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2019- DOMINGO DE RAMOS

(El sacerdote no lee el evangelio, sólo inicia, bendice los ramos y da la


motivación para la procesión).
Jóvenes: representación.
NARRADOR: La fiesta de Pascua había llegado, la primera luna de primavera casi estaba
redonda, innumerables grupos de peregrinos llegaban a Jerusalén para celebrar la Pascua.
Jesús y sus apóstoles se habían hospedado en Betania, con Lázaro, Marta y María y, a pesar de
que las autoridades habían girado orden de aprehensión contra Jesús, él decidió entrar en la
ciudad de Jerusalén.

NARRADOR: Recordemos cómo Jesús, antes de elegir de entre todos sus discípulos a los doce
apóstoles se pasó toda la noche en oración. Los nombres de los apóstoles son: Simón, a quien
llamó Pedro y su hermano Andrés; Santiago y su hermano Juan; Tomás y Mateo; Felipe y
Bartolomé; Santiago hijo de Alfeo y Judas Tadeo; Simón el fanático y Judas Iscariote, que fue
quien lo traicionó.

Era domingo, a media mañana, al llegar al monte de los olivos Jesús ordenó a dos de los
discípulos:

JESUS: Vayan a ese caserío que está enfrente y encontrarán un asno atado; desátenlo y
tráiganmelo y si alguien les pregunta ¿Por qué lo desatan? Díganle: “El Señor lo necesita” y
pronto lo devolverá.

NARRADOR: Fueron y encontraron al asno atado y lo desataron. Algunos de los que estaban
allí les dijeron:

DUEÑOS: ¿Qué hacen? ¿Por qué desatan el asno?

JUAN: El Señor lo necesita y pronto lo devolverá.

DUEÑOS: Pueden llevárselo.

NARRADOR: llevaron al asno y lo aparejaron. Jesús montó en él y se encaminaron a Jerusalén.


Una gran multitud lo seguía e iba gritando: ¡hosanna al hijo de David, Bendito el que viene en
el Nombre del Señor! ¡Viva el rey de Israel!

NARRADOR: Judas Iscariote adelantó el paso y entró en Jerusalén gritando.

JUDAS: Hosanna, bendito el que viene en el Nombre del señor, viva el Rey de Israel, ¡viva!

(Judas llama a Juan y a Pedro) Comienza la Procesión:

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JUEVES SANTO
LA ULTIMA CENA DEL EL SEÑOR JESUCRISTO

Llegó el jueves, día en que se sacrificaba al cordero pascual. Dos de los discípulos le dijeron a
Jesús:

APOSTOLES. ¿Dónde quieres que te preparemos la cena de pascua?

JESUS: Vayan a la ciudad y encontrarán a un hombre que lleva un cántaro de agua, síganlo y
en la casa donde entre díganle al dueño de la casa, el maestro te manda a decir: ¿Dónde está
la sala en donde he de celebrar la cena de pascua con mis discípulos? El les mostrara, en el
segundo piso, una sala grande, bien amueblada. Preparen ahí lo necesario.

NARRADOR: Los dos discípulos fueron a la ciudad de Jerusalén e hicieron lo que Jesús les
había dicho.

MATEO.- (Dirigiéndose al joven que lleva el cántaro) ¿Dónde está tu patrón?

JOVEN: .- Amo: lo buscan unos señores.

SANTIAGO: El Señor manda a decir:


¿Dónde está la sala donde he de celebrar la cena de Pascua con mis discípulos?

DUEÑO: Pasen, subamos al piso de arriba, miren, ésta es la sala.

NARRADOR: Llegada la hora de la cena, Jesús se puso a la mesa con sus discípulos.
Los guisos ya estaban preparados: cordero asado, las yerbas amargas, las salsas, el pan y el
vino.
Jesús, mirando a sus discípulos les dijo:

JESUS: Cuánto había deseado comer esta Pascua con ustedes antes de mi pasión,
porque les aseguro que ya no volveré a comer ni a beber hasta que coma y beba yo la Nueva
Pascua en el Reino de Dios.

NARRADOR: Y acabada la cena tomó el pan, hizo la acción de gracias y se los entregó diciendo:

JESUS: Coman, este es mi cuerpo que será entregado por ustedes.


NARRADOR: Y tomando la copa llena de vino de nuevo dio gracias a su Padre y se la pasó
diciendo:

JESUS: Beban todos de esta copa porque es mi Sangre que será derramada para el perdón de
los pecados. Hagan esto en conmemoración mía.

NARRADOR: Acabada la cena, cuando ya el diablo había puesto el corazón de Judas la idea de
entregarlo, Jesús se levantó de la mesa, se quitó su manto, tomó una toalla y echó agua en una
levadera y comenzó a lavar los pies a sus discípulos.

Al llegar a Pedro, éste se resistió y dijo a Jesús:

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PEDRO: Señor ¿tú me vas a lavar los pies a mí?

JESUS: lo que yo hago tu no lo entiendes a ahora, lo entenderás más tarde.

PEDRO: jamás me lavarás a mí los pies.

JESUS: si yo no te lavo, no tendrás parte conmigo.

NARRADOR: sorprendido y temeroso Pedro le contestó.

PEDRO: Si es así, Señor, lávame no solamente los pies, sino también las manos y la cabeza.

JESUS: el que acaba de bañarse no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está
limpio y ustedes están limpios, aunque no todos.

NARRADOR: Eso lo dijo por Judas. Habiendo Jesús terminando de lavarles los pies a sus
discípulos se puso el manto y se sentó de nuevo a la mesa y le dijo:

JESUS: Comprenden lo que acabo de hacer con ustedes, ustedes me llaman Maestro y Señor y
dicen bien porque lo soy, pues si yo, que soy el Maestro y el Señor, les he lavado los pies,
también ustedes deben lavarse los pies unos a otros.

NARRADOR: Entonces, Jesús, mirando a todos con amor, empezó a entristecerse en su


corazón y les dijo:

JESUS: En verdad les digo que uno de ustedes me va a traicionar; el Hijo del Hombre va a ser
entregado, según esta decretado, pero !Ay¡ de aquel hombre que le va a traicionar, más le
valdría no haber nacido.
Esta noche todos se escandalizaran de mí, pues según está escrito: “heriré al pastor y se
dispersarán las ovejas,” pero, después de resucitar, me les adelantaré a Galilea, allí me verán.

NARRADOR: Al oír estas palabras los discípulos se entristecieron y se miraban unos a otros
pensando quién de ellos era el traidor. Pedro le hizo señas a Juan para que le preguntara a
Jesús quién era el traidor, ya que Juan estaba sentado junto a Jesús. Juan,
descansando su cabeza en el pecho de Jesús, le preguntó:

JUAN: Señor ¿Quién es el que te va a traicionar?

