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Clasicos Griegos PDF
Clasicos Griegos PDF
Es un hecho universalmente aceptado que todos los géneros literarios que se han ido
desarrollando a lo largo de toda la tradición occidental, nacieron durante la etapa que
llamamos Grecia Clásica: desde la poesía épica de carácter oral hasta el ensayo o el
tratado científico, pasando por las diversas realizaciones en poesía o prosa, (Lírica,
Teatro, Oratoria, etc.). De Grecia arranca, pues, esa larga tradición cultural que
podríamos denominar Literatura occidental; y esa herencia es de gran profundidad,
puesto que alcanza no sólo al plano externo de las formas literarias sino también al
más interno de los contenidos y temas. No es menos cierto que las alteraciones e
innovaciones posteriores fueron múltiples y de todo tipo, pero casi siempre ha estado el
modelo griego como referencia última. De otro lado, cada época (Edad Media,
Renacimiento, Barroco, Ilustración, Romanticismo, Edad Contemporánea) ha tenido, en
función de sus rasgos intelectuales específicos, una visión particular del Mundo griego,
lo que habla del carácter universal de la Cultura griega.
La primera llega hasta las guerras médicas (500 a.C.) y se caracteriza por el
predominio de la poesía épica y al mismo tiempo surge y se desarrolla también la lírica.
La segunda época es la llamada edad de oro literaria, especialmente del arte
dramático, la historia y la filosofía. El centro de todo esto fue la ciudad de Atenas y la
literatura siguió paralelamente el esplendor de ella, triunfa la tragedia con Esquilo,
Sófocles y Eurípides mientras que la lírica pierde en el siglo IV su religiosidad. Se da
entre las guerras médicas y Alejandro Magno (336 a.C.).
En la última las letras griegas bizantinas se estancan, sin que pueda señalarse más
que alguna que otra obra que haya influido a nivel universal.
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Tras mi trabajo sobre los Clásicos Latinos obviamente los Griegos, predecesores de
aquellos, son de obligada recopilación. He seleccionado 15 de los autores más
representativos cuya existencia comienza 8 siglos antes de Jesucristo y termina en el
año 20 de nuestra era.
Naturalmente nadie en su sano juicio sería capaz de leerse este tocho de miles de
páginas, pero creo puede ser un buen instrumento de estudio y consulta.
Como suelo, a continuación pongo una breve semblanza de cada uno de los autores
escogidos, información que ha sido hábilmente copypasteada, con alguna edición por
mi parte, principalmente, de: Biografiasyvidas.com y Wikipedia
HOMERO
Homero (siglo VIII a. C.) es el nombre dado al aedo griego antiguo al que
tradicionalmente se le atribuye la autoría de las principales poesías épicas griegas — la
Ilíada y la Odisea—. Desde el periodo helenístico se ha cuestionado si el autor de
ambas obras épicas fue la misma persona; sin embargo, anteriormente no sólo no
existían estas dudas sino que la Ilíada y la Odisea eran considerados relatos históricos
reales. No cabe duda que es el pilar sobre el que se apoya la épica grecolatina y, por
ende, la literatura occidental.
No está probada su existencia como persona real. Diversos autores posteriores sitúan
en diferentes lugares su nacimiento y la descripción de su vida es contradictoria. Hasta
la época en que vivió también varía según los autores aunque todos ellos coinciden en
que vivió alrededor del 600 a. C. Heráclides Póntico lo menciona como una persona
natural de Tracia, nacido esclavo de Jantos y posteriormente liberto de Idmon.
De la misma manera que diversos autores cambian el lugar de nacimiento también son
diversas las citas que le sitúan en diferentes periodos.
Las fábulas de Esopo pertenecen a lo que se denominó la época arcaica, éstas toman
su fuerte en los relatos populares y es considerada por algunos autores como una
sátira.
La estructura de la fábula Esópica ha sido definida por varios autores, pero la más
completa se le atribuye a Nojgaard quien distingue en la narración tres elementos o
momentos imprescindibles: 1) La situación de partida en que se plantea un
determinado conflicto, entre dos figuras generalmente animales; 2) la actuación de los
personajes, que procede de la libre decisión de los mismos entre las posibilidades de la
situación dada, y 3) la evaluación del comportamiento elegido, que se evidencia en el
resultado pragmático, el éxito o el fracaso producido por tal elección.
Sus relatos se caracterizan por ser narraciones cortas y tener siempre una conclusión
moralizante o "moraleja". En ellas, Esopo "humaniza" las conversaciones de los
animales y plasma todos los vicios y virtudes de los hombres, con un gran talento
satírico. Muchas de sus fábulas fueron reescritas en verso por el poeta griego Babrio,
se cree que en los siglos I y II a.C., y en latín por el poeta romano Fedro en el siglo I
d.C. Considerado el “padre de todos los fabulistas", precursor de un género que luego
tendría grandes exponentes, como Jean La Fontaine, en Francia, en el siglo XVII, y
Félix María Samaniego e Iriarte, en España, en el siglo XVIII.
ESQUILO
Fue uno de los «Maratonianos»; luchó en las guerras promovidas contra los Persas en
la batalla de Maratón 490 a. C., en las de Salamina 480 a. C. y, posiblemente, en la de
Platea. Alguna de sus obras, como Los persas 472 a. C., Los siete contra Tebas 467 a.
C., son el resultado de sus experiencias de guerra. Fue, también, testigo del desarrollo
de la democracia ateniense. En Los suplicantes 490 a. C., puede detectarse la primera
referencia que se hace acerca del poder del pueblo, y la representación de la creación
del Areópago, tribunal encargado de juzgar a los homicidas. En Las Euménides 478 a.
C., se apoya la reforma de Efialtes 462 a. C., transferencia de los poderes políticos del
Areópago al Consejo de los quinientos.
Viajó a Siracusa, en Sicilia, invitado por el tirano Hiéron, para el que produjo Las
mujeres de Etna en honor a la nueva ciudad de Etna que éste había fundado, y puso,
de nuevo, en escena, Los persas. Tras la representación de la Orestíada 458 a. C.,
volvió a visitar Sicilia, donde murió en Gela, entre 456 a. C. y 455 a. C. Tuvo un hijo,
Euforión, que, como él, fue un poeta trágico.
Escribió 82 piezas (algunas fuentes las cifran en 90), consiguió su primera victoria en
composición dramática en el 484 a. C., siendo sus rivales Pratinas,Frínico y Quérilo.
Sólo fue vencido por Sófocles en el año 468 a. C.
De la importancia de su obra da fe el hecho de que se permitiera que sus obras fueran
representadas y presentadas en el agón («certamen») en los años posteriores a su
muerte, junto a las de los dramaturgos vivos; un honor excepcional ya que era
costumbre que las obras de los autores fallecidos no se pudieran presentar al agón. De
toda su obra sólo se conservan siete piezas, seis de ellas premiadas, y sustanciosos
fragmentos de otras tantas.
