principales causas de enfermedad, en los cuales el estrés
interviene:
• El cáncer.
Cada vez el ámbito de aplicación de la psicología de la salud abarca nuevas áreas; sin
embargo, desde el punto de vista convencional, las siguientes son las principales áreas
de aplicación de la psicología de la Salud:
b. Prevención.
Independientemente del objetivo con el que sea empleada, la entrevista puede variar
desde formas nada estructuradas hasta otras rígidamente organizadas: desde la búsqueda
de información general hasta el intento por obtener datos precisos y concretos sobre
aspectos parciales de la vida del sujeto, y desde el enfoque sobre la historia lejana del
paciente hasta la consideración de la historia reciente o inmediata.
Keefe (1979) señalaba seis importantes funciones que cumple la entrevista en el marco
de su aplicación en psicología de la salud, a saber:
Como una forma de reunir información sobre la historia conductual del paciente.
Como un método para identificar los factores de control del ambiente actual del
paciente.
Como una muestra de conducta del repertorio del paciente, esto es como la
oportunidad de observar el comportamiento del paciente en tanto su conducta
verbal. sus maneras, sus gestos, su apariencia física, su forma de interaccionar
con otros, etc.
Como una oportunidad para compartir información con el paciente acerca del
abordaje de los problemas desde el punto de vista conductual en psicología de la
salud.
Aguirre (1992), señalaba cómo ciertas pruebas de personalidad MMPI, 16PF y EPQ,
principalmente se vienen empleando en intentos de relacionar la personalidad y
enfermedad y salud, tanto para precisar si ciertos tipos de enfermedad implican una
mayor o menor predisposición a enfermar, como para delimitar si existen o no
personalidades específicamente propensas para desarrollar determinado tipo de
trastorno.
Otras pruebas como Cuestionario de ansiedad estado - rasgo de Spielberger, Gorsuch y
Lushene (1970) y el del Inventario de manifestación de la ira rasgo-estado (STAXI) del
mismo grupo en relación del constructo ira-hostilidad con los trastornos coronarios.
A la vez cuenta con tres escalas psicosomáticas y otras tres de índices pronósticos
(previsión de problemas futuros en cuanto curso de la enfermedad y respuesta al
tratamiento), derivado todo ello de la teoría de la personalidad de Millon (1969).
Otro de los instrumentos desarrollados fue por el grupo de Grossarth Maticek y Eysenck
(1990) para evaluar, principalmente, los tipos de personalidad relacionados, según sus
datos, con mayor probabilidad de desarrollar afecciones cardíacas (el denominado Tipo
II) y cáncer (el denominado Tipo I), aunque los instrumentos exploran también los otros
cuatro tipos de personalidad de la tipología de seis elaborada por este grupo.
3. Observación directa:
Es más, como señala Keefe (1979), con frecuencia los datos obtenidos por observación
directa hacen aflorar información de relevancia que no es aportada por otros
procedimientos, o bien ha sido considerada secundaria o poco relevante atendiendo al
informe del paciente o de otros. La razón, entre otras, puede consistir en que el propio
paciente no sea consciente del papel desempeñado por ciertas circunstancias, contextos
o personas respecto a su propio comportamiento, o de su verdadera frecuencia, duración
o latencia.
Permite igualmente al paciente controlar su progreso, por lo que adquiere una función
de feedback que fortalece el comportamiento de cambio y permite rectificar. Adoptando
así una responsabilidad acerca de su propia conducta y su cambio o mantenimiento, y
no desplazando sobre profesionales o instituciones.
La Política en Salud.
En nuestros días la política en salud esta dirigida a la función primordial del sistema
sanitario “El derecho a la Salud”, entendido este no solo de forma exclusiva en
garantizar el derecho del paciente a ser correctamente diagnosticado y tratado, sino
también en procurar que no enferme, que se mantenga sano, asimilando la enfermedad
en cierta medida como un fracaso en el logro de este objetivo.
La Atención Primaria de Salud está concebida como la estrategia global para alcanzar la
meta de Salud para Todos, por lo que constituye un eje central del sistema prestador de
servicios de salud. Desde el año 1978 en Alma Ata se definió como la atención esencial
e integral de salud basada en métodos y tecnologías prácticas, científicamente válidas y
socialmente aceptadas, que son universalmente accesibles a los individuos y las familias
en la comunidad a través de medios aceptables para ellas, a un costo que la comunidad y
el país pueda afrontar, para mantenerla en cada etapa de su desarrollo con espíritu de
responsabilidad y autodeterminación.
• Objetivos.
• A quien se dirigen acciones.
• Características de modelos.
• Interventores.
• Estrategias.
OBJETIVOS COMUNES:
Objetivos de la Prevención:
• Reducir los factores de riesgo y enfermedad.
• Disminuir complicaciones de enfermedad.
• Proteger a personas y grupos de agentes agresivos.
Objetivos de la Promoción:
• Incidir en determinantes.
• Cambios en condiciones de vida.
• Influir en decisiones de políticas públicas.
• Mejorar salud/calidad de vida poblaciones.
• Luchar por equidad y justicia social.
Prevención: ¿a quién?