JESUS: Aquél a quien yo dé este pedazo de pan

NARRADOR: Jesús tomó un pedazo de pan, lo mojó en la salsa, y se lo dio a Judas Iscariote.
Después de haber tragado el bocado entró en él Satanás.
Jesús dirigiéndose a él le dijo:

JESUS: Judas, Lo que vas a hacer, hazlo pronto.

NARRADOR: Judas se levantó de la mesa y salió del lugar. Era de noche.


Al salir Judas, Jesús les dijo a los demás:

JESUS: Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en él.
Por eso les digo: por poco tiempo estaré con ustedes y a donde yo voy, ustedes no pueden

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venir, pero me seguirán más tarde. Les doy un mandamiento nuevo:
“Ámense los unos a los otros como yo los he amado”.

NARRADOR: Pedro tomó la palabra y dijo:

PEDRO: Señor ¿A dónde vas?

JESUS: A donde yo voy, tú no puedes seguirme, me seguirás más tarde.

PEDRO: ¿Por qué no puedo seguirte ahora? Mi vida daré por ti.

JESUS: ¿Tú darás la vida por mí? En verdad, en verdad te digo:


no cantara el gallo sin que me hayas negado tres veces.

PEDRO: Aunque tenga que morir no renegaré de ti.

NARRADOR: Jesús se quedó viendo a Pedro y luego dirigiéndose a todos les dijo:

JESUS: No se turbe su corazón, pues si creen en Dios, crean también en mí.


A dónde voy yo, ya saben el camino.

NARRADOR: Thomas le dijo:

THOMAS: Señor, no sabemos a dónde vas, ¿Cómo podemos saber el camino?

JESUS: Tanto tiempo he estado con ustedes y ¿no conocen el camino?


Yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie va al Padre si no es por mí.
Si me conocieran a mí, conocerían también a mi Padre.

NARRADOR: Felipe le dijo:

PHELIPE: Señor, muéstranos el Padre y eso nos basta.

JESUS: Felipe, Hace tanto tiempo que estoy con ustedes y aún no me conoces; quien me ve a
mí, ve también al Padre, pues, ¿Cómo dices tú, muéstranos al Padre? El Padre está en mí y yo
estoy en el Padre.
El que me ama cumplirá mis mandamientos y mi Padre lo amará, yo también lo amaré y
vendremos a él y haremos en él nuestra morada.

NARRADOR: Entonces Judas Tadeo le dijo:

JUDAS TADEO: Señor ¿Por qué causa te has manifestado claramente a nosotros y no al
mundo?

NARRADOR: Jesús le respondió así:

JESUS: Cualquiera que me ama guardará mi palabra y mi Padre le amará; pero el que no me
ama, no guarda mi Palabra, y no será amado por mi Padre.

NARRADOR: Jesús, poniéndose de pie les dijo:

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JESUS: La paz les dejo, mi Paz les doy; no se las doy como se las da el mundo.
No se turbe su corazón, el mundo tiene que conocer que yo amo al Padre y que cumplo con lo
que me ha mandado. Levántense, vámonos de aquí.

JUEVES - ORACIÓN EN EL HUERTO DE JETZEMANÍ

NARRADOR: Acabada la cena salió Jesús y se fue, según su costumbre,


hacia el monte de los Olivos para orar. Entonces sus discípulos lo siguieron. (Pausa)

Aquí comenzó la pasión de Jesús. Los discípulos no se daban cuenta de que el corazón de
Jesús estaba lleno de tristeza y que el temor se había apoderado de él. Jesús, llevándose
aparte a Pedro, a Santiago y a Juan les dijo:

JESUS: Siéntense aquí mientras yo voy a orar.

NARRADOR: También les dijo:

JESUS: Mi alma siente una angustia de muerte, aguarden aquí, velen y hagan oración.

NARRADOR: Se alejó de ellos como a la distancia de un tiro de piedra


y comenzó a angustiarse diciendo:

JESUS: Abbá, Padre mío, todas las cosas te son posibles, aparta de mí este cáliz …
mas no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú.

NARRADOR: Jesús se levantó, fue con sus discípulos y los encontró dormidos.

JESUS: Pedro ¿es posible que no hayan podido velar conmigo ni siquiera una hora?
Velen y oren para no caer en tentación. El espíritu es fuerte, pero la carne es débil.

NARRADOR: Jesús regresó a orar.

JESUS: Padre mío, si no puede pasar este cáliz sin que yo lo beba, hágase tu voluntad.

NARRADOR: Jesús regresó nuevamente con sus discípulos;


como los encontró dormidos los dejó y regresó a orar.

JESUS: Padre mío, si es posible, aparte de mí este cáliz… pero no, no se haga mi voluntad sino
la tuya.

NARRADOR: Y llegando con el rostro a la tierra repetía su oración y comenzó a sudar gruesas
gotas de sangre que caían al suelo. Luego se levantó, y sabiendo lo que iba a pasar, dijo a los
discípulos:

JESUS: Duerman ahora y descansen, el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los
pecadores. Levántense, vámonos de aquí, ya llega el traidor.

JUEVES - ARRESTO DE JESÚS Y JUICIO RELIGIOSO

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NARRADOR: Un pelotón de soldados acompañados de una turba, con espadas y palos llegó al
huerto de los olivos junto con Judas para apresar a Jesús.
Jesús, adelantándose, les dijo:

JESUS: ¿a quién buscan?

MULTITUD: A Jesús el Nazareno

JESUS: ¡Yo soy!

NARRADOR: La turba cayó al suelo. Jesús les volvió a preguntar:

JESUS: ¿A quién buscan?

MULTITUD: A Jesús el Nazareno.

JESUS: Ya les he dicho que Yo soy; si me buscan a mí, dejen que estos se marchen.

NARRADOR: En esto se acercó Judas y lo besó diciéndole:

JUDAS: Dios te guarde, Maestro.

JESUS: Judas, amigo, ¿a esto has venido? ¿Con un beso entregas al Hijo del hombre?

SOLDADOS: Es él, es él; que no escape.

NARRADOR: Pedro sacó la espada e hirió a un criado del Sumo Sacerdote;


Jesús, volviéndose a Pedro le dijo:

JESUS: Vuelve la espada a la vaina, porque el que a hierro mata, a hierro muere.

¿Piensas que no puedo acudir a mi Padre y pondría a mi disposición más de 12 legiones de


ángeles?, pero, ¿Cómo se cumplirán las Escrituras, según las cuales conviene que todo esto
suceda?