Esquilo era muy dado a condensar sus obras en trilogías ligadas, que trataban sobre
algún tema en particular, aunque cada parte conservaba su sentido completo y podían
ser perfectamente representadas por separado. Los primeros tres dramas de una
secuencia de cuatro dramatizaban episodios consecutivos del mismo mito y el drama
satírico que seguía contenía una historia relacionada con los mismos. En los concursos
dramáticos se representaban tres tragedias además de un drama satírico, con el que
se relajaba la tensión del público. Tras su época, la trilogía ligada quedó como una
opción ocasional, mientras que muchísimas puestas en escena consistían en cuatro
dramas independientes.
Los persas (472 a. C.), Los siete contra Tebas y Las suplicantes son dramas de dos
actores ya que fue Esquilo el que introdujo el segundo actor en escena, disminuyendo
la intervención de los coros, haciendo posible el diálogo y la acción dramática. Los
diálogos principales son fundamentalmente entre personajes y coro con una gran
variedad de esquemas estructurales y un ritmo de acción más bien lento. Éste es uno
de los rasgos principales del arcaísmo del teatro de Esquilo.
Los coros esquileos casi siempre gozan de una personalidad fuerte y peculiar, sus
palabras, junto a la música y la danza, contribuyen a llamar la atención sobre los
profundos temas del teatro de Esquilo, determinando el tono de todo el drama. Los
coros esquileos tienen, a menudo, una importancia sustancial sobre la acción. Las
Danaides y las Erinias son, de hecho, las principales protagonistas de sus dramas.
El estilo lírico de Esquilo es claro pero con una fuerte tendencia a lo arcaico y con
rasgos hómericos. Sobresalen, al presentar modelos de lenguaje y de imágenes,
metáforas, símiles, campos semánticos determinados, elaborándolos hasta los detalles
más mínimos y manteniéndolos a lo largo de todo el drama o de la trilogía.
También es audaz, y está dotado de una gran imaginación a la hora de aprovechar los
aspectos visuales de sus dramas. El contraste entre el vestido de la reina persa al
entrar en su carroza y la vuelta de Jerjes vestido sólo de harapos; la caótica entrada del
coro en Los siete contra Tebas; Las Danaides de aspecto africano, vestidas
exóticamente, su enfrentamiento con los soldados egipcios, la alfombra púrpura que
llevará a Agamenón a la muerte, Las Erinias en escena, la procesión que concluye en
la Orestíada etcétera, demuestran su dominio de la técnica teatral y la escenografía.
Colono, hoy parte de Atenas, (Grecia), 496 a. C. - Atenas, 406 a. C. Fue un poeta
trágico de la Antigua Grecia. Autor de obras como Antígona o Edipo Rey, se sitúa, junto
con Esquilo y Eurípides, entre las figuras más destacadas de la tragedia griega. De
toda su producción literaria sólo se conservan siete tragedias completas que son de
importancia capital para el género.
Hijo de un rico armero llamado Sófilo, a los quince años fue elegido director del coro de
muchachos para celebrar la victoria de Salamina. En el 468 a. C., se dio a conocer
como autor trágico al vencer a Esquilo en el concurso teatral que se celebraba
anualmente en Atenas durante las fiestas Dionisias, cuyo dominador en los años
precedentes había sido Esquilo.
Comenzó así una carrera literaria sin precedentes: Sófocles llegó a escribir hasta 123
tragedias para los festivales, en los que se adjudicó, se estima, 24 victorias, frente a las
13 que había logrado Esquilo. Se convirtió en una figura importante en Atenas, y su
larga vida coincidió con el momento de máximo esplendor de la ciudad.
También es una inmejorable muestra de la llamada ironía trágica, por la que las
expresiones de los protagonistas adquieren un sentido distinto del que ellos pretenden;
así sucede con Edipo, empeñado en hallar al culpable de su desgracia y la de su
ciudad, y abocado a descubrir que este culpable es él mismo, por haber transgredido,
otra vez, la ley de la naturaleza y de la sangre al matar a su padre y yacer con su
madre, aun a su pesar.
Desde el punto de vista formal, se puede decir que una tragedia sofoclea estándar
presenta la siguiente estructura: un prólogo, que nos proporciona por medio de una
tirada relativamente corta de versos recitados (frecuentemente en trímetros yámbicos)
los precedentes del argumento de la obra; la párodoo momento en que el coro hace su
entrada, bailando y cantando, a la que siguen los diversos episodios recitados a cargo
de los actores. En el transcurso de los sucesivos episodios los actores hacen progresar
la acción dramática. Intercalados entre un episodio y otro se suceden diversas
intervenciones del coro, los estásimos, en los que el conjunto del coro ocupa su
correspondiente lugar en la orquesta bailando sobre el propio terreno y cantando un
tipo de composición lírica de métrica abigarrada. Los intervalos entre episodios y
estásimos permiten solucionar de pasada el problema técnico del cambio de vestuario
de los diversos actores. Estas partes corales o líricas llamadas estásimos suelen
presentar la forma de responsión estrófica, es decir, normalmente se comienza con una
estrofa, a la que sigue su antístrofa o segundo canto (cuyo esquema métrico, número
de versos, etc., se corresponde estrictamente con la estrofa) y ambas unidades suelen
cerrarse con un estribillo llamado epodo. Expuesto así el planteamiento de la obra, esta
se cierra con la despedida del coro, que abandona también majestuosamente la
escena cantando el llamado éxodo.
Nació Herodoto de una familia noble en el año 584 AdeC, en Halicarnaso, colonia
Dórica fundada por los Argivos en la Caria. Llamábase Liche su padre, y su madre Drio,
y ambos sin duda confiaron su educación a maestros hábiles, si hemos de juzgar por
los efectos.
Desde su primera juventud, abandonando Herodoto su patria por no verla oprimida por
el tirano Ligdamis, pasó a vivir a Samos, donde pensó perfeccionarse en el dialecto
jónico con la mira acaso de publicar en aquel idioma una historia. A este designio
debiólo de animar el buen gusto e ilustración que reinaban en la Grecia asiática o Asia
menor, mucho más adelantada entonces en las artes que la Grecia de Europa, no
menos que el ejemplo de otros historiadores así griegos como bárbaros: Helanico el
Milesio y Caronte de Lámpsaco habían publicado ya sus historias Pérsicas, Xanto la de
Lidia, y Hecateo Milesio la del Asia.
Se le considera el padre de la historiografía (la primera vez que se le cita de esta forma
es por Cicerón en su De legibus) por su famosa obra Historia escrita probablemente en
Turios, una colonia panhelénica situada en la Magna Grecia. El terminus post quem de
la obra se sitúa en el año 430 a. C. Historiae o Los nueve libros de historia es
considerada una fuente importantísima por los historiadores por ser la primera
descripción del mundo antiguo a gran escala y de las primeras en prosa griega.
