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INTRODUCCIÓN.

Durante el contenido del siguiente documento pretendemos dar a conocer la


posición de los autores clásicos Adam Smith y David Ricardo frente al artículo de
opinión: Un diluvio del TLC publicado por Aurelio Suárez Montoya.

Este articulo hace una crítica a los tratados de libre comercio que Colombia negocio
con estados unidos, la unión europea, corea del sur y Turquía la mayoría
concretados en el año 2012. Según el autor con cada uno de los tratados acordados
hay una rama de producción y, por consiguiente, un sector productivo afectado: el
agro, la industria automotriz y de línea blanca y otros como la siderúrgica y
metalmecánica, el artículo se refiere tan bien a las desventajas a la demanda de
inversiones.

En este orden de ideas, es posible analizar el artículo desde la postura de 2 autores


clásicos, Adam Smith y David Ricardo. Desde el planteamiento de sus teorías de la
ventaja absoluta y la ventaja comparativa, respectivamente. Describiendo los
requisitos con los que debe cumplir una nación para ser mayormente productivo y
mantener un crecimiento significativo en su economía una vez se incursiona en el
mercado internacional
ARTICULO DE OPINIÓN: Un diluvio de TLC.

Autor: Aurelio Suárez Montoya

Los tratados de libre comercio se enmarcan en las políticas de internacionalización


de las economías de los países que hacen parte de estos tipos de acuerdos, para
que así estas puedan lograr un nivel de crecimiento y desarrollo económico mayor;
con el fin de generar nuevas oportunidades de empleo, bienestar y calidad de vida
(Fedegan, 2016). La república de Colombia años atrás ha venido construyendo un
ambiente propicio para poder incursionar productos y servicios locales en nuevos
mercados de talla mundial con el fin de atraer inversión extranjera al país,
estableciendo diferentes tipos de relaciones internacionales, por medio de los
acuerdos de libre comercio que ha firmado con diferentes naciones en el mundo.

Este artículo, 2012: Un diluvio de TLC, hace una crítica a los tratados de libre
comercio que Colombia negoció con Estados Unidos, La Unión Europea, Corea Del
Sur y Turquía, la mayoría concretados en el año 2012. Según el autor con cada uno
de los tratados acordados hay una rama de producción y por consiguiente, un sector
productivo afectado: el agro, la industria automotriz y de línea blanca y otros como
la siderúrgica y metalmecánica. El artículo también se refiere a las desventajas en
la demanda de inversiones, como consecuencia de la expropiación indirecta, que
tienen los países involucrados, exactamente en el tratado firmado entre Estados
Unidos, Perú y América Central. A modo de critica el autor hace un comparativo
entre las expectativas planteadas por el gobierno al proponer cada uno de los TLC
y la realidad económica que se vive una vez fueron puestos en marcha. Finalizando
con que “El marchitamiento del agro y la industria, costosos capítulos de protección
a inversionistas extranjeros, falsas expectativas exportadoras y competencia
desleal son parte del panorama de 2012, año de los TLC” (Montoya, 2011), lo que
deja claro su posición desconforme con respecto a los tratados, ya que sus
argumentos dan a entender que firmar cada tratado no ha sido la mejor decisión
tomada por el gobierno ya que han sido más los aspectos negativos que los
beneficios que ha recibido la economía del país a causa de los mismos.

En este orden de ideas, es posible analizar el artículo desde la postura de 2 autores


clásicos, Adam Smith y David Ricardo. Desde el planteamiento de sus teorías de la
ventaja absoluta y la ventaja comparativa, respectivamente. Describiendo los
requisitos con los que debe cumplir una nación para ser mayormente productivo y
mantener un crecimiento significativo en su economía una vez se incursiona en el
mercado internacional. Si bien, David Ricardo con su teoría de la ventaja
comparativa plantea que cada nación debe especializarse en la exportación de
aquellos bienes en los cuales posea una ventaja comparativa, es decir los bienes
que produzca con un menor costo relativo, o sea, el coste de un bien medido en
términos del otro bien, colocando al trabajo como el factor principal para medir estos
costes entre países, comparado a otros países; así mismo, importarán los bienes
en los cuales sean menos eficientes (Ricardo, 1985). Y por su parte Adam Smith
con su teoría de la ventaja absoluta sostiene que un país “puede ser más eficiente
que otro en la producción de algunos bienes y menos eficiente en otros e,
independientemente de las causas de las ineficiencias, ambos se pueden beneficiar
del intercambio si cada país se especializa en la producción del bien que produce
con mayor eficiencia”. Ambos Autores tienen en cuenta un mismo objetivo, la
optimización de los recursos y el intercambio eficiente de los bienes que hacen parte
del mercado real, para que cada uno obtenga el máximo beneficio.

Teniendo en cuenta los argumentos dados por el escritor del articulo y los
pensamientos planteados por los economistas clásicos. Se podría afirmar que una
vez entendidas las condiciones económicas de cada país que hace parte de los
tratados de libre comercio firmados en el año 2012, por parte de los pensadores, la
percepción sería que deben ser reevaluadas las ventajas comparativas y absolutas
que cada país tiene para poder garantizar las condiciones que la economía local
necesita para lograr un beneficio en sus transacciones internacionales. Cuando un
TLC es propuesto las naciones involucradas buscan impulsar un poco más la
economía local en el mercado internacional, interactuando con algunos
instrumentos de la política comercial, los mismos que abordan las reglas de juego
que son negociadas de acuerdo a la realidad económica de cada país interventor,
es decir, su nivel de competitividad sobre los demás países (ventajas), factor que
es altamente importante para sobrevivir y mantenerse en el comercio internacional
y que es explicado por los autores clásicos, Adam Smith y David Ricardo.

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