Primaria: individuos y Grupos en riesgo.
Secundaria: individuos y grupos posiblemente.
Terciaria: enfermos en riesgo de complicaciones y muerte.
Promoción: ¿a quién?
Prevención: modelos
Promoción: modelos.
Estrategias de Prevención.
Ejemplos Prevención:
-Primaria:
Inmunizaciones.
Yodización sal.
-Secundaria:
Pruebas a recién nacidos.
-Terciaria:
Manejo diabetes.
Rehabilitación ACV.
Ejemplos Promoción:
Entornos saludables.
Escuelas saludables.
Municipios saludables.
Estilos de vida.
Lucha tabaquismo.
Ejercicio físico.
Convivencia pacífica
Servicios reorientados
Hospitales saludables
PROMOCIONAR LA SALUD.
PROMOCIONAR EL CONCEPTO.
Una buena salud es el mejor recurso para el progreso personal, económico y social y
una dimensión importante de la calidad de la vida. Los factores políticos, económicos,
sociales, culturales, de medio ambiente, de conducta y biológicos pueden intervenir bien
en favor o en detrimento de la salud. El objetivo de la acción por la salud es hacer que
esas condiciones sean favorables para poder promocionar la salud.
Para promover la salud se debe ir más allá del mero cuidado de la misma. La salud ha
de formar parte del orden del día de los responsables de la elaboración de los programas
políticos, en todos los sectores y a todos los niveles, con objeto de hacerles tomar
conciencia de las consecuencias que sus decisiones pueden tener para la salud y
llevarles así a asumir la responsabilidad que tienen en este respecto. La política de
promoción de la salud ha de combinar enfoques diversos. Si bien complementarios,
entre los que figuren la legislación, las medidas fiscales, el sistema tributario y los
cambios organizativos. Es la acción coordinada la que nos lleva a practicar una política
sanitaria, de rentas y social que permita una mayor equidad.
El cambio de las formas de vida, de trabajo y de ocio afecta de forma muy significativa
a la salud. El trabajo y el ocio deben ser una fuente de salud para la población. El modo
en que la sociedad organiza el trabajo debe de contribuir a la creación de una sociedad
saludable. La promoción de la salud genera condiciones de trabajo y de vida
gratificante, agradable, segura y estimulante. Es esencial que se realice una evaluación
sistemática del impacto que los cambios del medio ambiente producen en la salud,
particularmente en los sectores de la tecnología, el trabajo, la energía, la producción y el
urbanismo. Dicha evaluación debe ir acompañada de medidas que garanticen el carácter
positivo de los efectos de esos cambios en la salud pública.
La protección tanto de los ambientes naturales como de los artificiales, y la
conservación de los recursos naturales, debe formar parte de las prioridades de todas las
estrategias de promoción de la salud.
El sector sanitario debe jugar un papel cada vez mayor en la promoción de la salud de
forma tal que trascienda la mera responsabilidad de proporcionar servicios clínicos y
médicos. Dichos servicios deben tomar una nueva orientación que sea sensible a las
necesidades culturales de los individuos y las respete. Asimismo deberán favorecer la
necesidad por parte de las comunidades de una vida más sana y crear vías de
comunicación entre el sector sanitario y los sectores sociales, políticos y económicos.
IRRUMPIR EN EL FUTURO.
El cuidado del prójimo, así como el planteamiento holístico y ecológico de la vida, son
esenciales en el desarrollo de estrategias para la promoción de la salud. De ahí que los
responsables de la puesta en práctica y evaluación de las actividades de promoción de la
salud deban tener presente el principio de la igualdad de los sexos en cada una de las
fases de planificación.
- a oponerse a las presiones que se ejerzan para favorecer los productos dañinos, los
medios y condiciones de vida malsanos, la mala nutrición y la destrucción de los
recursos naturales. Asimismo se comprometen a centrar su atención en cuestiones de
salud pública tales como la contaminación, los riesgos profesionales, la vivienda y la
población de regiones no habitadas.
- a eliminar las diferencias entre las distintas sociedades y en el interior de las mismas, y
a tomar medidas contra las desigualdades en términos de salud, que resultan de las
normas y prácticas de esas sociedades.
La intersectorialidad:
una necesidad como práctica social en los sistemas de salud. Trabajo coordinado de
instituciones representativas de distintos sectores sociales, mediante intervenciones
conjuntas destinadas a transformar la situación de salud y aportar al bienestar y calidad
de vida de la población. (OPS/ Planificación Local Participativa, 1999).
RIESGOS:
• Biológicos
• Ambientales
• Ocupacionales
• Sociales
• Conductuales
Enfoque intersectorial:
Interdisciplinas:
Ejemplo: La ciencia de la Salud está compuesta en Cuba por varias carreras: medicina,
estomatología, psicología de la salud y enfermería, a la misma vez estas son disciplinas
que interactúan, o deben interactuar con un enfoque sistémico (biopsicosocial-cultural).
Las principales interdisciplinas que se interrelacionan son: los psicólogos, psiquiatras,
ginecólogos, trabajadores sociales, con el objetivo de investigar los factores de riesgo de
una comunidad.