El conjunto fue dividido en nueve libros por su editor alejandrino en el siglo III o el II a.
C., uno por cada musa: (Clío, Euterpe, Talía, Melpómene,Terpsícore, Erato, Polimnia,
Urania y Calíope). En ellos narra con precisión las Guerras Médicas entre Grecia y
Persia a principios del s. V a. C., con especial énfasis en aspectos curiosos de los
pueblos y personajes de unos y otros, al tiempo que describe la historia, etnografía y
geografía de su tiempo.
Para sus obras históricas recurrió a fuentes orales y escritas. Cuando menciona las
primeras, casi siempre alude a sus informadores de forma indefinida ("según los
persas...", "a decir de los griegos..."; "unos dicen... otros, en cambio, sostienen..."). Del
carácter parcial y poco fiable de sus fuentes era consciente el propio autor, que
escribió:
Entre las segundas pueden hacerse tres grandes grupos: a) datos obtenidos de los
poetas, que conocía bien; b) inscripciones, listas oficiales y administrativas de los
distintos Estados y oráculos y, finalmente, c) informaciones de los logógrafos y la
literatura de su época. Entre los poetas cita a Homero, Museo, Bacis, Olén, Aristeas,
Arquíloco, Esopo, Solón, Alceo, Safo, Laso, Simónides de Ceos, Frínico, Esquilo,
Píndaro y Anacreonte.
Herodoto, primero viajante que historiador, quiso ver por sus mismos ojos los lugares
que habían sido teatro de las acciones que él pensaba publicar. Recorrió en el Asia la
Siria y la Palestina, y algunas expresiones suyas dan a entender que llegó a Babilonia:
en África atravesó todo el Egipto hasta la misma Cirene, ignorándose si llegó a
Cartago; pero donde más provincias recorrió fue en Europa, viajando por la Grecia, por
el Epiro, por la Macedonia, por la Tracia, y por la Escitia, y finalmente fue a Italia o
Magna Grecia, formando parte de la colonia que entonces enviaron a Turio los
Atenienses. En esta nueva población parece que acabó el curso de sus viajes y de sus
días; si bien hay quien cree que murió en Pella de Macedonia y cuál en Atenas, pues
no constan claramente.
Acerca del tiempo y lugar en que compuso la historia que publicó por sí mismo,parece
lo más verosímil que después de algunos viajes, restituido a Samos, empezó allí a
poner en orden sus noticias, bien que no las publicó por entonces. De Samos dio la
vuelta a su patria, donde contribuyó a que de ella fuese expelido el tirano Ligdamis;
pero viéndola después sumida en la anarquía y entregada al furor de las facciones,
regresó a Grecia. Allí por primera vez, en el concurso solemne de los juegos olímpicos
de la Olimpiada 81, recitó sus escritos que había traído compuestos de la Caria. La
lectura de las Musas de Herodoto, a que asistía Tucidides, muy mozo todavía, al lado
de su padre Oloro, hizo tanta impresión en aquel joven codicioso de gloria, que se le
saltaron las lágrimas; lo que advirtiendo Herodoto, dijo a Oloro. -«El genio de tu hijo,
nacido para las letras, exige que en ellas le instruyas.».
Por segunda vez leyó su historia en Atenas en presencia de un numeroso pueblo
reunido para las fiestas Panatheneas, corriendo ya el tercer año de la Olimpiada 83.
Refiere Dion Crisóstomo que la leyó por tercera vez en Corinto, que no habiendo
obtenido la recompensa que esperaba de Adimanto y demás Corintios, borró de su
obra los elogios que de ellos hacía; mas nada hay que pruebe que esto sea sino un
chisme malicioso.
Sin duda Herodoto limó posteriormente sus escritos, y añadió nuevas noticias, pues
refiere sucesos posteriores a su última retirada a Turio, cuales son la invasión de los
Tebanos contra los de Plateas, la embajada de los Espartanos vendidos por Sitalces, y
la retirada de Zopiro a Atenas al fin del libro VII. Algunos suponen que esta historia no
ha llegado a nosotros entera, mas ninguna prueba hay que haga suponer en ella vacío
alguno: lo único, que se sabe es que escribió al parecer por separado un libro de los
Hechos Asirios, a los cuales frecuentemente se refiere, y que existían todavía en
tiempo de Aristóteles, que impugnó en parte estos últimos. Otros le atribuyen obras que
no son suyas, y entre ellas la vida de Homero, engañados acaso por la semejanza del
nombre de los autores, como Herodoro, Herodiano.
Pasando al juicio de esta obra, las prendas, superan en mucho los defectos, resaltando
entre aquellas un estudio diligente en averiguar los hechos, y esto en un tiempo de
ignorancia, tan escaso en monumentos, sin ninguno de los recursos que hoy tenemos
tan a mano; un juicio exacto y filosófico en dar clara y distintamente los motivos de los
sucesos que va refiriendo y una crítica continua en separar lo que aprueba por
verdadero de lo que refiere sólo por haberlo oído, y no pocas veces desecha por falso;
una prudente parsimonia en no amontonar máximas y reflexiones morales, dejando su
curso a los hechos; y un estilo fluido, claro, variado y ameno, sin afectar las exquisitas
figuras con que rizaban ya sus discursos los oradores, ni lo áspero, pesado y
sentencioso de los filósofos.
Los razonamientos que pone en boca de sus personajes son tan dramáticos, variados y
propios de la situación, que nadie a mi ver se atreverá a tacharlos de difusos. A tres se
reducen los defectos de que es tachado Herodoto: alguna sobrada malignidad, de la
cual habla de propósito Plutarco, a veces con razón, a veces incurriendo en el vicio
mismo que reprende; mucha superstición, culpa de que no es posible excusarle sino
por la naturaleza de los tiempos en que vivió, y por el deseo de captarse el aplauso
público halagando las creencias populares, y sin embargo se muestra en algunos
pasajes bastante atrevido para arrostrarlas y por último, falta de ritmo y armonía en su
estilo, vicio de que le acusa Ciceron (Orat. c. LV), y de que le vindican Dionisio de
Halicarnaso, Quintiliano y Luciano.
EURÍPIDES
Salamina, 480 - Pella, 406 a. C. Fue uno de los tres grandes poetas trágicos griegos de
la antigüedad, junto con Esquilo y Sófocles.
Se cree que escribió 92 tragedias, conocidas por los títulos o por fragmentos. Su
concepción trágica está muy alejada de la de Esquilo y Sófocles. Sus obras tratan de
leyendas y eventos de la mitología de un tiempo lejano, muy anterior al siglo V a. C. de
Atenas, pero aplicables al tiempo en que escribió, sobre todo a las crueldades de la
guerra. Los rasgos diferenciales de su obra son los siguientes:
● Innovación en el tratamiento de los mitos.