NARRADOR: En esto la chusma y los soldados arrestan a Jesús y él les dice:

JESUS: Como a un ladrón o a un asesino han salido con espadas y palos a arrestarme; cada
día estaba entre ustedes enseñándoles en el templo y no me arrestaron, pero esta es la hora
de ustedes y la del poder de las tinieblas.

NARRADOR: Arrestaron a Jesús y lo llevaron al palacio del sumo Sacerdote Anás.


Pedro le fue siguiendo hasta entrar al palacio y se sentó junto al fuego con los criados.
Presentan a Jesús al sumo sacerdote Anás, el cual lo interrogó diciéndole:

ANAS: Háblame de tus discípulos y de tu doctrina.

JESUS: He hablado abiertamente delante del todo el mundo, siempre he enseñado en la


sinagoga y en el templo a donde se reúnen todos los judíos y nada he hablado en secreto. ¿Por
qué me preguntas mí? Pregúntales a los que me han escuchado; ellos saben los que les he
dicho.

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NARRADOR: Entonces un criado del sacerdote se acercó a Jesús y golpeándole la mejilla le
dijo:

CRIADO: ¿Así respondes al sumo sacerdote?

JESUS: Si he hablado mal, demuestra en qué está lo malo, y si no, ¿por qué me pegas?

NARRADOR: Entonces llevaron a Jesús ante el Sumo Sacerdote Caifás.

CAIPHAS: ¿Alguien tiene alguna acusación contra este hombre?

TESTIGO 1: Yo le he oído decir: “Destruiré este templo hecho por manos de los hombres, y en
tres días fabricaré otro sin mano alguna.

TESTIGO 2: Dice que es el Mesías, el Hijo de Dios bendito.

CAIPHAS: ¿Qué respondes a estas acusaciones?

NARRADOR: Pero Jesús callaba, entonces, haciendo uso de su autoridad el suma sacerdote le
dijo: "Yo te conjuro en el Nombre del Dios vivo a que nos digas si tú eres el Cristo, el Hijo de
Dios vivo".

JESUS: Tú lo has dicho, Yo soy, y te declaro que verás al Hijo del hombre, al que tienes delante,
sentado a la diestra de la majestad de Dios y venir sobre las nubes del cielo.

NARRADOR: A tal respuesta el sumo sacerdote rasgo sus vestiduras diciendo.

CAIPHAS: Ha blasfemado, ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Nosotros mismos hemos


oído la blasfemia; ¿Qué les parece?

NARRADOR: Todos empezaron a gritar.

MULTITUD: ¡Es reo de muerte! ¡Es reo de muerte!


CAIPHAS: Llévenselo

NARRADOR: Entonces lo empezaron a maltratar, algunos lo escupían. Le vendaron los ojos y le


daban bofetadas. Mientras tanto Pedro estaba sentado en el patio.
En esto lo reconoció una criada y le dijo:

CRIADA 1: También tú andabas con Jesús el Galileo.


PREDRO: No se dé que me hablas.
CRIADA 2: Éste también estaba con Jesús Nazareno.
PEDRO: Te juro que yo no conozco a ese hombre.

CRIADO: Seguramente tú también eres de ellos porque tú mismo modo de hablar te delata,
eres galileo.
PEDRO: Ya les he dicho que yo no conozco a tal hombre.

NARRADOR: En ese preciso momento llevaban maniatado a Jesús, quien volteándose miró a
Pedro. Pedro sintió la mirada compasiva y amorosa de Jesús y salió del lugar …
al instante cantó un gallo; entonces se acordó Pedro de las palabras que Jesús le había dicho:

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"Antes de que le gallo cante me habrás negado". Pedro se echó a llorar amargamente. A Jesús lo
metieron al calabozo del templo y los sumos sacerdotes esperaron que amaneciera para llevarlo
ante el gobernador Pilato y acusarlo ante él.

VIERNES SANTO
Juicio político ante Poncio Pilato
Pregonero: PRIMERA ESTACIÓN: Jesús es condenado a muerte
NARRADOR: Al amanecer los sumos sacerdotes condujeron a Jesús al pretorio del gobernador
Pilato. Salió el Procurador romano y les preguntó:

PILATO: ¿Qué acusación traen contra a este hombre?

CAIPHAS: Si no fuera un malhechor, no lo habríamos traído ante ti.

PILATO: Pues llévenselo y júzguenlo ustedes según su ley.

CAIPHAS: A nosotros no nos es permitido matar a nadie. Ese poder sólo es de Roma.

ANAS: Ese hombre anda revolucionando a la gente diciéndole que no pague el tributo al César

MALCO: Y dice que él es el Mesías, el rey de Israel.

NARRADOR: e insistían rabiosamente en acusarlo, procurando que Pilato lo condenara a


muerte. Pilato llamó a Jesús y le preguntó:

PILATO: ¿eres tú el rey de los judíos?

JESUS: ¿dices eso por tu cuenta o porque otros te lo han dicho de mí?

PILATO: ¿acaso soy yo un judío? Tu pueblo y los jefes de tu pueblo te han entregado a mí.
¿Qué mal has hecho?

JESUS: Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuese de este mundo mi gente habría
combatido para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.

PILATO: Entonces ¿tú eres rey?

JESUS: Tú lo has dicho. Yo soy rey. Para esto nací y para esto vine al mundo, para dar
testimonio de la verdad. Todo hombre que está de parte de la verdad escucha mi voz.

PILATO: ¿y qué es la verdad?

NARRADOR: Dicho esto, Pilato se dirigió de nuevo a los judíos y les dijo:

PILATO: No encuentro ni un delito en este hombre.

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CAIPHAS: es un blasfemo, merece la muerte.

ANAS: Viola el sábado sin hacer caso de la ley.

MALCO: ¡es un criminal!

NARRADOR: Pilato se dirigió nuevamente a Jesús y le preguntó:

PILATO: ¿no oyes de cuántas cosas te acusan? ¿No respondes a nada?

NARRADOR: Pero Jesús callaba. Pilato de nuevo se dirigió a los judíos y les dijo:

PILATO: Me han presentado a este hombre como un revolucionario


y habiéndolo interrogado no encuentro en delito que merezca la muerte.

CAIPHAS: Anda amotinando al pueblo desde Galilea hasta Judea

NARRADOR: Pilato, queriendo salvar a Jesús, se dirigió a la multitud:

PILATO: Pues bien, ya que es costumbre entre ustedes que suelte a un reo por la fiesta de
Pascua, ¿a quién quieren que deje en libertad, a Barrabas que es un ladrón y un asesino,
o al rey de los judíos?

