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Teoría y Crítica
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Editoriales Ocupado fuertemente en indagar el lugar del espectador, JeanLouis Comolli
Anteriores afirma: “nosotros tenemos una responsabilidad histórica, en relación con la historia
Links del cine, en relación con la historia de las imágenes en general, y en relación con la
(Recomendados) historia del mundo”.
Términos Legales Por Nicolás Aponte A. Gutter y Anabella Bustos.
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Ensayo: Montaje:
ejes de acción /
ejes de mirada
El secreto de sus REFLEXIONES PARA “PERDER LA INOCENCIA”(1)
ojos: El mismo
(fecha de realización: Noviembre 2007) / ISSN 18528317
autor, la misma
obra La entrevista que presentamos ahora fue realizada en el marco de la MEACVAD que se desarrolló en el
Triple X: dichos y año 2007, ocasión en la que JeanLouis Comolli dictó un seminario intensivo y presentó dos de sus films.
entre dichos en Ocupado fuertemente en indagar sobre todo el lugar del espectador, su trabajo de docencia, escritura
torno al porno en y realización cinematográficos llevan el sello de una certeza: “nosotros tenemos una responsabilidad
el cine histórica… en relación con la historia del cine, en relación con la historia de las imágenes en general y en
Ensayo: Sonido relación con la historia del mundo”.
Directo
En el diálogo que mantuvimos entonces, a partir de unas pocas preguntas, JeanLouis Comolli, con la
Ensayo:
seriedad y la enorme vocación política y didáctica con la que se dispone a pensar el cine, demuestra de
Producción
a poco, con una notable amabilidad para con su interlocutor, pero con la fuerza de un impulso
Cinematográfica en
ineludible, la actualizada complejidad que se asoma detrás del fenómeno cinematográfico.
la Argentina
Dossier: Relación
entre Ritmo y Por Nicolás Aponte A. Gutter y Anabella Bustos
Sentido. El tiempo
(Agradecemos especialmente la colaboración de Lía Goldberg para realizar y a Marina Lacarta por traducir esta
en el cine (1)
entrevista)
Entrevista con
Juan José
Nos gustaría empezar preguntándole por su trayectoria. Usted se dedicó a la crítica, al
Campanella
análisis, a la teoría, a la docencia y a la realización. ¿Cómo fue sumando estas actividades?
Entrevista con
Podríamos pensar que, en su complemento, todas estas prácticas se entraman a partir de
Alejandro Doria
una vocación de resistencia(2)?
Entrevista con
Jorge Sanjinés Sin duda, probablemente, debe ser eso (ríe). No tengo cosas particulares para decir, siempre fue así
Ensayo: para mí. En un principio comencé escribiendo, muy rápidamente enseñé y casi enseguida empecé a
Surrealismo y hacer películas. Las cosas están relacionadas ahora, pero el pasaje de una actividad a otra no representa
animación: a para mí un esfuerzo particular en la medida en que siento una gran proximidad entre estas tres prácticas
propósito de Jan que, por supuesto, son prácticas que ponen en juego cosas diferentes. Para mí, sin embargo, la
Švankmajer cuestión sigue siendo la misma: ¿qué es el cine? La cuestión (que ya André Bazin ha planteado) sigue
estando planteada para mí y no voy a terminar de hacerme esta pregunta porque… ¿cómo no hacerse
esta pregunta? Evidentemente, al escribir y al enseñar, uno está obligado a hacérsela, ya que lo que
enseño es a reflexionar sobre el cine. Así que no imagino renunciar a una de estas prácticas. No
obstante, no sólo no renuncio sino que cada vez escribo más, enseño cada vez más y hago la mayor
cantidad posible de películas. Por supuesto que cuando hago una película no enseño ni tampoco escribo,
pero por suerte no se hacen películas todo el tiempo, de manera que hay muchos momentos de
vacaciones que me ocupo escribiendo y dando clases.
JeanLouis Comolli
Parecería que sin una u otra práctica sería incompleto para Usted…
Probablemente. Tengo dificultad para definirlo así, pero creo que es lo que ocurre en la realidad. Para mí
la teoría del cine está fuertemente relacionada con la práctica, no concibo una actividad teórica separada
de la práctica porque creo que en la práctica, cuando uno hace una película, cuando se pone en
funcionamiento una operación cinematográfica, es cuando todas las cuestiones teóricas se presentan.