● Especial influencia de los problemas y polémicas del momento, que dan un aire
de realismo.
470 — 399 a. C. Fue un filósofo clásico ateniense considerado como uno de los más
grandes, tanto de la filosofía occidental como de la universal. Fue maestro de Platón,
quien tuvo a Aristóteles como discípulo, siendo estos tres los representantes
fundamentales de la filosofía de la Antigua Grecia.
Nació en la Antigua Atenas, donde vivió durante los dos últimos tercios del siglo V a.
C., la época más espléndida en la historia de su ciudad natal, y de toda la antigua
Grecia. Fue hijo de Sofronisco, de profesión cantero, y de Fainarate, comadrona,
emparentados con Arístides el Justo.
Según Plutarco, cuando Sócrates nació su padre recibió del oráculo el consejo de dejar
crecer a su hijo a su aire, sin oponerse a su voluntad ni reprimirle sus impulsos. No
obstante, ni Jenofonte ni Platón mencionan esta intervención del oráculo, lo que hace
pensar que pueda ser una tradición popular muy posterior.
Desde muy joven, llamó la atención de los que lo rodeaban por la agudeza de sus
razonamientos y su facilidad de palabra, además de la fina ironía con la que salpicaba
sus tertulias con los ciudadanos jóvenes aristocráticos de Atenas, a quienes les
preguntaba sobre su confianza en opiniones populares, aunque muy a menudo él no
les ofrecía ninguna enseñanza. Tuvo por maestro al filósofo Arquelao quien lo introdujo
en las reflexiones sobre la física y la moral.
Se casó con Xantipa (o Jantipa), que era de familia noble. Según una tradición antigua,
trataba muy mal al filósofo, aunque en realidad Platón muestra, al narrar la muerte de
Sócrates en el Fedón, una relación normal e incluso buena entre los dos.
Era de pequeña estatura, vientre prominente, ojos saltones y nariz exageradamente
respingona. Su figura era motivo de chanza. Alcibíades lo comparó con los silenos, los
seguidores ebrios y lascivos de Dioniso. Platón consideraba digno de ser rememorado
el día en que le lavó los pies y le puso sandalias, y Antifón, el sofista, decía que ningún
esclavo querría ser tratado como él se trataba a sí mismo. Llevaba siempre la misma
capa, y era tremendamente austero en cuanto a comida y bebida.
Murió a los 70 años de edad, aceptando serenamente esta condena, método elegido
por un tribunal que le juzgó por no reconocer a los dioses atenienses y corromper a la
juventud. Según relata Platón en la Apología que dejó de su maestro, éste pudo haber
eludido la condena, gracias a los amigos que aún conservaba, pero prefirió acatarla y
morir. Realmente le juzgaron porque dos de sus discípulos fueron tiranos que atentaron
contra Atenas.
A su muerte surgen las escuelas socráticas, la Academia Platónica, las menores, dos
de moral y dos de dialéctica, que tuvieron en común la búsqueda de la virtud a través
del conocimiento de lo bueno.
TUCIDIDES
Volvió del exilio veinte años después, al terminar la guerra. Algunos investigadores
modernos niegan su condición de exiliado, viéndolo como una muestra de la
intromisión posterior de Jenofonte en la obra de Tucídides
En su obra, escrita con gran rigor, analiza los hechos, yendo más allá de lo anecdótico
para buscar las motivaciones personales de los protagonistas de los hechos, sus
ambiciones y sus temores, sin ocultar sin embargo su admiración por algunas posturas
políticas. Intenta que prime la objetividad.
Durante mucho tiempo, Tucídides ha sido considerado como el padre de la historia
pragmática o científica en contraposición a Heródoto. Sin embargo, es preciso matizar
esta opinión, pues no hay tanta distancia metodológica entre ambos. Lo que sí existe
es una diferente intensidad en la utilización de los distintos procedimientos, marcada en
parte por la naturaleza de sus respectivos relatos. Desde luego, el rigor crítico de
Tucídides en la utilización de documentos y restos arqueológicos no pudo tenerlo
Heródoto en todas sus referencias a mundos desconocidos, muy alejados en el tiempo
y en el espacio. Se puede concluir que Tucídides llevó a su perfección aquellos
primeros pasos que había dado Heródoto por convertir la historia en algo más que una
simple narración agradable de hechos y curiosidades.
Para la antigüedad romana, Tucídides fue uno de los tres grandes historiadores
helénicos; sin embargo, unos cuantos siglos después, con el olvido de la lengua griega
característico de la Edad Media, se ignoraba casi todo sobre su figura y obra. El
proceso de recuperación de este autor se inició cuando Juan Fernández de Heredia
(1310-1396) extrajo y tradujo a su lengua aragonesa los discursos de la Historia de la
guerra del Peloponeso. No obstante, Tucídides sólo volvió al panorama cultural
europeo gracias a la versión latina de Lorenzo Valla (1407-1457), que vio la luz a
mediados del Quattrocento.
ARISTÓFANES
Excitada, se dice, la cólera de los oradores por estas licencias de la comedia antigua,
logró en 388 Antímaco que se prohibiera por una ley llevar al teatro nombre ninguno de
personaje. Aristófanes compuso entonces su Cócalo, obra perdida para nosotros,
desprovista de toda alusión política, con lo cual se inauguró la comedia nueva.
Aceptada esta versión, hay que poner más acá la fecha de la muerte y de la época en
que dejó de escribir Aristófanes. Para formarse idea de lo que era entre los griegos la
comedia política, que cumplía análogo papel al de la prensa periódica en nuestros días,
basta el siguiente fragmento de los Caballeros, en que Aristófanes fustiga en su
personaje Agoracrito al agitador Cleonte. «Tu eres un hombre zafio; eres un malvado y
la hez de la plebe; pero tu voz es atronadora, tu elocuencia desvergonzada. tu gesto
maligno, tu charlatanismo muy a propósito para la plaza pública; descansa, pues, en
mis palabras, posees todas las dotes que se necesitan para gobernar a Atenas». Y
personificando al pueblo en el viejo Demos, hace que el coro le cante en la misma
comedia estas palabras: «Eres un imbécil, adulador e intrigante: te conducen asido por
la nariz, y tú, extasiado cuando te arengan, permaneces inmóvil con la boca abierta».
JENOFONTE
401-354 a.C. Las fuentes de que disponemos para datar la vida de Jenofonte nos
vienen dadas por su propia obra, particularmente la Anábasis, y por las anécdotas
que nos cuenta Diógenes Laercio en sus Vidas.