MUCHACHO: Suelta a Jesús que no ha hecho ningún mal, Barrabás es un asesino.

CAIPHAS: Suelta a Barrabás.

PILATO: ¿y qué quieren que haga con el rey de los judíos, con Jesús llamado el Mesías?

NARRADOR: Entonces los sacerdotes y todo el pueblo comenzaron a gritar:

ANASY PUEBLO: ¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!

CAIPHAS: Eso, sí, ¡crucifícalo!

NARRADOR: Pilato calmó al pueblo y les dijo:

PILATO: Como yo no encuentro ningún delito en él, lo mandaré a azotar y


luego, le daré la libertad al igual que a Barrabás.

NARRADOR: Entonces Pilato ordenó a los soldados que flagelaran a Jesús.

Jesús fue azotado sin misericordia y sin piedad, ante la mirada angustiosa de su madre,
acompañada de María la esposa de Cleofás y de María Magdalena y del apóstol Juan.

SOLDADO.- ¡basta! Desátenlo.

SOLDADO 1: Aquí tienes tu manto.

SOLDADO 2: Y tu cetro.

SOLDADO 3: Y tu corona.

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NARRADOR: María, la Madre de Jesús, al ver el tormento de su hijo, no soportando más, se
desmayó. Entonces los soldados se acercaban a Jesús y le decían:

SOLDADO: ¡Salve, Rey de los judíos!

SOLDADO: ¡Salve!

SOLDADO: Basta ya. Vamos a llevarlo al gobernador Pilato.

NARRADOR: Pilato presento a Jesús ante al pueblo y les dijo.

PILATO: He aquí está al hombre.

SACERDOTES: ¡Crucifícalo, crucifícalo!

PILATO: Tómenlo ustedes y crucifíquenlo. Yo no encuentro en él ninguna culpa.

ANAS: Nosotros tenemos una ley y según esta ley debe morir,
porque se hace pasar como Hijo de Dios

NARRADOR: Cuando Pilatos escucho esto se atemorizo más.


Entonces dirigiéndose a Jesús le dijo:

PILATO: ¿De dónde eres tú? ¿No me contestas a mí? ¿No sabes que tengo poder para liberarte
y poder para mandar que te crucifiquen?

JESUS: No tendrías ningún poder sobre mí si no te lo hubieran dado de lo alto,


por eso el que me entrego a ti tiene un pecado mayor que tú.

NARRADOR: Desde ese momento Pilato buscaba la manera de dejarlo en libertad,


pero los judíos comenzaron a gritar:

JUDIO: Si lo dejas libre, no eres amigo del César, porque todo el que se proclama rey, se hace
enemigo del César.

NARRADOR: Era el día de la preparación de la fiesta de la Pascua; como a las 9 de la mañana,


dijo Pilato a los judíos:

PILATO: Aquí tienen a su rey.

JUDIOS: Fuera, fuera, ¡crucifícalo!

PILATO: ¿Debo crucificar a su rey?

ANAS: Nosotros no tenemos más rey que el César.

PILATO: Allá ustedes .Tómenlo y crucifíquenlo, pero yo no encuentro ningún delito en él.

NARRADOR: Entonces Pilato pidió agua y se lavó las manos diciendo:

PILATO.- Inocente soy de la sangre de este justo.

PUEBLO: Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos.

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Diálogo con Jesús.
¿Sabes Jesús? Realmente pareces un rey de burlas o un loco; todo tu cuerpo está
salpicado de Sangre; estás irreconocible. Tu bendito rostro está lleno de salivazos, de
terra. Estás desvelado, estás acabado. Tal vez por eso te condenan… Si no fuera por tu
mirada, sería imposible reconocerte. La flagelación hizo sangrar todo tu cuerpo, pero no
tanto como la ingrattud y la maldad de todos nosotros que también somos tu cuerpo.
El amor te enloqueció a tal grado que pareces un loco, un rey de burlas; sin embargo, esa
mirada tuya llena de amor, de luz, de perdón, de ternura y de piedad, te hace diferente.
Sí, mírame, Jesús, porque esa mirada tuya es capaz de curar mi locura y convertrme en
uno de tus amigos. Mírame, Jesús, y sáname de las burlas y los golpes que he recibido.

Oración
¡Oh amado Jesús, que quisiste padecer como vil demente delante del sacrílego pueblo,
esperando la sentencia de muerte que contra t daba el trano juez! Te suplico, Señor mío,
que por esta humillación tuya mortfique yo mi soberbia, para que, sufriendo
humildemente las afrentas de esta vida, goce contgo en la eternidad. Amén.

NARRADOR:-Entonces, Pilato dejó en libertad a Barrabas y les entregó a Jesús para que lo
crucificaran. Enseguida Pilato, para humillar a los judíos, llamó al centurión y le ordenó:

PILATO: Haz que escriban en una tablilla la causa de la condenación del Nazareno; escribirás
en griego, en latín y en hebreo esta sentencia: “Jesús de Nazareno Rey de los judíos ”.

Pregonero: Segunda Estación: Jesús es cargado con el peso de la cruz.


NARRADOR: Entonces los soldados cargaron la cruz sobre los hombros de Jesús. Con cuanta
resignación, Jesús recibió sobre sus hombros el terrible instrumento de su suplicio.

Diálogo con Jesús.


Jesús, tus enemigos decían de t que eras un tragón y un borracho, pero ahora, tembla tu
cuerpo por la debilidad. Ahora que tomas la cruz sobre tu hombro y avanzas hacia el
Calvario, pareces un títere, un hilacho. Jesús, ¡cuidado, te vas a caer!
No estás borracho, mi Señor, tú estás ebrio de amor, no de alcohol. Y… sí, eres un glotón,
porque no quieres la salvación de muchos, sino la de todos.
Embriágame de tu Amor Misericordioso con tu Preciosa Sangre y, dame mucha hambre de
tu Divina Voluntad, dame hambre de tu evangelio, dame hambre de tu cuerpo en la
Eucaristía. Yo seré un glotón y bebedor del Reino de Dios; quiero ser como tú.

Oración
¡Oh Rey supremo de los cielos, que sufriste ser entregado a la voluntad de las autoridades
judías para ser cruelmente torturado y una vez condenado a muerte echaron sobre t el
tremendo peso de la cruz. Así fuiste exhibido como malhechor por las calles de la ciudad
de Jerusalén. Te ruego, Señor mío, me ayudes a llevar mi cruz, la cruz de cada día, hasta
que llegue yo contgo a tu Reino. Amén.
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NARRADOR: También los soldados pusieron una cruz sobre los hombros de otros dos
condenados que serían crucificados junto con Jesús. Los sacaron del pretorio de Pilatos, los
condujeron a las afueras de la Ciudad, hacia una colina en forma de cráneo llamada “Gólgota ”
Rápido corrió la noticia por la ciudad de Jerusalén y acudió un gran gentío a contemplar el
horrible espectáculo.