¿Qué encuadro? Ustedes son dos, por ejemplo… ¿Qué hago? ¿Hago un plano con los dos, o hago un
plano de cada uno? Ahí evito a uno para filmar al otro… ¿O los uno con una panorámica? ¿Hago
campo/contracampo? Son cuestiones prácticas, pero a estas cuestiones se las puede definir
teóricamente. Se puede muy fácilmente decir que no es lo mismo en un caso que en el otro… si separo
no es lo mismo que si uno, si hago un movimiento no es lo mismo que si hago un plano fijo. De alguna
manera se puede deducir la teoría a partir de las elecciones prácticas. Es una parte de la teoría… lo que
llamaría teoría de las elecciones fundamentales. En la reflexión teórica, en el análisis que puedo hacer
de tal o cual película, lo que me interesa es llegar a esclarecer el juego de los parámetros
fundamentales: veo una película hoy, una película actual, y trato de ver en qué se refiere a las primeras
películas de la historia del cine, cuál es el camino, el recorrido para pasar de los hermanos Lumière a las
películas de hoy. ¿Qué se juega? ¿Qué se gana? ¿Qué se pierde?
La puesta en perspectiva, la reinscripción del cine de hoy en la historia del cine, es también
evidentemente una actividad fuertemente teórica. Estamos obligados a pensar la historia del cine como
algo activo, no algo fijo, algo en relación de fuerzas, transformación e influencias. El peso de las
economías, de las grandes presiones estéticas e ideológicas son muy activas, y esto es lo que se ve
cuando uno mira una película.
Yo comprobé, en mi experiencia de la enseñanza de cine (aún si no es el cine lo que se enseña), que las
cuestiones teóricas se hacían perfectamente claras en cuanto se planteaban al estudiante en la práctica
de la realización. Cuestiones importantes como el campo y el fuera de campo… hay que tener una
cámara en la mano, encuadrar y entonces esto se hace esencial, uno se da cuenta que es vital. ¿Qué se
pone y qué no se pone en la imagen? Es vital. Y esto es la práctica que lo dice directamente, aún si la
teoría lo explica. De manera que en las enseñanzas que hago, la mayor parte del tiempo no siempre,
por supuesto, pero la mayor parte del tiempo hay una práctica de realización.
Su larga experiencia docente, ¿le permitiría afirmar que la actual proliferación de imágenes
(tan al alcance de la mano) le dificulta al estudiante poner en práctica sus inquietudes, su
punto de vista?
Indiscutiblemente es más difícil, por supuesto. Es más difícil no sólo porque hay una multiplicación de
objetos audiovisuales que nos encierran, nos rodean, que nos abarcan, que se mezclan unos con otros…
Ésta es una razón, por supuesto, pero no es la única. La otra razón es que ya no se puede creer que uno
fabrica representaciones audiovisuales impunemente, ya no es posible, fue posible antes. Cuando el
joven Guitry filma a Rodin y a Rendir(3), lo hace con toda inocencia. Es un momento que nunca más va
a ser posible. ¿Por qué? Porque está la historia del cine, está todo lo que se transformó, está la
televisión, etcétera… y también porque está la historia misma. Después de la Segunda Guerra Mundial,
después de la Shoah(4), las imágenes se hacen problemáticas y lo sabemos. No estoy de acuerdo con
Adorno(5) que dice que no se puede escribir más poesía después de Auschwitz. Yo creo que hay que
escribir poesía después de Auschwitz, pero es mucho más difícil, mucho más difícil hacer imágenes… y
llevamos esta responsabilidad. Y esto es sin duda lo que nos separa de tanta otra gente que con toda
ingenuidad sigue haciendo imágenes. Porque nosotros tenemos una responsabilidad histórica en relación
con la historia del cine, en relación con la historia de las imágenes en general y en relación con la
historia del mundo. Por eso las películas que hacemos o que vamos a hacer llevan la huella de este
compromiso, de esta responsabilidad… y es lo que hace que estas películas de una manera u otra no
se mezclen o no vayan a mezclarse con las otras. Inevitablemente están aparte.