La obra de Jenofonte tiene dos grandes virtudes: nos proporciona una amplia
cantidad de información sobre aspectos variados de la vida de sus contemporáneos
y constituye un excelente conjunto de textos para quien se introduce por primera vez
en el estudio de la lengua griega, debido a su sencillez. Como contrapunto, la crítica
moderna ha mostrado de manera casi unánime un cierto desprecio hacia el valor
histórico y literario de sus escritos. Se le acusa de parcialidad, de omitir numerosos
datos importantes y falta de un espíritu realmente científico y riguroso. Ciertamente,
aunque no podemos asegurar que llegase a falsear los hechos que relata, es
evidente que en su relato de las guerras hay huecos, digresiones y saltos en el
tiempo, además de no realizar un auténtico análisis sobre las causas de los
acontecimientos, limitándose a describirlos. Su intención era continuar la línea de
Tucídides; de hecho la Anábasis pretende ser la continuación de la Historia de la
Guerra del Peloponeso. También se han resaltado los conocimientos precisos que
tenía Jenofonte sobre estrategia militar, que afectarían positivamente a la descripción
de batallas, sin olvidar cierta habilidad para crear un ambiente dramático y la
profundización psicológica que lleva a cabo en algunos de los personajes más
cercanos a él, como Ciro o Agesilao.
PLATÓN
Platón nació hacia el año 428 a. C. en Atenas o Egina en el seno de una familia
aristocrática ateniense. Era hijo de Aristón, quien se decía descendiente de Codro, el
último de los reyes de Atenas, y de Perictione, cuya familia estaba emparentada con
Solón. En consonancia con su origen, Platón fue un acérrimo anti-demócrata (véanse
sus escritos políticos: República, Político, Leyes); con todo, ello no le impidió rechazar
las violentas acciones que habían cometido sus parientes oligárquicos y rehusar
participar en su gobierno.
Espeusipo, sobrino de Platón, elogia la rapidez mental y la modestia que tuvo de niño,
así como su amor por el estudio. En su juventud se habría interesado por artes como la
pintura, la poesía y el drama; de hecho, se conserva un conjunto de epigramas que
suelen ser aceptados como auténticos, y la tradición refiere que había escrito o tenía
interés en escribir tragedias, afán que habría abandonado al comenzar a frecuentar a
Sócrates (nótense las duras críticas que Platón hace de las artes en República,
fundamentando su parcial expulsión del Estado ideal). También, según se ve en su
teoría educativa, siempre se interesó por la gimnasia y los ejercicios corporales, y
ciertas fuentes refieren que se habría dedicado a las prácticas atléticas; habría
participado asimismo de algunas batallas de la Guerra del Peloponeso y de la Guerra
de Corinto, pero no hay información al respecto más que simples menciones del caso.
Luego de la pérdida de Sócrates, Platón, que tenía sólo veintiocho años, se retiró con
algunos otros de los discípulos de su maestro a Mégara, Sicilia, a la casa de Euclides
(socrático, fundador de la escuela megárica). De allí habría viajado a Cirene, donde se
reunió con el matemático Teodoro (personificado en el Teeteto) y con Arisitipo
(socrático también, fundador de la escuela cirenaica) y a Egipto, aunque estos dos
últimos viajes son puestos en duda por muchos especialistas. Se tienen por más
seguros, en cambio, los viajes a Italia y a Sicilia, no sólo porque hay más testimonios,
sino por la decisiva Carta VII, en base a la cual se reconstruye el resto de sus
travesías. En su viaje a Italia habría tenido contacto con eléatas y pitagóricos, dos de
las principales influencias que acusan sus obras, en especial con Filolao, Eurito y
Arquitas de Tarento, quien era, a la vez, político y filósofo en su pólis. En el 387 viajó
por primera vez a Sicilia, a la poderosa ciudad de Siracusa, gobernada por el tirano
Dionisio; allí conoció a Dión, el cuñado de Dionisio, por quien se sintió poderosamente
atraído y al que transmitió las doctrinas socráticas acerca de la virtud y del placer.
Según un relato tradicional, al final de su visita, Platón habría sido vendido como
esclavo por orden de Dionisio y rescatado por el cirenaico Anníceris en Egina, pólis que
estaba en guerra con Atenas.
A la vuelta de Sicilia, se estima que al poco tiempo, Platón compró una finca en las
afueras de Atenas, en un emplazamiento dedicado al héroe Academo, y fundó allí la
Academia, que funcionó como tal ininterrumpidamente hasta el año 86 a.C. al ser
destruida por los romanos, siendo restituida y continuada por los platónicos hasta que
en 529 d. C. fue cerrada definitivamente por Justiniano I, quien veía en las escuelas
paganas una amenaza para el cristianismo y ordenó su erradicación completa.
Numerosos filósofos se formaron en esta milenaria Academia, incluyendo el mismo
Aristóteles durante la dirección de Platón, junto a quien trabajo alrededor de veinte
años, hasta la muerte de su maestro. Vale la pena recordar cierta descripción de W. K.
C. Guthrie respecto de la Academia: "...No se parece en nada a ninguna institución
moderna (...) Los paralelos más cercanos son probablemente nuestras antiguas
universidades (...) con las características que han heredado del mundo medieval, en
particular sus conexiones religiosas y el ideal de la vida en común (...) La santidad del
lugar era grande, y se celebraban otros cultos allí, incluidos los de la misma Atenea.
Para formar una sociedad que tuviera su tierra y sus locales propios, como hizo Platón,
parece que era un requisito legal el registrarla como thíasos, es decir, como asociación
de culto dedicada al servicio de alguna divinidad. Platón eligió a las Musas, que
ejercían el patronazgo de la educación (...) Las comidas en común eran famosas por su
combinación de alimentos sanos y moderados con una conversación que valía la pena
recordar y anotar. Se cuenta que un invitado dijo que los que habían cenado con Platón
se sentían bien al día siguiente". En la Academia, que no aceptaba personas sin
conocimientos matemáticos previos, se impartían enseñanzas sobre distintas ciencias
(aritmética, geometría, astronomía, harmonía, puede que también ciencias naturales) a
modo de preparación para la dialéctica, el método propio de la inquisición filosófica, la
actividad principal de la institución; asimismo, también era principal actividad, en
consonancia con lo expresado en República, la formación de los filósofos en política,
de modo que fueran capaces de legislar, asesorar e incluso gobernar (se sabe de
varios platónicos que, luego de estudiar en la Academia, se dedicaron efectivamente a
estas actividades).
Platón también recibió influencias de otros filósofos, como Pitágoras, cuyas nociones
de armonía numérica y geomatemáticas se hacen eco en la noción de Platón sobre las
Formas; también Anaxágoras, quien enseñó a Sócrates y que afirmaba que la
inteligencia o la razón penetra o llena todo; y Parménides, que argüía acerca de la
unidad de todas las cosas y quien influyó sobre el concepto de Platón acerca del alma.