Pregonero: Tercera Estación: Jesús cae por primera vez.


NARRADOR: La sangre que ha derramado Jesús en la flagelación y en la coronación de
espinas, lo han debilitado y sin fuerzas cae por primera vez bajo el peso de la cruz.

Diálogo con Jesús.


Cualquier atleta administra sus energías, es disciplinado en sus alimentos, cuida su
rendimiento; pero tú, Jesús, lo entregaste todo, desde la cuna hasta la cruz.
Caes, y al caer aprendes que tu cuerpo tene límites. Tú dijiste a los apóstoles:
"El espíritu está pronto, pero la carne es débil" ¿Qué esperabas?, ¿Pensabas que nunca se
te iban a acabar las fuerzas? Ya viste que no.
Yo soy débil, soy flojo, soy cobarde…
Ándale, Jesús, levántate. Enséñame que es posible darlo todo siempre.

Oración
¡Oh amabilísimo Jesús, que fatgado por el gran peso de la cruz caíste en terra para darnos
a conocer la realidad de nuestra debilidad y la gravedad de nuestros pecados. Te ruego que
me ayudes a levantarme de mis flojeras y de mis cobardías para que me entregue sin
medida al cumplimiento de tus mandamientos y al bien de mis hermanos. Amén.

NARRADOR: No se levanta sino después de los insultos más soeces; todo lo soporta sin quejas
ni enojos.

Pregonero: Cuarta Estación: Jesús se encuentra con su Madre.


NARRADOR: Jesús, con los ojos llenos de sangre, alcanza a reconocer a su Madre entre la
multitud. Ella también lo ve, las miradas se cruzan y, en un impulso irresistible, La Virgen
Madre se abre paso entre la multitud y rompiendo el cerco hecho por los soldados llega hasta
su Hijo amado.

MARIA: ¡Hijo mío! ¡Hijo mío!

JESUS: Madre, gracias Madre, no temas, se hará la voluntad del Padre, no llores más.

MARIA: Déjame, Hijo mío; mis lágrimas son gotas de sangre que brotan de mi corazón, Hijo
mío, cómo te han puesto, ¡Hijo de mi alma!

MARIA DE CLEOFAS: Ten valor María, ven con nosotros.

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MAGDALENA: Señor, mi Señor, déjame llevar tu cruz.

JESUS: Magdalena también tú lloras por mí, gracias, Magdalena.

MAGDALENA: Tú cambiaste mi corazón y mi vida, Maestro, quiero sufrir y morir contigo.

Diálogo con Jesús.


Qué ingrato eres, Jesús. No pensaste en el dolor de tu madre. Te lanzaste a cumplir la
voluntad del Padre y olvidaste que el dolor de una madre es el más intenso.
Cómo te compadeciste de la viuda de Naim y le devolviste vivo a su hijo y…
con María, fuiste tan duro. ¿Por qué, Jesús?
Seguramente ese dolor era también la voluntad del Padre. Sí, así lo había anunciado a
María el anciano Simeón: "Este niño será puesto para ruina o para resurgimiento de
muchos; y a ti una espada de dolor te atravesará el alma"
Al ver sufrir a tu Madre aumentó al máximo tu dolor, amado Jesús.
Hijo y Madre unidos en una sola pasión para la salvación del mundo. Gracias, Jesús.

Oración
¡Oh Virgen prudentísima, la más afligida de las mujeres! Qué dolor tan cruel traspasó tu
corazón al ver a Jesús en la vía dolorosa. Tu Hijo, Señora, está afeado, su rostro renegrido.
Ahora es la basura y el desecho de los hombres; te ruego, Madre afligida, que pueda yo
llorar amargamente mis errores y mis pecados. Amén.

SOLDADO: Atrás, atrás, nadie debe acercarse a los condenados.

Pregonero: Quita Estación: El Cirineo ayuda a Jesús a llevar la cruz.


NARRADOR: Jesús estaba tan desangrado y débil que los guardias tenían miedo que se les
muriera en el camino y las órdenes eran que debía morir crucificado y no en el camino.
Entonces, no por compasión sino por conveniencia, detuvieron a un hombre llamado Simón,
originario de Cirene, que venía del campo, y lo obligaron a llevar la cruz de Jesús delante de él.

SOLDADO: Anda, tú, ayuda al Nazareno a cargar su cruz. (Se realiza el dialogo con Jesús y la
oración) Vamos, apúrate.

Diálogo con Jesús.


Jesús, si te hubieras hecho amigo de polítcos y poderosos, te aseguro, que con sus
influencias, hubieras tenido quién te ayudara a llevar la cruz; en cambio, te hiciste amigo
de malas compañías como prosttutas y pecadores.
Ah, y también de pobretones y de enfermos…
No puedes ni con tu propia cruz y ¿pretendes ayudarnos?
Pero tú nos dijiste: "tomen mi yugo sobre ustedes" o sea, que necesitas que te ayudemos
con tu cruz, bien unidos a t, jalando parejos, como hacen los verdaderos amigos.
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Los soldados tuvieron que obligar a un extraño a ayudarte porque te dejamos solo.
Gracias Jesús, ¿Qué sería de mí y de toda la humanidad sin un amigo como tú? Gracias,
Jesús.
Oración
¡Oh amantísimo Jesús! Pues por mi amor llevaste la muy pesada cruz y quisiste que en
Simón de Cirene todos te ayudáramos a llevarla; te suplico, Señor, que yo mire con amor
no sólo a mis amigos sino también a los desconocidos y a los más insignificantes.
Jesús, gracias por todos los amigos que me ayudan a llevar mi cruz.
Pregonero: Sexta Estación: La Verónica limpia el rostro de Jesús.
NARRADOR: Una mujer llamada Verónica, al ver a Jesús tan lastimado, salió de entre la
multitud y se acercó a Jesús para limpiarle el rostro.

Diálogo con Jesús.