La gran confusión de las imágenes y los sonidos es una falsa confusión. Se pueden hacer selecciones, se
pueden establecer polaridades, y ver lo que va en un sentido y ver lo que va en el otro. No todos los
objetos audiovisuales van en el mismo sentido. Siempre digo que hay una batalla, una guerra, una lucha
que pasa por ahí, pasa por la conciencia que tenemos de las apuestas que están en juego relacionadas
con el hecho de hacer películas. Los cineastas más importantes (generalmente cineastas de ficción)
son concientes perfectamente de esto… Abbas Kiarostami por ejemplo, pero muchos otros también
tienen conciencia de esto.
Hacer una película compromete una responsabilidad histórica. Estamos tratando con espectadores que
están sometidos a una presión del espectáculo enorme. Es nuestro trabajo estar ahí para hacerlos mirar
de otro modo, para que miren en otra dirección, moverlos, sacarlos de ese baño de imágenes en el que
están. Entonces, hoy, más que nunca, la definición de cine como dispositivo de frustración de la pulsión
escópica es necesaria. Hacer películas es frustrar al espectador, no es satisfacerlo; porque creemos que
a través de esta frustración se accede a un nivel superior de conciencia, se accede a una visión de otro
tipo, de otra naturaleza más fuerte, más potente.
Creo que el espectáculo enceguece y que el cine hace ver, no es lo mismo, aún si el cine juega la carta
del espectáculo. Para mí esta claro: el campo del espectáculo es el agregado de la pulsión escópica, y el
campo del cine es el campo de la frustración. Para mí, en algún momento, las cosas tienen que estar
claras, hay que decidir quién es el amigo y quién es el enemigo.
Usted habla por un lado del cine espectáculo y, por otro lado, de un cine reflexivo. Pensando
en algunos de los directores que Usted toma para analizar como Orson Welles y Alfred
Hitchcock, entre otros, y pensando en esta polaridad entre espectáculo y reflexión,
encontramos a estos directores más bien “en el centro del terreno del conflicto”, en el
medio entre lo uno y lo otro. Desde el lugar del espectador (empírico), creemos que este
punto medio es el más interesante porque el cine reflexivo resulta accesible para poca
gente…
Es cierto, pero no tiene ninguna importancia (ríe). La cantidad de espectadores no tiene ninguna
importancia. Tiene importancia del lado del mercado, pero del lado de la creación no tiene ninguna
importancia. Las películas de Daniele Huillet y JeanMarie Straub(6) fueron vistas durante años por una
cantidad ínfima de espectadores: treinta, cuarenta, cincuenta a través de todo el mundo. Un cofre de
DVD de Huillet y Straub acaba de salir y va a ser comprado por centenares de miles de personas. Pero
durante veinte, treinta años, las películas eran vistas por una muy pequeña minoría y sin embargo
hicieron más películas que yo. Es interesante esto, es una lección.
Lo que dices es cierto, el verdadero frente de la batalla está entre las dos cosas. No es todo de un lado
o del otro, no tenemos que hacer la guerra a las súper producciones de Hollywood, comerciales,
industriales, ni siquiera vale la pena. Habría cosas que decir, incluso positivas, pero no es el espacio. Aún
las películas experimentales que a uno le pueden gustar o no, tampoco son el objeto de la batalla. El
objeto de la batalla esta entre las dos cosas, estoy de acuerdo. Precisamente, si hablo de la frustración
de la pulsión escópica, es evidentemente para dar a ver, no para impedir ver. Evidentemente es
dialéctico: frustra pero da.
Desde los orígenes, desde los primeros años, el cine se define por una mezcla entre los aspectos
espectaculares y lo que llamo la escritura en ese sentido hablo de frustración, sustracción, reducción…
ya que escribir es suprimir. Esta dualidad, esta polaridad, está ahí desde el principio. A su vez, en el
lugar del espectador existe esta pulsión escópica, este deseo de ver, el deseo de ver siempre más, de
ver mejor y ver muchas cosas.
Hubo a lo largo de la historia del cine un esfuerzo de la industria en financiar las investigaciones de los
técnicos, de los ingenieros, para acercar la representación cinematográfica, el cuadro cinematográfico, al
campo visual “normal” del hombre(7). Hubo, por consiguiente, un debilitamiento de la dimensión
cinematográfica.
