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CONCLUSIÓN LAUDATO SÍ:

La principal crítica de Francisco I es al consumismo, y apunta a una de sus causas:


“Mientras más vacío está el corazón de la persona, más necesita objetos para
comprar, poseer y consumir” (204). El Papa hace una invitación a una austeridad
voluntaria y feliz: “La sobriedad que se vive con libertad y conciencia es
liberadora”, pues no son felices los que andan “buscando siempre lo que no
tienen” (223). Esta austeridad voluntaria es, de hecho, importante en la felicidad,
valorada por multitud de filósofos, incluso aunque no hubiera problema
ecológico. También es importante ser agradecidos a la vida, y por eso nos invita
“a dar gracias a Dios antes y después de las comidas”, ya que eso “fortalece
nuestro sentido de gratitud” y de humildad, a la vez que sirve para reconocer el
trabajo de los que hacen que la comida llegue a nosotros, “y refuerza la
solidaridad con los más necesitados” (227).

“La tierra que recibimos pertenece también a los que vendrán” (159). “Mientras
la humanidad del período post-industrial quizás sea recordada como una de las
más irresponsables de la historia, es de esperar que la humanidad de comienzos
del siglo XXI pueda ser recordada por haber asumido con generosidad sus graves
responsabilidades” (165). El Papa pide a los creyentes ser “coherentes” (200), no
burlarse de las preocupaciones por el medio ambiente, y una “conversión
ecológica” (217). En el camino ecológico y espiritual, nos daremos cuenta de que
“el místico experimenta la íntima conexión que hay entre Dios y todos los seres,
y así «siente ser todas las cosas Dios»” (234).

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