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HISTÓRICO
CURSO 2017/2018
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INDICE
1. INTRODUCCION…………………………………………………...2
2. EVOLUCION DE LA CODIFICACION
PROCESAL PENAL………………………………………..............3
2.1 La Ley de Enjuiciamiento Criminal de 1872………….....4
2.2 La Ley de Enjuiciamiento Criminal de 1882…………….5
2.3 Últimas modificaciones de la LECrim……………………8
3. CONCLUSIONES…………………………………………………..9
4. BIBLIOGRAFIA……………………………………………….......10
1. INTRODUCCION
En este trabajo me dispongo a tratar el tema sobre la evolución que ha sufrido la Ley de
Enjuiciamiento Criminal de nuestro país desde su creación a la actualidad, por lo tanto
me dispongo a introducirnos en el derecho procesal ya que forma su codificación1.
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El proyecto o la existencia de Códigos civil y penal, que dan cabida al derecho material,
llevo probamente a calificar de leyes a estos códigos: Ley de Enjuiciamiento Civil al
primero, y Ley de Enjuiciamiento Criminal al segundo. Haciendo uso de una
sinécdoque2, se designa como enjuiciamiento al conjunto de la actividad jurisdiccional.
Para realizar el trabajo me he instruido con la página web del BOE, concretamente en la
Gaceta, gracias a los números de periódico de esa época en relación a los temas que voy
a tratar y a lo dispuesto en el manual Curso de Historia del Derecho de José Antonio
Escudero. También me he apoyado en apuntes propios de distintas materias.
He optado por estas fuentes por su disponibilidad, fiabilidad y por estar correctamente
dispuesto los datos e información que quería expresar.
El 12/04/1868 las Cortes decretan y sancionan una ley señalando bases para la
organización de los Tribunales y para la formación de la ley de Enjuiciamiento criminal.
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Al final la Ley Orgánica del Poder Judicial de 1870 dispuso en la primera de sus
disposiciones transitorias, “reformar los procedimientos criminales” dictando al efecto
una serie de reglas cuya consecuencia directa fue la Ley de Enjuiciamiento Criminal
de 22 de diciembre de 1872, que entro en vigor al año siguiente y que comenzó su
procedimiento con un decreto creando una Comisión especial para la formación del
proyecto de esta ley y organización del Jurado, y nombrando los individuos que han de
componerla, Presidente, Vicepresidente y Vocales.
Fue en esta ley en la que se sancionó la institución del Jurado y del juicio oral y
público pero su aplicación fue difícil, provocando que el Ministerio de Regencia del
Reino el 4 de Enero de 1875 acordara en un decreto suspender la parte relativa al
Jurado y al juicio oral y público ante los Tribunales de derechos la observancia de la ley
provisional de Enjuiciamiento criminal establecida el 22 de Diciembre de 1872; debido
a esto se tuvo que dictar otra Real orden el 4 de Junio de 1875 declarando y
resolviendo que en las causas criminales han debido observarse y cumplirse los
preceptos de la ley provisional sobre organización del poder judicial y la de
Enjuiciamiento criminal en cuanto a la constitución de las Salas de justicia, cómputo de
votos, resolución de discordias y pronunciamiento de sentencias.
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Esto finalmente causó que en diciembre de 1878 el Rey Alfonso XII informase de que
las Cortes decretan y sancionan una ley autorizando al Ministro de Gracia y Justicia
para que publique una compilación general en la que se refundan las disposiciones que
rigen y se relacionan con el procedimiento criminal, y para redactar y publicar una
nueva edición de la ley de Enjuiciamiento civil la cual fue aprobada el 19 de octubre de
1979 por el entonces Ministro de Gracia y Justicia por Real Decreto.
Esto dio como resultado la Compilación General del procedimiento general llevada
a cabo por la Comisión de Codificación para remediar el desajuste entonces
existente pero que acabó teniendo un insatisfactorio resultado provocando
irremediablemente la redacción del siguiente código procesal.
Sabemos entonces que se dictó la Ley de 11 de Febrero de 1881 por las Cortes,
autorizando al Gobierno para que redactara y publicara una Ley de Enjuiciamiento
Criminal que tomara como base la Compilación Criminal de 1879 y las leyes
correlativas de ella.
Ley ésta de 11 de Febrero de 1881 que autorizaba también al Gobierno para establecer
los Tribunales de Partido que debían conocer de ciertas causas criminales y a los que se
refirió con anterioridad la Ley provisional de Enjuiciamiento Criminal de 1872
aprobada por el Real Decreto de 22 de Diciembre de 1872 y que no llegaron a
funcionar por ser ésta inmediatamente derogada. Aunque este Real Decreto buscaba
aplicar la Disposición Transitoria Primera de la Ley Provisional de Organización del
Poder Judicial de 1870 denominada comúnmente Ley Orgánica del Poder Judicial.