Pasamos del blanco y negro al color, entonces nos acercamos a la visión estándar… Digamos que el cine
sufrió la presión de la industria para estandarizarse. ¿En qué sentido?: acercarse a la visión “natural” del
ser humano, a una visión “más normal”… este es el sentido de normalizar. Esto nos dice la historia del
cine; y nos dice que hubo, al mismo tiempo, lucha y resistencia… Evidentemente es mucho más difícil
trabajar el fuera de campo en Cinemascope que trabajarlo en 1:1.33. En 1:1.33, el fuera de campo esta
ahí, inevitablemente; en el Cinemascope hay que construirlo… es una batalla que hay que llevar. Esta es
la historia del cine, la historia de esta lucha entre los elementos cinematográficos que son siempre
elementos de frustración y el espectáculo que quiere tomar todo el terreno y transformar el cine en
mirada humana.
Y podríamos decir lo mismo para el sonido: la aparición del sonido que, ante todo, primero reinserta al
cine en lo audiovisual… Nosotros somos seres audiovisuales, todo es audiovisual, pero el sonido en el
cine se trabajó de manera tal que parece restituir algo así como una escucha estereofónica que existe
en la realidad, pero con menos intensidad que en el cine. El espectáculo cinematográfico exageró de
manera enorme la estereofonía… hay una amplificación de la dimensión estereofónica que acusa
también las malas intensiones del espectáculo: nos llena la vista y nos llena los oídos.
Mi reflexión es que cuando estamos del lado de lo lleno, estamos del lado del espectáculo y la
mercadería; y cuando estamos del lado de “lo menos”, de la sustracción, estamos del lado de la
escritura. Esta es la lucha que debemos llevar adelante: lo lleno y lo vacío, más y menos.
Para hablar de esta lucha Usted analiza el origen del cine, a sus pioneros. En esos films se
encuentra la dualidad, la doble condición de espectáculo y escritura. Había en esos
realizadores, sin embargo, una voluntad de poder, de dominación… cuando cruzaban el
continente para exponer sus vistas a otros países o registrar vistas del exotismo de sus
colonias. Es decir, ¿no fue la vocación de poder lo que tuvo (y tiene) como efecto la
hegemonía del espectáculo?
Digamos que en el invento del cine está la actualización de una voluntad de poder, por supuesto. El cine
fue inventado para hacer al hombre más poderoso, no hay duda, capaz de proyectar imágenes en todas
partes, capaz de hacer existir la misma imagen en muchos lugares del mundo (porque no es Internet la
que inventó esto, sino que es el cine). La misma película puede pasarse en Londres, en Tokio y en
Buenos Aires el mismo día; entonces la ubicuidad, la capacidad de difundir, el estar en todas partes al
mismo tiempo… esto es propio del cine. Antes del cine no era posible; el cine trajo esto.
El fantasma de refuerzo del poder humano, existía mucho antes del cine. El Golem (Der Golem, 1915,
Paul Wegener) no es solamente un film ¡es un mito!, del que luego se hizo una película. La historia de
las imágenes fabricadas, artificiales, moldeadas por la mano del hombre… las imágenes que no son las
que Dios hizo, de las que se apropia el hombre para manifestar su poder su poder creador. Es una
historia muy antigua y el cine es un punto de llegada. Así, el cine se tramó mucho antes del cine… lleva
esta historia, es su heredero, es el producto.
Hubo historiadores que trabajaron mucho sobre los años que precedieron el invento del cine, y uno se
da cuenta que hay una multiplicidad de experiencias audiovisuales o visuales increíbles en todas partes,
en el mundo entero, en Rusia (que todavía no era la Unión Soviética), en Estado Unidos, en Francia, en
Inglaterra, en Australia… Centenares de investigadores trabajaron sobre el tema como si fuera una
necesidad absoluta. Es esto lo que hay que ver y que está en el origen del cine: este deseo de poder
sobre las imágenes, con imágenes y a través de imágenes.