Jesús, todos los sabios y prudentes han desconfiado de la mujer y tú, en cambio, eres el
único que conoce a la mujer, que confía en la mujer, que la defiende.
Qué desesperación tan grande la del esclavo, la del enfermo y la del inválido cuando no
pueden secarse el sudor, voltearse… y qué alivio tan grande sienten cuando alguien lleno
de ternura les alivia esa desesperación.
La Verónica, mujer valiente e inteligente, burló a los soldados y llegó hasta t, Jesús, para
limpiarte el rostro. En medio de tanto dolor recibiste ese consuelo.
Tú dijiste " El que de beber tan sólo un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños… no
se quedará sin recompensa" y qué recompensa tan hermosa recibió aquella mujer, amado
Jesús, dejaste tu imagen en el velo y en el alma de aquella mujer. Gracias Jesús.

Oración
¡Oh hermosísimo Jesús, me alegro contgo, porque siendo afeado tu rostro por los golpes y
las inmundas salivas; la Verónica, aquella valiente y piadosa mujer, te limpió el sudor con el
velo de su cabeza y tu santa imagen quedó impresa en él; te suplico, Señor, que estampes
en mi alma la imagen de tu santísimo rostro y que la lleve siempre en mí. Amén.

NARRADOR: Acercándose la Verónica a Jesús, le dijo:

VERONICA: Jesús, yo no sé si eres culpable o no; sólo sé que sufres y que has ayudado a
mucha gente del pueblo; deja que con este paño limpie el sudor y la sangre de tu amado rostro.

SOLDADO: Apártate, mujer, nadie debe acercarse a los condenados, quítate

MUJER: ¡El rostro, el rostro!- Miren el paño de la Verónica; el rostro de Jesús.

PUEBLO: ¡Milagro, milagro!

Pregonero: Séptima Estación: Jesús cae por segunda vez.


NARRADOR: El peso de la cruz es demasiado; Jesús está agotado y cae por segunda vez en
tierra.
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Diálogo con Jesús.

Jesús, caes por segunda vez, veo que también tú vives del fracaso.
Se dicen maravillas de los grandes maestros de la humanidad como Sócrates, Krishna, Buda
y Mahoma. También los polítcos pagan para que los medios de comunicación pregonen
sus maravillas y hasta nosotros inventamos mentras para lucir nuestros éxitos… pero los
Evangelios en cambio, ¿qué dicen de t?: Nacido en un pesebre, niño emigrante, tus
parientes te tenían por loco, las autoridades como peligroso, los sacerdotes como
blasfemo y excomulgado; rechazado por tu pueblo, abandonado por tus amigos y
condenado a muerte… en fin, un fracasado.
Pero, ¿qué dice Dios Padre? “Este es mi Hijo amado, en quien me complazco”. ¿Por qué?
Porque amaste sin límites. Estás caído porque prefieres estar caído tú y no yo.
Jesús, dame la gracia de aceptar y superar siempre mis fracasos. Concédeme amar sin
límites. Gracias, Jesús.

Oración
¡Oh suavísimo Jesús, que por la fatga de tu vencido cuerpo caíste por segunda vez con la
cruz! Te suplico, Señor, me hagas conocer el inmenso peso que tenen mis pecados, y que
con tu gracia ningún fracaso me arrastre al desaliento y a la eterna pena. Amén.

NARRADOR: Jesús de nuevo es víctima de la crueldad de los soldados que lo golpean y lo


insultan hasta que se levanta.
Pregonero: Octava Estación: Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén.
NARRADOR: Seguían a Jesús una gran multitud del pueblo y de mujeres que se golpean el
pecho y lloraban por él. Jesús en medio de su dolor, las mira con ternura y les dice:

JESUS: Hijas de Jerusalén, no lloren por mí, lloren más bien por ustedes mismas y por sus
hijos, porque si esto pasa con el leño verde, ¿qué no pasará con el seco?

Diálogo con Jesús.


Jesús, tu siempre nos hablaste de un Reino de Dios, pero, ¿dónde está ese Reino de Dios?
¿Quisiste tú una Iglesia rica y poderosa, con una organización perfecta y con unos líderes
ttulados y dominantes…
Jesús, ¿ha fracasado ese Reino de Dios? No, tú mismo estremecido de gozo en el Espíritu
Santo exclamaste: "Gracias te doy, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado
estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla"

Hoy siguen dando lástma los pobres, los enfermos, los perseguidos, los débiles.
Tú también, Jesús, llevando esa cruz, das lástma; y las mujeres que mantenen de pie a tu
Iglesia con su presencia, con su servicio y con su sacrificio diario… dan lástma.
¿Qué regalo te damos en cuaresma y en viernes Santo? Nuestra lástma.
Pero más lástma dan los millones de niños, los millones de hijos, condenados al desamor y
a la soledad; presas de la depresión, de la moda, de los vicios; sin encontrarle sentdo a la

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vida… Por eso, hoy vuelve a resonar tu voz: "No lloren por mí, más bien lloren por ustedes
y por sus hijos". Gracias, Jesús.
Oración
¡Oh Maestro soberano, que, viendo a las piadosas mujeres que se dolían de tus
sufrimientos las enseñaste a que lloraran por ellas y por sus hijos! Concédeme, Señor mío,
que con fervorosas lágrimas de arrepentmiento lave mis pecados y no tenga miedo de
darle lástma al mundo por creer y vivir tu evangelio. Amén.

Pregonero: Novena Estación: Jesús cae por tercera vez


NARRADOR: Jesús, ya casi ha llegado a la cima del calvario; dirige su mirada sobre el lugar en
que pronto va a ser crucificado. Ya no puede más. Por más que quiere levantarse, no puede.
Ha caído por tercera vez, ya no se levantará, su rostro es uno con el polvo. Está vencido.

Diálogo con Jesús.


Jesús, tú también eres del número de los que ya no pudieron levantarse más por la
enfermedad, por el vicio, por la fatga, por el fracaso, por las injustcias, por la traición y por
el desprecio.
Tú lo expresaste muy bien en tu enseñanza sobre el juicio final: "Lo que hicieron con los
más insignificantes de mis hermanos, conmigo lo hicieron" Y tú ahora, vencido bajo la cruz,
eres de esos, de los más insignificantes.
Divino Maestro, yo he oído muchas veces esta guía que nos diste para el examen del juicio
final, pero nunca te he tomado en serio. Buen Jesús, aún estoy a tempo, ayúdame a
descubrirte, a servirte, a amarte en tus hermanos, los más insignificantes. No permitas,
Jesús, que tanto dolor tuyo y de tanta gente sea inútl… Gracias, Jesús, porque elegiste el
últmo lugar, con los más despreciables, gracias, Jesús, te buscaré y te encontraré más en
mis caídas que en mis triunfos.
Oración
¡Oh benignísimo Jesús, que sufriste el ser pateado y pisoteado en tu tercera caída, te
suplico, Divino Maestro, que mirándote en los insignificantes, en mis enemigos, y viviendo
intensamente la caridad, apruebe el examen final del amor, y teniendo paciencia en mis
trabajos, como buen alumno tuyo, descanse contgo en el gozo del cielo. Amén.

