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Reflexiones sobre Física Cuántica para la vida diaria

Hace ya más de cien años que la física cuántica comenzó a surgir como un nuevo
paradigma alternativo y complementario a la mecánica newtoniana. A pesar de ser
un conocimiento ya centenario, la mayoría de nosotros permanecemos ajenos a los
nuevos supuestos que han emergido con ella.

La teoría cuántica supone una verdadera revolución del pensamiento porque es capaz de
tocar el misterio de la existencia, y ofrecernos una nueva percepción de la realidad llena
de magia y autorresponsabilidad. Es una nueva visión que nos hace completamente
responsables de lo que nos ocurre en nuestra vida; que nos hace conscientes del
verdadero poder de nuestros pensamientos.

Estamos condicionados para creer que el mundo exterior es más real que el interior, y el
nuevo modelo de ciencia de la física quántica dice justo lo contrario, afirma que lo que
nos pasa dentro crea lo que pasa fuera.

Creemos que la percepción que tenemos del mundo es real; sin embargo, se trata sólo de
una experiencia...

Si conectamos a una persona en un escáner cerebral y le pedimos que observe un objeto,


se iluminarán ciertas partes del cerebro. Si a continuación le pedimos que cierre los ojos
y piense en el objeto sin que esté presente el mismo, se iluminarán las mismas áreas
cerebrales. ¿Quién es el que ve, entonces, los ojos, el cerebro? ¿Qué es la realidad, lo
que percibimos con los ojos, con el cerebro…?
    
El cerebro no conoce la diferencia entre lo que ve en el entorno y lo que recuerda,
porque con el recuerdo y con la percepción se activan las mismas redes neuronales.

Por otro lado, a cada instante recibimos grandes cantidades de información, la cual se
introduce en los órganos de los sentidos y se va filtrando. En cada paso eliminamos
información y al final, lo que emerge en la conciencia es lo que más nos interesa
personalmente.

El cerebro procesa 400.000 millones de bits de información por segundo, pero sólo
somos conscientes de 2000 y la conciencia se tiene solamente sobre el entorno, el
cuerpo y el tiempo. Esto significa que la realidad siempre se crea en la conciencia y que
el cerebro está recibiendo constantemente información que no se integra.

Vivimos en un mundo en el que sólo vemos la punta del iceberg, la punta de un iceberg
de mecánica cuántica.

El cerebro solamente fija aquello que es capaz de ver, ya que la única película que se
proyecta en el cerebro es la que somos capaces de ver. Tenemos el cerebro conectado de
forma que sólo vemos lo que consideramos posible y así, combinamos en nosotros,
patrones que ya existen en nuestro interior mediante el condicionamiento.

Ahora, podríamos reflexionar sobre todo esto y  hacer un ejercicio de introspección


preguntándonos  ¿Por qué no dejamos de recrear continuamente la misma realidad?
¿Por qué no dejamos de tener continuamente las mismas relaciones? ¿Por qué no
dejamos de hacer el mismo trabajo una y otra vez? Tenemos un mar infinito de
posibilidades. ¿Podría ocurrir que existiesen cientos de posibilidades pero que no
fuésemos conscientes de ellas? ¿Puede que estemos tan condicionados para la vida
diaria, para la forma de recrear nuestra vida que generamos la idea de que no tenemos
ningún control sobre lo que ocurre?. Nosotros creamos la realidad, ya que siempre
percibimos las cosas tras verlas reflejadas en el espejo de la memoria.  Esto significa
que vivimos en un holograma de la realidad y nos ajustamos a él en cada instante, ya
que el cerebro no distingue entre lo que pasa en el interior y lo que pasa en el exterior.