Por supuesto que el cine transporta esto, lleva esto, y diría que es una manera de redefinir, de volver a
expresar la dualidad que está en juego en el cine: está la voluntad de poder, la voluntad de expansión
ilimitada, la explotación de la dimensión espectacular del mundo, el sueño, las fantasías… pero también
el cine trajo la idea de que todo esto está encuadrado, que es necesariamente una reducción, y que no
puede ser de otra manera. El cuadro es una castración de lo visible y particularmente de la pulsión
escópica. Esta contradicción está activa desde el principio, porque cuando los hombres soñaron con
domesticar a las imágenes no pensaron que tenía que ser encuadrada.
La fotografía es lo que trajo el cuadro no es la pintura, es en la foto. Pero el cuadro en la foto no es
tiempo, en el cine es tiempo, esa es la diferencia. La foto no es un arte temporal, el cine es un arte
temporal. Lo que el cine inventó es una reducción de lo visible en la duración… y eso cambia todo. El
cine va en dirección totalmente divergente de la foto, es un arte del tiempo porque la toma se desarrolla
en una duración, es su razón mayor. Pero también es un arte del tiempo porque esta duración es
impuesta al espectador. La foto no impone duración al espectador, puedo mirar una foto un segundo, o
un minuto, o diez minutos. La misma foto no cuenta mi tiempo. El cine cuenta mi tiempo. Esta es la
diferencia, una diferencia mayor porque el tiempo… el tiempo que pasa es la muerte que trabaja, es eso
lo que esta en juego siempre. Si el cine se transformó en la forma mayor de la resurrección de los
cuerpos es porque filma el tiempo que pasa, filma la muerte, puede resucitar cuerpos porque filma la
muerte.
Y este doble juego, esta apuesta a la ambigüedad (vida/muerte, cuadro/fuera de cuadro,
dar a ver/frustrar la pulsión) es explorada y explotada, fundamentalmente por la escritura,
por el cine reflexivo...
No sé si se puede ir hasta ahí, tengo cierta reticencia a seguir ese razonamiento. Creo que este pasaje
de la vida a la muerte y de la muerte a la vida es constitutivo de toda la operación cinematográfica
cualquiera que sea. En todas las películas, sin excepción. Felizmente, porque si no las películas
espectaculares saldrían del cine y no, son solamente la exacerbación de una tendencia. Titanic (1997,
James Cameron), por ejemplo, sigue siendo cine… no importa lo que diga, es mal cine… pero es cine
(ríe). Así que todo film, desde los orígenes hasta ahora y desde hoy hasta un futuro más lejano, va a
contar esta historia: que la muerte no es definitiva, que la muerte es reversible… es una de las historias
fundamentales que cuenta todo el tiempo el cine. Si el cine se hubiera detenido cuando los primeros
actores murieron, no se hablaría más (ríe). Pero el cine siguió y la gente real está muerta pero el cine
sigue; lleva toda esta historia de muertes, de muertos que no están muertos. Estamos perseguidos por
estos fantasmas del pasado. El cine, la televisión, todo lo que es figuración de la figura humana
animada. Esto es global, antropológico, no estamos en cuestiones estéticas sino antropológicas.
En este sentido, ¿cómo juega en esto el lugar del espectador(8)?
La denegación “séperodetodasmaneras…”(9) se aplica también en este caso: “Sé muy bien que
Marilyn Monroe está muerta, pero creo que está viva en la pantalla, tiene una forma de vida en la
pantalla”. Entonces la denegación “séperodetodasmaneras…” es el mecanismo mental que permite
exceder a la muerte, allí la muerte no es definitiva porque sobrevive algo que está en la pantalla, que se
llama Marilyn Monroe, y que es muy vivaz. Y eso (lo que está filmado), por otra parte, es más vital que
lo que no está. El cine agrega vida, hace la vida más intensa.
Retomando un poco lo iniciado hace un rato: ¿está de acuerdo en que si pensamos en las
dos vertientes antagónicas de cine espectáculo y cine escritura, desde los Lumière el cine
optó, fundamentalmente, por la línea (hegemónica) del espectáculo?
