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ALIMENTOS FUNCIONALES

HABICHUELA

Recibe diferentes nombres, dependiendo del país y, a veces, de la región. Se le llama ejote, judías verdes, porotos
verdes, vainicas, chaucha, vainitas, habichuela, alubia verde, entre otros nombres, al fruto inmaduro de la
planta Phaseolus vulgaris. Son vainas aplanadas y alargadas, en cuyo interior se dispone un número de semillas
variable según la especie.

Aunque en el proceso de maduración las paredes de la vaina se endurecen mediante la formación


de tejidos fibrosos, en su forma inmadura resultan comestibles y se consumen como legumbre.

Las judías verdes se comen en todo el mundo y se venden frescas, enlatadas y congeladas. Se pueden comer crudos
o cocidos al vapor, hervidos, salteados o cocidos en cazuelas.

Se conocen más de 130 variedades de judías verdes. Las variedades especializadas para usar como judías verdes,
seleccionadas por la suculencia y el sabor de sus vainas, son las que generalmente se cultivan en el huerto familiar, y
existen muchas variedades. El color de la vaina puede ser verde, púrpura, rojo o veteado. Las formas varían desde
tipos de "filetes" delgados hasta tipos de "romano" anchos y tipos más comunes entre ellos.

¿Qué contienen?

Las habichuelas son fuente de proteínas bajas en grasa. Son ricas en vitaminas – sobre todo del grupo B -, minerales
– magnesio, potasio, calcio, hierro y zinc -, fibra y aminoácidos. Se destacan por su contenido en ácido fólico,
recomendadas para embarazadas.

Beneficios de la habichuela

Las judías verdes tienen efectos diuréticos y depurativos, al ser ricas en potasio y pobres en sodio, por lo que
favorecen la eliminación del exceso de líquidos del organismo.

Los diuréticos, incluso los naturales, eliminan las sales básicas, entre ellas el potasio, que es el encargado de
mantener un adecuado nivel hídrico en nuestro cuerpo.

Por eso es importante añadir a nuestra dieta alimentos que contengan grandes dosis de potasio, llegando a la
proporción de 5 a 1 (cinco veces más potasio que sodio en la dieta).

El potasio, junto con el sodio, mantienen el equilibrio hídrico del organismo. Estos dos componentes,
llamados electrolitos, son necesarios para controlar la presión de la sangre, para mantener el ritmo cardíaco,
para transportar los nutrientes a las células y para evitar que los líquidos sobrantes queden retenidos en el
organismo.

Aunque el sodio y el potasio pertenecen a la misma familia y tienen características químicas similares su distribución
corporal es diferente. Alrededor del 95% del potasio en el cuerpo humano se encuentra en el interior de las células,
mientras que la mayoría del sodio se encuentra en el líquido extracelular, la sangre y otros fluidos. El potasio es el
mineral más abundante en nuestras células y por lo tanto es lógico que necesitemos que nuestra dieta lo contenga
en grandes cantidades.

Las necesidades diarias de ambos macrominerales son interdependientes… A mayor ingesta de sodio, mayores son
las necesidades de potasio.

La cantidad diaria recomendada de sodio es de 500 mg diarios. En la dieta típica de las sociedades desarrolladas se
consumen entre 5 y 20 gramos diarios, es decir, como unas 20 veces la cantidad recomendada. Esto implica que en
las sociedades industrializadas se tiende a consumir el doble de sodio que de potasio. Sin embargo, para mantener
una buena salud los investigadores recomiendan ingerir cinco veces más potasio que sodio.

Las células más primitivas existían rodeadas de agua de mar, un medio en el que los iones de sodio y cloro eran los
más abundantes. Esta gran concentración de sodio hacía que, si no se ideaba un método para expulsar el sodio de
dentro de las células, éstas se llenarían de agua debido al proceso osmótico, lo que estiraría la membrana celular y
disolvería su contenido. Así surgió la bomba de sodio y potasio que transporta los iones de sodio fuera de las células
y los iones de potasio hacia el interior.

La concentración de los iones de sodio y potasio determina el volumen de los fluidos intra y extracelulares. Estos
minerales son responsables de la osmolaridad de los fluidos corporales y por lo tanto controlan el volumen de agua
dentro y fuera de las células.

Una de las funciones más importantes de la bomba sodio-potasio es controlar el volumen de todas las
células. Sin la función de esta bomba la mayor parte de las células del cuerpo se hincharía hasta
explotar. El mecanismo para controlar el volumen es el siguiente: en el interior de la célula hay grandes
cantidades de proteínas y de otras moléculas orgánicas que no pueden escapar de la célula. La mayor
parte de ellas tiene carga negativa y, por tanto, atrae grandes cantidades de potasio, sodio y también de
otros iones positivos.

Todas estas moléculas e iones producen ósmosis de agua hacia el interior de la célula. Salvo que este
proceso se detenga, la célula se hinchará indefinidamente hasta que explote. El mecanismo normal
para impedirlo es la bomba sodio-potasio. Obsérvese de nuevo que este dispositivo bombea tres iones
sodio hacia el exterior de la célula por cada dos iones potasio que bombea hacia el interior. Además, la
membrana es mucho menos permeable a los iones sodio que a los iones potasio, de modo que una vez
que los iones sodio están en el exterior tienen una intensa tendencia a permanecer ahí. Así, esto
representa una pérdida neta de iones hacia el exterior de la célula, lo que inicia también la ósmosis de
agua hacia el exterior de la célula.

Si una célula comienza a hincharse por cualquier motivo, esto automáticamente activa la bomba sodio-
potasio, moviendo aún más iones hacia el exterior y transportando agua con ellos. Por tanto, la bomba
sodio-potasio realiza una función continua de vigilancia para mantener el volumen celular normal.

El hecho de que la bomba sodio-potasio desplace tres iones sodio hacia el exterior por
cada dos iones potasio que desplaza hacia el interior significa que se desplaza una carga
positiva neta desde el interior de la célula hasta el exterior en cada ciclo de bombeo. Esto
genera positividad en el exterior de la célula, aunque deja un déficit de iones positivos
en el interior de la célula; es decir, produce negatividad en el interior. Por tanto, se dice
que la bomba sodio-potasio es electrógena porque genera un potencial eléctrico a través
de la membrana celular. Ese potencial eléctrico es requisito básico en las fibras
nerviosas y musculares para transmitir señales nerviosas y musculares.

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