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PERSONALIDAD JURIDICA DE LAS ORGANIZACIONES INTERNACIONALES

Caso Folke Bernardotte. Opinión consultiva: “Reparación de perjuicios sufridos al servicio de las
Naciones Unidas” (CIJ, Recueil, 11 de abril de 1949)

“… el desarrollo del derecho internacional ha sido influido por las exigencias de la vida
internacional, y el acrecentamiento progresivo de las actividades colectivas de los Estados hizo
surgir ejemplos de acciones ejercidas en la plano internacional por entidades que no son
Estados. Ese desarrollo conduce en 1945 a la creación de una organización internacional cuyos
principios y fines se enuncian en la Carta de la Naciones Unidas. Para alcanzar esos fines es
indispensable que las Naciones Unidas posean personalidad internacional (…) la Corte llega a la
conclusión de que la Organización es una persona internacional. Esto no equivale a decir que la
Organización sea un Estado, lo que ciertamente no es, o que su personalidad jurídica, sus
derechos o deberes, sean los mismos que los de un Estado (…) Esto significa que la Organización
es un sujeto de derecho internacional, que tiene capacidad para ser titular de derechos y deberes
internacionales y que tiene capacidad para prevalerse de estos derechos por vía de reclamación
internacional.”

La subjetividad es la cualidad que, originaria o derivadamente, posee un ente como receptor


inmediato o como centro de imputación de derechos y obligaciones dentro de un orden jurídico
dado.

Sujeto de un ordenamiento jurídico es todo ente que goza de algún derecho o debe cumplir alguna
obligación en virtud de tal ordenamiento.

En tal sentido la CORTE INTERNACIONAL DE JUSTICIA en su Opinión Consultiva sobre la Reparación


de los daños sufridos al servicio de la ONU, al reconocer que dicha organización posee
personalidad jurídica internacional, precisó que “esto significa que la ONU es un sujeto de
derecho internacional con capacidad para poseer derechos y obligaciones internacionales”.

Con motivo del conflicto árabe-israelí (1947-1948) el conde Folke Bernardotte, enviado como
mediador por la Asamblea General de la ONU, fue asesinado en Jerusalén por un grupo extremista.

La AG solicitó una opinión consultiva a la Corte Internacional de Justicia para que dictaminara si en
el caso de que uno de los agentes de las Naciones Unidas sufre, en el ejercicio de sus funciones, un
daño susceptible de comprometer la responsabilidad de Un Estado, la ONU tiene capacidad para
presentar contra el gobierno de jure o de facto responsable, una reclamación internacional con el
fin de obtener una reparación de los daños causados: a) a las Naciones Unidas; b) a la víctima o a
sus derechohabientes.

La Corte –tras afirmar que tal capacidad pertenece sin duda a los Estados- entiende que para
responder a la cuestión propuesta debe determinar si la Organización se halla investida de
personalidad internacional y que, toda vez que la Carta nada expresa al respecto, es preciso
considerar los caracteres que ésta ha acordado a la Organización.
La circunstancia de que la Carta la haya dotado de órganos y le haya asignado una misión propia;
que le haya otorgado capacidad jurídica y privilegios e inmunidades en territorio de cada uno de
sus miembros y que haya previsto acuerdos para ser concluidos entre la Organización y sus
miembros –convenciones que en la práctica se han realizado- revela el carácter de la Organización,
que ocupa una posición que la distingue de sus miembros a los que, de ser necesario, tiene el
deber de recordarles ciertas obligaciones.

En opinión de la Corte, la Organización está destinada a ejercer funciones –en materias muy
importantes y vastas- y a gozar de derechos que no pueden explicarse si la Organización no
poseyese una extensa personalidad internacional y la capacidad de obrar en el plano internacional.
La conclusión de la Corte es que la Organización es una persona internacional. Ello no significa que
sea un Estado; menos aún que sea un “súper estado”, cualquiera sea el alcance jurídico de esta
expresión. Significa que la Organización es un sujeto de derecho internacional, que tiene la
capacidad de ser titular de derechos y obligaciones y de prevalerse de esos derechos por la vía de
la reclamación internacional. Partiendo de estas consideraciones de interés para la caracterización
de la personalidad jurídica internacional, el Tribunal –tras otras y diversas argumentaciones-
respondió afirmativamente a las dos cuestiones propuestas.

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