Lo que digo es que los parámetros fundamentales del dispositivo cinematográfico fueron planteados en
las películas de Lumière y siguen siendo válidos siempre. Hay un cuerpo filmado, una máquina que
filma, un cuadro que determina, y tiempo, una duración del registro, es esto. Esto es cierto para los
Lumière y es cierto para todas las películas de hoy. ¿Cuándo no es más cierto? No es más cierto cuando
se pasa al cuerpo de síntesis por ejemplo. Ahí ya no es cierto porque no está la copresencia de un
espacio común, en una duración común, entre el cuerpo y la máquina cinematográfica. Cuando se está
frente a la computadora (o lo que sea) se fabrica un simulacro más o menos realista, mas o menos bien
hecho, pero ya no hay esta copresencia. La copresencia es fundamental. ¿Por qué es fundamental?
Porque lo que está filmado es la relación que se establece en un momento dado, y en un lugar dado,
entre cuerpo y máquina… los dos tienen que ser reales y tienen que estar presentes. Si el cuerpo está
ausente, o la máquina está ausente, o si el cuerpo o la máquina son simulaciones, entonces no hay cine.
Salimos del cine… es otra cosa… es animación, imagen de síntesis, o lo que quieran, pero para mí sale
de los parámetros de la operación Lumière. Para mí, las películas Lumière (sin sospecharlo ellos)
establecieron las condiciones de existencia del cine, y que son las mismas, no cambiaron… Lo que
cambió es la pantalla rectangular, el color llegó, las lentes focales llegaron, los movimientos del aparato
y demás… Y, de cierta forma, la presión de la industria empujó a los ingenieros a inventar nuevos
dispositivos que tuvieron como efecto acercar la imagen del cuadro cinematográfico a la visión “normal”,
cosa que no tiene ningún interés. Si se acerca a la visión “normal” no es más cine.
A la luz de las que llamamos nuevas tecnologías, el cine aparece en el televisor, en el
celular, en la computadora, en la Web. Esto cambia por completo la configuración del lugar
del espectador.
El cine es la idea de ver, entre muchos aunque uno estuviera sólo, se es varios en potencia, en la
oscuridad, una película que se desarrolla sin que yo pueda detenerla. La película es más fuerte que yo,
no puedo detenerla, no puedo volver atrás, no puedo fijar la imagen. El espectador está desprovisto,
despojado, en estado de debilidad. El espectador en la sala de cine consiente su enfermedad, lo cual no
es el caso del espectador que mira televisión o que mira la película en un monitor; es distinto. El
espectador de cine consiente su enfermedad y la acepta, al pagar la entrada o entrar en la sala, acepta
no moverse salvo que quiera ir al baño (risas) pero en general no se mueve), en general tampoco habla
aún si cada tanto hace un comentario, está el de atrás que lo hace callar (risas). Entonces se pierde la
movilidad, la motricidad y la palabra, se acepta ser enfermo, imposibilitado. Por qué... para exaltar,
tensar al máximo la mirada y la escucha. En realidad uno se da cuenta que, de los cinco sentidos que
disponemos, el cine activa dos y congela tres: la dimensión háptica(10) no es eficaz en el cine. Hicieron
falta algunos cineastas que hicieran películas para demostrarnos que no se puede abrazar la imagen que
está en la pantalla (ríe), entonces se acepta esta situación de incapacidad.
Esta incapacidad encuentra eco de manera abstracta, no en la realidad por supuesto en la situación de
la primera infancia. En la infancia donde no se tiene palabra, no se puede hablar se puede gritar pero
no se puede hablar, y uno no se puede mover solo. Esto está en el cine y, tal vez, es evocado o
despertado por el cine.
La otra cosa que es verdad pero me avergüenza decirlo es que en el cine los cuerpos que veo en la
pantalla son más grandes que yo. ¿Cuál es el momento de la vida en que los cuerpos que se miran son
más grandes que uno? ¡Es en la infancia! Es el punto de vista del niño… levanto la vista para ver gentes
gigantes. Son cosas muy simples, la teoría es muy simple, no hay que complicarse la existencia, son
cosas elementales y evidentes, todo el mundo lo comprende.
La otra cosa que no dije y que está en relación directa con esto es que si no me puedo mover, no puedo
hablar y el mundo que se presenta frente a mí es más grande que yo, ¿qué puedo hacer? Puedo
proyectarme mentalmente… y entonces puedo delegar a los cuerpos filmados las capacidades a las que
renuncié. El que está en la pantalla puede caminar, puede hablar, puede hacer muchas cosas que yo no
puedo hacer cuando estoy en la sala. La proyección es una proyección elemental… lo que no puedo
hacer lo puede hacer el otro. Proyecto mi potencia impedida, imaginariamente, en la potencia del otro.