La física cuántica intenta explicar lo que ocurre en el mundo de lo infinitamente


pequeño, en el mundo de las partículas elementales. En este mundo, la materia no es lo
que creíamos que era, ya que dentro de los átomos y las moléculas, las partículas
elementales ocupan una cantidad insignificante del volumen de un átomo o de una
molécula y el resto es vacío; además, las partículas aparecen y desaparecen todo el
tiempo, lo que nos lleva a la conclusión de que el universo está casi vacío, ya que la
materia que consideramos como sólida es prácticamente incorpórea. Un átomo es un
punto de materia rodeado de una masa esponjosa de electrones, que existen y dejan de
existir constantemente. Pero incluso este núcleo que imaginamos tan denso, existe y
deja de existir con tanta facilidad como los electrones.

Lo más sólido que puede decirse de esta materia es, que es más bien como un
pensamiento, un bit concentrado de información. Una partícula que imaginamos como
algo sólido es una onda desplegada de posibles ubicaciones que está en todas a la vez,
pero en el momento en el que nos fijamos, y fijamos nuestra percepción, esta partícula
se coloca en una sola de las posibles ubicaciones  o posibilidades. Esta es la llamada
superposición cuántica.

La superposición cuántica  indica que una partícula puede estar en dos o más estados a
la vez. Esta es una de las características del mundo cuántico. Es decir, que existe un
mundo de franjas de posibles realidades hasta que escogemos.

Todos tendemos a pensar que la realidad es algo que existe sin que influyamos, sin que
escojamos. Hay que desterrar esta forma de pensar y admitir que incluso el mundo
material que nos rodea, la silla, la mesa, la revista que lees ahora no son más que
posibles movimientos de la conciencia.
En cada momento lo que hacemos es escoger entre los posibles movimientos de la
conciencia para que se manifieste la experiencia de lo real.

Esta es una reflexión radical puesto que tendemos a pensar que el mundo está ahí
independientemente de nuestra experiencia pero no es así. Los átomos no son cosas, son
tendencias. Así que en lugar de pensar en cosas hay que pensar en posibilidades de la
conciencia y si sólo existen posibilidades ¿quién o qué escoge para que se produzca la
experiencia?

No sabemos en realidad qué es la realidad. Pero estando tan interrelacionada nuestro


estado interno y nuestra percepción hemos de dar la importancia que se merece a la
motivación. La motivación es la que determina e influencia la percepción. Cuando
estamos hambrientos nos percatamos de los restaurantes o del olor a comida. Cuando tu
coche hace un sonido raro, la motivación cambia tu percepción y te percatas de los
talleres mecánicos y de las gasolineras. Si tu motivación es tener éxito, verás el vaso
medio lleno, si tienes miedo, verás el vaso medio vacío. Cualquier parte de la vida o de
la enfermedad es un vaso medio lleno o medio vacío, todo depende de la motivación
con la que tu lo percibas.

Tu vida es un vaso, aunque en realidad no es exactamente un vaso medio lleno, ya que a


medida que incrementes tu conciencia te darás cuenta de que está considerablemente
lleno. Pero si tu motivación es engañarte a tí mismo, incluso un vaso lleno al 95% será
visto como vacío. Se dice que ver es creer, entonces lo que percibimos determina lo que
creemos. Lo que creemos determina e influencia lo que hacemos. Así como creemos en
nuestros corazones, así vamos a actuar. Una motivación incorrecta puede cambiar la
percepción y engañar a la persona, haciéndola creer sus propias suposiciones.

Piensa, piensa en cual es tu motivación interna, en cual es el sentimiento que tiñe con
más fuerza el fondo de tu percepción, piensa en qué es lo que percibes con más fuerza 
en tu vida, ¿tiene tu percepción, tu motivación y tus sentimientos más habituales
relación entre sí?, ¿puedes ver la relación entre tu interior y el mundo que percibes? ¿o
sigues creyendo que el mundo que entra por tus ojos no tiene nada que ver contigo?¿o
que lo que te está tocando vivir no es responsabilidad de tus sentimientos y
pensamientos internos?

Somos los creadores de nuestra realidad, somos lo que pensamos y lo que sentimos y de
eso se compone nuestro mundo exterior.

Así es que si quieres cambiar algo, empieza por ti mismo, por ser consciente de tu
propio interior, de lo que te mueve.

Autor:    Leticia Cerqueiro Alvariña

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