Platón murió en el 347 a. C., a los 80/81 años de edad, dedicándose en sus últimos
años de vida a impartir enseñanzas en la academia de su ciudad natal.
Todas las obras de Platón, con las excepciones de las Cartas y de la Apología están
escritas – como la mayor parte de los escritos filosóficos de la época - no como
poemas pedagógicos o tratados, sino en forma de diálogos; e incluso la Apología
contiene esporádicos pasajes dialogados. En ellos sitúa Platón a una figura principal, la
mayor parte de las veces Sócrates, que desarrolla debates filosóficos con distintos
interlocutores, que mediante métodos como el comentario indirecto, los excursos o el
relato mitológico, así como la conversación entre ellos, se relevan, completan o
entretejen; también se emplean monólogos de cierta extensión.
Platón, además, escribió Apología de Sócrates, Critón, Eutifrón, Ion, Lisis, Cármides,
Laques, Hipias mayor, Hipias menor, Protágoras, Gorgias, Menéxeno, Eutidemo y
Critias. Hay varios escritos cuya autenticidad permanece aún en duda, siendo
Alcibíades I y Epínomis los más importantes entre ellos. Lo mismo sucede con las
cartas conservadas, aunque hay casi unanimidad en aceptar el carácter genuino de la
importante carta VII. Finalmente, nos encontramos con la cuestión de las doctrinas no
escritas de Platón, cuya fuente más antigua es nada más y nada menos que
Aristóteles, quien menciona en varios lugares teorías que no encontramos en la obra
escrita de su maestro.
DEMÓSTENES
Para prevenir una revuelta similar en ese Estado, el sucesor de Alejandro Magno en
esa región el diádoco Antípatro envió sus hombres para que realizen un seguimiento a
Demóstenes para asesinarlo. Demóstenes se suicidó para evitar caer en manos de sus
enemigos.
De acuerdo a Dionisio de Halicarnaso, historiador griego y profesor de retórica,
Demóstenes representa la etapa final del desarrollo de la prosa ática. Este autor afirma
que Demóstenes reunió las mejores características de los estilos básicos; utilizaba
habitualmente el estilo de tipo medio o normal y aplicaba el estilo arcaico y el de
elegancia llana cuando era necesario. En todos y cada uno de los tres estilos era mejor
que sus maestros especializados.
Dionisio establece que el único punto débil de Demóstenes era su falta de sentido del
humor, si bien Quintiliano veía esta deficiencia como una virtud. Sin embargo, la
principal crítica que se ha hecho a Demóstenes parece que se ha apoyado
principalmente en su negativa a hablar extempore; habiéndose negado a menudo a
comentar asuntos que no se había estudiado previamente. En cualquier caso, dedicaba
una elaborada preparación a todos sus discursos y, por tanto, sus argumentos son los
productos de un estudio cuidadoso de cada asunto. También era famoso por su
capacidad de sátira.
Aristóteles nació en el año 384 a.C. en una pequeña localidad macedonia cercana al
monte Athos llamada Estagira, de donde proviene su sobrenombre, el Estagirita. Su
padre, Nicómaco, era médico de la corte de Amintas III, padre de Filipo y, por tanto,
abuelo de Alejandro Magno. Nicómaco pertenecía a la familia de los Asclepíades, que
se reclamaba descendiente del dios fundador de la medicina y cuyo saber se transmitía
de generación en generación. Ello invita a pensar que Aristóteles fue iniciado de niño
en los secretos de la medicina y de ahí le vino su afición a la investigación experimental
y a la ciencia positiva. Huérfano de padre y madre en plena adolescencia, fue adoptado
por Proxeno, al cual pudo mostrar años después su gratitud adoptando a un hijo suyo .
En el año 367, es decir, cuando contaba diecisiete años de edad, fue enviado a Atenas
para estudiar en la Academia de Platón. No se sabe qué clase de relación personal se
estableció entre ambos filósofos, pero, a juzgar por las escasas referencias que hacen
el uno del otro en sus escritos, no cabe hablar de una amistad imperecedera. Lo cual,
por otra parte, resulta lógico si se tiene en cuenta que Aristóteles iba a iniciar su propio
sistema filosófico fundándolo en una profunda critica al platónico. Ambos partían de
Sócrates y de su concepto de eidos, pero las dificultades de Platón para insertar su
mundo eidético, el de las ideas, en el mundo real obligaron a Aristóteles a ir perfilando
términos como «sustancia», «esencia» y «forma» que le alejarían definitivamente de la
Academia. En cambio es absolutamente falsa la leyenda según la cual Aristóteles se
marchó de Atenas despechado porque Platón, a su muerte, designase a su sobrino
Espeusipo para hacerse cargo de la Academia. En su condición de macedonio
Aristóteles no era legalmente elegible para ese puesto.
A la muerte de Platón, ocurrida en el 348, Aristóteles contaba treinta y seis años de
edad, habla pasado veinte de ellos simultaneando la enseñanza con el estudio y se
encontraba en Atenas, como suele decirse, sin oficio ni beneficio. Así que no debió de
pensárselo mucho cuando supo que Hermias de Atarneo, un soldado de fortuna griego
que se habla apoderado del sector noroeste de Asia Menor, estaba reuniendo en la
ciudad de Axos a cuantos discípulos de la Academia quisieran colaborar con él en la
helenización de sus dominios. Aristóteles se instaló en Axos en compañía de
Xenócrates de Calcedonia, un colega académico, y de Teofrasto, discípulo y futuro
heredero del legado aristotélico.
La amplitud y la profundidad de su pensamiento son tales que fue preciso esperar dos
mil años para que surgiese alguien de talla parecida. Y durante ese período su
autoridad llegó a quedar tan establecida e incuestionada como la que ejercía la Iglesia,
y tanto en la ciencia como en la filosofía todo intento de avance intelectual ha tenido
que empezar con un ataque a cualquiera de los principios filosóficos aristotélicos.
Muchos años después, los herederos de Neleo se las vendieron a Apelicón de Teos, un
filósofo que se las llevó consigo a Atenas. En el 86 a.C., en plena ocupación romana,
Sila se enteró de la existencia de esas cajas y las requisó para enviarlas a Roma,
donde fueron compradas por Tiranión el Gramático. De mano en mano, esas obras
fueron sufriendo sucesivos deterioros hasta que, en el año 60 a.C., fueron adquiridas
por Andrónico de Rodas, el último responsable del Liceo, quien procedió a su edición
definitiva. A él se debe, por ejemplo, la invención del término «metafísica», título bajo el
que se agrupan los libros VII, VIII y IX y que significa, sencillamente, que salen a
continuación de la física.