Es el sistema de base de la proyección, por eso digo siempre que en realidad, entre la sala y la pantalla,
entre el cuerpo del espectador y el cuerpo filmado, hay un diálogo: el cuerpo del espectador reconoce al
cuerpo filmado como su punto de llegada, su perfección.
JeanLouis Comolli entrevistado por GRUPOKANE (Noviembre, 2007). Foto Lía Goldberg
Acerca de JeanLouis Comolli
Realizador, teórico, crítico y profesor universitario. Referencia fundamental cuando se
habla de cine documental en Europa. Desde 1962 colabora en Cahiers du Cinéma, de la
que fue Redactor en Jefe de 19671973. Escribe artículos para las revistas Trafic,
Imágenes documentales, Le monde, Jazz magazine. Ha publicado diversos libros dentro
de los cuales se destacan Ver y poder (2007), Filmar para ver (2002), Parada en la
historia (1997) junto a Jacques Ranciére. Su libro más reciente, Cine contra
espectáculo, seguido de Técnica e ideología (2010) será presentado en Octubre en el marco del
DocBsAs/ 10.
Como docente se ha desempeñado en diversas instituciones como la Universidade Federal de Minas
Gerais (UFMG) de Belo Horizonte, la Universidad Pompeu Fabra (IDEC) de Barcelona, la Universidad
Marc Bloch de Estrasburgo y la Escuela de Bellas Artes (ESBA) de Ginebra.
Dentro de su actividad audiovisual se destacan Ante los fantasmas (2009); La última utopía. La
televisión según Rossellini (2005); El caso Sofri (2001); Buenaventura Durrutti, anarquista (1999);
Marsella en Marzo (1997); La cuestión de las alianzas (1997); y Nacimiento de un hospital (1991); entre
otras.
Notas al Pie
(1) El término “perder la inocencia” refiere al subtítulo del libro de Comolli que, en el año 2007,
presentó en Buenos Aires, en el marco de la MEACVAD: Ver y Poder. La inocencia perdida: cine,
televisión, ficción, documental, editado en Buenos Aires por Aurelia Rivera: Nueva Librería. (Volver)
(2) JeanLouis Comolli habla en términos de resistencia cuando se refiere a prácticas cinematográficas
que podemos entender como contrahegemónicas o como desvíos de los cánones construidos por las
industrias del espectáculo audiovisual. (Volver)
(3) Se refiere a la película Ceux de chez nous (1914) de Sacha Guitry. Sacha Guitry (San Petersburgo,
21 de Febrero de 1885París, 24 de Julio de 1957) fue un actor, dramaturgo, escenógrafo, director de
cine y guionista cinematográfico francés. Escribió más de cien obras teatrales, muchas de las cuales
adaptó él mismo para el cine. Actuó en casi la totalidad de sus treinta y tres películas. (Volver)
(4) Shoah o Shoá (literalmente catástrofe) es un término utilizado para referirse al Holocausto. (Volver)
(5) Theodore Adorno acuña esa expresión en “Crítica, cultura y sociedad” (1951). (Volver)
(6) Daniele Huillet y JeanMarie Straub, cineastas franceses muy vinculados a Cahiers du cinéma,
codirigieron un importante número de películas a partir del año 1962. (Volver)
(7) Aquí el término “normal” alude a la visión humana, a ojo desnudo. (Volver)
(8) No nos referimos ahora al espectador empírico sino al lugar de la recepción configurado por el
dispositivo cinematográfico. (Volver)
(9) "Séperodetodasmaneras…" Aquí Comolli se refiere a la doble condición del espectador: oscilando
permanentemente entre la duda y la creencia, entre la certeza de la representación y la ilusión de
realidad. “Sé que se trata de una representación, pero de todas maneras creo en ella”, es la idea del
término empleado por JeanLouis Comolli. (Volver)
(10) Háptico, aquí, refiere al conjunto de percepciones no visuales ni auditivas que puede experimentar
un individuo. (Volver)
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