Pregonero: Décima Estación: Jesús es despojado de sus vestiduras


NARRADOR: Acostumbraban los romanos crucificar desnudos a los condenados a la terrible
muerte. Los verdugos arrancaron a Jesús la túnica que se le había pegado en todas las heridas
de la flagelación; ahora, al ser arrancada, se le abrieron todas de un jalón; además de la
tremenda humillación y vergüenza de quedar desnudo ante todo el pueblo.

SOLDADO: Bebe, esto aliviará tus sufrimientos.

Diálogo con Jesús.

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Jesús, al hacerte hombre, te hiciste totalmente pobre, tú mismo te despojaste de tus
privilegios de Dios para llegar a ser uno de tantos. De la cuna a la tumba nunca poseíste
algo como tuyo propio. Pero ahora son los soldados quienes te desnudan para ridiculizarte,
para exhibir tu cuerpo flagelado, débil y tembloroso.
Jesús, tenemos horror a la pobreza, por eso robamos, mentmos, traficamos droga y armas
y nos sobornamos los unos a los otros. Tenemos horror de no andar a la moda, de parecer
ridículos ante los demás… Otros, necesitamos de trapos, de uniformes y vestduras para
imponernos, porque sin ese disfraz de autoridad estamos desnudos.
Gracias, Jesús, por cubrir nuestra desnudez con tu preciosa sangre.

Oración
¡Oh pacientísimo Jesús, pues sufriste la pobreza total desde la encarnación hasta que te
despojaron de tus vestduras y te arrancaron hasta la piel. Te ruego, Varón de dolores, por
el sufrimiento que viviste cuando quedaste desnudo ante la multtud y cuando para tu sed
te ofrecieron vino mezclado con hiel; que me quiete el disfraz de la mentra y que no
pretenda yo mezclar en la misma copa el bien y el mal. Amén.

CRUCIFICCIÓN Y MUERTE DE JESÚS

Pregonero: Décima Primera Estación: Jesús es clavado en la cruz.


NARRADOR: Ha llegado el momento más doloroso de la pasión de Jesús: con una brutalidad
sin nombre los soldados clavaron las manos y los pies de Jesús al madero de su suplicio. Luego
levantaron la cruz y el dolor fue extremo, quedando Jesús entre el cielo y la tierra.
Mientras tanto, para esperar la muerte de los condenados, los soldados se pusieron a jugar a
los dados sorteándose las vestiduras de Jesús.

Diálogo con Jesús.


¡Jesús! ¿Cómo se atreve un hombre a clavar a otro hombre en una cruz?
El poder, el dinero, la miseria y las pasiones deshumanizan al hombre.
Los soldados te clavaron porque era su trabajo, ¿Cuánto les pagaron? Los romanos
crucificaban a los vencidos para extender su imperio a través del terror; los fariseos te
entregaron por envidia; los sacerdotes te entregaron a los romanos porque no te les
sometste, porque no soportaron a un Dios al que no podían manejar; y ¿el pueblo?...
El pueblo pidió a Pilato que te crucificara porque no resultaste ser el Salvador que ellos
esperaban; el pueblo quiere comida y diversión aunque sean esclavos.
Tú, Jesús, te tendiste sobre la cruz y te dejaste clavar. Todos tenen motvos para odiarte y
sin embargo, Jesús, tu recibiste el castgo que nos trae la paz y en tus llagas hemos sido
sanados. Gracias Jesús por enseñarme a ser libre, aunque me claven en la cruz.
Oración
¡Oh clementísimo Jesús! Ya que sufriste ser extendido en la cruz y que clavaran tus pies y
manos en ella, te ruego, Señor mío, por tu eterno amor, que olvides los pecados de
quienes se arrepienten y tengas misericordia de los que no quieren arrepentrse, y que ya
no extenda yo mis pies y manos a la maldad, sino que viva sacrificándome en tu santo
servicio. Amén.
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Pregonero: Décima Segunda Estación: Jesús muere en la cruz.
NARRADOR: Estuvo Jesús en agonía de las 12 de día a las tres de la tarde; en esas benditas
horas nos dio su testamento, sus máximas enseñanzas, sus 7 palabras. Sí, un testamento no
sólo para nosotros sino para toda la humanidad.

JESUS: Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.

NARRADOR: Colocaron encima de él una inscripción en hebreo, griego y latín que decía:
“Jesús Nazareno Rey de los judíos”. La multitud miraba todo desde lejos los jefes de los
sacerdotes se burlaban de él y le hacían muecas diciendo:

CAIPHA: Tú que derribabas el templo y lo reedificabas en tres días, baja de la cruz.

ANAS: Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo, que el rey de Israel baje de la cruz.
Baja, baja, y creeremos en ti. Ja ja.

NARRADOR: Junto con Jesús crucificaron a dos malhechores; uno a la derecha y otro ala
izquierda. Uno de ellos llamado Gestas lo insultaba diciendo:

GESTAS: ¿Así que tú eres el Mesías?, pues sálvate a ti y sálvanos a nosotros.

NARRADOR: Pero el otro ladrón llamado Dimas le replicaba diciendo:

DIMAS: ¿No temes a Dios tú que estás en el mismo suplicio? Nosotros lo tenemos merecido y
pagamos por nuestros crímenes pero él no ha hecho nada malo.

NARRADOR: Y volviéndose con todas sus fuerzas hacia Jesús le dijo:

DIMAS: Señor, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino.

JESUS: En verdad, en verdad te digo: “hoy estarás conmigo en el paraíso”.

NARRADOR: Junto a la cruz de Jesús estaba su madre y la hermana de su madre, María,


esposa de Cleofás y María Magdalena. Jesús al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que
más quería, dijo a su madre:

JESUS: Mujer, ahí tienes a tu hijo.

NARRADOR: Después dijo al discípulo:

JESUS: Ahí tienes a tu madre.

NARRADOR: Y desde ese momento, Juan, el discípulo, se la llevó a vivir con él.

NARRADOR: Desde el mediodía el sol se oscureció en todo el país hasta las tres de la tarde;
a esa hora Jesús gritó con voz potente:

JESUS: Dios mío, Dios mío ¿Por qué me has abandonado?

NARRADOR: Después de esto, para que se cumpliera la Escritura, Jesús dijo:

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JESUS: Tengo sed.