Con la caída del Imperio romano, las obras de Aristóteles, como las del resto de la
cultura grecorromana, desaparecieron hasta que, bien entrado el siglo XIII, fueron
recuperadas por el árabe Averroes, quien las conoció a través de las versiones sirias,
árabes y judías. Del total de 170 obras que los catálogos antiguos recogían, sólo se
han salvado 30, que vienen a ocupar unas 2.000 páginas impresas. La mayoría de
ellas proceden de los llamados escritos «acroamáticos», concebidos para ser utilizados
como tratados en el Liceo y no para ser publicados. En cambio, todas las obras
publicadas en vida del propio Aristóteles, escritas para el público general en forma de
diálogos, se han perdido.
Si bien Aristóteles admite, al igual que Sócrates y Platón, que la esencia es lo que
define al ser, concibe (a diferencia de sus antecesores) la esencia como la forma que
está unida inseparablemente a la materia, constituyendo juntas el ser, que es la
sustancia. La afirmación de la importancia del conocimiento sensible, y del
conocimiento de lo singular para llegar a lo universal, abrió posibilidades a la
investigación científica.
Aristóteles rechazó fuertemente la teoría de Platón según la cual las ideas eran la
auténtica realidad (por ser subsistentes y autofundadas) y que el mundo sensible,
captado por nuestros sentidos, no era más que una copia de aquellas. Aristóteles, al
contrario de Platón -que concebía la «existencia» de dos mundos posibles o reales
(algunos eruditos creen que la teoría platónica es en realidad un realismo de las Ideas),
poseía una teoría que discurría entre el mundo de las nociones y el mundo sensible, si
bien estaba abierto a admitir la existencia de sustancias separadas e inmóviles (como
se muestra en la Física y en la Metafísica).
● Critica a los dos mundos: para Aristóteles es uno solo; admitir dos mundos
complica la explicación innecesariamente, reduplicando las realidades.
● Platón no ofrece una explicación racional al hablar de los dos mundos. Se limita
a utilizar mitos y metáforas, en vez de aclarar conceptualmente sus propuestas.
● No hay una relación clara de causalidad del mundo ideal respecto del mundo
sensible. No explica cómo las ideas son causa de las cosas sensibles y
mutables. No infiere que de una idea se derive un objeto.
● Argumento del tercer hombre: según Platón, la semejanza entre dos cosas se
explica porque ambas participan de la misma idea. Según Aristóteles, se precisa
un tercero para explicar la semejanza entre dos cosas, y un cuarto para explicar
las tres, y así sucesivamente. Es una regresión al infinito, por lo tanto no se
explica nada. Tal argumento ya había sido recogido por el mismo Platón en el
diálogo titulado Parménides.
Aristóteles fue un pensador con espíritu empirista, es decir que buscó fundamentar el
conocimiento humano en la experiencia. Una de las primeras preocupaciones fue
encontrar una explicación racional para el mundo que lo rodeaba.
Los presocráticos se percataron de que lo que nos rodea es una realidad diversa que
se halla en continua y perpetua transformación. Heráclito de Éfeso considera que todo
se halla en perpetuo cambio y transformación; el movimiento es la ley del
universo.Parménides, al contrario, opina que el movimiento es imposible, pues el
cambio es el paso del ser al no ser o la inversa, del no ser al ser. Esto es inaceptable,
ya que el no ser no existe y nada puede surgir de él.
Platón, supone una especie de síntesis, es decir, una unión o una suma de estas dos
concepciones opuestas: la de Heráclito y Parménides. Por un lado tenemos el mundo
sensible, caracterizado por un proceso constante de transformación y, por el otro,
tenemos el mundo abstracto y perfecto de las Ideas, caracterizado por la eternidad y la
incorruptibilidad.
Megalópolis, hoy desaparecida, actual Grecia, h. 200 a.C. - ?, 118 a.C.) Historiador
griego. Desempeñó diversos cargos en la Liga Aquea. Durante su primera estancia en
Roma entró en el círculo de Escipión, en el que dominaba la influencia estoica. Realizó
numerosos viajes a Hispania, Galia y África, y acompañó a Escipión en los sitios de
Cartago (146 a.C.) y de Numancia (133 a.C.). Su estancia en la península Ibérica le
sirvió para estudiar la geografía, los pueblos y las costumbres de Hispania. Tras la
destrucción de Corinto (146 a.C.), y gracias a su popularidad en Roma, se le
encomendó establecer las bases de la futura provincia de Acaya. Se conserva buena
parte de su obra fundamental, las Historias, compuesta de cuarenta volúmenes y
escrita con un método riguroso que se basa en una estricta documentación y en su
presencia en el lugar de los hechos que describe. Otras obras suyas hoy perdidas son
Tratado de táctica y La guerra de Numancia. Fue, junto con Tucídides, uno de los
primeros historiadores en excluir la acción divina entre las causas materiales y sus
consecuencias.
El padre de Polibio, Licorta, era amigo de Filopémenes y fue varias veces estratega de
la Liga Aquea. Así, desde muy joven, Polibio empezó a adquirir una notable experiencia
política y militar, en el trato con los hombres de Estado que regían la política griega. En
183, cuando contaba poco más de veinte años, tuvo el honor de llevar de Mesenia a
Megalópolis las cenizas de Filopémenes para sus solemnes exequias; en 169-168 fue
nombrado hiparca (era el cargo más importante después del de estratega de la Liga
Aquea).
Uno de estos mil aqueos era Polibio, y tal acontecimiento doloroso acabó siendo el más
importante y afortunado de su vida. Sin él, Polibio hubiera sido un mediocre político
aqueo, agriado por odios locales; gracias a este suceso pudo comprender la grandeza
de Roma y convertirse en el historiador de aquella grandeza. Había conocido en
Megalópolis a Paulo Emilio, el vencedor de Pidna; fue acogido en su casa como
maestro de sus hijos Fabio Máximo y Escipión Emiliano, y por intercesión de éstos
pudo obtener la merced de permanecer en Roma bajo vigilancia del pretor urbano. En
los diecisiete años que Polibio pasó en Roma conoció a los personajes más
importantes del momento. La casa de Escipión, en la que conoció, entre otros, a
Panecio, era el mejor observatorio político que pudiera desearse.
La antigua antipatía hacia Roma se convirtió poco a poco en simpatía y admiración por
aquel gran pueblo que en cincuenta y cuatro años se había convertido en el más
poderoso del mundo. Polibio indagó las razones de una fortuna tan rápida, que al
principio debió de parecerle misteriosa; estudió la sociedad y la constitución romanas y
se dedicó a escribir la historia de aquel período tan rico en acontecimientos. Viajó por el
Lacio y por Italia meridional, en parte para consultar documentos. En 151 acompañó a
Escipión a España; a su regreso atravesó los Alpes para comprender mejor el histórico
paso de Aníbal. Hasta el año 150 no permitió el Senado (que muchas veces se había
mostrado desfavorable a este acto) la vuelta a su patria de los aqueos confinados.