Sin embargo, poco después, esta autorización concedida para crear los Tribunales de
Partido con competencia para causas penales fue modificada por la Ley de 15 de Junio
de 1882.
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penal (cambio de criterio muy discutido -en ese momento- sobre si era o no acertado)
sino unos Tribunales Colegiados Provinciales denominados comúnmente Audiencias
Provinciales de lo Criminal que conocerían del juicio oral de los delitos, a salvo de las
causas por delitos que se encomendaban al Tribunal Supremo en primera y única
instancia, en especial, tratándose de aforados.
Ello supuso modificar la LOPJ de 1870 y que se dictara una Ley Orgánica Adicional a
la misma en 1882 (LOAPJ) que suponía la centralización de la Justicia en la capital
de provincia, es decir, una justicia emanada desde la capital de la provincia (aunque
ésta no fuera -en algún caso- el municipio más poblado de la provincia) para la
primera instancia penal en los delitos o para la segunda instancia del proceso civil.
Sabemos que dicho encargo de las Cortes -formar el código de procedimiento criminal-
lo confió el Gobierno a la Sección Segunda de la Comisión de Codificación, pues así se
señala en la Real Orden de 14 de Septiembre de 1882 (es por ello de la misma fecha que
el Real Decreto que autoriza y promulga la Ley de Enjuiciamiento Criminal cuyo objeto
es dar las gracias por el trabajo dedicado a los miembros de la susodicha Sección
Segunda de la Comisión de Codificación para elaborar la citada Ley).
El 22 de junio de 1882 fue promulgada entonces una Ley de Bases para reformar el
procedimiento criminal con arreglo a los principios de brevedad, publicidad, prisión
reservada a los delitos graves, instancia única, creación de procesos especiales y
aquellas otras modificaciones aconsejadas por la ciencia y la experiencia. Los
redactores llevaron a cabo su tarea y el 14 de septiembre del mismo año se publicó la
nueva Ley de Enjuiciamiento Criminal, con casi un millar de artículos repartidos en
siete libros, inspirada en aquellos principios y también en algunos textos
extranjeros como el Código austriaco de 1873.
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También fue conocida como la doctrina más adecuada y reciente de las sentencias del
tribunal supremo y con referencias a las disposiciones vigentes relacionadas con esta
ley, y completada con la del jurado y la parte procesal de la de explosivos, represión del
anarquismo, etc.
Los procesalistas no han dejado de ver algunas sombras más; entre ellas, la
separación de tribunales y jueces, insatisfactoriamente resuelta, o la propia de
jueces de instrucción y jueces civiles, que la ley no desarrolla.
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LO 8/2006, la LO 8/2002 creadora de los juicios rápidos, la 27/2003 reguladora de la
orden de protección en la violencia de género o las LLOO 1/2009 y 13/2009 de
implantación de la Oficina Judicial, que otorgó nuevas competencias a los Secretarios
judiciales (hoy denominados «letrados de la Administración de Justicia), la LO 5/2015
de reforma de la LOPJ y de la LECrim para la transposición de las Directiva
2010/64/UE y 2012/13/UE, la Ley 4/2015 del Estatuto de la víctima y finalmente las
LO de 2015.
Estos cambios normativos vienen impulsados para trasponer, por una parte, nuestro
ordenamiento interno a la Directiva 2013/48/UE del Parlamento Europeo y del
Consejo, de 22 de octubre de 2013, sobre el derecho a la asistencia de letrado en los
procesos penales y en los procedimientos relativos a la orden de detención europea,
y sobre el derecho a que se informe a un tercero en el momento de la privación de
libertad y a comunicarse con terceros y con autoridades consulares durante la privación
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de libertad; y por otro para adaptar nuestro ordenamiento procesal penal a las
nuevas formas de delincuencia ligadas al uso de las nuevas tecnologías.
Esto ha supuesto la modificación de los arts. 118, 509, 520 y 527 de la LECrim y la
creación del artículo 520 ter, en el caso de la Directiva. Por otra parte, se han
modificado el art. 579 LECrim y se ha añadido el artículo 579 bis, y se han añadido los
Capítulos V a VII del Título VIII del Libro II de la LECrim en referencia a las nuevas
medidas de investigación tecnológica.
3. CONCLUSIONES
Aun así, los tribunales ordinarios son propensos a buscar soluciones en la LECr.
Las quejas de los ciudadanos a través del recurso de amparo han desmontado muchas
falsas concepciones de lo que ahora tiene que ser el juicio penal.
Esto es un reto para los tribunales ordinarios. Lo ideal sería que dispusieran de una
LECrim de texto literal con la CE. Los tribunales ordinarios han de asumir el
protagonismo de la defensa de los derechos fundamentales.
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4. BIBLIOGRAFIA
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