NARRADOR: Había allí un jarro lleno de vino agridulce. Pusieron en una caña una esponja
empapada de esa bebida y la acercaron a sus labios. Cuando hubo probado el vinagre Jesús
dijo:

JESUS: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.

NARRADOR: Y diciendo esto, expiró.

Diálogo con Jesús.


Ha llegado la hora de callar; el Hijo de Dios va a hablar desde la cruz. El sol se oscurece, la
terra enmudece, la naturaleza se asombra: Dios está muriendo.
Mi Jesús, cuando amamos a alguien que agoniza estamos junto a él, junto a su cama y
estamos atentos a sus gestos y a sus palabras, y yo, yo, Jesús, ¿no podré nunca detenerme
a escuchar tus siete palabras? ¿No las llevaré cada día conmigo hasta que también a mí me
llegue la hora? Jesús, Ahí está tu Madre y el discípulo y Magdalena; júntame a ellos, Señor.
Quiero aprender a estar junto a tu cruz hasta comprender con el alma que mueres así por
mi amor. Gracias, Jesús

Oración
¡Oh divino Jesús, que crucificado entre dos ladrones, fuiste levantado a la vista de todo el
mundo y padeciste tormentos horribles! Te ruego, Señor mío, que sanes mi alma enferma
y me claves en tu cruz hasta que me vea libre de mis pecados y pueda ofrecerme contgo al
Padre por la salvación del mundo. Amén.

DESCENDIMIENTO Y SEPULTURA DE JESÚS.

Pregonero: Décima Tercera Estación: Jesús es bajado de la cruz.


NARRADOR: Era el día de la preparación de la pascua, los judíos no querían que los cuerpos
de los ajusticiados quedaren en la cruz al día siguiente, porque aquel sábado era una fiesta
muy grande; por eso pidieron a Pilato que hiciera quebrar las piernas a los que estaban
crucificados, para después retirarlos. Vinieron los soldados y les quebraron las piernas a los
dos malhechores, pero al llegar a Jesús, viendo que ya estaba muerto, no le quebraron las
piernas sino que uno de los soldados le traspasó el costado de una lanzada, y al instante brotó
sangre y agua. Después de esto, José de Arimatea se presentó ante Pilato para pedir la
autorización de retirar el cuerpo de Jesús.

JOSE: Que la paz sea contigo, Pilato.

PILATO: Salve Arimatea, ¿Qué deseas?

JOSE: Vengo a pedirte humildemente el cuerpo de mi maestro Jesús de Nazareth que ha


muerto en la cruz; por favor, permíteme sepultarlo.

PILATO: ¿Ha muerto? Nadie muere en el suplicio de la cruz en tampoco tiempo.


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JOSE: Jesús llegó muy golpeado al calvario, ya se venía muriendo.

PILATO: (a los soldados) Este hombre dice que ha muerto el Nazareno ¿es verdad?

SOLDADO: Sí, ha muerto y, verdaderamente, era el Hijo de Dios.

PILATO: ¡Calla!

JOSE: Quiero sepultarlo en un sepulcro que mande hacer para mí, es un sepulcro nuevo y
ninguno ha sido sepultado ahí.

PILATO: Puedes llevártelo.

JOSÉ: ¿Y cuánto va ser…?

PILATO: Nada, anda, anda, llévatelo.

NARRADOR: Entonces llegaron José de Arimatea y Nicodemo y bajaron de la cruz el cuerpo de


Jesús, lo envolvieron con lienzos perfumados con mezclas de mirra y áloe, según la costumbre
de sepultar de los judíos. María, la madre de Jesús, al recibir el cuerpo de su hijo sufrió
intensamente; nadie podría consolar tan gran dolor.

MARÍA: Hijo mío, aquí te recibo en mis brazos, como cuando eras niño. Hijo mío, has dado la
vida para la salvación de todo el mundo. ¡Hijo de mí alma!

Diálogo con Jesús.


Descansa, amado Jesús. Descansa en brazos de mamá; duerme. Los sufrimientos han
terminado. Pero, ¿Ése eres tú, Jesús? Estás totalmente destrozado e irreconocible …sólo tu
Madre no se equivoca: "Éste es mi hijo amado".
Amado Jesús, ¿Podré yo reconocerte hoy, entre tantos hombres y mujeres deformados del
cuerpo y del alma? ¿Podré, siquiera, aceptar a los muertos ya que nunca he podido
soportar a los vivos? Jesús, descansa en brazos de María y déjame estar ahí, junto a ella,
aprendiendo a reconocerte y a amarte. Gracias, Jesús.
Oración
¡Oh Madre de misericordia! Por aquellas penas que padeciste cuando pusieron a tu muy
amado Hijo en tus brazos, y fue limpiado por t y lavado con tus lágrimas, te suplico me
alcances un gran dolor de haberle ofendido y compasión de tus muchas penas y de todo
hombre y mujer que estén destrozados. A mí también límpiame y lávame hasta que
recupere yo en mí tu divina imagen.

Pregonero: Décima Cuarta Estación: Jesús es sepultado.


NARRADOR: Cerca del lugar donde crucificaron a Jesús, había un huerto, y en el huerto un
sepulcro que pertenecía a José de Arimatea nuevo donde nadie había sido sepultado. Ahí
pusieron el cuerpo de Jesús y taparon la entrada de la cueva con una gran piedra.
Después de esto se retiraron.
Eran las 6 de la tarde del viernes, era el día de la preparación de la fiesta de la Pascua.
El gran reposo sabático comenzaba.
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Diálogo con Jesús.
Jesús, ya descansa tu cuerpo en las entrañas de la terra, un nuevo hombre se está
formando, el nuevo Adán está por nacer.
Tenías que terminar así porque todo lo revolucionaste: curaciones en sábado, dejar que los
impuros te tocaran, predicar sin licencias, abrazar y besar a los niños, enseñar que Dios es
Padre de todos, poner a las prosttutas hasta adelante en el reino de los cielos, dejar sola a
tu Madre, devolver la moneda del impuesto al César, dar el Paraíso a un ladrón, confiar en
Judas Iscariote y hasta tomar prestada una tumba.
Jesús, me enseñaste a ser libre y… mírame, esclavizado de tantas adicciones.
Jesús, dame la libertad de vivir y de morir siguiendo tus huellas. Gracias, Jesús.

Oración
¡Oh purísima Señora! Por la grande pena que padeciste cuando quitaron de tus brazos a tu
amado Hijo para ponerlo en el sepulcro, te suplico, me alcances del Padre misericordioso,
un nuevo corazón, un corazón de hijo, como el de Jesús, para amarlo y servirlo. Amén.

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