Polibio regresó a su tierra, pero quedó ligado a Escipión y a Roma. En 149 acompañó,
con Panecio, a Escipión en la expedición contra Cartago, y asistió a la toma de la
ciudad.
Profundamente convencido de la inexorable fatalidad de la dominación romana, Polibio
trató de impedir con sus consejos la guerra de los griegos contra Roma; después,
acudió a Grecia luego del saqueo de Corinto, y vio a los soldados romanos jugar a
dados sobre los cuadros de los más famosos pintores griegos. Se esforzó por todos los
modos posibles en aliviar la suerte de los vencidos; enviado a regular la administración
de las ciudades del Peloponeso, pacificó los ánimos y los indujo a la resignación. No
acompañó a Escipión en su viaje a Oriente en 140, pero sí en 134 en su expedición
contra Numancia, y escribió una monografía sobre aquella guerra. Los últimos años
fueron tristes: Polibio estuvo presente en el tribunado y en el asesinato de Tiberio
Graco, después en la misteriosa muerte de Escipión, y vio en los movimientos
populares una terrible amenaza a aquella constitución que era, para él, garantía
indispensable del dominio de Roma.
El Estado es un organismo y, como tal, se halla sujeto a una evolución que terminará,
tras una plena madurez, en una decadencia fatal: es la ley inflexible de la "anakyklosis"
o "ciclo" bajo la cual describe la terrible tragedia de Grecia y Cartago, que, ya en el
declive, fueron necesariamente empujadas por la curva ascensional del Estado
romano. Y a esta ley histórica no escapará ni la república romana, tan pronto como la
evolución haya hecho girar el ciclo de las instituciones y del gobierno. En cambio, a los
pueblos les quedará eternamente la grandeza moral del pasado, superior, en todos los
aspectos, a la potencia efímera del presente.
Polibio fue el único griego que supo comprender la grandeza de la república romana, y
a él le correspondió, como desterrado diplomático y huésped del enemigo, indicar la
maravillosa potencia de la máquina política de su tiempo a los romanos mismos y,
sobre todo, a aquel Escipión Emiliano que fue su amigo y discípulo. Como Tucídides,
no tuvo imitadores. A él se debe el haber legado a la posteridad, revivido y comentado,
el recuerdo de la gran lucha mantenida entre Roma y Cartago, y el haber establecido
que el arte política, entendida a la manera griega, es la base de la historia de los
hombres y de su cultura, sea en el instante en que es vivida, sea frente al juicio de la
posteridad.
FILÓN DE ALEJANDRÍA
Se sabe poco sobre la vida de Filón y, en general, la mayoría de los datos biográficos
proceden de su propia obra, en especial de su libro autobiográfico Legatio ad Caium
(Embajada a Cayo), así como del libro Antigüedades judías, de Flavio Josefo.
A partir del siglo III a.C., tuvo lugar el encuentro de la fe judía con la filosofía griega en
el contexto de la comunidad judía de Alejandría. Allí los intelectuales hebreos, muy
especialmente Filón de Alejandría, concibieron una forma de profundizar en su fe
bíblica con los instrumentos de la razón griega. Era una teología convencida de que la
fe mosaica y la filosofía griega coincidían en su aspiración a la verdad. A partir de la
destrucción de Jerusalén del año 70, el judaísmo interrumpirá ese prometedor diálogo
entre fe y razón, y se conformará con elaborar comentarios a la Torá, y a los demás
libros de la Escritura.
Para Filón, hay un único Dios, incorpóreo e increado, inaprehensible para la inteligencia
humana. Entre el Dios Uno y los hombres se encuentra el Logos, expresión de la
actividad intelectiva del Dios Uno, al que se debe la creación del mundo. Es el
intermediario entre Dios y los hombres. Es el más antiguo de los seres; es el hijo
primogénito de Dios; es la imagen de éste. El Logos, sin embargo, es inferior a Dios, se
halla en la frontera que separa la creación de lo creado. No es ingénito como Dios, ni
engendrado como los hombres, sino intermedio entre los dos extremos. Por debajo del
Logos se encuentran las Potencias (atributos divinos), por medio de las cuales el Dios
Uno actúa sobre el mundo. Es un precedente del neoplatonismo de Plotino.
Filón fue un autor muy prolífico. Se conservan cerca de cincuenta escritos, algunos sólo
en su traducción latina o armenia. Al menos 20 o 25 de sus tratados se han perdido, de
acuerdo al listado de sus obras presente en Eusebio de Cesarea (Cf. H.E. II 18,1-8). En
la actualidad, las obras de Filón se suelen dividir en tres grupos, a saber: 1) tratados
sobre la Ley Judía; 2) obras apologéticas, y 3) tratados filosóficos.
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Relación de obras de cada autor recogidas en las respectivas carpetas del fichero
Homero
Himnos
La Iliada
La Odisea
Margines, Batracomiomaquia, Epigramas, Fragmentos
Esopo
Fábulas
Esquilo
Tragedias
Sófocles
Antígona
Ayax
Edipo en Colono
Edipo Rey
Electra
Filoctetes
Fragmentos
Las Traquinias
Herodoto
Eurípides
Electra
Heracles
Ifigenia entre los Tauros
Ion
Las Troyanas
Suplicantes
Tragedias I (El Cíclope, Alcestis, Medea, Los Heraclidas, Hipólito, Andrómaca, Hécuba)
Tragedias II (Helena, Fenicias, Ifigenia en Aulide, Bacantes, Reso)
Sócrates
Tucidides
Aristófanes
Jenofonte
Anabasis
Apologia de Sócrates.
Banquete
Ciropedia
Económico
Helénicas
Memorables
Recuerdos de Sócrates
Sobre la caballería
Platón
Apología de Sócrates
Cármides
Cartas
Cratilo
Critias o la Atlántida
Critón
El Banquete
El mito de la caverna
EL Sofista o del ser
Epinomis
Eutidemo
Eutifrón
Fedón
Fedro
Filebo o del placer
Gorgias
Hipias mayor
Hipias menor
Ion
La República
Laques
Leyes, Tomo I Libros I a VI
Leyes, Tomo II Libros VII a XII
Lisis
Menexeno
Menon
Parménides
Político
Protágoras
Teeteto o de la ciencia
Timeo o de la naturaleza
Demóstenes
Aristóteles
Del cielo
Del sentido y lo sensible de la memoria y el recuerdo
El arte poética
Etica a Nicomaco
Física
La gran moral
Libro de las categorías (La isagoge)
Metafísica
Moral a Eudemo
Obra Biológica
Retórica
Sobre las clases sociales
Tratados de Lógica (Organom)
Acerca del alma
La Ética
Política
Poética
Sobre la interpretación
Polibio
Filon de Alejandria
Obras completas
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